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MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

  RAFAEL BARRETT - ESCRITOR Y PENSADOR REVOLUCIONARIO - Obra de MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ - Año 2011


RAFAEL BARRETT - ESCRITOR Y PENSADOR REVOLUCIONARIO - Obra de MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ - Año 2011

RAFAEL BARRETT

ESCRITOR Y PENSADOR REVOLUCIONARIO

MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

Editorial EL LECTOR

COLECCIÓN PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Nº 17

www.ellector.com.py

Tel.: 595 21 491966// 610639

Director General: PABLO LEÓN BURIÁN

Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA

Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPOS

Diseño de Tapa: DENIS CONDORETTY

Asunción – Paraguay

2011 (160 páginas)

 

 

 

CONTENIDO

PRÓLOGO

I. EL DESTINO PARAGUAYO DE RAFAEL BARRETT

II. VIDA DE UN HOMBRE ENTERO

1. INFANCIA Y JUVENTUD

2. EN ARGENTINA

3. EN PARAGUAY

III. LA PALABRA RADICAL

1. LOS CONTEXTOS

1.1 EL CONTEXTO NOVECENTISTA

1.2 EL CONTEXTO MODERNISTA

2. PENSAMIENTO, ESCRITURA, REALIDAD

2.1 LA OBRA

2.2 UN PENSAMIENTO MÁS ALLÁ DE LOS CÁNONES

2.3 PENSAMIENTO SOCIAL

2.4 CRÍTICA LITERARIA

2.5 LA ESCRITURA

2.6 PENSAMIENTO ARTÍSTICO

2.7 EL GUARANÍ

3. TRASCENDENCIA AMERICANA DE BARRETT

4. POR UNA ÉTICA DEL PENSAMIENTO Y DE LA ESCRITURA

IV TEXTOS DE RAFAEL BARRETT. PEQUEÑA ANTOLOGÍA

1. POESÍA Y CUENTOS : DECADENTE/ EL MAESTRO/ LA MADRE/ EL PROPIETARIO (CUENTO INOCENTE)/ EL POZO

2. ARTÍCULOS Y ENSAYOS : LA REVOLUCIÓN DE 1904/ LA VERDADERA POLÍTICA/ BUENOS AIRES/ UN INTELECTUAL/ LO QUE HE VISTO/ GALLINAS/ GUARANÍ/ LA LUCHA SOCIAL/ LA CUESTIÓN SOCIAL/ NO MINTÁIS

3. FRAGMENTOS

FUENTES CONSULTADAS

EL AUTOR

 

PRÓLOGO

 

         Rafael Barrett, es el único integrante no paraguayo de la COLECCIÓN DE PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA. La influencia de este español por nacimiento pero paraguayo por adopción, es sumamente significativa, tanto en el aspecto literario como en el desarrollo del pensamiento social.

         Barret llegó al Paraguay en carácter de periodista para cubrir los acontecimientos de la Revolución de 1904, que enfrentó a los liberales y colorados. Al concluir la Guerra Civil de 1904 se afincó en el país, se casa en él y comienza a militar en el movimiento anarcosindicalista, erigiéndose en su más destacado exponente intelectual en nuestro país. De hecho el autor escribe

         "Pero es en 1908 cuando se dedica a dar conferencias para los obreros y hace la tremenda denuncia de LO QUE SON LOS YERBALES: Ese trabajo, que se publicó originariamente como una serie de artículos entre el 15 y el 27 de junio de 1908, le costó la ruptura con la gente "respetable" y la opinión adversa de algunos periódicos. Barrett no fundó el sindicalismo paraguayo, pero con sus escritos le aportó las razones de su existencia, la legitimidad de su acción liberadora".

         En ese sentido creemos que es más que significativo el aporte de Miguel Ángel Fernández poeta, crítico literario y uno de los más destacados estudiosos de la obra y el pensamiento de Rafael Barrett, no sólo en el Paraguay sino también a nivel internacional. Esta biografía tiene la peculiaridad de explicarnos como un aristócrata español se convierte en un anarquista en el Paraguay. Al respecto sostiene Miguel Ángel Fernández que:

         "La elección de Barrett, del punto de mira anarquista para la consideración de los problemas sociales, fue, a nuestro entender, menos una opción ideológica que una toma de posición ética. Barrett veía en el anarco-sindicalismo "la extrema izquierda del alud emancipador", la vía directa y rápida para cambiar la sociedad humana. En términos históricos, el movimiento anarquista no alcanzó sus objetivos y se fue debilitando en su práctica político-social".

         No debemos olvidar que el naciente movimiento obrero paraguayo al igual que en el resto de América Latina, estaba imbuido en las ideas anarquistas, en ello radica la importancia del pensamiento barretiano, incluso hasta hoy en día.

         Su denuncia social, su bella prosa y su vida misma digna de un guión cinematográfico son presentadas en este libro además de una selecta antología de sus principales escritos, que permitirá a los lectores conocer en profundidad la relevancia del pensamiento de Rafael Barrett.

Asunción, junio de 2011

HERIB CABALLERO CAMPOS

 

 

I. EL DESTINO PARAGUAYO DE RAFAEL BARRETT

 

         El hombre que pisaba tierra paraguaya por primera vez, un día del mes de octubre de 1904, aún no sabía que había encontrado su lugar en el mundo.

         Venía de Buenos Aires como corresponsal del diario EL TIEMPO para cubrir las alternativas de la guerra civil que se había iniciado unos meses antes en el país. Se llamaba Rafael Barrett y había nacido en España, pero por el ius sanguinis era ciudadano inglés.

         En el campamento revolucionario de Villeta hizo amistad con algunos de los hombres que se habían levantado en armas contra el régimen colorado –que se mantenía en el poder desde hacía tres décadas- y que le hablaron de sus proyectos políticos para superar los males del régimen todavía vigente. Barrett simpatizó con la causa y se unió al ejército rebelde en calidad de ingeniero.

         Triunfante la revolución, se radicó en el país al que daría sus mejores afanes intelectuales y a cuyo pueblo dedicaría su pensamiento y su acción liberadora. Murió seis años después, admirado y querido por los humildes trabajadores cuyos derechos defendió, y con el tiempo sería considerado como uno de los escritores más importantes de su época y, en muchos aspectos, un precursor. En el Paraguay, hoy se empieza a reconocer el carácter fundador de su pensamiento y su escritura. Alguien diría de él, por su abnegada entrega al país donde se encontró a sí mismo, que fue el más paraguayo de los paraguayos.

 

II. VIDA DE UN HOMBRE ENTERO

 

1. INFANCIA Y JUVENTUD.

 

         Rafael Ángel Jorge Julián Barrett y Álvarez de Toledo nació en la villa de Torrelavega, en la provincia de Santander (España), el 7 de enero de 1876. No se trata de un dato reiterativo. Otros han dicho que nació en Asturias, en Algeciras, en Madrid, en Cataluña. Jorge Luis Borges, que lo admiraba hasta las lágrimas, lo creía argentino. Sin embargo, ya Viriato Díaz Pérez, en un artículo de 1.917, decía haberle escuchado mencionar a Barrett que Santander era su lugar de origen. En 1943, en la tirada de sus OBRAS COMPLETAS hecha por la Editorial Tupac, con prólogo de Rodolfo González Pacheco, se reproduce la ficha de ingreso de Barrett al hospital "Fermín Ferreira" de Montevideo -en fecha 7 de enero de 1909-, en la que consta su edad, 33 años, y su lugar de nacimiento, Santander. También en el acta de defunción -archivada en la Alcaldía de Arcachón, Francia-, en la que se precisa el lugar de origen, Torretaviga -se trata evidentemente de un error del escribiente, pues el topónimo es Torrelavega-, y se da el año de 1877 como el de su nacimiento. Nos atenemos sin embargo a la primera fecha, conforme a los testimonios del propio Barrett, y de acuerdo con el acta de inscripción.

         Rafael era hijo de George Barrett, natural de Coventry (de origen escocés), muerto en Madrid el 25 de mayo de 1896, y de María del Carmen Álvarez de Toledo y Toraño, fallecida en Bilbao el 19 de marzo de 1900. Por línea materna, a juzgar por el apellido, estaba efectivamente emparentado con una familia de la alta aristocracia española, la de los duques de Alba. En cambio, poco sabemos acerca del padre, excepto lo que dice Panchita Barret en la Introducción a las CARTAS ÍNTIMAS: "era caballero de la Corona británica, contador y matemático, y que cuidaba de intereses ingleses en España". En el acta de nacimiento de Rafael figura como de profesión "literato". Tales son los datos con que contamos para determinar el origen de clase de Rafael Barrett, quien fustigaría en sus escritos a las clases dominantes, adoptando una posición ideológica diametralmente opuesta a la de las mismas.

         Aunque nacido en la península ibérica, el autor de EL DOLOR PARAGUAYO era ciudadano inglés por el ius sanguinis. También sobre este punto se han hecho afirmaciones dispares, a pesar de que en una carta abierta a Juan Silvano Godoi, del 6 de enero de 1906, Barrett ya ponía en claro la cuestión. Además, puede verse su acta matrimonial en el Registro Civil de Asunción, donde también consta su nacionalidad.

         Era Barrett, sin embargo, español (un español europeo, habría que agregar) por su formación y por ciertos rasgos de su carácter. Pero en un sentido más hondo era sobre todo un "español americano", y, por razones entrañables, un "español paraguayo", puesto que aquí avizoró la luz de un nuevo mundo y se encendió el fuego de su infinita esperanza de hombre entero. "Paraguay mío -escribió en una hora de angustia-, donde ha nacido mi hijo, donde nacieron mis sueños fraternales de ideas nuevas, de libertad, de arte y de ciencia que yo creía posibles -y que creo aún, ¡sí!- en este pequeño jardín desolado, ¡no mueras!, ¡no sucumbas! Haz en tus entrañas, de un golpe, por una hora, por un minuto, la justicia plena, radiante, y resucitarás como Lázaro''1. Y en una carta de 1909 le dice también a Panchita: "En el Paraguay y al lado tuyo me hice al fin hombre".

