Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),
Ediciones Intento, [1986].
PROEMIO
Una literatura asediada por múltiples dificultades es la nuestra. A las de fuera se unen las de dentro, por lo que nunca estará de más decir que nuestra literatura es hija sobresaliente del esfuerzo y del sacrificio de quienes la elaboran, con la constancia que exige una labor sisífica multiplicada por cifras abultadas.
Las producciones dispersas y escondidas en publicaciones de ligero tránsito por el cielo cultural de nuestra patria, nos dan la sensación de haberse estado sembrando no en la tierra que acrecienta y perenniza los brotos y semillas entregádales, sino en el puro viento inconsistente y sutil que todo lo dispersa y lo acaba. La no consolidación en libros de dichas producciones, cuya realización se halla condicionada preferentemente por factores de orden económico, hace que la visión panorámica de nuestro quehacer literario se presente desvaída o poco clara, como si el movimiento recomenzara una y mil veces, para ¡oh, terrible destino! Estuviésemos retornando una y otra vez a la estación de partida. El mecanismo de su conocimiento, se torna, claro está, complicado y asaz tortuoso, en razón de que no se la puede seguir por caminos accesibles y sencillos sin caer repentinamente en abismos que la silencian o en sinuosidades que la pierden.
Quien acomete dicha tarea no puede sino armarse de una paciencia inalterable y de un acerado afán de conocimiento, pagando el alto precio que siempre requiere la trascendente faena. La mies así recogida no puede ser demasiado buena, porque es el resultado de un campo mal abonado y peor sembrado, con el precario utillaje del que vive de prestado porque no ha pensando en abandonar su cíngara circunstancia. Y el desorden y la inconstancia han sido nuestras características principales; mejor dicho, los peores males que se han adueñado de nuestra incipiente literatura para minar aún más todo esbozo de consistencia física, que es ya como el sacrificio de toda su futura descendencia.
Desorden que es la prolongación de lo que se vive y se acrecienta en otros órdenes del país, como expresión de que no somos amigos de adquirir acciones para el futuro, sino para lo inmediato presente, con lo que se proclama una absoluta falta de fe en la trascendencia de lo que se madura y se hace. E inconstancia que deviene de ausencia de estímulos, de la debilidad de nuestros estamentos de cultura, como así mismo de la subversión existente en el aquilatamiento de nuestros valores.
Y bien dejemos que hable nuestra poesía, también herida y asediada por el ardoroso silencio, que mucho significa, porque el silencio siéndolo tan sólo, es elocuente y poderoso. Por ello nuestra poesía tiene una tonalidad y características muy especiales, que la torna un tanto diferente de las demás. La tierra y las motivaciones derivadas de la misma, la libertad y su exasperado clamor, son de especial cariño para nuestros poetas como no lo son para poetas de otros países...
La misma literatura paraguaya es una literatura joven. En discontinuos raudos, desde poco antes de 1940, ha venido buscando la expresión intergiversable de su pueblo y de sus hombres, los que en forcejeos dramáticos pretendieron casi siempre prender la lámpara votiva de sus simples o perínclitos alumbramientos de vida. Pueblo signado por crueles angustias, por cruces y maderos donde planearon la muerte con fructífero empeño, con un ayer y un hoy de oscuro monasterio, maniatado y cautivo, donde la noche puso su más vivo paréntesis, su luto y su resuello, su aquelarre de bárbaros que le rasgan la vida. Así su historia, así sus hombres, que se sienten dramáticamente estériles y agotados por el aire penitencial y obnubilante que les rodean. Con Hérib Campos Cervera (1908-1953) la poesía paraguaya entra cual flamear de banderas o angustias reprimida en los ámbitos peculiares, bifrontes y metafóricos, de la poesía actual, con su raigal y telúrico embeleso, es decir, con su
«puñado de tierra
para arrimar a su encendido número
todo el frío que viene del tiempo de morir». (H. C. C.)
Desde entonces la poesía paraguaya ha proseguido su sinuoso camino, en el afán de expresar el ser y el no ser de sus hombres, vaciándolos en los moldes emotivos y sugerentes del lenguaje poético. Mas, de los que quiero referirme ahora es de la joven poesía paraguaya, y en ese sentido, la de sus representantes que cuentan a la fecha con menos de treinta años, para no desbordar el perímetro de la presente nota con posible pérdida de enfoque.
