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OSCAR FERREIRO (+)

  ANTOLOGÍA, 1982 - Poesías de OSCAR FERREIRO


ANTOLOGÍA, 1982 - Poesías de OSCAR FERREIRO

ANTOLOGÍA

Poesías de OSCAR FERREIRO

Colección Poesía, 4

© de esta edición Alcándara Editora

Retrato del autor, a lápiz

por Magdalena Günter (1966)

Edición al cuidado del autor,  C.V.M., J.M.G.S. y M.A.F.

Diseño gráfico: Miguel Ángel Fernández

Viñeta: Carlos Colombino . Tiraje: 1.100 ejemplares

Se acabó de imprimir el 24 de junio de 1982

en los talleres gráficos de Editora Litocolor

Asunción del Paraguay (207 páginas)

 

 

 

 

 

 

I

POEMOIDES

 

1

TEMPRANO

 

         SIN CORAZÓN SIN NADA

 

Sin corazón

me tiendo en la mañana

sin corazón

sin nada que me arrulle.

 

Ay

limpia arena

perezoso río

lavados por la brisa

con mugidos.

 

Las grandes nubes blancas

nuestras sábanas rotas

navegan el azul

y en el ojo fluorado

de un reptil moribundo

se mueren mis deseos

me deja el corazón.

 

Engañosos

los mangos

dejan caer su oro

en la tierra celeste

de los niños dormidos.

 

Mariposas azules

tornasolan el frío

convidando a la fiesta

de la vida.

 

Y el paraíso duerme

con tantos pobres niños

parece que se aduerme

entristecido.

 

 

 

         ARDE FRIA MAÑANA

 

Chispeante gaseosa

crispa el espacio azul

con el agua floreando

en los vidrios del sueño.

Arde fría mañana

arde en mi soledad.

 

Un fuego de naranjas

sobre la gleba oscura

crepita en esta tierra

tan fría de orfandad

crepita en los regazos

de un pequeño dolor.

 

Los teros de la niebla

acuchillan al viento con su grito

y asustados galopan

amarillos caballos

los prados del amor.

 

Una pena

¡ay!

se astilla

enlutada de ausencia

irisando el rocío

se astilla en mi balcón.

 

Ojos de flores locas

candelones azules

mordiendo los metales

de un descarado sol

y un solitario corazón jugando

sobre un tambor azul

aunque hay bruma en el mundo

la ciega sinrazón.

 

 

 

         DÉBIL TERROR

 

Blancos dientes

rocío

y mi corazón tan débil:

se instaló la desgracia en nuestro patio.

 

El cántaro sudaba en el trascuarto

sus cerezas difusas

en verde desvaídas

es decir

maceradas en musgo y sepulturas.

 

Y yo

todo encogido

sudaba en un rincón

encogido y tan tenso

con sardónica mueca

clamando a las tinieblas

de espinosas estrellas tiritantes.

 

Las horas se enfriaron

felizmente

crispándose en los frascos de la tarde

con las aguas azules de occidente

para eclatar el grito de la viuda

y esa viuda tan triste era mi madre.

 

 

 

         ENGAÑO

 

Orillando el silencio

camino a verdes

a círculos de oro

apacentando lampos y arreando estrellas

las cabrillas arreando

con mis bueyes tostados por señuelos

desarando y borrando los cielos roturados

descarriando las últimas estrellas

rumbo a Etolia olvidada

acostada a lo lejos

desvaída.

 

Trastornado avanzaba

trepando una sonora espira

en la hora bermeja de aquel sueño tan bello

de aquel sueño sin hombres

¡soledad!

 

 

 

         MAÑANA

 

Con los brazos al cielo

antigua la mañana

se relaja

para empinarse virgen

sobre rojos tacones

y deformados gritos

sobre el azogue helado de las charcas.

 

Oh floresta del sueño

mojada de rocío y sollozando.

Las lágrimas de anoche se secaron

sobre tanta porfía de los celos.

Con ojos trasnochados

en tus ojeras

beberemos la linfa derramada

y el rumor de la luz

y las palabras.

 

Sacude la pereza

y besaré tus senos

la florida acritud de tanto sueño

en un lecho de sal y capulíes.

 

Y enlazaré en tu cuello tres collares

exudados de almendras y fulgores

e instilaré en tus ojos

la luz de la mañana eterna

e inyectaré en tus venas

esa triste hermosura

de un corazón desierto.

 

 

 

2

DE PRONTO

 

 

         MOMENTO

 

         a Raúl Amaral

 

Hay lumidias y estilos

desquiciados estilos en la arena.

Hay tirsos y clarines

enfurecidas vides y karelas.

Estridencias de fondo y desconsuelo

en un turbión de musas y cedrales

sobre el común de todas las arenas

orquestando impasible

la especiosa canción de los naufragios

que dieron en llamar

"Siempre Otoño".

 

Estrella plana

futuro radiolario

amarga

amarga

en tu quietud suicida

fumantes perlas

en púpura y cenizas

orientes muertos de venus ultrajadas.

 

Y hay voces rotas y coros sumergidos

y el azufre llorando y mi sordera

tan llorando y muriendo

en el azul del cielo.

 

 

 

         POEMOIDE

 

Oh pausada materia

tus eléctricos dedos crispan mi corazón

tus golpes y destellos

tus cortes y espesuras.

