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AUGUSTO CASOLA (+)

  CÁMARA DE APRENDIZ - LA MASONERÍA ESOTÉRICA, 2011 - AUGUSTO CASOLA, 33


CÁMARA DE APRENDIZ - LA MASONERÍA ESOTÉRICA, 2011 - AUGUSTO CASOLA, 33

CÁMARA DE APRENDIZ

LA MASONERÍA ESOTÉRICA

AUGUSTO CASOLA, 33

Ilustración de tapa: Melancolía I,

Grabado de ALBRECHT DURERO

Diseño: CECILIA RIVAROLA

Contacto: Augusto.Casola@gmail.com

Editorial Arandurã

Telefax: 595 21 214295

e-mail: arandura@hotmail.com

www.arandura.pyglobal.com

Asunción – Paraguay

2011 (148 páginas)

 

ÍNDICE

PALABRAS PRELIMINARES

1

EL QUE LLAMA A LA PUERTA

EL CUARTO DE REFLEXIÓN

CIEGO Y DESNUDO

LOS 3 VIAJES

LAS DOS COLUMNAS

EL MANDIL

LAS APARIENCIAS Y LO QUE OCULTAN

EL TIEMPO Y LA RESPONSABILIDAD

PASOS PERDIDOS

INGRESO A LA LOGIA

LA UBICACIÓN DE LOS MIEMBROS DEL TALLER

APERTURA DE LOS TRABAJOS

ENCENDIDO DE LAS CANDELAS

A LA ORDEN DE APRENDIZ

LA CIRCULACIÓN DE LOS SACOS

LA PALABRA EN BIEN GENERAL DE LA ORDEN Y EN PARTICULAR DEL TALLER

2

LA ORDEN Y LA OBEDIENCIA

LA INSTRUCCIÓN EN GRADO DE APRENDIZ

EL SECRETO MASÓNICO

LA JUSTICIA MASÓNICA

PODER MASÓNICO Y PODER PROFANO

CREER, SABER

LA REGULARIDAD MASÓNICA

LA INTERPRETACIÓN DE LO ESOTÉRICO DESDE DIFERENTES PUNTOS DE VISTA

3

LA MEMORIA DE LA HISTORIA

ALGUNOS DATOS DE INTERÉS GENERAL

PARA EL APRENDIZ

LA MASONERÍA Y SU ENTORNO, HOY

BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

PALABRAS PRELIMINARES

Los aprendices son el metal más valioso que posee la Orden y, al mismo tiempo, los más descuidados, porque en lugar de aprovechar ese estado de inocencia en que se encuentran, de la que es parte la desorientación natural propia del que comienza a participar de un grupo de gen­tes donde la mayoría le son desconocidas, los MM:. suelen hacer alarde de falta de compostura y hasta de falta de consideración, ya no en lo que se refiere a la masonería, sino en todo orden de cosas, actuando como si el aprendiz, por serlo, es un ser inferior, un soldado a disposición, en especial si es joven, porque tienen buen cuidado en actuar de otra manera con los ricos y poderosos que ingresan a la Orden.

Al acceder los profanos a la Institución, no están cons­cientes de que existen desacuerdos internos, enfrenta­mientos más o menos encubiertos que se les evidencian a los aprendices con el transcurso del tiempo, cuando ya se integran más a su logia en particular y a la institución en general. Y los motivos de desentendimiento, eso los des­cubren enseguida, se refieren a temas profanos, que nada tienen que ver con la masonería.

Si la Gran Logia es un cuerpo administrativo, el Gran Maestro que lo preside no es más importante que un aprendiz cualquiera, con sus ideas y su opinión y más igual aún a cualquier maestro, más o menos instruido, más o menos estudioso, que por ser un hombre libre, tiene derecho a opinar en público o en privado. ¿Con qué de­recho, pregunto, se le pueden poner límites o negarles la oportunidad de expresar sus opiniones, solamente porque el cuerpo administrativo considera que no puede hacerlo sin una autorización especial?.

Ningún cuerpo administrativo posee la autoridad de obligar, ni a los HH:. ni a las logias, a cumplir disposicio­nes arbitrarias, innovaciones caprichosas que no agregan ni quitan nada -ni pueden hacerlo- a la riqueza del simbo­lismo, son ornamentos estériles, que pueden impactar un poco por su novedad, pero no pasan de allí.

Nuestra Orden cayó hace tiempo en el error de mu­chos Orientes de perderse en nimiedades, habiendo tantas cuestiones de fondo que tratar.

El Ritual de cada grado contiene una gran riqueza oculta en sus formas y ofrece a los HH:. la posibilidad de, a través de ellos, alcanzar un mayor nivel de autorrealiza­ción, ya que este es el objetivo final de la masonería. No es el mero acceso al templo y al cumplimiento más o menos ajustado de los pasos del ballet que impone su liturgia. El Ritual es vivencia masónica, es docencia masónica, es po­sibilidad de sabiduría entregada en forma tal que no pue­de ser interpretada y utilizada sino por quienes se encuen­tran a cubierto interior y exteriormente de la indiscreción de los profanos.

Asistimos a un derrumbe de valores éticos y permane­cemos como si nada ocurriera a nuestro alrededor. Somos testigos de la desvergüenza generalizada, somos respon­sables de estafa moral -como es el sistema educativo vi­gente-, hacia una juventud de la cual nos decimos respon­sables, somos artífices de la palinodia lucrativa y la más descarada hipocresía se destaca en todo el accionar de la vida diaria. Ante ello me pregunto: nuestra Institución, la Masonería, que debería caracterizarse por ser un faro en medio de la tempestad desatada a su alrededor: ¿Cum­ple un papel relevante para orientar y guiar a quienes se hallan perdidos y confusos? ¿Se preocupa por formar, a través de sus miembros, los hombres adecuados que en la vida profana se desempeñan en los más diversos menes­teres? ¿Procura la masonería tomar el estandarte que le corresponde para avanzar con valentía hacia la luz?.

Porque esa sí es una obligación que le compete a la ma­sonería; a ello habría de obligar con el austero rigor de su fuerza, imponiendo a los HH:. la toma de conciencia para afrontar, cada uno de ellos, su responsabilidad de ser me­jores, porque fueron admitidos a acceder a nuestros Au­gustos Misterios.

Lo único a que puede obligar la masonería a sus miem­bros, es a rendir cuenta de sus actos, justificar sus yerros, demostrar que la putrefacción es sólo aparente y que tras de ella sigue brillando la luz.

Quiero señalar, QQ:.HH:., que las reflexiones que si­guen surgieron espontáneamente del contraste que en­cuentro entre las cosas de nuestra realidad cotidiana y nuestro deber masónico. Seamos coherentes entre nuestro pensar y accionar, no sea que al final nos acusen de jugar a lo solemne, cuando ni siquiera somos capaces de entender lo que estamos haciendo y nos tachen de hipócritas.

 

S:.F:.U:.

 

 

 

LA PALABRA EN BIEN GENERAL DE LA ORDEN Y EN PARTICULAR DEL TALLER

 

En este punto, la palabra es concedida para que tanto los miembros del taller como los visitantes, tengan opor­tunidad de emitir opiniones, hacer comentarios breves y en general, felicitar al VM:. y a la logia por el buen trabajo desempeñado en la ocasión. Una vez que reina silencio en ambas columnas, la palabra pasa al Oriente, donde por lo general son los VV:.MM:. visitantes quienes se encargan de presentar sus respetos. Concluido el uso de la palabra por parte de los VV:.MM:., el Gran Comendador se dirige a los presentes en nombre y representación del Supremo Consejo y después de él hacen uso de la palabra el Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica y por último el V:.M:., agradece la presencia de quienes participaron de la tenida magna.

