MERECE EL CABALLO VERDE, 1998
Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ
Editorial ARANDURÃ
Ilustración de tapa: FERNANDO GRILLÓN
Diseño: CARLOS MALUF
Asunción – Paraguay
1998 (150 páginas)

CABALLO VERDE PARA LA POESÍA
Era una revista española de poetas de
la generación del 27 que aspiraba a que el
sentimiento poético tomase un cauce libre,
con sueños, vigilias, idilios, dudas,
afirmaciones, melancolías,
libre del frenesí libresco…
Nadie mejor jinete para tal caballo
que Federico García Lorca
LA IMPRONTA DE LOS DÍAS
...por mucho que valga un hombre,
nunca tendrá valor más alto
que el valor de ser hombre.
Antonio Machado
CASA NATAL
Nació en Fuente Vaqueros, Federico,
en una casa grande,
majestuosa en su vejez tranquila,
según dijera él mismo.
Tenía unas no enormes rejas negras
que generaban sones de campanas,
al golpearlas con algún buen hierro.
"Su sonar, diría luego el gran poeta,
nos volvía locos de alegría".
Su padre, don Federico,
propietario de tierras y cortijos.
Su madre, doña Vicenta,
hogareña mujer de fina estirpe,
que le enseñó música y letra
a su pequeño.
Y Fuente Vaqueros, pueblo reducido,
con su iglesia y casitas de colores,
en el centro una plaza y una fuente,
una fuente que dio nombre al poblado.
SU INFANCIA
Fue Federico
un niño contemplativo y hondo.
Jugaba con los árboles y los animalillos
como en una especie de extraño paraíso.
Pasaba muchas horas
viendo
el ir y venir de todas las hormigas.
A veces enterraba algún grillo bien muerto
o bien charlaba en todo con muchos pajarillos.
"Siendo niño, lo dijo el mismo poeta,
viví en pleno ambiente con la naturaleza".
Y a cada cosa habida en los alrededores
adjudicaba vida y personalidad.
Y a veces se pasaba las horas o los días
pretendiendo escuchar las voces de los chopos.
Pues el viento al pasar producía sus tonos.
Mi más viejo recuerdo, lo dijo Federico,
"tiene sabor a tierra..."
HURTA EL PAN PARA GITANOS
Trató siempre desde niño
con amor a los humildes.
Cuando apenas Federico
frisaba los cinco años,
unos gitanillos pobres
acudían a su casa
para pedir la limosna.
Entonces, acudía a la cocina
a tomar el pan más grande
para los niños gitanos.
Y si alguien sorprendía
aquella acción tan curiosa
Federico le decía
justificando su gesto:
"Es que son niños con hambre"
y corría hacia la puerta...
FEDERICO A LOS DIEZ AÑOS
Romances y cantares leía Federico
y cuentos de las viejas criadas de su pueblo.
Leía con pasión a Víctor Hugo
y el Quijote tan bueno de Cervantes.
Con fruición y deleite
escuchaba
los cantos populares
en veladas amenas
y en voces de criadas de la casa.
A esa edad
Federico era un niño
de rica fantasía...
EL PRECOZ TEATRISTA
De niño gustaba jugar a hacer misa,
hacer los altares, construir teatritos.
Su primer juguete parece haber sido
un teatro chico que le dio su padre.
Además gustaba de escuchar historias
de todos sus tíos: Enrique y Francisco,
de bandidos bravos, de misterios, santos,
y las de argumentos con apariciones.
Por eso aquel niño ya siendo un poeta
dijo que era grande su deuda en canciones,
en romances tiernos o en versos alegres,
con esas mozuelas que eran criadas,
quienes recitaran con vida esas cosas...
Y luego a seguidas agregó algo justo:
que los niños ricos gracias a las sirvientas
contactan con muchas verdades del pueblo...
PARADÓJICO
(1915)
Tras culminar su estudio Federico
al lograr aprobar el bachillerato,
matriculóse en curso de Derecho.
Lo cierto es que el muchacho se afanaba
en escribir los versos iníciales
y en tocar el piano cada día,
descuidando el estudio que seguía.
Lo confiesa al respecto Federico:
"Fracasé en literatura...
en preceptiva e historia de la lengua..."
"Sin embargo gané popularidad
por hacerme en todo del gracioso
y por ponerle apodos a la gente..."
Increíble:
el gran poeta fracasando en algo
que le daría luego grande fama...,
es decir, en la literatura con el ritmo escueto,
y en renovar el sesgo de la lengua...
TARDE
(Noviembre de 1919)
"Tarde lluviosa en gris cansado.."
F. García Lorca
La tarde gris lluviosa
con árboles marchitos
y el cuarto solitario.
La tarde que al poeta
lo atrapa la tristeza,
en medio de retratos
ya viejos y arrugados
y un "libro sin cortar".
Chorrea la tristeza
por cosas de su alma,
y duélele la carne
del mismo corazón.
Y flotan las palabras
igual que algunos corchos
en aguas de cristal...
Está el poeta triste,
está el poeta azul
con algo que le viene
de aquella tarde gris.
IMAGEN DE FEDERICO
(A los veintiún años)
"Color de oliva profundo" (Ángel del Rió)
"Frente ancha y larga" (Rafael Alberti)
"Ojos profundos y brillantes" (Mora Guarnido)
Cuando llegó a Madrid, apenas con veintiuno,
el rostro de Federico era en un todo moreno, c
olor de oliva profundo;
torso y cuello poderosos,
ojos de color variable,
entre negro y pardo, a veces,
y unos pómulos muy firmes,
según versión de Del Río.