 

Turbulencias del mundo

hontanares del mal.

 

Sales de peso oscuro

ardiendo en mi ansiedad

ardiendo en esta envidia de poetas y muertos.

Ay

reactor de amarguras

digestor de deshechos

ya no sabré escribir!

 

Imágenes

venenos

todo se me ha propuesto.

Ay estupor

temblando

para morderme el alma

y matarme con la daga y las luces

con el cloro letal.

 

Tomemos por asalto el cielo

oh cólera

oh tempestad!

 

 

         DELICUESCENCIAS

 

         a Ana Iris

 

Con un aire de azufre y nomeolvides

acidulado y leve

las sonrisas

los rictus se suceden en amarillo y lila

y las auras delgadas

dudosas de fragancia se deslíen

con los flecos deshechos de estos versos.

 

Y así piadosamente

con los fríos recuerdos del otoño

allá donde dormitan las estrellas de Biela

entre las secas ramas del silencio

entre palmas crispadas o entreabiertas

malmurientes de luz y transparencias

lloramos sin consuelo

amiga mía

y aguamos el amor.

 

Lloremos corazón

lloremos más

porque se va la vida

porque se va el amor.

Y que el dolor nos duela

estrujado y transido corazón

con tus males oscuros

tu madera

y esta extraña manera de matar

de matar sin descanso

inexorable

para avivar el fuego del vivir.

 

 

 

         NORA

 

Suelta tus resecos cabellos

y peina tus recuerdos

a la orilla del mar.

 

Ay

mil años gritando en lontananza

tus desdichas

y esas crecientes manchas

de anhelos desgarrados

por lavar.

 

Tristes redes vacías

pupilas desoladas

lamparones de carne y maldiciones!

Sin embargo

aun podemos

rajar o desflorar la vida

como la pulpa fresca y colorada

de una madera nueva.

 

Agrias manchas

ventiscas

con agitadas olas.

Todo cuanto remuerde duele.

Otoños demorados

en los brazos del alma detenidos

cargándose al rescoldo del ocaso

con sus rajas de sangre

y esas largas

esas duras espinas del amor!

 

 

 

         A LA DERIVA

 

Rueda mi corazón a la deriva

sangrando al son de los recuerdos idos

un murmurar de lenguas sin concierto

muriéndose a lo lejos de difuntos

penando felonías.

 

No me engañan las flámulas doradas

gloriando en los canales del capricho

ni las llamas azules

ni tus celos.

 

Sólo largos cabellos en el viento

lacios

largos cabellos derramados

sobre blancos

marmóreos capiteles

más allá del deseo que se muere

en el espacio en blanco del olvido.

 

Negra lengua lanzada

tu deseo

querida

rápida flecha helada y vengadora

para vencer la ausencia y el vacío

para vencer la cierta indiferencia

para clavarse seca en el dolor.

 

 

3

A DESHORA

 

 

         ENTRADA

 

Todo tremor

todo pavor

aplacando este miedo

desperté nuevamente con sólidas palabras

para nombrar los cielos a patadas

y negociar las flores de química delicia

y ciertos ideales

como piden

con sonrientes reclamos

y pájaros cantores

para escuchar la música estupenda

para exaltar los chancros perfumados

para beber mi dosis de piedad.

 

 

 

         PRIMAMUNDO

 

         a Pedro Gamarra Doldán

 

Alto mundo amarillo

tembloroso

de verdes y delirios

con titánicas células

destrozando paredes y redomas

rompiendo ampollas sordas

las ardorosas aguas enclaustradas.

 

Me hago enorme y penetro

con mi trágica herencia

en la secreta alcoba de los tallos

donde se incuba el caldo de la vida

con la ciega tormenta del amor.

 

Y allí sorbo

olvidado

la antigua luz del viento

y exhalo tus perfumes y me dicen

rotundos

primamundo

malaboca

asordado

blanca larva mordiendo

esos nervios calientes de la vida.

 

 

         DELIRIO

 

         a Ida Talavera

 

Allá abajo

en el fondo

debatiéndome en sombras

entre largos y lacios aletazos.

Pozos de mi furor

de mi furor y el llanto

para salir de entonces.

 

Sobrevolando el mar de las mentiras

sobrenadando el mar de las infamias

sobrecogiendo el mar de la locura

vaciarme en la nada

derramarme en no sé...

 

Es la farsa que avanza

con sus cornos lejanos

farsa de este delirio

con su galope blando

farsa de este delirio

que empuja nuestras lágrimas

a la hora del ángelus.

 

Filarmónico arcángel

payaso de esta comedia

imanta la jauría

hacia el viento del sur

y de un golpe rompamos

la fanfarria del llanto

loca de este delirio

hacia el viento del sur.

 

 

 

         LO MISMO DA

 

Que todo se deshaga

¿qué nos importa?

Que todo se rehaga

¡lo mismo da!

 

Todo instante pariendo

todo instante matando.

Frente al tiempo y tan solos.

Mas no suframos más

las secas siemprevivas

viven del desamor.

 

Todo es final y origen

parido y parturienta.

Todo es final y origen

aro del mediodía.

 

Libre sea este ensayo

libre sea este mundo.

Que me acojan las cosas

cualquier cosa es igual

sea el humus

las deudas

o el orín del fanal.