Enseguida el VM:. pide que se forme la bóveda de acero para que se retiren el Gran Comendador y el Gran Maestro quienes lo hacen en este orden, acompañados por el redoble de los malletes batientes. Saludan y salen a Pasos Perdidos por la puerta que les abre el M:. de C:., concluido lo cual, ya no caben otras palabras por lo que el VM:. pregunta si los obreros están contentos y satisfechos y tras recibir respuesta positiva, solicita la opinión del H:. Orador quien debe pronunciar solamente las palabras ri­tuales de rigor, tras las cuales, el VM:. procede al cierre de los trabajos.

 

 

LA ORDEN Y LA OBEDIENCIA

 

Se suele escuchar decir a MM:. con muchos años de experiencia: Esta es una Orden, en consecuencia, están los que ordenan y están los que obedecen y pese a que es una sandez o lo dicen de buena fe, para salvar algunos escollos que pudieran presentarse en las decisiones que deben to­mar o lo dicen con el objeto de dejar sentada su autoridad, por el grado que ostentan, por su antigüedad dentro de la Orden o, simplemente, porque desconocen lo que signifi­can la Orden masónica o el sentido de la obediencia que se maneja dentro de ella y creen que las jerarquías sim­bólicas establecidas por los grados o por los cargos que circunstancialmente ocupan los HH:., imponen autoridad y obligan al respeto de quienes se encuentran en grados inferiores. No es así y por eso es bueno tenerlo presente, analizar y discutir desde que el aprendiz entra a formar parte del cuerpo de la logia -de cualquier logia, de cual­quier Oriente-, ahora que en nuestro país y en el mundo, la masonería está atravesando un periodo de oscuridad a causa del caos creado por circunstancias siempre extrañas a la esencia masónica.

La Orden abarca el conjunto de actividades exotéricas y esotéricas que corresponde al proceso iniciado cuando el neófito abre los ojos a la luz y continúa a lo largo del trayecto que habrá de recorrer en su carrera masónica. La Orden señala, por medio de los grados y las vivencias per­sonales, el conjunto de circunstancias que participan en el buen resultado de la aplicación de los rituales en cualquier etapa y en cualquier grupo donde se reúnen a trabajar al menos tres MM:., para constituir la Logia, lo que significa, levantar un triángulo que con el tiempo se convertirá en las columnas de un nuevo templo. Es una pena, sin em­bargo, que con frecuencia las nuevas columnas se levan­tan a causa de desentendimientos dentro del seno de la Logia Madre, cuando un grupo de HH:. considera que ya no quieren trabajar allí porque no se sienten contentos con los trabajos y consideran que los resultados obtenidos ya no son jj:. y pp:.

Las grandes crisis de logias o institucionales, se ori­ginan siempre a causa de HH:. que al no comprender el sentido de la masonería, se consideran abanderados de la verdad -la suya- y buscan la manera de imponerla con el recurso de las estratagemas frecuentes en la actividad de la vida profana: conciliábulos, promesas, halagos, grados, recursos bajos y deshonrosos para los masones, porque ellos son los mismos que se ven lodos los días en el accio­nar de quienes conforman las columnas de una sociedad corrupta y despersonalizada como es la que nos toca vivir.

No somos tan ingenuos para considerar que es una cuestión de hoy; es de siempre ese enfrentamiento de opi­niones que, al no ser bien encauzadas y mal manejadas,

conducen a que se introduzcan en los templos las peores lacras que consumen a la humanidad y la conducen a una deshumanización tal, que pareciera que los actores ya no pertenecen a esta especie humana sino a otra, híbrida, llena de odio y orgullo, incapaz de tan sólo escuchar el clamor de sus víctimas. Es una pena que muchos de ellos se encuentren dentro de la institución masónica y como esos métodos, aplicados en el mundo profano, les dieron buenos resultados, no dudan en introducirlos dentro de la Orden donde crean seguidores -interesados o ingenuos, pero siempre dañinos-, que los apoyan y sostienen difun­diendo una propaganda política que no tiene nada que ver con los objetivos de la Orden, muy similar a esa época oscura en que triunfaron en el mundo los permanentes ene­migos de la masonería.

La lucha debe ser frontal contra estos mentirosos, due­ños a veces de rica elocuencia que, si se escucha con aten­ción y tras el deslumbramiento inicial causado por sus pa­labras, se percibe que no pasan de ser repetición constante de lo mismo. Estos elocuentes retóricos manejan un esque­ma que no sale de las profundidades del anhelo siempre despierto en los corazones nobles sino del mero cálculo interesado, de la ambición, del afán de figuración que no pudieron conseguir en el mundo profano y que se les fa­cilita dentro de la Orden, donde logran engañar a muchos buenos HH:. gracias a sus dotes oratorias, a su mentiro­sa elocuencia, a su desmedida ambición y, en resumen, a su ignorancia de lo que es la masonería, a la que utilizan como arma para justificar sus desatinos.

Con mucho acierto manifiesta Cox Learche (34): Nuestra Orden, con sus preceptos, se halla nave­gando en un mar fuertemente agitado por la Fal­sedad, la Ignorancia y la Ambición, las cuales se manifiestan bajo el viso más común de superficialidades, prejuicios y personalismos respectivamente. Referente a la superficialidad: El predominio que se suele dar en la Francmasonería a las cosas su­perficiales está contribuyendo al caos y al conflicto que la aqueja. [...] Las barreras artificiales levanta­das por masones, la lucha sobre detalles y procedi­mientos que no son esenciales, las disputas renco­rosas sobre cosas de poca importancia, perjudican enormemente las relaciones fraternales que deben reinar entre diversas Potencias Masónicas. [...] Una masonería que llena una necesidad universal, cuyas características son la impersonalidad, la tolerancia, la unidad grupal, y que pone énfasis en lo esencial, pasa por alto los detalles controversiales. Referente al prejuicio: Al prejuzgar las cosas las ve­mos, muchas veces, como deseamos que sean en vez de cómo son en realidad. [...] El objetivo ma­sónico de iluminación interior nos lleva a sostener que es preferible tener conceptos equivocados a no tener ninguno.

Referente al personalismo: El personalismo es uno de los peores enemigos de la masonería y de su unidad. [...] Cualquier Potencia Masónica que se constituya en autoridad sobre asuntos de la Orden, y pretenda ejercer un monopolio sobre los mismos o una tiranía personal que este en contra de la liber­tad sagrada del espíritu, provoca, inevitablemente, las disensiones, las distorsiones, el caos y la desunión que precisamente pretende evitar.

El aprendiz debe ser capaz de distinguir a aquellos que solamente pretenden asentar su dominio sobre la multi­tud estupefacta de quienes son incapaces de elaborar sus propias conclusiones y se dejan engañar por la habilidad mezquina, respaldada casi siempre por una u otra de las llamadas potencias masónicas que los secundan y apoyan, en lugar de. adoptar la posición firme que corresponde cuando se debe enfrentar a tales HH:.

