RENÉE FERRER

RENÉE FERRER - POESÍAS 1982 - 1985

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RENÉE FERRER - POESÍAS 1982 - 1985

RENÉE FERRER - POESÍAS 1982 - 1985



 

DESDE EL CAÑADÓN DE LA MEMORIA (1982)

a los que quedaron, a los que volvieron

y en especial a la memoria del

Tte. Primero Luis Estragó Trías


GUERRAS

No importa que las guerras tengan nombre,

siempre serán un llanto

y un silencio,

un trágico desvelo

en los acantilados de la muerte.


Las aves agoreras beberán en los huesos

traspasados de viento

un sabor de abandono,

y partirá, aún doliente,

su vuelo fugitivo

hacia el tajo insaciable de la ausencia.


Se volverán los páramos albergue

de un pulso coagulado,

un alboroto en sombras,

y tendrán los crepúsculos

la calcárea tristeza del astro taciturno.


No importa que las guerras tengan nombre

y un lugar en el tiempo.

El soldado que esparce sus pedazos

en la antesala del silencio

es siempre el mismo.


CIRCUNSTANCIA

El hombre es pasajero de la aurora,

sereno timonel entre los astros,

caminante de un minuto demorado.

Va talando las horas en la huella

donde los sueños cantan

o se asfixia la sangre.


En la grieta del pulso se derrama

un tropel de congojas que perturba

la mansedumbre del remanso.


Todo cambia de pronto,

todo cambia.


Es un hombre varado entre los hombres

formando una miríada de alientos simultáneos,

un follaje de arterias tras el llanto

en la encrucijada de la violencia.


Todo cambia de pronto,

irremediablemente.


Se reclina a lo lejos el sol acongojado

y en la distancia tirita cabizbajo

un hálito de sombras.


¿POR QUÉ?

Hay preguntas que sólo se develan

bajo un claro de estrellas entornadas,

preguntas que trastornan

el brillo inaccesible de las constelaciones.


Somos los caminantes de un lucero

signado por un surco visionario.

Habitantes de un redil

donde clarea un relente de angustia.

Coordenada indeleble

de vastas lejanías orográficas

en constante garúa de hora y ansia.


Un frescor de lapacho nos cobija

la espesura del alma;

el faro del ayer encanecido

en la rada del tiempo nos aguarda.


Las aves de la aurora se desbandan

cuando esparce la tierra sus andrajos

en desorden de sombras,

y un tórrido aguacero

anega la hendidura

en la quebrada insomne del misterio.


No quisimos el charco de amapolas ultrajadas,

un incendio de alondras sobre el curso del alba,

simplemente,

horadado nuestro suelo

le devolvimos su leche de guarania.


DESPEDIDA

Mirada interminable

abarcando las costas que se alejan.


Espuma taciturna

rompiendo quedamente

el minuto suspenso.


Adormida en los aires

se estanca la euforia primigenia,

el adiós largamente demorado.


Un tumulto de alientos se acurruca

en el corredor de la conciencia,

en tanto que la imagen chorrea débilmente

su tristeza a lo lejos.


Mil palomas se agitan

sobre una multitud esclava

del silencio.


Se aferra la congoja al horizonte

con la dulce nostalgia

de todo cuanto ha sido.


Grietas desconocidas tiritan en el aire

inundado de nombres,

y ante los arrebatos del destino

un desvalido asombro

se aglutina en la garganta.


TRINCHERA

Yacija donde rompe un oleaje de espera,

y se anega el recuerdo maniatado.

Deambula la nostalgia

con la triste faena

de adormecer cenizas

en la opaca longitud de sus entrañas.


Fue un albergue sonámbulo

en las esquinas del verano,

mantel para un banquete taciturno

en los pozos del alba,

alcoba de un insomnio trastornado.


Del coraje rondando en un desierto

de lunas fugitivas

cobijó el sollozo mutilado,

el sudor acampado

en los harapos de la aurora.


En su cauce sin nombre

quedó el adiós definitivo

de los peregrinos de la muerte;

candiles permanentes

de un tembladeral abandonado.


En los estanques del péndulo

sus senos de telúrico silencio

amamantaron una estirpe

cautiva del destino.



GALOPE (1983)


CAMINO

Desde pequeños rincones

has alfombrado la tierra

con cintas de rojo oscuro

que llevan canción a cuestas.


Por tus largos brazos rectos

se desparrama el sabor

de frescas frutas maduras,

de madera el dulce olor.


Llevando vas el cariño

al rancho que cerca está,

y al más lejano la dicha

con tu misión de llegar.


En tu lomo de corcel

de pelaje rama y viento

destellos de paz transportas

hasta parajes desiertos.


Quiero recorrer el mundo

montado sobre tu crin

para entregarles mi ofrenda

a los niños del confín.