         De sus primeros años y de su juventud no sabemos casi nada. De esa época sólo ha llegado hasta nosotros el mudo testimonio de algunas fotografías borrosas y amarillentas, indicios melancólicos de una existencia desahogada y amable. Sin duda recibió una excelente educación, y, según parece, pasó algunas temporadas en París, asistiendo quizás a cursos y conferencias. En Madrid hizo estudios en la Escuela de Caminos -sin concluir la carrera-. Ello le permitiría, después, hacer trabajos de agrimensura en el Paraguay. El escritor Ramiro de Maeztu, que lo conoció en aquellos años, lo recuerda así:

         "Las gentes de mi tiempo recordarán que hacia 1900 cayó por Madrid un joven de porte y belleza inolvidables. Era un muchacho más bien demasiado alto, con ojos claros, grandes y rasgados, cara oval, rosada y suave, como una mujer, salvo el bigote, amplia frente, pelo castaño claro, con un mechón caído de un lado. Un poquito más ancho de pecho, y habría podido servir de modelo para un Apolo del romanticismo". 2

         Un penoso incidente -relatado por el mismo Maeztu- lo alejó para siempre de aquel ambiente, cuya inmoralidad y estulpicia denunciaría después en diversos escritos.

         Lo que más importa señalar acerca de este período de su vida acaso sea el hecho de haberse formado en la misma atmósfera conflictiva de los hombres de la generación del 98, que en su juventud, esto es, durante los últimos diez o quince años del siglo pasado, y aún a principios del XX, militaron, casi todos ellos, en tendencias políticas radicales. Pero a diferencia de estos escritores, que pasaron a posiciones moderadas, tradicionalistas o incluso reaccionarias (con excepción de Antonio Machado y de Ramón del Valle Inclán), Barrett hizo el camino inverso. Partiendo de una situación de clase privilegiada -lo que por lo demás le permitió acceder a los instrumentos teóricos y de análisis de la realidad social-, en contacto con las dramáticas condiciones del Paraguay -y de los demás países del Plata- llegaría a asumir plenamente la causa de las clases oprimidas y explotadas.

 

2. EN ARGENTINA

 

         La ruptura existencial con el mundo en que se había desenvuelto su juventud lo indujo, probablemente, a dejar España. Barrett llegó a Buenos Aires, donde se había radicado una rama de los Álvarez de Toledo, el 3 de agosto de 1903.

         Ya en agosto de ese año colaboraba en la revista IDEAS, que dirigía Manuel Gálvez. Se ha dicho que fue redactor de EL DIARIO ESPAÑOL, pero se trata de un error, pues fue en EL CORREO ESPAÑOL donde colaboró y quizás fue miembro de la redacción. En este periódico aparecen algunos artículos bajo su firma. Pasó después al diario EL TIEMPO, en cuyas páginas se encuentra por primera vez su nombre al pie de un comentario sobre una exposición pictórica, en abril de 1904.

         ¿Qué hizo Barrett en el año y medio, aproximadamente, que vivió en la Argentina, además de trabajar, posiblemente con desgano, en tareas periodísticas? Si tomamos como indicio su artículo "Buenos Aires" -incluido en MORALIDADES ACTUALES, y según algunos publicados originalmente en dicha ciudad- podemos deducir que quizás allí empezó a ver la realidad social y a percibir las profundas contradicciones que estremecían a una sociedad fundada en la miseria humana. Ese artículo es, ciertamente, uno de los textos más impresionantes y mejor escritos de Barrett. Debemos agregar, únicamente, que por nuestra parte lo hemos visto publicado por primera vez en Asunción en noviembre de 1906, esto es, en la época en que, precisamente, parecía abrirse Barrett a las ideas sociales más radicales. De cualquier manera, es indudable su valor como expresión de su actitud vital frente a una situación que su sensibilidad y su inteligencia no podían admitir ni silenciar.

         Lo cierto es que en Buenos Aires Barrett participó en actos políticos de la inmigración republicana española, y que a raíz de ello tuvo una disputa con un señor Juan de Urquía, que desembocó en un desafío a duelo que no se llevó a cabo, pues el mencionado Urquía decidió a última hora no batirse con Barrett, invocando el incidente madrileño de 1902. Los detalles pueden verse en EL CORREO ESPAÑOL, de fines de abril de 1904.

 

3. EN PARAGUAY

 

         Sea como fuere, el hecho es que sus inquietudes no le dejaron echar raíces en la Argentina. Fue así como, en octubre de 1904, se vino a Paraguay como corresponsal de EL TIEMPO, con motivo de la revolución iniciada aquí en agosto de ese año.

         Barrett, que había llegado como periodista, simpatizó inmediatamente con los revolucionarios liberales, en cuyo campamento de Villeta desembarcó. Cuando envía su primera y única crónica de la "revolución" a EL TIEMPO, a principios de noviembre, ya se hallaba incorporado a sus filas. Ese texto, inédito hasta su inclusión en la edición paraguaya de sus OBRAS COMPLETAS, es el primero de Barrett sobre el Paraguay y revela ya el punto de vista liberal-crítico de su autor frente a los problemas del país.

         Barrett llegó a Asunción probablemente el 24 de diciembre junto con las fuerzas revolucionarias triunfantes. Su vida, aquí, en los primeros tiempos, nos ha sido referida sumariamente por su amigo José Rodríguez Alcalá en dos artículos, publicado el primero en 1911, recién fallecido Barrett, y el segundo treinta y un años después, en 1942. Lamentablemente, otros amigos de la primera hora, como Manuel Gondra y Modesto Guggiari, no han dejado nada escrito sobre Barrett en aquellos días. Volvamos, pues, a los documentos.

         En el Registro Oficial de 1905 se encuentra un decreto en que se nombra a Rafael Barrett auxiliar de la Oficina General de Estadística, con fecha 31 de enero de 1905. Meses después, el 26 de agosto, por otro decreto se le nombra jefe de sección de la misma Oficina "en reemplazo de don Hérib Campos Cervera, que renunció". Pero Barrett no persistió en las tareas burocráticas, que sin duda se avenían poco con su carácter y su real capacidad intelectual, y menos de un mes después, el 15 de setiembre, aparece otro decreto en el que se nombra un nuevo jefe de sección, dándose "las gracias al dimitente (Barret) por los servicios prestados".

         Por ese tiempo también Barrett comenzó a trabajar en el ferrocarril, como Secretario General - según su viuda-, cargo al que renunciaría en 1906, en desacuerdo con el trato que la empresa daba a sus trabajadores.

         Barrett se incorporó enseguida a la vida "social" de la ciudad. Fue electo secretario del Centro Español, que por entonces reunía a lo que se solía llamar la "gente bien". Allí conoció a Francisca López Maíz (Panchita), su futura esposa. Y de esa época (1905) son estos tres encantadores versos, impregnados del espíritu galante de la "belle epoque", autografiados sobre el paisaje crepuscular de una postal dirigida a la joven Leonor Montero:

         La mañana es azul, la tarde es roja,

         Y es blanco el sol, pero en la noche augusta,

         La sombra es del color de nuestros sueños...

         Barrett no tardó tampoco en integrarse a las actividades intelectuales y periodísticas de Asunción. El 26 de enero de 1905 se publica su primer artículo en el Paraguay, bajo el título "La verdadera política". Se trata de un texto particularmente interesante como índice de su manera de ver la actividad política y la función de los partidos políticos en general, y en particular de su visión de la situación paraguaya en esos momentos.

         El optimismo de este artículo se desvanecería con el correr del tiempo, al observar Barrett más detenidamente los manejos de la vida política, que llegarían a repugnarle profundamente. En 1905, aunque resulte notorio el conocimiento que tiene de los movimientos sociales y políticos de la época, habla todavía como una conciencia liberal progresista, que confía en la acción política positiva para la solución de los problemas del país.

         Pero las miserias de la vida política, precisamente, le producirían una honda conmoción poco más de un año después de su llegada al Paraguay, cuando, a raíz de una polémica periodística, se enfrentaron en un duelo dos jóvenes liberales, Gomes Freire Esteves y Carlos García. Este último, que era miope, fue herido en el lance y falleció casi inmediatamente. Barrett, indignado, publicó el mismo día un artículo responsabilizando a los padrinos de García por el luctuoso hecho. Aquellos padrinos se llamaban Miguel Guanes y Albino Jara.

         Algunos días después, Miguel Guanes encara airadamente a Barrett en el Centro Español. Según referencias periodísticas, Barrett adoptó una actitud serena, pero la gravedad de los insultos proferidos contra él lo obligaron a desafiar a Guanes a un duelo, que éste no aceptó. En esos hechos, que dejaron en posición desairada a los padrinos del difunto Carlos García, puede verse uno de los motivos -pero solamente uno de ellos- del ensañamiento de Albino Jara contra Barrett, tiempo después, cuando se convirtió en el hombre fuerte del gobierno en 1908.

         Barrett tenía treinta años cuando se casó con Panchita, el 20 de abril de 1906. No se trata de un mero dato para su biografía, pues hay que decir que su matrimonio y el nacimiento de su hijo constituyeron para él acontecimientos entrañables, que sólo pueden compararse a su decisión de darse enteramente a la causa de la humanidad oprimida. Las huellas de su relación afectiva con su mujer y su hijo han quedado marcadas en su correspondencia con su esposa, llena de ternura, y a veces de dolor, y en algunos textos como el admirable artículo titulado "Mi hijo". Si hubiera alguna duda sobre la nobleza y la sinceridad de este escritor, ahí están, para confirmarlas, sus cartas íntimas, en total correspondencia con las ideas y sentimientos que expresaba públicamente.

         En cuanto a su lucha por la redención social, no fue por cierto una mera pose, como en tantos otros, sino una opción existencial plenamente consciente y responsable, con la cual comprometía no sólo su inteligencia sino su vida entera. Su decisión de asumir esa causa se gestó, posiblemente, entre 1906 y 1907, y se transparenta en diversos artículos de esos años. Pero es en 1908 cuando se dedica a dar conferencias para los obreros y hace la tremenda denuncia de LO QUE SON LOS YERBALES. Ese trabajo, que se publicó originariamente como una serie de artículos entre el 15 y el 27 de junio de 1908, le costó la ruptura con la gente "respetable" y la opinión adversa de algunos periódicos.