Entre las promesas a las que el neófito desaprensiva­mente responde sí, está la que dice: ¿Os comprometéis a separaros, franca y lealmente de nuestra Orden, antes que dañarla o ser en ella un H:. anárquico, un H:. hipócrita, indigno o inútil?

Este es uno de los compromisos adquiridos que empe­ñan la palabra que el neófito expresa durante la ceremo­nia de iniciación y uno de los más violados a lo largo del

tiempo de su desempeño como masón, porque en lugar de seguir las líneas marcadas por la prudencia y la humil­dad que se pregonan a boca llena, se engolosinan con el supuesto poder que les da la masonería y creen que sus argucias o las argucias de quien admiran, les dan la fuerza necesaria para imponerse a esa colectividad, por lo gene­ral apacible, que es la fraternidad.

La Orden es una estructura lógica donde deben mane­jarse con solvencia y autoridad los criterios que se ajusten a lo que cada uno de esos hombres inteligentes, libres y de buenas costumbres, consideran justo, aun cuando para ello deban enfrentarse a la furia de la masa ciega, fanatiza­da y necia, que suele responder a los intereses de un líder ambicioso y mezquino.

La función de la Orden es organizar los trabajos dentro de un ordenamiento capaz de uniformizar en lo posible las liturgias, de manera a que éstas sean la misma o muy similares en cualquier punto del mundo, donde el HH:. sienta circunstancialmente la necesidad de satisfacer su necesidad de compartir la fraternidad y sentir el calor que proviene de la calma que respira un templo masónico ele­vado, para proseguir la perpetua búsqueda de la Verdad y que permiten alcanzar porciones de ella, verdades míni­mas y relativas pero muy útiles, porque permiten dar en un momento dado la segunda letra de la P:. S:. del apren­diz, siempre deletreada, nunca pronunciada en conjunto, porque, ¿qué razón tiene emitir un sonido si se descono­cen su sentido o su alcance?

Los MM:. son guía, orientación, sustento en la me­dida que el aprendiz necesita de ellos para progresar en el camino de la iniciación. No tienen más autoridad que aquella reconocida por sus pares y por los aprendices y compañeros a su cargo; no tienen más derechos que otros, al contrario, la iniciación, cuanto más real y menos simbólica, reduce los derechos e incrementa las obligaciones y el MM:., por serlo, es el más comprometido en cumplir sus obligaciones, no en insistir en sus derechos.

Tanto más avanzado esté el MM:. en su proceso ini­ciático real, tanto más se dará cuenta que casi no tiene de­rechos y en cambio, se acrecientan obligaciones cada vez más difíciles de satisfacer.

No les ha de ser extraño a muchos aprendices el sen­tirse tratados como sirvientes por parte de algunos MM:., quienes creen que por serlo -siempre de manera simbóli­ca, siempre por el transcurso del tiempo, siempre por las prebendas adjudicadas-, pueden distraer a los HH;. de sus tareas cotidianas para hacerles cumplir misiones parti­culares, profanas, a las que no- tienen derecho exigir y que constituyen un abuso de autoridad ante el aprendiz que, ignorante de las circunstancias propias de la institución, deseoso de causar buena impresión y acostumbrado a las jerarquías del inundo profano, se creen en la obligación de satisfacerlos.

Cuando el pedido no tiene nada que ver con la institu­ción y es evidentemente un alarde de autoridad mal em­pleada, el aprendiz tiene que negarse de plano a satisfacer la exigencia absurda de muchos MM:., quienes se cuidan muy bien de exigir estos supuestos derechos por parte de aquellos que en la vida profana ostentan cargos y res­ponsabilidades que les resultan impresionantes. ¿Temor a los castigos? En la siguiente reunión de logia el aprendiz puede plantear el problema a 2° V:., que es el instructor de la Columna y éste se encuentra obligado a exponer lo acontecido, si no en logia, al menos ante el V:.M:., quien a su criterio, puede y debe al menos amonestar al maes­tro equivocado, así sea en forma general, porque son muy pocos los V:.M:. que se van a atrever a enfrentar las conse­cuencias del cumplimiento de su deber, para dar satisfac­ción a los justos reclamos del aprendiz, como debería ser. Eso no es anarquía, más bien enfila hacia el hecho de ser un H:. hipócrita, indigno o inútil. ¿Temor a no avan­zar en la carrera masónica? Es cuestión de preguntarse a qué avance nos estamos refiriendo: ¿Ser mejores masones o ser, dentro de unos años, tan malos MM:. como los que hoy nos obligan a una humillación basada en su ignoran­cia? Dice Aldo Lavagnini en su Manual de Aprendiz (15) que "la autoridad de los Maestros es, simplemente Guía, Luz y Sostén para el Aprendiz, mientras no aprenda a ca­minar por sí mismo, pero su progreso será siempre pro­porcionado a sus propios esfuerzos".

Porque hay algo que el aprendiz debe tener presen­te y es mantener una posición equidistante acerca de las opiniones y afirmaciones que de continuo lo bombardean, tanto dentro del ámbito masónico como fuera de él, para llegar a ser un verdadero MM:., capaz de distinguir, no solamente entre lo bueno y lo malo, .sino entre 1o bueno y lo mejor. Es M:. aquella persona capaz de discernir las similitudes y diferencias dentro de las variadas escalas armónicas que conforman el conjunto de una realidad en constante cambio, una verdad relativa acomodada a los intereses y las conveniencias, una moral que justifica cuando le conviene justificar y condenar en caso contrario.

Se debe obediencia a los dictados de la conciencia y se confía en los MM:. que, por su manera de ser, por su ac­tuación en logia y en el mundo profano, merecen el califi­cativo de tales, pero eso está librado al juicio de los HH:.A veces el MM:.,a causa de su actuación encuadrarla y cohe­rente, puede verse destruido, desplazado, olvidado, repu­diado y hasta expulsado tas el rompimiento de la cadena de unión, pero, ¿qué importancia tiene eso si quienes lo juzgan y lo exilian carecen de la más mínima fuerza moral para hacerlo? Al que lucha por lo que considera justo, al que mantiene la deriva del barco de su conciencia, es muy poco lo que pueden afectar las grandilocuentes manifesta­ciones de quienes están disfrazados de masones, sin serlo. El sentido de la masonería no se fundamenta en esquemas profanos, sino en la profunda convicción aprobada por el silencioso juez incorruptible que habita en cada uno de nosotros y dicta la sentencia, inapelable en otras instan­cias, de lo que está bien o real y sus motivos son jj:. y pp:. El resto es profanidad.

Manifiesta Krishnamurti (15):

El Ocultismo no tiene compromiso ente lo justo y lo injusto; debéis dejar lo injusto, sin importaros lo que el ignorante piense o diga. [...] Debéis distin­guir lo importante de lo secundario. Firmes como una roca cuando de lo justo y de lo injusto se trate, dad siempre la razón a los demás en cosas de poca importancia. Porque debéis ser siempre amables y cariñosos, razonables y condescendientes; habéis de conceder siempre a los demás la misma libertad que necesitáis para vosotros mismos.

 

 

LA INSTRUCCIÓN EN GRADO DE APRENDIZ

 

En su Discurso del método, Descartes (26) destaca cua­tro preceptos que deben observarse para alcanzar el cono­cimiento, y pareciera ser lo más recomendable para cualquiera que desee confirmar la certeza de sus percepciones, sin dejarse llevar por influencias extrañas o prejuicios que los desviarían del camino correcto induciéndoles al error. Los transcribo:
El primero consistía en no admitir jamás cosa al­guna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era; evitar con sumo cuidado la precipitación y la prevención, y no admitir en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no tuviese moti­vo alguno para ponerlo en duda.

