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MARÍA EUGENIA GARAY

  LA INSURRECCIÓN DE PERSÉFONE - Poesías de MARÍA EUGENIA GARAY - Año 2013


LA INSURRECCIÓN DE PERSÉFONE - Poesías de MARÍA EUGENIA GARAY - Año 2013

LA INSURRECCIÓN DE PERSÉFONE

Poesías de MARÍA EUGENIA GARAY

 

TERCER LUGAR PREMIO CAMPOS CERVERA, 2013

 

Ministerio de la Mujer de la Presidencia de la República

Presidente Franco y Ayolas - piso 13 y planta baja

Tel.: (595) 21 - 450 036/8

info@mujer-gov.py

www.mujer.gov.py

Comité de Género de la ITAIPÚ BINACIONAL

Editorial SERVILIBRO

 Dirección Editorial: Vidalia Sánchez

Tapa: Sandro Botticelli

Diagramación: Lupe Muñoz

Grabados e Ilustraciones recopilados de:

Sandro Boticcelli

Rafael Sanzio

Edgar De Gas

 "El rapto de Perséfone" de Christoph Schwartz

Pág. 164, imagen de la película "Hypatia"

Pág. 165, esbozos de la antigua Biblioteca de Alejandría

Asunción, Paraguay - Febrero 2013 (177 páginas)

COLECCIÓN KUÑA REKO

Hecho el depósito que marca la Ley N° 1328/98

Todos los derechos reservados

Registro Nacional de Derecho de Autor n° 18.600

 

 

 

PRESENTACIÓN

 

         La colección "Kuña Reko", de la cual forma parte el material que hoy les presentamos, tiene temas muy variados. En esta oportunidad, la autora de este nuevo aporte a la literatura paraguaya, María Eugenia Garay, presenta en poemas la transformación del mito de Perséfone, una ninfa de la mitología griega.

         Tomando como base la leyenda, hace que Perséfone "no acate el dictamen condenatorio, no se doblegue ante la injusticia". La ninfa, en esta versión de la historia, "se pregunta por qué debe someterse a reglas impuestas que cercenan su alegría, a cautiverios absurdos que enrejan sus anhelos, a imposiciones tornadizas que la condenan a la infelicidad". Recordarán, los lectores y las lectoras, ese famoso "techo de cristal" que impide a las mujeres alcanzar las metas profesionales para las que están preparadas.

         El Ministerio de la Mujer celebra este significativo aporte a la promoción de los derechos de las mujeres. Es sabido que la autonomía de las mujeres constituye el factor fundamental para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos en un contexto de plena igualdad. El control sobre su cuerpo (autonomía física), la capacidad de generar ingresos y recursos propios (autonomía económica) y la plena participación en la toma de decisiones que afectan su vida y su colectividad (autonomía en la toma de decisiones) constituyen tres pilares para lograr una mayor igualdad de género1.

         La autora destaca del personaje mitológico su esperanza y su fuerza de voluntad, invitando a todas las mujeres (yo quiero invitar especialmente a las jóvenes) a generar cambios -trascendentales- en su vida, en todos los ámbitos. En el prólogo, nos destaca las actitudes que debemos tener ante las diferentes situaciones: "No acepta adversos vaticinios. Ni imposiciones que la sometan. Su pensamiento abarca el infinito, se basa en conceptos de absoluta libertad, y sus ansias de vida se entraman a imágenes candentes de pasiones tempestuosas, donde la esperanza y la fuerza de voluntad, serán los bastiones de su fortaleza interior, que le permitirán finalmente cumplir con su tenaz objetivo de liberación".

         Me alegra profundamente esta trasformación que nos propone María Eugenia a través de Perséfone. Cierro los ojos e imagino cuánto bien puede hacerle al mundo de hoy que todas las mujeres, haciendo un alto en el camino, tomen impulso y derriben el techo de cristal y conquisten todos sus sueños.

         Desde nuestros lugares, sigamos trabajando por un mundo en el que hombres y mujeres gocen de iguales derechos y oportunidades, sobre todo oportunidades y, así puedan ser felices.

 

         Gloria Rubin

         Ministra Ministerio de la Mujer

         Mes de la Mujer Paraguaya, febrero 2013

 

1CEPAL - División de Asuntos de Género.

 

 

ÍNDICE

 

Prólogo

Alfa. DESCENSO AL INFRAMUNDO

1. Raigambre hostil

2. Viático

3. Celaje Cerúleo

4. Eclipse de luna

5. Danaidas

6. Vórtices de fuego

7. Fulgor de nardos

8. Ritual de Moiras

9. Islas color ámbar

 

Beta. ENARBOLAR PENUMBRAS

1. Enarbolar penumbras

2. Bastiones de sueños

3. Ponzoña

4. Crucificar tus besos

5. Resquicios de pasión

6. Albatros flamígeros

7. Inframundo

8. Sublevado acento

9. Viático de cielos

 

Gamma. RASTROS DEL AMOR

1. Perséfone emerge del averno

2. Rastros del amor

3. Ovillos de serpientes

4. Cicatrices

5. Cincelar nostalgias

6. Invocación a las Pléyades

7. Torrente de Girasoles

8. Minucioso orfebre

9. Manantial insurgente

 

Delta. REINVENTAR EL REGRESO

1. Reinventar el regreso

2. La ignominia del tiempo

3. Ciclo eterno

4. Sentimientos tangenciales

5. Engarce de amapolas

6. Insurrecta

7. Herrumbrado exilio

8. Contornos y presagios

9. Madreselvas

 

Epsilón. ÍGNEOS CELAJES

1. Ígneos celajes

2. Contrapunto de esperanzas

3. Desarraigar ausencias

4. Fruta Madura

5. Desbordada vorágine

6. Desgranar imposibles

7. Vasija de fuego

8. Legado de Luceros

9. Burilar olvidos

 

Ómicron. HERENCIA DE ARCILLA

1. Desnuda de luna

2. Perfil incandescente

3. Racimos de estrellas

4. Vorágine

5. Fulgor de brasas

6. Tórrido lucero

7. Irrenunciable llama

 

Sigma. EL RETORNO DE PERSÉFONE

1. Confines de vendimia

2. Pasión prohibida

3. Resonancia

4. El límite del alba

5. Volver al bosque amado

6. Ternura enraizada

7. Auroras en la niebla

8. Ajorcas mágicas

9. Aliada a las gaviotas

 

