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SARA KARLIK
  LO FANTASTICO EN LA LITERATURA PARAGUAYA - Ensayo de Sara Karli - Año 2009


LO FANTASTICO EN LA LITERATURA PARAGUAYA - Ensayo de Sara Karli - Año 2009
LO FANTASTICO EN LA LITERATURA PARAGUAYA

Ensayo de SARA KARLIK

 

 
LO FANTASTICO EN LA LITERATURA PARAGUAYA
Hay quienes sostienen que el realismo mágico está al borde de la muerte, mientras otros afirman que está en plena resurrección luego de haber pasado y resistido un nacimiento seguido de una pasión. Y eso porque sentimos a veces la necesidad de idealizar la realidad, disfrazándola para poder sobrellevarla. De modo que recurrir a ello se vuelve una especie de gimnasia de la que no debemos abstraernos para que la leyenda y el mito se mantengan vivos.
El tiempo, como elemento que trata de ganarnos la partida, es parte de esa ilusión de dimensión imposible que se inclina inmisericorde hacia atrás y hacia adelante y provoca nuestra angustia. Los enigmas de la naturaleza, sus explosiones y, al mismo tiempo, el temor por develar esos enigmas, movió al paraguayo a hacer un culto de ellos. Tratando de explicar lo inexplicable, todo adquiere movimiento, todo se anima en su sentir. Así hace su aparición el Pombero, personaje creado por la leyenda popular que habita en el campo y que amenaza llevarse a los niños de mal comportamiento. O el Yasy-yateré, un duende popular de la mitología guaraní, relacionado con la luna y la fecundación, raptor de doncellas, un ente pequeño y rubio que vaga por los montes. O el Payé, una forma de hechicería que requiere de ciertos elementos para llevarla a cabo y consigue, mediante ella, torcer la negativa de la mujer amada. O el Póra, fantasma que asusta tanto a los que habitan el campo como a los de la ciudad, y es recurso atemorizante infalible. En otras leyendas, la humanización de árboles y animales apela a una metamorfosis cuya idea constituye parte del folklore popular. Por eso tenemos, muchas veces, calidad de personajes imaginarios cuyas realidades preferimos mantener entre telones, ofreciendo esa otra cara que nos permita mantener el orgullo ancestral de caciques, de dioses reales o resultantes de la metamorfosis que amparan las leyendas para mantener esa irrealidad con la que nos reconocen y a la que hemos ido acostumbrándonos como forma de sobrevivencia, asumiendo esa característica irreal-real, real-mágica, que traduce nuestra idiosincrasia y que a veces nos identifica.
No es sino en los años '70 que el género fantástico empieza a independizarse, de algún modo, de la influencia de otros países, y se vuelve una forma de convivencia con la realidad como algo autóctono, único, real en su concepción mítica. La palabra vuelta fantasía, avalada por el despliegue de imágenes, transforma, seduce, lleva por senderos de delirio alucinante y trastorna de alguna forma lo real. Estamos frente a lo real-maravilloso. Somos un pueblo de creencias arraigadas en la piel.
Esta tendencia, comprometida con valores culturales que nos identifica, forma parte inalienable de nuestro comportamiento artístico y creativo. Somos herederos irremediables de soles y lunas, de brujos y hechiceros, de llanos que humean y seres que ascienden, vomitados por el fuego de la tierra.
Lo real-maravilloso es de difícil marginación como género literario en el Paraguay, porque la inclinación por lo real-maravilloso, buena o mala, forma parte auténtica, intransable, del modo de ser del paraguayo. Se siente como una necesidad de alcanzar una dimensión no catalogada por lo concreto y que, sin embargo, actúa como catalizador de conductas, de sensibilidades. La restauración constante de su esencia lo mantendrá como eco del compromiso que nos obliga como herederos de fuste.