         Barrett no fundó el sindicalismo paraguayo, pero con sus escritos le aportó las razones de su existencia, la legitimidad de su acción liberadora. La federación Obrera Regional del Paraguay ya existía y se inspiraba en la ideología anarcosindicalista. En la década del 20, las bases ideológicas del movimiento obrero paraguayo fueron tomando un sesgo socialista-marxista. Barrett, cuyos escritos eran bandera del sindicalismo anarquista, siguió siendo un referente de las organizaciones obreras y del pensamiento socialista, como testimonia, por ejemplo, la admiración que guardaban por su obra y su pensamiento fundadores del Partido Comunista en el Paraguay, como Obdulio Barte y Oscar Creydt.

         Por entonces (1908) ya había contraído la tuberculosis, que le obliga a recluirse algunas veces en San Bernardino, otras en Laguna Porá. Pero sus fuerzas para la lucha no decaen. Poco tiempo después de iniciada su campaña contra la explotación del de Estado de julio, que depone al general Ferreira y convierte al coronel Albino Jara en árbitro de la situación política. En medio de la lucha armada, Barrett y José Guillermo Bertotto, con riesgo de sus vidas, salen a recoger heridos y a prestarles los primeros auxilios. Saldo de la revolución: 60 muertos y 150 heridos; y, por supuesto, apresamientos, persecuciones, arbitrariedades, etc.

         Barrett, que no podía hacerse cómplice callando, funda un quincenario, GERMINAL, desde el cual sigue denunciando, al margen de toda bandería política, las condiciones de vida del pueblo y sus causas reales.

         Ya demasiado enfermo, deja GERMINAL en manos de Bertotto y se va a San Bernardino. Pero al ser clausurado el periódico, que sólo alcanza el undécimo número, vuelve a la lucha, proclamando en volantes su resistencia al terror, actitud que le cuesta el apresamiento, igual que a Bertotto.

         Estos hechos son bastante conocidos, pues han sido relatados por Bertotto. No nos detendremos en ellos, ni en la deportación que sufrió Barrett casi inmediatamente, y que lo llevó a Puerto Murtinho y Corumbá primero, y a Montevideo después, entre octubre y noviembre de aquel año. Detalles sabrosos y patéticos se encontrarán en las cartas que escribía Barrett a Panchita en esos días.

         La ciudad de Montevideo, en la que en un primer momento se siente desorientado, pronto se abre para él. Allí hace amistad con Frugoni, Herrera y Falco, y comienza un fecundo período de colaboraciones en el diario LA RAZÓN, que dirigía un hombre abierto y generoso, Samuel Blixen. Pero la tuberculosis, que apenas lo deja vivir, lo obliga a internarse en un hospital, desde donde sigue, sin embargo, escribiendo.         No se quedó mucho tiempo en la capital uruguaya, en la que acaso por vez primera sintió una atmósfera intelectual verdaderamente fraternal, y donde las primeras inteligencias del país reconocieron de inmediato su excepcional talento.

         Fiel a su vocación y a sus convicciones libertarias, después de tres meses y medio en Montevideo, decide volver al Paraguay a vivir confinado en una estancia de Yabebyry, inmerso en la naturaleza y la realidad campesina.

         Barrett, quien, a raíz de su destierro, había sido invitado a hablar del Paraguay, y que se negó porque no quería "contribuir al descrédito de un país que tanto amó", y porque "los trapos sucios se lavan en casa", como le decía en una carta a Hérib Campos Cervera, Barrett, desde su confinamiento, levantará su voz para defenderlo cuando es ofendido gratuitamente desde un periódico de Corrientes.

         Al cabo de un año, se le permite radicarse en San Bernardino, a cincuenta y tantos kilómetros de Asunción. Desde allí colabora en EL NACIONAL, un diario fundado ese mismo año de 1910. Y en sus páginas publica una nueva denuncia de las condiciones de vida en el campo bajo el título de "Lo que he visto"; luego incorporado a EL DOLOR PARAGUAYO. En esta ocasión le salió al paso el doctor Manuel Domínguez -bajo el seudónimo de Juvenal-, en un artículo titulado "Lo que Barrett no ha visto", donde afirmaba, poco más o menos, que Barrett veía la realidad con ojos de enfermo. Este contestó, dolido y exasperado, con un desgarrador: "No mintáis".

         Un poco más tarde entregaba a las prensas del mismo periódico los capítulos de su notable estudio sobre LA CUESTIÓN SOCIAL. Escrito como refutación de un extenso trabajo del Dr. Rodolfo Ritter  -en el cual éste niega la existencia de problemas sociales en el Paraguay, o los minimiza-, Barrett reafirma y refuerza, en su ensayo, sus juicios sobre la realidad paraguaya, además de subrayar las grandes direcciones ideológicas de las luchas sociales modernas.

         A diferencia de otros pensadores anarquistas, Barrett reivindica en este ensayo polémico la validez del aporte de Marx al pensamiento revolucionario, convirtiéndose así en precursor del anarcomarxismo que tiempo después, ya avanzada la década del 60, tomaría forma en los escritos de Daniel Guerin y Noam Chomsky. Comprendió tempranamente y con meridiana lucidez que

         ". .. el antagonismo entre anarquistas y socialistas es la última carta de la burguesía. La gran Internacional, que hizo vacilar a Europa, fracasó por la divergencia entre los discípulos de Marx y los de Bakunín. Si la actual Internacional lograra la unión de las dos ramas en el terreno relativamente neutro del sindicalismo, los minutos que le restan de vida a la sociedad capitalista, estarían contados."

         El 21 de agosto del mismo año lo visitan en San Bernardino sus amigos sindicalistas, por quienes aparece rodeado en la penúltima fotografía que conocemos de él. Barrett, consumido por la tisis, era físicamente apenas "un fantasma de sí mismo", según dijo José Concepción Ortiz. No obstante, escribe con más pasión e inteligencia que nunca. MORALIDADES ACTUALES había sido editado en Montevideo, y casi al mismo tiempo se había publicado en Asunción su folleto EL TERROR ARGENTINO. El 1° de setiembre parte hacia Francia en busca de un ilusorio alivio, llevando consigo los originales de EL DOLOR PARAGUAYO, 1911. En el Paraguay se habían quedado Panchita y su pequeño hijo, aguardando el milagro de una recuperación imposible.

         En Montevideo se detiene sólo el tiempo que falta (menos de un día) para tomar el barco que ha de llevarlo a Europa. En ese lapso acuden junto a él sus amigos -como cuenta él mismo en una carta a Panchita, escrita el 11 de setiembre en el RE VILLORÍA, vapor italiano en el cual viajaba-, "y los que más me agradaron, obreros, tipógrafos, jornaleros que me llamaban 'maestro' y me estrujaban las manos entre las suyas callosas". Los periodistas le agasajan, los fotógrafos le retratan, los editores le piden originales de libros que no ha escrito aún, "en fin -sigue diciendo Barrett-, la prosperidad al cabo". Y en el muelle, "la despedida final (...) un desconocido me dio unos ramos de violetas, diciéndome: las últimas flores de Montevideo (...) y lloré pensando en ti, en mi amor y en tu orgullo".

         No se olvida del Paraguay. A bordo del RE VITTORIO, en setiembre 1910, escribe la primera de sus CARTAS DE UN VIAJERO. Desde París, desde Arcachon -una villa a la vera del mar Cantábrico, donde pasará los dos últimos meses-, Barrett sigue enviando sus artículos a los periódicos paraguayos y uruguayos. La muerte de Tolstoi, uno de los pocos contemporáneos que admira, motiva dos de sus más hermosos artículos, uno de ellos publicado ya póstumamente en Asunción.

         El 13 de diciembre de 1910 Barrett sabe ya que la llama está a punto de apagarse. Sus manos trazan, entonces, para su mujer y su hijo, las últimas palabras "para decir que estoy demasiado bien cuidado, y que mi alma está serena y llena de confianza en la vida que os recompensará de vuestros dolores si los examináis y sufrís con lealtad y con valor". El 17 de diciembre, a las cuatro de la tarde, su vida se extingue. Había muerto el hombre, no su palabra, fundida ya en la sangre y en la conciencia de la humanidad oprimida.

 

III. LA PALABRA RADICAL

 

1. LOS CONTEXTOS

 

1.1 EL CONTEXTO NOVECENTISTA

 

         Puede decirse que en el Paraguay, dejando de lado el período colonial, compartido con los países del Río de la Plata, la literatura y las artes cobran perfil propio recién a principios del siglo XX, treinta años después de la guerra de exterminio que sufrió entre 1864 y 1870. En estas condiciones, la emergencia de las primeras manifestaciones literarias de algún valor se da con la llamada "Generación del 900" y en seguida con el Modernismo literario.

         Más que a la literatura, los novecentistas se dedicaron a la historia, la sociología y la política. Para ellos, lo prioritario fue recuperar la autoestima nacional y levantar a la patria de su postración. En términos estéticos, se hallaban a mitad de camino entre un romanticismo tardío y el emergente Modernismo. Aunque el esfuerzo generacional apuntaba a ponerse a la altura de los tiempos, su intento de modernidad estaba minado de contradicciones ideológicas y estéticas. En política, las líneas dominantes fueron el liberalismo y el nacionalismo, dos formas de conservadurismo o reaccionarismo. En literatura, escribieron poemas de exaltación del pasado heroico; lo mismo que en historia, preocupada por la reivindicación de un tiempo perdido o la afirmación de derechos nacionales conculcados.