Adelantado por su edad es, sin lugar a dudas, Roque Vallejos (1943), quien ya diera a conocer en 1961 su pequeño poemario Pulso de sombra, y posteriormente, otra colección de mayor volumen: Los arcángeles ebrios (1963). Poeta de delicado acento, que canta a la soledad y a la muerte, a los laberintos de la nada y de las sombras, es Vallejos, expresión de esa juventud que se siente aprisionada e inhibida por las diversas interdicciones que reinan en el ambiente, sin que vea la posibilidad de una salida o de su inmediata liberación para un destino mejor. Así afirma: «Y sólo tengo como mío, el fondo del propio abismo que nos crece adentro».
J. A. Rauskin (1941), con dos obras éditas Oda (1964) y Linceo (1965), es poeta surrealista, de inclinas latino-helénicas, de lenguaje oscuro y difícil, de una insatisfacción que lo lleva hasta las fronteras de la angustia y la nada.
Juan Andrés Cardozo (1942) ha dado a conocer en 1960 De pie frente al dolor, donde su clamor y su angustia se vierten hacia rutas de solidaridad no bien establecidas por falta de claridad conceptual, para dirigir, sus empeñosos mensajes a los hombres de su tierra con todas sus implicancias.
René Dávalos (1945-1968), era quizás una de las más firmes promesas entre los jóvenes poetas del Paraguay, desaparecido prematuramente a raíz de un desgraciado accidente automovilístico, su llorado sepelio sirvió para demostrar cuánta ansiedad de cambios en los destinos nacionales y en la libertad, reina entre la joven intelectualidad del país. Su obra Buscar la realidad (1966), nos ofrece el grito aprisionado de un poeta que inquiere justamente por realidades más límpidas y humanas. Tal lo que se desprende de algunos de sus escritos, como del poema Joven poeta:
«Era hermoso pensar en tu dulce madurez de hombre hecha verdad en tu infinito silencio, pensar en tu radiante juventud que asida a sus destellos, subiera por sus ramas desbordando las flores hasta que fuere imposible seguir imaginando sus destinos».
Dávalos, a su vez, dejó a su muerte una apreciable cantidad de limitados estudios críticos sobre obras de escritores extranjeros, y su concepción ideológica al calor de las duras realidades en las que se desenvuelven su pueblo y sus hombres, en los últimos meses de su vida, fue madurando hacia límites más rebeldes y agudos, hasta hacerlo exclamar en una ocasión: «Ha llegado la hora en que aquellos que ya no están a la altura de la historia y de las necesidades del pueblo, se callen en materia cultural», afirmando a seguidas que la labor del intelectual debe ser eminentemente «crítica».
Adolfo Ferreiro (1948) ha publicado únicamente hasta la fecha La huella desde abajo (1965), en el que da expresión a preocupaciones cotidianas y metafísicas y a veces, a las de su entorno social. José Carlos Rodríguez (1948) de lirismo fino y delicado en Poemas de la hermana (1967) anticipan, al parecer, la voz de un buen poeta, en versos ausentes de rebuscamientos formales. Más ambicioso que éste, Guido Rodríguez Alcalá (1946) ha publicado casi consecutivamente tres limitadas colecciones de versos: Apacible fuego (1966), La ciudad sonámbula (1968) y Viento oscuro (1969), que acogen las palabras de un poeta de destacables atributos y de sugerente imaginería. Como en otros, la nota dominante en sus obras es la insatisfacción y sus muchas y no aclaradas interrogantes a la vida:
«¿El alma es rosa eterna?»
¿El alma es rosa?
¿O la rosa es señuelo de la sombra?»
Nelson Roura (1945-1969), muerto inesperadamente a mediados del presente año victima de una enfermedad, logró sin embargo dar un ponderable libro titulado Poemas (1965) dejando al parecer otras varias colecciones inéditas. Roura es poeta de palabras sencillas y humanas, de lenguaje casi cotidiano, pero de indudable fuerza dramática por sus fervorosas y constantes exclamaciones. Se perdió con él, sin lugar a equívocos, a un gran lírico que bien hubiese podido serlo en nuestro desgraciado Parnaso perseguido en los últimos tiempos por las segadoras manos de Atropos...
Renée Ferrer Alfaro (1945) la única voz femenina entre los poetas éditos de la novísima poesía del país, dio al principio con poco éxito el libro Hay surcos que no se llenan (1965) por sus imprecisiones idiomáticas atribuibles a su falta de experiencia, pero que ya auguraban algunos perfiles líricos realmente notables. Felizmente, conformó con posterioridad sus buenas aptitudes con Voces sin réplica (1967), donde se revela su sugerente y delicada vena poética.