La serpiente es un elemento recurrente en la escritura de RUBÉN BAREIRO SAGUIER que grafica su inclinación por lo real-maravilloso. En el cuento "MATACIÓN DE LA VÍBORA PLATEADA Y RESURRECCIÓN DE SU SANGRE" -del conjunto de su libro EL SÉPTIMO PÉTALO DEL VIENTO-, el autor evoca el estupor de campesinos frente a algo que interrumpe el camino y serpentea con reflejos plateados, una forma de serpiente interminable que habían matado en tiempos anteriores los primeros hombres que la avistaron. El reflejo plateado quedó serpenteando, a pesar del paso de lunas y soles, algo que aún continúa produciendo el detenimiento de la gente y la asociación lúdica de que la serpiente revive en el color plateadamente serpenteante. Bareiro asocia el serpenteo de la víbora con las vueltas que toma el río Paraguay en su trayecto, extendiendo a todo el país esa asociación. La víbora, como sujeto de narración maravillosa, volvemos a encontrarla en “VÍBORA DE LA MAR". El ofidio no sólo habita las áreas selváticas del Paraguay, sino también el espíritu dialogante, ensoñador, fabulador, delirante, del hombre de campo, y lo transforma en un sujeto de sus propias alucinaciones. Bareiro nos sorprende con su lenguaje de un barroquismo mágico, donde el detalle parece llegar a la médula de lo que se cuenta, un detalle que no se transforma en excesos lingüísticos, sino sólo lo necesario para dar un corte más acabado a lo que se narra. Su libro CUENTOS DE LAS DOS ORILLAS, una publicación reciente, incluye dos importantes colecciones de cuentos ya editados hace unos años. Ellos son "OJO POR DIENTE" y "EL SÉPTIMO PÉTALO DEL VIENTO". En el cuento "OJO POR DIENTE", título de la primera parte, aparecen palabras acusatorias contra un juez, escritas en las murallas del pueblo, donde lo tildan de "cuatrero" (ladrón de ganado). El rumor de que un jaguar ha intervenido en la desaparición de algunos animales, hace que la gente lo empiece a llamar "juez jaguar". Las mismas acusaciones, escritas en los vientres de los animales cuando las murallas se vuelven insuficientes, reaniman la creencia de que en el lugar hay Póras vivientes. "EL SÉPTIMO PÉTALO DEL VIENTO", es el cuento que da el título al segundo libro. El protagonista llega a Estambul, requiere los servicios de un peluquero y éste, a través de historias que va narrando, señala orígenes comunes, presentes anteriores compartidos, resemblanzas entre sus respectivas familias. "De los 7 pétalos que posee la rosa del tiempo, uno es de la eternidad...", dice el barbero, un hombre letrado. "Tú eres de los que han perdido la huella", le dice al protagonista, y habla del pueblo judío en los lugares que le ha tocado vivir. Rememora el pasado, las circunstancias, la suerte de los conversos, las humillaciones. El visitante cuenta al barbero que ha ido a buscar una piedra preciosa para una determinada persona. El barbero lo lleva a visitar a unos primos joyeros, quienes le muestran diferentes piedras y le piden las características de la persona que la va a usar. El influjo del 7 como símbolo de totalidad, de perfección, representado en una joya que muestra a una serpiente en amatista y oro con 7 cortes en el lomo, parece llenar la atmósfera. Un viento o un destino mágico que une tiempos y orígenes es lo que ha llevado al visitante a esa especie de aventura inesperada. El peluquero hace un alcance a los 7 ojos de Yahvé. Una llave antigua, colgada en la tienda, lleva al visitante a recordar que su propio abuelo también tenía una llave similar en la casa familiar.
Se nos hace evidente, luego de leer los cuentos de RUBÉN BAREIRO SAGUIER, el enganche de la tierra mágica en sus escritos, a pesar de haber vivido gran parte de su vida fuera del Paraguay. En los cuentos de la colección de OJO POR DIENTE, junto con la denuncia social y el atropello del poder, la fibra mágica está presente como contraparte desmembrada de una realidad difícil de sostener. Si bien el segundo conjunto de cuentos pretende asentarse en lo real-maravilloso, tampoco evita el sesgo denunciante, tema arraigado en su sentir, en la impotencia que lo lleva a fabular a contrapelo, involuntariamente, porque esa forma de narrar ya es parte de su idiosincrasia y lleva a la pluma por atracción hipnótica. Lo demuestra en "PACTO DE SANGRE", un cuento donde se evidencia que el regreso de quien ha vivido en otro lugar y guarda memoria pasada, no es más que eso, pasado, ausencias, diferencias, la utopía que queda prendida como lámpara mágica, la vuelta a días de fantasmas, de luisones (hombres-lobo, según la leyenda popular), de pomberos, del yasy yateré, el querer reconocer al Póra en el monte "Las ánimas", el regreso mustio que rememora un amor de tiempos de metas paralelas, el pensamiento desgastado de volver a enardecer y enardecerse con proyectos revolucionarios tantas veces abortados. "PACTO DE SANGRE" se vuelve una especie de resumen de los relatos de esta colección, donde los ideales juveniles mueren antes de llegar a la adultez porque la historia ya ha sido escrita por los más fuertes. En "NOCHES DE VERACRUZ" podemos apreciar el sueño como fuente de inspiración que se engarza en la realidad y fomenta engaños que trasgreden la fina línea hacia la fantasía. Una pareja de turistas traba amistad con un lugareño. La aventura tropical los seduce. El joven los invita a su casa, la que, según dice, es de quienes quieran alojarse ahí. Los turistas aceptan como si no tuvieran otra opción. La casa es extraña, mínima, con muchas puertas, con ventanas en las puertas. La sensación de paz y libertad los embriaga. Acaban con las botellas a medio terminar dejadas por visitantes anteriores. Hay música clásica y de tangos, lo que produce en la pareja una ensoñación nostálgica, una revisión de la niñez. Se tiene la sensación de que todo, por algún influjo mágico, se pone en movimiento en la casa del lugareño cuando llegan visitantes. Se despiden, prometiendo escribir. Sin embargo, el lugareño nunca contesta las cartas, como si su existencia hubiese sido también fabulada. Pareciera que el destino se fusionara con lo real-maravilloso para producir situaciones que sólo puedan ser explicadas de ese modo. En "EL OJO DE LA LECHUZA", la muerte que anticipa la frase que anuncia el protagonista, "cuando veas a la lechuza...", anticipa también la suya.
