LA OBRA DE LIVIO ABRAMO
La oportuna llegada de Livio Abramo (1903-1992) constituye un factor importante para la clarificación del momento. Livio integra con Carlos Oswald y Oswaldo Goeldi el grupo de los primeros grandes grabadores modernos del Brasil, los que reformularon las bases del grabado actual de ese país; tiene, pues, una buena práctica en la promoción del nuevo medio expresivo. En 1956, invitado por el Instituto Cultural Paraguay-Brasil, realiza una exposición individual y promueve la fundación del Taller de Grabado Julián de la Herrería. En esa oportunidad dictó un curso al que asistieron 63 alumnos, entre los que se encontraban algunos artistas que por primera vez tomaban contacto con el grabado y harían desde entonces uso de él como medio fundamental de expresión: Olga Blinder, Edith Jiménez, Jacinto Rivero (1932-1997), Lotte Schulz (1925), María Adela Solano y otros. El grabado actual paraguayo debe, pues, a Abramo su impulso inicial. Desde ese momento, el artista brasileño queda comprometido con la cultura visual del Paraguay y desarrolla un particular interés por la misma.
PARAGUAY. SÍNTESIS II.
Xilografía en blanco y negro, 10 x 19 cm.,
1957. CAV/Museo del Barro.
Pero él mismo queda profundamente marcado por el país: su obra gráfica más madura se constituye a partir de su versión del entorno físico y cultural del Paraguay. Livio, esencialmente autodidacta, trae sobre todo la lección de una obra que tuvo que conquistar la síntesis de sus formas sin desviar su potente caudal expresivo. Este desarrollo, conscientemente o no, en forma directa o indirecta, aporta su propia experiencia en la difícil tarea de enfrentar los problemas que se le presentaban a la década.
Arriba: Abramo, Livio. LA ESTANCIA.
Ilustración para el libro Pelo Sertão de Affonso Arinos,
edición Cem Biblióficos do Brasil. Xilografía, 1948.
Abajo: Abramo, Livio. ESPAÑA.
Xilografía en blanco y negro, 19 x 13 cm., 1936.
Influenciado fuertemente por el expresionismo alemán, principalmente a través de Goeldi y de la gran exposición de los maestros expresionistas realizada en São Paulo en 1927, Livio desarrolla, con impulso combativo y con un fuerte tono de denuncia, los temas sociales y políticos (1935-1938) que hallan en su serie sobre la guerra civil española su expresión mejor. "Después -declara Livio- procuré superar el expresionismo buscando otra manera de expresión, en la que los problemas de orden plástico y formal fuesen resueltos de un modo menos apasionado y estéticamente más válido" (Abramo. 1976, 13). Su fase iniciada en 1948 con la ilustración del libro PELO SERTÃO, comienza al mismo tiempo una figuración fantástica, exuberante y lírica y una progresiva y precisa estructuración. Ambos momentos se encuentran en su visión dramática y esencial del entorno paraguayo, que se constituye, así, en una convincente propuesta de sintetizar forma y contenido. "Desde que (Livio) pasó a residir en el Paraguay, estos dos polos, forma y expresión, se juntaron definitivamente", escribe Frederico Morais (Morais.1979, 169). Pero el problema de la relación local/internacional también es bien encarado por Livio; desde las primeras obras de su serie Paraguay utiliza con naturalidad signos de la imaginería popular paraguaya: figuras del paisaje o los planos de sus pueblos tradicionales, sin caer en localismos descriptivos ni renunciar a un lenguaje estrictamente contemporáneo. Sus primeros grabados de dicha serie toman la estructura simétrica y escueta de la imagen de ciertos tejidos de lana populares, con su formalizado sistema de representación y su concepto bidimensional del espacio, y el esquema del trazado de los antiguos pueblos coloniales, dispuestos rígidamente. Pero Livio no se detiene en la representación de un repertorio típico; descubre en esos módulos simétricos tensiones secretas y los hace representar no sólo los rasgos del sobrio temperamento popular, sino la soledad pelada de los pueblos, su hieratismo, el tiempo encerrado y primario, el silencio del paisaje, la iluminación dispersa y vaga de la noche campesina.