HYPATIA DE ALEJANDRÍA - Biografía

 

 

PRÓLOGO

 

LA INUSURRECTA ALQUIMIA DE PERSÉFONE

 

         Proserpina, conocida con el nombre de Perséfone en la Mitología Romana, es una Ninfa de la Mitología Griega. Hija de la diosa Ceres (Démeter para los griegos), diosa de la agricultura y Júpiter (Zeus griego), Dios de los dioses. Cierto día en que cortaba flores en el campo, fue raptada por Plutón, quien la condujo en su carro al inframundo donde reinaba. Su madre, desesperada recorrió toda la tierra buscándola, hasta que supo que Plutón la había llevado a su morada en el Hades. Ceres, acudió a Júpiter pidiéndole el retorno de su hija, a lo que el accedió, a pesar de que compadecía la soledad de Plutón, pero con la condición de que la joven no hubiera comido nada en el infierno. Entonces, un habitante del averno llamado Ascálafo hizo una inesperada revelación: Proserpina, durante su cautiverio, había probado un pedazo de la granada sacra que crece en esa abominable región. Indignada por la infidencia, Ceres transformó al delator en búho. En tanto Júpiter, presionado por Ceres, quien para obligarlo a tomar la decisión, volvió estéril la tierra, escondió todas las simientes, y amenazó con hacer morir de hambre a la humanidad entera, emitió un dictamen inapelable: Proserpina pasaría seis meses del año con Plutón, y seis meses con su madre en la tierra. Es así, como durante los meses de su ausencia, Ceres acongojada abandona a la naturaleza de la que se apoderan los vientos fríos del otoño y la escarcha del invierno. Todo es desolación y tristeza. Hasta que cumplido el plazo, cada año, la ninfa retorna del Tártaro, y entonces la alegría de su madre estalla en los brotes que hacen emerger la Primavera, prolongada en un esplendente verano.

         Pero, en estos versos, el mito se transforma, adquiere una vitalidad inesperada y culmina con un final absolutamente diferente. Aquí, Perséfone, dueña de un espíritu libre, no se conforma con un destino impuesto por circunstancias desfavorables, dictaminado por el capricho de los dioses, basado en contingencias adversas, que ella no ha elegido. A diferencia de lo sucedido en el mito, ella, provista de una valentía transgresora, de una lógica irreverente, no acata el dictamen condenatorio, no se doblega ante la injusticia, se pregunta por qué debe someterse a reglas impuestas que cercenan su alegría, a cautiverios absurdos que enrejan sus anhelos, a imposiciones tornadizas que la encadenan a la infelicidad.

         Tras descender a la negrura de una muerte iniciática, Perséfone cavila en esa matriz desolada de la angustia, acechada por los cortantes bordes del sufrimiento. Tras un periodo latente, entre esa bruma del no ser, donde ni siquiera gotean las raíces de los días, decide no resignarse a habitar los yermos valles con su arboleda de sauces y álamos estériles, en cuya oscuridad impenetrable, crecía el asfódelo, una mala hierba de aspecto sombrío que habitualmente cubría las tumbas. Un lóbrego reino, donde los incorpóreos espectros bebían de las aguas del río Lete y olvidaban su existencia terrenal. Pero Perséfone, gracias al adivino Tiresías, obtuvo el don excepcional de retener la conciencia y el juicio.

         La ninfa, gracias a su voluntad, que es lo único que no le han podido arrebatar, ni siquiera en el averno, erige en su interior, un baluarte inexpugnable, donde ni Plutón, ni Zeus, pueden inmiscuirse. Y a partir de allí, reescribe su propia historia.

         Es consciente que deberá burlar primero a Plutón quien tenía las llaves del infierno en sus manos, a su fiel guardián el Can Cerbero, un monstruo terrible con tres cabezas y pelo y cola de serpientes que atrapaba a cualquiera que intentara escapar. Y, sabe que en esas entrañas subterráneas existen grandes ríos, que tendrá que cruzar, en su trayecto de retorno. Estos cauces rodeaban la tétrica región, y la separaban del mundo superior. Caudalosas corrían las aguas del Éstige, luego las del Aqueronte o río del pesar, el amargo río Cocito o cauce de los lamentos, el Flegetonte y el Piriflegetonte o ríos de fuego. En ese mundo subterráneo, Homero menciona a las Erinias, que castigaban a los perjuros aún después de muertos. Y el barquero Caronte, era quien llevaba a las almas, en su barca, hasta las hoscas orillas de las sombras perpetuas.

         A lo largo de estas poesías se transluce el lento proceso de transmutación, la inusitada metamorfosis de Perséfone. Durante su descenso a la aciaga latitud del inframundo, contra todo pronóstico, un sorpresivo fulgor de rebeldía, restalla en la hondura de su ser y la transforma en una mujer de incontenible valor, que comienza a tramar su liberación de la prisión a que fue arrojada.

         No acepta adversos vaticinios. Ni imposiciones que la sometan. Su pensamiento abarca el infinito, se basa en conceptos de absoluta libertad, y sus ansias de vida se entraman a imágenes candentes de pasiones tempestuosas, donde la esperanza y la fuerza de voluntad, serán los bastiones de su fortaleza interior, que le permitirán finalmente cumplir con su tenaz objetivo de liberación.

         Su experiencia límite, en el inframundo, la ha bruñido, y aunque los telares de las Moiras, hilvanaron a su historia la adversidad, en un tapiz hecho con hebras de determinismo, ella ambiciona algo diferente.

         Abrumada, en la siniestra soledad de esa comarca estéril, habitada por resignados desventurados, desarrolla en el vórtice de su conciencia, la lucidez de saber que ella, es la única dueña de su vida y de su destino, toma una filosa daga y destroza el tapiz, inserto en el telar donde unas adustas Parcas enhebran las horas que transcurren, e hilvanan los sucesos que nos acontecen.

         La leyenda solo sirve de base, para expresar algo mucho más amplio: la lucha de todo ser humano contra esos furiosos demonios interiores, contra elementos cotidianos adversos, frustraciones, injusticias, envidias, tristezas, traiciones, calumnias, persecuciones. Dolores y desgarros, forman parte de la existencia, pero son meros factores conspiraticios, cartas de naipes marcados que deben ser suprimidas, porque el torrente de los días sigue sin detenerse, y solo tenemos el presente. El ayer, son las nubes reflejadas en el agua, que la correntada arrastró irremisiblemente, en su devenir constante.