El segundo, en dividir cada una de las dificultades a examinar en tantas partes como fuera posible y necesario para su mejor solución.

El tercero, en conducir con orden mis pensamien­tos, empleando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco, gra­dualmente, hasta el conocimiento de los más com­plejos, y suponiendo incluso un orden entre aque­llos que no se preceden naturalmente unos a otros. Y el último, en hacer en todo, enumeraciones tan completas y revisiones tan amplias, que llegase a estar seguro de no haber omitido nada.

Existen muchos tipos de aprendices y sus niveles cul­turales, su educación, sus convicciones difieren sustancial­mente de unos a otros. Lo único que tienen en común, es el haber sentido ese llamado misterioso que, aún en el caso de aquellos cuyo principal interés es el de profesar en el mundo profano, por algún designio misterioso, se encuen­tran en la institución como HH:., lo que los transforma en miembros de la logia, tras el juramento y la consagración dada por el VM:. cuando dice: HH:. 1°. y 2°. VV:. y demás HH:. que decoráis las CCol:. de este Templo: desde hoy reconoceréis como ap: masón, miembro activo de esta Auge:. y Resp:. Logia......., al H:......, que se halla entre co­lumnas y, en tal concepto, debéis prestarle toda vuestra cooperación y ayuda que, como H:.„le debéis.

Basta considerar con un mínimo de atención estas pa­labras, para llegar a la misma conclusión que se destacó más arriba. Es obligación de los miembros de la logia pres­tar al nuevo iniciado toda la "cooperación y ayuda que, como H:., le debéis", a él, al iniciado.

Es bueno señalar en este punto que el encargado de dar las primeras instrucciones compete al 2º V:., cuya respon­sabilidad es, sin duda, muy grande de él depende que los aprendices a su cargo sientan la inquietud imprescindible para adentrarse en el sendero de la masonería. A veces, los cargos a ser ocupados por las luces se distribuyen arbitra­riamente y si el puesto de 2° V:. no está ocupado por algún M:. idóneo, es posible que se pierda un tiempo precioso y se desperdicie la oportunidad a la que tienen derecho los aprendices, de aprender.

Como en todo quehacer humano, juega mucho quien está a cargo de la Cámara de Aprendiz, para que el resul­tado de ella sirva de base para el avance hacia los grados siguientes. En estos días en que la tecnología facilita tanto la captación de conocimientos y la posibilidad de accederá ellos, resulta hasta incongruente, si se quiere, que cada vez las personas desconozcan más cosas. Da la impresión de que al disponer de una riqueza tan amplia como la con­tenida en las redes de Internet, pierde valor el hecho de buscarlas, al saber que allí están, al alcance de la mano y los HH:., lo mismo que esos jovencitos estudiantes, para realizar sus tareas, se limitan a copiar, sin el menor análi­sis crítico, lo que aparece en la pantalla de la computadora.

Una ventaja de convertirse en 2° V:., es que al M:. que le toca en suerte desempeñar el cargo, se le ofrece la po­sibilidad de volver a revisar su manual con los ojos de al menos tres o cuatro años de participación en los trabajos de la logia. Ya no es un neófito deslumbrado por el brillo de las ceremonias, ya no es un ingenuo que pueda ser fá­cilmente manejado por los intereses que se suelen desper­tar en el seno de las logias, ya conoce a sus HH:.  y sabe, hasta cierto punto, quién y cómo es cada uno de ellos.

El que enseña obtiene tanto o mayor beneficio de aprendizaje que el que aprende, dice un viejo aforismo. Porque releer el manual de aprendiz desde la óptica del M:. es diferente a hacerlo a como se leyó siendo aprendiz. Se encuentra nuevo sentido a las palabras, a las figuras utilizadas, a las metáforas, a las reiteraciones que por lo cotidiano hasta se desgastan un poco en el trajín de los trabajos de logia, en ese ir y venir que es la colmena donde los obreros ejercen su capacidad de dar forma a su piedra bruta para ubicarla en el sitio preciso del templo en cons­trucción.

Es siempre recomendable que el aprendiz guarde si­lencio durante el desarrollo de las tenidas, porque cual­quiera sea su nivel intelectual en el mundo profano, está encarando las primeras letras de un nuevo conocimiento y el destacarse por una buena oratoria no siempre es con­veniente, aún cuando les sea solicitado realizar conferencias relativas a su especialidad, lo que debe excluirse del proceso de evolución del aprendiz, pues solamente sirve para estimular su vanidad, alimentada por MM:. que pre­tenden conseguir algo de él.

La masonería no abre sus puertas para permitir el lucimiento de los conocimientos profanos que cada uno posee, sino para adquirir otros nuevos, guardados en su filosofía y su simbolismo. Al cometer el error señalado, se le perjudica al aprendiz al concederle una importancia que no tiene y se le hace pensar que, por ser quien es en la vida profana, sigue ejerciendo su ascendiente en el mundo externo, sobre los componentes de la logia. En segundo lu­gar, el aprendiz pierde la oportunidad que le va a ser muy útil, de comprender que su presencia en el taller lo mueve a aprender las enseñanzas que lo impulsaron a llamar a la puerta del templo.

 

 

PODER MASÓNICO Y PODER PROFANO

 

De ahí que el poder masónico, tan objetado por los profanos, no sea el poder de manejar los hilos de la política mundial. Ese poder está arbitrado por hombres que pueden ser o no masones. El secretismo propio de las lo­gias, cuando es usado para obtener otra cosa que no sea mayor capacidad de reflexión y comprensión, es una for­ma descarada de prostituir la Aug:. Inst:. que nos cobija.

Cuando el secreto se maneja en los talleres para la im­plementación del poder profano, ya no es más un secre­to iniciático y los talleres dejan de cumplir su cometido para volverse refugio de personas cuyo interés no está en el progreso de ellos mismos sino en otras causas, nobles o indignas, ajenas de la esencia de la Orden. Lástima que son muchos los HH:. que creen, hasta de buena fe, que entrar a la orden masónica les va a dar la oportunidad de escalar en la escala social, económica o política, sin darse cuenta que esos afanes no le competen a la masonería. Es bueno abrir los ojos y decidir, motu proprio, cuál es el fin que se busca.

No se pretende que el masón sea un hombre inma­culado, lo que importa es que sea un hombre coherente consigo mismo y con su accionar en todos los ámbitos de la vida y tenga presente que el poder está dentro de él, porque en él está la fuerza, como enseña la p:. S:. del grado de aprendiz.

No dudo que en muchos labios habrá aparecido una sonrisa displicente, porque en estos días, ¿a quién puede interesar formar parte de una sociedad donde se intente cultivar la virtud y buscar la verdad? Lo que interesa y vale hoy es el poder que ocultan los símbolos y son capaces de conceder, como se atribuye a los antiguos alquimistas, la posibilidad de convertir el plomo en oro por medio de la llamada "piedra filosofal”, que al mismo tiempo sería pa­nacea de todos los males. Esos mitos consiguen numeroso público y las obras que los desenvuelven suelen alcanzar niveles de venta extraordinarios, lo que, en cierta forma, es una alquimia, al menos para quien corresponden los derechos autorales.

