Portal Guaraní - A PUERTA CERRADA - Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

Aumentaron los casos de violencia doméstica según Relaciones Públicas de la Policía. Su titular, María Elena Andrada, dio esta información al diario “Última Hora” con algunas de las posibles causas: “permanecer todos juntos bajo el mismo techo” con lo que “la cuarentena se vuelve más tediosa. En muchos casos, las personas se vuelven un poco más sensibles, menos tolerantes y recurren a ciertos roces, discusiones, incluso en algunos casos con golpes de por medio”.

No es fácil la convivencia cuando se tienen intereses opuestos. Impiden sobrellevar el obligado encierro. Cada miembro de una familia intenta pasar lo mejor posible, aunque moleste al otro. Se necesita de mucha presencia de ánimo para soportar lo que disgusta y no estallar en gritos. O en trompadas.

En un generoso gesto, los profesionales de la salud mental –según el diario digital “Hoy”, del martes– se ponen a disposición, sin cobrar un centavo, de las personas con “incertidumbre, ansiedad, depresión, estrés, ansiedad ante el confinamiento y actitudes negativas ante la epidemia y las medidas adoptadas” por las autoridades que procuran velar con éxito por la salud de la población.

El francés Jean Paul Sartre (1905-1980) escribió una obra de teatro inquietante, “A puerta cerrada”. Tres personajes, tras su muerte, fueron condenados a estar juntos. La frase de uno de los personajes se ha hecho célebre: “El infierno son los demás”.

Los personajes de Sartre, como ya están muertos, “vivirán” por siempre en el infierno de las discusiones, la intolerancia, la debilidad moral, el pesimismo. El pesimismo, ya se sabe, cierra todos los caminos de la esperanza.

También el diario “Hoy” reprodujo la entrevista por la emisora 970 al doctor uruguayo Roberto Canessa, sobreviviente de la tragedia aérea de los Andes en octubre de 1972. Como médico, y avalado por la difícil experiencia vivida en el aislamiento con un final incierto, Canessa recomienda tener “ilusiones y sueños porque sacan adelante a las personas”. Y agrega: “Yo creo que cada uno tiene una tarea que cumplir en este tiempo en casa. Hay que capitalizarlo. Hay muchas cosas por hacer”.

Muchas cosas se están haciendo –frente a quienes no lo hacen– para aliviar tantas penurias inmerecidas. Es de mencionar y aplaudir a los médicos y enfermeras que exponen su vida por los demás; a los artistas que acercan su talento al público por las redes sociales; a los productores agrícolas; a quienes ayudan con un poco de comida a sus semejantes necesitados, y a tantas otras personas solidarias, esas que nos dicen con sus actos que todavía hay lugar para la esperanza, que no estamos solos en nuestro dolor y nuestras dudas.

Cada uno de nosotros somos los demás, no el infierno de Sartre, sino la fraternidad. Lo que les pasa a los demás, a nosotros nos pasa.

En el portal de su famosa novela “Por quién doblan las campanas”, el escritor norteamericano Ernest Hemingway (1898-1961) reprodujo estas palabras de John Donne:

“Nadie es una isla, completo en sí mismo, cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”.

Procuremos con todas nuestras fuerzas, nuestra buena voluntad, que pronto dejen ya de anunciarnos la muerte de un hermano por el coronavirus.

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