PARAGUAY.
Xilografía en blanco y negro, 21 x 17,5 cm.,
1958. CAV/Museo del Barro.
Livio aporta con sencillez. Enseña la técnica de grabar e imprimir la madera y deja su testimonio gráfico y resumido sin proponer modelos, señalar grandes metas ni influir directamente. Pero es el artista más importante que hasta entonces trabajara acá y su obra necesariamente tuvo que constituir un parámetro esencialmente útil y una experiencia legítima en ese difícil momento de forjar alternativas.
CAPÍTULO IV: LA APERTURA
ITAUGUÁ.
Xilografía en blanco y negro, 12,5 x 20,5 cm., 1970.
CAV/MUSEO DEL BARRO. Donación DORA GUIMARÃES
POLVO Y PALMERAS. De la serie PARAGUAY
Xilografía en blanco y negro, 23 x 28 cm., 1965.
CAV/MUSEO DEL BARRO. Donación DORA GUIMARÃES
SIN TÍTULO.
Xilografía en blanco y negro, 13 x 21 cm., 1967.
CAV/MUSEO DEL BARRO.
COMENTARIO DE OBRAS
CAPÍTULO IV
ABRAMO, LIVIO. LAS PLAZAS. DE LA SERIE PARAGUAY.
Xilografía, 28 x 24 cm., 1965.
CAV/Museo del Barro.
El resumen que hace Livio Abramo del paisaje paraguayo se ejemplifica bien en estos dos grabados que de algún modo contienen los dos grandes ejes de su obra.
El grabado LAS PLAZAS tematiza la estructura estática de los antiguos pueblos y su entorno desolado y escueto. Los elementos están simplificados al máximo; la plaza es un gran cuadrado, las casas son formas ambiguas que brotan siguiendo su contorno. El espacio está construido con dimensiones distintas: arriba, el río (¿el cielo?) como horizonte o como recuerdo; en el centro, un plano oscuro de noche y de silencio; abajo, luces lejanas, reflejos equívocos. La imagen tiene un sentido general de estancamiento y de quietud, de tiempo recurrente. Sólo las estrías de la madera y el leve desplazamiento de la composición dan cierta imagen de lento discurrir, como si el pueblo se encontrara sumergido y fuese visto desde arriba, a través del correr tranquilo del propio río, del transcurrir pesado de una historia perezosa.
LAS LLUVIAS. DE LA SERIE PARAGUAY.
Xilografía en blanco y negro, 28 x 33 cm., 1966.
CAV/Museo del Barro.
El grabado LAS LLUVIAS tiene la misma estricta economía de formas, pero expresa significados diametralmente opuestos. Exuberantes, torrenciales, las lluvias se desbordan, caen con fuerza desatada, acometen agresivamente. Las líneas cruzan como latigazos la madera en surcos rápidos y filosos. La composición de la obra, organizada provocativamente de derecha a izquierda y de arriba a abajo, sugiere inestabilidad y desorden; un mundo que se desploma.
Ambos grabados significan momentos fundamentales y opuestos de la obra de Livio: la fuerza expresionista y la meditada organización estructural. Pero cada uno de ellos es capaz de integrar forma y expresión en imágenes simultánea-mente esenciales y dramáticas, sucintas y complejas.
Ambos grabados significan los momentos básicos que Livio ve en el paisaje paraguayo: la callada quietud de sus formas y la energía vital de su presencia. Pero cada uno de ellos simboliza también ciertos aspectos de la circunstancia histórica del país: por un lado, la rigidez de formas inmutables, la permanencia del pasado, la contención y el freno, la lentitud del devenir; por otro, la fuerza vehemente del drama, la violencia de sucesos bruscos, el desatarse recordado o soñado.
Fuente:
UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY
Autor: TICIO ESCOBAR
Editorial Servilibro, Asunción - Paraguay. Octubre 2007.
************
IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY
Fotografía de FERNANDO ALLEN