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SUCEDIÓ EN UN PUEBLO
Lentamente avanzaba el cortejo fúnebre. Con las plañideras lloraban algunos familiares. Los amigos comentaban la trágica muerte de Eudosio Resquín; el hombre rico del lugar. Según relatos del pueblo, el crimen ocurrió en la fría madrugada del día anterior; el asesino había preparado una celada, esperándolo entre unos arbustos que el viento helado sacudía. Lo dejó pasar y luego le gritó: ¡"Peleemos como machos"! El hombre intentó desmontar y en ese momento el asesino apuntó el revólver. La certera bala atravesó el cuerpo de Eudosio Resquín, que cayó inerte sobre la tierra bermeja donde había nacido y trabajado toda su vida.
Allí recibió el tiro de gracia.
¿Cuál fue el motivo?. Una mujer que sólo servía para enardecer a los hombres del lugar y por quien disputaban los dos.
Ella, ambiciosa, no era mujerzuela de peones ni carreros. Sabía buscar pareja. Esta vez había puesto sus ojos azabaches en el comerciante rico del pueblo y en un hacendado próspero, pensando quizá que si uno le fallaba le quedaba el otro. Lo que la sensual mujer ignoraba era que había enloquecido de pasión a los dos. Eudosio Resquín, el difunto, le había mandado una esquela a su rival, exigiéndole que la dejara o que se atuviera a las consecuencias.
Al hacendado le había causado risa la amenaza y comentó con sus amigos que la decisión debía tomarla la pretendida dama.
Por un tiempo las cosas siguieron igual, hasta que el capataz de la estancia tuvo un lío con su patrón y juró vengarse. Él era conocedor de la pasión que el hombre sentía por la deseada mujer. Así fue como empezó llevando, día a día, chismes de uno a otro lugar, consiguiendo de esa manera que ambos hombres llegaran al máximo de la rivalidad.
El capataz aseguraba que el temor de que el otro se enterara le hizo actuar rápidamente al hacendado. Sólo a media mañana, el pueblo se informó del crimen. El comisario ordenó al sargento de policía el apresamiento del supuesto criminal. "Lo maté en defensa propia", repetía con una irónica sonrisa. Contrataré a los mejores abogados del país.
Antes de ser encarcelado pidió dos botellas de champaña de su bodega.
La cárcel estaba situada en la calle principal, casi a la salida del pueblo; tenía ventanas enrejadas sobre la calle. A la tarde, el detenido escuchó que el cortejo fúnebre se acercaba. Cuando ya estaba frente a su ventana, destapó las dos botellas de champaña que sonaron como disparos de un arma de fuego. Se escuchó una sonora carcajada entre el tañido doble de las campanas, y luego un grito entrecortado del asesino que decía: "Te gané la delantera, Eudosio Resquín..., te gané”.
Sigue contando la gente del pueblo que durante el tiempo de su condena no admitió su culpa y que siempre, con su sonrisa mordaz, amenazaba a todos los del pueblo. Cada aniversario del hecho se escuchaba el disparo de un corcho de champaña. También agregan las comadres que al capataz lo encontraron colgado de un árbol al día siguiente del entierro.
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Dirección:
Edición al cuidado de
Imprenta ALMIRALL
Asunción - Paraguay
1999 (207 páginas)
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