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JUAN CARLOS HERKEN KRAUER
  GRAN BRETAÑA Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA - JUAN CARLOS HERKEN KRAUER y MARÍA ISABEL GIMÉNEZ DE HERKEN - Año 1983


GRAN BRETAÑA Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA - JUAN CARLOS HERKEN KRAUER y MARÍA ISABEL GIMÉNEZ DE HERKEN - Año 1983

GRAN BRETAÑA Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Por JUAN CARLOS HERKEN KRAUER y

MARÍA ISABEL GIMÉNEZ DE HERKEN

Editorial Arte Nuevo,

Asunción-Paraguay 1983

167 páginas.



Co-autora,  María Isabel Giménez de Herken (1954-1998).



Ejemplar que fue donado por

Herederos del Dr. Mario López Escobar

A la Biblioteca “PABLO VI” de la Universidad Católica

 

Este estudio reconstruye la visión de los acontecimientos desde la perspectiva europea y en particular desde la de Gran Bretaña situando al observador en la época. Demuestra objetivamente como evolucionó la actitud del mundopolítico europeo a lo largo de los cinco años de guerra. No se propone sostener una tesis preconcebida, simplemente conduce al lector al contacto directo con la documentación y por ello se salva de ser una versión conspirativa de la Historia, sujeta a intereses actuales y creemos que en ello radica su valor científico auténtico. Es sin duda un trabajo hecho con toda claridad de punto de vista por sus autores y en un centro de investigación que les ha permitido poner a disposición de los lectores abundante material inédito.

Este trabajo abre ademas la perspectiva de seguir ahondando el conocimiento de las fuentes europeas de investigación de la historia americana particularmente la de Inglaterra que en plena época Victoriana marcaba sin duda la pauta de los intereses comerciales e industriales del viejo mundo.

En un capítulo especial, se transcriben las notas aparecidas en THE TIMES con la crónica de la Guerra de la Triple Alianza y puede verse a través de ellas el curso del punto de vista de la época de este verdadero mentor de la opinión europea, respecto a una guerra homérica de insospechables consecuencias para la vida de esta región americana la que sufrió profundos cambios a raíz de la misma.

Los editores, agregamos al texto una serie de ilustraciones que tienen por objeto ambientar al lector en la época. Algunas son fragmentos de los cuadros de Cándido López, joven pintor argentino, que con gran fidelidad y honestidad se constituyó sin duda en el cronista gráfico de esta guerra. El Teniente López oriundo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, pierde su brazo derecho en combate y luego reeduca su mano izquierda para pintar la guerra en una portentosa muestra de voluntad y fidelidad artística.

Se incluye además la reproducción de otras láminas para dar una visión física de en qué consistían, arsenales, barcos y situaciones geográficas, mencionados en los textos.



 

ÍNDICE


- CAPITULO I: EL IMPACTO ECONOMICO Y POLITICO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

CAPITULO II:GRAN BRETAÑA, LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA Y LOS MODELOS REGIONALES DE CRECIMIENTO ECONOMICO.

1. Introducción.

2. La política oficial de Gran Bretaña con respecto al Paraguay.

3. La importancia comercial del Paraguay y los intereses británicos.

4. La organización socio-económica del Paraguay de los López y el “Imperialismo de libre-comercio”

5. Gran Bretaña y el desarrollo de la Guerra de la Triple Alianza.

6. Las consecuencias de la Guerra de la Triple Alianza.

BIBLIOGRAFIA BASICA. (CORRESP. A LOS CAPITULOS I y II)

-CAPITULO III

  • "THE TIMES" Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Introducción

Años 1864/ 1865/ 1866/ 1867/ 1868/ 1869/ 1870

  • INDICE DE ARTICULOS, INFORMES Y REPRODUCCIONES SOBRE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA Y PAISES ENVUELTOS EN EL CONFLICTO PUBLICADOS EN EL PERIODO "THE TIMES", LONDRES, GRAN BRETAÑA.

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CAPITULO II: GRAN BRETAÑA, LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA Y LOS MODELOS REGIONALES DE CRECIMIENTO ECONOMICO.

 

 

1. Introducción.

2. La política oficial de Gran Bretaña con respecto al Paraguay.

3. La importancia comercial del Paraguay y los intereses británicos.

4. La organización socio-económica del Paraguay de los López y el ‘Imperialismo del libre-comercio’.

5. Gran Bretaña y el desarrollo de la Guerra de la Triple Alianza.

6. Las consecuencias de la Guerra de la Triple Alianza..

 

 

          1. INTRODUCCIÓN. 

 

         La Guerra de la Triple Alianza que opuso el Paraguay a las fuerzas conjuntas de la Argentina, Brasil y Uruguay entre 1864 y 1865 fue el conflicto militar de mayor envergadura durante el siglo XIX en el continente sudamericano y tuvo un impacto crucial en el proceso de consolidación de las sociedades nacionales que hacía solo unas décadas habían empezado a salir de la dominación ibérica. Pese a ello, y teniendo en cuenta la cantidad considerable de estudios que se publicaron sobre el tema, el análisis sobre las causas y el significado del conflicto, en su dimensión estructural y contextual histórica, permanece aún cargado de controversias e interpretaciones radicalmente disímiles. Esta constatación permanece como válida incluso circunscribiendo los trabajos a aquellos que escapan al común denominador de la apología o la denunciación subjetiva de los diversos actores y protagonistas.

         Más aún, el análisis del conflicto en función de un proceso histórico determinado  de la emergencia e inserción de las sociedades nacionales del área a un orden mundial, del impacto económico a mediano y largo plazo del evento, ha quedado relativizado o sujeto a formulaciones basadas en un análisis parcial de los hechos y datos históricos. Por el lado de la historiografía paraguaya, los condicionantes han sido extremadamente fuertes, en la medida en que el tema ha poseído, y hasta cierto punto sigue poseyendo, fuertes connotaciones políticas. A ello debe sumarse la inexistencia de una historia económica propiamente dicha e incluso la carencia de fuentes relativamente sistemáticas y confiables que permitan una reconstrucción del contexto estructural en el cual tuvieron lugar determinados conflictos militares y políticos.

         Hasta cierto punto, las interpretaciones sobre el tema se han caracterizado por la formulación de ambiciosas teorías totalizantes sobre las que se ha tratado de agregar, ex post, cierto tipo de estructuras argumentativas que en la mayoría de los casos descansa sobre una base documental y estadística sumamente débil e irregular. Dos extremos pueden marcarse en estas interpretaciones. Por un lado, la reducción del conflicto al resultado inevitable de rivalidades personales y nacionales, consecuencia natural, podría formular la tesis, de sociedades recién arrancadas de un sistema de dominación imperial colonial, casi necesariamente inclinadas al caos y a los conflictos bélicos, debido a la inestabilidad o al estado de pubertad de sus instituciones políticas.

         Por el otro lado, la ubicación del conflicto como un caso clave del afianzamiento de un sistema económico regional que correspondía a los intereses de la potencia imperial del momento, Gran Bretaña. En esta óptica, Gran Bretaña, promovió, apoyó y, financió la Guerra de la Triple Alianza como manera de aprovechar las riquezas naturales del Paraguay e integrarlo al sistema económico de la época.

         Esta perspectiva podría formularse de varias maneras. Para unos, el conflicto fue el resultado de la oposición del "nacionalismo militante" y el "imperialismo británico" (1). A otro nivel de análisis, el resultado inevitable de la contradicción entre una sociedad en la que predominaba un régimen de "socialismo de estado" o "capitalismo de estado", y otras en las que predominaba un capitalismo de laissez faire, en el que grupos extranjeros jugaban un papel central. (2). O, en última instancia, la confrontación entre una estrategia de crecimiento económico auto sustentado y otra que descansaba de manera importante en el ingresó de recursos productivos exógenos; como capital y fuerza de trabajo.

         Es obvio que este debate presupone a su vez una diferencia significativa en el enfoque metodológico, en el sentido de interpretaciones que oscilan entre un acentuamiento del rol de individuos y de fatalismos geográficos y naturales, y otra que acentúa los condicionantes históricos estructurales y el predominio de una interrelación entre sociedades nacionales y el sistema regional y mundial. No menos importante es el hecho de que investigaciones recientes que cubren el conflicto de la Triple Alianza han vuelto a colocar en primer lugar un debate sobre el papel de Gran Bretaña, y vuelto a cuestionar, en forma no exenta de validez, las tesis que atribuyen un rol primario de instigador, financista y beneficiador a la otrora potencia imperial. El trabajo de Nick Tate a este respecto (3), es importante, por su revisión de la documentación británica y por la contundencia de sus conclusiones:

         "No existe evidencia, sin embargo, de que el gobierno británico, incluso cuando tuvo una oportunidad o una excusa, haya considerado algún intento para producir el derrocamiento (de la familia de López) o para apoyar a otros en ese objetivo, tanto durante el caso Canstatt o en la Guerra de 1864-1870. Su política con respecto al Paraguay no es consecuentemente lo que uno podría esperar de los trabajos de aquellos que oyen a Gran Bretaña como desempeñando un rol semi-imperial en América del Sur durante la época. (...). Una examinación de las relaciones de Gran Bretaña con el Paraguay, consecuentemente, endosa la opinión contraria, sustentada quizás por la mayoría de los escritores sobre el tema de que el gobierno británico constantemente rehusó interferir en los asuntos internos de los estados latinoamericanos, o en las relaciones entre estados, en un intento de promover los intereses económicos de Gran Bretaña". (4).

         En parte, el trabajo de Tate está dirigido a refutar algunas de las apreciaciones más fuertes sobre la injerencia británica en el conflicto (5). De todas maneras, el debate implica además no solo la revalorización de fuentes documentales de singular valor sino un cuestionamiento sobre las formas de utilización de las mismas para la sustentación de una determinada teoría que intenta apuntar a las causas y las consecuencias a largo plazo del conflicto.

         Asimismo, estos cuestionamientos sirven para apuntar a la necesidad de distinguir entre los roles específicos de los grupos de presión dentro de una determinada sociedad, grupos que actúan sobre la base de intereses mutuamente contradictorios: Esta diferenciación entre el rol específico del estado, de grupos y subgrupos económicos, e incluso de otros sectores como el de la prensa, muestra, en el caso de la Guerra de la Triple Alianza, lo difícil que resulta globalizar y referirse a la existencia de una política británica coherente con respecto a la guerra. Una revisión de los principales elementos de discusión -la política oficial británica, la potencialidad comercial del Paraguay y los intereses de grupos extranjeros, la disimilitud entre los sistemas económicos regionales, y la actuación británica en el transcurso de la guerra- se impone como forma de contribuir a una interpretación enriquecedora, en su dimensión contextual y estructural, de una etapa clave de la historia económica regional.

 

NOTAS

 

(1) González (1968).

(2) Pomer (1968), (1971); Introducción de Ortega Peña-Duhalde a López (1969); Chiavenato (1979).

(3) Tate (1979)

(4) Ibíd., Pg. 64

(5) En especial las argumentaciones de Pomer (1968) sobre la cuestión Canstatt y el interés británico en el algodón; Tate (1979), pg. 60.