Piel morena, sí,
tirando a verde aceituna;
frente ancha y larga,
sobre la que temblaba a veces
un mechón de oscuro pelo,
como Alberti refería.
Y Mora Guarnido en tanto
mencionaba que tenía
rostro moreno, espesas cejas,
ojos brillantes y profundos
y un lunar sobre su labio
-sello de herencia materna-
y la sonrisa impregnada de imborrable
simpatía.
Y Cernuda reafirmaba:
"cara redonda y oscura,
como pintaba Murillo,
en sus cuadros costumbristas,
lunares y pelo negro".
Y Juan Ramón sintetiza,
como el poeta acostumbra,
viéndolo de cinco razas:
"cobre, aceituno, blanco,
amarillo como negro,
como la sortija usada
para el rayo peligroso,
hecha de cinco metales..."
FEDERICO, FALLA Y EL TEATRO
(1923)
La fiesta del Cante Jondo
fue de un éxito completo.
Se habló de ella en Granada
y en toda Andalucía.
Lo escrito fue del poeta
y la música de falla.
Por eso en su gratitud
dijo el poeta del músico:
"Un gran artista el maestro,
un santo, caro ejemplar..."
Y luego nació el teatro
de Cristobita -un guiñol-
creación de ambos artistas.
En el programa ideado:
el entremés de Cervantes,
los dos habladores... juntos
con música de Stravinsky;
un viejo cuento andaluz
con tres estampas y un cromo.
La niña que riega albahaca
y el príncipe preguntón,
adaptado...
al buen Teatro andaluz
de música y cachiporra...
Finalmente el Misterio
de los Tres Reyes de Oriente...
con cántigas medievales
y música del gran Falla.
Fue una cosa feliz
para un centenar de niños.
¡Qué mago este Federico,
qué hombre de gran provecho!
LECTURA DE MARIANA PINEDA EN CASA DE DALÍ
(1925)
Por vez primera el poeta
en la casa de Dalí
familiar de Cadaqués,
lee su drama genial:
"Mariana Pineda" y luego
causa esta sensación,
que la hermana del pintor
lo relata es cierto así:
"Al terminar aquel drama
nos quedamos conmovidos...
Mi padre gritaba eufórico
que Lorca era el poeta
más grande de nuestro siglo.
Yo tenía los ojos
llenos de lágrimas vivas.
Y Salvador nos miraba
como enorgullecido,
como queriendo decirnos:
"¡Eh? ¿Qué os creíais?
en elogio del poeta".
Y luego escribe el poeta
a la hermana del pintor
tras aquella noche amena:
"Pienso en Cadaqués.
Me parece un paisaje eterno
y actual..."
JUNIO, JULIO Y AGOSTO DE 1926
En junio regresa el vate
a su campo granadino,
a la Huerta que él amaba.
En julio le escribe a Jorge
Guillén que era su amigo:
"Estoy en el campo y vivo.
Y bebo agua de pozo
y como tantas manzanas
las agrias como las dulces".
En agosto de ese año,
a Lanjarón se traslada
a proseguir sus escritos
del Romancero Gitano.
A Guillén de nuevo escribe:
"Estoy en Sierra Nevada
y bajo todas las tardes
al mar" que admira el poeta.
"Qué mar prodigioso, dice,
es el Mediterráneo...
del Sur, Sur, Sur, Sur
(¡cuánto admiro esta palabra!)"
"Ahora comprendo en todo
por qué Granada suspira
por este mar de la vida..."
acaba diciendo el vate.
FEDERICO A LOS 28 AÑOS
Con su trabajo creador
feliz se siente el poeta.
Tiene veintiocho años
al terminar su carrera
de Derecho que ha seguido.
Se sabe poeta entero
y nada más que poeta.
Quiere vivir a su gusto,
en buen olor de poesía.
Y eso le basta en todo.
Ni piensa en su porvenir.
En tanto,
como es lógico esperar,
su familia como el padre
piensan que ser un poeta
no es "remunerador".
Quieren que cambie ese rumbo
y se transforme el poeta
en un "hombre de provecho".
Esta espina familiar
le punza en el mismo pecho.
Y ante el obstáculo alzado
hace que exclame el poeta:
"Yo no como ni bebo...
ni entiendo más que en poesía..."
Y luego agrega el poeta:
"Por vez primera mis padres
se oponen a que escriba versos..."
Y el poeta dolorido
piensa en partir de España,
de su Granada florida,
llena de tenues jazmines
y de líricos dolores.
CARTAS
(1927)
Animaba sus cartas con trazos y dibujos:
con copas y con atril,
con clarinete y fuentes,
con ramas y limones,
con una gota de agua,
con un pájaro azul.
Es que en su fantasía todo le era poco,
y entonces enriquecía su trozo de papel:
con un claro de luna,
con dos manos cortadas,
con un rostro con flechas,
con un gran corazón.
Era el gran Federico
un caso de cristal,
una mano trazando
figuras a granel.
Era un poeta inmenso,
pues pedía al piano,
al verso generoso
y al lápiz de papel,
un mundo más completo,
un mundo sin igual.
CON FEDERICO CONVERSO
“Sabed que yo no soy sino el poeta”
Carlos Augusto León
CON FEDERICO CONVERSO
Con Federico iniciamos
una charla sin pausa en el reloj:
sobre su poesía generosa,
sobre su vida un trino inagotable.
Hablamos del caracol pacífico y ufano,
de Córdoba y Sevilla,
de la tarde y el niño,
de la cigarra y de la saeta,
de Antoñito Camborio y de Juan Breva,
del lagarto bien tordo y el jinete,
del torero caído en plena tarde
-a las cinco en punto de la tarde-
de tantas y tantas cosas memorables...
