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RUBÉN BAREIRO SAGUIER (+)
  A LA VÍBORA DE LA MAR, 1987 - Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER


A LA VÍBORA DE LA MAR, 1987 - Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER

A LA VÍBORA DE LA MAR

Poesías de RUBÉN BAREIRO SAGUIER

Introducción de AUGUSTO ROA BASTOS

Colección Poesía, 55

© de esta edición Alcándara Editora

Edición al cuidado de C.V.M. y M.A.F.

Diseño gráfico: Miguel Ángel Fernández

Viñeta: Carlos Colombino . Tiraje: 750 ejemplares

Se acabó de imprimir el 30 de octubre de 1987

en los talleres gráficos de Editora Litocolor

Asunción del Paraguay (73 páginas)



 

 

EN LA CARNE VIVA DEL MITO

 

         en medio de las aguas muertas,

         el agua viva...

 

         RBS

 

         A la víbora de la mar es un poemario singular en la poesía paraguaya escrita en castellano; el que logra de una manera nueva y original el pasaje de la oralidad de la lengua de origen autóctono a la escritura de la lengua culta. En una sociedad como la paraguaya (la única totalmente bilingüe en América), la posibilidad de expresión del sentimiento poético en la peculiar sensibilidad y cosmovisión de los paraguayos sigue dándose naturalmente en la oralidad -voz y palabra- guaraní del paraguayo de hoy como antes se dio en los cantos míticos y ceremoniales del idioma originario. La cultura primigenia concebía el lenguaje humano como el fundamento del cosmos y la prístina naturaleza del hombre. Núcleo de este mito de origen es el esotérico e intraducible ayvu rapyta o ñe'eng byte râ como médula de la palabra-alma: el ayvu del comienzo de los tiempos, ruido o sonido impregnado de la sabiduría de la naturaleza y del cosmos engendrándose a través del Padre-Ultimo-Primero dueño o suscitador de la palabra fundadora. Palabra secreta que nunca es pronunciada ante extraños; la que con tatarendy (llama o fuego-sagrado) y tatachina (humo-del fuego-sagrado - neblina - del - poder - creador) conforman los tres elementos míticos esenciales de la cosmogonía de los antiguos guaraníes.

         El libro de Rubén Bareiro Saguier respira a través de la fusión de escritura y oralidad el aliento poético de aquellos cantos fundacionales de una de las más ricas culturas orales del continente, descubiertos en sus textos genuinos cuatro siglos después de la conquista. A don León Cadogan (el Padre-Ultimo de los Mbya guaraní) se deben estos hallazgos en su paciente búsqueda desde el interior de la cultura ancestral: una verdadera arqueología del saber mítico aún vivo en sus últimos portadores. Rubén Bareiro Saguier, Bartomeu Meliá y algunos otros, muy pocos, tocados por el ejemplo visionario a la vez que rigurosamente científico de don León, transitan esas cenizas de siglos aún ardientes que recubren las palabras sagradas, las primeras hermosas palabras de la Creación.

         El increíble y levísimo poemario de Bareiro Saguier escrito en castellano parece "tejido" con las reverberaciones de aquel fuego originario, tamizadas por la neblina mítica. Nos da un texto hablado en el que se oye el susurro inconfundible y profundo del guaraní sumergido y dominado. No hay suturas, trasposiciones, ni extrapolaciones. Esos textos o tejidos de la lengua oral transpuestos (en el sentido del estado de trance), transubstanciados en la escritura, hacen olvidar la escritura de la lengua autoritaria y dominante, la que de este modo se convierte en otra lengua una lengua nueva y arcaica a la vez en el burgujeo destilado de las viejas esencias.

         Estos poemas restituyen así el centro de equilibrio, el flujo de comunicación e identificación entre los cantos antiguos que son entonados aún en las Casas de las Plegarias por los últimos sobrevivientes indígenas y el habla guaraní mestiza de la sociedad paraguaya actual.

         El mérito mayor de estos poemas escritos en castellano -brevísimos todos ellos como los haikus o las casidas o los aforismos heraclitanos o los kotyú guaraníes - acaso sea el de haber logrado semejante prodigio de levedad, de condensación y de fineza en la escritura de la lengua castellana reacia siempre, a lo largo de más de cuatro siglos a albergar el ayvu guaraní en un sistema de signos tan poco adecuado para captar y expresar el casi inasible fenómeno de la oralidad.