 

 

 

          2. LA POLÍTICA OFICIAL DE GRAN BRETAÑA CON RESPECTO AL PARAGUAY. 

 

         A pesar de los esfuerzos realizados por José Gaspar Rodríguez de Francia para establecer relaciones políticas y comerciales con Gran Bretaña y Francia, el Paraguay se mantuvo durante los primeros cuarenta años de su historia independiente sin relaciones formales con la mayoría de los estados europeos (1). De hecho, el Paraguay fue el último estado sudamericano en ser reconocido por Gran Bretaña (2). Varios factores conspiraron contra este acercamiento, aunque existió interés por ambos lados, especialmente durante la época de Carlos Antonio López. Pero las pretensiones argentinas sobre el Paraguay hicieron que el acercamiento de las potencias europeas del momento se retardase significativamente. Por otra parte, el interés europeo sobre el Paraguay tampoco era tanto como para privilegiarlo por encima de las relaciones con otros países regionales, especialmente Brasil y Argentina, tanto es así que uno de los esfuerzos británicos más sistemáticos al respectó fue suspendido en 1846; para no enturbiar las relaciones con la Argentina (3).

         La estrategia, de Gran Bretaña estaba centrada sobre la importancia comercial, en un sentido potencia antes que virtual, del Paraguay y la necesidad de lograr un acceso libre a los nos interiores de la región platense. Este objetivo, no obstante, no poseería una prioridad sobre la aceptación británica de las atribuciones políticas regionales de la Argentina. Recién cuando se genera el conflicto entre Rosas, por un lado, y Gran Bretaña y Francia por el otro, el Paraguay adquiere una importancia mayor, en la medida en que la correlación de fuerzas de la región, Paraguay pasa ahora a constituir un aliado potencial de los intereses europeos. La misión Gordon, impulsada por Lord Aberdeen en 1842, tiene este objetivo esencial, y generó una furiosa reacción por parte de Rosas (4). En 1845 Gran Bretaña ofrece protección militar al gobierno paraguayo, para el envío de diplomáticos paraguayos a Montevideo y Europa (5). Recién en 1852, y después del reconocimiento de la independencia del Paraguay por parte de la Confederación Argentina, se crean las condiciones para elevar el status de las relaciones bilaterales. Urquiza no solo había reconocido la independencia del Paraguay, sino que había extendido además la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay a las potencias europeas. La independencia del Paraguay, así como la del Uruguay, pasaban entonces a constituirse en pilares de la estrategia británica de apertura del Río de la Plata y sus aguas interiores al tráfico y al comercio internacional (6).

         Pese a que una relación comercial y política con las potencias europeas constituía una necesidad crucial para el Paraguay, la concretización de esta ambición tropezó en muchas ocasiones con innumerables conflictos personales y una desconfianza profunda por parte de los negociadores paraguayos (7). Consciente de que la apertura al mercado mundial era una condición básica de la consolidación de la independencia nacional, C.A. López podía percibir al mismo tiempo que este proceso podía poner en peligro el alto grado de dominio estatal existente en la economía y, asimismo, que el influjo político y cultural que conllevaría este proceso podría socavar las bases de la estabilidad política interna. Las negociaciones que precedieron a la firma del tratado de amistad y comercio entre Paraguay y Gran Bretaña, firmado asimismo por otras potencias europeas, en 1853, constituyeron una muestra acabada de estos condicionamientos.

         El tratado acordaba derechos de navegación y tráfico comercial a los ciudadanos británicos sobre el Rio Paraguay hasta Asunción y sobre el Río Paraná, así como garantizaba el ejercicio de actividades comerciales en todo el territorio, en función de las disposiciones legales que ya existían al respecto; es decir; respetándose hasta cierto punto los monopolios comerciales del estado paraguayo. Se decretaba asimismo un idéntico tratamiento impositivo para el comercio exterior en ambos países (8). El representante británico obtuvo al parecer dos promesas de C.A. López, incluyendo la apertura del Alto Paraguay al tráfico británico, una vez solucionado el conflicto con el Brasil y las posibilidades de un tratado más amplio y "liberal" (9). Gran Bretaña procede al nombramiento de un cónsul permanente en Asunción, que ejerce sus funciones desde 1851 a 1859. Durante este periodo el intercambio comercial del Paraguay aumenta en forma acelerada, pero las relaciones con Gran Bretaña continuaron sufriendo una serie de obstáculos. Un intento de renegociar el tratado comercial en 1858 fracasó estrepitosamente, en medio de complicados problemas de protocolos y enemistades personales entre el negociador británico, William D. Christie, y C.A. López. Gran Bretaña deseaba cláusulas más liberales y la garantía del acceso al comercio de la zona de Matto Grosso. Este punto ya habla desatado un serio conflicto diplomático con el Brasil, iniciado en 1855, en el que Gran Bretaña intervino, tratando de impedir que la confrontación acabase en una guerra (10). A pesar de que la discusión final con Christie se limitó a un tratado de navegación en el que Paraguay consentía el acceso de buques británicos al Alto Paraguay, las negociaciones no pudieron culminar con la firma de un nuevo tratado (11). De todas maneras, el acuerdo de 1858 otorgando al Brasil el acceso al Alto Paraguay implicaba también el acceso a esas aguas de los buques extranjeros.

         La cuestión Canstatt -el arresto de un ciudadano británico que también hacía uso de un pasaporté británico- habría de agravar considerablemente el estado de las relaciones en 1859, ya deterioradas por la disputa suscitada en torno a la colisión de un buque británico y otro paraguayo en 1858 (12). En agosto de 1859 quedan formalmente interrumpidas las relaciones, en una decisión unilateral tomada por Gran Bretaña, y el caso Canstatt habría de suscitar bastante atención en Francia e Inglaterra. Recién en abril de 1862, y luego de arduas negociaciones; se firma un acuerdo entre ambas partes, considerado por muchos como "excesivamente satisfactorio para el Paraguay (13). Pero Gran Bretaña no nombra a un nuevo cónsul en Asunción, y es el encargado de negocios en Buenos Aires, Edward Thornton, el que permanece en contacto con el gobierno paraguayo, en especial sobre los crecientes problemas políticos suscitados en torno al Uruguay y su impacto en el equilibrio del Plata.

         No cabe duda de que en los cerca de doce años de relaciones bilaterales sistemáticas y formales que precedieron al estallido de la Guerra de la Triple Alianza, las mismas nunca se caracterizaron por un exceso de cordialidad. Aunque si existía una perfecta comprensión de los intereses respectivos y de la complementariedad de muchos de ellos en el problema político del Plata. La opinión personal de los agentes británicos que tuvieron que negociar con el Paraguay fue en su gran mayoría poco favorable, tanto sobre el carácter del régimen político del país, así como sobre las potencialidades comerciales. Ello no impidió que los mismos siguieran en forma más o menos coherente las instrucciones impartidas desde Londres con respecto a la política hacia el Paraguay, consistente esencialmente en impedir que el país utilizase a Gran Bretaña en las disputas con los países vecinos (14), y en asegurar el libre acceso de los buques británicos a los ríos Paraná y Paraguay.

         Pero la imagen otorgada por estos agentes era ciertamente poco favorable. G.R. Gordon expresaba en 1844, después de su expulsión, que:

         "…el Paraguay no significa absolutamente nada, y es incapaz de representar algo en el presente estado de cosas, y bajo el sistema actual de gobierno..." (15).

 

         El cónsul Henderson encontraba que el régimen económico imperante en el Paraguay constituía un obstáculo de consideración a la mejora de las relaciones bilaterales, pero tenía una opinión diferente más pesimista -que la de Hotham con respecto al potencial del tráfico comercial existente en el Alto Paraguay (16). Durante el problema Canstatt su opinión era que, si bien Gran Bretaña podría forzar un cambio de gobierno en el Paraguay, no era algo recomendable debido a que un cambio de esa naturaleza no traería beneficio alguno a Gran Bretaña, excepto quizás después de un largo período (17). Christie señalaba luego del fracaso de las negociaciones con C.A. López que, de todas maneras, la renegociación del tratado de 1853, o la apertura del Alto Paraguay a los buques británicos traería muy pocos beneficios; lo que hacía falta era un cambio de sistema en el Paraguay, pero la importancia real del país residía en el "futuro mediato" (18).

         Edward Thornton se mostraba asimismo poco predispuesto a una evaluación positiva del régimen de Francisco Solano López. Caracterizaba a López como aún más tiránico que su padre, pero descartaba que un cambio de gobierno mejoraría las perspectivas, en la medida en que no consideraba que existiese alguien, aparte de López, capaz de mantener el orden en el país (19).

 

NOTAS

 

(1) Propuesta a Robertson en 1813, ver Robertson (1838), Vol. II. Pg. 179. Otros intentos tuvieron lugar en 1824, a través de Woodbine Parish; ver Kernan (1955), Williams (1972) y Webster (1938). El intento con el gobierno francés fue realizado en 1819, Schmitt (1963), Pgs. 12-13. Gran Bretaña estaba interesada en algunas relaciones comerciales pero no quería comprometer el gesto político de reconocimiento de la independencia del Paraguay. Rodríguez de Francia solicitaba al respecto la libre navegación del Rio de la Plata y los ríos interiores de la región, para lo cual esperaba la colaboración de Gran Bretaña;

(2) Tate (1979). Pg. 39.

(3) Schmitt (1963), Pg. 35. El reconocimiento de la independencia del Paraguay por parte de Austria, a través de Metternicht en 1847, también generó protestas por parte de Juan Manuel de Rosas. Ibíd., Pg. 33.

(4) Ibíd., Pg. 29.

(5) Ibíd., Pgs.25-27. El informe de Gordon se encuentra en PRO-FO/13/202.

(6) PRO-FO/59/6. Hotham al "Conde de Malmesbury, 28/I/ 1853.

(7) Gordon fue expulsado en 1842 por distribuir medicamentos contra la viruela. R.B. Hughes había sido expulsado anteriormente por viajar en un barco con bandera argentina.

(8) Textos del tratado pueden encontrarse en Marbais du Graty (1862) y Schmitt (1963).

(9) PRO-FO/59/8. Hotham al Conde Clarendon, 22/7/1853/. Ver asimismo Tate (1979), Pg.47.

(10) Ídem (3), Pgs. 150-154. PRO-FO/59/13, Clarendon al Almirantazgo, 23/8/1855. (11) Ibíd.

(12) Sobre la cuestión Canstatt, ver Schmitt (1963), Tate (1979).

(13) Ibíd. Ver capitulo 3.

(14) PRO-FO/59/10, Clarendon a Henderson, 5/5/1854.

(15) Idem (5)

(16) PRO-FO/59/20. Henderson a Russell. 29/9/1859.

(17) Ibid.

(18) Tate (1979), Pg. 34. PRO-FO/6/207, 22/8/1858. Christie a Malmesbury.

(19) PRO FO/6/251 Thornton a Russell, 6/9/1864. Ver asimismo Pomer (1968), Pg. 68-69. Los comentarios de Washburn, el ministro estadounidense de la época, (1871), Vol. 1, Pgs. 544-45, son frecuentemente citados a este respecto, pero el mismo también, agregaba que Thornton a quien varios británicos trabajando en el Paraguay le habían pedido ayuda oficial en la solución de conflictos sobre salarios, consideraba que "los intereses británicos en el Paraguay no tenían una importancia suficiente como para justificar el envío de una expedición destinada a castigar al Paraguay…''.

 

 

 

         3. LA IMPORTANCIA COMERCIAL DEL PARAGUAY Y LOS INTERESES BRITÁNICOS.

 

         Los análisis y especulaciones realizados durante la primera mitad del siglo XIX sobre la potencialidad comercial del Paraguay y los beneficios que recibirían los empresarios y el capital extranjero, estaban en parte basados sobre evaluaciones extremadamente subjetivas y no exentas de contradicciones. Por un lado puede constatarse la formación de una cierta imagen que pintaba al Paraguay como una región "extremadamente rica", y con condiciones de lograr un impacto crucial en el mercado mundial. Comentarios como los del enviado especial estadounidense Edward Hokpins en 1845 son citados frecuentemente en esta interpretación:

         "...si ahora el Paraguay recibe ayuda, será la nación más rica a la vuelta de pocos años, como es hoy, la más industriosa sobre la faz de Sudamérica; y se hará igual a nosotros (EEUU) en la misma proporción, si se difunde en su suelo la luz de nuestras leyes, instituciones y derechos igualitarios....sus manufacturas son superiores a las de cualquier otro pueblo..." (1).