Del verde y del temblor de las estrellas,
de las cosas valiosas de su pluma,
del guiñol,
de su teatro azul y delicado.
De todo lo esencial de su gran pluma.
A continuación...
sabréis de lo que hablamos.
Nota: Los versos entrecomillados consignados en el conjunto de poemas "Con Federico converso", son citas textuales extraídas de escritos de F. García Lorca. Los demás constituyen recreaciones libres del exponente.
En este apartado no he querido sino recordar algunos poemas de Federico García Lorca que me impresionaron, en versiones no diferentes de sus originales. En cuanto a la "Casada infiel" -celeberrísimo poema, considerada entre las 100 mejores poesías del habla española-, creo no haber incurrido en profanación alguna. Al contrario, con humor lúdico y lorquiano, dado el tiempo transcurrido, la inevitable ancianidad de la moza, le he dado el imaginable sentido que tendría que tener a estas horas. El mismo García Lorca sostuvo alguna vez: "El disparate, si está vivo, es verdad". Con "Y Federico recibe una denuncia del Paraguay", he querido mencionar que, si bien no tenemos gitanos, sí campesinos que viven en parecida situación. Y que reciben más que bofetadas...
EL CARACOL Y LA HORMIGA
"Y el caracol, pacífico burgués de la vereda".
F. García Lorca
El caracol sencillo, burgués y aventurero,
ya va por el paisaje buscando el buen camino
que lo lleve a su casa, ubicada en el bosque.
Es que el bosque sombrío le aterraba en el alma.
Quiere gritar y no puede, pues dos ranas le enfrentan.
Una rana que es ciega cree que es mariposa.
En tanto la vidente, aclara a la que es ciega:
tiene dos cuernecitos.
Pronto la que no ve, al caracol pregunta:
¿Cantas? - No canto.
¿Rezas? - Tampoco.
¿Crees en la vida eterna? - ¿Qué es eso?
responde el caracol dudando a todas luces.
Y luego el caracol prosigue su camino.
Y en la alameda hermosa de silencio ondulado
se encuentra con un grupo de hormigas escarnadas,
que llevan tres de ellas a una que está herida.
¿Por qué así maltratáis a vuestra compañera?
le increpa el caracol a todas las hormigas.
Es que la medio muerta había visto estrellas
que las hormigas inquietas las tomaban por burla.
- Nosotros no las vemos, comentan las hormigas.
En tanto el caracol revela entristecido:
"- Mi vista sólo alcanza a las hierbas..." del campo.
Por haragana y torpe, y soñadora y mustia
las hormigas inquietas quieren darle la muerte
a la que está herida...
Y tercamente ésta repite a cada rato:
"Yo he visto las estrellas..."
Y el caracol sentencia a favor de la herida:
"Dejadle que se vaya.
Es fácil que se muera ya pronto por rendida".
En tanto la hormiguita que agoniza en la tarde
y que huele la densa soledad de lo umbrío,
insiste nuevamente:
"Es que viene a llevarme una estrella por siempre".
El caracol suspira y se aleja confuso.
El caso de la hormiga herida y soñadora
es el caso sabido del poeta en su entorno.
Nadie cree que pueda ver lo inmenso del mundo,
las cosas más lejanas con los ojos divinos...
Y una cosa concreta por si acaso lo olviden:
Federico en la vida ha emulado a la hormiga...
y vio miles de estrellas que ninguno ha notado,
y además que su canto ha mentado el camino
que el caracol famoso lo buscaba afanoso...
EL CUENTO DE LA RANA
"Le contaré el cuento de la rana que
tocaba el piano y cantaba cuando le
daban pasteles".
F. García Lorca
El gallo tiene un sombrero
muy grande para la lluvia.
En tanto canta la rana
cuando le daban pasteles
y tocaba algún piano.
Una rana verde-oscura
sobre el tapiz de la grama.
Una rana cantarina
que canta canciones viejas.
Las que decía el arroyo,
entre el temblor de las ramas;
las que decía el arado,
arando la vega escueta.
...La rana se entusiasmaba
cuando comía pasteles,
y cantaba y más cantaba
mientras tocaba el piano.
Era una rana entusiasta,
era una rana no vieja,
que cantaba y mas cantaba,
como lo hace el poeta
a la niñez de la patria.
Era de Lorca la rana,
era de García el canto.
Era de España el sonido.
Era el canto de la patria.
TEMBLOR DE ESTRELLAS
"Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas".
F. García Lorca
El vago temblor de estrellas
le va dando un sustento
a las rosas de las penas.
Son las penas que han nevado
sobre el alma que ha sentido
"copos de besos y escenas".
El alma queda en las garras
de los años con sudarios.
¿"Se deshelará la nieve"
cuando la muerte se acerque?
¿Habrán otras nieves claras
y otras rosas más perfectas?
¿Y si el amor ya no tenga
sustentos iluminados
por cosas de la esperanza,
qué antorcha iluminará
los caminos de la vida?
¿Y si los poetas olvidan
estos aires de la vida,
quién traerá la esperanza,
quién el alma de las piedras?
Hay un vago temblor de estrellas
entre las rosas heridas,
las blancas como las penas...
CIGARRA
"¡Cigarra!
¡Dichosa tú!"
F. García Lorca
Tú que te pasas contando,
muchos secretos de vida,
y que cuentas muchos cuentos
como aquel cuento del hada,
vieja por amar los grillos.
"¡Cigarra!
"¡Dichosa tú!
porque mueres defendiendo
tu corazón todo azul,
y que "sientes en la agonía
todo el peso del azul".
¡Cigarra!