 

1.2 EL CONTEXTO MODERNISTA

 

         El modernismo poético -y literario en general- coincide con la actividad intelectual desplegada por los novecentistas y tiene manifestaciones relativamente tardías en el país. Entre los primeros modernistas hallamos a dos extranjeros: Goycoechea Menéndez y Rafael Barrett. El primero había llegado a principios del 900 y tuvo una presencia breve en el país. A pesar de ello, dejó un pequeño volumen de cuentos, GUARANÍES (1905), de valores no desdeñables. Su aporte fue importante para la consolidación de una temática nacionalista, con acento romántico y formas modernistas. Barrett, tras un poema de ese mismo año, "Decadente", y algunos textos en prosa, marcados por una sensibilidad decadentista, dará origen, en artículos, ensayos y textos artísticos, a una línea de escritura y pensamiento que rebasará largamente esa tendencia y dará lugar a una modernidad crítica fundamental en la cultura paraguaya e hispanoamericana.

 

2. PENSAMIENTO, ESCRITURA, REALIDAD

 

2.1 LA OBRA

 

         En poco más de seis años -el tiempo que duró su permanencia en América- Barrett realizó una excepcional labor intelectual y artística, la mayor parte de ella a través de sus colaboraciones en la prensa paraguaya y en la de los países del Plata.

         Barrett no llegó a ver reunida en volumen sino una pequeña parte de su trabajo. En los años siguientes a su muerte fueron publicándose compilaciones de sus numerosos escritos, y en 1943 y 1954, respectivamente, aparecieron la primera y la segunda edición de sus OBRAS COMPLETAS, reunidas en los volúmenes editados por Bertani y Claudio García en Montevideo, y por La Protesta y Fueyo en Buenos Aires. Sin embargo, más de un centenar de textos, dispersos en periódicos de Argentina, Uruguay y Paraguay, fueron omitidos. Esos escritos3 abarcan una amplia gama temática, semejante a la de sus obras conocidas. Algunos de ellos se refieren al Paraguay.

         Escritor de agudo espíritu crítico, Barrett se revela en la plenitud de su fuerza creadora sobre todo en sus escritos sobre la problemática social y humana. En sus artículos, ensayos y conferencias cobran relieve especialmente las cuestiones morales, la injusticia social, el problema de la religión en el mundo contemporáneo y las creaciones artísticas. No tuvo tiempo de sistematizar su pensamiento, si alguna vez se propuso hacerlo, pero en sus textos la razón y la fe humanista guardan perfecta coherencia.

         Una parte considerable de los artículos de Barrett son, por su estructura y contenido, ensayos breves. Son también numerosos los artículos en que comenta o critica hechos de la época. En unos y en otros pueden apreciarse la lucidez de su espíritu y la firmeza, y profundidad de su ideario humanista.

         La escritura "barrettiana" no quedó circunscripta a los géneros periodísticos: abarcó también la narración y la poesía, sin desmedro frente a sus artículos y ensayos.

 

2.2 UN PENSAMIENTO MÁS ALLÁ DE LOS CÁNONES

 

         Hombre de vasta cultura, Barrett pensó la realidad y el hombre más allá de las convenciones y los cánones. El autor de EL DOLOR PARAGUAYO cimentó su literatura y su prédica social en una filosofía del altruismo que entronca con las doctrinas libertarias y el humanismo evangélico, rompiendo con toda ortodoxia. "Descubrir la energía interior y entregarla para renovar el mundo, he aquí el altruismo", dice en uno de sus ensayos capitales, "Filosofía del altruismo". Esa energía es concebida no como una fuerza orientada por leyes convencionales sino como una tendencia radical de la naturaleza humana, "hermana de la humilde energía celular que convierte los jugos oscuros de la tierra en pétalos perfumados". Barrett hace también en el citado ensayo una crítica al intelectualismo, cuyos esfuerzos por reducir la realidad a rígidos esquemas racionales llega a considerar como "signo de atrofia en la intuición". Es evidente que con esa postura intenta superar, estimulado por el pensamiento de Bergson -a quien considera uno de los "príncipes de la especulación contemporánea"-, las limitaciones del positivismo, y en particular de la filosofía del altruismo tal como la había concebido Comte.

         En el orden filosófico, Barrett formuló, de manera satírica, ideas que anticipan grandes líneas del pensamiento contemporáneo. Así, escribe en su ensayo "Filosofía del altruismo":

         "No entiendo la filosofía al estilo profesional. Creo que todo ser vivo tiene la suya, y tal vez todo cristal y todo átomo. Para mí no se trata de una ciencia, sino de la trayectoria que sigue el centro de gravedad de nuestro espíritu."

         Anticipándose en muchos años a Heidegger y Sartre, escribe en su artículo "El esfuerzo": "Para el que tiene los ojos abiertos y el oído en guardia, para el que se ha incorporado una vez sobre la carne, la realidad es angustia".

         El pensamiento barrettiano se despliega en múltiples direcciones e implica una concepción epistemológica de extraordinaria creatividad, agudeza y precisión. No es casual que hoy se siga leyendo a Barrett, a pesar de haber sido también desterrado de la cultura oficial durante mucho tiempo.

 

2.3. PENSAMIENTO SOCIAL

 

         Consecuentemente, el pensamiento de Barrett se abre a las ideologías sociales más avanzadas de la época, propiciando la liberación del hombre mediante una revolución espiritual y moral que lo haga dueño de su destino.

         Su crítica alcanza, así, no sólo al sistema económico vigente, sino también a las superestructuras que atan al individuo a formas de relación social contrarias a la razón y a la naturaleza solidaria de la especie humana. "Matad el principio de autoridad donde lo halléis", dice Barrett, sentenciando luego: "Que el hombre lo examine todo por sí. Que sea responsable de sí propio".

         Barrett vino a coincidir con una brillante generación de intelectuales paraguayos: la Generación del 900; y fue amigo de algunos de los exponentes de esta magnífica camada de intelectuales. En el campamento liberal de Villeta, en 1904, había conocido a Manuel Gondra, Modesto Guggiari, Manuel Domínguez, entre otros; pero pronto sus caminos divergirían en la apreciación de la "realidad paraguaya". Mientras los paraguayos se dedicaban a la historia (una historia lastrada de ideología nacionalista o liberal) y la política, ocupando muchas veces altos cargos gubernamentales, el español -el hispano-paraguayo, para nosotros- miraba el mundo desde un punto de vista independiente y encontraba que la sociedad padecía de una enfermedad terrible: la injusticia. Para un hombre que había conquistado la libertad interior y la conciencia crítica, la explotación y la opresión del prójimo eran intolerables.

         Barrett, de joven aristócrata español a anarquista en el Paraguay: la historia, contada después de su muerte a algunos de sus coetáneos españoles, resultaba incomprensible; en cualquier caso, no más que una excentricidad. A los intelectuales paraguayos de su época, que vivían la misma historia -la misma realidad-, en cambio, Barrett les parecía un exaltado, un hombre de visión distorsionada por la enfermedad. Así lo vieron Manuel Domínguez y Juan E. O'Leary en dos momentos diferentes. Los dos serían -eran ya en ese momento- los representantes máximos de un nacionalismo que, en última instancia, no sería sino una mistificación más.

         En esas circunstancias, el pensamiento y la expresión de Barrett resultaban incongruentes. Para la intelectualidad paraguaya del "900" lo prioritario fue -para decirlo en jerga contemporánea- recuperar la "autoestima" nacional. De muchas maneras: entre otras, funcionando dentro del "orden establecido", esto es, postergando sine die la recuperación de algo mucho más importante: el sentido de la dignidad humana en cada hombre concreto, es decir, el sentido de la justicia y la libertad solidarias.

         La elección de Barrett, del punto de mira anarquista para la consideración de los problemas sociales, fue, a nuestro entender, menos una opción ideológica que una toma de posición ética. Barrett veía en el anarcosindicalismo "la extrema izquierda del alud emancipador", la vía directa y rápida para cambiar la sociedad humana. En términos históricos, el movimiento anarquista no alcanzó sus objetivos y se fue debilitando en su práctica político-social. En un mundo desquiciado por las "ideologías de la muerte", por la práctica demencial de la injusticia, los valores libertarios -la afirmación de la libertad y la solidaridad- constituye, seguramente, una respuesta ineludible. Barrett no se había equivocado en lo esencial.

         Barrett asumió en gran medida el pensamiento anarquista -de ello son testimonio varios textos-, además de participar solidariamente en actos del movimiento anarcosindicalista local. Pero reducir el pensamiento del autor de EL DOLOR PARAGUAYO a una determinada ideología sería un error. La constitución y la dinámica de su pensamiento, en todos los órdenes, niegan, precisamente, la ideología entendida como expresión mistificadora y esclerosada de intereses sectoriales. El pensamiento barrettiano es, esencialmente, un pensamiento crítico y creador que va mucho más allá del pensamiento ideológico. En la raíz de su práctica discursiva hay una dinámica generativa que abre su pensamiento hacia vastos horizontes al mismo tiempo que propone implícitamente una epistemología liberadora radical. De allí, sin duda, la notable actualidad de su escritura y la vitalidad de su lenguaje y de su pensamiento.

         Sus ideas se proyectaron, efectivamente, en la prédica de la solidaridad obrera y de los valores ideológicos del anarquismo, que "tal como lo entiendo -dice Barrett- se reduce al libre examen político". No se limitó a exponer su pensamiento libertario. LO QUE SON LOS YERBALES y EL TERROR ARGENTINO son denuncias concretas de una situación social monstruosa, frente a la cual callaba la mayor parte de sus contemporáneos ilustrados. Al rechazar la explotación del hombre por el hombre y renunciar a los privilegios de su clase, conoció en sí mismo el dolor y la ira de los humildes. Su libro EL DOLOR PARAGUAYO es una revelación desgarradora de las condiciones de vida del pueblo al cual "honró y castigó con su gran amor y su gran talento", como dijo también José Concepción Ortiz. En dos libros PÓSTUMOS, MIRANDO VIVIR e IDEAS Y CRÍTICAS, se encuentran, asimismo, algunos de sus mejores artículos de crítica social y moral.