         En el informe escrito en 1845, así como en otros trabajos suyos publicados posteriormente en los EE.UU (2) se pueden encontrar no solo contradicciones, sino exageraciones y crasos errores. William Hadfield opinaba en su libro publicado en 1854 que la apertura del Paraguay y su integración al comercio mundial podría constituir, una oportunidad única para solucionar algunos de los problemas económicos de Europa, especialmente la ubicación del exceso de población. (3). Otros autores expresaban opiniones similares, aunque todas ellas sujetas a estimaciones de carácter netamente subjetivo (4). A nivel oficial británico existen opiniones contradictorias, con una mayoría bastante pesimista y los optimistas refiriéndose casi siempre al valor comercial del Paraguay en un sentido potencial. Otros dudaban francamente de que el mercado del Paraguay tuviese alguna importancia. El problema fundamental consistía en que no se disponían de cifras o informaciones exactas con las que evaluar los recursos económicos y el mercado paraguayo. Algunas de las cifras de población manejadas en la época eran excesivas, por lo menos en un cincuenta por ciento, a los cálculos más realistas (5). En cuanto a las cifras del comercio exterior, los datos también eran imprecisos y aquellos obtenibles por diplomáticos extranjeros se referían casi siempre únicamente a Asunción (6).

         Estas vacilaciones sobre el verdadero significado comercial del Paraguay parecen haber culminado, por lo menos en un cierto sentido, en 1848, cuando Lord Palmerston, ministro británico de relaciones exteriores, producen una clara definición pública sobre el tema en un debate en la cámara baja del Parlamento británico, que analizaba la intervención anglo-francesa en el Río de la Plata:

         "... no forma ninguna parte de los arreglos entre los dos gobiernos (Gran Bretaña y Francia) abrir nuevas comunicaciones con el Paraguay me temo que, aunque esto se hiciese, quedarían muy frustradas cualesquiera esperanzas que se tuviesen de que el Paraguay ofreciera un vasto y fértil campo para el comercio británico. La población del Paraguay es excesivamente pequeña y sus producciones también son muy reducidas. Necesitan muy poco de lo que nosotros podemos producir y nada tienen que darnos al respecto, excepto alguna corteza muy mala…" (7).

         Sobre las afirmaciones de Palmerston, comentaba al respecto La Presse de París:

         "…La Inglaterra se había preocupado mucho con el Paraguay, donde esperaba al principio hallar un mercado para sus manufacturas y además un medio de liberarse de la sujeción en que la tienen los EE.UU. con su algodón. Todo bien examinado se ha sabido que el Paraguay será todavía, por cincuenta años al menos, un país nulo tanto para la importación como para la exportación, e incapaz de pagarse en diez años, diez toneladas de mercancía. Este descubrimiento ha bastado a la Inglaterra, que no usa política sentimental y que está muy apurada por dejar las orillas del Plata, (...), desde que sabe que no hay otra cosa que gastar dinero..." (8).

         Es importante no obstante tener en cuenta que estas afirmaciones se realizan a fines de la década del cuarenta, cuando el incremento que se da en el comercio exterior y la producción paraguaya aún estaba en sus comienzos. Los esfuerzos de modernización emprendidos por el estado implicaron cierta demanda de bienes de capital y maquinarias, a lo que se sumó un incremento en la demanda de bienes de consumo, especialmente productos textiles, alcanzando esta demanda de importaciones, en su año pico, un valor aproximado de £ 300.000, equivalente en cerca del 30 por ciento a la demanda anual de importaciones de la Argentina (9). Pese a que estas cifras eran sumamente exiguas en términos incluso regionales, Gran Bretaña fue el país que más capitalizó económicamente en este auge paraguayo. Los proyectos de infraestructura fueron cubiertos en su mayoría con bienes británicos, y los expertos y técnicos extranjeros que los implementaron vinieron a su vez en su gran mayoría de Gran Bretaña (10). Paraguay era un país que mantenía una política económica sui generis, pero de ninguna manera se mantuvo cerrado a las manufacturas británicas. De hecho, las manufacturas británicas cubrían al menos un 75 por ciento de las importaciones paraguayas, casi todas proveídas desde Buenos Aires, en transacciones controladas por comercios británicos que usaban como práctica el otorgamiento de créditos a 8 meses de plazo (11). Las 3 casas mayoristas británicas en Asunción cubrían en 1855 un tercio de la introducción de mercaderías británicas. Facturaban consecuentemente por un valor aproximado de £ 33.000, equivalente a un 25 % del total facturado por importaciones a través del puerto de Asunción (12). Acompañando a esta considerable presencia económica, no menos significativa fue la influencia británica en las formas de la organización social y cultural de la época (13).

         En cuanto a las exportaciones paraguayas, poco era, corroborando en parte las afirmaciones de Lord Palmerston a fines de la década del cuarenta, lo que podía encontrar ubicación en los mercados británicos y europeos. El principal producto de exportación, la yerba maté, era un producto estrictamente regional, e inclusive, dentro del marco regional en competencia con la de origen brasileño (14). Tabaco y cueros si constituían productos que encontraban cierta ubicación en los mercados europeos, pero gozaban también de una fuerte competencia por parte de otros países latinoamericanos. A estar por informaciones diversas, las pequeñas partidas de tabaco, cuero y algodón que comenzaron a ser enviadas a comienzos de la década del sesenta a Europa encontraban cierta salida en el mercado británico, y este mercado era el más buscado (15).

         El algodón si constituía un producto que a la luz de las consideraciones económicas y políticas de la época, podría convertirse en un rubro con cierto carácter estratégico y, consecuentemente, desempeñar un factor determinante en la estrategia comercial de Gran Bretaña. A estar por las afirmaciones de la prensa francesa en 1848, Paraguay ya figuraba como un factor potencial en la intrincada relación comercial existente entre Gran Bretaña y los EEUU. Los intereses norteamericanos al respecto tampoco fueron descuidados en el Río de la Plata, en el sentido de impedir que Gran Bretaña llegase a conseguir un abastecimiento respetable de esta materia prima vital. Una vez generado el conflicto entre Rosas y Francia e Inglaterra por el otro lado, EEUU se moviliza por lograr un acuerdo entre Buenos Aires y Asunción, de manera a impedir el debilitamiento de Rosas. El argumento del encargado de negocios estadounidense en Buenos Aires, William Brent Jr., hacía hincapié precisamente en la cuestión del algodón, en 1846:

         "... Dijo a Arana (ministro de relaciones exteriores de Rosas) que los EEUU tenían personalmente el más profundo interés en evitar que la intervención, o, mejor dicho, que la Gran Bretaña esclavizara a los países del Río de la Plata (…) La esclavización rioplatense no era, sin embargo, una finalidad para Gran Bretaña, según Brent, sino un medio. La finalidad consistía en destruir la supremacía de los EEUU como nación productora de algodón. Recordó Brent que Gran Bretaña había intentado inicialmente introducir el cultivo del algodonero en la India, pero que ‘fracasó completamente’; con el mismo propósito se esforzó por impedir ‘la reincorporación pacífica de Texas a los EEUU', y ahora ya no le queda otra esperanza que:

         ‘sentar pie firmemente en los países del Río de la Plata.... el Paraguay, Corrientes, Misiones y Entre Ríos tomados en conjunto, eran en cuanto a clima, suelo, superficie, y tipo de algodón, la mejor y más extensa región del globo entero para él cultivo de esta importante planta’.

         El Río de la Plata, pues, caería:

         ‘completamente bajo el desgobierno y la tiranía británica, como se ha visto sin excepción, en todos los países del globo donde ella (Gran Bretaña) ha implantado su infame política.." (16).

         Años después, y a pesar de la sofisticada argumentación geoeconómica de los ministros estadounidenses en el área, la situación era de un abandono casi total de la plantación de algodón. Las causas de esta situación, formuladas por Michael Mulhall en su estudio sobre el tema fueron tres: la falta de mano de obra, las dificultades y los altos costos del transporte interno que hacían imposible el cultivo del algodón con la esperanza de una exportación beneficiosa y, fundamentalmente, la competencia de las manufacturas textiles británicas, cuyos precios previnieron toda competición en la forma de una industria local generando, consecuentemente, una falta global de demanda de algodón (17). O sea que, al revés de la argumentación de William Brent, la penetración comercial británica parecía haber destruido la economía del algodón, antes que estimularla.

         En el Paraguay sucede durante la década del cincuenta un proceso similar. Los primeros esfuerzos de plantación de algodón fueron abandonados prontamente, por la sencilla razón de que no existía durante la época una demanda externa significativa y, al igual que las provincias argentinas, cuyas industrias textiles eran avasalladas por las manufacturas británicas, la producción textil paraguaya no podía competir con las de origen británico. Cultivos como el del tabaco, cuya demanda externa era más estable y remunerativa, resultaban más atractivos. Para 1855, el cultivo del algodón se consideraba cómo prácticamente abandonado, en escala masiva (18).

         La situación habría de cambiar substancialmente años después; con el inicio de la guerra de secesión en los EEUU y el logro de una mayor estabilidad política interna en la Argentina. Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe constituyeron el principal escenario del esfuerzo de revitalización de la economía del algodón. En Paraguay, la reacción también fue rápida:

         "..El Presidente del Paraguay no tuvo escitaciones en iniciar una industria tan adecuada al clima y en condiciones de otorgar altas tasas de retorno. En 1862 se realizaron algunos experimentos de escasa importancia, y unas pocas balas de algodón fueron enviadas el año siguiente a Manchester, Antwerp y Le Havre. Esto dio tan buenos resultados que el cultivo del algodón fue hecho obligatorio en todo el país, y se dedicó la enorme extensión de 30.000 acres a este rubro de la agricultura". (19)

 

NOTAS

(1) Informe de E.A. Hopkins a Buchanan, 31/11/1845 (sic), en Ynsfrán (1954), Vol. 1. Pgs. 48-49

(2) Hopkins (1858) estaba más interesarlo en estimular la imaginación de sus potenciales colegas inversores en el Paraguay que en realizar un diagnóstico económico objetivo. Al respecto, ver Ynsfrán (1954) Vol. 1. Cap. II.

(3) Hadfield (1854).

(4) Reden (1852), así como Page (1859), Poucel (1867).

(5) Las cifras incorrectas de cerca de 1.500.000 habitantes circulaban profusamente, Marbais du Gratty (1863), Mulhall (1864).

(6) PRO-FO/59/13. Henderson al Conde de Clarendom, Informe Consular numero 3, 22/1/1853.

(7) Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo. Buenos Aires, Nueva Serie, N.13-14, 1849. Traducción al español realizada por el periódico. Respuesta de Lord Palmerston a una interpelación sobre el tema realizada por Disraeli.

(8) Ibíd.

(9) Para estadísticas sobre el comercio exterior paraguayo ver Marbais Du Gratty (1863) e informes consulares británicos en PROFO/59:

(9a) Report of the Commerce, Agriculture and Industry of Paraguay 1855, FO 59/13,24/ I/1855.

(9b) Report of the Commerce, etc. 1856, FO 59/15.

(9c) Annual Commercial Report on Paraguay, FO 59/17, 1857.

(9d) A report on the trade of Paraguay for 1857, FO 59/18, 25/1/1858.

(9e) A report on cotton, FO/59/19, 25/5/1858.

(10) Pla (1976).