"vieja amiga de las ranas"
y que te hiere con fuerza
el sol que es sol del Estío,
y que se lleva tu alma
para hacerla una luz...
entre "rayos tremolinos".
Que el poeta Federico
tenga en los campos divinos
un corazón de cigarra,
en un "sepulcro de oro"
entre rayos encendidos...
LA GUITARRA
"Empieza el llanto
de la guitarra".
F. García Lorca
(Poema del cante jondo)
Llora monótona y triste,
llora por cosas lejanas.
Llora en la madrugada.
Toca la Arena del Sur
"que pide camelias blancas".
"Es imposible callarla".
Llora como llora el agua,
como lo hace el gran viento
sobre campo nevado.
Es como un gran corazón.
Un corazón malherido,
por varias espadas locas,
cinco, nos dice, el poeta.
EL SILENCIO
"Oye, hijo mío, el silencio".
(Poema del cante fondo)
I
Es un silencio muy denso.
Es un silencio nevado.
"Oye, hijo mío, el silencio".
II
Aquí, en mi patria, el silencio
tiene un largo mandamiento.
Tiene un reloj que es eterno.
Un vuelo desesperado
cual un vuelo de agonía.
Tiene el ala de los siglos
y la edad del universo.
Oye, el silencio dormido.
Oye, el aire de la patria.
III
Si Federico estuviera
aquí como a nuestro lado
diría seguramente
con un cálculo certero:
"Aquí el silencio es algo
material cual la existencia-".
PUEBLO
"Oh, pueblo perdido... "
F. García Lorca
(Poema de cante jondo)
El monte.
El calvario.
Olivos.
Callejas.
"Hombres embozados".
Torres con veletas,
que giran y giran,
eternas y firmes.
"Oh, pueblo perdido"
de la Andalucía
que llora y que gime.
SORPRESA
"Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho"
F. García Lorca
(Poema del cante jondo)
De madrugada.
Tras puñalada certera
quedó aquel muerto en la calle,
ignorándose quién era.
Madre
"¡Cómo temblaba el farol!"
¡Cómo arrojaba su luz!
El muerto quedó en la calle.
Con el puñal en el pecho
e ignorándose quién era.
SEVILLA Y CÓRDOBA
"Sevilla para herir.
Córdoba para morir".
F. García Lorca
(Poema de cante jondo)
Sobre el llano de la casa
y el disparo muy constante
de la saeta del río.
"Sevilla para herir".
Una ciudad con sus ritmos
que parecen laberintos,
y tallos de parra verde.
"Sevilla para herir".
Y Córdoba soberbia
con bellos edificios,
con patios medievales
y grandes surtidores.
"Córdoba para morir".
SAETA
"Cristo moreno..."
F. García Lorca
(Poema de la saeta)
Cristo moreno
va de Judea
con lirio y lirio
a España cierta,
la del clavel.
"¡Miradlo por dónde viene!"
Oscuro cielo,
"tierra tostada"
y cauces donde
corren las aguas
con lento andar.
Cristo moreno,
con sus guedejas ya chamuscadas,
pómulos huidizos,
y las pupilas
casi marfil.
"¡Miradlo por dónde va!"
BALCÓN
"La Lola
canta saetas".
F. García Lorca
(Poema de la saeta)
La Lola canta,
canta saetas.
"La Lola aquella
que se miraba
tanto en la alberca".
Los toreritos
que están muy cerca
la miran como
absortos, mudos.
El barberillo
sigue que sigue
los ritmos todos
de la saeta
con la cabeza.
"La Lola canta,
canta saetas".
El agua en tanto
tiembla en la alberca.
JUAN BREVA
"Juan Breva tenía
cuerpo de gigante
y voz de niña".
F. García Lorca
(Viñetas flamencas)
Ese Juan Breva era un gigante
con voz de niña.
Su trino era hermoso y triste.
Mientras cantaba alguna pena
él sonreía.
Y entre sus cantos él evocaba
los limonares de la dormida
Málaga austera.
A veces el llanto que le salía
tenía dejos de sal marina.
Era un Homero que bien cantaba
no obstante ciego.
Su voz tenía algo de mar
sin luz del agua
y de naranja seca, exprimida.
ENTERRADME CON MI GUITARRA
"Cuando yo me muera
enterradme con mi guitarra..."
F. García Lorca
(Tres ciudades)
Enterradme, mis amigos,
con mi guitarra impaciente
bajo la arena existente,
cuando me muera o me duerma.
Cuando me muera enterradme
entre el rumor de naranjos
y sencillas hierbabuenas.
Cuando me muera o acabe
clavadme en una veleta,
para girar y girar
conforme pasen los vientos.
Cuando ya me muera así,
ponedme bajo la arena
o entre verdes de naranjos
o clavado en la veleta.
¡Cumplid con lo que les pido!
ITINERARIO POÉTICO
"Cantando ha de cogerme el hoyo blando,
tendida el alma, vuelta la cabeza,
hacia las hermosuras más hermosas".
Miguel Hernández
NACIÓ
Nació de la matriz de España clara,
de su arena de guerra y de victorias;
fue fruto de una encina poderosa,
agua de sus montañas elevadas.
Trajo el rumor de todos los caminos,
trajo de Iberia misma sus canciones,
trajo de las aldeas las pasiones.
Pulsó con su fervor agitanado
la gran guitarra eterna de la vida,
y dio al valor de España sus colores.
Poeta de virtudes casi iguales,
vertió en sus ríos aguas de sus penas,
diálogos con aires infantiles,
contiendas populares que no cesan.
Un Cid, que eternamente anda o viene
con una espada firme de poesía,
que gesta historia y otorga resplandores.