RODRIGO DÍAZ PÉREZ, en su cuento "LA SEQUÍA", nos muestra una vieja campesina, con la mente obnubilada por el tiempo, que vive en su choza pensando en la llegada del nieto que antes solía visitarla y traía la lluvia con su llegada, un nieto que es buscado por los servicios de seguridad y que ni ellos mismos, cuando van a ver a la mujer, saben de que ya no existe. La duda crea la atmósfera. El sentimiento a flor de piel hace que el relato se mantenga vivo dentro de una fabulación sobre lo real que lo hace verosímil.
En el Paraguay son inagotables los temas para la escritura, pues la tierra esconde demasiadas historias. Es un fantasma vivo que no puede desaparecer, porque la muerte ya no afecta al para guayo después de pasar por dos guerras grandes y agotadoras. La tierra paraguaya es fantástica en sí, con sus olores y sabores, y sus tambores aún envían ritmos que no pueden desconocerse, porque sus sones están inmersos en los laberintos del alma.
AUGUSTO ROA BASTOS escribe desde los fondos oscuros de la realidad, desde el nudo existencial que abre paso a la alegría y al dolor, desde la tristeza y la esperanza, sin dejar de lado la historia, aunque fabulándola, quizás porque la historia necesita de esa forma de expresión para limar sus asperezas, acercar y convencer al lector. Su lenguaje es siempre nuevo, ya sea por el montaje que hace de las palabras o la misma creación de ellas. Su escritura es alucinante, mágica, telúrica, teniendo presente el alma del pueblo, como en "HIJO DE HOMBRE".
La irrealidad de lo no veraz es utilizada por ROA BASTOS, con la maestría que lo caracteriza, para infiltrarse en el pensamiento y sentimiento de la gente y sus creencias. Lo podemos apreciar en "EL BALDÍO", con su inicio "no tenían cara, chorreados, comidos por la oscuridad". Dos individuos opuestos, uno "inerte, viajando a ras de tierra", el otro traspirando el arrastre del cuerpo, enganchándose en las ramas, desenganchándose para poder continuar con la faena, los cambios de posición del arrastre del cuerpo para que no lo venza el cansancio, el aparente acuerdo agradecido del arrastrado, los faros detractores de un vehículo cercano, el tirarse a tierra y mimetizarse transitoriamente con el cuerpo muerto. El yuyal, en su parte más alta, movedizo y murmurador, cobija por fin el cuerpo. Al alejarse sudoroso y cansado, deseando sólo huir, del mismo yuyal saldrá un vagido tierno que lo vuelve a retener. El vagido está envuelto en un diario que cruje al ser tocado. En impulso espontáneo, toma el bulto y desaparece del lugar. Es como si la resurrección se hubiese producido paralelamente. En su cuento "BAJO EL PUENTE", del libro MADERA QUEMADA, Roa pinta una imagen casi onírica de un maestro rural, castigador por principio, celador duro de la conducta de los niños en un pueblo que va desapareciendo por el abandono de sus moradores. Taitá y el maestro dialogan sobre el acontecer, sobre las voces que escuchan de los que han desaparecido o muerto, de los perros sin dueño. Es un maestro sin futuro, de cara nublada que cree en la dureza del castigo corporal como parte de la enseñanza, del llegar al límite del aguante del alumno que le ha fallado, obligándolo a cantar desde lo alto de un palo hasta que termina achicharrado por el sol. A las quejas del alumno de que no le alcanzarán las fuerzas para continuar aferrado al palo, "cuando esté muerto se callará solo", dice el maestro. El alumno había cazado una lagartija, la que escapa de la bolsa y se parte en dos contra los dientes del coatí (pequeño mamífero carnicero llamado también tejón) del profesor. Hay un suspenso por el anuncio de la llegada de alguien. Es un comandante, quien alaba la labor del profesor, hace chistes, pronostica que pronto el coatí también leerá y escribirá. "Ya lo hace", le dice el maestro. Taitá, el faenador de ganado de estancias cercanas, está siempre cubierto de sangre. Tiene hijos como panes salen del horno. El que relata es un hijo suyo que escapa luego de un castigo. Regresa, ya de grande, luego de pasar por delirios y lucubraciones extrañas, y en el pueblo escucha las voces de quienes han desaparecido. El muchacho ya tiene la edad que tenía el maestro al desgraciarse bajo el puente. Al final, sus alumnos encuentran al maestro flotando en la laguna bajo el puente, volviéndose niño bajo el agua. Toda la narración está envuelta en una alucinación que se prende con la menor mecha; una sensación de muerte y renacimiento fantasmal.