         En guaraní -como ya se ha dicho- esta expresión se da en la dicción y entonación particular de lengua hablada y rechaza temperamentalmente la fijación en la escritura. Tal situación es muy notoria en la poesía del cancionero, en los cuentos y relatos populares que se escriben en guaraní. De hecho, en cuatro siglos no se ha llegado todavía a un sistema uniforme de notación autoengrendrado por el uso escrito de la lengua; a lo que podría considerarse una grafía propia del guaraní. Carencia que tiene mucho que ver con su situación de lengua colonizada y con el predominio hegemónico de la lengua dominante, "dueña" de la escritura y del poder con la actitud ideológica que ello comporta.

         La situación se agrava cuando se trata de textos literarios más elaborados que buscan su pasaje a la escritura a través de esa grafía extraña a su carácter y estructura de lengua hablada, a su teko (modo de ser) de lengua libre y fluyente como el tiempo y el agua, como la rotación del cielo o esa tierra que anda bajo los pies en la peregrinación incesante hacia la Tierra-sin-mal.

         Toda lengua hablada está hecha de elementos acústicos, metafóricos, onomatopéyicos y aun visuales, hipostasiados a la visión y percepción del mundo en las que sonido y sentido se confunden e identifican. El guaraní, lengua de aglutinación y polisíntesis, moldeada en la costumbre inmemorial del habla, se estructura en constelaciones rítmicas y semánticas en las que cada partícula asume, por su valor posicional y modulatorio, la función de un sema o mitema, del que sería un ejemplo el fonema radical y, su omnipresencia en el tejido sonoro del guaraní, como lengua tan próxima aún a la naturaleza y al hombre de la naturaleza.

         Este dilema central de expresión en la cultura paraguaya escindida en dos lenguas de estructuras diversas y hasta opuestas, que en una situación de contacto muy conflictiva, ha sido resuelto a medias por la "oralización"-vale decir, por la recuperación en la lectura de la dicción y entonación del habla oral- de los textos guaraníes fijados en la grafía "prestada" de la fonética castellana. Más que leer en el sentido propio del término, lo que hace el lector es reproducir en voz alta los acentos, las modulaciones y los ritmos orales guaraníes; en otras palabras, liberarlos de esa inscripción "culta" que se vuelve tan rudimentaria y sorda como en los tiempos de Montoya y Restivo.

         La otra tentativa -a la que seguramente le está reservado el futuro- es la incorporación del mundo oral guaraní a la escritura en castellano en un proceso de impregnación y remodelación de las estructuras lingüísticas del idioma dominante. Lo que a su vez implica profundas mutaciones sintácticas y semánticas en esas estructuras internas y formales; mutaciones que invierten necesariamente el orden de relación entre las dos lenguas y convierten al guaraní en eje o molde de la expresión matricial; más simplemente, lo restablecen como lengua materna o primera lengua en tanto el castellano es desplazado a una función ancilar de soporte y engarce del sentido. De esta manera se integran los dos universos que conviven rechazándose mutuamente. Es lo que el propio Rubén Bareiro Saguier expresa en su Advertencia final: "La estructura que vertebra los poemas está más próxima a una construcción propia del guaraní que al español. En vez de obedecer a una trayectoria lógico-discursiva, propia de las lenguas occidentales, opera por un sistema de síntesis, tal como lo hace el idioma aborigen".

         Uno de los primeros en marcar instintivamente más que reflexivamente este camino de la poesía popular bilingüe escrita en lo que, desde los aportes esenciales de León Cadogan a la antropología paraguaya, se denomina guaraní y castellano paraguayos, es Emiliano R. Fernández. Este gran poeta, surgido como tantos otros de los hondones del pueblo guaranio, intuyó que para la sensibilidad de la sociedad paraguaya la expresión del pensamiento y del sentimiento poéticos no podía radicar en una traducción intertextual sino en la fusión expresiva de ambos idiomas en los moldes sintácticos y semánticos de la oralidad guaraní mestiza, o sea del guaraní paraguayo de hoy. La lírica popular de Emiliano R. Fernández, que adquiere por momentos acentos de cantar de gesta, tornó natural esta modalidad y dio al cancionero paraguayo no sólo una vía de salida de su encierro lingüístico sino también uno de sus momentos de más alta inspiración.