         En 1910 Barrett publicó uno de sus más importantes escritos de orden ideológico y de análisis social. Bajo el título de LA CUESTIÓN SOCIAL enfoca y analiza el pensamiento social revolucionario, señalando su validez y la necesidad de que sus grandes líneas ideológicas vuelvan a convergir. Dice Barrett al finalizar el citado ensayo:

         "Ni en el Paraguay, ni el último rincón del globo se sustraen ni se sustraerán a un movimiento humano de la trascendencia de la emancipación económica. Se trata de una ola más alta y más profunda que la extensión del cristianismo en los siglos XV y XVI, que la extensión de la democracia en el siglo XIX. Es el clima social del planeta lo que se transforma, ¡aunque alcéis en torno muros de diez millas, no detendréis la primavera! Nada detendrá la marcha del pensamiento en busca del dolor, y el dolor está en todas partes. Nada detendrá al tiempo."

 

2.4 CRÍTICA LITERARIA

 

         Sus consideraciones estéticas no se redujeron al campo teórico. Se ocupó concretamente de diversas producciones literarias y artísticas. En el comentario de libros se mostró como un crítico penetrante, de vasta cultura y fina sensibilidad. Aunque no sean muy numerosas las páginas en que intenta la valoración estética particular, bastan para calificarlo como uno de los críticos más inteligentes de su tiempo. Sus artículos sobre Tolstoi, Gorki, Rodó, Delmira Agustini y otros escritores, son magistrales. Su crítica no se limita al examen de los contenidos o a la interpretación impresionista. Poseía un saber filológico que le permitía estimar con precisión el valor y la función de la materia lingüística en la obra de arte literaria, como lo prueban sus páginas sobre Leopoldo Lugones y Vargas Vila.

 

2.5 LA ESCRITURA

 

         ¿Exagera Augusto Roa Bastos al referirse a la escritura de Barrett como un hecho fundador en nuestra literatura?

         "Barrett nos enseñó a escribir a los escritores paraguayos de hoy -dice el autor de Hijo de hombre-; nos introdujo vertiginosamente en la luz rasante y al mismo tiempo nebulosa, casi fantasmagórica, de la «realidad que delira» de sus mitos y contramitos históricos, sociales y culturales."4

         Particular interés tienen sus breves narraciones, en algunas de las cuales se nota la huella del decadentismo finisecular. Barrett propiciaba una literatura realista -dando al término un sentido menos estrecho, ciertamente, que ciertos teóricos revolucionarios- y entre sus creaciones más interesantes se cuentan, precisamente, aquellas en que consigue plasmar su visión crítica de la realidad y la vida. Cabe mencionar, como ejemplo, su cuento "El maestro", donde ha configurado una patética situación humana mediante una estructura narrativa rigurosa y una expresión precisa y sugerente al mismo tiempo, sin concesiones al esteticismo que caracteriza la literatura de la época. Por su valor simbólico-ideológico y por la economía y unidad de su construcción literaria, hay que citar otros dos cuentos, "El propietario" y "El pozo", en cuyo universo semántico subyacen, curiosamente superpuestos, elementos de la escatología bíblica y del materialismo histórico.

         Aunque poco conocido, pues no figuraba en las dos primeras ediciones de sus OBRAS COMPLETAS5, su poema "Decadente" -título por demás significativo-, publicado originariamente en la revista CRI-KRI, de Asunción, en 1905, podría figurar en la más rigurosa antología de la poesía modernista hispanoamericana. En la misma revista dio a conocer otro poema: "Fuego y ceniza". Se trata, al parecer, de las dos únicas poesías (en verso) publicadas por Barrett.

         Pero el valor estético de su obra no radica sólo en unos intentos de creación literaria, sino también en el potente y luminoso estilo de sus artículos y ensayos. En este aspecto puede ubicarse a Barrett entre los escritores de lengua castellana más destacados. Su rigurosa prosa, en efecto, supera largamente los límites de la literatura de su época y afirma su calidad hoy, más allá de lo que Gillo Dorfles ha llamado "las oscilaciones del gusto".

         Si bien el aspecto artístico de la obra de Barrett no ha sido hasta ahora suficientemente estudiado, son muchas las voces que hoy afirman que el autor de MORALIDADES ACTUALES y EL DOLOR PARAGUAYO es el escritor más importante de su época en el mundo hispánico. En efecto, la potencia de su escritura, el esplendor estético de su lenguaje y la radicalidad de su pensamiento hacen de este autor una figura que rebasa los cánones y trasciende su tiempo, anticipando la modernidad en muchos sentidos.

 

2.6 PENSAMIENTO ARTÍSTICO

 

         Barrett formuló su pensamiento sobre el hecho artístico en diversos escritos, y especialmente en su ensayo DE ESTÉTICA. En este campo sus ideas se vinculan a las teorías que consideran el arte como un fenómeno estrechamente ligado a la evolución y a la naturaleza humana, a la cual revela y exalta. "Todos seguimos -dice en el citado ensayo- en un poema, no una ficción, sino una historia y no una historia cualquiera, sino nuestra propia historia", y la función del gran arte, la misión del genio, "es fijar y animar los gérmenes nacidos inconscientemente en la obscuridad de las mentes, fecundar las matrices sociales de donde saldrán las ideas y las emociones futuras y gestar poco a poco las concepciones venideras en lo moral".

         Barrett concibe, pues, el arte también como un compromiso y una función moral, pero no en relación con una normativa convencional y petrificada, sino con una concepción humanista tendiente a formas espirituales y sociales superiores.

 

2.7 EL GUARANÍ

 

         No puede olvidarse su notable artículo sobre el idioma guaraní, incluido en EL DOLOR PARAGUAYO, donde reivindica tempranamente la lengua autóctona, en una época en que se hallaba prácticamente proscripta de las escuelas y en sometimiento diglósico, como consecuencia de las políticas lingüísticas que el liberalismo -excluyente de las culturas aborígenes y triunfante con los aliados argentinos y brasileños en la guerra de 1864-1870- había impuesto al país a través de la educación formal.

         Por lo demás, no queda espacio ahora sino para mencionar, sin detenernos en ellas, sus sorprendentes observaciones sobre la naturaleza y las notas diferenciales del lenguaje literario.

 

3. TRASCENDENCIA AMERICANA DE BARRETT

 

         Por la amplitud y profundidad de sus intereses intelectuales y morales, Barrett podría ser ubicado en el nivel de los escritores de la llamada generación española del 98 -la generación modernista-, a la cual sin duda pertenecía originariamente. Pero no fueron las circunstancias españolas sino los problemas humanos de América, y particularmente del Paraguay y de los países del Plata, los que estimularon su espíritu y motivaron sus candentes escritos. Por ello Barrett vino a ser una de las figuras principales del novecentismo rioplatense (particularmente en su línea modernista), así como uno de los grandes precursores de la literatura social americana, vasta corriente que ha traído a primer plano el tema del hombre oprimido por estructuras socioeconómicas anacrónicas e irracionales.

 

4. POR UNA ÉTICA DEL PENSAMIENTO Y DE LA ESCRITURA

 

         En una época de abdicaciones y complicidades intelectuales con el orden político, social y económico establecido, la figura del escritor comprometido corre el riesgo de parecer anacrónica. He aquí, sin embargo, otra razón más de su vitalidad: la obra de Barrett, que se encuentra en la raíz de algunos, de los mayores escritores hispanoamericanos -y paraguayos, desde luego-, constituye también un acto de razón y fe incontestable.

         Dondequiera que la injusticia y la opresión aflijan la vida humana, la palabra de Barrett resonará en la plenitud de su sentido, en la plenitud de su valor literario. Y hay que entender aquí "valor literario" más allá de cualquier narcisismo esteticista. La escritura barrettiana, como la de todo gran creador, mantiene en vilo los valores incandescentes -éticos y estéticos- del hombre entero, del escritor auténtico.

         Barrett, finalmente, fue eso: un hombre entero, un escritor auténtico.

 

 

IV - TEXTOS DE RAFAEL BARRETT

 

PEQUEÑA ANTOLOGÍA

 

2. ARTÍCULOS Y ENSAYOS

 

 

LA REVOLUCIÓN DE 1904

 

Del Paraguay. Desde el cuartel revolucionario. Principio de actividad. Ensayando la puntería y con éxito. Acción de Chaco'í. (De nuestro enviado especial).

 

         Señor director de EL TIEMPO:

         De un momento a otro entran los revolucionarios, o los revoltosos, como los llama desdeñosamente un gobierno aterrado, en el periodo de actividad decisiva que según todo cálculo, dará fin a la campaña. Las fuerzas del norte, ya en posesión del armamento que les pasó el "Sajonia", a las barbas de las baterías de San Antonio, con la frescura de costumbre, se están batiendo frente a la Asunción. Esperamos una señal para ponernos en movimiento.

         Este pequeño ejército de toda clase, dirigidos por un puñado de militares inteligentes, presenta al espectáculo simpático de una alegre fraternidad, de una imperturbable confianza. La gran tarea de todo el mundo es la puntería; los soldados improvisados han comprendido que el triunfo consiste en apuntar bien, y siguen al pie de la letra las recomendaciones que nos da el jefe de estado mayor, comandante Cabañas Saguier, en su academia diaria. Así resulta que en todos los encuentros las bajas del enemigo son cuatro o cinco veces superiores a las nuestras.

         En la escaramuza de Guarambaré, de la que hablaré luego, un muerto revolucionario por diez gubernistas y muchos heridos. En la acción Chaco'í donde se pretendió detener las armas que iban a Villa Hayes, cuatro bajas y un batallón copado, por ninguna baja revolucionaria. ¡Los hombres de Ezcurra llegan ya a murmurar que los revoltosos no apuntan más que a la cabeza!

         Por supuesto que el gobierno no cuenta jamás las cosas como son, en lo que hace perfectamente. Y es un gracioso detalle que circulen por Asunción, entre las familias azules, tarjetas postales firmadas en el campamento por los mismos muchachos que según los boletines están bajo tierra desde una semana antes.

         El general Ferreira, en cambio, es partidario de no ocultar nunca la verdad, por amarga que sea. Cuando ocurrió en Itororó la muerte del intrépido y desgraciado capitán Almeida, se supo la noticia en Asunción por conducto revolucionario. El gobierno lo ignoraba, y daba por muertos a otros oficiales. Almeida era de una bravura exagerada, y en la Argentina deja recuerdo de ella. Con la ingle destrozada por el balazo que acababa con él a las pocas horas, dijo sencillamente al general: "Lo que siento es que me hayan herido tan pronto".