RODRIGO DÍAZ PÉREZ, en su cuento "GENIO Y FIGURA" de la colección del libro INGAVI Y OTROS CUENTOS, rescata la figura del Kaigué, el perezoso, el eternamente cansado, y teje a su alrededor el relato. Lo irreal matiza los cuentos de esta colección. Se vale del humor para humanizar a los protagonistas y de lo onírico para explicar lo absurdo. En otro cuento, "EL RÍO", toma situaciones conocidas por la forma de vida alrededor del río Paraguay, la de mujeres dedicadas al contrabando hormiga fronterizo al amparo de las sombras, el dolor del exiliado, las penas íntimas del ser puestas a orear en la fabulación constante, a veces no libre de humor. Las sombras de la noche y sus ruidos dan un viso fantasmal a las mujeres. En el cuento "NO HAY RASTROS", un idealista en ciernes encuentra la manera de alterar su fecha de nacimiento, agregarse años y tener los suficientes para inscribirse como voluntario para defender a la nación durante la guerra del Chaco. La muerte pierde significación frente a la idealización de una causa que hace Díaz Pérez. Sus temas son extraídos de los problemas cotidianos del hombre. Son historias de la vida real al amparo de las tradiciones, del hombre que es objeto de agresiones. El vaivén de su comportamiento humano, la ambigüedad que merodea para librar a los protagonistas del impacto de la realidad, su frustración frente a esta dimensión implacable, otorgan refugio a la fantasía como recurso metafórico imprescindible y hace factible el deseo de la procreación fantástica, toda una odisea que debe ser manifestada para librar la lucha consciente y constante con la realidad.
El arrastre histórico del Paraguay marcó momentos y demarcó límites. Muchos escritores supieron incorporar lo esencial de esos elementos en sus obras, llegando a menudo a narrar el dolor o la alegría con un lenguaje asentado en la tierra y sus clamores, lo que lo transforma en diferente y otorga la esencia mágica necesaria para disminuir el peso de la realidad. El infortunio de la gente de pueblo siempre adquiere nuevas tonalidades para que el canto se vuelva instrumento de acercamiento, de relación, y lo diferente deje de serlo por consideración mutua de las partes. Pero esto también se vuelve una utopía, pues la generosidad de la gente de pueblo, de campo, se manifiesta aferrándose a costumbres arraigadas por la constante representación de las mismas situaciones como forma de defender un espacio que fue de difícil conquista. Todo un dar y quitar que es preciso comprender para que el armaje cultural pueda entrelazarse y el beneficio de ese engranaje pueda ser compartido.
No puede dejarse de lado la influencia del clima como detonante de características especiales en la gente, clima que los lleva a hacer el mínimo esfuerzo físico durante la estación estival que les apabulla con su castigo infernal, algo parecido a la hibernación a la que recurren ciertos animales para retomar fuerzas en espera de la primavera. Mientras el espíritu duerme, se apacigua, la mente se embarca en odiseas plenas de sirenas de tierra que llaman a la descordura temporal, a ojos entornados, a hamaca de movimiento ensoñador, a mate sorbido casi con movimientos maquinales y servido por una mano de pluma, silenciosa y constantemente extendida para volverlo a llenar. Y esto se refleja en la fantasía conciliadora de la escritura, en el desborde emocional que la vuelve real.
TADEO ZARRATEA, en "KALAÍTO POMBERO" -degeneración en la que cae el nombre de Calixto Romero, el personaje central- crea un pueblo imaginario, Mbotoví, donde sitúa a los indios de la tribu Mbya-Apyteré. Despojados de sus tierras, sin embargo el pueblo no desaparece, pues es protegido por el embrujo de la luna. Es la primera novela escrita totalmente en idioma guaraní. Si bien el autor aporta una traducción al castellano, admite que lo hace sin convencimiento, pues afirma que lo que se escribe en la lengua vernácula debe ser leído en su original para que no se evapore la esencia de lo que se narra.