         Pero es en la particularidad primordial de la naturaleza, tan magistralmente interpretada por el mito griego de Ceres, donde se nos narra acerca de ese girar de una misteriosa rueda eterna. Un círculo ensamblado en las profundas raíces de la Creación, desde el cual emerge un ciclo mágico. Se suceden entonces, encauzados dentro de un caleidoscopio virtual, la vida-muerte-resurrección, y es allí, donde encontramos la esencia misma de nuestro ser.

         La silvestre tacuara, por ejemplo, es una planta que dura muchísimos años y tiene la particularidad de que florece una sola vez en la vida. Después de florecer, curiosamente, muere, su verde follaje desaparece por completo. Pero del bulbo que permanece latente bajo tierra, poco tiempo después, brota una planta nueva.

         Perséfone como las tacuaras, aparentemente desaparece de la faz de la tierra, pero su voluntad, permanece latente en las entrañas del inframundo. Desde allí, se yergue impetuosa y, emerge de la amargura, de la congoja, del sufrimiento, de la profundidad abismal, de la soledad, de la melancolía. Insurrecta, se enfrenta a todo pronóstico agorero, vence los adversos vaticinios, y tras una tumultuosa lucha contra sus propios demonios interiores, emerge victoriosa de la oscuridad del averno.

         Su corazón vital nació para la luz. La brevedad del tiempo que se le asigna para vivir, es el impulsor que la convence de dejar atrás toda experiencia negativa y saborear cada instante de esa fugaz existencia en la cual las briznas de sus días están insertas a un lapso de tiempo determinado. Su alegría es follaje en el viento, su voz se hermana a las alondras, su verdad es la libertad.

         Perséfone brilla liberada, su corazón es una antorcha encendida. Ella no nació para ser amordazada por las sombras. Y, si el destino no le deparó cuanto ambicionaba, no conoce barreras que le impidan obtener lo que desea. No hay diques que la contengan, ni baluartes inexpugnables que la detengan. Platón, nos habla del mito de la caverna, según él, todos los seres humanos permanecemos encadenados por nuestro limitado entendimiento, en las entrañas de una oscura caverna, de espaldas a la salida, de espaldas a la luz. Contemplamos solamente las sombras que se proyectan en la pared de piedra que tenemos ante nuestra vista y creemos que esa es la única realidad. Pero Perséfone intuye que esas son sólo sombras de una realidad esplendente que existe más allá de ese restringido espacio y en un acto de rebeldía suprema, rompe las cadenas que cercenan el vuelo de su pensamiento, y camina hacia la luminosidad exterior. Camina hacia la verdad, porque su espíritu insurrecto no se conforma ya con meras sombras, no se contenta con espejismos brumosos, con reflejos de fulgores, con supersticiones imperiosas, con ignorantes dogmatismos.

         Perséfone florece bajo el resplandor del cielo, el latido en su sangre se endulza con la armonía de la naturaleza, con la belleza de ese entorno de bosque sagrado donde elige vivir y realizarse.

         Después de la experiencia límite de haber descendido a los infiernos, tomó la decisión sorprendente de romper las ataduras, quebrar los aciagos códices y emprender el dificultoso proceso de resucitar por sí misma. Sabía que el trayecto de retorno era difícil, abrupto, desértico. Que para orientarla durante ese itinerario no existían brújulas, ni cartografías, ni sendas que pudieran guiarla. Para emprender el regreso, debía dar un paso cada día, tantear en las tinieblas, equivocarse, caer, persistir a pesar de los escollos, y para alcanzar el ansiado brocal de aquella caverna, permanecer firme en su intento de encontrar el umbral de la luz.

         Y lo hizo. Así, luego de un tumultuoso viaje de retorno, donde su único aliado fue su tesón, su terca rebeldía, su inconformismo indoblegable, su fe, Perséfone retorna al sitio donde siempre debió haber estado, sin cadenas ni lágrimas. Sin amos que la dobleguen. Sin rencores ni jirones de sinsabores, porque estas emociones negativas horadan el espíritu. La insurrecta Perséfone, ha encontrado por fin, en el interior de sí misma, la plenitud que la hermana a ese infinito poblado de iridiscentes estrellas, de cuyo polvo también ella está hecha. Tal vez, porque como afirmó una vez William Shakespeare, estamos hechos de la misma materia de la que están hechos los sueños.

 

         MARÍA EUGENIA GARAY

 

 

 

A

 

ALFA

 

DESCENSO AL INFRAMUNDO

 

 

         1. RAIGAMBRE HOSTIL

 

Contra todo pronóstico,

y cuanto pregonaron

enlazados al viento heraldos agoreros,

hoy vuelvo,

desde aquellas rendijas sinuosas que tejieron

en tinieblas las farsas,

que poblaron de sombras

los recodos del tiempo, y los volvieron yermos,

de forma irremediable,

igual que sojuzgados suburbios irredentos.

 

Retorno de la urdimbre, lóbrega del destierro,

donde abandona toda su esperanza el viajero.

Desnuda y despojada, emerjo del averno.

De los valles profundos con sus grutas sin luna,

y los turbios parajes huérfanos de luceros.

Me libero insurrecta, de estambres que seducen

la ingrata geografía entrelazada al miedo,

de enlutadas clepsidras que desmembran los sueños,

del estupor del grito y el desconcierto ciego.

 

 

         2. VIÁTICO

 

Dejé un tendal de ausencias, en la ladera adusta,

que entrama las traiciones del perverso recelo.

Y traigo como estigma, esta escabrosa herida

que orada el claro viático que recubre el recuerdo.

He inventado mil veces,

en mitad de mis párpados

cubiertos de desvelos,

este escapar de aquella

raigambre desolada que enarbola estandartes

con penumbras de olvidos y transita huracanes

que disuelven los besos.

 

 

 

B

 

BETA

 

ENARBOLAR PENUNBRAS

 

 

         1. ENARBOLAR PENUMBRAS

 

Ahora, que he recorrido

la hondura azul de las grutas

que consumen nuestros ecos,

conozco esta sed ingrata que erosiona las distancias

y desborda las acequias

que me invaden desde dentro.

Y con un tizón ardiente donde aún perduran los sueños,

invento incendios rituales para exorcizar al tiempo.