 

Fluir

correr

morir

cualquier cosa es igual

el icor de los dioses

o tu pubis

mi amor.

 

 

 

         AL SON DEL SAXO

 

¡Ay que la tarde muere

y mi corazón naufraga!

 

Ven

desfoliada y sola

con tus pálidos montes

con tus dulces corales.

 

Cuelga en aquella estrella tus enaguas azules

entintada de oro

salpicada de sal

y bailemos

bailemos

al son

al son del saxo

y bailemos al son

al son del sexo

sobre un temblor de violines enfermos

sobre un delirio de timbales sordos

sobre una furia de trompetas rojas!

 

Casi olvido que espero...

bailemos

loca

ardamos

mejor

mejor muramos.

 

 

 

4

Y ES TARDE

 

 

         FOULE

 

Las calles nunca mueren.

Sin sentido

sin sentido y sin pausa es esta marcha

y siempre a tumbos la ebriedad suicida

para siempre esta marcha hacia la tumba.

 

Fuera de mí

frenético

me muero.

Fuera de mí

me muero en torno mío.

Fuera de mí

me muero por las calles

prodigado en mil súplicas

sin término o sin bordes.

 

Siempre urgente y urgido

se me abisman perdidos los caminos

todos los pasos falsos de un caracol furente

hacia adentro o afuera

buscando una escotilla

girando en torbellino

hacia el centro girando

en clamoroso vértice de brazos.

 

Oh loca turbamulta

asesina y artera

para matar en pianto

turba loca y girante

contrayéndote al grito del escarnio

temblor largo de carne

dolorosos espamos

cuajarones y garfios

hasta la mueca de la entrega abyecta.

 

 

 

         SUICIDIO

 

Trotamundos sin meta

fatigando las calles del cansancio

reptando contrariado

a contramano

bordeando los lindes del baldío

hasta la impasse de la muriente especie.

Escarbando basuras en los cielos

y tarros

y botellas consumidas

espectro sin retorno

de tantas almas muertas y hacinadas.

 

Siete mil años sordos de alianzas y burlas

de fúnebres coronas y venenos.

Un torvo río ara las calles sepultadas

empujando una ola rumorosa

de caretas

bocinas

y altavoces dementes.

Y también

¿por qué no?

papeles rosas

solitarias bañera en desuso

tumbas de boca abierta

y asuntos baladíes.

 

Y allá arriba

muy alto

en las torres del plenilunio

muriéndose de risa en sus piojos

se hamacan dos ahorcados

largamente.

 

Y más alto

en la noche de estrellas jabonosas

cuando cabra la espuma de los sueños

inmólanse vencidos

los rencorosos gallos de la aurora.

 

 

 

         MACOÑA

 

En la vía de los grandes maderos rojos

la irrefragable vía de los fragores

las tórridas tinieblas se espesaban

y bramaban los tigres de la llama.

 

Los hachones ardían en silencio

enredando en el humo su tantán

el brumoso tantán de los caníbales

la tinta del tantán con sus crespones

un brumoso tantán entre algodones.

 

Y en mi sangre el licor

la ardorosa macoña del amor

en mi sangre el olor

el hedor de esta negra

que empieza a desfruncir

alevosía

su encrespada sonrisa de color

como un sexo dentado y destructor.

 

Y en mi pálida piel

en mi piel el sudor

cuero tenso y veloz

agrietado de horror

moscardones sangrientos

largos dedos sangrantes

redoblando en mis sienes su tambor!

 

 

 

         CUARTANA

 

Cansada de vivir

murió

murió nomás la tarde americana

sola y crepusculada de tristezas

desamorada inmóvil

lo repito

con oscuros cabellos

mongoloides

tan lacios.

 

Murió también un niño

tan escuálido

de duros ojos negros

sudoroso

que los grandes xilófonos

mal llamados trocanos

se rajaron de pronto

para apagar tosiendo la desgracia

en la inmensa barriga

de la selva imperante

emperadora.

 

 

Y torpemente ciega

la sangre está bombeando

tan estúpidamente

en el árbol podrido de mis venas

esa fiebre copiosa de sudores

galopante de trapos chamuscados

esa fiebre tan alta y amazónica

la que engrosa los husos del delirio

esos mínimos husos que se agrandan monstruosos

y devoran trescientos ovillos de algodón

al igual que los tigres

hambrientos de infinito

implacables devoran los planetas azules

y vomitan fosfóricos gusanos

junto a mí

mi velón y la hechicera

junto a mí

en la grave inminencia de espichar.

 

 

 

         ERIALES

 

Se han comido los suelos

y emporcaron las aguas

el mar saturaron de amarga sal

sal del sudor infame

sal de las lágrimas de los esclavos

sal de los explotados

concentrada y maldita en un mar muerto.

 

Todo está hollado y sucio

¡ay tierra saqueada!

Ahora sabes del hambre

y otras sórdidas cosas como el hombre

traicionada

como el seco galope de los cascos

sobre tu vientre estéril

o los discos cortantes de la muerte

tatuando herraduras en tu pecho.

 

Tu tumba está en la arena

profanada

con mil rotos cacharros y lejías

y este hosco rencor que nos embarga

al borde del desierto en las edades

con este corazón que se te muere

como un mate rajado en su amargura.