         Rubén Bareiro Saguier llevó estos principios a la poesía escrita en castellano; completó, por decirlo así, este proceso de incorporación del venero subyacente del habla guaraní en las formas de la lengua culta, descolonizándola y adaptándola a la eclosión del texto ausente cuyo ayvu ancestral domina la visión y el sentido del mundo de los paraguayos; digámoslo en otros términos de connotación más corporal: los ritmos de pensamiento, la palpitación de la sangre, la identificación del hombre con la naturaleza.

         A la víbora de la mar demostró una vez más, por su autenticidad y calidad de invención que la antinomia de fondo y forma no es más que un falso problema; demostró que en toda creación poética la forma no es más que el fondo que remonta a la superficie; que la palabra poética cuando alcanza su grado de fusión y proyección trascendentes no es sólo una reproducción de lo real imaginario sino que es ese misterioso fenómeno de incisión en la carne viva del mito que hace que la palabra misma sea real. Pienso que éste es el logro esencial de este libro precursor en muchos aspectos.

         En la farmacopea tradicional paraguaya las infusiones de plantas medicinales son puestas al "sereno" en las noches de luna nueva para que alcancen sus verdaderas propiedades curativas. En esta especie de alquimia empírea y empírica regida por los mitos de la fertilidad, las cocciones y los filtros reciben en su exposición al relente nocturno esa gota de vapor del cuerpo de la luna, de misteriosa virtud: el mágico virus lunar del que también habla Luciano en su Farsalia (VI, 572). Se diría que Emiliano R. Fernández y Rubén Bareiro Saguier en los dos polos de la poesía paraguaya han sometido el primero sus poemas bilingües y el segundo sus poemas guaraníes escritos en castellano al procedimiento del "enserenado" arcaico: la destilación de sus "filtros" poéticos en los fermentos del virus lunar que habita el rocío, que fecunda las potencias genésicas de la noche y penetra en la sangre invisible de los mitos que irrigan como la savia de la vegetación primordial las nervaduras de la palabra poética en estado naciente.

 

         Augusto Roa Bastos

         Toulouse, junio 1934

 

 

        


 

 

         FRUCTUOSO

 

El viento trae el olor de las frutas maduras.

Los pájaros picoteadores pudrieron el verano

caído en la humedad de la tierra.

 

 

         MI PAÍS

 

El verano corre largamente entre los árboles

cómplices,

atraviesa la tierra sin montañas.

 

 

         IMPRESIÓN

 

Desde lo alto de la loma veía volar un pájaro.

Una nube se me metió en los ojos,

mis ojos que lluevan.

 

 

 

         DESCAMPADO

 

Bajo las estrellas,

con un ojo apagaba el cielo.

Con el otro soñaba.

 

 

         FISURAS

 

Los helechos en el brocal,

sobre las paredes.

Desde el fondo del pozo

mira un niño con la cara partida

en mil pedazos de círculos concéntricos.

 

 

         HISTORIA ANTIGUA

 

Mi padre volvía con olor acampo.

Su cabello zaino ya no viene al atardecer.

 

 

         INFANCIA

 

El tren y el viento pasan debajo de tus ojos.

El río por dentro.

 

 

         EL PUEBLO

 

El azahar amantaba las calles;

la tarde del puerto maduraba de naranjas

Los naranjales están enfermos de tristeza.

 

 

         ANCESTRAL

 

La tierra roja y agrietada.

Mis innumerables sangres enterradas.

 

 

         AMENAZO

 

El viento huele a leño.

Abro los ojos y caerá la lluvia.

 

 

         PRESAGIO

 

El cementerio en la punta del camino,

sobre la loma.

Desde allí me mira una paloma muerta.

 

 

         MI CABALLO MUERTO

 

Juntos construimos el viento

soplando desde la estrella de su frente.

Mi corazón, corral desnudo.

 

 

         MADRUGADA

 

Los pájaros empiezan a sobrevolar el río.

El río corre por el alvéolo del pecho.

De golpe amanece.

 

 

         LA MAÑANA

 

La luz cae espesa, transparente sobre la lengua.

Huele a miel chupada del panal.

 

 

         SIESTA

 

Las cigarras detienen el viento.

Las cigarras encienden el sol.

Las cigarras construyen la plazoleta.