         Aquí cada cual está impaciente por habérselas con las fuerzas gubernistas. Las crueldades de todo género que comenten, engendran un odio profundamente envenenado. Yo he sido testigo hace pocos días de uno de esos actos de barbarie cuyo espectáculo es capaz de transformar en bárbaro al hombre más justo. Durante el combate que sostuvo el 3, la academia del regimiento primero de Villeta con la de Guarambaré, mucho más numerosa, uno de los nuestros fue herido, cayendo a tierra en poder del enemigo, pues el tiroteo era a cortísima distancia. El desgraciado fue rematado a sablazos, y pudimos observar en su cadáver, que se recogió más tarde, las manos rajadas del que se defendió vanamente en la agonía. Se sabe que todo prisionero será degollado.

         ¿Pero qué no harán con sus contrarios los secuaces de los generales Escobar y Caballero, cuando con igualmente crueles con sus mismos soldados? He aquí un episodio, confirmado hasta en los detalles, del encuentro de Limpio. Fue de esta acción herido en una pierna un recluta gubernista. Llevado a presencia de su jefe, el bárbaro José Gil, famoso caudillo que con los Fleitas y Caballero ha dominado tantos años al Paraguay, quisieron, hacer caminar al infeliz.

         -Tengo la pierna rota -gemía.

         -Este hombre está inútil -dijo Gil-, acábenlo.

         Y lo asesinaron, a pesar de sus protestas desesperadas de que marcharía con su pierna rota. Hasta en tiempo de paz han encontrado medios de satisfacer sus instintos bestiales los tiranuelos del Paraguay, y han sangrado en esclavos indefensos la apoplejía de ferocidad heredada de los Francia y de los López. No hace un año que Luis Caballero, sobrino político del general, yendo de paso con sus amigos, detenía a un infeliz y sacando el revólver exclamaba:

         -Vamos a ver qué tal estoy de puntería.

         Dio en el blanco y a las dos horas estaba el asesino en libertad.

         El remedio está en la escuela, en la facilidad de comunicaciones, en el advenimiento al poder de hombres civilizados, capaces de dirigir sin tiranizar y de administrar sin robar. En Buenos Aires está actualmente el ex ministro de Ezcurra señor Sosa, representante del Paraguay. Crean mis lectores que lo único que Sosa representa dignamente es su gobierno.

         Si la revolución no triunfa, el país morirá a manos de los que han convertido el homicidio y el robo en sistema político. Esta pequeña república, rica y virgen, pasará del poder del tirano al poder extranjero. Pero estoy persuadido de que los revolucionarios estarán pronto en la Asunción, cueste lo que cueste. Jamás han sido más justificadas las medidas violentas. El Paraguay tiene una Constitución democrática, leyes libres, cuyo cumplimiento no han de encontrar, como en otras partes, los obstáculos de una aristocracia y de una iglesia. Se trata de una esclavitud impuesta por los hombres, no por las leyes, y si las leyes se pueden transformar, los hombres hay que barrerlos.

Villeta, noviembre 1910.

 

 

LA VERDADERA POLÍTICA

 

         Son inherentes a la democracia los partidos modernos, tan distintos de los partidos cortesanos de otras épocas como la intriga palaciega del sistema electoral. Los pueblos nuevos nacen a la vida política limpios de la funesta herencia aristocrática y clerical que se adhiere aún, semejante a una costra, a la carne sin cicatrizar de algunas naciones europeas; pero el romanticismo de la juventud presta a los partidos una actuación apasionada que los hace sospechosos al ciudadano pacifico. Hay quien cree que los partidos son malos. No, no es malo lo que viene a su tiempo, lo que constituye una forma inevitable, porque es natural, de la energía orgánica. Lo único malo es la debilidad y la vejez.

         Las pasiones de los hombres nos chocan a veces, y nos sentimos tentados de afirmar que hacen obra de destrucción y no de progreso, mas no olvidemos que la necesidad lo ha creado todo, y que la ambición personal ha echado los cimientos de la civilización. Es que la naturaleza nos engaña, presentándonos el medio por el fin, de esa manera al servir nuestro interés servimos el de la sociedad. La cuestión consiste en ver con inteligencia el interés a la vez individual y colectivo, y en desechar las especies inferiores del egoísmo que no razona.

         El Paraguay ofrece hoy un espectáculo casi sin ejemplo. Como solución, evidentemente feliz y generosa, a una guerra que amenazaba concluir con la república, se ha llegado a una situación liberal que no lo es del todo, enfrente de una oposición que, por consiguiente, no es tampoco homogénea. Se comprende lo peligroso y delicado de tal estado de cosas. En estos momentos se trata de reorganizar la administración, y de distribuir los puestos. Necesarios son el mayor tacto y la más fina perspicacia en los miembros del gabinete para llevar a bien faena tan espinosa, y tan llena de dificultades futuras. Hay que conservar la paz perfecta, y por mucho tiempo. Hay que traer el funcionamiento regular y libre de la política. Nada más laborioso en las condiciones actuales.

         Tiene que deslizarse el gobierno entre escollos. El de extremar su color político lanzado de sí a ciertos elementos útiles, y el de ceder a compromisos inevitables, debilitando su estructura ya heterogénea. Por otra parte, más le conviene quizá tener algunos hombres en la oposición que en el poder.

         Una de las causas del mal posible es la siguiente. Hay puestos que no deberán tener carácter político. En circunstancias normales, ¿por qué ha de ocuparse un juez de política? ¿Hay dos maneras de interpretar la ley? Para un soldado, ¿hay dos maneras de defender la patria? Para un profesor ¿hay dos maneras de enseñar la verdad?

         Existen engranajes fundamentales en el mecanismo de una república, engranajes que no tienen otro deber que ser de buen acero y de marchar con precisión, engranajes que sería absurdo cambiar cada vez que se revela el maquinista. No conviene a la patria ni a los mismos partidos que un empleado sufra o se aproveche de crisis que únicamente deben tocar a los directores de una situación.

         He vivido años en España, y he podido observar esta desgraciada clase de funcionarios, cuyo pan depende de una interpelación en el congreso. Es fatal que desempeñen sus funciones sin amor y sin fidelidad, y que no haya en sus almas más que servilismo y miedo.

         El gabinete del señor Gaona es una garantía para todos. Su advenimiento representa un bien considerable, un gran adelanto para este hermoso pueblo, que no necesita sino calma para recobrar su nivel de prosperidad merecida. En la difícil situación presente, una hábil y valiente norma de conducta será dar los puestos técnicos, impersonales, a quien sencillamente sea digno de ellos. La justicia que presida esta elección asegurará una especie de consagración que es la base del progreso social. El funcionario comprenderá que su fuerza y su prestigio consisten en ser el mejor funcionario posible. Irá abandonando sus aficiones políticas y dedicándose a su deber, a medida que sienta lo fecundo de su obra, y vea el medio de ser directamente útil a su nación. Bien considerado todo, lo más sabio es llamar a los honrados y a los competentes.

         Así se conseguirá que en los partidos políticos, desde luego esenciales a la vida pública, no figuren más que los profesionales, formando esos núcleos directores cuyo movimiento es como el balancín interno que regula la marcha de los pueblos; así se logrará la división del trabajo, indispensable a la grandeza nacional. El ideal sería que un ministro estuviera incapacitado para nombrar a un portero, y sujeto a los tribunales tan estrechamente como el último de los ciudadanos.

         Esto, que es la verdadera política, no es disminuir la autoridad y la acción del gobierno, sino definir exactamente la esfera de su actitud. Terminaré con la frase de un ilustre hombre de estado: "Fuera de su esfera, el gobierno no debe usar el poder, pero dentro de ella, por mucho que use de él, nunca será demasiado".

EL DIARIO, 26 de enero de 1905

 

 

LO QUE HE VISTO

 

         En un año de campaña paraguaya, he visto muchas cosas tristes...

         He visto la tierra, con su fertilidad incoercible y salvaje, sofocar al hombre, que arroja una semilla y obtiene cien plantas diferentes y no sabe cuál es la suya. He visto los viejos caminos que abrió la tiranía devorados por la vegetación, desleídos por las inundaciones, borrados por el abandono. Cada paraguayo, libre dentro de una hoja de papel constitucional, es hoy un miserable prisionero de un palmo de tierra. No tiene por dónde sacar las cosechas, que tal vez en un esfuerzo desesperado, arrancaría al suelo y se contenta con unos cuantos liños de mandioca, roídos de yuyos. Más allá, bajo el naranjal escuálido que dejaron los jesuitas, se alza el ranchito de lodo y de caña, agujero donde se agoniza en la sombra. Entrad: no encontraréis un vaso, ni una silla. Os sentaréis en un pedazo de madera, beberéis agua fangosa en una calabaza, comeréis maíz cocido en una olla sucia, dormiréis sobre correas atadas a cuatro palos. Y pensad que se trata de la burguesía rural.

         He visto las mujeres, las eternas viudas, las que aún guardan en sus entrañas maternales un resto de energía, caminar con sus niños a cuestas. He visto los humildes pies de las madres, pies agrietados y negros y tan heroicos buscar el sustento a lo largo de las sendas del cansancio y de la angustia y he visto que esos santos pies eran lo único que en el Paraguay existía realmente. ¡Y he visto los niños, los niños que mueren por millares bajo el clima más sano del mundo, los niños esqueletos, de vientre monstruoso, los niños arrugados, que no ríen ni lloran, las larvas del silencio!

         Y me han mirado los hombres, y las mujeres y los niños y sus ojos humanos, donde había el hueco de una esperanza, porque este es el país más desdichado de la tierra. No castiguemos, no acusemos; si no hay en nuestros hermanos solidaridad, si no aciertan a respetar a sus compañeras ni a querer a sus hijos, si para evadirse de su oscuro dolor llaman a las puertas de la lujuria, del alcohol o del juego, no nos indignemos. No debemos juzgar su mal, debemos curarlo. ¡Y cuánta fraternal paciencia, cuánta dulzura tiene que haber en nuestras manos consoladoras, para curar, por todo el territorio, las raíces enfermas de la raza!