DIJERON QUE ERA UN NIÑO
"A Federico se le ha
comparado con un niño".
Vicente Aleixandre
Dijeron sus amigos y compañeros,
que fueron a su lado sus amigos,
que fueron a su vera compañeros,
que el gran poeta en todo era un buen niño.
Soñó con el valor que tiene el niño,
ideó con rumores aniñados,
el valor y el rumor de su poesía.
Fue Federico, fue un niño grande,
que de tanto valor valiendo el hombre
vertió en su poesía,
el fuego elemental que otorga el mundo
al ser que se mantiene o se sostiene
en la enorme pureza de la infancia,
en la que el sueño es todo o casi todo,
como la savia es todo para el árbol.
Y bien: ¡un niño universal fue Federico!
EL DUENDE
Fue suyo el duende esquivo de la vida,
el buen inspirador que piensa y piensa,
que indica que el verdor es como el verso,
que baja por la pluma cual un rayo
e instila en el espíritu el gorjeo.
Su duende fue un buen niño que pedía
casos de ensueños, casos infinitos
de vidas que al vibrar gesta el romance
popular, de la España generosa.
Llevó en el corazón muchos colores:
azules de montañas,
rojos de caballeros bien nacidos,
blancos como de claustros monacales,
y verde con verdor de primavera,
de Duende con color de la maleza,
de España entera, que es color de España.
EL ÁNGEL
"...suprema gracia del poeta...
el ángel..."
Jorge Guillén
Un ángel andaluz tiene el poeta.
Un universo azul como absoluto.
La palabra en esencias pretendidas.
Multiplicóse en él cara alegría,
la gratuita gracia de lo bueno
y la jocunda esencia de lo ameno.
La musa angelical de Federico
tiene alegría, tiene exactitudes
de popular canción como andaluza,
transparencia increíble y caprichosa
de universal rigor con su reverso.
VERDE
El verde agitanado y peregrino,
que va de mar a mar,
de puerta a puerta,
de calor a color,
de vida a vida,
de silbido a silbido,
a silbo sin destino.
El verde universal,
el verde esquivo,
el verde Federico de lo bueno:
con efluvio sonámbulo y divino,
el Federico que acabó en romero,
que anuncia con rigor lo inesperado:
"El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña".
EL ACENTO LORQUIANO
Es de un sonido ágil el acento lorquiano,
con un caballo verde y un caldero gitano;
con un barco en la cumbre cubierta de pinares,
de hielo eterno como un nardo congelado,
de pañuelos, limones y cardo en el camino.
De Camborios con vara y guardias diligentes
en dar varazos firmes a un simple vagabundo,
que va para los toros tras dormir bajo un olmo.
Y es la voz de triunfo de un niño fantasioso,
que ve guitarras sucias comidas por verdines
en medio de un enorme aluvión de gitanos
y olores de verbenas y lunas como espejos.
RAFAEL LO RECUERDA
¡Qué noche inolvidable, dijo Alberti,
la del primer encuentro acontecido!
Había magia, duende, un algo irresistible.
¿Cómo olvidar después de haberlo visto
o escuchado?
Era un ser fascinante Federico:
cantando solo o al piano,
recitando, haciendo bromas,
o simplemente urdiendo tonterías...
FEDERICO VISTO POR DALÍ
"Tu fantasía llega donde llegan tus manos..."
F. García Lorca
(La vida secreta de Dalí)
"Un fenómeno poético
en su integridad completa..."
"Alguien de carne y hueso,
confuso...y rojo-sangre,
viscoso y sublime en todo,
tremulante con mil fuegos,
la oscuridad subterránea,
como toda materia firme
con la originalidad en la forma..."
Y sólo acepta su cosmo
poético el gran Dalí,
al afirmar a su manera:
"si tuviera su contorno
algo para trasegar
hacia el estómago y bien..."
EL FEDERICO VISTO POR NERUDA
(1931)
"Qué poeta!"
dijo de él ya Neruda,
luego de verlo en España.
Y luego siguió diciendo:
"La gracia y el genio juntos,
el corazón con las alas,
y la risa cristalina..."
"Nunca vi hasta el momento
a un ser...
con tanta magia en las manos".
"Nunca tuve un hermano
más alegre, que este español
increíble..."
Y luego dijo el chileno
sintetizando lo dicho:
"Era un relámpago físico,
una energía incesante,
una alegría completa,
un resplandor...
¡la ternura sobrehumana!
Su persona: era mágica y morena".
ERA LA ESPAÑA GLORIOSA
Entre zumbido y zumbido resultaba natural
que en la España del gemido y del canto nacional,
se movieran por sus calles Santiago Ramón Cajal,
Juan Ramón con su Platero y Juan Gris con su pincel;
Pérez de Ayala pensando o cavilando tal vez,
y los dos Ramones grandes: Pidal como Valle Inclán,
y el otro Ramón viviente: de la Serna sin igual;
Miguel de Unamuno, denso; Miguel, poeta y pastor,
Moreno Villa elegíaco, Dalí de temblor y añil;
Antonio Machado andando como el gran Guadalquivir,
y todos los otros vates del 27, en abril:
Alberti con su maroma y con su canto y su mar,
y los demás conocidos, que conocidos muy bien.
Y Marañón como Ortega, y ya Picasso en París,
Azorín de prosa clara, Baroja con bisturí...
Y luego García Lorca con su romance, en su tren
de agitanada manera, de gitano nacional...
Era la España gloriosa, de zumbido natural:
España con sus troveros, Iberia con su pincel,
verso a verso, prosa a prosa,
brocha a brocha, cal a cal,
construyendo la gran casa de la España universal.