Aurelio González Canale, joven autor de Carta a un poeta (1967), con 13 poemas breves, anuncian a un escritor que busca afanosamente su mejor y personal lenguaje. Otros poetas de reciente aparición como Osvaldo González Real (1942), Lincoln Silva (1944), Pedro Gamarra Doldan (1948) y Emilio Pérez Chaves (1950), aún no han ordenado en libros sus producciones, desperdigadas en diarios y revistas de la Capital hasta la fecha. Los dos últimos nombrados, poetas de cautivantes imaginerías surrealistas, de preocupaciones sociales por los problemas de la colectividad, auguran la aparición de dos buenos valores, tras la madurez que necesitan y que solamente otorgan el laboreo y el tránsito del tiempo. Sin embargo, Víctor Jacinto Flecha se ha afanado en darnos a conocer sus Poemas de la cárcel (1967), en los que pese a rastrearse notorias influencias de conocidos poetas, nos dan la visión tremenda, dura e inhumana de los abroquelados en vida tras los muros del presidio.
Es indudable que estos jóvenes poetas de una manera u otra, expresan la soledad y la melancolía, la insatisfacción y el pesimismo originados por el ambiente monacal y recluyente que es el del país, cuya libre vida social se halla en gran medida soterrada y maniatada por interdicciones de todo género. Vida áspera y parcelada por el mutismo y la ceguera, el monólogo y la rutina, por el miedo y el asombro. Quizás como en ninguna otra poesía, como en la del Paraguay, es notoria la involuntaria aleación de las motivaciones estrictamente líricas con las colectivas en las obras de los poetas, en razón de la avasallante influencia del medio ambiente, que penetra hasta en las veredas más íntimas del alma de los gaytrinadores. Lirismo, pues, íntimo colectivo...
En otro sentido, casi todos estos poetas demuestran aún carecer de una visión iluminada y aguda de lo que acontece en el medio, de las causas y soportes materiales de la permanencia del mismo, de la orientación y rumbo de los fenómenos y acontecimientos nacionales. Posición en la que se hallan gran parte de los intelectuales que provienen de estratos no colindantes con el pueblo, a raíz de la permanencia de un estado de cosas negativo, donde el medio marcha a un ritmo descompasado y taquicárdico por imperio de lo existente y cuyo cambio no se vislumbra. En ese sentido, dan ganas de repetir las palabras del poeta ruso Nekrasov cuando hablaba de la existencia de una situación parecida en la época del zarismo: «Un poco más de libertad para respirar y Rusia mostrará que tiene hombre, que tiene porvenir»; o hacer un fervoroso llamado a estos jóvenes intelectuales con las expresiones del personaje de Máximo Gorki del cuento «El lector», para que cambien la orientación de sus escritos: «Cuando hablareis del espíritu rebelde, de la necesidad de un renacimiento del espíritu? ¿Dónde está el llamamiento por la creación de una vida nueva? ¿Dónde están las lecciones de valor? ¿Dónde están las buenas palabras que deberían dar alas al alma?»
Una generación castigada, es sin duda alguna, la de estos jóvenes poetas, donde a la censura exterior suman la autocensura individual, originando un clamor reprimido, un grito atemperado, un relampagueo de señales al que aún le falta maduración y tiempo para llegar a esa mayoría de edad de los mensajes.
DARÍO BENÍTEZ GONZÁLEZ
NO ENTIENDO, MUNDO
(Fragmento)
...Los dictadores temen; temen.
Los sabios se nutren; se nutren.
Los místicos creen y creen.
...El mundo tiene hambre tiene hambre.
El mundo tiene miedo; tiene miedo.
La gente se defiende se defiende.
Las cosas son caras, caras.
Las cosas son muy caras, caras.
...Y los Hombres amaban; amaban,
y los hombres escuchaban a los pájaros,
y los monjes tienen miedo, no, los monjes rezan,
y los niños son caros, no, las cosas son caras,
y los padres temen, no, los padres creen, los padres creen
y los dictadores son hombres; no, los dictadores enseñan,
y los hombres trabajan, trabajan,
y los hombres funcionan, funcionan,
los padres funcionan, funcionan,
los maestros funcionan, funcionan
los dictadores funcionan, funcionan,
las máquinas funcionan, funcionan,
el mundo no funciona, no funciona,
los amigos trabajan, trabajan,
y las luces se apagan, se apagan,
y los hombres funcionan, funcionan, funcionan.