GALOPE

a César Enrique

Bandera de crin al viento,

cascos turban el silencio.

Devorando campo y cielo,

se van... se van.


Polvo flotando en la senda

angosta de roja

tierra como pájaros errantes

se van ... se van.


En la verde inmensidad

se diluyen como un sueño,

jinete y potro azulejo.


Hacia el caer de la tarde

cuando todo está desierto

se escucha un leve trotar

desde los cerros.


¿Cuántos pensamientos juntos

han compartido a lo lejos,

bajo los montes umbríos,

callados, quietos?


De esas tristezas y sueños

Jinete y potro azulejo

Sólo sabrán el secreto.


CANILLITA

Despunta el alba encendida

en la brisa mañanera

las luces se van durmiendo

junto con las estrellas.


Redonda pierde la luna

sus destellos en el cielo.


Desgarran el aire límpido

sus palabras vocingleras

cuando ofrece las noticias,

muy temprano, por la acera.


Va descalzo y en sus ojos

retazos de sueño quedan.


Ha dormido sobre un banco

o en la desierta vereda,

con los diarios bajo el brazo

ya dejó su dormidera.


¡Cómo desgarran el aire

sus palabras vocingleras!

  

PRIMAVERA

A Eva María

Las aves mansas

desde sus nidos

su acento esparcen

en claro son.


Entre el tupido

y claro encaje

de un árbol grande

duerme una flor.


Mientras se acerca

con su alboroto

de fresco viento

un picaflor.


El sol jugando

a las semillas

hace cosquillas

con su calor.


Asoman tiernos

brotes pequeños

y en cada rama

nace un botón.


Siento que vuelo

al firmamento,

que soy alondra,

risa, canción.

Me ha cautivado

la primavera

con el hechizo

de su esplendor.


VERANO

Los mangos chorrean un jugo amarillo,

caritas redondas se tuestan al sol,

pateando guijarros por el arroyuelo

deambula el verano.

¡Qué calor!


Las nubes parecen ovejas glotonas,

derraman los árboles cascadas de flor,

el agua se duerme en cántaro frío,

corretea el verano.

¡Qué calor!


Las noches encienden estrellas lejanas,

una brisa leve acaricia el jardín

y después del baño los niños cansados

murmuran con sueño.

¡Qué calor!



CAMPO Y CIELO (1985)

al niño campero,

a don César,

César,

y a mis hijos.


Para los más chiquitos


BALIDO

Oigo un tierno sonido

cruzar el callejón.


¡Salta mi corazón!


¿Son nubes que han formado

sobre el pasto un festón?


¡Salta mi corazón!


¿Son madejas de lana

o copos de algodón?


¡Salta mi corazón!


Desde lejos no veo

sobre el campo ¿qué son?


¡Salta mi corazón!


Cuando escucho el balido

de sus bocas rosadas

sé que ovejitas son.


¡Canta mi corazón!


RANAS

Croan las ranas,

en el tajamar,

bajo el sol caliente

muy lejos del mar.


Bajo el sol caliente,

en el tajamar,

se mojan las patas

verdes al saltar.


De noche se escucha,

en el tajamar,

el son de las ranas

al brillo lunar.


¿Qué canción de cuna,

qué verdes arpegios

aduermen al niño

cuando tiene sueño?


Un coro de ranas,

desde el tajamar,

le canta al pequeño

muy lejos del mar.


LECHONES

Los lechones retozan

en el barrizal;

orejas entornadas,

el hocico glotón,

los ojitos pequeños,

ronca y baja la voz.


Sus colas enruladas

interrogan al sol

cuándo será la hora

de darse un atracón.


Les encanta bañarse

en charcos espejosos,

y dormir una siesta

a la sombra del pozo.


Se sacuden más tarde

el lodo asoleado

y parten cual señoras

en tacones de baile.


LLUVIA

Repican, pican las gotas,

repican en el parral.

Arpegios de agua en las hojas

se resbalan sin cesar.


Repican, pican las gotas

sobre las uvas rosadas

dejando en su piel sedosa

un resplandor de cristal.


Los sapos han decidido

tomar una ducha fresca

y se quedan dormitando,

muy serios, toda la siesta.


Repican, pican las gotas,

mientras las gallinas blancas

en fila esperan pacientes que

pase la lluvia mansa.


Repican, pican las gotas

repican en el parral

y los perros las colitas

se ensucian en el barrial.


De pronto cesa la lluvia

y se despabila el sol,

enlazando campo y cielo

con un arco de color.


PORORO

Pororó; pop, pop,

contra la olla de hierro

revientan los granos duros

y nacen rosetas blancas.


Pororó, pop, pop,

se disparan sin parar

ardiendo en grasa de cerdo

con un poquito de sal.