Era la hora de España, de la España maternal.
GENERACIÓN DEL 27
Cantaban como canta la España con sus penas,
cantaban como antiguos guerreros de fortunas:
canciones con esencias de claras concepciones,
España que era en todo: qué lluvia y excepciones.
Ardientemente urdían los versos de la vida,
el trueno y el relámpago en casos de tormentas,
la Iberia que recoge su antigua voz de lumbre,
la estrella de la idea, la esencia de la rabia.
Estaban allí todos con música en las venas:
Salinas con sus voces, debidas a la patria;
Gerardo Diego fino, Dámaso de la ira,
Aleixandre correcto, Guillén súper sintético,
Bergamin sutilísimo, Alberti el marinero;
Manolo Altolaguirre, delfín de las imprentas,
Prado, el cazador de nubes, según Lorca.
Y luego ya Cernuda, de vuelo meditado,
García Lorca haciendo de Góngora su trino,
y Hernández ya saliendo con sueños de Orihuela.
(Quizás haya olvidado a algunos sin quererlo)
Aquellos grandes hombres no fueron más que España,
la España que compite por siempre con la espuma,
histórica que mana de asombros y de cumbres;
que asombra y se apasiona por cosas de su trino,
que vuela como alondra, que vive ardientemente,
cual patria cuyo empuje es toro: ¡paro y nombro!
CUANDO ERA PRIMAVERA
"Cuando era primavera en España".
Emilio Prados
Cuando era primavera
y el reloj de la vida se ufanaba
de tener los colores de la dicha,
y de verter la anémona y el lirio
en torrentes de vivas mariposas,
y se aromaba el día con olores
universales como capitales,
España convivía con las flores,
sentía el resplandor de las guitarras,
vibraba como vibra el toro oscuro
sobre la arena y contra las espadas.
Cuando era primavera,
crecían los rumores de la sangre,
crecía la canción entre las venas,
el agua era más agua,
en cada hilo oscuro,
en cada río grande y generoso,
y los pinares plenos baladores...
Cuando era primavera
la voz de los poetas germinaba
y Federico todo se elevaba
con su ajustado verso verde-oscuro
sobre los pueblos casi monasterios,
donde limita el musgo con el débil
corazón de la España silenciosa.
Cuando era primavera
y el verdor de la vida perduraba
y la gran guerra aún no disponía
de las vidas en conjunto o en unidades,
la tierra era asidero de la dicha,
y España era aún muy amplios olivares,
viñas y viñas, cálidos trigales,
los poetas cantaban
coloreando el aire de los días...
Y el caso Federico en el pandero...
MARIANA PINEDA
Ya Mariana Pineda extendió su bandera,
penetró con su idea los paisajes de España,
ofició de madrina de entusiastas soldados,
le dio agua al jinete y al corcel de la aurora,
despertó a los dormidos, consoló a los caídos.
Su gran vida ha brotado como trigo animado
para el pan de los pobres, para plato del día.
Ya su muerte ha pasado.
Se cumplió su deseo expresado en su hora:
"¡Libertad!" Porque nunca se apague tu alta lumbre,
me ofrezco toda entera".
Hoy España es un vasto continente de llamas.
El fervor de Mariana es antorcha en el día.
NO AL ARTE COMO EMBUSTE
No al arte como embuste.
No al paraíso azul como cerrado.
No a los jardines para unos pocos.
Por eso Lorca acude al cante jondo.
Por eso hurga y hurga en tradiciones,
busca cantos orales como escritos.
Escucha la palabra en los caminos.
Va buscando memorias preteridas.
Lo dice el mismo acerca de este tema:
el arte embuste es algo putrefacto,
arte que es expresión de decadencia.
Y luego ya cerrando el tema dice
sobre el signo verbal de la poesía:
"Poesía es una palabra a tiempo".
ÍNDICE
La impronta de los días
Casa natal
Su infancia
Hurta el pan para gitanos
Federico a los diez años
El precoz teatrista
Paradójico
Tarde
Imagen de Federico
Federico, Falla y el teatro
Lectura de Mariana Pineda en casa de Dalí
Junio, julio y agosto de 1926
Federico a los 28 años
Cartas
Federico en Nueva York
En Cuba
Carta a Miguel Hernández
Federico y Juana de Ibarbourou
Anécdota singular de Federico
El cruel vaticinio
Se está dando la orden de su muerte
No sirvió el vaticinio
El final
Con Federico converso
Con Federico converso
El caracol y la hormiga
El cuento de la rana
Temblor de estrellas
Cigarra
La guitarra
El silencio
Pueblo
Sorpresa
Sevilla y Córdoba
Saeta
Balcón
Juan Breva
Enterradme con mi guitarra
Denuncia del gitano apaleado
Y Federico recibe una denuncia del Paraguay
El canto quiere ser luz
El lagarto está llorando
Canción del jinete
Juan Ramón Jiménez
A Irene García
Niño, deja que afine su canto
El niño
Rosita, Cristobita, Cocoliche y Currito
Ya es la casada fiel
Historia de Antoñito el Camborio
Poeta en Nueva York
Harlem
La multitud vomita
Madrugada en Nueva York
Llanto como a las cinco de la tarde
Itinerario poético
Nació
Dijeron que era un niño
El duende
El ángel
Verde
El acento lorquiano
Rafael lo recuerda
Federico visto por Dalí
El Federico visto por Neruda
Era la España gloriosa
Generación del 27
Cuando era primavera
Mariana Pineda
No al arte como embuste
Federico en Harlem
Español como pocos
Unamuno
Partidario de los pobres
Lo vio sentado frente al mar
Protesto, protesto, protesto
No me preocupa morir
Sonetos del amor oscuro
Político no seré
De juventud eterna
Hay Federicos
El crimen fue en Granada
Lo recuerda Neruda
Dos poetas diferentes
Lo vio Raúl
Uso de la voz de Córdoba Iturburu
Lo vio así Conrado Nalé Roxlo
Hablan de su tragedia los poetas
Se explican tantas cosas
Tres grandes poetas muertos


MERECE EL CABALLO VERDE
Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ
ARANDURÃ EDITORIAL
Texto de AUGUSTO CASOLA
Nos informa el autor que Caballo verde para la poesía:
"Era una revista española de poetas de la generación del 27 que aspiraba a que el sentimiento poético tomase un cauce libre, con sueños, vigilias, idilios, dudas, afirmaciones, melancolías, libre del frenesí libresco... Nadie mejor jinete para tal caballo que Federico García Lorca".