Las dificultades dolorosas del exilio, el retorno a la patria abandonada con apuro, adquiere calidad de imposible, o se vuelve mito por la tendencia a buscar, en lo mítico, razones que la conciencia no internaliza. En INGAVI Y OTROS CUENTOS, también de RODRIGO DÍAZ PÉREZ, el Chaco paraguayo, con su fantasmagórico entorno donde la oscuridad de afuera es sólo compatible con el silencio más avasallador, es el telón de fondo de un penal con ese nombre, "INGAVI", y de las tribulaciones de un estudiante confinado por motivos políticos. Los hechos que ocurren subliman la integridad moral y la gratitud. El lenguaje del autor, fantásticamente real, se adecua a las necesidades de la narración.
Mi narrativa (SARA KARLIK) tampoco está ajena al influjo de este estilo. Lo fantástico, lo real-maravilloso, sobre todo en "ENTRE ÁNIMAS Y SUEÑOS", el cual contiene relatos con visiones oníricas y una honda significación autóctona de dimensión surrealista donde los hombres de barro, en tierras de arcilla, se vuelven auténticos por historia y por convencimiento.
Con una guerra grande en la historia del país y el recuerdo plagado de dolor y desesperanza, de agravio territorial, de manipulación de la misma identidad del hombre, otra guerra, ya en este siglo, marcaría el espíritu nacional y haría del campesino uno de los temas de la vida, se recuperarían costumbres en el marco de una realidad alejada de favores imaginarios, como lo haría después GABRIEL CASACCIA, quien narró objetivamente lo ficticio, volviéndolo una realidad asociada con la más acabada de las realidades. En su novela LA BABOSA, hace gala de una estructura socio-cultural donde una babosa representa la lengua reptante e insidiosa que va narrando la vida del pueblo y la época que contiene al pueblo, recuperando costumbres que luego quedarán sólo en el recuerdo.
El rescate de la memoria real-fabulada es una constante dentro de la creación que teme forzar la mano a un destino alerta, acechante, acosador del hombre de tierra adentro. Muchas veces, hasta de la crueldad de algunos relatos de escritores paraguayos que narran realidades angustiantes, surge el resquicio fabulador para aligerarla.
HELIO VERA, en su cuento "KAMBÁ-RA'ANGÁ" (imagen de negro), una fiesta que conmemora el día de la Inmaculada -alcance orgiástico de la liturgia, rito que debe ser cumplido- es el marco donde, en medio de fogatas y disfraces, una Celestina de campo arma su engaño para inducir al requiebre carnal infiel a una mujer joven cuyo marido, mucho mayor, ha perdido su vigor sexual. Es una representación con tono y carácter antiguo, repetición de situaciones que acosan al individuo y lo conducen a su concreción porque así lo han estipulado los dioses, augures o diablos, en concilios fantásticos. La razón, aislada en su cuarto oscuro, permanece esperante, sorda, acusando a como dé lugar, con pestañeos de la estrategia amatoria. En "LA ENTELEQUIA", luego de una descripción física y psicológica del personaje de nombre Anastasio Leguizamón, resume el carácter del hombre como "una torva desconfianza hacia todos los seres humanos", para continuar que el protagonista es una entelequia, es decir, "un ente ideal desprovisto de sustancia". El que narra la historia es un abogado mediocre abocado a la usura, quien obtiene, de un personaje fraguado, un poder notarial para administrar sus bienes y actuar en su nombre. Para evitar que detecten al fantasmagórico personaje, lo sitúa en el pueblo de Sapucai, cerca de un leprosorio al que nadie se atreve a aproximarse por temor al contagio. Aprovechándose del subterfugio, el abogado evade impuestos y se apoya en la argucia cuando alguna situación delicada lo cerca, insistiendo en que, como abogado, cuida el patrimonio de su mandante. Los pedidos de prórroga de los deudores de este personaje son rechazados por el abogado, siempre aduciendo la voluntad de su mandante. Un día decide el abogado dar un corte a la suplantación de identidad que ha hecho. Ya ha hecho suficiente dinero con ese juego. Una mañana, creyendo tener la suerte de su parte, se encuentra con que ha sido denunciado por estafa por un tal Leguizamón, lo que encuentra injusto, pues ya había cortado su relación con su mandante. Sin poder convencer al juez, termina en la cárcel. Su doble había desaparecido. "Póra" es el ente fantasmal, fantástico, imaginario, siempre renovado por la fantasía, al que es preferible mantener a la distancia, al que es preferible no nombrar para no traerlo a la realidad, desatar miedos, acabar con la mente enrarecida. Por lo mismo, es preciso evitar caminos oscuros proclives a su presencia. En el cuento, el protagonista es tentado por un Póra femenino que aparece para que cumpla su destino, "pues lo que está escrito no puede evitarse".