 

 

         VUELO

 

Pero un blanco tan blanco

histérico y sin manchas

polariza los cometas azules

con magnéticos dedos desvelados.

 

Aeroplanos perdidos

paralíticos pájaros del cielo

despertando a la jungla

con plateados regalos.

Cruz celeste volando

sobre la huesa abierta de este mundo

cortando los alambres del silencio

para extinguir los fuegos del espanto

para arrullar el hambre de los rotos

para apagar los focos de revuelta

para enterrar el vómito y el llanto

de tanto pueblo sucio.

 

La tribu entona

entonces

subida en la montaña

la canción de la tumba

¡miserere!

con vidriadas pupilas

clavadas en lo alto

resignada a morirse

sin remedio.

 

 

II

SUCESOS Y COMPUESTOS

 

 

         FIEBRE

 

Mi mano desnuda el torso

de este desierto encendido

y, abajo, el negro pantano

se traga ensueños y gritos.

La tarde olvidó su nombre.

Hontanares y zumbidos.

¡Cuán cerca ya de su muerte

duermen los pueblos perdidos!

Famélicos jabalíes

hacen sonar sus colmillos.

Demonios, cuervos y fauces

girando en un remolino.

 

Ululan los hechiceros.

La fiebre late en mi oído.

Decile, luna, a mi madre

que mire, mis ojos fijos,

que alguien me cebe horchata

con hojas de yerba y quino,

que me den sábanas blancas

con largos flecos de frío.

Ya tres noches que celebran

mi delirio los mosquitos,

tres noches que las hormigas

me arrastran por su camino.

¡Ay, quiero una tumba de agua

con helechos y suspiros,

quiero una tumba de agua

con hojas de yerba y quino!

 

Entre perros y milhombres

crece un hongo aborrecido

que se arropa entre las nubes

para envolver mi destino.

Suceso del rollicero

¿será mi suceso mismo?

de aquel que encontró la muerte

en la otra orilla del río.

Tráiganme el agua más fría

pardos tapires del río

que la luna está filtrando

sus carbones y sus signos.

 

Lo miro. Lo estoy mirando

entre negros y amarillos.

Una cruz de secos brazos

es su cuerpo consumido

volando, como yo vuelo,

sobre el techo del delirio.

Entre lúnulas y llamas

lo estoy mirando, lo miro,

en su camastro sentado

mirándome, desvalido.

De pronto, se yergue y corre

en alas del desatino,

corre campos, corre lomas,

gritando despavorido,

para apagar sus dos ojos

entre los labios del río.

 

Las antorchas no lo encuentran

entre angadas ni rollizos;

mas, pocos días después,

en un capuerón de espinos

al sol blanquean sus huesos

entre los ásperos riscos.

 

Jabalíes de los montes

gran banquete habrán tenido

y la muerte habrá ensayado

en su caña un nuevo silbo.

Jabalíes de los montes

pueden estar muy ahítos;

pero si siguen con hambre

aquí me encuentro solito.

 

¡Ay! ¿Cómo me llamo, madre,

o soy aquel pobre tipo?

En mis ojos ponme, madre,

dos guijarros amarillos...

 

 

 

         MONTE ROZADO

 

Entre lianas retorcidas

y naranjales roqueros

por los cerrados del Apa

crepita el tigre del fuego.

Tibia se pone la tarde,

luna nueva entre los cerros.

Ondea el viento de Junio

abras de esparto bermejo.

Ella curvada en su hamaca

sobre gorjeos y helechos.

Prados de Monte Rozado

corre un caballo azulejo.

Se mece en el dulce lila,

al aire hamaca del cielo,

y se le mojan los labios

deshecha por los recuerdos.

 

Por Junio estará llorando

la palma sola del tiempo,

y en llanto andará Marisa

por los campos del silencio.

Déjenme beber azules

para nombrarla de lejos,

déjenme flechar la luna

por los aleros del viento.

No sé si estará dormida

para cuidar de su sueño,

no sé si estará despierta

para aquietar su desvelo.

Paloma dame tus alas

para alcanzarle mi anhelo,

dame tu pico de leche

para sentirla de lejos.

 

Acostate en esta arena

y extendeme tus cabellos.

Su clara risa de plata

sonoro repite el eco.

Consuelo de versos tontos,

aiay, para mi embeleso,

vení que quiero olvidarla,

tormento de mis recuerdos.

 

Las guitarras brasileras

gimen heridas del plectro

mientras la brisa se aturde

con humo, tinta y beleño.

 

 

 

         VERANO OVERO

 

         a Carlos Villagra Marsal

 

Noviembre yace amarillo

en la cama de los celos,

trepador de torres frías,

mojador de hierros viejos.

Desflora flores rosadas

y estruja hojas de eneldo.

Huye la sombra acosada

por la jauría del viento.

 

- Perdón, volador de faldas,

desflorador de luceros,

tus deseos de borracho

no me traigas a este lecho.

Oh, viento, pirata aleve,

no está muy limpio tu juego:

enervador de mi carne,

picador de mis deseos.

Sopla nomás, si te place,

gigantón de los oteros,

el aire caliente sopla.

en tu guampa de carnero.

 

Pequeño cantor dormido

a la sombra de los cedros

despierta que llega el norte

montando un caballo overo,

despierta, pues, y bebamos

el fresco mosto de un cuenco

que en tu flauta de tacuara

haga brotar los renuevos.