Y a él se dedica Luis María Martínez a través de las tres partes en que divide el volumen: La impronta de los días, Con Federico converso y por último Itinerario poético.
A veces me suelo preguntar: ¿por qué uno escribe? De dónde proviene esa exigente necesidad de tomar pluma y papel para garabatear letras, para formar frases a través de las cuales se pretende ¿qué? ¿Transmitir ideas? ¿Emocionar con las emociones que en un determinado momento de nuestra vida conmueve, tensa y hace vibrar las fibras más íntimas del alma? Por lo general, ante la cuestión planteada se abren nuevas interrogantes que al parecer acompañan el quehacer de los creadores de diversas épocas.
Citamos Protesto, protesto, protesto (117), como respaldo a la exposición precedente:
"A veces, cuando yo veo
Lo que está pasando en el mundo
Yo me pregunto anhelante:
¿Para qué escribo?
"Hay que trabajar y trabajar
Y ayudar al que merece.
¡Trabajar aunque parezca algo inútil!
¡Trabajar corno forma de protesta!
Porque el impulso de uno,
En un mundo de injusticias
Y de enormes miserias
Sería decir: "¡Protesto!, ¡protesto!, ¡protesto!".
Enseñar, testimoniar, dejar constancia de nuestro paso por este mundo o, simplemente, permitir al artista liberar a esas criaturas que tan bien describió Gustavo Adolfo Becquer en la Introducción Sinfónica de sus Rimas (6), diciendo: El insomnio y la fantasía siguen y siguen procreando en monstruoso maridaje. [...], pugnan por dilatar su fantástica existencia, disputándose los átomos de la memoria, como el escaso jugo de una tierra estéril.
Sea cual fuere la respuesta, si es que existe alguna, allí está ese océano de letras que moja una de sus playas en el origen del hombre y la otra en su final, cuando ya no resten sino esos seres torpes que describe France en El Jardín de Epicuro (16):
Cuando el sol se extinga -lo cual es inevitable- hará tiempo que los hombres no existan. Los últimos serán tan estúpidos como los primeros. Habrán olvidado todas las artes y todas las ciencias. Se tenderán miserablemente en las cavernas, al borde de los glaciares [...]. Estos últimos hombres, desesperados sin conocer la desesperación, no sabrán nada de nosotros, nada de nuestro genio, nada de nuestro amor, y, no obstante, serán nuestros hijos, la sangre de nuestra sangre.
Pese a tener conciencia del fatuo y vano esfuerzo, no podemos dejar de escribir acerca del tema único del arte: el propio artista, ya que si se analiza bien, el arte es creación unívoca y se refiere única y exclusivamente al creador, a él y sus vivencias, a él y los fantasmas que lo acosan porque les deje ver la luz, a él y los acontecimientos que consideramos importantes por afectar a nuestra persona, como ocurre en Merece el caballo verde, en que un poeta busca penetrar la obra de otro, para de este modo satisfacer la necesidad que lo embarga por manifestarse a sí mismo, como nos dice en Tarde (15): La tarde gris lluviosa / con árboles marchitos / y el cuarto solitario. / La tarde que al poeta / lo atrapa la tristeza. / [...] Chorrea la tristeza /por cosas de su alma / y duélele la carne / del mismo corazón.
Es que no interesan ni el tema ni la razón de ser del acto literario, pues al igual que en las demás artes, no hace sino vincular el solitario interior del creador con el solitario exterior de una realidad cada vez más urgente por devorar y olvidar al instante lo que fue el centro de su atención. Esa realidad que es futuro o es pasado, nunca presente, porque el presente, sinónimo de inmovilidad, sencillamente, no existe.
El creador es el único ser capaz de aprisionar el tiempo, siempre en fuga, en la perennidad relativa de un libro, un cuadro, una melodía, una escultura o una película cinematográfica, que también cuenta con obras de arte.
SE ESTÁ DANDO LA ORDEN DE SU MUERTE (38)
A las diez de la noche
de agosto dieciocho
con plena aprobación
de la nacionalista autoridad suprema
de la Andalucía avasallada,
se dio la orden de matar a Lorca.
El comandante Valdés
consultó por radio
al desalmado general Queipo del Llano:
"-¿Qué hago con él?
- Está aquí hace dos días".
"Dale café, mucho café",
respondió a la consulta sin rodeos.
Lo que significaba:
¡quitárselo de en medio cuanto antes!