 

 

         ATARDECER

 

Las sombras caen de golpe sobre la tierra.

Las estrellas huelen a humo.

 

 

         LA NOCHE

 

El canto de los grillos anda entre el pasto oscuro.

El canto de los grillos sube hacia las estrellas.

 

 

         ALTANOCHE

 

Una estrella se refleja justo en la gota del ojo.

Es pleavida.

 

 

         VERANO

 

Sol de sangre coagulada.

Un bicho ardiente camina por la piel.

 

 

         OTOÑO

 

Los cadáveres de las hojas son verdes,

apenas sí un poco más tristes.

 

 

         EL RÍO

 

La naranja chorrea con el mordiscón.

El río corre por mi barba,

recluciente de frescura.

 

 

         GALOPE

 

Llueven las crines del potro diagonal.

Viento con agua y hojas frescas entre los cabellos.

 

 

         EN MEDIO DEL CAMINO

 

Higo del mediodía, ¡cómo huele!

Río del mediodía, ¡cómo duele!

 


         PONIENTE

 

El sol se va cayendo entre los esqueletos de barcos,

donde el brazo del río muere.

Allá lejos.

 

 

         PAISAJE

 

La carreta boga en el polvo encendido.

El tiempo es de arcilla detenida.

 

 

         CREPÚSCULO INVERNAL

 

El atardecer boquea

sobre el camino rojo.

 

 

         ESTIVAL

 

El día es un galope largo de mi caballo alazán.

De noche brilla un lucero en la frente del cielo.

 

 

         INVERNAL

 

El invierno nunca termina de llegar.

El atardecer es triste.

 

 

         ESTACIONES

 

En el verano la tarde llega a lomo de burro cansino.

La noche fría es una boca de lobo.

 

 

         INVIERNO

 

Las ranas levantan el frío desde los charcos,

noche a noche.

 

 

         NIÑEZ

 

El río largo que dibujamos con el dedo,

con los ojos,

desde la ventanilla del tren.

 

 

         ADOLESCENCIA

 

Me balanceo, desnudo,

en el río del verano.

El caballo nada bajo tu piel.

 

 

         SIESTA

 

El sol despiadado de las cigarras

quema el maizal y mi    sangre.

 

 

         TARDECITA

 

Dibujo en la inmensa pizarra.

Al poner un punto, aparece la primera estrella.

 

 

         ARCIFINIOS

 

Por un lado, el pueblo linda con las afueras.

Por el otro, con los adentros.

 

 

         MAGIA

 

En un abra del monte.

Lejos

abra

cadabra.

 

 

         DANZA DE LAS HORAS

 

La mañana huele a cascarita de limón.

La siesta a cáscara de naranja.

La noche a cáscara seca.

 

 

         INMINENCIA

 

Las diamelas rebotan contra los lapachos.

Está la primavera llegando.

 

 

         PLENILUNIO

 

El jazminero moja el patio sediento,

la tierra reseca del verano clarísimo.

 

 

         INVIERNO

 

En la cocina han prendido el fuego temprano.

Los hombres tienen llamas en la cara.

Las cenizas van cubriendo las palabras.

 

 

         INVIERNO

 

Las naranjas del patio crecen en dulzura

y se vuelven más frías.

 

 

         LLUVIA

 

Mientras la lluvia cae sobre el techo

yo sueño remansadamente

mientras la lluvia cae sobre el pecho.

 

 

         DEVENIR

 

Las vacas con ojos alimonados

surcen el día con sus mugidos.

Las vacas rumian la memoria.

 

 

         TRISTEZA

 

El ojo se llena de sombras.

La marea baja.

 

 

         PLUVIAL

 

Las pequeñas viejas de vidrio bailan,

sobre mis pies mojados.

 


         CONJURO

 

Cuando suena las ánimas,

la escoba de yuyos barre los fantasmas.

 

 

         PAIS MEDITERRANEO

 

Más ancho que el río sin orillas,

el mar es un recuerdo punzante.

 

 

         MEMORIA

 

Después fui trenzando mis recuerdos

como reliquia del domingo de ramos.

 

 

         VEINTEAÑERA

 

Distante canto de la cigarra vacía

preso en el verano de tu piel.

 

 

         AUSENCIA

 

Las golondrinas mueren de noche,

lejos del verano de tu boca.

