SIN LÍDERES NI EDUCACIÓN

Por ILDE SILVERO

ilde@abc.com.py

Los países dan grandes pasos en su evolución histórica cuando cuentan, por un lado, con líderes capaces y honestos, y por otro, su población tiene un alto nivel educativo. El secreto está en el cerebro de la gente, no en sus riquezas naturales.

El mundo ofrece varios ejemplos de situaciones muy contradictorias, pese a la existencia de factores comunes en la realidad de los países.

Noruega es una nación territorialmente apenas mayor a Paraguay, con solo poco más de cinco millones de habitantes, pero su ingreso anual per capita asciende a unos 70 mil euros (aproximadamente 490 millones de guaraníes). Su principal riqueza es la explotación del petróleo, debido a lo cual los noruegos no conocen la pobreza y gozan de uno de los niveles más altos de vida confortable en el mundo.

En el otro extremo, tenemos a Venezuela, el país con la mayor reserva petrolera de América y, actualmente, con los mayores niveles de pobreza y violencia del continente, con habitantes que se mueren de hambre o huyen de su tierra natal. Breve conclusión: tener petróleo no es sinónimo de riqueza ni felicidad.

Luego están los países pequeños que no poseen riquezas naturales, como Taiwán, Corea del Sur y Singapur que, luego de concluída la Segunda Guerra Mundial, empezaron procesos de política estatal de un rápido y sostenido crecimiento económico hasta llegar a ser potencias mundiales. Su fórmula no es secreta: mucha educación, persistente trabajo, honradez y eficiencia en la función pública.

Por otra parte, hay muchísimos países a los que se denominan “emergentes”, como si estuviesen por salir del cascarón de la pobreza. Allí, en el montón, estamos nosotros; desde hace décadas no sabemos si vamos o venimos, si queremos democracia o anhelamos dictadura, si somos estatistas o capitalistas, por qué somos un pueblo de necios si tenemos tantas universidades; por qué un tercio de la población es pobre si somos grandes exportadores de soja y carne, por qué tenemos problemas de energía si poseemos dos de las represas hidroelécticas más grandes del mundo, etc.

La baja calidad de nuestra educación, tanto la pública como la privada, explica muchas de estas cosas. No es posible crecer como sociedad si cuatro de cada 10 adolescentes no terminan su educación básica. De qué ingreso per capita vamos a hablar si más de la mitad de los trabajadores no gana siquiera el sueldo mínimo.

El otro gran problema es la carencia de grandes líderes, grandes por su formación, su capacidad, su patriotismo y su vocación de servicio a los ciudadanos. Todos los presidentes de la pos dictadura tuvieron serias limitaciones en su capacidad intelectual, en su ética personal, en su combate a la corrupción y en la visión del estadista que se preocupa por el futuro de la nación y no solo por las emergencias actuales.

Sin grandes líderes ni una educación de calidad, dentro de un par de décadas aún continuaremos como una nación “emergente”, sin saber muy bien lo que eso significa.

Fuente: ABC Color

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Sección OPINIÓN

Miércoles, 24 de Julio de 2019

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