Descifro en mágicas danzas donde veo encresparse al fuego

esa escritura fugaz que presagia las partidas

y a veces de alguna herida, con el cincel de la sangre,

por obra de un nigromante

puede inventar los regresos.

 

Adivino en los brocales mil extasiados reflejos.

Decanto con un puñal,

esos filosos estambres que convocan los espectros.

Sombras que en sombras perduran

como velos de silencio. Y enarbolan estandartes

entre penumbras ingrávidas de ese devenir incierto.

Porque el amor, es estigma que desgarra remembranzas

y se adentra en el destiempo, igual que un ave migrante

que destraba los designios del horizonte en su vuelo

y disgrega las mentiras precursoras del invierno.

 

 

         2. BASTIONES DE SUEÑOS

 

Entre los altos cipreses

que burilan el destino, con estrellas irredentas

y follajes de otros cielos,

surge tenaz el pasado

en esa aterciopelada planicie de pastizales

donde en jirón de intemperies

se engendran vanos recuerdos.

 

A dentelladas destrozo

la jaula del desconsuelo,

y abrupta estalla la vida

que entrevera entre mis venas

como mariposas ígneas

bastiones de sueños nuevos.

 

Late el grito apasionado

que brilla definitivo

hecho plegaria iniciática

en este abstracto argumento.

 

Y la pasión desbocada

reconstruye atardeceres

con las hebras de memorias

que en sus profundas raíces

retienen los hemisferios

de consabidos venenos.

 

Y ceñida a mi cintura,

reverbera este lascivo

itinerario candente

de la piel hecha recuento.

De los labios que reclaman

vulnerar los calendarios

que enhebran los semiolvidos

y hospedan los desencuentros.

 

Entonces los brazos buscan

la hondonada de tu pecho

y asomarse a aquel celaje

de encendidas lunas rojas

donde en tus cauces abruptos

en un éxtasis de sombras

a orillas de tus incendios

con su perfil de amapolas

siempre anidaban mis besos.

 

 

 

 

Γ

 

GAMMA

 

RASTROS DEL AMOR

 

 

         l. PERSÉFONE EMERGE DEL AVERNO

 

Entre mis labios moldeados con pétalos de cerezos,

donde se inventan contornos para el ardor de los besos

hay un aire enmudecido que devoró los recuerdos.

 

Y entre mi piel de gardenias,

donde reescribe la luna el fulgor de su reflejo,

hay avidez de caricias,

y latitud de pasiones que en huraños estandartes

enarbolan los incendios.

 

Por eso torcí al destino,

quebré su trama invasora, su amargo telar huraño,

su testimonio irredento.

Para avasallar brocales y escaparme del averno.

De esa hondura impredecible

donde sólo había un rescoldo, de lo que fuera una vez

una hoguera incontenible de aquel amor irredento.

 

Donde el ardido contorno

de mis caderas trazadas para el color del deseo,

se amustiaba sin amores, se diluía en el desvelo,

sin ese demente afán de transitar las pasiones

de algún febril desconcierto.

 

Circundada por la inerme soledad de los inviernos

escapé del inframundo, donde tan solo quedaba

una trémula pavesa, un remontar de costumbres

y una inútil geografía de sueños sin alfabeto.

Que entre las sombras hostiles de ese cauce irreversible

donde entre los camalotes, fugaz se desliza el tiempo,

queda atrapada la vida con su naufragio de sueños.

Y en los fronteras del alba

bajo cipreses secretos, los ingrávidos recuerdos

cincelaban los contornos

de los sueños de otros sueños, como ovillo de nostalgias

que en la guarida del viento, en la ebriedad de la noche

preñaba ese gran silencio.

 

 

         2. RASTROS DEL AMOR

 

Son rastros del amor, los que me cercan.

Y cuando arde la luna solitaria

sobre el deshabitado dintel del mediocielo,

acudo a su reclamo apasionado

desde la hondura añil de mis acequias,

y atisbo una cornisa con alondras,

un latir intangible de desvelos, una fugaz caricia,

una mirada, que todavía persiste deshilvanada al viento,

desde este tangencial celaje de serpientes,

desde la encrucijada cardinal del misterio.

 

De pronto me circunda,

toda esta arqueología indócil de querencias

que errabundas divagan

en las rojas riberas de mi pulso

ceñidas a lustrales sentimientos.

A pasiones que emigran

un poco más allá de ese rumor sutil de tus riberas

para buscar veranos a destiempo.

 

Yo sé que existe el sol

y a su conjuro, aún surgen los malvones escarlatas.

Y en la hondura del surco reverdecen, los lirios ancestrales,

las clepsidras, y el resplandor vital del firmamento.

 

Rastros de amor, acechan mis acequias,

y enhebran briznas tercas a un lucero.

Mientras persiste el viento en el follaje

y en mi sangre el fulgor del sentimiento.

 

 

 

Δ

 

DELTA

 

REINVENTAR EL REGRESO

 

 

         1. REINVENTAR EL REGRESO

 

Con estambres de nardos, venenosas clepsidras

y una fragancia silvestre hecha de olivos intensos

yo me reinventé unas alas, para iniciar mi regreso.

Y así en bandada de alondras

burlé al destino siniestro.

Y reescribí mis telares ya sin el perjuro acento.

Sellé entonces con la vida,

un pacto de amor secreto

que desbrozó las traiciones

de procelosos inviernos.

Y ahora fluye por mis venas

el follaje de los vientos,

las briznas de algún lucero,

y la brasa de tus besos.

 

 

         2. LA IGNOMINIA DEL TIEMPO

 

Yo, deserté para siempre, de la ignominia del tiempo,

del huracán de la angustia que se entrama a la cornisa

donde anidan los jilgueros.

 

Para poder atrapar, ahora sin encrucijadas

ni hechizos aventureros,

tu perfil sobre la aurora, tu silueta de entreveros

y las hebras de ternura de tu voz atada al viento.

 

Para engarzar las violetas sin escarcha del destiempo

sobre la ardida ladera, adonde habitan tus besos.

 

 

 

E

 

EPSILON

 

ÍGNEOS CELAJES

 

 

         l. ÍGNEOS CELAJES

 

El corazón hecho un ave, olvida el eco de muerte

que en el inframundo estalla, con todo su itinerario

de dolores irredentos, para sembrar el olvido

en las hogueras del pulso donde la pasión emerge.