(11) Pla (1976), Pg. 49. En esta obra se encuentra una presentación completa de los esfuerzos en materia de infraestructura, comunicaciones y la fundición de hierro de Ybycuí. Whigham (1978); en su trabajo sobre la fundición de hierro de Ybycuí considera que es factible hablar de un desarrollo industrial considerable que, potencialmente, podría afectar a los intereses económicos de Gran Bretaña en el área, a través de una eventual competencia en la provisión de hierro e instrumentos agrícolas, importados en su gran mayoría de Europa. Esta posibilidad se basa en una evaluación de Whytehead, uno de los técnicos británicos contratados por C.A. López, documento citado en el trabajo. Las enormes dificultades de la fundición de hierro se mencionan no obstante con detalles en el mismo trabajo. Más aún, el volumen de producción era aún muy pequeño como para despertar la aprehensión de industriales europeos, y cuando en 1862 se aumenta la producción, se hace necesario importar materia prima desde el exterior. El carácter de la producción en Ybycuí era fundamentalmente militar, dado que en cualquier conflicto militar con los países vecinos, Paraguay sufriría problemas tremendos en importar armas y municiones de Europa. Una crítica a las tesis de una industrialización incipiente en el Paraguay se encuentra también en Cardozo y Brignoli (1981), pgs. 90-92.

(12) Ibíd.

(13) Ídem (10).

(14) Ídem (9b).

(15) Mulhall (1864). Pgs. 102-104.

(16) Ynsfran (1854), Vol. 1 Pgs. 64-67.

(17) Ídem (15), introducción.

(18) Ídem (9a).

(19) Ídem (15), Pg. 12

 

 

 

         4. LA ORGANIZACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DEL PARAGUAY DE LOS LÓPEZ Y EL “IMPERIALISMO DEL LIBRE-COMERCIO”.

 

         Uno de los argumentos centrales en las tesis que sustentan el rol de Gran Bretaña como "instigador, financista y beneficiador" del conflicto de la Triple Alianza reside en la disimilitud considerable que se observaría entre el sistema de Organización socio-económica del Paraguay y el régimen predominante, y en expansión, en el contexto regional. Este último modelo de crecimiento económico descansaba en el papel crucial que desempeñaba la introducción de capitales extranjeros, especialmente en forma de préstamos al sector público, aunque también en la forma de grupos privados interesados en invertir directamente. A lo cual se sumaba la eliminación de barreras a la expansión del comercio mundial, inmigración masiva de europeos y fortalecimiento de las instituciones políticas que se adaptasen más funcionalmente a los requerimientos del modelo económico (1).

         El proceso de expansión del capitalismo a escala mundial se basaba en la época en la estructuración de una división internacional del trabajo en la que ciertas naciones desempeñaban el papel de proveedores de materias primas y otras la de productores de manufacturas. Aunque este proceso no poseyó una coherencia absoluta en esta especificación de roles económicos a sistemas nacionales - en el sentido de que en muchos casos se siguió dando una coexistencia de la producción de materias primas así como de manufacturas- implicaba, no obstante, a nivel regional en el Plata y Brasil, el surgimiento de un nuevo orden, generalmente catalogado como "neocolonial". (2). Gran Bretaña, como centro de esta expansión económica a escala mundial, habría de desempeñar una influencia importante en el surgimiento del nuevo orden en países como Argentina, Brasil y Uruguay (3).

         Las características de la formación socio-económica del Paraguay durante la etapa colonial y el surgimiento del estado nacional con las reformas implantadas por el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia en la primera mitad del siglo XIX hicieron que el Paraguay iniciase en la década del cincuenta su integración al sistema regional y mundial con condiciones ciertamente singulares. Hasta cierto punto es posible expresar que la singularidad ad de la organización socioeconómica del Paraguay descansada en dos factores: el régimen de propiedad de la tierra y el papel central que ocupaba el aparato estatal en los niveles de producción, comercialización y distribución del sistema económico. (4). Ambas características se cristalizaron inmediatamente en las formas del sistema político, en la medida en que el acceso a las instancias políticas quedaba reducido a una porción ínfima de la población, los propietarios respetables de tierra (5) y en la medida en que la presencia del aparato estatal en la esfera económica otorgaba a sus administradores un poder político mucho mayor que en cualquier otro sistema nacional.

         El régimen de producción predominante en el sistema era tipificable como el de un naciente capitalismo agrario, aunque con un fuerte remanente de relaciones serviles en la producción agropecuaria, especialmente en los rubros agrícolas de subsistencia. En los rubros de mayor impacto comercial en el mercado interno y en las exportaciones predominaban las unidades productivas de tipo familiar, la mayoría en condiciones de arrendatarios o meros ocupantes, cuyos productos eran canalizados vía intermediarios o "acopiadores", o vendidos al estado. Los precios internos de los principales productos eran fijados centralmente, aunque seguían en la mayoría de los casos las tendencias del mercado interno y externo. Pero haciendo uso del mecanismo de precios e impartiendo en algunos casos instrucciones precisas sobre las cantidades de tierra que se tenían que dedicar a determinados rubros agrícolas, el estado influía considerablemente en la estructura y los niveles de producción.

         El estado otorgaba asimismo créditos a nacionales y extranjeros, a un interés promedio del 6 por ciento, nominal. (6) Era precisamente en los sectores en donde el estado gozaba de una fuerte influencia dónde podía apreciarse el surgimiento de relaciones de producción típicamente capitalistas, como en la explotación de los yerbales a través de concesionarios y en las estancias estatales, donde existía un régimen de contrato de fuerza de trabajo asalariada que seguía las reglas de un mercado abierto, con la excepción quizás de una menor movilidad de la fuerza de trabajo. Mayor libertad existía para el sector privado, tanto nacionales como extranjeros, en las esferas de producción que en las de comercialización, especialmente al exterior; el acopio de la yerba mate por ejemplo, gozaba de una amplia presencia de comerciantes privados. (7).

         El aparato estatal gozaba por sobre todo de una formidable participación en el comercio exterior, donde poseía el monopolio de la exportación de la yerba mate y el cuasi monopolio de otros productos. Este dominio no era tan absoluto como podría dejarse a entender a primera vista dado que existía un régimen ad hoc de concesiones especiales a comerciantes nacionales y extranjeros, las que se hacían no solo sobre bases comerciales sino también políticas. En 1857, por ejemplo, se podía constatar que de un valor total de exportaciones a través del puerto de Asunción de £ 335.314, sólo £ 131.680 correspondían a exportaciones realizadas por dependencias estatales, o sea que entre un 50 y un 60 por ciento de los ingresos vía exportaciones eran usufructuados, directamente por el sector privado (8).

         Esta aguda inserción del aparato estatal en la vida económica no fue el resultado de una estrategia preconcebida de "capitalismo de estado", sino la combinación de herencias coloniales y francistas por un lado, y la continuación del rol preponderante del estado a raíz de las presiones regionales contra la independencia del Paraguay que se generan durante la dictadura de Rosas en la Argentina, y el aislamiento forzado por ese hecho. Estas presiones implicaron por sobre todo la emergencia de un aparato militar que a primera vista podría considerarse como totalmente desproporcional a las posibilidades económicas y a los recursos humanos del Paraguay de la época. A esto se sumó el desarrollo de una concepción mercantilista en el manejo de las finanzas del estado, como lo expresaba un diplomático británico en 1835 al comentar que en el país predominaba la "extraña idea" de que la riqueza del sistema económico no venia por el lado de la expansión del comercio sino por el lado de la mayor acumulación de divisas, es decir, oro y plata (9).

         La destrucción parcial del poder económico y político de los grupos oligárquicos criollos realizada por Francia condujo que a su muerte no existiese un sector social capaz de imponer un dinamismo económico propio al sistema. Los grupos sociales carecían de fuerza política propia, de experiencia administrativa, y, por sobre todo, carecían de capital financiero. Pero Francia también dejó un aparato estatal sobredimensionado y eficiente, que no tardó en caer en manos de uno de los más conspicuos representantes del núcleo superviviente de los propietarios rurales de cierta consideración, Carlos Antonio López.

         El estado empieza a otorgar un dinamismo considerable a la vida económica, representando al mismo tiempo los intereses esenciales de la naciente burguesía rural cuyo poder y sofisticación se afianzaban con la expansión de un régimen capitalista fuertemente asentado en los rubros exportables de la producción agropecuaria. El por qué resultaría difícil y quizás hasta incorrecto clasificar a esta etapa como una de capitalismo de estado obedece al hecho de que este concepto presupone la existencia de un aparato estatal "neutro" o funcionando a favor de una amplia coalición de clases y grupos sociales. De hecho, la línea divisoria entre los intereses del estado y los de la familia de los López -y de los otros núcleos económicos y políticos que dependían directamente de este monopolio en la administración del estado era muy tenue si no inexistente (10).

         El estado de los López implementa poco a poco, con bastante coherencia, una estrategia de "crecimiento hacia afuera" basada esencialmente en la exportación de rubros primarios al mercado regional y mundial, cuya palanca de apoyo vino con la libertad de comercio y navegación implementada por gran Bretaña y Francia a fines de la década del cuarenta. Al mismo tiempo, se genera un proceso de inversiones estatales en infraestructura de transporte y comunicación, así como en pequeñas unidades fabriles orientadas a la producción de bienes militares y civiles. Resulta sumamente difícil hablar de la existencia de un "proceso de industrialización". El objetivo esencial de estas inversiones en infraestructura era el de facilitar y expandir la producción interna con vistas a su exportación, es decir, apuntalaban el modelo de "crecimiento hacia afuera" (11). Si era perceptible una cierta política impositiva destinada a favorecer la exportación de aquellos rubros agrícolas y pecuarios con mayor valor agregado. (12)

         A pesar de que esta naciente burguesía rural pronto llegó a gozar, gracias a la apropiación de excedente realizada a través de la preponderancia del aparato estatal, de capital financiero que podría haber sido utilizado en la creación de cierto tipo de manufacturas destinadas al mercado interno, este proceso no tuvo lugar. Hubiera sido además prácticamente imposible, debido a la pequeñez del mercado interno, y sobre todo porque un proceso de ese tipo hubiese requerido como condición primaria un incremento considerable del ingreso de los estratos medíos y bajos de la sociedad paraguaya de la época. Esto no solo hubiese implicado un cambio en el régimen de propiedad de la tierra, sino un conjunto de cambios sociales que hubiera amenazado las bases mismas del poder político de los López.

         Las inversiones realizadas por el aparato estatal hubiesen implicado en otro contexto una demanda de capital que solo podría haber sido cubierto por entidades financieras extranjeras o tendría que haber sido dejado en mano de grupos nacionales o extranjeros con suficiente capital, como ocurría en la mayoría de los casos en los otros países de la región. Esto podría haber sido válido en la medida en que estas inversiones hubiesen resultado productivas para un emprendimiento privado, lo que resulta sumamente dudoso en la medida en que la mayoría de esos proyectos -un astillero, una fundición de hierro o una empresa de navegación fluvial- no podían generar ganancias efectivisables y prontas, debido al escaso nivel de producción y a los altos costos emergentes de la imposibilidad de generar economías de escala.