 

Ya llega el norte caliente

corriendo por el estero,

viene, montado jinete,

en un potro coscojero.

Ahí sale ya en campo limpio

quebrando juncos costeros,

a grandes voces cantando

y haciendo volar los teros.

Al sol, espumajos verdes,

relincha el caballo overo

y de un salto se deshace

del jinete majadero.

Despeinando espartillares

galopa el verano overo,

galopa, lopa, galopa,

caballo loco y sin freno.

¡Ay, cómo quisiera yo

servir de palafrenero

con un cuchillo en el cinto

y un ancho sombrero negro!

 

El viento norte, de a pie,

ya vadeó el arroyuelo;

mas, dolorido, en el agua

perdió su blanco sombrero.   

Baten sus alas los patos

y gritan los carreteros.

El pobre norte, borracho,

gime tendido en el suelo.

 

Las crines de los relámpagos

agrietan el cielo negro

y rompe el alma del aire

el estampido de un trueno.

Dardos de oro en el frío,

flechas de plata en el fuego,

peces y soles del agua

se esconden del aguacero.

Balbuciendo está el borracho,

galopando está el overo,

cabelleras de pizarra

llorando está el cielo entero.

 

 

         SAN JUAN EN LA CHACARITA

 

         a Kostia

 

El veinticuatro, por cierto,

que de Junio se decía,

San Juan del cielo bajeaba

camino a la Chacarita.

No quiso fallar el santo

aquella noche a la cita

y se encajó una casulla

sobre la rota camisa.

Eufórico hace su entrada,

aunque le estaba prohibida,

la noche del veranillo

con su larga comitiva.

Reclinada en su bochorno

le espera la noche encinta,

sorda de cajas oscuras

y exaltadas mandolinas.

 

Vieja luna de los indios,

la que llevó su alegría,

pone brillo en la esperanza

y en las flechas escondidas.

Catedral, cárcel y claustro,

sobre el barranco, allá arriba,

y los cerdos de la tierra

hozando, abajo, letrinas.

Los pobres penan abajo,

los ricos cenan arriba.

Lo que en la tierra se pena

en el cielo se desquita.

Allí revientan los caños

con toda su porquería

que, cual regalo del cielo,

la torva ciudad le envía.

 

¡Pobre luna de los pobres!

Con sus burjacas vacías

sobre el carbón de los techos,

alta, en el cielo transpira.

 

Pero esta noche es de juego,

noche de ensueño, es distinta.

Un gran corral de fogatas

alegres niños atizan.

Fiesta del fuego y del agua

no quiere mostrarse ambigua

y toda entera se abrasa

en llamas de algarabía.

 

- Seguro que vendrá en coche.

- No, en su balandra amarilla.

- Ni en balandra, ni en calesa.

Vendrá en su yegua madrina.

 

Y llega en su yegua blanca

San Juan, montado, a la cita

con una banda de músicos,

rabeleros y flautistas.

Trae el fuego en una mano

y en otra el agua bendita.

 

Joven y bello en su halo

es aclamado en la pista.

Desmontan al caballero

y le convidan con chicha.

Le rodean los mancebos

y las chinas le acarician.

 

Entre los largos cabellos

le platea la sonrisa.

Marinos y verdeolivos

disputan su cercanía:

unos le besan las plantas

otros las raras sortijas.

 

- San Juan está con nosotros,

gallarda marinería!

- No, señor, es con nosotros,

valiente caballería!

 

La negada de San Roque

sobre las brasas camina.

Las galoperas cimbrean

y tiemblan las banderillas.

¡Que viva Señor San Juan,

el patrón de los farristas!

Entre blasfemias de sangre

y limetas de aguaviva,

en el fondo del tablado

gesticulan los arpistas.

Pañolones colorados,

escotes de popelina,

con pie desnudo en la arena

marcan cruces las raídas.

Cambá Villeta sin dientes,

entre alcohólica y esquiva,

quebrándose para atrás

suelta el trapo de la risa.

Sobre el filo del barranco,

sudorosas bailarinas

ya están llamando a la muerte

con sus caderas lascivas.

 

Pólvora y caña en el aire.

¡Ya se armó la tremolina!

Un sordo grito se ahoga.

La sangre en el suelo brilla.

Con una escoba de yuyos

la luna barre de prisa.

Ya malherido de muerte

un marinero en la esquina

a punto de desplomarse

se está atajando las tripas.

¡Chaque, niños, a correr,

que viene la policía!

Y de barranco a barranco,

desde una orilla a otra orilla,

el máuser tiende sus cabos

como una araña maligna.

Atropellan los marinos

y ataca la policía.

En torno de los caídos

la gente se arremolina.

Y cuando, a todo contrario,

la gresca tremenda hervía

un fosfórico aguacero

descarga sus aguas frías.

 

¡Por hoy, se acabó la fiesta!

¡Todo el mundo a su casita!

Por un zanjón, presuroso,

San Juan emprende la huída

no sin antes prometer

volver de nuevo en su día,

el veinticuatro -por cierto-

que de Junio se decía.

 

Se apagaron las fogatas,

se acalló la gritería.

Sólo el silencio, de bruces,

sobre empapadas cenizas.