MANUEL ARGÜELLO, campesino de origen, se apropia de leyendas paraguayas para convertirlas en argumentos novelescos de tipo sobrenatural, fantástico. Es así que los aparecidos, fantasmas y luisones, se asocian a los personajes que él crea para volverlos mágicamente reales. De esta forma, lo real-imaginario adquiere un suspenso que mantiene el interés del lector. Así lo muestra en MÁS ALLÁ DE UN RETRATO Y OTROS CUENTOS y en LAS LETRAS DEL DIABLO Y OTROS CUENTOS. Los gritos sordos de oposición a la dictadura, que sólo redundan en impotencia, se observan en su cuento "CORPUS CRISTI". Los relatos de Argüello se basan, por lo general, en temas folklóricos o rurales, con la inserción de palabras en guaraní que engalanan su escritura para que el lector no tenga dudas sobre su localismo, pero al mismo tiempo ofreciendo un carácter de universalidad. La desmesura de lo sobrenatural como hilo conductor de sus narraciones, la realidad de inspiración onírica, el paso de ganso con que saluda lo fantástico y lo lleva a una dimensión donde la lógica no tiene lugar o debe someterse al designio que le imponen elementos contrarios, caracterizan la escritura de Argüello.
La novela PUERTA, de YULA RIQUELME, es una alucinación mental que se gesta porque los personajes han decidido darse a luz para dejar de pertenecer a esa dimensión. Lo onírico, fantástico, sobrenatural, metafísico, se sucede y contrapone para formar una trama donde el narrador-protagonista oculta edad, nombre, sexo, para liberar sus temores. Es una narración sin puntuación, donde la autora vive su experiencia onírico-metafísica "de un tirón", como si fuese una necesidad para sacarse algún peso de encima. La mansión que sirve de fondo a la trama se constituye en un nudo de misterio donde lo sobrenatural gana terreno y permite al personaje-protagonista la catarsis psicológica como forma de liberarse de culpas en medio de sueños y realidades, espectros que surgen como apoyo de su universo mental. Es el recurso para huir del acoso de la realidad, una constante del hombre actual sometido a extremos que comprometen su comprensión y producen en él estados de sometimiento que amenazan su racionalidad. Cada cual tiene o acuna sus propios fantasmas para desdoblarse y hacer uso de las múltiples personalidades que conforman su universo y se funden para mostrar una sola cara, una sola impresión, y su condición unitaria sea la que prevalezca; toda una demostración de lo que puede cobijar la mente, ese universo desconocido, ciencia-ficción íntima que colinda con realismos fantásticos propios y fomentan nuestras pasiones, el centro neurálgico mejor constituido por la ingeniería más perfecta y, por lo mismo, más proclive a acusar desperfectos. Es la lámpara de Aladino donde todo es posible porque el duende que la habita está dispuesto a escuchar la voz del mago. Una narración con pistas que al final resultan falsas y pintan el deseo de evasión del personaje, obligado por las circunstancias a protagonizar lo que no ha buscado.
CARLOS VILLAGRA-MARSAL toma una leyenda que le relata un arriero para elaborar su novela corta MANCUELLO Y LA PERDIZ, prologada por el investigador español JOSÉ VICENTE PEIRÓ. Es una narración misteriosa, onírica, cuya irrealidad la deja en la inquietud del suspenso, creada para enfrentar las fuerzas del mal enraizadas en Mancuello y su transformación posterior en perdiz de dorso sucio, cuyas dos marcas parecían las que ostentaba el hombre desde su nacimiento, y los latigazos propinados por San Gabriel como escarmiento agregado para erradicar la maldad del mundo humano. Se muestra aquí que, bajo el alero de la leyenda, es posible lucubrar incansablemente hasta que, bajo su influjo, la realidad va perdiendo agarre.