         El financiamiento de esos y otros proyectos fue posible justamente debido al papel crucial que desempeñaba el estado en las esferas de comercialización de los productos agropecuarios con salida al exterior. Un ejemplo claro de esta apropiación de excedente económico, y de formación interna de capital, se daba en el caso de la yerba mate. En 1860 una libra de yerba mate se vendía en Buenos Aires a 2s., (1/20 de £.) por libra. En ese mismo año se registraba el total exportado de yerba mate en 4.463.125 libras a un valor total de £ 190.000. El estado pagaba 5s. por arroba (1 arroba=25 libras) a los que poseían permisos para la explotación de los yerbales y éstos a su vez pagaban 10 d. (1/100 de £) a los obreros empleados en el proceso. Esta estructura de comercialización dejaba en forma clara excedentes considerables tanto a nivel de los empresarios privados como del estado. El nivel de ingresos por concepto de comercialización interna y externa de la yerba mate podía estructurarse consecuentemente de la siguiente manera, asumiendo que el estado monopolizase la exportación del producto:

 

INGRESOS DERIVADOS DE LA COMERCIALIZACION EXTERNA DE LA YERBA MATE. 1860 (13)

 

Sectores                         Ingreso bruto                Ingreso neto

1. Estado                                  145.369               116.295

2. Contratistas privados       44.631                  21.423-14.282

3. Fuerza de trabajo                8.926                   ------------

 

         En terminos reales, el estado percibía posiblemente menos, en la medida en que partidas importantes del producto se exportaban en forma privada, y sobre todo teniendo en cuenta que una estimación de los costos del estado en términos de sus gastos de recolección interna, almacenamiento, transporte y comercialización resultaba muy difícil de obtener.

         De todas maneras, el cuadro ilustra perfectamente la forma de generación interna de capital que descansaba esencialmente en la apropiación del excedente generado por la fuerza de trabajo, realizada a través de la cadena de intermediarios y del estado. No menos importante es la observación deducida de la estructura de precios de que el estamento de contratistas e intermediarios privados gozaba de un ingreso bruto respetable, y su gravitación en la economía interna era bastante considerable.      

         Este modelo de crecimiento económico no tendría por qué resultar antagónico, estructuralmente, con la expansión del orden "neocolonial" en la región, y menos aún con los intereses comerciales de las potencias europeas con fuerte presencia en la región. De hecho, el Paraguay cumplía perfectamente su rol de productor de materias primas, de las cuales una, el algodón, podría haber ocupado cierta relevancia en términos de su demanda mundial. El mercado interno paraguayo no sólo estaba abierto a las manufacturas europeas, sino que las de origen británico lo monopolizaban el mercado interno. Inversores y comerciantes extranjeros jugaban un papel no despreciable en la economía interna, en la medida en que respetaban las reglas de juego impuestas por los López (14).

         Mas aún la economía interna sufría en forma clara los efectos de la penetración del "imperialismo de libre-comercio", como lo ejemplifica claramente el caso de la industria textil paraguaya. Los esfuerzos generados por Francia para levantar una industria textil autóctona y mantenidos en aparte por Carlos Antonio López en los primeros tiempos, fueron abandonados inmediatamente una vez que, conseguida la apertura al mercado mundial, se constata que las manufacturas inglesas resultaban mucho menos costosas. Este abandono trajo como consecuencia la reducción substancial del cultivo del algodón, hasta su resurgimiento en los primeros años de la década del sesenta. La decisión gubernamental a este respecto refleja no solo un alto sentido común, sino al mismo tiempo, la inexistencia de cualquier idea que propulsase una industria autóctona protegida por el estado. Las importaciones de productos textiles representaban cerca del 60 por ciento del valor importado anualmente y Du Gratty es bastante categórico al respecto:

         "…Aunque la fábrica de telas haya disminuido considerablemente en el Paraguay, desde que este país se haya abierto al comercio exterior (por qué no empleando máquinas esa industria no podía luchar con la concurrencia que le hacían las telas extranjeras, y porque además no existía ningún interés en protegerla por derechos especiales que hubiesen sido perjudiciales para todos, las mujeres se ocupan todavía en el campo en el tejido de la lana y de algodón para las necesidades de sus familias y de sus establecimientos. Esas telas, más ordinarias en general y comparativamente más caras que las de Europa, son sin embargo de una solidez mayor y de colores menos alterables…"(15).

         El auge renovado del algodón en 1962-63 destinado a la exportación tampoco despertó ningún interés proteccionista. Mulhall comentaba al respecto:

         ''Se espera que los impuestos sean livianos, sobre la exportación del algodón, porque el sueño de los tiempos de Francia, de manufacturar internamente, se ha demostrado ahora como una absurdidad pueril…" (16)

         De hecho, el algodón pagaba un impuesto a la exportación de sólo 10 por ciento (17).        

         No menos importante es la observación que esta integración efectiva del Paraguay al sistema regional y mundial generaba en el mercado interno efectos económicos propios de una "apertura". Los productos importados no sólo destruían la competencia nacional, sino que el traspaso de los cultivos de subsistencia a los cultivos de exportación realizado por los agricultores causaba distorsiones internas serias. En ocasiones, como en la década del cincuenta, la concentración en el cultivo del algodón y el tabaco disminuía la producción interna de alimentos, los que tenían que ser importados (18). Asimismo, el caso del tabaco era singular, porque su abastecimiento al mercado interno sufría de serias y constantes irregularidades, y el precio en Asunción era mucho mayor que el obtenible fuera del país:

         "Al mismo tiempo, el tabaco vale tres reales más en Asunción que el precio cotizado en el mercado de Buenos Aires, debido a que los comerciantes prefieren perder esta diferencia antes que pagar, el impuesto, diez por ciento, sobre la exportación de oro. Al momento (1864) es prácticamente imposible conseguir buen tabaco o cigarros, porque al igual que las naranjas en Malta o el queso en Stilton, parece que los habitantes exportan todo, sin dejarse un stock propio, aunque sólo sea para uso doméstico" (19).

         En lo que al transporte fluvial y marítimo de este tráfico comercial se refería, la presencia y participación de buques extranjeros también era considerable, en especial buques ingleses, franceses y argentinos. En 1860, la proporción de buques extranjeros que entraron al puerto de Asunción era de un 75 por ciento, sobre un total de 148, y de los buques salidos del puerto era de un 85 por ciento (20).

         La presencia del estado en la vida económica y el monopolio de ciertos rubros no dejaba de constituir un elemento crítico en la apreciación de los diplomáticos británicos. Henderson expresaba que ésta realidad se constituía en un "obstáculo al progreso de las relaciones con Gran Bretaña", aunque también señalaba que esto obedecía a la propia dinámica del sistema económico paraguayo, "porque de no ser por la actividad económica del estado, la vida económica sería incluso mucho menor" (21). Otros como Christie y Gould también otorgaban opiniones críticas, aunque la mayoría de ellas centradas sobre el carácter "autoritario y absolutista" del régimen de los López. Thornton se quejaba de las altas tarifas aduaneras cargadas a las importaciones aunque de hecho el 25 por ciento que se imponía a los productos textiles, ciertos alimentos y otros bienes de consumo -otros rubros pagaban un 20 por ciento y las maquinarias e instrumentos agrícolas no pagaban impuesto- era un nivel prácticamente normal en el contexto regional (22). Críticas de este tipo no constituían una excepción en los informes de los diplomáticos británicos y, por comparación los problemas de este tipo en otros países eran aun mayores y más serios. Brasil, por ejemplo, constituía un caso mucho más perjudicial a los intereses de los comerciantes y exportadores británicos.

         "Finalmente, un factor más contribuyó al reajuste económico y financiero del Brasil: la modificación de su política impositiva, que ocurre en 1844. (...). Debido al tratado de 1810 con Inglaterra, ratificado después de la independencia, el Brasil había sido obligado a mantener sus tarifas aduaneras en el bajo nivel de 15% ad valorem. Esto constituyó, como también fue señalado, una de las principales causas del desequilibrio comercial que entonces tuvo lugar como también de sus finanzas públicas. Sin contar el sofocamiento de la producción nacional, perjudicada por la competencia extranjera. En 1844, en el auge del descalabro financiero y sin la posibilidad siquiera de recurrir a empréstitos exteriores, toda vez que Inglaterra, nuestro prestamista, nos cerraba las puertas, el gobierno imperial resuelve fijar nuevas tarifas aduaneras más elevadas. Lo hacía fundado en que el tratado de 1810, renovado en 1826 por quince años más, había expirado en1841. Recupera el Brasil su libertad de acción en la materia, ya que con los demás países no existía otra cláusula que la usual de la nación más favorecida. Le era perfectamente licito adoptar cualquier modificación de las tarifas, siempre que fuese general; lo que no impedirá que Inglaterra proteste enérgicamente. Pero el estado de sus relaciones con el Brasil era tal, y tanta la hostilidad que despertaba la abusiva acción de sus cruceros contra el tráfico africano, que la intervención fue ineficaz. Los derechos de importación fueron elevados sensiblemente, fijándose en un 30 por ciento aproximadamente, o sea, el doble de los anteriores (...). Ya la tarifa de aquel año, aunque no se destinase a esto y no tuviese más que objetivos fiscales, proporcionó oportunidades a la industria nacional que comienza a salir del marasmo en que se encontraba. Y, después de 1860, cuando los derechos sean elevados a un nivel medio de 50 por ciento, aparecen las primeras manufacturas de cierto volumen" (23).

         Es decir que las opiniones críticas formuladas por ciertos ministros británicos sobre el régimen económico del Paraguay, ubicados en el contexto regional, apuntaban a problemas relativamente ínfimos para los intereses comerciales británicos. Otros británicos tenían una opinión favorable del progreso económico bajo los López. Buenos Ayres Standard, el órgano periodístico de la comunidad británica en la Argentina, era consistente en sus artículos favorables al respecto (24).

 

NOTAS

(1) Herken Krauer (1982).

(2) Halperin Donghi (1972).

(3) Sobre la influencia británica en la Argentina ver Ferns (1974) y en Brasil, Graham (1968); asimismo, Pomer (1968)

(4) Herken Krauer (1980)

(5) Pastore (1972). Pgs. 161-169

(6) Marbais Du Graty (1863), Pág. 344.

(7) Mulhall (1864), Pgs. 110-112;  Marbais du Graty (1863); Williams (1979), Pág. 171.

(8) PRO-FO/59/19: A report on the Trade of Paraguay for 1857,25/1/1858.

(9) PRO-FO/59/13. A report on the commerce, agricultura and industry of Paraguay, 22/1/1855.

(10) Chávez (1968); Pág. 211. Asimismo. Pastore (1972); Washburn (1872); Williams (1979).

(11) Pla (1976), Pg. 49

(12) Ver  "Algunas reformas del reglamento de aduanas", 1846, Asunción, Imprenta de la República, contenido en FO/59/13 y el Informe Consular Nº 5, Henderson al Conde de Clarendom, contenido en PRO-FO/59/13. En este último informe se anuncian las reducciones de impuestos aduaneros sobre cigarros, que bajan de 10% al 6%, mientras que las cargas sobre exportación de tabaco suben del 10% al 15%; igualmente, se anuncia el aumento de las cargas sobre exportación de cueros crudos, del 10% al 15%, mientras que las cargas sobre la exportación de cueros procesados descienden del 10% al 5%.

(13) Datos estadísticos en Marbais du Graty (1863) y Mulhalt (1864). Ingreso neto del estado se calculó estimando un 20%, mínimo, de costos de comercialización y transporte. Ingreso neto del sector privado se calculó sobre la base de costos de explotación otorgados en Marbais du Graty (1863)

(14) Mulhall (1864); Williams (1979), Pgs.131-132 y 178; así mismo, Washburn (1871).

(15) Idem (6), Pg. 343

(16) Mulhall (1864) Pg. 103

(17) Idem (13)      .

(18) Ídem (9)

(19) Ídem (16) Págs. 103-105.        

(20) Ídem (6), Pg. 358 Es interesante constatar la falsificación producida por la propaganda aliada en Europa, recogida en parte por la prensa europea, incluyendo al The Times, con respecto a la libre navegación de los ríos Paraguay y Paraná. Buques y comerciantes extranjeros no sólo circulaban libremente, sino que la mayor parte del tráfico exterior paraguayo se canalizaba a través de los mismos. Un análisis más completo de las características del proceso económico bajo C.A. López se encuentra en nuestro trabajo, Herken Krauer (1982).