 

 

         SEPARACIÓN

 

Qué cosa más extraña,

estar vivo bajo el árbol oscuro de la distancia.

 

 

         RETORNO

 

Abro la puerta del patio,

la ventana del pecho,

abro la tarde

para encontrarte.

 

 

         LA VIDA PERDURABLE

 

Los cabellos crecen.

Las uñas amoratadas crecen.

Hasta alcanzar la tierra.

 


         ETERNIDAD

 

En el cementerio de la loma

se van borrando los huesos

y las cenizas de mis antepasados.

 

 

         RESURRECCIÓN

 

El día de los muertos

comemos tortas de maíz

en el panteón familiar.

 

 

         TIEMPOS

 

Después de mí el diluvio,

y antes, ¿qué...?

 

 

         LUCIFER

 

Y el ángel replicó:

"Mierda, hasta que el alba crezca".

 

 

         TELEOLOGÍA

 

Porque los sueños son otra cosa,

y la realidad tampoco.

 

 

         LA CAVERNA

 

La oscuridad del agua de la que me han salido.

La oscuridad de tierra a la que me devolverán.

Y en el medio...

 

 

         VIAJE

 

El tren se detendrá en la estación,

cuyo nombre olvidamos ya.

 

 

         AMOR

 

Cerca de las aguas vivas,

el agua ardiente.

 


         OLVIDO

 

Lejos del agua ardiente,

las aguas muertas.

 

 

         RECUERDO

 

En medio de las aguas muertas,

el agua viva.

 

 

         BIOGRAFÍA

 

Y cuando llegue al corazón de la cebolla

no me quedará sino la humedad en los ojos.

 

 

         COSTUMBRE DE LA MUERTE

 

La piel, las uñas, los pelos...,

hasta que un día, el otoño ceniza la memoria.

 

 

         AL TERCER DÍA

 

La cigarra enmudece hasta el verano eterno.

El gusano se vuelve de golpe mariposa.

 

 

         RESURRECCION DE LA CARNE

 

El viento de la muerte,

¿parirá alguna vez?

 

 

         MUERTE

 

Pero no se oye el chapoteo de la piedra

en el fondo del pozo.

 

 

 

 

ADVERTENCIA FINAL

 

         Toda forma de metalenguaje implica un intento de explicación, una justificación. Ahora bien, considero que la poesía se explica en sí y por sí. Con riesgo, pues, de caer en mi propia trampa, haré algunas aclaraciones, no sobre los poemas, sino sobré el mecanismo utilizado.

         Como la mayoría absoluta de los autores paraguayos, yo soy un escritor colonizado. El prestigio de la lengua escrita, la del colonizador, modeló la estructura de nuestra expresión literaria.

         Los presentes mina-poemas constituyen un intento de quebrar, en cierta medida, esa situación; una forma de rebeldía verbal contra los cánones impuestos, y que hemos asumido con la adhesión de una herencia inconsciente.

         La estructura que vertebra los poemas está más próxima a una construcción propia al guaraní que el español. En vez de obedecer a una trayectoria lógico-discursiva, propia a las lenguas occidentales, opera por un sistema de síntesis, tal como hace el idioma aborigen. Un lexema semántico es modificado por "afijos" indiciales, no como resultado de un proceso reflexivo, sino en un movimiento concéntrico que presupone nociones insertas en un contexto expresivo. No existen, por lo general, los elementos de enlace que trazan el itinerario de la consecución lógica. El paso de una proposición a otra -como en el guaraní- no se realiza por progresión dialéctica, sino que presupone un mecanismo interno de sugestiones acumuladas. Estos poemitas constan generalmente de dos partes (a menudo la primera es el título mismo). La segunda, o "conclusión", no se deduce de la primera, sino que resulta de un proceso interior al texto, de índole esencialmente alusivo-emocional, con frecuentes raíces sensoriales.

         Se trata, en conclusión, de una forma de vuelta a las fuentes, por los caminos desviados, tortuosos que utilizamos los mestizos culturales. Estos poemas tratan así de recuperar el aliento originario, el que la mentalidad colonial ha intentado borrar de nuestra memoria colectiva.

         Resulta natural que un intento de recuperación del recuerdo, o la reflexión existencial, secan expresados dentro de los esquemas de la lengua que es más espontánea, la más profunda.