El poder masónico va mucho más allá del poder que se pudiera conseguir en el mundo profano y es, simplemen­te, el que cada uno es capaz de ejercer sobre sus tenden­cias, impulsos y debilidades. Ningún poder es comparable al que alcanza el hombre capaz de ejercer dominio sobre sí mismo, porque en él está la fuerza para conseguir su objetivo o para aniquilarlo.

El poder masónico no es, pues, aquel del que lo acusan a veces. Ese poder es esencialmente profano. Si hay que torcer las leyes, si hay que inclinar la balanza de la justicia, si hay que cometer una injusticia para lograr un fin, no im­porta que estos hechos los cometan los masones -porque no son masones-, sino reitero, son profanos disfrazados, maleantes cuya ambición, como siempre ocurre, castiga sin piedad a esa institución que, como madre, les dio la luz. Son hijos desnaturalizados.

Con un poco de práctica, no es difícil percatarse de dónde está el poder y de qué clase es. Cualquiera lo puede descubrir con el simple recurso de tener los ojos abiertos para ver, los oídos alertas para escuchar y la inteligencia despierta para evaluar. Tanto en la vida masónica como profana, es suficiente observar con objetividad el accionar de las personas para penetrar en lo profundo de su ser y saber cuáles son realmente sus intenciones, sus argucias, sus fortalezas y sus debilidades. El trabajo en logia, con su manera particular de conceder la palabra, ayuda a la disciplina de la concentración y, sin duda, quien es capaz de conocer e interpretar el corazón de las personas, tiene un gran ascendiente sobre ellas y puede hacer uso de ese poder, ya sea para bien o para mal, porque cada uno de nosotros es un pavimento de baldosas blancas y negras. Nadie se libra de ello.

 

 

LA MEMORIA DE LA HISTORIA

 

¿Cómo se debería encarar al presente el tema de la fra­ternidad, siendo que ella casi ha desaparecido del concep­to que manejan los masones? En su lugar, conforman gru­pos excluyentes, que comienzan con los llamados Orientes amigos, lo que da a lugar a pensar que existen otros, que son enemigos y acaban en el microcosmos de camarillas cuyo interés por pertenecer a la Institución es meramente económico, político o social. Teniendo en cuenta las consi­deraciones analíticas hechas a lo largo de este trabajo, da la impresión que estos grupos son cualquier cosa menos masónicos.

Cuando en algunas logias parece que las cosas van bien y las aguas están tranquilas como para empezar a trabajar en los temas que competen a los constructores de templos, surgen de la nada voces estridentes que distraen a los HH:. desus quehaceres y los mueven a tomar parti­do.

Y esto ocurre con mayor frecuencia desde que se de­rrumbó todo el edificio masónico paraguayo que fue ga­nando fuerza y vigor a lo largo de la década del 80, sa­turada de conflictos entre las dos PP:. Masónicas y sin embargo, aunque parezca un sinsentido, era el lugar don­de los obreros trabajaban con entusiasmo en los grados capitulares y era el resultado del esfuerzo de cada uno, conseguir dar un paso más en el camino ascendente de la Orden; todo acabó con el cisma de 1996, que mostró lo más oscuro que guardan los HH:. en su interior, pese a las palabras grandilocuentes que acostumbran usar en sus exposiciones: fraternidad, libre pensamiento, tolerancia, discernimiento, etcétera, etcétera.

Entraron en juego, entonces, tres aspectos humanos: los de un grupo de HH:. que formaron un círculo incapaz de discernir -obnubilados, seguramente, por quienes ostentaban el poder masónico en esos días-, que ni siquie­ra hoy pueden aceptar que la explosión de entonces, que pudo haber sido evitada, se llevó a cabo por un numeroso grupo de HH:. del grado 33, que forman el segundo gru­po y al final se retiraron del Supremo Consejo diecinueve: GG:.II:.GG:., conforme consta en el documento titulado "Declaración del Supremo Consejo del Grado 33° de la Re­pública del Paraguay", fechado 30 de abril de 1996 (e:.v:.), para organizar otro nuevo cuerpo masónico que también tuvo problemas internos posteriores.

El Supremo Consejo de -1996 no quiso simplemente atender razones y analizar, como correspondería, el pro­blema de conducta de un H:., que entonces ostentaba el más alto grado del simbolismo, quien fue respaldado por otros Gr::. Insp:. de la Or:.,que le dieron su apoyo incon­dicional, sosteniendo que. todas las acusaciones contra él eran meros chismes, pese a que las evidencias estaban a la vista, contenidos en el material distribuido por el S:.C:., con el nombre de "Mensaje a los HH:. del Escocismo y del Simbolismo de la Masonería Paraguaya", que se abre con la Carta Abierta del S:.G:.I:. y ex Gran Maestre de la Orden, H:. Darío Latourreite; y por último están los que adoptan­do una posición cómoda, se quedaron en el medio, sin to­mar partido por ninguno de los grupos, en espera, tal vez, de ver en qué concluía todo, para entonces, decidirse por uno u otro de los HH:. enfrentados.

Es una interesante historia que contar -y tal vez algu­na ver lo haga-, porque pone de manifiesto muchos de los conceptos manejados más arriba y la manera de ser de algunos de los miembros que todavía se encuentran en los diferentes Orientes en que se atomizó la masonería para­guaya a partir de entonces.

Considero útil, por otro lado, que los nuevos aprendi­ces sepan cuáles fueron los antecedentes de este mundo desordenado, caótico sí que quiere, en que se desenvuelve la masonería actual, porque al fin de cuentas, la historia es historia y no puede ser cambiada. Las interpretaciones se­rán variadas, pero los documentos existentes, son únicos.

 

 

ALGUNOS DATOS DE INTERÉS GENERAL PARA EL APRENDIZ

 

No sé si conocen estos datos que siguen, de cualquier manera, considero que siempre es bueno recordarlos. Al­gunas consideraciones son mías, otras ya no recuerdo de dónde las saqué y por último, están los datos que provie­nen concretamente de unos viejos rituales de 1918, que no veo por qué habrían de perder vigencia, puesto que la an­tigüedad es algo que nos da prestigio a los masones.

 

1. JOYAS MÓVILES O COLLARINES DE DIGNATARIOS Y OFICIALES DE LA LOGIA CON SU SIMBOLISMO CORRESPONDIENTE

 

Cada una de las joyas que usan los dignatarios y ofi­ciales, tienen un sentido simbólico que las identifica. Ellos son:

V:.M:. Una escuadra: simboliza que el V:.M:. es quien, por su elevada conducta y por su cer­tero concepto de las cosas, debe ser ejemplo para los demás. La escuadra simboliza también la ecuanimidad y tolerancia con que se debe regir a los HH:.

Past V:.M:.La misma joya completada con la demostra­ción del teorema de Pitágoras: Ella significa constructor de templos.

1ºr, V:.  Un nivel: simboliza la igualdad de todos los seres.

2° V:.  Una plomada: simboliza la rectitud.

Or:.   Un libro abierto: simboliza al Libro de la Ley, que debe normar nuestras acciones porque contiene la P:. S:. Siendo el Or:. el Fiscal de la Logia, personifica la Ley, el Orden y la Justi­cia.