(21) Ídem (8) y (9)

(22) PRO-FO/6/251. Thornton a Russel, 6/9/1854      .

(23) Prado Junior (1960), Págs. 112-113.

(24) Mulhall (1864); Cardozo (1961), Págs. 417-418 y Cap.III.

 

 

 

 

         5. GRAN BRETAÑA Y EL DESARROLLO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA.

 

         El inicio de hostilidades entre Brasil y Paraguay a raíz de la guerra civil en el Uruguay y sus efectos sobre el equilibrio político del Plata encuentra a ambos países con problemas en sus relaciones con Gran Bretaña. Paraguay había solucionado efectivamente la disputa surgida en torno al caso Canstatt, pero Gran Bretaña había decidido reducir el status de sus relaciones diplomáticas al no nombrar otro cónsul en Asunción y circunscribir los contactos con la misión diplomática británica asentada en Buenos Aires. En 1864 se suscita un nuevo problema con un comerciante británico William Atherton, que poseía considerables inversiones en tierra y en curtiembre de cuero, lo que requirió la intervención del ministro británico Edward Thornton, quien a su vuelta redacta un informe bastante crítico del régimen de Francisco Solano López (1).

         Pero las relaciones de Gran Bretaña con Brasil eran aun más críticas, ya que se encontraban oficialmente interrumpidas desde 1863, a raíz de la detención de marinos británicos (2). Al fondo de este problema se encontraban no obstante dificultades más serias, como la constante intervención de buques británicos para cortar el tráfico de esclavos y reclamaciones contra el régimen impositivo del comercio exterior. Los esfuerzos para el restablecimiento de relaciones tropezaron con innumerables problemas. Significativo es el hecho de que una de las argumentaciones brasileñas para una pronta reanudación de relaciones se basaba en la importancia del comercio con el Brasil para Gran Bretaña. Pero este argumento no convencía a la cancillería británica. El ministro británico Russell escribió en 1864 que esta argumentación brasileña no tenía mucho sentido porque:

         "...el comercio bilateral es importante, pero representa solo un 1/32 del total de Gran Bretaña, mientras que para el Brasil es cerca de un 1/2..." (3).

         Agregaba asimismo Russell que debido a la exigencia brasileña de otorgamiento de créditos a largo plazo, "el comercio británico en Brasil no es tan beneficioso como en otros países". (4). Las relaciones formales vuelven a reanudarse en julio de 1865.

         La posición oficial británica frente a las hostilidades internas en el Uruguay y a la declaración de guerra entre Brasil y Paraguay fue la de tratar de frenar una escalación de la guerra e intervenir en busca de la firma de un cese de fuego. (5). El ministro paraguayo Cándido Bareiro, en su nota explicativa sobre el inicio de hostilidades con el Brasil dirigida a Russell, enfatiza que la posición paraguaya, destinada a garantizar el libre comercio en el Río de la Plata, se corresponde con los mismos principios sustentados por las potencias europeas. Una derrota de la posición paraguaya significaría serias consecuencias para Europa, "debido a que dos tercios de la América del Sur se encuentra en la misma posición que el Paraguay". Russell responde asegurando la neutralidad de Gran Bretaña frente al conflicto, y expresa su "esperanza de que esta disputa pueda arreglarse sin recurrir al uso de la fuerza" (6).

         La generalización del conflicto con la entrada en escena de la Argentina y la formación de la Triple Alianza incrementa la preocupación oficial británica con respecto al acceso de buques británicos al Rio de la Plata, pero es evidente también que los ministros británicos en la Argentina no tienen la intención de ocultar sus simpatías personales con los intereses del gobierno de Buenos Aires. Edward Thornton, al enviar una nota del ministro paraguayo de relaciones exteriores Berges a Russell en donde se argumenta que la causa paraguaya es una de defensa de la libre navegación y el "comercio licito", en la región ya que Paraguay fue el país que abrió el camino a los buques extranjeros que deseaban llegar al Matto Grosso, se apresura en comentar que esta decisión paraguaya es en realidad de "poca importancia" Fundamentalmente, "porque no soy consciente de que algún buque con la bandera británica haya llegado alguna vez al Matto Grosso" (7).

         Las instrucciones impartidas por Russell eran, no obstante las opiniones de sus ministros en el Río de la Plata, bastante precisas. En comunicación dirigida a Thornton, en marzo de 1865, insiste en que tanto Francia como Inglaterra desean asegurar la libre navegación del Rio Paraná, comunicándole asimismo que se ha publicado una advertencia oficial a los comerciantes y marinos privados circulando en el Río de la Plata, de las infracciones y peligros a los que se expondrían en la medida en que transporten municiones de guerra. (8) Adjunta asimismo una copia de la comunicación enviada por el ministro británico en Turín, donde se informa que el gobierno italiano confirma la decisión tomada en un debate parlamentario de que él gobierno tomará la misma política de Francia y Gran Bretaña, "de proteger sus intereses y conseguir la paz entre las partes contendientes" (9).

         La actuación de Thornton durante los primeros años de la guerra pasaría a constituir un argumento capital en la tesis que sostiene un rol activo de Gran Bretaña como instigador del conflicto. Es indudable que las simpatías de Thornton, al igual que otros ministros británicos como Gould y Mathew, no estaban precisamente con los intereses del gobierno paraguayo, lo cual no impidió hasta cierto punto que siguiesen las instrucciones impartidas desde Londres de proteger a los súbditos británicos y mantener la neutralidad oficial de Gran Bretaña (10). Algunas de sus acciones, sin embargo, favorecieron a los ejércitos aliados; Tate (11) considera que las gestiones de Thornton entre Brasil y la Argentina en 1865 para impedir el desarrollo de fricciones entre los dos países con respecto a la propuesta brasileña del bloqueo del río Paraguay fueron claramente perjudiciales al Paraguay. Paraguay, además, había solicitado la colaboración de Gran Bretaña para impedir la efectivización del bloqueo brasileño del Rio Paraguay, bajo el argumento de que esta medida afectaría a los intereses de las potencias europeas (12).

         Poca o ninguna fue la colaboración británica a este respecto, sobre todo porque no afectaba ninguno de sus intereses concretos. Pero la cuestión de los ciudadanos británicos en Paraguay se habría de convertir en un espinoso problema que requirió la intervención oficial británica en 1867, cuando Lord Stanley imparte instrucciones especificas al respecto (13). Las misiones de G.F. Gould en 1867 y 1868 resultan exitosas sólo a medias, en la medida en que el gobierno paraguayo estaba poco predispuesto a perder la colaboración de un conjunto de técnicos y profesionales desempeñando un servicio vital en la logística paraguaya de la guerra. De todas maneras, el gobierno británico estaba decidido a no permitir que esta cuestión se convirtiese en un argumento fácil para la intervención militar británica, y no se tomaron medidas de fuerza (14).

         Gould también hizo de intermediario en una frustrada gestión de paz entre las partes contendientes, en 1867, la que inicialmente pareció haber despertado bastante entusiasmo tanto entre las tropas aliadas como en el gobierno paraguayo (15). El mismo se percató además de que Francisco Solano López tenía varios reparos contra el gobierno británico:

         "Su excelencia procedió a protestar contra la falta de simpatía evidenciada por el gobierno de Su Majestad con respecto al Paraguay; de que sus deseos de cultivar relaciones más amistosas e íntimas con Gran Bretaña no han sido correspondidos; de la manera en que su política ha sido tergiversada en Inglaterra y, finalmente, de las violaciones de neutralidad cometidas por el gobierno británico durante la presente guerra. El (López) no tenia, desafortunadamente, nadie, que advocase su causa, y estaba incomunicado del resto del mundo. Consideraba como muy injusto por parte del gobierno de Su Majestad el obligarlo a prescindir de un pequeño número de ciudadanos británicos que se habían puesto libremente a su servicio, mientras que parecía no tomarse nota alguna de los préstamos, barcos y armas obtenidas por sus adversarios en Gran Bretaña, o de los cientos de ingleses qué estaban peleando contra él en el bando aliado" (16).

         Independientemente de las formalidades diplomáticas, y de los elogios respectivos que se otorgaron, Gould -a quien López consideraba como demasiado favorable a la causa aliada (17)- no tuvo escitaciones en dejar sentado por escrito su opinión personal sobre el régimen de López, "cuya desaparición probablemente traería grandes beneficios", creando además las condiciones para que los extranjeros pudiesen capitalizar los "numerosos y subdesarrollados recursos naturales del Paraguay" (18).

         El representante británico en Buenos Aires que sucedió a Thornton, G.B. Mathew, tampoco exhibía mucho sentimiento favorable con respecto al Paraguay, país al que no consideraba como una "república", sino "un despotismo puro sin paralelo alguno" (19). Las simpatías del encargado de negocios británico en Montevideo Lettsom estaban más inclinadas hacia la causa paraguaya, en 1866 envía un extenso informe a Lord Stanley, ministro de relaciones exteriores británico, donde hace constar su disgusto frente al "increíble acto de utilización de prisioneros paraguayos por parte de las tropas aliadas", señalando además que había iniciado conversaciones con los encargados de negocios francés y portugués para realizar una protesta oficial al respecto. Semejante demostración de simpatía genera no obstante una respuesta no menos airada de Lord Stanley, en donde le ordena, en función de la política oficial de neutralidad, que cese de realizar comentarios sobre la cuestión de los prisioneros paraguayos (20).

         Una de las intervenciones más importantes realizadas por el gobierno británico en el desarrollo de la guerra de la Triple Alianza fue la publicación del texto del Tratado Secreto de la Triple Alianza, que tuvo lugar con la presentación de documentos oficiales del Foreign Office al Parlamento británico, en 1866 (21). Esta decisión genera una serie de protestas por parte de los aliados, y, por sobre todo, marca hasta cierto punto el vuelco de la opinión pública europea y americana en favor de la causa del Paraguay (22).

         Pese a la posición oficial de neutralidad, las violaciones cometidas en favor de los aliados fueron indudablemente numerosas. Armas, incluyendo buques, fueron proveídos al Brasil, lo que no obstante también se realizó en Francia y Bélgica, sin que existiese en ninguno de los casos, una intervención oficial visible (23). Más importante aún, tanto Brasil como la Argentina consiguieron durante el transcurso de la guerra importantes créditos externos originados en Londres, que les permitió contar con recursos financieros de indudable importancia en la mantención del esfuerzo de la guerra contra el Paraguay (24).

         Este era un aspecto que figuraba necesariamente en la discusión del gobierno paraguayo cuando analizaba los recursos de sus enemigos. Washburn, el ministro estadounidense en Asunción, relata una conversación mantenida con Benigno López al respecto:

         "También hablamos bastante sobre los recursos de los brasileños y recuerdo muy bien que Benigno me dijo que el Brasil ya había contraído una deuda tan grande en Europa, que sus acreedores no podían permitirse que fuese derrotado, porque si no tenía éxito, y sus ejércitos fueran conquistados y expulsados del Paraguay, la nación brasileña posiblemente repudiaría la deuda que ya había sido contratada" (25).

 

NOTAS

(1) PRO-FO/6/251. Thornton a Russell, 6/9/1864.

(2) Ver Cap. III.

(3) Great Britain, Foreign Office, Parliamentary Papers LXXVI, 1866. Russell a Lauradio, FO, 10/10/1864.

(4) Ibid.

(5) Great Britaint Foreign Office, Parliamentary Papers, LVII,1865. Thornton a Russell, 26/12/1864, Pás. 287-88.