Entre la narrativa fantástica, cabe incluir también la ciencia-ficción, aunque debemos reconocer que este género no resalta con fuerza en la narrativa paraguaya. Como ejemplo de este género, tenemos el libro ANTICIPACIÓN Y REFLEXIÓN, de OSVALDO GONZÁLEZ REAL, con ocho cuentos breves y ocho ensayos. Sobre todo en los cuentos, el autor abandona la narración con ambiente campesino para situarse en lo universal. Imbuido de las lecturas de H.G. Wells, Bradbury, Asimov, Orwell, Huxley, la influencia de estos escritores presiona su pluma. Son maestros siempre atentos de quienes se perfilan como discípulos y presentan las pautas para la incursión en el género que los ha caracterizado. La dimensión sobrenatural, entonces, abre sus puertas para que lo desconocido se interne hasta impregnar la mente y obligar al acercamiento de lo cósmico. La preocupación del autor se refleja en el miedo frente a la desmesura del poder del hombre, obnubilado por la técnica y por los científicos, rechazando la dependencia esclavizante de lo mecánico y electrónico. En "OTRA VEZ ADÁN", GONZÁLEZ REAL hace una relación del mito del Paraíso con la vida actual. Su preocupación por la preeminencia del pensamiento del hombre frente al alucinante avance tecnológico, es una constante. Así podemos apreciar, con algunas variantes, en "EL CAMINANTE SOLITARIO" y "LA CANCIÓN DEL HIDRÓGENO". La protección de la naturaleza y el futuro ecológico del país, devastado por la tala inconsciente e indiscriminada de árboles centenarios de variedades irremplazables, también preocupa a GONZÁLEZ REAL. En su escritura, intenta rescatar el yvymare’y (la tierra sin mal) para de ese modo recobrar el sentido del ser humano, la perfecta armonía entre los elementos y el hombre para forjar un mundo mejor. GONZÁLEZ REAL critica el consumismo exacerbado, la materialización de sus intereses, el descontrolado deterioro de la tierra causado por el hombre con su ambición también descontrolada. No se trata de una intención de regresar a tiempos anteriores que han sido superados ni retroceder para reprobar lo que el progreso ha hecho por el hombre, sino, según propone el autor, de encontrar la justa medida en sus acciones, de evitar lo excesivo, a lo que conduce la falta de límites impuestos por la racionalidad. La intención generalizada del autor, en sus relatos fantásticos, es aunar mitos antiguos para que la vida urbana moderna pueda recuperar el sentido de una "tierra sin mal" que ya mencionaban los guaraníes. En el cuento "EL FIN DE LOS SUEÑOS" está la pretensión de rescatar los sueños como forma de traerlos a la realidad y dejen de constituir el centro de los deseos insatisfechos. Su escritura, siempre recreada para ajustarse a la narración, directa, ágil y sin mayores alcances poéticos, conduce a la lectura de agrado que facilita la inmersión en la trama y posibilita la mimetización del lector con el autor o con los protagonistas de sus escritos.
Recordemos también que algunos cuentos de MANUEL ARGÜELLO y, posteriormente, de JESÚS RUIZ NESTOSA, toman el hilo de la ciencia-ficción, este último cuando plantea la disyuntiva entre cerebro y carne y su imposible unión, el peso indesmentible del cerebro sobre el cuerpo. ARGÜELLO, en el límite de la ciencia-ficción, en su cuento "CONEJILLO DE INDIAS", desconcierta por el tema que escoge: unos becarios son enviados al espacio. No regresan, pues se han convertido en estrellas, recurriendo a desenlaces misteriosos que también lo caracterizan. En "ENCUENTROS", el tema de los desaparecidos lleva al protagonista, que siempre los está viendo, a recurrir a un payesero (el que prepara pociones mágicas para vencer resistencias amorosas), a sesiones de Payé con una médium, al exorcismo para acabar con sus visiones. A menudo, lo sobrenatural sobre-pasa la línea real-maravillosa de ARGÜELLO, volviendo su escritura un verdadero pozo de sorpresas donde las circunstancias juegan un papel importante.
En "MIMBIPÁRA" (ciudad que refulge en el mar), Argüello se remite a la ciudad legendaria donde hace aparecer personajes mito-lógicos como los arandukuéra (los sabios antepasados, de antes), e identifica al protagonista como Halánte (deformación de Atlántida en el habla popular), formando un nudo con las creencias nativas y el mito de la Atlántida. Sus personajes preferidos son los aparecidos, los fantasmas y el diablo. En su cuento "LA SIESTA DEL COMISARIO", el comisario del pueblo tiene un sueño y muere en el sueño, anticipo, quizás, de su muerte real. La imaginación avasallante de ARGÜELLO lo lleva a querer dar más altura a lo real-maravilloso, accediendo a la ciencia-ficción como complemento casi natural. Autor prolífico, se remite a lo desconocido para reproducir leyendas, al misterio y al terror para elaborar relatos que involucren al lector sin darle pausa, como en "EL LADRÓN DE MELONES" y "UNA VENTANA AL NORTE". En el segundo, el enamoramiento de un hombre continúa teniendo eco, a pesar de haber desaparecido su amada.