En un árido recodo de serpientes se disuelve,

todo el dolor del ayer

y recomienzo este ciclo de peregrinar auroras,

malvestida de intemperie.

En mis alforjas persiste una herencia de leyendas

y un sutil legado de alas que se enhebra a los jazmines

como si fuera verano en los rumbos de la mente.

Como si fueran las uvas las que engendran esta herencia

que se me incrusta en el pecho, de sortilegios rebeldes.

 

Con tanta melancolía, hecha fogón en mis venas

hay bandadas de gaviotas que vulneran cicatrices

y hoy por mi sangre navegan con su fulgor transparente.

 

 

         2. CONTRAPUNTO DE ESPERANZAS

 

Hoy yo retorno infinita, liberta de silogismos,

a la vida que me llama,

que me grita los sonetos de autarquías sin amarras.

Y suelto al viento del este, como un torrente de lirios

mis cabellos color ámbar.

Ante mis puertas cerradas acuden las resonancias

de inútiles desalientos que rasgaron las guitarras.

Ahora el corazón profana la hendidura de una lágrima.

Y en vértigo de ternura se desliza entre el follaje

donde el cántico del viento desata estrellas de plata.

 

Donde en los ígneos celajes, cuando de la piel emerge

esta inesperada lava, que destella entre las sienes

al fulgor de tu mirada, los quebrados titubeos

desintegran sus amarras.

Y en las vísperas candentes, soy una fruta madura

en la hierba desdoblada.

 

Turbión de hiedra en la sangre, prefacio de madrugadas.

Que en un vértigo de abrazos con premura recobrada

comparte verano y noche con tus manos a mi espalda,

mientras detrás de los cerros, la aurora se desempaña.

 

No quiero escuchar augurios de desamparo y distancias.

No me importa lo que fue, porque tanta incandescencia

ha quemado mis amarras.

Ahora soy la llama espesa donde germinan gardenias

en verdecidas cascadas.

 

Justo a espaldas del destino, contrapunto de esperanzas.

Ya desarraigué a la muerte, y a sus llagas enterradas,

como barca a la deriva, regresé desde el averno

a desamarrar deseos que me crecen en las manos

con indetenida audacia.

 

Al fragor de las pasiones, al clamor de las cigarras,

a escoltar esas luciérnagas que en su brillo trascendido,

hacia el eterno infinito, llevan como rehén mi alma.

 

 

 

 

O

 

ÓMICRON

 

HERENCIA DE ARCILLA

 

 

         1. DESNUDA DE LUNA

 

Existe una ensenada de amargos desconciertos,

de secretos cautivos al borde de un lucero.

De voces y susurros que el bosque entrama al viento.

De lo que nunca ha sido, pero que nos impregna

los suburbios del alma como huésped incierto.

 

Hay recodos ingrávidos, de añoranzas que vagan

en difusas lloviznas y enhebran remembranzas

a esa tenue penumbra que precede al desvelo.

Es un trayecto incierto,

que navega sin brújulas por la sangre dormida

y con la persistencia de un vidente agorero,

se interna en los recodos que se ha robado el tiempo.

 

Es entonces la piel, que desnuda de luna

desbarata relámpagos, aborda lejanías,

desintegra relojes de arena en los brocales

de las profundas grutas donde gotea el misterio.

Blasfema los abismos, se hace cómplice clara

de alfabetos ardientes, reinventa la ternura,

enarbola implacable estandartes de sueños,

y le roba a la noche sus luceros australes,

para bañar el alma con glaucos aguaceros.

 

 

         2. PERFIL INCANDESCENTE

 

Cuando emerge la luna de la hondura del río,

se alía a la transparencia del azar agorero.

Y con sus hebras mágicas que inventan los veranos

transmuta cada lágrima en un trenzar de cuerpos.

Fabrica entre los labios la lámpara del beso,

y aliada del follaje desgrana los abrazos

que sobre la gramilla encienden universos.

 

Y en ese irrefrenable nivel del contrapunto

donde tu boca encuentra mis llagas aún candentes,

y tu perfil de sombras se enreda a mis anhelos,

hay un febril derroche de amapolas que engarzan

su cotidiano jubilo, su canción escarlata,

a esta pasión indómita que emerge y nos envuelve,

y a esta urgencia irredenta que descama recuerdos.

Sobre mi piel, que sabe del polvo traicionero

de la arena que aguarda entre musgo y silencio,

discurre como un río tangencial el deseo.

 

Que remonta fogones y arterias y desdenes,

y estalla en mis entrañas como hechizo agorero.

 

Hoy, desafío a la muerte de remotos esteros

y mi voz te convoca para inventar susurros

y acallar ese esquivo tizón del desencuentro.

 

Para alcanzar las ansias de perderme en tu cuerpo

e inventar llamaradas de cíclicos momentos.

Para escapar sin miedos, en un fugaz fragmento

a esta herencia de arcilla que se resiste al tiempo.

Y en perfil de penumbras enredar sentimientos

al corazón que esgrime sus frágiles misterios.

 

 

 

Σ

 

SIGMA

 

EL RETORNO DE PERSÉFONE

 

 

         1. CONFINES DE VENDIMIA

 

Vengo desde la hondura del surco del recuerdo.

Acaso de otro espacio donde extravié mi sombra.

Retorno del profundo confín de la desdicha.

Del musgo y de la lápida que no amarré a mi historia.

De la hiel del exilio, del dolor sin esquinas.

Del abismo del odio,

del destino que acalla la voz en las gargantas,

de las Moiras que tejen las caprichosas horas,

en otoños silentes, con rueca de nostalgias.

 

Retorno con la brisa que destierra al invierno

a buscar las espigas del fuego que te nombra.

Vuelvo del inframundo, de un tiempo paralelo

de la fatalidad que marchita los sueños

de los rojos suburbios que estancan soledades

y de los fogonazos que acallan la memoria,

para que el pulso olvide cincelar remembranzas,

y el corazón rebelde se transforme en antorcha.

 

Regreso victoriosa del abismal averno,

a buscar la vendimia, las uvas del poniente,

y este pulso que intacto se hace sol en mis horas.

A rescatar las aves que en el invierno emigran.

A burilar colores sobre la piel del día.