Dos muertos por cada bando

fue el saldo de la embestida.

Cuatro muertos se escondieron

debajo de las cocinas.

 

Agua y plomo, plomo y agua,

congelada fantasía,

los laureles del poeta

se han hecho polvo y cenizas.

 

 

 

         EL GALLO DE LA ALQUERÍA

 

         a Hugo Duarte Rodi

 

Hora del llanto amarillo,

llanto de oscuro dolor,

la tarde se entrega herida

al toque de la oración.

Cansinos mugen los bueyes

sin voz que los apacigüe

y en su nostalgia se alargan

los surcos de la planicie.

Hurgan los pálidos niños

la tierra color de sangre,

tan pálidos siempre hurgando

con flacos dedos de hambre.

Viento de vieja memoria,

el viento de los jarales

acentos de la alquería

al agua yerta le trae.

Y lastimero se arrastra

y delgadísimo silba

entre las cañas quebradas

de la tapera baldía.

 

Canta el gallo solitario,

el gallo de la alquería,

bate sus alas y canta

de pura melancolía.

Ay, patria de los horrores,

ay, mi tierra de agonía,

dolorida de fusiles

yaces exangüe y transida.

Por los atajos del mundo,

parias en duelo, tus hijos,

lloran su antiguo tormento,

lloran su pena de siglos.

Con los pies ensangrentados

arrastran su desventura,

allá lejos y, hasta cuándo,

marcando su triste ruta.

Viejo y enclenque, llorando,

heme aquí entre las ortigas

llorando por tanta ausencia

¡oh, lluvia de lejanías!

Trago el locro de los puercos,

bebo caña de los tristes,

payaso del equilibrio,

sobre una cuerda increíble.

Que el viento lleve esta arena,

amarilla y sin destino,

que el viento lleve mi queja

por los cauces del olvido.

Y piensen ¡qué tierra triste

la de corona de espinas!

Y piensen en ella o sueñen

en quimeras o agonías!

 

El gallo canta inocente,

el gallo de las espuelas,

el gallo que nunca duerme

soñando en picar estrellas.

 

Por toda la noche larga

gritan los negros ¡San Blas!

mas San Blas no es el patrón

el patrón del Paraguay.

La luna de cara fría

el sueño me arrebató.

Noche de perros y sombras,

loca de furia y tambor.

El pueblo ya está dormido,

el pobre pueblo durmió,

sólo yo sigo gritando

ebrio de pena y alcohol.

Sólo yo sigo gritando

porque no puedo tañer

la flauta de los recuerdos,

la leve flauta de miel.

 

Pero siento que este año,

el año cuarentaiseis,

la medida de la copa

fue colmada por la hez.

 

El gallo de la alquería

canta en la loma desierta

y canta y repite y canta

pero ninguno contesta.

 

- Bolicho de "Las Delicias",

¿por qué no tenerme fe?

además del viejo arado

el alma ya te empeñé.

Vuélcame entonces tu caña

¿por qué no tenerme fe?

que toda deuda se paga

lo sabes como yo sé

bolichero, bolichero,

vierte más caña a mi sed,

que si yo no te la pago

alguien lo tiene que hacer.

Y tú de la infantería

no me encañones así,

vuelve al ojo de tu jefe

el caño de tu fusil.

Infante de mente oscura

que en tu noche se haga luz,

no asesines a tu hermano

tan infeliz como tú.

Engreído fusilero,

te arrancarán el fusil

y a puro garrote limpio

los huesos te harán crujir.

Dame caña, bolichero,

que me quiero emborrachar,

dame caña y no protestes

que Dios te lo pagará.

Soy Esteban, el flautero,

mulato de Laurelty,

pero he tirado mi flauta

para ponerme a escupir,

a los cobardes o a todos,

digo ponerme a gritar

que está sangrando la aurora

que a la plebe alumbrará.

Yo sé que la aurora viene

-y no me digan que no –

si la sangre no me engaña

allá está brillando el sol.

Quiero saber si estoy solo

gritando en esta calleja,

si están muertos los esclavos

para la brava pelea.

¡Despierten puercos durmientes,

insensibles al dolor,

que está sonando la trompa

de guerra con ronco son!

 

Ya acosa con su coraje

el gallo de la alquería

la sombra de los fantasmas

y aborta la luz del día.

 

Ciudad de nuestros dolores,

ciudad de polvo y rencor,

ciudad de nuestra amargura,

maldita y sin corazón.

Bebes nuestra sangre y duermes,

tranquila, sin un rubor,

ahíta de nuestra sangre

y tan ebria como yo.

Bebes nuestra sangre y ríes,

ciudad de piedra y hollín.

Para nosotros las lágrimas,

para ti todo el botín.

Ciudad de nuestros rencores,

ciudad de espuma y farol,

un día a saco entraremos

a buscarte el corazón.

 

El gallo está en la alquería,

en el cerro está el cañón,

el machete está en mi mano

y el odio en mi corazón.

 

Los mancebos de la tierra

se harán oír otra vez

y al fragor de la pelea

se lanzarán sin cuartel.

Las mulatas de la gleba

sus cabellos cortarán

y al cielo sus senos duros

furiosas enseñarán.

Como hormigas coloradas

en alto pico y farol

van a salir los mineros

de su agujero de horror.