Sec:.  Dos plumas de ave, cruzadas: simbolizan el trabajo del Sec:., listas al servicio interno y externo de la Logia. Son dos, porque si con una de ellas se equivoca, con la otra deberá enmendar su error.

Tes:.  Dos llaves cruzadas: con una de las cuales guarda los tesoros de la Logia y con la otra su reputación, denotando doble seguridad en su relación con el tesoro.

M:. de C:.   Dos varas cruzadas: simbolizan el orden y la decencia con que el M:. de C:. debe dirigir to­das las ceremonias ritualísticas.

1ºr. D:.       Un mazo: simboliza la fuerza de la conciencia.

2° D:.         Una trulla o llana: simboliza el amor frater­nal que todo lo suaviza en las relaciones entre masones.

1ºr. Exp:.    Un mazo: simboliza su experiencia.

2º Exp:.      Una regla de 24 pulgadas: le sirve para medir la capacidad de los participantes de los traba­jos.

Hosp:.        Una mano abierta o un triángulo dorado con una moneda inscripta: su meta es la genero­sidad.

G:.T:.I:.      Dos espadas cruzadas: simbolizan fortaleza y prudencia.

G:.T:.E:.     Una espada desnuda: simboliza vigilancia in­fatigable para poner a los HH:. a cubierto de cualquier indiscreción.

 

2.      LA ENTREGA DE LAS FLORES

 

En la ceremonia de iniciación, el V:.M:. acostumbra a solicitar de alguno de los HH:. distinguidos, ayuda para entregar las flores al o los neófitos, creándose a veces si­tuaciones incómodas para quienes participan de la cere­monia, ante la necesidad de improvisar acerca del tema. Por ello, es oportuno entregar antes, a quien se va a hacer cargo de la ofrenda de las flores, una pl:. como la que se utilizó por mucho tiempo y expresa la idea fundamen­tal que se desea transmitir al neófito en términos sencillos y adecuados. Se transcribe a continuación el texto sugeri­do para las Ten:. Mag. deIniciación:

La Masonería aprecia la belleza natural en todo su es­plendor. La flor, por sus colores que alegran, por su aroma que embalsama el ambiente, por su cáliz, que prepara el fruto, como el seno del Misterio de la vida, es el símbolo de lo Bello y representa, en un sentido profundo y grave, a la mujer: la que sabe amar, la que sabe ser madre sana y prudente educadora de sus hijos, es decir, la que sabe prepararlos para las vicisitudes de la vida.

En nombre de la masonería paraguaya y como pro­mesa de protección de nuestra fraternidad para con ella, ofreced esta flor a la mujer que amáis, sea ella vuestra ma­dre, vuestra esposa, vuestra hermana, vuestra hija o vues­tra novia. Pero al hacerlo, tened presente que contraéis el compromiso de elevarla hasta vos, si os es inferior o de elevaros vos hasta ella, si os es superior, con la firme in­tención de conformar una unidad seria, trabajadora y honesta

 

3. NOMBRE DE LOS ÚTILES

 

(Extraído de los Rituales del Primer Grado Simbólico de la Franc-masonería). República del Paraguay (58).

Barrica - Botella

Cañón - Copa o vaso

Pólvora roja - Vino

Pólvora blanca - Vino blanco

Pólvora floja - Agua

Cargar - Echar vino

Masticar - Comer

Materiales - Toda clase de comida

Espada - Cuchillo

Tridente - Tenedor

Llana - Cuchara

Arena blanca - Sal

Arena negra - Pimienta

Pólvora negra - Café

Gran plato - La mesa

Bandera - Servilleta

Gran bandera - Mantel

Piedra bruta - Pan

Tejas - Platos

Estrellas - Luces

 

4. LOS BRINDIS CEREMONIALES

 

En nuestra institución se ha perdido el sentido que se debe dar a los brindis realizados durante los banquetes con que los HH:. recuerdan o festejan acontecimientos ma­sónicos en sus logias. Es costumbre, en estos días, llevar a cabo los tres brindis, sin cuidarse de la presencia de invita­dos profanos o señoras que participan de dichas reuniones sociales, desvirtuándose el sentido de esta ceremonia que, como todas las de la masonería, tiene un ritual al cual de­ben ceñirse los HH:., desarrollándolo en forma correcta y cuando realmente corresponda, sin incorporarle el carác­ter profano que tiene ahora.

Es siempre preferible no hacer nada a hacerlo mal; por eso, en las reuniones netamente sociales de las que parti­cipan profanos o señoras, no se deben realizar los brindis ceremoniales, reservándolos para las ocasiones en que los HH:. deseen efectuar un Banquete Ritual.

La mesa debe ser semicircular, en forma de herradura, colocándose los HH:. en la misma disposición que mantie­nen en logia. El V:.M:. ocupará el centro exterior del cír­culo y los VV:. los extremos de la mesa. Todos los HH:. se colocan de pie delante de sus respectivos asientos y al primer (!) dado por el V:.M:., tornan asiento y se da inicio al banquete. El V:.M:. transmite sus instrucciones por me­dio de los DD:.

De los nueve brindis de obligación, se acostumbra rea­lizar los tres primeros, que pasamos a detallar, acotando que los brindis deben hacerse con vino:

 

PRIMER BRINDIS

 

Concluido el primer servicio de masticación, el V:.M:. da un golpe de (!) y se pone de pie. Hacen lo mismo todos los HH:, que se encuentran del lado externo de la herradu­ra. Los que se encuentran del lado interno de ella, perma­necen sentados.

V:.M:.: mis HH:., a cargar y alinear (todos los HH:. lle­nan sus copas. Si algún H:., por gusto o por razones de salud no tomase vino, llenará su copa con agua). Mis HH:., el primer brindis es en honor a la Patria. Debemos consi­derarnos felices por haber nacido o por haber encontrado hospitalidad fraterna en un país libre, cuyas instituciones permiten la expansión de nuestros sentimientos de hom­bres y de masones, trabajando según nuestras conviccio­nes, por el bien de la humanidad (todos levantan las copas a la altura del pecho y el V:.M:. continúa): Mis HH:., por la prosperidad de la República del Paraguay. Por la conser­vación de su libertad. Por la Patria.

Todos: por ella.

Los HH:. efectúan el saludo haciendo la señal con la copa cargada y la vuelven a dejar, sin beber, sobre la mesa, donde se encontraban alineadas antes del brindis.

 

SEGUNDO BRINDIS

 

1º V:. (!) Mis HH:., vamos a cargar y alinear para el segundo brindis ritual (se procede igual al primer brin­dis). Brindemos a la salud de la G:.L:. y sus autoridades. Por ellas.

Todos: por ella (se procede igual al primer brindis y se sientan).

 

TERCER BRINDIS

 

2° V:. (!) Mis HH:., vamos a cargar y alinear para el tercer brindis ritual (se procede igual que en el primero y segundo brindis). El tercer brindis es por la prosperidad de nuestra Aug:. y Resp:. Logia ..............y los HH:. que la componen. Por ella.

Todos: por ella (luego del brindis, los HH:. se sientan).


LA MASONERÍA Y SU ENTORNO, HOY

 

Uno se pregunta: ¿no es acaso la masonería la escue­la del libre pensamiento, esa carga de nuestra especie por haber probado del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, que sigue siendo el condicionante de la dualidad de seres en que está dividida la raza humana? Lo destacó con tanta clarividencia P. Krislmamurti, citado por Lavagnini, cuan­do se refiere a la obra del hindú como a un "librito áureo”: "sólo hay dos clases de personas, los que saben y los igno­rantes" y esta división se cumple de manera infalible ante nuestros ojos. Basta tomarse algo de tiempo y nutrirse de paciencia, para apreciar esta premisa en la actuación de las personas en general, en su diario vivir y en los auto titulados masones en particular.