Un conocido cuento de MANUEL ARGÜELLO, "LA HAMACA", desborda la realidad y adquiere carácter de narración policial de corte equívoco-absurdo. El hijo del dueño de casa ofrece acomodo nocturno a un vendedor de terrenos para protegerlo de los asaltantes de caminos. Para que el forastero pueda descansar plenamente de la pesada jornada, en vez de ofrecerle la tradicional hamaca que acostumbran ocupar los viajeros, le proporciona su propia cama. Cuando llega a la casa, el padre del caritativo joven encuentra una maleta con dinero de propiedad del forastero. La ambición lo obnubila y mata al ocupante de la hamaca, sin darse cuenta de que es su propio hijo.
En países que han sufrido largos años de regímenes totalitarios, como el Paraguay, la fuerza de la palabra se va deteriorando por el desgaste de un tiempo demasiado extenso en el cual las bocas son obligadas a permanecer quietas, la lengua oculta, el pensamiento sometido a la esclavitud.
El alma paraguaya, debilitada por la hecatombe de mediados del siglo pasado, buscó orientar su angustia, las marcas dejadas por la Guerra Grande, la sensación de seres alienados tanto ideológica como políticamente que había quedado en el pasado como lastre eterno. Por lo mismo, no podría calificarse la literatura surgida de este tronco como común a otras escrituras que asomaron por la misma época en otros países.
Como broche providencial que situaría las letras paraguayas en la cima de la literatura ajena a fronteras, AUGUSTO ROA BASTOS, con una configuración propia y personal de personajes y lenguaje, libra de sus ataduras la lengua trabada o subordinada a los mismos hechos ya decantados por la memoria y relata, a su imagen y semejanza, ese pasado con una visión que la distancia aclararía. Es un pasado que no hubiera podido quedar así no más, sumido en la medianía de la tierra, en la memoria a veces tergiversante y pasajera, en las conveniencias de los protagonistas de paso, en la objetividad que adquiere visos de falsedad cuando no se maneja con suficiente criterio histórico. Un panorama suficiente para poder pensar que el caldo de cultivo de la literatura nativa está ahí y seguirá dando que hacer a quienes continuamos impregnándonos de su fuente para sacar a flote los mitos, fantasías, leyendas, historias y guerras inclementes, que dejaron en el alma guaraní la sensación de pueblo avasallado sin causa. También nuestra escritura se vuelve irremediable como forma de compensar tantos años de silencio, como si la fuerza del silencio no fuese capaz de hacer reventar gargantas por saturación. Pero todo está ahí, a distancia de historia presente o anterior. Las formas de ahondar en ese caudal que no necesita de musas inspiradoras, son las que varían, y los trabajadores de la palabra los que debieran orientar la variedad para que la diversidad de esas formas expresivas, por acumulación de lo no dicho en su momento, tenga la suficiente solidez para mantenerse alineada con otras escrituras y el desborde no disminuya su fuerza.
La mediterraneidad del Paraguay fue creando cierta dependencia de algunos países del Río de la Plata, sobre todo de Argentina, asimilando, indirectamente, cierta influencia europea que a veces llegaba de modo debilitado. Por lo mismo, y a pesar de poseer la esencia que posibilita la creación mágica, el realismo-mágico llega al Paraguay más tarde, como si hubiese tenido que pagar peaje por su condición mediterránea. Pero llega y fecunda con fuerza de realidad aplastante que ha impedido la fabulación total, dándole una característica diferente hasta confundir al protagonista con sus devaneos fantásticos, apelando a una especie de locura que no nos ha abandonado. El paraguayo es realista-mágico de alma, con alcance de ciencia-ficción, descrito por JUSTO PASTOR BENÍTEZ así: "El paraguayo no ha dominado del todo la exuberante naturaleza, se disuelve en el paisaje, frecuenta el contacto con la tierra, saluda los lánguidos crepúsculos con un largo grito que parece una oración a Pan".
La historia literaria del Paraguay revive y se mantiene vigente gracias al rebusque que en ella hacen los que arrastran penas del alma, del cuerpo, de la carne, quienes muchas veces han tenido que sentirse extranjeros en su propia tierra y, no obstante, como ocurre con la pertenencia, ésta se adhiere igual que garrapata de campo y pretende la continuidad de gritos libertarios como forma de continuar sintiendo y expandiendo el sentimiento de independencia. Entonces surge la voz narrativa, una suerte de sortilegio que flota en la atmósfera. Las fuentes son inagotables, pues están inmersas en la misma tierra, en su gente, sus leyendas, sus mitos. Porque deseamos alejarnos de una realidad que siempre nos ha aguijoneado, pesado, y que la sentíamos como parte de una agresión colectiva que pretendía despojarnos de lo indespojable: nuestra cultura.
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De: Trabajo presentado en el
XXII Congreso de la Latin American Studies Association (LASA),
Hotel High Regency, Miami, 16-18 de marzo de 2000.
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Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Ilustracione: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009
(427 a 822 páginas)
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