Vomitará humo y fuego

el cerro de Potosí

y estallará contagiado

todo el inmenso Brasil.

Los mares americanos

su tinta verde alzarán,

los mares que nunca he visto

a una sola embestirán.

Y todos los valles hondos,

las pampas del cordobés,

las selvas de Matto Grosso,

las playas de Puerto Blest,

de Cartagena de Indias

a Punta Arenas del Sur,

todas las tierras ajenas,

de Méjico hasta el Perú,

romperán sus negros cántaros

tan colmados de maldad,

tierras de América India,

tierras de negro historial

de mi odio y mi furor,

palo y piedra entre las manos

y fuego en el corazón.

 

El gallo ya está en lo alto

cantando su algarabía,

el gallo de los triunfos,

el gallo de la alquería.

 

 

 

 

III

DEL OSCURO LAR

 

 

         SON

 

Por los campos amarillos

suena el cencerro de abril,

sutil, sutil.

 

Un lánguido norte sopla

y mueve lento al redil,

feliz, feliz.

 

Truena la voz del tío,

recia voz de mandarín,

aquí, aquí.

 

Descabalgan los peones

para beber chacolí,

por fin, por fin.

 

 

 

         MONTUOSO

 

         a mi tío Emilio Sisul

 

En los esteros duermen

inmutables

los guerreros de López

su estupor

pero alguien me baila su alegría

sobre el campo del débil corazón.

 

Se me ofrecen cien flores inocentes

como a ella se ofrecen

incitantes

las extrañas sandías del amor.

 

Ya vencida

a las nueve

la mañana

bailotea en el aire su verdor.

tres jinetes

en el vaho caliente

en lontannaza

desdibujan la ceja de los montes

y se pierden

borrosos caballeros

tres viajeros se pierden a lo lejos.

 

 

 

         ESTELITA

 

En la casa del viento

llora María.

Estelita no duerme

hace tres días.

Los abuelos se fueron

llora María

y en la casa desierta

quedó solita.

Alza al cielo los ojos

¡pobre María!

y en la negra techumbre

cruje una viga.

Grandes ojos abiertos

la niña mira

mas rechaza el bocado

que le prodigan.

Traga un poco de agua

pero no mira.

Ay el agua le sale

por las narinas.

Pega un grito en el cielo

¡pobre María!

y en el techo se abre

una blanca vía.

 

 

 

         RECUERDO DE INFANCIA

 

Ostentaba tía Dora

mancha morada

en su cuello moreno

de enamorada.

A unos pájaros negros

ella adoraba

aspirando violetas

en la ventana.

Aunque corta de vista

su alma escrutaba

en las aguas profundas

de la desgracia.

Su recuerdo aún pasea

por la enramada

como hace cien años

de madrugada.

Y pasaron los años

y ella en su hamaca

como todos se fueron

sigue sentada

con sus ojos cerrados

de enamorada.

 

 

 

         CUARTETAS

 

He perdido mi cielo

mi inocencia del mal.

Se me fue la armonía

al primer huracán.

Las palabras me esquivan

nada puedo explicar

pero miro al espacio

en su triste orfandad

siempre miro al espacio

murmurante y bestial

buscando al siempre ausente

dios de la soledad.

 

 

 

         AGOSTO

 

¡Este viento está loco!

grita mi madre,

los cabellos revueltos

descalza y grave.

 

Y en el campo se frunce

seco el herbaje.

 

- Esta seca de Agosto

la muerte trae,

¡por favor, a las puertas

échenle llave!

 

Y en el cielo amarillo

graznan las aves.

 

- Este viento de polvo,

loco y salvaje,

a matarnos se viene

con un alambre!

 

Ya se posan los cuervos,

negros, en trance.

 

- Tráiganme los cueros

que tengo hambre...

 

Como el viento está loca,

loca mi madre.

 

 

 

IV

TAPIR DE FUEGO

Y OTROS POEMAS

 

 

         TAPIR DE FUEGO

 

Del aire se descuelga

tamboreando el silencio

un gran tapir de fuego.

 

Galopa sobre el pico de las olas

deshecho todo cálculo

el gran tapir de fuego.

 

Suspendiendo las súplicas del agua

galopan los picachos del hielo y la tormenta

dos tapires de fuego.

 

Desquiciando los arcos de la tierra

destrozando las rutas de la fama

galopan incansables

tres tapires de fuego.

 

Cuatro caballos negros de Durero

a galope tendido

descubren las visiones desoladas

de Juan

de Juan de Patmos.

 

 

 

         VÉRTIGO

 

Era el punto - no vértice - no sombra

él no era

era el espacio - en su dolor baldío –

él no era

era él sin nombre - sin número - al margen

él no era

era el punto - no vértice - no sombra

él no era

hacia la ola - el mundo - hacia la nada

él no era

hacia las tres - a punto de morir.

 

 

 

         MEMORIA TRISTE

 

- ¿En qué color existe

ese Alejo García

con relación al sur?

 

- Azul.

 

- Y eso que viene del norte

¿no?

que viene con naranjas

y pólvoras bermejas

fatigando las olas

del ancho mar

que trae

ya el corazón enfermo

de amarillo y betún

que viene

del país de los muertos

y hacia la muerte va

y vuelve

del país de la muerte

hasta morir aquí.