DARÍO BENÍTEZ GONZÁLEZ.
Miembro del taller de poesía «Manuel Ortiz Guerrero».
Algunos poemas se publican en la obra colectiva Poesía taller (1982).
SILVANA OVIEDO
BURRERITA
Allá va como siempre,
como todas las mañanas,
cabalgando su burrito,
desde donde pregona a voz en cuello
cuanto lleva en sus canastos.
No es el Quijote ni abanderado paladín,
es ejemplo de una raza de centauro,
que por noble y por valiente
¡nunca tendrá fin!
SILVINA OVIEDO.
Oriunda de Colonia Independencia, radicada desde algunos años en Buenos Aires.
Obra: Alma sublime, 1968.
ANDRÉS R. PEREIRA
MBORIAJHU VIDA
Mboriajhu gui me oyecái
pero peicha oyofrecero
jhaecuera los primeros
oafrontá ivaiva,
jhypy jhaimbe jha jhativa,
¡Ndipori che raaro!
Mas que amo terejhó
itriste mboriajhú vida.
Tuvichaitépa oyuaby
coaga gua la bodoque 9
ymá en tiempo de López
peinte vaecué paraguai.
Ndipori ndajha moai
opama exonerado
yepe nde yibá un lado
rejhó vará re serví.
Coaga los carai
I yapeguypegua tuvichá 10
poncho guy rupi oipeá
hasta el último centavo,
oguajhé jhiá cheve alcabo
mboriajhupeel fin del mundo
ojho pavoa lo profundo
otra causa opagá.
Ndajhaei varaco yojhá
coicha memé ña marchavo
ndadi verá yapytaro
yaú pojha roysá.
I ricoba topucá
ndoguerecoini un daño
mboriajhuntecada año
jhatave oye clavá.
Oimero inambí puaba
coava jhae jhaguere
teí mandi jhacu cuere
entero o disgustava
aba causa ñandeyara
opensa ña ne jhundivo
omboú ñandeve icastigo
guerra, seca jha opa plaga.
Ytá Y hoby marzo 1934.
(Ocarara poty-cue mí, Año X, N.º 72)
9- Bodoque: seres, hermanos paraguayos. (N. del E.)
10- Iyapeguypeguá: picardía o pícaro. (N. del E.)
MARIO B. ORTEGA
CANILLITA17
- I -
Canillita rerajhava acointe nde sapucaipe,
remuasai rejhó ybyture diario rera catuí,
pe nde ahó sorocué mime na iñakyigui rejhejhape
cuatiá cuera reñuhavo yepémo reñe jhundí.
Mboriajhugui nande re rai, avavé nde cuahá hyjhára
«canillita» ne renoiva yro ndeve oye Poirú
reyá cuevo magma cuera, ndiyavyi catú nde yara
oñe’ero angha oyajheine, i curí gui pe nde yú.
- II -
MboriajImpe romondene «canillita» rojhupivo,
che ñe’eme co yby ari, cu lucero recoviá,
sapy’ante oyecuahane, Paraguay yevy ipotyvo
mavajhina ñande cuera, mboriajhú yeroviajhá.
- I -
Bis
Nde sy-mí guaimí oicovero openane jheí cuevo:
«che memby-cu osé oiva, mbaejhapa ndo yereí»:
ndoi cuahai Paraguahy-pyre, diario mi revendé cuevo
jhepy-cué reroyeregui, jhaimeté ndereyú veí.
Corazó py’á poraicha, nde yavé iporeihy-va
tapichá ityrehyva, nde manté remuanguecoi
«canillita» ndé che hermano! Cheñe’á ipore hyva
mborayjhugui amuenyjhene, tapiá nde vocoí.
- II -
Bis
Esapucai toí oicuahava, ambué co’a ybypora
tojhendú ayé ybyture, Paraguay ñemoñaré
nde casó soro-cué migui, che ñe’e angaipavora
purajheí nde cuatia-pe, ndeve ojhó ivendé jharé.
17- Tiene música de Mauricio Cardozo Ocampo. (N. del E.)
MARIO B. ORTEGA. Militar y abogado, de conocida participación en la ascensión del gobierno actual. Exiliado, falleció en Brasil. Poetizó esporádicamente y su estro transitó entre lo protestativo y sentimental. Es autor además de una canción muy renombrada años atrás: «Lustrabota».
