CIEGOS GUIANDO A CIEGOS
Por ILDE SILVERO
ilde@abc.com.py
¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?, advierte una parábola del evangelio, cuando Jesús responde a sus discípulos ante las críticas que le hacen los fariseos. La historia se repite entre nosotros.
La alegoría bíblica puede aplicarse a muchos docentes titulados que quieren enseñar pero, al parecer, son tan ignorantes como sus futuros alumnos y entonces no se sabe quién educará a quién.
Hace un par de semanas, el MEC había evaluado la idoneidad de 12.017 docentes con la finalidad de elegir entre ellos a quienes podrían ocupar las vacancias en los centros educativos públicos. Se aplazaron nada menos que 6.717 postulantes, es decir, poco más de la mitad de los evaluados. La mayoría de los docentes fue reprobada por no haber entendido lo que decían las hojas de evaluación, no comprendían lo que estaban leyendo.
En consecuencia, aparece la pregunta inevitable: ¿Cómo van a enseñar lectura comprensiva quienes no comprenden lo que leen? Ante cualquier parámetro evaluativo exigente, tanto los alumnos como sus profesores se aplazarían. Por esto es que en determinadas evaluaciones de organismos internacionales,como PISA, nuestro país aparece entre los más atrasados del mundo en materia de calidad de la educación.
No es la primera vez que tenemos ejemplos claros de nuestra pésima educación. Cuando Itaipú convocó un examen para otorgar 1.000 becas universitarias, la primera vez se aplazaron todos los postulantes, sí, todos y hubo que hacer nuevos exámenes con menores exigencias.
En una ocasión anterior, el MEC también había administrado una prueba a fin de seleccionar a nuevos supervisores por regiones y la mitad de los interesados se aplazó.
No es pertinente buscar un culpable, tirar el fardo sobre el MEC o echar pestes contra los maestros. Los que se reciben de docentes en institutos de educación superior son productos del sistema educativo. Como nadie puede dar lo que no tiene, tanto la enseñanza básica como la universitaria, pasando por la media, padecen serias falencias y la mediocridad predomina tanto entre los alumnos como entre los profesores.
Solo puede pensarse en soluciones a largo plazo, cuando alguna vez tengamos un gobierno que se plantee la educación como una política de Estado y, en consecuencia, inicie un proceso que conduzca a una transformación profunda del sistema educativo.
Un cambio positivo y eficiente debería sustentarse, al menos, en tres pilares: locales escolares y equipamiento pedagógico de buen nivel, programas de estudios acordes a las exigencias de la calidad educativa internacional y docentes altamente calificados y bien remunerados.
Las condiciones citadas se construyen de a poco, año tras año, con sucesivos gobiernos, respetando la política de Estado pertinente. Si continuamos con ministros improvisados, con locales en proceso de derrumbe, con tecnologías educativas ausentes, con planes de estudios desactualizados y docentes mal formados y precariamente remunerados, seguiremos como el furgón de cola de los demás países. Nuestros docentes lápiz mbuky seguirán enseñando a los alumnos akâne.
Fuente: ABC Color
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Sección OPINIÓN
Martes, 16 de Julio de 2019
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