 

         RBS

         Isla de Re, diciembre 1975

 

 



NUEVOS ANILLOS

 


         ARTE POÉTICA

 

El cazador saborea

el deleite gozoso de la carne.

 

El cazador no leyó ningún libro,

mas conoce el rumor

que nace entre las hojas,

el manto de la lluvia,

las huellas del jaguar,

el canto inmemorial de la cigarra.

 

El cazador se embriaga

con el espeso vino del silencio.

 

 

         DEUDA INTERNA

 

Dilapidé mi capital de sueños.

Usurarios préstamos de sombras,

de espejismos,

terminaron de liquidar

mis intimas reservas.

 

Arruinado deudor de lo imposible,

me siento acogotado

por la avidez del fondo

de mí mismo.

 

 

         EL OTRO

 

¿Quién no lleva consigo

un hombre acurrucado en su tristeza?

 

        

         EL COLECCIONISTA

 

Desde el primer crepúsculo

anduvo recogiendo amaneceres.

Y en la entreluz del ángelus

encontró en los estantes

un acopio de ocasos.

 

 

 

         TATUAJES

 

Las repetidas incisiones

de los días

fueron dejando

rayas, reptiles, corazones,

mapas, sirenas, musarañas

bajo la piel del sueño.

 

 

 

         PROFESIÓN DE FE

 

El hombre es nada menos

que un día de amor

entre dos sombras.



         PESADILLA

 

Ni mis oscuras voces sonámbulas,

ni el cerco de la amanecida

pueden contener

las impávidas larvas,

las fieras indecentes

que aúllan en la sombra.

 

 

         AMANECE DIOS TODOS LOS DÍAS

 

Las estrellas mueren lentamente

como oscuros guijarros en la playa

cuando avanzan las ráfagas del día.

 

 

 

         RUBENDARIANA

 

Y aquel que no beba

ni vino ni bilis,

que se ahogue en un vaso

será lo mejor.

 

 

         RAZÓN DIALÉCTICA

 

Donde el punto posó,

pasó la historia:

el hombre y su destino cotidiano,

su ensangrentada telaraña,

de sueños y derrotas.

 

 

 

         EXILIO

 

El corazón navega

con viento en contra.

Salmuera con sabor de ausencia

moja la herida de los labios.

 

Hasta que de nuevo amanezca el río

en la mañana de los ojos.

 

 

         NOCHE HONDA

 

La ventana es un túnel,

de aromas empapados,

un pozo de sereno,

una caja de grillos

y de estrellas.

 

 

         DESTIERROS SUCESIVOS

 

El pasto de las calles

se me volvió empedrado.

 

Cuando el asfalto

me ensució los pies,

el azahar nocturno se apagó.

 

 

         LA PALOMA TORCAZA

 

La paloma torcaza

anida entre tu piel y mi boca.

 

Tibiecita paloma

arrullando

entre mi pulso y tus labios.

 

 

 

         ENTRELUCES

 

Estoy en el labio de mi tierra.

Veo enfrente su sangre desterrada.

Entre nosotros corre el río de sangre

que de mis labios brota.

 

 

         DESTINO

 

Sé que el río de nostalgia

es como un mar infranqueable.

 

Mas siento que sus aguas

alimentan el árbol de mi sangre,

que las ramas están

amarradas con luz

a mi esqueleto.

 

 

         SETIEMBRE

 

Señor de los lapachos

nos arroja al rostro abierto

puñados de sonrisas,

de aromas, de colores.

 

 

         MADRE

 

Estrella tibia

cuando tirita la mañana.

Regazo de los pétalos caídos

después de las tormentas;

zurcidora de sueños.

 

La flor en el brocal del pecho,

su aroma.

 

 

         PADRE

 

La mano inmensa

es un cálido escudo de ternura.

La risa rosa irradia,

sale el sol.

 

Me recuesto en el tronco,

siento el gusaneo de las raíces,

el latir de la savia.

 

 

         HERMANA

 

Los juguetes, los miedos

y la frescura de los culantrillos

a orillas del arroyo.

Entre las hojas

el verano hace soles.

Rezuma el patio sus jugos

y nuestras risas.

La noche canta tus rondas,

cuenta mis cuentos.

La infancia se desbanda

como un enjambre de palomas

en la tarde

 

 

         CENÁCULO COTIDIANO

 

Cinco todos los días,

papá en la cabecera.