FÉLIX BENÍTEZ
CARRETERO MI REMBIASA
Carretero mi mboriajhú
cu maltrato rasajhara
amá gui ogueví jhagua
ni reí pa ni reí,
ro’i gui upeicha aveí
tapé re ojhó guivé.
Jhimbá buey cuera mimí
jhendivema osufrí
tapé pucu cué yavé,
iponcho colí jhagué re
avavé nome’e séi
posada mi ichupé.
Pero cu reicoteve ro
jhese cuera mante opene,
jha’e cuera anichene
onegá upé servicio;
camión yepe ostirane,
yepevemo en perjuicio.
Urú cuera no penái
ni ndoicuái sacrificio,
opagá jhaguá ovaleva.
«Terejhonte che ra’i
pijharevé eyú yeví»
¡Upeva ompopajhá ma
carrero mí mboriajhú!...
Emboscada, mayo 1955.
(De «Ocara poty cue-mí», N.º 155, mayo de 1956)
TEÓFILO DOMÍNGUEZ
RUTA Y RUEDA
Román Martínez
compró una moto
de ciento veinticinco.
Un algarrobo de la Ruta Décima,
cuando iba picando el velocímetro
el número ochenta,
con las guijas redondas
del camino
y el momento del vértigo
con masa y marcha,
logró el impacto semifúnebre.
Alterado su ángulo facial,
pasó por el quirófano.
Soportó los grilletes
de un enyesado lento,
abatido en una queda
del dominio técnico,
el neoestoicismo que
predican las moléculas
de hierro.
Román Martínez, fue peón de estancia,
vendedor callejero,
churrero18 en la infancia.
Al zafarse de añagaza,
borró de su foja
el sueldo mínimo
y toda dependencia.
Román Martínez
no tuvo adolescencia.
Su infancia...
una etapa incierta.
Su vida.
un circuito lento
y peregrino.
Ahora
su destino está sellado.
El peroné quebrado.
Triturada la rótula
prehistórica.
Respira por el fuelle
de un esófago torcido.
Un bastón de carandá
pulido,
sustituye para
la pineal de su cerebro
los efluvios de optimismo
que quiso liberar
sobre las ruedas neumáticas
de una moto
de ciento veinticinco.
Román Martínez
no venderá su moto:
hay pagarés con garfios policiales.
Su bastón de carandá pulido
es un báculo.
Remitirá a los «hippies»
cuando muera.
3-X-1969.
18- [«Churero» en el original. (N. del E.)]
TEÓFILO DOMÍNGUEZ (1915). Poeta y prosista, cuyas obras se hallan dispersas en periódicos y revistas. Autodidacto, es según Emilio Armele «una de las mejores inteligencias de Concepción».
ÓSCAR ESCULIES
EL CANILLITA
Clava en la poca luz de la mañana
el estilete de su pregón agudo,
despierta a su mensaje el barrio mudo
y la ciudad revienta en la palabra
que despeña sus gritos en el alba...
Sube y corre por la cresta de la aurora
el bullicio de las voces familiares
en apretada procesión de titulares,
y se expanden los sucesos por la boca
del torrente infantil que se desborda.
Canta en las notas claras de su canto
el raudal febril de la noticia
en la angustiosa voz de la primicia,
en tanto el corazón es un extraño
atropellar de miseria y de quebranto.
Tú eres el hombre, pequeño canillita,
que puso Dios en el alba como un trino.
¡Tú eres más hombre en la fe de tu destino
porque llevas a cuestas por la vida
el hambre, el dolor y las fatigas!
1967
ÓSCAR ESCULIES (1913). Autor de Rumor de agua, con prólogo de Juana de Ibarbourou en 1936.
NAYID ARMELE
¡ALZA TU BANDERA!
Patria, tú que en América
fuiste cuna, blasón y yunque
de un pueblo de valientes,
que amamantaste tempranera
un grito de rebelión,
de independencia o muerte
y que al verbo inflamado
de Antequera diste el ímpetu
bravío de tu raza indómita,
no dejes que el tirano
se harte en sangre generosa
de tantos mártires
y doblegue tu heroica resistencia.
¡Levántate, oh patria!
con la fuerza ancestral de tu pasado
y alza tu bandera altiva
al grito de «libres en la vida o la muerte».
GUARANIA
En la guarania danza embrujada
mezcla de hispano-indo, oración
que en cada nota lleva engarzada
las emociones del corazón.