 

Que graves cisnes canten

esta memoria triste

como Alejo García

con su color azul.

 

 

 

         LOS PÁJAROS DE AÜDORF

 

Aire de llanto lejos

aire de llanto lejos

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Cantan la lluvia yerta

cantan la lluvia muerta

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Y airados picotean

los vidrios de la tarde

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Y hacen trizas airados

las últimas ventanas

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Mil flores enterradas

bajo la lluvia fría

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Llorando se deshacen

las flores enterradas

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Y los pájaros cantan

porque llorar no saben

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Cantan las flores yertas

cantan las flores muertas

hacia el final del sol

los pájaros de Aüdorf.

 

Aire de llanto lejos

aire de llanto lejos

hacia el final del sol. . .

 

 

 

         MARINA

 

Aquel viernes de aguas

perdido yo nadaba en el mar de Venus

porque Venus tenía su mar de sal

y entornaba los ojos en una mar con senos

un mar anaranjado con sus copas de sol.

 

Toda color de ojeras

acabada en azul

con música de saxos

saxos de amor

con el viento en las ondas

de su desnudo

tan sonriente al espejo

la Venus del amor.

 

Adorable muchacha

con tu iodo implacable

mordiendo la manzana

de los deseos.

 

 

 

         APEIRON

 

Ay...

rechinante angustia de mis saladas rosas

ebria me inundas

loca

de noche y estupor

 

Gira apeirón del sueño

gírame en tu agonía

y el prólogo del cielo

sopla en tu caracol.

 

Remota llamarada

eres tan imposible

con tu música sorda de polvareda azul.

 

Girante espira ciega

tan sacudida de astros

entre ardientes violines

te espera mi ansiedad

aquí donde sollozan las vinosas mujeres

con sus labios azules mojados de cloral.

 

¿Dónde el fuego y las aguas

o el palor de los mares?

 

Oh.. .

cambiante hervidero de biélidos y sombras

cien colores naciendo y reventando

en ebriedad de abismos y carbones.

 

Digo piedra y estruendos

digo estrella y fracasos

maquinando extinciones y desgracias

pues hoy me digo yo

todo me digo

y es el mundo

es el caos

hoy yo mundo

hoy yo caos.

 

 

 

         FONCIERE

 

Pasto rojo

sequía

y mi corazón reseco:

tizones crepitantes en la noche.

Sonora quemazón de aquellos años

y al fin aquella lluvia

misericordia y agua sobre el bosque

apagando rescoldos

con su luna crecida y su abundancia.

 

En los cerros de oriente

justo al Este

entre los troncos negros

la luz se reavivaba contra el cielo de cuarzo

y clamaban los monos

a una luna redonda de zapallos.

 

Sierra de Quince Puntas

denudada en cenizas y carbones

con mi congoja a solas.

Altos ríos en celo

con mil caballos muertos

desbordados

tremendos

y mil cuervos girando

sobre rojos espinos y arcoíris

para matar la estirpe de los hombres

para borrar las huellas de esta raza.

 

 

 

 

ÍNDICE

 

I

POEMOIDES

 

1

TEMPRANO

Sin corazón sin nada

Arde fría mañana

Débil terror

Engaño

Mañana

Perseides

Cristi

¡Ay con la muerte!

Torres mareadas

Ya no eres más

Entre las altas eles

Mira

Vienes ventor

Tempestad

 

2

DE PRONTO

Momento

Poemoide

Delicuescencias

Nora

A la deriva

Es verdad

Dulces y ciegos

Magia o nada

Siempre la muerte

Abulia

Lembranza

Yacencias

Hipócrita

Orgía

Nada más

 

3

A DESHORA

Entrada

Primamundo

Delirio

Lo mismo da

Al son del saxo

Otra vez

A cara o cruz

Sin venda en los ojos

Malagüero

No lo crea

Viña mustia

Regüeldos

Voces verdes

Discurso

 

4

Y ES TARDE

Foule

Suicidio

Macoña

Cuartana

Eriales

Vuelo

Potros del hambre

En los maizales

Sin embargo

Todo lo que sufrimos

Barbasco

Medusa

Degouté

 

II

SUCESOS Y COMPUESTOS

Fiebre

Monte rozado

Verano overo

San Juan en la Chacarita

El gallo de la alquería

La guardia urbana

La enlutada

Paratodo

Muerte de Wasnuko

Trepo de la estrella negra

En la fragua de Leu

Pancha Garmendia

Anuncia

Fuga a las tres

La noticia

 

III

DEL OSCURO LAR

Pregunta

Son

Montuoso

Estelita

Recuerdo de infancia

Cuartetas

Agosto

Pequeña canción

Repique

 

IV

TAPIR DE FUEGO Y OTROS POEMAS

Tapir de fuego

Vértigo

Memoria triste

Los pájaros de Aüdorf

Marina

Apeiron

Fonciére

La viajera

Lavandera del alma

Manaká

Siesta en el mar de Torres

Cuadro

Cautiva

La luqueña

Loa con espumas

Eras Estefanía

Vida

El poeta del té

En la muerte de Herib Campos Cervera

¿... Y los dioses?

Matto Grosso

Barcarola

Jonás de Gethefer

Finisterre

Uyuni

Muévete mi teoría

Transposiciones sobre dos cuerdas

Epitafios

 

 

 

 

 

 

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