(6) Ibid. Bareiro a Russell, Paris, 27310/1864, Pgs. 222-224 y Russell a Bareiro, FO/2311/1864. Pg. 225.

(7) Ibíd., Thornton a Russell 2031/1865. Pg. 271.

(8) Ibíd., Russell a Thornton, FO/6/3/1863.

(9) Ibíd, Eliott a Russell, Turin 18/3/1865.

(10) Sobre el papel de Thornton Ver González (1968), García y Mellid (1963-64), Pomer (1968) y Schmitt (1963)

(11) Tate (1979).

(12) Ibíd.

(13) Schmitt (1963) Pg. 189

(14) Ver Cap. III, Años 1867 y 1868.

(15) Cardozo (1972) Pg. 117-139.

(16) Masterman (1869) Pgs. 182-204.

(17) Idem (15)

(18) Great Britain, Foreign Office, Paliamentary Papers, LXXII, 1867-68. Mathew a Lord Stanley, 21/5/1867.

(19) Ibid, LXXIV, 1867. Lettsom a Stanley, 27/8/1867 y Stanley a Lettsom FO/8/10/1867

(20) Ver Cap. III.

(21) Great Britain, Foreign Office, Parliamentary Papers, LXXII, 1867-68, Gould a Stanley 19/5/1868.

(22) Schmitt (1963) Págs. 186-187.

(23) Ver Cap. III.

(24) Pomer (1968) Tate (1979).

(25) Washburn (1871), Vol. 2 Pg. 180.

 

 

         6. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA.

 

         La Guerra de la Triple Alianza tiene sus orígenes directos en el complejo escenario político que se daba en la región en la época, donde problemas pendientes de límites, ambiciones territoriales nacionales, disensiones internas, o choques y coaliciones de grupos locales se combinaron para generar una situación explosiva. En este contexto, el surgimiento y consolidación de un estado paraguayo fuertemente asentado sobre respetables recursos económicos, introdujo necesariamente un nuevo factor de poder en la región, sobre todo si se tiene en cuenta que la supervivencia económica misma del modelo de crecimiento paraguayo descansaba sobre el acceso irrestricto a las vías de comunicación internacional y su estabilidad. A estas causas "locales y visibles" de la guerra, otros autores como Natalicio González han formulado la tesis de la existencia de otras causas, "invisibles y más poderosas", que apuntan esencialmente al rol de instigador, financista y principal beneficiador del conflicto que habría desempeñado Gran Bretaña (1). Los objetivos de la diplomacia inglesa a este respecto habrían sido tres:

         "1. Destruir al régimen imperante en el Paraguay y colocar en el gobierno de dicho país a hombres que entreguen al extranjero todas las fuentes básicas de la riqueza nacional;

         2. Impedir que el Brasil se anexe al Uruguay;

         3. Impedir que la Argentina se anexe al Paraguay." (2).

         Una formulación similar puede encontrarse en el trabajo de otros autores, aunque con diferentes niveles de análisis (3), y en interpretaciones como las de José María Rosas, quien comenta al respecto de la tesis:

         "Por supuesto se trata de conjeturas: la política británica no se registra en pápeles escritos sino en bien entendidos. Pero la actitud de Thornton en 1864, el apoyo financiero a la guerra en 1865, la publicidad del tratado de la alianza en 1866, y las constantes tentativas de paz a base del alejamiento de López que culminaron en 1867 con la gestión de Buckley Mathews en Buenos, Aires y la misión Gould a Asunción, afirman la suposición" (4).

         De que resulta sumamente difícil sustentar ese tipo de formulaciones teóricas sobre la base de la documentación histórica pertinente es algo más que evidente. Más importante aún, resultaría sumamente difícil hablar de una política coherente y sistemática por parte de Gran Bretaña con respecto al Paraguay, antes y durante el transcurso de la guerra, en la medida en que el país ciertamente no ocupaba un lugar prioritario en las relaciones diplomáticas con América del Sur. Si es que puede formularse una cierta política coherente, por lo menos en forma implícita, esta habría sido no la de estimular el conflicto, sino la de evitarlo en la medida en que pudiese afectar a las actividades comerciales del área.

         Al mismo tiempo, si es que Gran Bretaña, a nivel oficial, hubiese tenido un interés explícito en destruir al régimen de los López en el Paraguay, podría haber acometido esta tarea haciendo uso del argumento de la detención de los ciudadanos británicos en el Paraguay. Durante estas tratativas en 1867 y en 1868 el curso de la guerra y su impacto financiero en el Brasil, así como una mayor comprensión de la política paraguaya en Europa, habían empezado a volcar la posición de los medios de prensa y de la opinión pública en favor de una pronta terminación del conflicto. La posición oficial sin embargo fue de evitar en todo lo posible cualquier intervención directa. Teniendo en cuenta que tanto durante el siglo XIX como en el presente siglo, Gran Bretaña nunca ha dudado en actuar violentamente y sin el menor reparo, cuando considera que sus intereses vitales son afectados, tanto en otras áreas de América Latina, pero especialmente en áreas prioritarias para los intereses británicos como África y Asia, no existen bases sólidas con las que argumentar un supuesto deseo imperial de control de los recursos y el mercado del Paraguay. No cabe duda al mismo tiempo, que varios de los ministros británicos en el área tenían sus posiciones personales ciertamente identificadas con algunos de los intereses aliados, aunque resulta difícil evaluar hasta qué punto este tipo de actitud pudo llegar        a desempeñar un papel crucial en el curso de los eventos. Quizás el efecto más importante haya sido la pérdida o la tergiversación de la causa paraguaya en la batalla propagandística en Europa.

         Parte de esta ausencia de una política coherente y definida al respecto descansa en el hecho de que el desarrollo militar de la guerra se realizó en espacios regionales -sobre todo a partir de 1865- que no ponían en juego ni afectaban a los intereses económicos de las potencias europeas, y que las mismas de todas maneras mantuvieron el acceso de sus buques:

         "...la actitud que se adoptó en Londres frente a la guerra del Paraguay. Esta terrible tragedia del pueblo paraguayo, que llevó a la muerte aproximadamente el 75% de la población masculina del país, duró cinco años. El conflicto absorbió una substancial proporción de los recursos nacionales argentinos, en un momento en que la Argentina comenzaba a tomar en préstamo grandes sumas en Europa. Podría haberse supuesto que un desastre social de esta magnitud habría preocupado gravemente al Foreing Office y lo habría estimulado para ejercer una mediación y poner término a las hostilidades. Pero durante cinco años los ministros británicos en Buenos Aires alimentaron la creencia de que la guerra terminaría muy pronto. Se limitaron a comentar "...amargamente el salvajismo del dictador paraguayo y la incompetencia de los comandantes argentinos y brasileños. Las razones de esta distanciada impasibilidad frente a una lucha tan prolongada y violenta no son difíciles de descubrir. La guerra se desarrollaba en un escenario distante del de las operaciones del comercio y las inversiones. A diferencia de todas las guerras anteriores, civiles e internacionales, en que había intervenido el gobierno de Buenos Aires, la guerra del Paraguay no determinó la paralización del comercio o la destrucción de la propiedad y de las vidas humanas en los centros de producción argentinos". (5)

         Argentina, y sobre todo Brasil, no tuvieron mayores problemas en conseguir los recursos financieros y bélicos que necesitaron durante el desarrollo de la guerra, pero resultaría muy difícil utilizar este argumento como sustentador de una política oficial británica de apoyo a la causa aliada; más bien, prevalecieron los intereses de grupos privados de aprovechar al máximo oportunidades de negocios:.Esto, por otra parte, se dió así mismo en otros países europeos, en especial Francia y Bélgica (6). Hasta qué punto Gran Bretaña no asumió un rol directo en este objetivo estratégico de sometimiento del Paraguay, sino que lo dejó implementar solapadamente a través de la acción directa de potencias "sub imperiales", como Brasil y la Argentina, es una formulación teórica que también se basa en supuestos con escasa fundamentación documental, y que requiere un alto grado de teorización conspiracional.

         El problema fundamental sigue siendo no obstante la examinación de hasta qué punto se dieron condiciones que hacían inevitable la confrontación directa entre el estado paraguayo y Gran Bretaña, o los intereses oficiales y/o privados de este país en los otros países de la región. Esta "inevitabilidad" del conflicto estructural entre ambas partes, que constituye la base analítica de varios autores, se refiere fundamentalmente al choque entre dos modelos radicalmente disímiles de organización social y económica; un choque que tarde o temprano, tendría que resolverse por las armas (7).

         El análisis de los procesos socio-económicos regionales no permite sustentar este tipo de formulaciones. En primer lugar, Paraguay no poseía ni recursos naturales ni recursos económicos que lo convirtiesen en una prioridad estratégica de alguna potencia imperial del momento. El algodón podría haber desempeñado este papel, pero no se crearon las condiciones al efecto, fundamentalmente porque otros países, como Brasil, cubrieron el déficit en la oferta mundial de la materia prima causada por la guerra civil estadounidense y porque además, los esfuerzos paraguayos estaban dirigidos a la exportación del producto al mercado inglés, y no a crear algún tipo de industria textil autóctona que pudiese afectar a los intereses de las manufacturas británicas. Más importante aún, el Paraguay no constituía una ‘economía cerrada’ o ‘autosuficiente’ u opuesta, en términos estructurales al proceso de expansión del capitalismo a escala regional. Hasta cierto punto, la estabilidad y el orden político mantenida por los López -que permitía una marcha económica sin interrupciones causadas por disidencias políticas internas- era considerada como más favorable a los ojos oficiales y privados europeos que el desorden y la anarquía reinante en las provincias argentinas (8).

         De que existieron grupos privados, nacionales y extranjeros, que evidentemente estaban interesados en obtener alguna participación respetable en el cuasi monopolio de ciertos recursos económicos y comerciales que gozaba el estado de los López es algo que corresponde naturalmente a un proceso de expansión económica, y que asume las formas de una lucha entre facciones internas por la distribución del excedente económico. El origen de los grupos paraguayos exilados en la Argentina debe verse en esta perspectiva, así como el interés de los mismos por presentar una imagen del estado paraguayo como "opuesto a los intereses de la civilización", cuando que en realidad el proceso que tenía lugar en el Paraguay era justamente uno de apertura al mercado mundial, de inserción en una división internacional del trabajo y de modernización capitalista de todo el sistema nacional. El esfuerzo de F.S. López por atraer la inmigración europea, aunque frustrado como en el caso de la colonia Nueva Bordeaux (9), así como sus campañas propagandísticas en Europa destinadas a presentar al Paraguay como identificado con los principios fundamentales del libre-comercio y la libre navegación, son ejemplos acabados de este proceso. De que el estado de los López se planteaba esta integración al sistema regional y mundial en términos propios que garantizasen una cierta independencia política es algo que no tenía necesariamente que entrar en conflicto con los intereses de las potencias europeas, por lo menos por un respetable período de tiempo, en la medida en que tanto las dimensiones económicas del Paraguay así como sus recursos militares y políticos no estaban en condiciones de afectar en forma significativa esos intereses, cualesquiera que fueran.

         El estado paraguayo perdió además, hasta cierto punto, su campaña propagandística y diplomática por lograr el apoyo de las potencias europeas en su conflicto con Brasil y la Argentina, no porque los mismos estaban más interesados en convertir al Paraguay en algún tipo de "satélite económico" sino porque la importancia estratégica del mismo no era tal como para arriesgare una identificación o un apoyo que pudiese haber puesto en peligro intereses más tangibles y más importantes, en volumen y en calidad, en otros países regionales. La decisión de F.S. López de contratar un empréstito externo en 1865 por un valor de cerca de 13,5 millones, otorgando como garantía las rentas estatales provenientes del monopolio de la yerba mate y el arriendo de tierras fiscales (9) refleja en forma clara la existencia de una convicción en el apoyo potencial que podría conseguirse en Europa, la que por otra parte estaba sobredimensionada, para no expresar que constituía una ilusión emergente del escaso peso del Paraguay en el comercio mundial de la época.