A menudo trece

y muchos más,

pero Judas

nunca se sentó a la mesa.

 

 

         ENERO

 

Tiempo de reyes y de celebraciones,

tiempo hermano,

con zumo de parrales,

andantinos furiosos de cigarras

y frescura manantial del río.

 

 

         LA PANDORGA

 

Cuatro tacuarillas cruzadas,

un trozo de papel de seda

con el color del viento,

y el mástil de una liña

para izar los sueños de la infancia.

 

 

         LA CALESITA

 

Con la fiesta patronal

cada año volvía

la ronda azul de los caballitos.

 

Se apagaron las luces en la plaza,

las estrellas de los cohetes.

Los caballos de madera

tienen crines de niebla.

 

 

 

         LA PARRALERA

 

La tortolita sola

posada en el último poste vivo

aguanta las ráfagas del tiempo.

Cuando estira sus alas

renace la enramada:

cuando abre su canto,

vuelve el dulce verano de las uvas.



         EL CIRCO

        

Año tras año

llegaba el circo:

la carpa, el león flaco, los caballos,

la risa gris de los payasos,

la bella equilibrista colgada de los pelos.

 

Noche a noche las luciérnagas

encienden sus piruetas de luces

para alcanzar el cielo,

allá en el pueblo.

 

 

 

         PESEBRE

 

Por diciembre

nace el niño

con la puntual estrella aromada

de la flor de coco.

 

 

 

         LA MEMORIA

 

Padre atraviesa el puente de tres leguas

en su caballo zaino.

Se apea con las manos

repletas de sonrisas

para enseñarnos a conjugar

el futuro imperfecto.

 

 

         EL NIÑO LOCO

 

Reíamos, jugábamos...

 

Nunca entendí porqué,

de golpe un día,

mi amigo se cayó

en el pozo de gritos,

de oscuras risotadas

sin ojos.

 

 

         REGRESO

 

Cuando volví a la casa,

tras los años,

el patio edén

era apenas un pañuelo

para enjugar los ojos

de la ausencia.

 

 

 

         ALTERNATIVA 1

 

O quizás,

el patio de la infancia

se fue achicando

a medida que crecía

el sueño de la nostalgia.

 

 

         ALTERNATIVA 2

 

O tal vez,

el patio se achiquita

visto a través de un cristal

acuoso y salado.

 

 

         ALTERNATIVA FINAL

 

Patio de la memoria,

de golpe te me has vuelto

la retráctil piel del futuro.

 

 

         SOLARSOLO

 

Las puertas se cerraron.

Ladrillo y musgo treparon por los muros.

La casa se vació de voces.

 

El corredor proyecta

sombra de sombra.

 

 

         FANTASMAS

 

En las galerías suenan

los sordos pasos de la costumbre.

Cuando el amenazo

aprieta los flancos de la noche,

bailan los fuegos fatuos

de las penas.

 


         NAUFRAGIO

 

El casco del armario embebido en termitas.

Un trozo de muñeca sin cabeza,

el oso del sueño cotidiano sin el botón del ojo,

un deforme zapato calcinado,

rotosas sábanas mohosas

vacías de espanto o de cariño...

Resacas que dejaron

las olas de polvo,

de tiempo y telarañas

en la playa desierta de la casa.

 

 

         MI CASA EN RUINAS

 

El derrumbe me sorprendió en la alcoba:

el techo, las paredes, los dinteles...

En medio del polvo y los escombros,

entre los muebles rotos,

se descubrió la sombra de un cadáver.

 

 

         LA VIDA

 

A la víbora, a la víbora de la mar,

por aquí quiero pasar,

por aquí yo pasaré

y a un niñito dejaré...

 

 

 

         Y LA MUERTE

 

Y a un niñito dejaré

El de adelante corre mucho

y el de atrás se quedará.

 

 

         LA INNOMBRABLE

 

Solemos platicar, de tanto en tanto,

sin odio, sin amor.

 

Más de una vez le contesté que no.

Cuando la llama de la séptima vela

se apague,

¿qué le contestaré?

 

 

         COSMOGONÍA VARIA


 

         ANTES Y DESPUÉS

 

Nuestro Padre,

                   El,

Último

         Último

                   Primero.