A reclamar de vuelta, el ritual del amor,

y esa pasión ardiente de acacia florecida,

que anclada entre tus manos

hoy convoca a la aurora,

y celebra en el cauce de la sangre que canta

un ígneo ramillete de rojas amapolas,

que amarran a mis muelles ráfagas de vendimias.

 

 

 

         2. PASIÓN PROHIBIDA

 

Contra todo pronóstico, hoy retorno a la vida.

Traigo mi corazón como antorcha flamígera.

La eternidad derrama su umbral en la distancia.

Me circunda el deseo de una pasión prohibida.

 

Mis pies, andan senderos entre quebradas ígneas

y mis manos presienten el roce de tu boca,

la pavesa encendida de tus brazos de hiedra,

ardido derrotero que mi cintura aguarda,

desnuda en la gramilla de tus laderas cálidas,

bajo esta inabarcable penumbra detenida.

 

No hay albor, ni hay poniente

ni impostura irredenta,

ni sueños derrotados que apaguen las estrellas

que con fulgor de lámparas en el alma titilan.

 

Ni existen las sibilas que descuelguen la luna,

y la enreden a espejos de rituales acequias,

entre ese impronunciado murmullo que te nombra,

cuando la piel del alma desenreda luciérnagas

y la brisa del bosque acuna remembranzas

que me vuelven antorcha

donde habita la vida.

 

 

 

 

 

HYPATIA DE ALEJANDRÍA

 

BIOGRAFÍA

 

         ENTRE EL MITO Y LA LEYENDA

 

         Mucho de leyenda se entrelaza a la biografía de esta excepcional mujer, que brilló con talento propio. De increíble belleza, y lúcida inteligencia, Hypatia de Alejandría, atraída irresistiblemente por el infinito universo al que estudió durante largos años, es considerada como la primera mujer de la historia que se dedicara a la ciencia. Ecos de su vida nos han llegado por medio de documentos. Su originalidad y valentía, radican, en que a pesar de haber vivido en una época en la cual las mujeres no tenían derecho al conocimiento, del que resultaban excluidas, Hypatia venció todos los obstáculos, se abrió camino en el área científica y consiguió, gracias a su capacidad y voluntad, obtener un gran reconocimiento público. No obstante, su dedicación al estudio, la hizo renunciar al matrimonio.

 

         ALGO DE SU PERSONALIDAD

 

         Se calcula que aproximadamente en el año 370 d.C. nació Hypatia en Alejandría. De su madre poco se sabe, pero de su padre Theón, nos narran que era un filósofo y matemático muy destacado en Alejandría. Trabajaba en el famoso Museo, creado por Tolomeo, quien fue el emperador que sucedió en el trono a Alejandro Magno, el fundador de Alejandría, cuando éste falleciera. Su padre, asumió la educación de su hija, para lograr que ella fuera "un ser humano perfecto". En éste Museo, vivían más de cien profesores, a los que se sumaban cada año eminentes científicos que se dedicaban a la investigación y a la enseñanza y venían periódicamente como invitados.

         Gracias a la influencia de Theón, Hypatia logró ingresar como estudiante al Museo y es allí donde obtuvo su formación científica. Viajó a Atenas y a Italia donde recibió cursos de filosofía. Avalada por su elevado nivel intelectual, fue seleccionada y obtuvo una cátedra en esa prestigiosa institución. Por méritos fue nombrada en el año 400, Directora del Museo, donde se desempeñó durante 20 años, hasta su muerte. Hypatia murió asesinada en el 415 d.C., durante el reinado de Teodosio II, en medio de un clima de luchas religiosas donde el cristianismo intentaba apoderarse del poder civil.

 

         LA TERRAZA DONDE BAJABAN LAS ESTRELLAS

 

         La mente activa solo es posible en un cuerpo saludable, opinaba Theón, por lo cual Hypatia practicaba diariamente ejercicios físicos. Como a las mujeres de esa época, les estaba negado acceder al conocimiento y a la educación, su vida contrastaba mucho con la de su entorno femenino. Sus contemporáneas solamente se ocupaban de realizar tareas domésticas sin mayor trascendencia. Exaltan las crónicas su gran belleza, y aunque muchos hombres la amaron, Hypatia optó por no casarse, porque su objetivo primordial era dedicarse al estudio de disciplinas tales como las matemáticas, la astronomía, la filosofía y la música. En la terraza de su casa paterna, instaló un observatorio, desde donde estudiaba los astros del firmamento. Su carácter fuerte, su pasión por la libertad y su no sometimiento a convencionalismos la convirtieron en una mujer incómoda para las autoridades eclesiásticas. Sus conocimientos le hicieron acreedora de una corona de laureles, símbolo de una distinción que la Academia de Atenas reservaba para sus alumnos más destacados, Hypatia usaba esta corona como su joya más valiosa.

 

         EL EXTRAÑO MENSAJE DEL CARPINTERO DE NAZARETH

 

         El Imperio romano comenzó una lenta decadencia en primer lugar por la inmensa extensión de sus fronteras que volvían insostenible su defensa y las hacían vulnerables al ataque de los pueblos que pugnaban por atravesarlas. Sumado esto a una serie de plagas que fueron diezmando la población y dificultaron la obtención del cobro de impuestos. En el año 1 nace Jesús de Nazareth y comienza a revolucionar el enfoque integral de la sociedad, al hablar de que la armonía y el amor deben imperar en la humanidad. Que la espiritualidad es vital para los seres humanos y que todos somos hijos de Dios. Como su prédica molestaba a los Sumos Sacerdotes judíos, éstos armaron una intriga y lograron que el inoportuno predicador, que hacía tambalear sus privilegios y cuestionaba el fanatismo de su doctrina, además de entrometerse en sus finanzas, fuera crucificado por los romanos que dominaban el territorio de lo que hoy es Israel. Pero, ese pequeño grupo inicial de creyentes seguidores de Jesús, que al comienzo parecía ser la secta de unos pocos adeptos, va adquiriendo fuerza y se transforma en una poderosa religión con miles de fervorosos practicantes que se esparce por todo el mundo.

         Roma, tenía sus dioses y el Dios de los cristianos era diferente e inaceptado por quienes detentaban el poder. Era un Dios incómodo porque instaba a la compasión, a la solidaridad, a la predominancia de los valores del espíritu por sobre los logros materiales. Porque enseñaba que todos los hombres habían nacido libres y todos eran iguales. No podían haber amos y esclavos, no podían segregar a las mujeres, no podían repudiar a los enfermos, ni desdeñar a los más necesitados. Nadie debería erigir su riqueza, construyéndola sobre la sangre y el dolor de sus semejantes. Era un mensaje inaudito. Contrario a guerras y matanzas. Contrapuesto a cuanto se había venido practicando hasta entonces.