Fue de Guerrero la profecía,
de Asunción Flores, inspiración,
guarania triste con melodías
llenas de indiana suplicación.
Fuente perenne de la armonía
que brota suave de Ybaroty...
y va poblando de sinfonías
la agreste selva del guaraní.
Con sus cadencias muy emotivas
otra ninguna tan noble hay
y es mariposa nunca cautiva
en esta tierra del Paraguay.
NAYID ARMELE (1921). Ha colaborado en Correo del norte y en la revista Crónica de Clorinda (R. A.)
AMADOR GARCÍA ACEVO
CANTO A LA TIERRA PARAGUAYA
¡Yo sé de tu tristeza
oh tierra paraguaya!
Te sientes virgen fértil
en permanente celo,
reclamando a tu lecho
a tus hombres viriles
para engendrar los frutos.
(A tus hombres viriles,
que ansiosa los contemplas
perderse entre esperanzas).
¡Yo sé de tu tristeza
oh tierra paraguaya!
Eres mujer, y añoras
las caricias del hombre,
(los besos de los curcos
que estremezcan tu carne,
y el grano de semillas
que germine en tu vientre).
¡Qué triste verte sola!
No tienes quién te mime,
te proteja y te quiera.
¡Y eres hembra arrogante,
admirada y soñada
por hombres de otras tierras!
¡Me duele tu tristeza!
Por eso yo desgarro
mi voz, en este canto,
cual grito de tu selva.
Por eso yo les digo:
que nunca serán grandes,
hasta que unidos todos
busquen en tu regazo
recolección de siembras.
¡Y bendigo la hora
de futura alborada...!
En que manos callosas
de tus hombres viriles,
con arados y bueyes
fecunden tus entrañas.
¡Y bendigo la hora
en que al sentirte madre...!
Amamanten tus pechos
las espigas doradas.
POEMA DÉCIMO
¿Dónde se esconde el viento
que ha de formar la ola,
que ahogue con sus algas
las fauces dictadoras?
¿Dónde están las campanas,
fundidas en cañones,
para voltear sus bronces
con cantos libertarios?
¿Dónde estamos nosotros?
¿Qué papel desempeña
nuestra existencia absurda?
Si formamos la tierra
de eternos proletarios,
no es posible que el fruto
madure en nuestros campos.
Elevemos la frente
sudorosa de espigas,
y crispemos las manos
cansadas de promesas.
Arranquemos mordazas
que aprisionan los labios,
pastosos de blasfemias,
de palabras no dichas.
Rompamos los dogales
que oprimen las gargantas,
reventando sus venas
con gritos de ¡justicia!
No importa que nos cosan
con balas, nuestras bocas,
nuestras bocas hambrientas
de panes prometidos.
Ni importa que la tierra
nos pudra entre sus senos,
si el trigo que ha de darles
tendrá sabor a sangre.
Gritemos el cansancio
que encorva nuestros hombros.
Tiremos en el fango.
nuestro estúpido miedo.
Y elevemos el cáliz
de esperanzas futuras.
Consagrando en el ara
del altar, nuestro ejemplo.
¡AY!
Hay rostros esculpidos para que nunca rían
y manos que se han hecho para que nunca se abran.
Y manos que son puños y que sólo se extienden
para mojar sus yemas, tentáculos de pulpo,
en las húmedas sienes del hermano explotado.
Y hay rostros esculpidos con surcos insondables
por arados de oro y anillos de brillantes.
Y cuerpos que son lomo de carga, de por vida.
Y pechos fatigados, oscuros por el asma
jadeante de mendrugos y de huesos de carne.
Y hay también otros pechos que brillan relucientes
de condecoraciones,
cual fugaces estrellas en un cielo de estiércol.
Y cabezas erguidas, sostenidas inmóviles
por el cemento armado de sus cuellos de cerdo;
y cabezas caídas, que no miran al cielo
por el peso sangrante del sudor de su frente.
Y hay pasos vacilantes.
Y hay pasos de los otros,
los que atropellan todo,
sin sentir en sus plantas...,
la palidez de un niño,
los pechos, ya sin leche,
de una madre extenuada;
la boca desdentada de un padre,
ya reseca, sin el pan de mañana.
Y oídos, que no escuchan los grillos y cadenas
de tantas injusticias.
Oídos taponados por la cera del oído,
sin que ningún perdón estremezca sus tímpanos.
Y hay en fin un ¡AY! grande, como toda la tierra,
de dolor y de llanto.