         Y he visto en la capital la cosa más triste. No he hallado médicos del alma y del cuerpo de la nación; he visto políticos y negociantes. He visto manipuladores de emisiones y de empréstitos, boticarios que se preparan a vender al moribundo las últimas inyecciones de morfina...

         EL DOLOR PARAGUAYO, 1911.

 

NOTAS

 

1 "Bajo el terror", volante, 3-XI-1908.

2 Publicado originariamente en el diario El Sol, de Madrid. Ha sido reproducida en la edición paraguaya de las Obras completas, tomo IV, 1988-1991.

3 Hoy ya publicados en la edición paraguaya de sus OBRAS COMPLETAS, tomo IV, edición de Miguel Ángel Fernández, Asunción, RP-ICI, 1988-1991.

4 Prólogo a EL DOLOR PARAGUAYO, Edición de Miguel Ángel Fernández, Caracas, Ayacucho, 1978.

5 Ahora ya publicado en OBRAS COMPLETAS, tomo IV, edición de Miguel Ángel Fernández, Asunción, RP-ICI, 1991.

 

 

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

SELECCIÓN

OBRAS DE RAFAEL BARRETT

La huelga (folleto). Asunción, 1908.

Lo que son los yerbales paraguayos (folleto). Montevideo: O. M. Bertani, 1910. (Prólogo de José Guillermo Bertotto).

El terror argentino (folleto). Asunción: Grabow y Schauman, 1910. (Edición de Miguel Vila).

Moralidades actuales. Montevideo: O. M. Bertani, 1910.

El dolor paraguayo. Montevideo: O. M. Bertani, 1911.

Cuentos breves. Montevideo: O. M. Bertani, 1911.

Al margen. Montevideo: O. M. Bertani, 1912.

Ideas y críticas. Montevideo: O. M. Bertani, s.f., (1912).

Diálogos, conversaciones y otros escritos. Montevideo: O. M. Bertani, 1912.

El dolor paraguayo. Editorial Buenos Aires: Bautista Fueyo, s.f.

Mirando vivir, Montevideo, O. M. Bertani, 1912.

Artículos diversos (folleto). San José (Costa Rica), 1913. (Prólogo de José Guillermo Bertotto).

Diálogos, conversaciones y otros escritos. Montevideo: Claudio García editor, 1918. (Prólogo de Alberto Lasplaces).

Páginas dispersas. (folleto). Buenos Aires, s.f. Páginas dispersas. Montevideo: Claudio García editor, 1923. (Prólogo de Armando Donoso).

Barrett sintético. Buenos Aires: Claridad, s.f., (1929). (Selección y prólogo de Juan Guijarro).

Obras completas. Buenos Aires: La Protesta, s.f., (1932).

Obras completas. Buenos Aires: Tupac/Americalee, 1943.

Obras completas (3 tomos). Buenos Aires: Tupac/ Americalee, 1954.

Cartas íntimas. Montevideo: Biblioteca Artigas, 1967. (Prólogo de Luis Hierro Gambardella. Introducción y notas de Francisca López Maíz de Barrett).

El dolor paraguayo. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978. (Prólogo de Augusto Roa Bastos. Compilación y notas de Miguel Ángel Fernández).

Rafael Barrett, anarquismo y denuncia. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1987. (Introducción y selección de Jorge A. Warley).

Obras completas (4 tomos). Asunción: RP-ICI, 1988-90. (Edición de Miguel Ángel Fernández y Francisco Corral).

Marginalia. Montevideo-Asunción: Ediciones Germinal, 1991. (Edición de Vladimiro Muñoz).

Sembrando Ideas. Santander: Rodu, 1992. (Edición y estudio de Vladimiro Muñoz. Prólogo de Roberto Lavín Bedia).  

García Diniz, Alai: *Rafael Barrett: Crónica ácrata en el Plata*. Tesis de Maestría, inédita. Sao Paulo: 1992.

Germinal (Antología). Asunción: El Lector, 1996. (Edición de Miguel Ángel Fernández).

A partir de ahora el combate será libre. Madrid: Ladinamo Libros. (Prólogo de Santiago Alba Rico).

El dolor paraguayo. Buenos Aires: Capital Intelectual, 2010. (Estudio preliminar de Osvaldo Bayer).

Escritos. Buenos Aires: Ediciones del Valle, 2010. (Prólogo de Carlos Penelas).

 

PRÓLOGOS

ANTONIO MIGUEL VILA: La ley social en la Argentina, Asunción, Grabow y Schauman, 1910. ("Dos palabras").

ERNESTO HERRERA: Su majestad el hambre, Melo (Uruguay), El deber Cívico, s.f., ("Prefacio").

 

LIBROS Y FOLLETOS SOBRE BARRETT

Bertotto, José Guillermo. El escritor Rafael

Barrett, (folleto). Santiago de Chile, 1912. (Prólogo de Víctor Domingo Silva).

Bertotto, José Guillermo. El escritor Rafael Barrett. Calgari (Canadá): La Escuela Moderna, 1977. (Prólogo de Víctor Domingo Silva).

Bertotto, José Guillermo. Mi amigo Rafael Barrett. Obra inédita. Original mecanografiado. Mar del Plata: 1967-1968.

Corral, Francisco. El pensamiento cautivo de Rafael Barrett. Crisis de fin de siglo, juventud del 98 y anarquismo. Madrid: Siglo XXI, 1994.

Domínguez, Manuel. Rafael Barrett, Asunción: La Colmena, 1910.

Donoso, Armando. Un hombre libre: Rafael Barrett (folleto). Buenos Aires: Selectas de la Revista América, 1920.

Forteza, Jorge R. Rafael Barrett. Su obra, su prédica, su moral. Buenos Aires: Atlas, 1927.

Lara, Noel de (Pseudónimo de León Federico Fiel). La obra de Rafael Barrett. Buenos Aires: Sol, 1921. (Prologo de José Guillermo Bertotto).

Massuh, Víctor. En torno a Rafael Barrett, una conciencia libre. Tucumán: La Raza, 1943.

Morán, Gregorio: Asombro y búsqueda de Rafael Barrett. Barcelona: Anagrama, 2007.

Muñoz, Vladimiro. El pensamiento vivo de Barrett. Buenos Aires: Rescate, 1977.

Muñoz, Vladimiro. Barrett en Montevideo. Montevideo: Imprenta García, 1982.

Muñoz, Vladimiro. Barrett. Asunción-Montevideo: Ediciones Germinal, 1995.

Suiffet, Norma. Rafael Barrett. La vida y la obra. Montevideo, 1958.

Yunque, Álvaro (Pseudónimo de Arístides Gandolfi Herreros). Barrett, su vida y su obra (folleto). Buenos Aires: Claridad, s.f., (1929).

 

FUENTES

Periódicos (diarios, revistas etc.) en bibliotecas públicas y privadas de Asunción, Buenos Aires, Montevideo y Madrid.

Primeras ediciones de obras de Rafael Barrett, publicadas por Osiris Bertani y Claudio García en Montevideo.

 

 

ARTÍCULOS DE ABC COLOR SOBRE EL LIBRO DE LA COLECCIÓN

 

 

UNA BIOGRAFÍA DE BARRETT

 

El poeta y docente Miguel Angel Fernández preparó el volumen número 17 de la Colección Protagonistas del Paraguay: “Rafael Barrett, escritor y pensador revolucionario”, una nueva biografía del gran español que dejó profundas huellas en nuestro país, preparada especialmente para esta serie bibliográfica de El Lector y que saldrá el próximo domingo con el ejemplar de ABC Color.

 

Rafael Barrett es el único integrante no paraguayo de la Colección de Protagonistas de la Historia. La influencia de este español por nacimiento pero paraguayo por adopción es sumamente significativa, tanto en el aspecto literario como en el desarrollo del pensamiento social, señala el historiador Herib Caballero Campos, director de la Colección, en el prólogo que redactó para el libro.    Barrett llegó al Paraguay en carácter de periodista para cubrir los acontecimientos de la Revolución de 1904, que enfrentó a los liberales y colorados. Al concluir la guerra civil del año mencionado –recuerda el prologuista–, se afincó en nuestro país, se casó aquí y comenzó a militar en el movimiento anarcosindicalista para erigirse en su más destacado exponente intelectual en nuestro país.   

Miguel Angel Fernández señala en un aparte de su libro: “Pero es en 1908 cuando se dedica a dar conferencias para los obreros y hace la tremenda denuncia de ‘Lo que son los yerbales’. Ese trabajo, que se publicó originariamente como una serie de artículos entre el 15 y el 27 de junio de 1908, le costó la ruptura con la gente “respetable” y la opinión adversa de algunos periódicos.   

Barrett no fundó el sindicalismo paraguayo, pero con sus escritos le aportó las razones de su existencia, la legitimidad de su acción liberadora”.   

En ese sentido –dice Caballero Campos– “creemos que es más que significativo el aporte de Miguel Angel Fernández, poeta, crítico literario y uno de los más destacados estudiosos de la obra y el pensamiento de Rafael Barrett no solo en el Paraguay, sino también a nivel internacional”.   

Esta biografía tiene la peculiaridad de explicarnos cómo un aristócrata español se convierte en un anarquista en el Paraguay.    Al respecto sostiene Miguel Angel Fernández: “La elección de Barrett, del punto de mira anarquista para la consideración de los problemas sociales, fue, a nuestro entender, menos una opción ideológica que una toma de posición ética. Barrett veía en el anarcosindicalismo “la extrema izquierda del alud emancipador”, la vía directa y rápida para cambiar la sociedad humana. En términos históricos, el movimiento anarquista no alcanzó sus objetivos y se fue debilitando en su práctica político-social”.   