 

         EL ENTORNO SOCIO POLÍTICO

 

         Para aquella sociedad, la crueldad era considerada diversión, la esclavitud era normal, el botín logrado por el saqueo de ciudades conquistadas era la base de la fortuna del Imperio y de sus representantes más poderosos.

         A finales del siglo I d.C. se termina en Roma el Coliseo, o Circo Romano, donde los espectáculos para solazar a la gente eran la lucha entre gladiadores, la lucha de humanos contra animales, a los que azuzaban con pinchos, látigos y fuego para que atacaran a sus víctimas, y la lucha entre los mismos animales, que traían desde las inmensidades del Imperio.

         La muerte cruel en pelea de leones, osos, tigres, elefantes, leopardos, panteras, toros, rinocerontes jabalíes y hasta liebres perseguidas y descuartizadas por perros significaba el espectáculo más entretenido para los miles de espectadores que asistían a esos juegos. Aunque los datos son imprecisos, se estima que aproximadamente unos nueve mil animales murieron durante los juegos inaugurales.

 

         DE LAS PERSECUCIONES AL PODER

 

         Entre el 303 y 311 d.C. Diocleciano emprendió la más sangrienta persecución contra los cristianos. Alejandría, se hallaba bajo dominio de Roma, y en el 312 d.C. el Emperador Constantino, declaró haber tenido una experiencia de conversión haciéndose cristiano. En el 324, el cristianismo es declarado religión oficial del Imperio Romano. Desde ese momento, la nueva religión que surgiera a partir de las enseñanzas de Jesús, vista hasta ese entonces, como un factor desestabilizador para el equilibrio del Imperio y cuyos adeptos fueran brutalmente perseguidos, torturados, crucificados, martirizados y hasta arrojados vivos para ser descuartizados por las fieras en el Circo Romano, como espectáculo de recreación del populacho, pasaron a ser respetados y a ocupar cargos importantes en la conducción de la sociedad.

         Unos 70 años después de la conversión de Constantino, el Emperador Teodosio convirtió al cristianismo en religión oficial del estado Romano. A los Obispos se les asignaron lugares de honor en el Gobierno. Para el 400 d.C. los términos romano y cristiano eran prácticamente sinónimos. Acosado, desde varios puntos geográficos por pueblos bárbaros, el Imperio, sufrió un lento pero fatal desmoronamiento. Roma sucumbió en el 476 d.C. pero el Imperio de Oriente, transformado en el Imperio Bizantino, le sobrevivió mil años.

 

         INTRANSIGENCIA VERSUS CONOCIMIENTO

 

         Pero, este cambio gradual, en las estructuras de la concepción del mundo y de lo sobrenatural, trajo aparejada una ignominiosa intransigencia. Así como antes se ensañaran contra los cristianos, al variar las coordenadas políticas, comenzó una cruel persecución contra los llamados "paganos" y contra todos aquellos que se negaban a abrazar la nueva religión del Imperio, y a renegar de cualquier conocimiento científico que no se aviniera a los cánones doctrinarios establecidos de manera dogmática e imperativa por las nuevas autoridades eclesiásticas, que lastimosamente muchas veces hicieron gala de una ignorancia supina.

         Esta conversión forzada, hizo que los paganos conversos, lo hicieran de manera superficial, para sobrevivir, y trajeron con ellos ídolos y prácticas, de tal manera que aquella sencilla iglesia primitiva donde prevalecía la exaltación del espíritu y su comunicación directa con Dios, la solidaridad y el amor entre los seres humanos, cambió. A diferencia de Jesús que predicaba a la intemperie, se construyeron imponentes templos, se introdujeron iconos, una elaborada arquitectura, peregrinaciones y rituales que el Nazareno en su mensaje primigenio jamás había mencionado. En Concilios posteriores, se establecieron cosas como la confesión, las indulgencias, y una serie de agregados que no provenían de la doctrina original de Jesús. Surgieron diferencias teológicas, lingüísticas, políticas y de procedimientos, que llevaron finalmente al gran Cisma de Oriente y Occidente en 1054 donde se escindieron la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Oriental Ortodoxa.

         La Iglesia se transformó en un sitial de poder político, y con los bandos opuestos se generaron sangrientas guerras.

 

         VOLVIENDO A HYPATIA

 

         Debido a la ignorancia generalizada, este cristianismo de matices fundamentalistas, que poco tenía que ver con el sublime mensaje iniciático de Jesús. Bajo la vara de la intransigencia, se iba imponiendo en aquella sociedad, donde todo lo que no se ajustaba a lo que ellos consideraban afín con sus creencias religiosas, debía ser erradicado y perseguido. Se había cambiado de Dios, pero el ser humano no había cambiado sus costumbres en lo más mínimo.

         Bajo ese prisma, Hypatia, que se había transformado en una de las más destacadas científicas y filósofas, fue señalada como símbolo del paganismo. Su gran enemigo, conforme cuentan crónicas un poco contradictorias, fue el Obispo Cirilo, en contraposición, con su gran admirador y defensor Sinesio de Sirene, posteriormente Obispo de Ptolemaida. Este contrapunto de ideologías antagónicas sirve como umbral de partida para bucear en un conflicto que no tenía como base única y exclusivamente la religión católica, sino que obviamente acá se entremezclaban otro tipo de intereses, ya fueran políticos, económicos, circunstancias coyunturales, rivalidades, envidias e intrigas.

 

         El FANATISMO DE LA IGNORANCIA

 

         Los bandos antagónicos eran sumamente violentos, y hordas sin control tomaban la justicia en manos propias. En el transcurso de estos conflictos, dos obispos cristianos, Jorge y Proteino, fueron asesinados.

         Como Hypatia se negó de manera rotunda, a renunciar a sus conocimientos, en pos de una supuesta conversión al cristianismo, sus enemigos, que eran muchos, por la envidia que le tenían, la acusaron de conspirar contra el líder cristiano de Alejandría. Esto era una infamia.