No pretendo ser un iluminado, mucho menos me mue­ve la vanidad de considerarme un iniciado. Me conformo con ser lo que soy: un entusiasta buscador del sentido iniciático de la masonería, que en ese proceso de inves­tigación descubrió muchos secretos y se acercó a algunos Aug:. Mis:., conoció con bastante profundidad el alma hu­mana y vio que los masones -iniciados simbólicos cuando mucho-, no se diferencian demasiado de aquellos profa­nos que eran cuando llamaron por primera vez a la puerta del Templo.

Y creo poder afirmar, con poco margen de error, que a esta edad y si la salud me acompaña -o en tanto me acom­pañe, debería decir con más propiedad-, la vida promete numerosas satisfacciones y sorpresas, después de dar los dos primeros pasos que lo acercan a uno a la iniciación real y en cuyo proceso se me acortó el tiempo disponible por­que a mí no me convence la posibilidad de un renacimien­to, como decía mi buen amigo y H:. Andrés Rodríguez, que era rosacruz y tenía un pequeño templo en su humil­de vivienda cercana a la Avda. Artigas, ni en la reencar­nación, que en tantas lecturas interesantes me plantearon aquellos teósofos y orientalistas que enseñan esas cosas y a los que durante mucho tiempo leí con interés y entusias­mo.

No, para mí es más que satisfactorio el poder escribir estas líneas, despreocupado de mi propia transcendencia. Creo haber recorrido todo el camino, alternando entre la posibilidad de una transcendencia espiritual y la simple aniquilación de la materia, el barro del que estamos he­chos todos y que tan bien y claramente nos describe ese libro sabio muchas veces, mítico las más de ellas, pero siempre interesante en el océano de conjeturas en que lo sumerge a un lector atento, como es la Biblia. Y me re­fiero a ella porque pertenezco a una cultura que basa sus conceptos en la Biblia, pese a que su interpretación ofrece una variada gama de posibilidades, que al menos ahora, no viene al caso analizar.

Señala Arthur E. Powell, en su libro La magia de la francmasonería que:

Todo el que siente los ideales de la Francmasonería se debe haber preguntado alguna vez por qué esta Orden le atrae, y qué es lo que en ella le retiene. En realidad somos muchos los que nos hacemos esa pregunta continuamente, y formulamos respuestas que no afectan más que a los bordes del problema, porque siempre hay un elemento que se nos esca­pa: algo intangible e indefinido que no podemos localizar, definir o analizar a pesar de que es ab­solutamente real, que está definido de un modo perfecto y de que existe sin duda alguna algo que ejerce inconfundible seducción.

Yo amo a la masonería. De ahí proviene, seguramente, el gran desencuentro que en más de una oportunidad tuve con mis hermanos, pues a ellos les mueve principalmen­te el interés de presentarse como personas importantes y respetables en función al cargo que les parece necesario desempeñar dentro de la Orden, sin darse cuenta que es precisamente lo que pretenden, la simple ilusión de la vida profana de la que nunca pudieron zafarse y trasladan los vicios de la profanidad al interior de las logias, donde se supone que los concurrentes deben estar a cubierto de lo profano.

Y sería risible, si no fuera tan trágico, el convencimien­to que tienen y sustentan en sus premisas estas personas. Pretender que en la masonería deban existir claques o dictados originarios de otros Orientes, contradice por completo el sentido que debe quedar claro en la conciencia de los aprendices. Nadie tiene derecho a inmiscuirse en los problemas que puedan surgir en la familia Masónica y menos aún tomar partido por una u otra de las partes en conflicto. Somos HH;. y los problemas entre hermanos se resuelven dentro de la familia.

Cualquier otro argumento es inaceptable, y habla a las claras de la pobreza conceptual en que se mantienen mu­chos HH:, que ostentan altos grados tanto en nuestro país como en el extranjero, de donde a veces vienen, a pedido de los MM:. locales, ya sea como benefactores, para limar asperezas, ya como adjudicadores de grados y reconoci­mientos tan afectos al espíritu mediocre de quienes com­ponen la masonería paraguaya actual.

¿Cuál es la causa de tanta degradación, de tanta deca­dencia?: la ignorancia.

Y en el Paraguay, ocurre dentro de la masonería lo que en toda la República: si durante los casi 35 años de dicta­dura el país se vio obligado a condescender con todo tipo de degradación moral para mantenerse a flote, lo que vino después resultó ser mil veces peor, porque si entonces los paniaguados eran unos cuantos consecuentes con el régi­men, los gobiernos posteriores a su caída dieron, hasta hoy, sobradas pruebas de continuar con los mismos esquemas precedentes, sólo que ampliando el campo de su perversi­dad, hasta tal punto de que quienes otrora sostuvieron la bandera de las reivindicaciones, no sólo la abandonaron sino que, con desfachatez propia de inescrupulosos, se su­maron al festín de los privilegiados, con el resultado de condenar a los demás, a los que decían representar y prote­ger -al pueblo, como dicen algunos con la boca llena-,a la cada vez más abyecta miseria que se exhibe impúdica ante nuestros ojos, en las calles, en las plazas, en las esquinas. Acostumbrados a ello, ya hemos perdido la capacidad de juzgar y evaluar la total pérdida de dignidad a que está sometida la nación, para convertirse ella misma en un Es­tado mendicante que no sabe hacer otra cosa que exten­der la mano de pordiosero para recibir la dádiva que varía desde varios millones de dólares a la mezquina pitanza de alguna moneda de 1.000 guaraníes que se acostumbra dar a los mendigos que buscan despertar la sensibilidad de la gente con los trucos más rebuscados e ingeniosos, a veces, que van de lo grotesco de una canción cantada en alaban­za a Jesús y la Virgen María a la elegante recepción de un cheque proveniente de Taiwán o de alguno de los bancos internacionales, participes y complacientes en aportar su dinero a los gobiernos de turno, sin preocuparse de su uti­lización, como haría cualquiera que pague determinados dineros a un siervo asalariado.

Así es la masonería de hoy. Cambió el ascendiente mo­ral por el acomodo político y económico. De ahí las nu­merosas crisis que explotan de tanto en tanto dentro de esa llaga que llaman masonería, sin tener la más remota idea de lo que ella significa y es en su contexto y, si nos re­mitimos al dicho latino, ab absurdum quot sequitur libet, no podemos menos que admirarnos de que sean los propios hermanos, que alguna vez empeñaron su palabra de ho­nor como caballeros y francmasones, quienes hoy respal­den a mezquinos intereses al elegir una u otra actitud ante las circunstancias que los rodean, siendo que la masonería señala un camino inequívoco a los profanos que eligieron acceder al templo en busca de los Aug: Mis:. de los cuales, casi me atrevo a afirmar, no descubrieron ninguno, por lo que siguen tan profanos como en el día de su iniciación, con el agravante de que faltaron a todos los juramentos que con tanta ligereza prestaron en la ceremonia de. iniciación y su exaltación a los grados sucesivos.