22 de Junio de 2011

Fuente digital: www.abc.com.py

 

 

IMPACTANTE SEMBLANZA DE BARRETT

 

En octubre de 1904, Rafael Barrett se vino a Paraguay como corresponsal del diario argentino El Tiempo, con motivo de la revolución iniciada aquí en agosto de ese año.

 

Barrett, que había llegado como periodista, simpatizó inmediatamente con los revolucionarios liberales, en cuyo campamento de Villeta desembarcó. Cuando envía su primera y única crónica de la “revolución” a El Tiempo, a principios de noviembre, ya se hallaba incorporado a sus filas.   

Así pinta el escritor Miguel Ángel Fernández, en su libro biográfico sobre Rafael Barrett, la llegada de este a nuestro país, donde protagonizará una verdadera revolución en distintos ámbitos y donde escribió sus principales obras.   

El libro aparecerá el próximo domingo, con el ejemplar de ABC Color, como el volumen número 17 de la Colección Protagonistas de la Historia, de la Editorial El Lector.

Barrett llegó a Asunción probablemente el 24 de diciembre junto con las fuerzas revolucionarias triunfantes. Su vida, aquí, en los primeros tiempos, ha sido referida sumariamente por su amigo José Rodríguez Alcalá en dos artículos, publicado el primero en 1911, recién fallecido Barrett, y el segundo treinta y un años después, en 1942.

Pocos escritos

“Lamentablemente, otros amigos de la primera hora, como Manuel Gondra y Modesto Guggiari, no han dejado nada escrito sobre Barrett en aquellos días”, expresa Miguel Ángel Fernández en su obra.   

Nombramientos en cargos públicos

En el Registro Oficial de 1905 se encuentra un decreto en que se nombra a Rafael Barrett auxiliar de la Oficina General de Estadística, con fecha 31 de enero de 1905. Meses después, el 26 de agosto, por otro decreto se le nombra jefe de sección de la misma Oficina “en reemplazo de don Hérib Campos Cervera, que renunció”.   

Pero Barrett no persistió en las tareas burocráticas, que sin duda se avenían poco con su carácter y su real capacidad intelectual –apunta Fernández–, y menos de un mes después, el 15 de setiembre, aparece otro decreto en el que se nombra un nuevo jefe de sección, dándose “las gracias al dimitente (Barrett) por los servicios prestados”.   

Por ese tiempo también Barrett comenzó a trabajar en el ferrocarril, como secretario general –según su viuda–, cargo al que renunciaría en 1906, en desacuerdo con el trato que la empresa daba a sus trabajadores. Barrett se incorporó enseguida a la vida “social” de la ciudad.

Fue electo secretario del Centro Español, que por entonces reunía a lo que se solía llamar la “gente bien”.

Allí conoció a Francisca López Maíz (Panchita), su futura esposa. Y de esa época (1905) son estos versos, impregnados del espíritu galante de la “belle epoque”, autografiados sobre el paisaje crepuscular de una postal dirigida a la joven Leonor Montero:  

La mañana es azul, la tarde es roja,/ y es blanco el sol; pero en la noche augusta,/ la sombra es del color de nuestros sueños…   Barrett no tardó tampoco en integrarse a las actividades intelectuales y periodísticas de Asunción. El 26 de enero de 1905 se publica su primer artículo en el Paraguay, bajo el título “La verdadera política”.

Se trata de un texto particularmente interesante como índice de su manera de ver la actividad política y la función de los partidos políticos en general, y en particular de su visión de la situación paraguaya en esos momentos.



24 de Junio de 2011

Fuente digital: www.abc.com.py

 

TRASCENDENCIA DE RAFAEL BARRETT

 

Rafael Barrett, considerado por muchos como “el más paraguayo de los paraguayos” a pesar de su origen español, es el tema del libro que aparece hoy con el ejemplar de ABC Color, en el marco de la Colección Protagonistas del Paraguay, que semanalmente viene siendo publicada por El Lector.

 

En esta parte de la entrevista que mantuvimos con el autor de esta biografía, Miguel Ángel Fernández habla de la trascendencia que tuvo aquel en nuestro país.   

–¿Cuál es la trascendencia de Rafael Barrett en el Paraguay?   

–Barrett llegó a nuestro país en un momento clave de su historia, cuando empezaba a levantarse de la postración en que lo había sumido la guerra genocida de 1864-70. En ese momento pugnaban, en política, dos concepciones: el liberalismo y el nacionalismo, que en lo económico y en lo social no tenían como prioridad la distribución equitativa de la riqueza.   

–¿Y qué hizo Barrett?
  
–Barrett aportó un nuevo punto de vista, que buscaba esa equidad como condición básica para la vida humana. Y lo hizo a través de escritos periodísticos de extraordinaria calidad y fuerza expresiva, sin parangón en su época.   

–¿Cuáles fueron las principales actividades desarrolladas por Barrett aquí?   

–En Asunción tuvo cargos en la Oficina General de Estadística y luego en el Ferrocarril por breve tiempo. Enseguida empezó a escribir artículos en la prensa sobre diversos temas. Dio también clases y conferencias sobre matemáticas en el Instituto Paraguayo. Fue quizás el primer periodista que vivió casi exclusivamente de su trabajo como tal.   

–Una obra famosa de él, Lo que son los yerbales, desnuda crudamente la vida de los mensú, ¿cómo fue el proceso de escribir esa obra?   

–Barrett hacía trabajos de agrimensura y había estado en Arroyos y Esteros y en el Guairá. Puede que en esos lugares haya tenido noticias sobre la explotación esclavista en los yerbales, algo sobre lo cual no se hablaba o se hablaba en sordina. A Barrett le indignaron las inhumanas condiciones en los latifundios yerbateros y empezó a escribir artículos en la prensa, pero, debido a poderosos intereses, pronto fue censurado.   

–¿Y qué hizo?   
  
–Entonces, fundó su propio periódico, el semanario Germinal, donde continuó escribiendo sobre el asunto. Otros se habían referido ya a la explotación en los yerbales, pero ninguno con la fuerza expresiva con que lo hizo Barrett. En 1910 esos artículos fueron reunidos en un folleto por el editor uruguayo Osiris Bertani.   

–¿Barrett ya era anarquista o se hizo anarquista en el Paraguay?   

–La investigación de su trayectoria periodística me permitió datar la mayor parte de sus textos y gracias a eso hoy se puede verificar que al llegar a Paraguay las ideas políticas de Barrett no iban más allá de un republicanismo progresista. Es fácil entender su simpatía por la causa liberal en 1904 y su desilusión cuando vio que el nuevo régimen no podía dar respuesta a los graves problemas sociales del país.   

–Y entonces cambió su visión…   

–Barrett se encontró aquí con una realidad sangrante y con un incipiente movimiento proletario, que se organizaba a través de la Federación Obrera Regional del Paraguay, de ideología anarquista. Hacia 1907 su simpatía por los trabajadores empieza a expresarse a través de sus escritos, culminando con su adhesión al anarquismo.



26 de Junio de 2011

Fuente digital: www.abc.com.py

 

GRAN ACOGIDA DEL LIBRO DE BARRETT

 

La nueva biografía de Rafael Barrett, escrita por Miguel Ángel Fernández, tuvo ayer una gran acogida con la edición de ABC Color. El libro, que muestra al español como un precursor de ideas sociales sostenidas por célebres pensadores actuales, es el volumen número 17.

 

De acuerdo con lo que sostiene Miguel Ángel Fernández en una entrevista mantenida con él respecto a su libro, Barrett era un hombre de vasta cultura y en su época, en España y Europa las ideas sociales revolucionarias ya se discutían abiertamente en los ambientes intelectuales. Al mismo tiempo, el movimiento obrero, a través de grandes organizaciones sindicales, de orientación anarquista o socialista, reivindicaba los derechos de los trabajadores, tanto en Europa como en nuestra América y en los Estados Unidos.   

Agrega Fernández que a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, el sindicalismo se desarrollaba sobre bases ideológicas anarquistas, socialdemócratas o socialistas marxistas. Para Barrett, el anarcosindicalismo representaba “la extrema izquierda del alud emancipador”; en otras palabras, la forma más directa de superar las injusticias y construir una sociedad de hombres libres e iguales.   

Sin embargo, el pensamiento barrettiano rebasa las limitaciones ideológicas, sostiene Fernández, quien recuerda que en uno de sus últimos escritos (“La cuestión social”) Barrett rescata explícitamente el análisis económico marxista, “por lo cual considero que fue una temprana expresión de posiciones anarcomarxistas que hoy sostienen, por ejemplo, Noam Chomsky y Daniel Guerin”.   

Más allá de cualquier ideología –continúa Fernández en su análisis–, el pensamiento de Barrett es un pensamiento crítico, dinámico, abierto y creador. Las críticas de Barrett fueron asumidas no solamente por el movimiento obrero anarquista, sino también por las tendencias marxistas.   

No es casual –agrega el autor de la biografía de Barrett– que Óscar Creydt y Obdulio Barthe, fundadores del Partido Comunista en el Paraguay, hayan expresado su admiración por Barrett, y escritores como Augusto Roa Bastos y Elvio Romero (para no citar sino a dos figuras importantes de nuestra literatura) lo consideren el fundador de nuestra literatura social y el inicio de la modernidad cultural del Paraguay.   

Al referirse a la relación de Barrett con los llamados novecentistas paraguayos, Fernández dice que estos se empeñaron en la recuperación de la autoestima nacional tras el genocidio de la “guerra grande”, desde posiciones ideológicas diversas. Los nacionalistas, como Manuel Domínguez y Juan E. O’Leary, exaltaron el “alma de la raza” y el heroísmo nacional. Los liberales quisieron reconstruir la nación sobre bases ideológicas capitalistas y formas de organización política republicana y liberal. Unos y otros desatendieron la realidad de una sociedad sumida en la miseria y víctima de una explotación capitalista rayana en el esclavismo bajo el manto de un sistema liberal.   

El pensamiento crítico y revolucionario de Rafael Barrett –apunta Fernández– vino a romper con ese conformismo social de los intelectuales del 900 y dio fundamento a la crítica social de los movimientos sociales y políticos de izquierda.

 

27 de Junio de 2011

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