En la segunda parte del libro, se destacan numerosos poemas de belleza singular que impresionan por la profundidad de su exposición, todos ellos basados en originales de García Lorca, identificados en las breves estrofas que los preceden. Vaya como ejemplo de ello el comentario que aparece en El caracol y la hormiga (47): "Y el caracol, pacífico burgués de la vereda. Trata el poema de el caracol, sencillo burgués y aventurero,/ ya va por el paisaje buscando un buen camino [...], y en la alameda hermosa de silencio ondulado/ se encuentra con un grupo de hormigas escarnadas,/ que llevan tres de ellas a una que está herida./-¿Por qué así maltratáis a vuestra compañera? /le increpa el caracol a todas las hormigas. / Es que la medio muerta había visto estrellas [...] Nosotros no las vemos, comentan las hormigas.
No es posible pasar Con Federico converso sin reparar en el poema que se titula Ya es la casada fiel (78) donde el autor, con una ironía sarcástica, ofrece la condena del tiempo transcurrido, que no perdona a nadie y transforma las pasiones más violentas en cenizas, como en la mujer que Ya no le miente al marido/ ni espera mayores cosas, / y piensa que todo ha sido/ de lo pasado y vivido/ una ilusión: ¡la quimera!
Quizás sea una humorada, pero vale la pena aprovechar la oportunidad de reproducir en total los dos poemas que van en paralelo: La casada infiel (115), de Lorca, al que se refiere de Miguel diciendo (33):
Creo oportuno hacer una reflexión específica a propósito del romance, varias veces citado y particularmente conocido, de "La casada infiel". Lo considero, sin paliativos, una caída poética con relación al nivel del libro y, por lo mismo, una excepción dentro de la obra de este poeta de tan escasas concesiones. Y ello porque es romance de exterioridades lorquianas, realmente hermosas, pero romance sin elipsis, sin sugerencia, sin misterio; es decir, sin el espíritu del poeta. Al estar ahora analizando la estructura y ordenación del libro, me atrevo a llamar la atención sobre cómo arropa Lorca este débil poema (débil en fuerza significativa, entiéndase) flanqueándolo con dos romances bien distintos y hasta opuestos al superficial contenido del romance sexto.
A Lidia Cabrera y a su negrita
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
La casada infiel ha venido a ser en las recitaciones públicas el equivalente de lo que fue hace unos años La marcha triunfal rubendariana [...] (66).
Y el poema Ya es la casada fiel, dado que en él se aprecian dos cosas importantes: una, la manera con que el autor enfrenta al paso del tiempo que para él también es implacable y la sonrisa melancólica, que nos brota inevitable a quienes en más de una oportunidad escandalizamos a nuestras profesoras de literatura al lanzarnos a recitar el conocido poema de García Lorca y que ahora, actualizados en los octosílabos de Luis María Martínez, nos enfrenta sin ambages a la conciencia de que nosotros también nos encontramos en el recodo del camino donde Ya no están las zarzamoras,/ los juncos ni los espinos./Nadie se quita el vestido/ ni el cinturón con revólver". En fin, ¿por qué negarle al lector el placer de descubrir, una vez más, las intimidades de la anciana de hoy y que alguna vez fue La casada infiel?
Aquella bella mozuela
de hermoso pecho dormido
y de almidón en la enagua,
que sonaba en el oído
"como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos",
ya no está sobre la arena
de la playa con su encanto.
Ya no recuerda la noche
de árboles con sus luces
de plata semidormida,
y la pasión de los perros
de ladridos hacia el río.
Ya no están las zarzamoras,
los juncos ni los espinos.
Nadie se quita el vestido
ni el cinturón con revólver.
Ni la mozuela ya exhibe
su cutis de nardo fino.
Los muslos ya no se escapan
"como peces sorprendidos",
y la potra nacarada
ya no corre sin las bridas.
Ya la mozuela está anciana
y mustia para las cosas
del amor con sus galopes.
Hoy usa su costurero
para tejerse ilusiones.
Ya no consume sus fuerzas
en guerra sobrentendida,
ni sucia de besos parte
para su casa sabida
a mentirle a su marido.
Ahora es fiel la casada,
porque ya siendo una anciana
y su marido un marido
de estolidez en las ganas
ya no visita las playas
ni gime sobre la arena.
Ya no le miente al marido
ni espera mayores cosas,
y piensa que todo ha sido
de lo pasado y vivido
una ilusión: ¡la quimera!
Para cerrar el espacio dedicado a uno de los trabajos más interesantes realizados por el autor, que nos devuelve al mundo de otros días, trascribo este poema que titula Generación del 27 (104) y pertenece a la tercera parte del libro Itinerario poético. Dice:
Cantaban como canta la España con sus penas,
cantaban como antiguos guerreros de fortunas:
canciones con esencias de claras concepciones,
España que era en todo: qué lluvia y excepciones.
Ardientemente urdían los versos de la vida,
el trueno y el relámpago en casos de tormentas,
la Iberia que recoge su antigua voz de lumbre,
la estrella de la idea, la esencia de la rabia.
Estaban allí todos con música en las venas:
Salinas con sus voces, debidas a la patria;
Gerardo Diego fino, Dámaso de la ira,
Aleixandre correcto, Guillén súper sintético,
Bergamín sutilísimo, Alberti el marinero;
Manolo Altolaguirre, delfín de las imprentas,
Prado, el cazador de nubes, según Lorca.
Y luego ya Cernuda, de vuelo meditado,
García Lorca haciendo de Góngora su trino,
y Hernández ya saliendo con sueños de Orihuela.
(Quizás haya olvidado a algunos sin quererlo)
Aquellos grandes hombres no fueron más que España,
la España que compite por siempre con la espuma,
histórica que mana de asombros y de cumbres;
que asombra y se apasiona por cosas de su trino,
que vuela como alondra, que vive ardientemente,
cual patria cuyo empuje es toro: ¡paro y nombro!

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas).
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