         Estas constataciones no implican dejar de lado o minimizar el hecho que la Guerra de la Triple Alianza constituyó a todas luces un "gran negocio", en el sentido de que permitió un conjunto de actividades comerciales y especulativas en torno a los gastos militares que en algunos casos llegó incluso a indignar a diplomáticos y observadores europeos (10). Más importante aún que los beneficios mercantiles directos acaecidos en función de los gastos militares en la Argentina y Brasil, es el impacto económico a mediano y largo plazo que tuvo el conflicto en términos de la expansión y consolidación del emergente orden "neocolonial" en la región. En Brasil, pocos fueron los beneficios directos. Prado Junior enfatiza que:

         "El único resultado positivo de la victoria brasileña fue asegurar la apertura definitiva de la libre navegación de los ríos Paraguay y Paraná, de gran importancia para el Brasil, para las comunicaciones con la provincia de Matto Grosso. Pero, esto mismo no tendrá gran significación económica inmediata: Matto Grosso, provincia pobre y sin perspectivas en aquel momento, no podía aprovechar mucho las ventajas obtenidas con esta libertad de comunicaciones. La vía fluvial perdió más tarde su importancia cuando Matto Grosso se une al litoral atlántico por un ferrocarril directo". (11).

         Al mismo tiempo, el desequilibrio financiero producido en las finanzas del Brasil acelera la caída del Imperio, y el uso extensivo de esclavos durante el conflicto serviría en mucho para acelerar la abolición de la esclavitud en el Brasil (12). Las modificaciones en el sistema financiero, y el impulso que esta reestructuración otorga al surgimiento de un nuevo orden económico en el Brasil, pueden también anotarse como una de las consecuencias a largo plazo del conflicto (13). En la Argentina asimismo la guerra crea condiciones propicias para la eliminación de los obstáculos internos que asegurase la inserción definitiva del país al modelo de economía exportadora, con una gran influencia de intereses económicos británicos (14).        

         Independientemente de los objetivos visibles e invisibles, y de las diversas formulaciones estratégicas que pudiesen haber existido por uno u otro lado, la guerra de la Triple Alianza significa para el Paraguay la destrucción de su estado nacional, la pérdida de cerca de dos tercios de su población, la cercenación de territorios, y la ruptura definitiva de un modelo de crecimiento económico que significaba en la época las bases para una formidable expansión capitalista en todo el sistema nacional. El proceso de reorganización del sistema nacional llevaría décadas, con muy pocos resultados positivos; de hecho, en términos comparativos el Paraguay no llega a adquirir, frente a los demás países de la región, el nivel de desarrollo económico que poseía antes de la guerra. La destrucción de sus recursos productivos y de sus posibilidades económicas fue tal, que el Paraguay apenas recibió en forma mediatizada el impacto central que tuvieron en la consolidación de las economías exportadoras de la Argentina y el Uruguay la introducción de factores productivos exógenos como la inmigración europea y los capitales extranjeros (15).

         Esta constatación del destrozo de las condiciones que hubiesen permitido una expansión económica considerable se refleja en forma clara en la actitud oficial británica en la posguerra. A pesar del ferviente deseo de los gobiernos provisionales de la época por lograr un reconocimiento de cierto status diplomático por parte de Gran Bretaña, no existieron esfuerzos significativos por parte del Foreign Office. Una solicitud al respecto en 1871 fue contestada por el ministro británico de relaciones exteriores Granville con la acotación de que "pienso que podríamos recomendar un cónsul honorario" (16). Las solicitudes de las autoridades paraguayas de la época por lograr el apoyo de Gran Bretaña en las negociaciones de posguerra con Argentina y Brasil tampoco tuvieron mucho éxito (17). La situación no habría de cambiar mucho incluso en 1875, cuando en la opinión de los ministros británicos en el área y en Londres, aún existían dudas sobre si el Paraguay se mantendría como nación independiente o sería anexado por el Brasil o la Argentina. Un pedido del ministro británico L.S.S. West en Buenos Aires, en 1875, al Foreign Office, para el nombramiento de un cónsul en Asunción y elevar el status diplomático de las relaciones bilaterales como manera de frenar los intereses del Brasil, fue rechazado. El argumento en Londres era de que se dudaba de que tal tipo de reconocimientos ayudaría al Paraguay a liberarse de las presiones de Brasil y Argentina, o que estimularía de alguna manera su desarrollo económico, la que le permitiría pagar los intereses sobre los préstamos contraídos en Londres (18).

         La destrucción del estado nacional y la privatización de los recursos económicos del estado que habrían de marcar las décadas que siguieron a la finalización de la guerra habrían de permitir la introducción y la especulación de numerosos empresarios extranjeros, tanto regionales como europeos. Las contrataciones de empréstitos externos en 1871 y en 1872 en Londres son generalmente comentadas como un ejemplo de este proceso, aunque los mismos representan en realidad especulaciones privadas que no solo no contaron con el aliento diplomático oficial británico, sino que en la mayoría de los casos, con la franca oposición del mismo (19). Igual actitud se registra en el caso de los primeros proyectos de inmigración de europeos en la posguerra (20) Durante la primera década de la posguerra, la actitud oficial en Londres y Buenos aires era una de franca oposición a cualquier proyecto de financiamiento o de emigración británica al Paraguay, y ni siquiera puede expresarse que haya existido una posición oficial de estimular la mantención de la independencia del Paraguay. Esta contradicción entre la política oficial británica y los intereses de grupos privados de capitalistas es manifiesta por ejemplo en la constante negativa del Foreign Office por nombrar un cónsul en Asunción, a pesar de los reiterados pedidos al respecto realizados por la empresa financiera de Waring & Brothers en 1872 (21).

         Paradójicamente, o quizás, consecuentemente, el efecto de los empréstitos externos de 1871-72 y del espectacular fracaso del proyecto de emigración de británicos conocido como "Lincolnshire farmers" fue el de retardar e incluso el de marginar al Paraguay de los flujos de capitales extranjeros y de la inmigración europea al contexto regional del Plata. El fraude de los empréstitos externos habría de impedir el acceso del Paraguay a los mercados internacionales de capitales por varias décadas y bien entrado el siglo XX. Fueron las únicas inversiones financieras significativas realizadas por británicos, y el hecho de que hayan constituido un peso financiero de envergadura en el presupuesto fiscal paraguayo obedece por sobre todo a la corrupción y a la mala administración de los funcionarios públicos paraguayos de la época (22). Más adelante, vendrían inversiones británicas de otro carácter en tierra y en unidades fabriles pero, en su conjunto, los intereses británicos en el Paraguay jamás llegaron a desempeñar el papel clave que puede observarse a varios niveles en países como Brasil, Argentina y Uruguay. En 1887 las empresas comerciales establecidas en Asunción estaban dominadas por italianos, españoles, paraguayos, franceses y alemanes, prácticamente no existiendo una casa mercantil británica significativa. (23). En 1912 Gran Bretaña aportaba entre 25 y 30 por ciento de las importaciones paraguayas, pero los ministros británicos se quejaban constantemente de la poca importancia de la actividad mercantil británica:

         "El hecho de que el comercio británico (en la medida en que nos guiemos por las cifras disponibles) no se encuentre creciendo no es, sin embargo, sorprendente, por el contrario, es incluso remarcable, hasta cierto punto, que mantenga su nivel presente, porque en toda la República no existen más que dos casas importadoras británicas" (24).

         Pocos fueron los beneficios que pudieron obtener, en términos comparativos a nivel regional, los grupos económicos ingleses que llegaron a vincularse al Paraguay, lo cual no debe minimizar ciertos efectos económicos perjudiciales que causó esta presencia en la vida económica del país, al igual que otras inversiones extranjeras. La destrucción del estado de los López y la postración económica y política en la que será insertada el Paraguay a partir de la posguerra obstaculizaron en forma significativa la integración del Paraguay al proceso de surgimiento del "orden neocolonial" en la región. La guerra de la Triple Alianza, en su impacto estructural y a largo plazo, significó en realidad la destrucción del auge económico paraguayo que se daba con la expansión del capitalismo en la época de los López; la recuperación habría de ser lenta, penosa e ineficiente, lo que explica en parte el porqué Paraguay permaneció hasta bien entrado el siglo XX como uno de los países mas subdesarrollados del continente sudamericano.

 

 

NOTAS

(1) González (1968), Pag. 84.

(2) Paraguay: la Guerra de Ayer, 1970, Págs. 21-22 y Pag. 28, Nota 67.

(3) Pomer (1968); Chiavenato (1979).

(4) Ortega Peña-Duhalde en López (1969).

(5) Ferns (1974); Pag. 327.

(6) Ver Cap. III.

(7) Chiavenato (1979), Pags. 36-37.

(8) Halperin Donghi (1972), Pag. 246. Asimismo, Mulhall (1864).

(9) Herken Krauer (1992).

(10) Ver Cap. III. Así mismo, Great Britain, Foreign Office, Parliamentary Papers, LXXIV, 1867. Lettsom al Conde de Clarendorn. Montevideo, 10/11/1866.

(11) Prado junior (1960), Págs. 218-219. Cabría agregar que si bien en términos nacionales para el Brasil, estas victorias pueden ser relativamente ínfimas, el efecto sobre una pequeña sociedad como la paraguaya tiene una dimensión mucho mayor. La pérdida de los territorios al norte del Río Apa tomados por el Brasil, y las Misiones al sur del río Paraná, tomados por la Argentina, así como la zona en disputa al sur del río Pilcomayo, habría de tener considerables repercusiones económicas a largo plazo. Con el desarrollo de la explotación de los yerbales al norte del río Apa, y el auge de la economía yerbatera en las Misiones argentinas a comienzos de este siglo, Paraguay pronto perdería una presencia importante en el mercado regional de la yerba mate. No obstante, la mayoría de los analistas coinciden  en que la yerba de origen brasileño, en especial la de Rio Grande do sul y de otras zonas del Brasil, ya había capturado la parte substancial del mercado antes de la Guerra del 64-70. Esto puede explicar en parte el estancamiento relativo del volumen de yerba mate paraguaya exportada entre 1840 y 1864, como se observa en los datos presentados en nuestro trabajo. Herken Krauer (1982).

(12) Ibid.

(13) Granziera (1979), Págs. 152-153.

(14) Halperin Donghi (1972).

(15) Herken Krauer (1982).

(16) Warren (1978), Pág. 96.

(17) Ibíd, Pág. 97.

(18) PRO-FO/6/328, 1875. L.S. West al Conde de Derby, Buenos Aires, 30/10/1875 y FO memorándum interno N° 109, Londres, 18/10/1875.

(19) PRO-FO/6/324. Mac Donnell al Conde de Granville, Bs. As. Despacho comercial N ° 34. 1871.

(20) Herken Krauer (1982).

(21) PRO-FO/59/32, Waring & Brotbers al Conde de Granville, 1/5/1872.

(22) Warren (1872). Paraguay perdió en las décadas de 1880 y 1890 una rara oportunidad de comprar los bonos con un 92% de descuento. Paraguay llegó a colocar £1,000.000 en1871 y £ 552.000 en 1872.

(23) Herken Krauer (1982).

(24) Informe consular de Oliver sobre el Paraguay, 1913 en Koebel (1917), págs. 308-309.






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