MANDU'A
Revista de la Construcción
Año XXXVI
N° 432
Abril 2019
Editorial
Hay que recuperar la soberanía en la renegociación del Tratado de Itaipú
El gobierno del presidente Mario Abdo Benítez tiene ante sí un desafío clave para el futuro de nuestro país: la renegociación del Tratado de Itaipú en el 2023, que ya está a la vuelta de la esquina. En ese acuerdo podrá ratificar la entrega de soberanía hecha por el dictador Alfredo Stroessner o, a la inversa, rescatarla y recuperarla a través de una negociación que contemple un sentido de justicia con el Paraguay. De ahí emerge su importancia trascendental.
Lo que la dictadura paraguaya presentó como un gran logro al firmarse el tratado entre los generales Alfredo Stroessner y Emilio Garrastazú Médici el 26 de abril de 1973 en Brasilia, en realidad fue un contrato leonino donde el país vecino se aseguró, legalmente, la tajada más grande y ventajosa mientras que a nuestro país le tocaron las migajas.
Negociado con el más estricto secretismo porque la opinión pública paraguaya no conoció los términos bajo los cuales se estaban realizando las conversaciones para arribar al texto final del Tratado, el documento bilateral exhibió la gran derrota de la diplomacia paraguaya y el gran triunfo de Itamaratî.
Bastará recordar un aspecto fundamental del Tratado para corroborar el humillante avasallamiento.
Una cláusula “a la medida” de Brasil fue que todo el excedente de energía no utilizado por el Paraguay pasa a Eletrobrás –el equivalente de la ANDE-, en forma exclusiva, sin posibilidad alguna de que nuestro país pudiera negociar con terceros países. No solo eso: el remanente es entregado hasta hoy a precio vil, aun cuando se haya logrado un ligero incremento en relación a sus valores iniciales.
Según un informe oficial de Itaipú, el 2017 había cerrado con una producción récord de las 18 turbinas –de las 20 que existen, siendo dos de reserva para casos de emergencia-, en diciembre, de 9.257.670 MWh. La mitad de esa cantidad le pertenecía a nuestro país. Atendiendo a que el Paraguay, en los primeros años de funcionamiento de una de las represas hidroeléctricas más grandes del mundo apenas usaba el 10 por ciento de lo producido y que en el 2017 solo utilizaba el 28,1 por ciento, se podrá tener la magnitud del beneficio obtenido por el Brasil y su consecuencia en su desarrollo.
A manera de compensación por la energía excedente cedida, el Paraguay hasta el 2009, recibió entre 100 y 120 millones de dólares al año, según el promedio de producción en 365 días. En un histórico acuerdo entre el entonces presidente Fernando Lugo y Luiz Inácio Lula da Silva, ese monto pasó a 360 millones de dólares. Si consideráramos una depreciación anual del 2 por ciento de la moneda norteamericana, los 100 millones recibidos de la década del ochenta al 2008 equivaldrían, en ese entonces, apenas a 60 millones del monto inicial y los 360 millones actuales corresponderían hoy a 288 millones del 2008.
Si el Paraguay hubiera tenido las manos libres para vender su energía no utilizada a Argentina, Uruguay, Bolivia o Chile, sus ingresos anuales hubieran estado por encima de los mil millones de dólares.
Ahora que empieza a hablarse de la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, los presidentes de nuestro país y el Brasil han comenzado a abordar el tema a modo de darle entrada oficiosa. El vecino país ha hecho entrever ya que quiere energía barata para potenciar su desarrollo. Si bien las cartas más duras aún no se mostraron, esa pista permite entender que la intención actual de Itamaratî no es solo mantener su situación de amplia ventaja sino aumentarla aún más.
Mirando que el presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, militar, es de alguna manera un continuador histórico del pensamiento de Garrastazú Médici y atendiendo a la habilidad de Itamaratî para obtener partes de león de sus vecinos, a todas luces, las negociaciones serán sumamente difíciles. Es previsible que el espíritu de enmendar la injusticia cometida contra el Paraguay estaría ausente de la mesa de negociaciones.
Ante ese escenario, el gobierno de Mario Abdo Benítez –quien liderará las conversaciones con su par brasileño según él mismo lo confirmó-, tendrá que conformar un equipo negociador de primer nivel. Los puntos a discutir son muy claros. Y tendrán que serlo también las pretensiones de nuestro país. Una cosa, sin embargo, es el deseo y otra, lo que se puede conseguir.
Cae de maduro que el Paraguay tiene que pelear por un precio de mercado por la energía que se pueda entregar al Brasil estableciendo, además una tasa de indexación por la devaluación del dólar, la posibilidad de que Paraguay pueda vender su parte no utilizada a terceros países, alcanzar una equidad en la administración de Itaipú –hasta ahora su Director General solo puede ser brasileño- y otros aspectos relevantes para los intereses nacionales.
El futuro del país está en juego. No cabe ninguna improvisación ni debilidad a la hora de negociar. Mario Abdo Benítez está ante la opción de rescatar la soberanía energética o repetir la traición del dictador Stroessner.
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