Un ¡AY! que por los siglos
llenará el universo y llegando hasta el cielo,
rebote,
y compasivo, vuelva,
y destruya todo.
AMADOR GARCÍA ACEVO (1922). Poeta de sensibilidad austera y fraterna, ha publicado dos colecciones de sus versos bajo los títulos de Olas sin playa y Preludios poéticos en 1980.
JOSÉ LEOPOLDO DECAMILLI
PARAGUAY
Acariciando las curvas de tus bahías,
hinchando el blanco velamen
con la respiración exótica
del vello oscuro de tus costas,
de tu alma de tierra y linfa poderosas,
redimiote Castilla generosa
del olvido y perennizó tu nombre indio,
y con él, tu esencia,
en el curso humano del tiempo.
Surgiste grande, Paraguay,
de las sombras de las selvas,
a la historia universal.
Fuiste cabeza de gobierno
de fronteras tan anchas
que tenerlas no parecía;
tu cepa indomable,
tu casta libérrima,
lo testimonian los gritos de rebeldía
de los comuneros titanes,
tu amor de madre lo probaste
al dar forma a la noble Buenos Aires
tu voluntad de pueblo,
con fisonomía propia y libre,
lo subrayaste con la gesta
grandiosa del setenta...
La gran guerra fue grande
aunque crucificó nuestro destino histórico
y robó la sonrisa de cien generaciones;
fue grande aunque su sombra
es como un colosal espectro
que ordena, con su dedo informe,
loor eterno a las vidas que cayeron,
loor eterno a los héroes,
loor eterno al fragor épico
en el que se selló, en fuego,
nuestro dolor de pueblo sin futuro.
El viento desde entonces,
se llevó las hojas de muchos días...
Castilla, después de mirar, cara a cara,
al sol, araña hoy las piedras desperdigadas
en sus planicies secas,
buscando un grano de trigo,
los pueblos hermanos de América,
distienden sus ansias
en gestos terribles y sudorosos;
tú Paraguay, rosa negra y triste,
reclinada en el lamento de tus guaranias,
jirón de luz y polvo de estrellas trituradas,
tú vives tus años iguales,
aplastado por el sol ardiente,
a la tierra sedienta,
con los ojos nublados por el muro
del silencio,
amontonando los escombros del pasado,
intentando dar vida a lo muerto.
¡Así desaparecieron todos los imperios,
hurgando entre las sombras,
para encontrar el harapo
que mejor cubriese su desnudez!
Paraguay ¡despierta!
América se levanta,
penosamente, pero se alza.
Olvida, Guarán, tus dolores,
echa abajo las lianas del recuerdo,
quema los cardos que te martirizan,
da tierra y pan a los pobres,
junta tus arrugas en una pujanza
de liberación.
América te espera,
¡América te llama a la gran tarea,
de hacer de veintiún bajíos
un nuevo solar vivo
de gloriosas empresas humanas!
JOSÉ LEOPOLDO DECAMILLI. Editó en Madrid (España) un grueso volumen de sus obras poéticas de dispares temas con el título de Reflejos de sombras en 1964.
ILUMINADO QUINTANA
CONTRIBUCIÓN PARA UN CANTO UNIVERSAL DE LA PAZ
(Fragmento)
Cantemos a la paz, todos los hombres
con metálico son de muestras voces
en el inmenso diapasón terrestre.
Cantemos a la paz, nunca a la guerra.
No al tableteo infernal de las metrallas
ni al vómito feroz de los cañones.
No al funesto silbido de las balas
ni a la explosión horrororísima del átomo
sembrando la muerte por doquier.
Cantemos a la paz, sencillamente
en todos los lenguajes y dialectos,
en todos los sonidos y los signos.
Resuene en los ignotos archipiélagos
y en los recodos de todos los caminos.
Resuene en los jardines florecidos
y en la rosa de los vientos.
Resuene en los desiertos del Sahara
y en las nevadas latitudes árticas.
Resuene en el polo y el ecuador
en los bosques y en las estepas.
Resuene en los almendros floridos,
y en la infinita gama musical.
Resuene emocional, humano y puro
mi canto de paz universal para los hombres.
Cantemos a la paz todos los hombres
sin distinción de razas ni de credos.
Negros, blancos y amarillos.
Ateos, cristianos y mahometanos.
Unidos todos por el ritual de la paz
que es amor, que es de esperanza,
que es de vida, que es de suprema felicidad.
