NOMBRES QUE DICTAN UN TÍTULO
Letra: CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ
Música: EMILIO BOBADILLA CÁCERES.
VIRGEN Y FLOR
EMILIO BOBADILLA CÁCERES -cantante y compositor que había llegado a Buenos Aires en la década de 1930-, era un "jegusta katu". Traducido, enamoradizo. Los testimonios coincidentes no desmienten esa característica del hombre que se hizo célebre cantando con su hermano CRISTÓBAL CÁCERES conformando el dúo de los Hermanos Cáceres.
Uno de los que mejor le conocieron fue GENEROSO (CHÍROLE) LARRAMENDIA. Él y sus hermanos AGUSTÍN (RUBÍTO) y LUCIANO (CHULO) habían llegado en compañía del poeta pilarense CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ a comienzos de 1939 luego de tres años de haber salido de su natal Isla Saká, Yegros (Departamento de Caazapá).
Carlos Miguel y Emilio -que para entonces había creado varias melodías que no tenían letras porque no encontraba un poeta-, apenas se conocieron, se hicieron amigos. Y coautores. El músico le explicaba al escritor el motivo de su inspiración y éste hacía calzar la letra con la acentuación musical. Los Larramendia más pequeños -Generoso y Luciano- eran los que tarareaban la canción mientras Carlitos -como lo llamaban-buscaba las palabras que coincidieran con las intenciones del creador.
Emilio había quedado prendado de ADA LUZ VALIENTE que con el tiempo sería conocida como NENEQUÍTA VALIENTE o CÁCERES -ya que tras casarse con Emilio utilizaría ese apellido-, pero no era la única en su vida.
"Paralelamente, Emilio tenía otra historia con una ninfa argentina llamada María Rosa", cuenta don Generoso. Su apellido ya se perdió en los callejones del tiempo. El compositor le dio al letrista los nombres de la mujer a la que había compuesto una música y se mostraba reacia a rendirse a sus encantos. El poeta, inmediatamente, al escuchar los dos nombres de la mujer tenía ya encendida la luz sobre la que iba a girar su texto: virgen (en obvia alusión a la Virgen María) y Rosa, como flor. "Cuando ya estaba lista la primera estrofa, Emilio se vio urgido a retirarse. Entonces, Chulo y yo le tarareamos la música a Carlitos para que pudiera continuar escribiendo. Así nacía “VIRGEN Y FLOR”, rememora don Generoso. Esto era en 1.940.
Del mismo dueto creativo, para la misma musa, también brotaría A mi Rosa dormida. En lo esencial, aunque no de un modo tan dominante, aparecen allí las dos ideas en torno a las que gira VIRGEN Y FLOR
El entusiasmo de Emilio por aquella joven, sin embargo, no duró mucho.
"Recuerdo que un jueves teníamos que actuar en Radio El Mundo. Y Emilio vino llegando con una nueva melodía. Le canta y Carlitos le escucha. "Iporã, ñamboletra porãta, pero lúne guive amba'apóta péare (Es linda, te vamos a hacer una hermosa letra, pero a partir del lunes", le dice. "La ojehúva ningo peteĩ mba'e: peẽngo chembojegusta la pende jegustaháre. Ha ndéngo pya'eterei rejehekyi. Resẽ peteĩgui, reho ótrape. Ha chéngo añenamora tarovaite ko Virgen y Flor-re. Ko María Rosa oiketerei che ñe'ãme ha añeha'ãta domingo amborretira. Péicharõ lune guive ikatúma ñañepyrũ (ocurre una cosa: ustedes hacen que yo me enamore de sus enamoradas. Vos muy rápido cambias de amada. Salís de una, comenzás con otra. María Rosa a mí me cautiva el alma, pero voy a acabar mi historia con ella este domingo. Así el lunes podemos comenzar", continuó Carlitos.
El poeta vivía tan hondamente cuanto le contaban para escribir que esa vez pidió tregua para acabar con la historia que él había imaginado para sí mismo. Solo una vez autoliberado, pudo reiniciar otro romance en su fantasía.
VIRGEN Y FLOR
Vine de lejos para adorarte
princesa rubia de mi pasión
con mi guitarra que anhela darte
entre sus quejas mi corazón.
Ayer humilde fui a tu sendero
un ramillete a deshojar
porque a una virgen yo siempre quiero
ver sobre pétalos caminar.
Y al quedarme sin los capullos
con que tu senda yo alfombré
mi alma ansiosa de tus arrullos
vino el cariño a florecer.
Es que tus nombres entrelazados
son de una virgen y de una flor:
María Rosa, idolatrados,
con su destello por tu candor.
Mas tú no quieres amarme nunca
y hoy agoniza ya mi ilusión,
siento que en vano en tu vida busca
mi pobre vida su salvación.
Una mirada y una sonrisa
dame si quieres verme vivir,
estoy muy triste con la ceniza
del sueño mío que veo morir.
Yo tu desprecio y hasta tu olvido
llorando a solas perdonaré
y siempre amante del bien perdido
recuerdo eterno yo llevaré.
Y en el adverso cruel destino
de nuevo lejos con mi dolor
me iré cantando cual peregrino:
María, mi virgen; Rosa, mi flor.
Letra: CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ
Música EMILIO BOBADILLA CÁCERES.
***************
A MI ROSA DORMIDA
Si te arrulla y nombra
temblorosamente
en una noche quieta
una voz de amor
es mi alma ansiosa
de besar tu frente
que un canto alado
visita a su flor.
Melodía nocturna
que a mi diosa lleva
la caricia pura
de su tierno son
mi suspiro vago
que a tu lecho llega
por abrir la puerta
de tu corazón.
Es el ave triste
que amorosa deja
en mi pecho un nido
para ti mi bien
vuela de mis labios
y al pasar tu reja
vibrando te implora
que me ames también.
Si al zorzal insomne
la dormida Rosa
no le escucha el trino
que el cariño da
mi doliente alma
volverá llorosa
a decirme a solas
en mi orfandad:
que es mejor ahora
que yo vaya al cielo
y que bajo tierra
pronto quedes tú.
Por tu amor, entonces,
moriré de anhelo
destrozada mi alma
con la ingratitud.
Cuando sepas, niña,
que el dolor me mata,
que tu dulce sueño
ya no turbaré
no te olvides, virgen,
de mi serenata.
En el otro mundo
yo te aguardaré.
Letra: CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ
Música: EMILIO BOBADILLA CÁCERES
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Fuente/ Enlace:
LAS VOCES DE LA MEMORIA
HISTORIAS DE CANCIONES POPULARES PARAGUAYAS - TOMO X
Autor y ©: MARIO RUBÉN ÁLVAREZ
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo de tapa: ENZO PERTILE
Diseño de tapa: MANUEL MORÍNIGO
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2009
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