POESÍAS Y OPINIONES
de HÉRIB CAMPOS CERVERA
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CAPITÁN DE ESTA AURORA
Para Augusto Roa Bastos, voz de
presente en esta hora ciega del mundo.
I
Estoy aquí: sin voz y sin presencia;
limpio de luz y con mis duras anclas
mordiendo las tinieblas de granito
que duermen en la boca de mis túneles.
Busco mi voz más clara, más antigua;
la que usó mi garganta en la primera
mañana de la vida; la que luego
se enamoró del sueño y se deshizo,
tras la fuga perpetua de su vuelo.
Llamo a la voz más mía: la que viene
nadando entre la sangre de los míos;
la que para llegar hasta mis labios
tiene que caminar por las raíces
del árbol y subir por las arterias
del agua ciega que bebió la música,
dormida en la garganta de mis muertos.
Tiempos de flor, que en sábanas de polen
va preparando el tiempo de la fruta:
dame tu voz, de gravidez cumplida,
para cantar el Símbolo que llega.
II
Capitán de esta aurora que no tiene silencios:
aplaudo en ti ese gesto de veterano apuro
con que vas agrietando la tierra de tus días,
y ese denuedo sordo que se te ve en el rostro
cuando labras la piedra dolida de tu canto.
Te encuentro en este claro mediodía cavando
cauces, donde el latido del agua no tenía
ningún trigo guardado para que diera el surco
su pan de voz morena, maduro de presente.
Traes un alba de música distinta en la garganta:
se siente que no quieres llevar la misma luna
que solicita el zumo vegetal de otras voces.
Por eso: porque vienes sin ley de gratitudes
tu verso tiene tanta cargazón de llamados
para el Clavel y el Agua y el Viento que manejas.
Siento cómo te duele la sangre de tu frente
cuando llevas su vértigo de noche, acumulada.
Y aunque pudiera darte la llave del Camino,
me gusta ver que sales intacto de tu fuego
sin usar el descanso del hombro compañero.
En la humillada sombra del tiempo que te lleva
laten breves auroras que tú vas cosechando;
y a medida que suben tus trojes hacia el cielo,
mayor savia te llega por la vena del sueño.
Te veo taciturnamente dado al empeño
de aligerar tu dura jornada navegante:
las manos, en el remo y el Viento, sin reposo,
improvisando rutas para tus aventuras.
Capitán de esta aurora que no tiene silencios;
metal de voz reciente, fundido en herramienta:
desde tu honda campana, servidora del grito,
deja al viento los signos del alba irremediable.
Lección de fe en la vida; tranquilo don humano
de llevar con la gracia de un niño, una esperanza:
lo que ya no podemos hacer con nuestras manos
lo puede tu milagro, Capitán de esta aurora.
Y que no se te nuble tu Rosa de los Rumbos;
que imanten tus senderos un término de luz;
mientras, tu voz de pueblo se desintegre en círculos
que vayan hacia el lento corazón de los hombres,
para aventar la arena de su amarga clausura.
Y que la liberada palabra de los años
te encuentre siempre al pairo del sol más justiciero,
para que no haya herrumbre sobre tu nombre claro:
Capitán de esta aurora que no tiene silencios...
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CERCA DEL OCASO
Silencio. Bien amada: no me contestas nada;
deja que se deslicen estas palabras mías,
como un hilito de agua que camina hacia ti.
Tú no me digas nada: deja que sea yo solo
quien deshoje las páginas de nuestro emocionario,
antes de que se fuguen estas horas -¡las últimas!-
que me quedan aún de juventud.
Cuando me estés oyendo verás que en mis palabras
he puesto lo que tengo: sinceridad, cariño, ternura,
todo lo que me resta aún después de tantos
desgarramientos de corazón …
Verás cómo el crepúsculo de mi callada pena,
se irá cuando se acerquen las albas de tu amor.
Yo no te pido nada: ni una palabra… nada!
