TORTUGAS JUDICIALES

Por ILDE SILVERO

ilde@abc.com.py

Tratar de comprender el lenguaje, los procedimientos y la trama interna del sistema jurídico es un desafío casi imposible de resolver. La justicia utiliza varas, tiempos y ritmos que no tienen coherencia alguna y, menos aún, previsibilidad. Un juicio en los tribunales paraguayos puede durar dos, diez o veinte años, o ser anestesiado para dormir eternamente en los brazos de Astrea.

En estos días, algunos políticos opositores y medios de comunicación alertaron que a fines del presente mes finaliza el plazo legal máximo establecido para el juicio contra el exsenador colorado Víctor Bogado y su promocionada “niñera de oro”. Como metieron tantas recusaciones, apelaciones, solicitudes de cambios de fiscales y jueces, los meses y años fueron pasando y el publicitado juicio por fin tiene sentencia firme, pero aún queda la posibilidad de una apelación ante la Corte Suprema.

Una situación calcada se da con los tres “caseros de oro” del diputado Tomás Rivas, colorado del movimiento cartista. Las chicanas jurídicas impiden el avance de la justicia y, entre tantos recovecos, el juicio se encamina hacia el oparei.

Un ejemplo ya extremo es el caso del exministro del Interior Walter Bower, acusado de haber torturado a algunos presos cuando ejercía el alto cargo, ¡hace 18 años! ¿Cómo reconstruir y tomar declaraciones firmes de testigos cuando ya transcurrieron casi dos décadas? Por fin apareció Bower en los tribunales, sonriente y despreocupado porque la opinión pública ya ni se acuerda de aquel lejano delito que se le imputa.

Estos hechos solo pueden enmarcarse dentro de una no admitida pero siempre presente vinculación entre los administradores de justicia y los temporales dueños del poder político. Los fiscales y jueces se estancan o se mueven como tortugas cuando las denuncias apuntan a personalidades que forman parte del círculo que usufructúa los poderes del Estado. Esto significa que los mismos jueces, los parlamentarios y los popes del Ejecutivo constituyen una casta que está fuera del alcance de la justicia ordinaria, salvo rarísimas excepciones.

La mítica diosa Astrea no tiene una venda sobre los ojos para impartir justicia sin importar a quienes afecta. Por el contrario, más se parece a esos piratas corsarios de película que, con parches sobre un ojo, encajan certeras puñaladas en el enemigo elegido.

Fuente: ABC Color

www.abc.com.py

Sección OPINIÓN

Martes, 01 de Octubre de 2019

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)