 

 

 

         ANTROPOGONÍA

 

Desde la semilla de luz

en la tierra del pecho

se despliega en el aire naciente

la palabra hombre.

 

 

 

         PRIMERAS HUELLAS

 

La tierra nuevecita,

tediosa e impoluta.

La víbora la ensució

con el veneno de la vida.

 

 

         LA NOCHE

 

La lechuza,

la oscura lechuza

revolotea.

En donde se para a descansar

nacen las tinieblas.

 

 

         EL DIA

 

La pequeña cigarra colorada canta,

y poco a poco

el tiempo espacio

se va tiñendo de arrebol.

 

 

         EL AGUA

 

El pez de la pequeña lluvia

zambulló en el vacío

hasta que sus escamas

salpicaron la tierra.

 

 

         LA PRADERA

 

En medio de los bosques originarios

el saltamontes verde

va saltando por entre los montes.

En donde posa sus patas

crece el pasto verde.

 

 

         EL ESPARTILLO

 

La perdiz colorada, la primera,

celebró el horizonte del campo.

Los pastos crecieron

para esconder el canto

de viento y de arrumacos.

 

 

         TIERRA ADENTRO

 

El tatú se aburría.

Socavó la corteza

hasta llegar a la raíz del agua,

al centro del centro de la tierra.

 

 

         ECLIPSE

 

¿Se comerá de nuevo

el jaguar azul

al hermanito luna?

Tocamos a rebato

para espantar el sueño.

 

 

         EL COMETA

 

El perro víbora

de espanto y llamarada

requema el cielo.

¿Barrerá con su cola

la selva de los días,

la efigie fugaz de nuestros rostros?

 

 

        

         PRIMAVERA

 

Cuando el lapacho

se desnuda de hojas,

cuando se arropa de luces,

florece el aire nuevo.

De entre las cenizas y las sombras

renace el mundo.

 

 

         REENCARNACIÓN

 

Los huesos de la voz retoñarán

cuando la cenicienta piel del tiempo

se cubra de rocío.

 

 

         EL PINDÓ COSMOGÓNICO

 

En el fondo del patio,

centro exacto del mundo,

al tronco de la palmera azul

amarro la morada terrenal

con el hilo frutal de la dulzura.

 

 

 

INDICE

 

En la carne viva del mito

Fructuoso

Mi país

Impresión

Descampado

Fisuras

Historia antigua

Infancia

El pueblo

Ancestral

Amenazo

Presagio

Mi caballo muerto

Madrugada

La mañana

Siesta

Atardecer

La noche

Altanoche

Verano

Otoño

El río

Galope

En medio del camino

Poniente

Paisaje

Crepúsculo invernal

Estival

Invernal

Estaciones

Invierno

Niñez

Adolescencia

Siesta

Tardecita

Arcifinios

Magia

Danza de las horas

Inminencia

Plenilunio

Invierno

Invierno

Lluvia

Devenir

Tristeza

Pluvial

Conjuro

País mediterráneo

Memoria

Veinteañera

Ausencia

Separación

Retorno

La vida perdurable

Eternidad

Resurrección

Tiempos

Lucifer

Teleología

La caverna

Viaje

Amor

Olvido

Recuerdo

Biografía

Costumbre de la muerte

Al tercer día

Resurrección de la carne

Muerte

Advertencia final

 

NUEVOS ANILLOS

Arte poética

Deuda interna

El otro

El coleccionista

Tatuajes

Profesión de fe

Pesadilla

Amanece Dios todos los días

Rubendariana

Razón dialéctica

Exilio

Noche honda

Destierros sucesivos

La paloma torcaza

Entreluces

Destino

Setiembre

Madre

Padre

Hermana

Cenáculo cotidiano

Enero

La pandorga

La calesita

La parralera

El circo

Pesebre

La memoria

El niño loco

Regreso

Alternativa 1

Alternativa 2

Alternativa final

Solarsolo

Fantasmas

Naufragio

Mi casa en ruinas

La vida

Y la muerte

La innombrable

 

COSMOGONÍA VARIA

Antes y después

Antropogonía

Primeras huellas

La noche

El día

El agua

La pradera

El espartillo

Tierra adentro

Eclipse

El cometa

Primavera

Reencarnación

El pindó cosmogónico




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EDITORA ALCÁNDARA
LIBROS,
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