Pedirte que me hablaras sería como decirte
que ahuyentaras la pena que me trajo a tu lado.
Permanece en silencio nada más, mientras dejo
que se vaya poco a poco, junto con mis palabras,
esta fiebre de amarte que llevo en mis entrañas.
Yo sé que cuando tú mueras en mi recuerdo
ninguna nueva siembra de amor dará cosechas
en mis eriales porque seré ya tierra exhausta;
el humus que dio savia fecunda en mi cariño,
se irá volviendo arena para otro amor que el tuyo.
Deja que te hable ahora…
Será por la vez última.
Después de las radiantes auroras de tu amor,
caerán sobre mi angustia las noches de tu olvido.
(Cuando tú ya me olvides, me detendré un instante,
en la curva de un camino cualquiera,
y me echaré a soñar para siempre contigo!)
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OPINIONES SOBRE EL AUTOR: ROQUE VALLEJOS, en tanto, en su libro LA LITERATURA PARAGUAYA COMO EXPRESIÓN DE LA REALIDAD NACIONAL (El Lector, 1996), dedica un capítulo al libro CENIZA REDIMIDA, al que califica "casi como testamento literario ya en víspera de su sorpresiva muerte" y a partir del cual reflexiona: "Campos Cervera es el primer estilizador de la realidad dentro de la literatura de vanguardia. Luego de una larga peregrinación por el modernismo, el postmodernismo, llegó Campos Cervera al comienzo de su plenitud. Traía el cuerpo lacerado por las expiaciones de los pecados estéticos anteriores, y un voraz apetito de autenticidad humana desconocido en nuestro medio. Pero pronto comprendió Campos aquel fenómeno anunciado por Ortega en su DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE. El público se divide entre los que comprenden el arte nuevo, y los que no lo comprenden. (...) Campos Cervera abanderado de la poesía social, se parapeta en el drama insoluble del lenguaje poético contemporáneo. El viejo luchador social no podía utilizar en el momento de la batalla su única arma de toda la vida: la poesía. Y entonces recurre a los símbolos toponímicos o folclóricos de nuestra nacionalidad y a los signos universales que corporizan los más caros sentimientos de la humanidad. Así surge UN PUÑADO DE TIERRA con su triple vertiente confundida: la poesía social, la poesía telúrica y la poesía metafísica.
El pueblo, la patria, la posteridad, como un puñado de tierra. Con Campos Cervera aparecen los temas del hachero y del mensú, del revolucionario, del agricultor desheredado. Sin embargo, el pueblo que lo acompañó en las luchas se debió resignar a aceptar su obra por acto de fe, con el alma huérfana de esa poesía que Campos Cervera creyó escribir a la medida de cada corazón paraguayo".
Vallejos hace una admirable síntesis final cuando dice: "En la línea directa de Correa, la obra de Campos Cervera es la primera enunciación blasfema de la belleza, en una intelectualidad alcalina y aséptica, donde el prestigio se hallaba al servicio de los monopolios pseudo culturales". Por su parte, MIGUEL ANGEL FERNÁNDEZ EN LA INTRODUCCIÓN DE POESÍAS COMPLETAS Y OTROS TEXTOS DE HÉRIB CAMPOS CERVERA (Editorial El Lector, 1996), dice: "Acaso un poema como UN PUÑADO DE TIERRA -el primero de CENIZA REDIMIDA pero probablemente uno de los últimos que escribió para ese libro- pueda ser considerado como una síntesis de entrañables universos significativos de su poesía. Allí están expresados, en efecto, el hombre agonista y el desterrado solidario con el pueblo largamente oprimido de la patria, el paisaje desolado de una tierra ensangrentada por enfrentamientos fratricidas incitados por intereses extraños a la colectividad, así como los laberintos incandescentes de un espíritu en perpetua vigilia, radical y definitivamente opuesto a la injusticia y el despotismo".
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Fuente:
25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA
Compilación y selección:
SUSY DELGADO
Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay,
2005 (389 páginas)