         Así, sin ningún juicio que dictaminara su culpabilidad, ni leyes que la condenaran, una horda compuesta por fanáticos religiosos, de una forma inhumana, se abalanzó sobre ella para asesinarla de manera brutal.

         Inesperadamente, cuando Hypatia volvía a su casa en su carruaje, la rodearon, la golpearon, la desnudaron y comenzaron a arrastrarla por las pedregosas calles. Después, aún viva, le carcomieron la carne y la piel con conchas marinas, y no contentos con el suplicio, la descuartizaron. Posteriormente, de manera triunfal, recorrieron con sus restos ensangrentados toda la ciudad, hasta el Ciraneo (crematorio) donde los incineraron.

 

         SU LEGADO

 

         Es de lamentar que todos sus escritos se hayan extraviado, pero existen muchas menciones sobre su contenido. En Álgebra redactó extensos estudios. Analizó la Aritmética de Diofanto, considerado como el padre del álgebra, y allí encontró maneras alternativas de dar solución a nuevos planteamientos. Se sabe que redactó ocho tomos relativos a un tratado sobre Geometría de las Crónicas de Apolonio, quien observara los epiciclos y deferentes que explican las órbitas irregulares de los planetas. Junto a su padre elaboró una completa revisión, y actualización de los Elementos de la Geometría de Euclides, cuya edición es la que aún se emplea en nuestros días. Además, escribió un tratado sobre este tema.

         Elaboró un Canon de Astronomía, y una exhaustiva revisión de las Tablas Astronómicas de Claudio Tolomeo, que fueron incluidas en el Canon Astronómico de Hesiquio. Confeccionó un Planisferio y la cartografía de diversos cuerpos celestes.

         Sus intereses se centraban en la filosofía, matemáticas y astronomía. Aparte de esto, se involucró en la mecánica y en tecnologías prácticas. Llegó a diseñar varios instrumentos, en sus Cartas a Sinesio pueden verse sus dibujos, inclusive un astrolabio plano, que se utiliza para medir la posición de las estrellas, los planetas y el Sol.

         Inventó un aparato para la destilación del agua. Desarrolló un hidroscopio para medir la presencia y el nivel del agua, y un hidrómetro graduado de latón para determinar el peso específico de los líquidos. Se cree que fue quien inventó del aerómetro, instrumento que se usa para medir las propiedades físicas del aire u otros gases.

 

         FULGOR Y CREPÚSCULO DE LA BIBLIOTECA

 

         Alejandro Magno fundó la ciudad de Alejandría, en el 331 a.C., Ptolomeo, era uno de sus generales y al morir su jefe y repartirse el inmenso imperio de Alejandro entre sus principales militares, obtuvo el trono de esa ciudad. La transformó en un importante centro artístico y literario, heredero de la civilización helénica. La hizo célebre por su faro de 400 pies de alto, que iluminaba su rada, considerado una de las maravillas del mundo antiguo. En el siglo III, Ptolomeo, funda la famosa Biblioteca, donde se albergaban unos 900 mil manuscritos. Pero, los pobladores del lugar, eran por naturaleza pendencieros y los motines populares resultaban frecuentes. Cuando Julio César en el 48 a.C. persiguió a Pompeyo, refugiado en Alejandría, bombardeó con su flota la ciudad y se produjo el primer incendio de parte de la Biblioteca. Al morir Julio César, la reina Cleopatra de la familia Ptolomeo, se tornó amante de Marco Antonio, quien para reparar el daño, hizo traer de la Biblioteca de Pérgamo, unos 200 mil manuscritos.

         Este puerto de Egipto, a orillas del Mediterráneo, por estar situado en un punto geográfico estratégico, donde se unían oriente y occidente, fue objeto de múltiples invasiones. En el año 273, el Emperador romano Aureliano, irrumpió violentamente en la ciudad a la que sometió y saqueó. Diocleciano hizo lo mismo en el 297. Durante el siglo IV, se enfrentaron allí Monofisitas contra Melquitas. Finalmente la ciudad resultó expoliada en el 391, por orden de Teodosio el Grande, quien decidió la destrucción de los templos paganos, a petición de Teófilo, Patriarca de Alejandría. Se demolieron importantes edificios entre ellos gran parte de la maravillosa Biblioteca. Aún así, hubo quienes lograron salvar, a riesgo de sus vidas, significativos documentos. En el 616 bajo el mando de Cosroes II, los persas toman la ciudad.

 

         LA HOGUERA DEL OSCURANTISMO

 

         En el 641 cae bajo la dominación de los árabes, quienes marchaban bajo el mando del Califa Umar (Omar) Ibn Al Jattab, segundo sucesor de Mahoma, éste decidió la destrucción de millares de valiosos manuscritos, argumentando que: "Si no contiene lo que ya está en el Corán, es inútil. Y es preciso quemarla. Y, si contiene algo más de lo que está en el Corán, entonces es mala y también es preciso quemarla."

         Así en el 642, tras 14 meses de asedio, Alejandría es tomada por los musulmanes, y cuentan que los papiros sirvieron como combustible a los baños públicos durante seis meses.

         El crepúsculo se abismó sobre aquel valioso material que atesoraba el conocimiento alcanzado a lo largo de siglos, por la humanidad. Y la ignorancia ocupó el lugar de la sabiduría. Lo que allí se perdió, se considera que fue tan importante, que hasta hoy esa carencia, resulta invaluable.

         Los franceses se apoderaron de Alejandría en 1798 y los ingleses en 1801.

 

         FICCIONES Y REALIDADES

 

         En la narración de las vicisitudes de la Biblioteca de Alejandría, la ficción se entrelaza con la realidad y muchos niegan o afirman destrucciones, saqueos, atracos y depredaciones. Por lo tanto, es difícil desentrañar el ovillo de la verdad, porque la información al respecto es contradictoria, pero sí sabemos porque la realidad nos lo confirma, que aquel Edificio donde se atesoraba todo el saber que la humanidad acumuló durante siglos de civilización, fue saqueado y destruido y aunque algunas obras perduraron, otras, de incalculable valor, se perdieron para siempre y aquel maravilloso lugar, sus amplios salones, sus estantes repletos de pergaminos, sus paredes, pilares y techos pletóricos de magníficos frescos, se convirtieron en ruinas que sirvieron como refugio a indigentes. La intransigencia, el fundamentalismo y la ignorancia, sólo traen como consecuencia el oscurantismo.

 

 

 

 

 


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