Pororó, pop, pop,

rechistan al reventar

formando montañas blancas,

montañas de espuma y cal.


Pororó, pop, pop,

con un poquito de sal,

se deshacen en la boca

qué deleite, qué manjar.



PEREGRINO DE LA ETERNIDAD (1985)

A César

A nuestros hijos


GÉNESIS

Argamasa candente,

la ilimitada vastedad devora.

Hay un denso silencio

sobre la respiración del universo.


El minuto inicial se precipita.

En fogatas extintas se desvela

un refugio de sombra

para un tiempo sin nombre todavía.

Sobre su piel laten las dunas

y torrentes,

exhaustos los volcanes en sus venas.


Las lluvias sepultaron las hogueras,

las hogueras se bebieron las lluvias,

y desde el pezón azul,

ebrio de espera,

las cenizas alimentaron el germen.


En dilatada quietud, parió la aurora.

Sin testigos, ni lumbre, ni palabra,

amaneció la tierra

prendida al rosal del infinito.


PLANETA TIERRA

Permaneces

en tu órbita interminable tras el sol

como regazo que acuna

los delirios de la carne apaciguada,

las lagunas torrenciales

de las agoreras vicisitudes del sueño.


Entre tantos planetas,

mi destino.

Refugio de mi amargura,

isla de mi silencio,

manantial y desierto.


Antes que el infinito

apagara tus alas,

paloma incandescente,

estabas ya destinado para albergarnos.

Oh raza de abominable perversidad

y alado sacrificio.


Los huracanes del tiempo

esparcieron tus cenizas y dormiste largamente,

en helada mansedumbre, tu quietud.


Pero estalló la aurora

y se hizo la vida,

la más bella y dolorosa,

la más pródiga y fecunda,

hija de la alegría.


Amamantaron tus rocas

nuestro aliento,

tus posadas cobijaron nuestro andar,

se llenaron de antorchas tus contornos

y nuestra sangre, desde entonces,

ardientemente., comenzó a peregrinar.

1979


ORIGEN

Comencé con el tiempo

en las colinas de un astro intemporal

para ser peregrino taciturno

de la eternidad.


Mi ser se fue poblando

de esquemas fugitivos

y con los años, dolientemente,

retorné a la inmensidad.


Bregando hacia la aurora paso a paso

fui dejando alforjas de ser y olvido

para encontrar delante en los caminos

mas recodos que andar, nuevos destinos.


¿Qué fui en la distancia elemental,

que ya no tengo

de aquel primer latir ningún recuerdo?


Sólo escalar y escalar

encadenada al cuerpo,

levantando al caer la frente al viento.


Si el hombre sólo fuera llamarada,

una vida que deja interrumpida,

un cuerpo que se pudre y se termina,

qué triste su destino, qué mezquina

su limitada dimensión.

 1979


PEREGRINO DE LA ETERNIDAD

a don Félix Azcurra

Islas surcando el infinito,

embriagadas surcando inmensidad.


¡Qué largos caminos te conectan,

cuán breves se tornan hacia atrás!


Esperanza de ir hasta Tu encuentro

-peregrino de la eternidad-.


Saber que caemos y en el tiempo,

fuertes, nos podremos levantar.


Certeza de que un día no tendremos

ni el vestigio de la mezquindad.


Intuición de mundos sin rencores,

astrales colinas sin maldad.


Cual lluvia de luz el pensamiento,

al alma desciende sin hablar.


Amores profundos que tuvimos,

qué grato volverlos a encontrar.


Paloma, la vida entre las tumbas,

ceniza que vuelve a flamear.

1979


IGUALES

Entrelazados en el silencio,

debemos entenderlo,

somos iguales todos,

creados para un norte incandescente

con la misma arcilla de los tiempos.


Diferentes, tal vez,

en el matiz que ponen los defectos

o el distinto color de nuestros cuerpos.


Sentirse acantilado que no rompe

el soplo huracanado de los vientos.

Oh error trascendental que nos denigra.

Qué tristemente lejos de la aurora

boga este barco nuestro hacia las sombras.


Debemos entenderlo, alma pequeña,

estamos destinados a arrancarnos

esta adherida imperfección doliente,

perderla por caminos siderales,

ahogarla en torrentes ancestrales

hasta que sepultemos los rencores

en los pozos oscuros que separan

la vida de la nada.


En la quietud íntima del ser,

reconozco de otras multitudes

la ronca soledad;

distintas solamente

por los tristes desvelos del destino,

iguales en el fin y en el principio

de un mismo derrotero peregrino.

1980.


Fuente:

RENÉE FERRER - POESÍA COMPLETA HASTA EL AÑO 2000

Con Estudio Crítico de THOMAS R. FRANZ

Colección Letras paraguayas

Arandurã Editorial, Asunción – Paraguay

2000 (576 páginas)



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