La filosofía masónica, al fin de cuentas, ¿es filosofía? Y me hago esta pregunta ex profeso, porque siempre fui un exigente intérprete que hasta ahora no encuentra el sen­tido real que va contenido en el Ars Structoria y porque pretendo que los hermanos se sumerjan en él.

Pero pronto me surge una duda: la masonería, ¿es una filosofía? El ser de la masonería es iniciático por ex­celencia y la filosofía un complemento que se le suma al concepto moral y operativo que tan bien trata Aldo Lavag­nini en sus diferentes manuales de los grados que estudia: los tres primeros simbólicos y los grados capitulares más importantes, el 4, el 9, el 14 y el 18, muchos de los cuales poseen una belleza que al menos a mí, me es subyugante.

Muchas veces, tropecé en mi carácter de instructor, con el reclamo reiterado de los hermanos que van acce­diendo a los grados capitulares de que no hay material de lectura para ellos. Y es cierto, porque fuera de los que mencioné de Lavagnini, solamente pude acceder a un rico material de estudio de los grados capitulares, elaborado por miembros del Supremo Consejo de Francia, donde a través de su revista Ordo ab Chaos, los G:.I:.de la 0:.y la de la Gran Logia de Francia, que gentilmente me envían su revista "Puntos de vista iniciáticos", que contienen pro­ductos muy elaborados y eruditos acerca tanto de los diferentes grados capitulares, la primera y del simbolismo, la segunda.

Todo lo que está escrito, se puede leer. Lo que no está escrito entra dentro del aspecto esotérico de la masonería, y es por eso que elegí arriesgarme en este tema poco con­currido y al que los H:.H:. prefieren mantener arrumba­do en alguna caverna del olvido, recubierto de todo tipo de capas que les autorice a sentirse seguros dentro de las dimensiones que conocen, dado que aquellas propuestas por la institución, hieren Su condición de meros juguetes de la ilusión periférica que es mucho más fácil de adminis­trar, porque es la profanidad disfrazada de masonería y los H:.H:. siguen siendo profanos recubiertos con un man­dil del cual ni siquiera conocen el significado.

Ojalá este libro, sea de utilidad a los nuevos aprendices.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

ANÓNIMO. El ocultismo. A.T.E. sd.

COX LEARCHE, W. La regularidad masónica en una nueva luz (Los "L,audrnarks"). Editorial Unidad. Buenos Ai­res. 1975.

DESCARTES, René. Discurso riel método. Altaya. Barcelona. 1993.

INCHAUSTI, Amado P.; SARTIAUX, Félix. Orígenes del poder económico de la Iglesia. Ediciones Pavlov. Méxi­co D.F. sd.

KRISHNAMURTI, J. A los pies del maestro. Editorial Kier. Buenos Aires. 1982.

LAVAGNINI, Aldo. Manual del aprendiz. Editorial Kier. Buenos Aires. 1973.

LEADBEATER C.W. La vida oculta en la masonería. Edicio­nes Oriente. Traducción Federico Climent Terrer. México. 1960.

LEADBEATER C.W. El nombre visible e invisible. Kier, sép­tima edición. Buenos Aires. 1980.

MUY POD:. SUPRE:. CONS:. GR:. 33 para la República del Paraguay. Rituales del Primer Gr:. Simb:. De la Franc­-Mason:. 2ª. Edición oficial. Tipografía de Cándido Zamphirópolos. Asunción. 1918.

POPOVICH, Nicolás. Pláticas de un budista. Sd. Formosa. 1971.

POWELL, Arthur E. La magia de la francmasonería. Edico­municación S.A. Barcelona. 1987.

RAGÓN, J.M. La misa y sus misterios comparados con el mito solar de los Misterios Antiguos. R. Maynadé. Barcelo­na. 1930.

SANTA BIBLIA. Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569). Sociedades Bíblicas Unidas. Londres. 1959.

STEINER, Rudolf. Reencarnación y Karma y su significarlo para la cultura actual. Editorial Antroposófica. Bue­nos Aires. 1988.

TRES INICIADOS. El Kybalión. Filosofía hermética del an­tiguo Egipto y Grecia. Kier. Buenos Aires. 1992.

 

 

 

LA MASONERÍA Y SUS AVATARES

Por DELFINA ACOSTA

 

La Masonería Esotérica - Cámara de Aprendiz se llama el ensayo realizado por el escritor, poeta y masón Augusto Casola. El mencionado texto lleva el sello editorial de Arandurã. Se pregunta con sobradas razones el autor qué pasa con la masonería paraguaya en los últimos tiempos. ¿Ha venido a acontecer que está entrando en decadencia? ¿Se encuentra en un momento de caos?

 

Aclaración que no debe ser pospuesta para entrar en las páginas que abordan el singular mundo de los masones: La masonería es una institución discreta que no pretende fines religiosos, pero que gira en torno a símbolos y busca encontrar las luces en la filosofía para ir derrotando las “luces” de la oscuridad. ¿Qué ser humano no busca encontrar en algún momento de su existencia la verdad? Pues bien, la masonería se encuentra abocada a tal búsqueda. Quien la halle, puede darse, supongo, por persona plena. Quien no la encuentre ha de seguir buscándola.   

Augusto Casola se refiere en forma directa al cisma de la masonería paraguaya acontecido en 1996, alegando que con falsedades y argumentos espurios se cubrió la inmoralidad y se recurrió a los HH:. que se dividieron en grupos enfrentados porque creían, tal vez de buena fe, que la verborragia elocuente bastaba para justificar la ubicación en los altos cargos simbólicos y el Supremo Consejo.   

Pues bien, que el mundo gira sobre su eje no se pone en duda en ningún momento, pero que muchas instituciones en las que se pretende fomentar la fraternidad, la unión, la valoración de las virtudes empiezan a resentirse, pues su eje va debilitándose, ya tampoco se pone en duda.   

Desde el inicio de los tiempos, el hombre busca (tal parece) entender, comprender la vida y su contrario, o su fin, o sea la muerte. ¿Tiene la respuesta la masonería a tan grande interrogante? Es más: ¿Tiene las contestaciones a tantas preguntas?   

Imaginemos a un hombre en plena tempestad y oscuridad, perdido de su camino, y llamando varias veces a la puerta de lo que puede ser una posada en busca de amparo y de refugio.   

Afanosamente los aprendices llaman a la puerta del templo. En ese templo no se encontrarán con religión alguna, sino con un camino personal y alegorías manifiestas a través de la referencia simbólica para que puedan ir hallando aquello que se encuentra oculto tras la apariencia visible de las cosas.   

Casola opina que el hombre es un perpetuo peregrino que avanza a ciegas sobre las baldosas blancas y negras del pavimento del camino de la vida. Igualmente opina que el ser humano es esclavo del miedo intelectual. Y este miedo viene del estado de la comprensión y la conciencia del saber.   

Hace una reflexión que no se puede pasar por alto, ciertamente, y que va dirigida como un dardo a la gente: El hombre es el ser más cruel, destructivo y sanguinario de todos, a la vez que piadoso adorador de dioses, a veces tan duros, astutos e inmisericordes como él, cuyas características impone y varían en función al nivel de sutileza proveniente de la cultura a que pertenece por nacimiento.   

Así pues, sin medias vueltas, escribe este libro al autor, tomando su experiencia en la masonería como gran aliada.

12 de Febrero de 2012

Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Fuente digital: http://www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

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