Que de paz sean las rojas alboradas,
que de paz sean los crepúsculos azules,
que de paz canten las olas danzarinas
en las marinas aguas musicales.
¡Paz! como rezan los milenarios ríos
el Ganges, el Volga, y el Missisipi.
¡Paz! como cantan las montañas grandiosas
el Himalaya y los Pirineos,
el Caúcaso y los Andes del Sud.
Y sin medir fronteras regionales
por idénticos cielo constelado
blanca paloma de alas siderales
símbolo sea de paz universal.
POEMA
(A Mariano Roque Alonso,
en el aniversario de su asesinato)
A ti clavel de mediodías,
limpio sitial de reciedumbre
por donde brilla la esclarecida luz
de tu martirizada adolescencia.
En ti lo agónico no cuenta
sino la plenitud radiante de la vida,
la exaltada magnitud de tus ansias,
tu sangre de pueblo y de patria combatiente,
tu monolítica estructura revolucionaria.
Ante tus despojos de pétalo marchito,
ante los jirones sangrientos de tu carne arrasada,
cómo temblada la canalla fascista,
cómo quemaban las manos homicidas
tu pura estrella de tu frente pura,
el luminoso polen de tu corazón intacto, camarada.
13-X-1954.
ILUMINADO QUINTANA. (1926?-1984). Sus pocos versos conocidos se destacan por la riqueza de su contenido. Vivió en el exilio desde hace varias décadas. Sus herederos editaron en 1985 y en Buenos Aires su libro Astral cabalgata con el seudónimo de Luis Derval.
PEDRO ABELARDO GÓMEZ CENTURIÓN
MBA ’EIKO PEE PEYÉ
Mba’eiko pee peyé
ko tiempo ko’aga guápe:
ko’eguive kundahápe
yaiko yakaru jhagua.
Jha i completove jhagua
ko ára jhaku oguajhévo
-upe octubre oikévo-
hora yepe oyupipa.
Mba’eiko pee peye
ko ñane tiempo pyajhúpe:
Cero’i cero guasúpe
jho’upa ipyraite.
Represión de modaite,
jha osegui la contrabando,
yepe ku de contramano
oguajhe tuicha kuete.
Jhe’ijhaicha Martin Fierro:
«La ley es como el cuchillo».
Jhesa’iro ndebolsillo
ne kyti vai paite.
Jhe’i avei jha’e:
«La ley es como la lluvia».
Nderejhe oky guasúro,
pe anrove ndokyiete.
Ñandeyára jhe i vaekue:
esta frase tan vigente
«Con el sudor de su frente
el hombre oviví vaera».
Nde opa ne resasemba
reikosecomo la gente
jha upéi ku michieténte
«miro» itenondepa.
Nape ñandúipa pee
chokokue temityjhara,
pe kóga ñamopu’ava
otroitépe guarajha.
Jhoky, ipoti, jhi’a:
Ku rasaite yavy’áva.
Jha umi ipira jhetáva
reinungánte oipota.
Kokuejhe ajhendu oiko
«blanqueo de capitales»:
con cierre jha sin ojales
kaso kuera oye’usa.
Doble filope guara
péva oguerekoimportancia:
toguereko yepeestancia,
kuñakuera oiko reípa.
Che upévare ako kuejhe
apensa ayedivorsiávo,
soltero yey apytávo
che piro’ymi jhagua.
Tres semanas upe vaera
añemoi en remojo,
yajhechapaun poco flojo
nda che agarrai los kuña.
PEDRO ABELARDO GÓMEZ CENTURIÓN. Nació 1º de agosto de 1927, en Villeta. Agricultor.
AUGUSTO CÉSAR RECALDE BLANCO
UN MUNDO MEJOR
Tal vez algún día sepamos
algo de un mundo mejor.
Sin guerras, odios ni diferencias.
Donde alguien sea todo y
todos seamos uno,
confundido en una risa,
un abrazo y una mirada
en común a la vida por venir.
Cantaremos al unísono el
sagrado himno de una hermandad
nueva y universal.
Que no se base en tristes recuerdos
y no se deforme por lo anticipado.
Que sea el alegre cántico de la
prosperidad y ventura presente.
Gritaremos nuestras loas al Sol.
Y bajo la luna asomada en el
inmenso balcón azul de la noche
oraremos todos juntos y de todo
corazón pediremos que lo nuestro
sea cierto, perdure y se difunda
por la ancha tierra para bien
nuestro y agrado para él que nos
creó de la nada llamándonos:
Hombres.
Y al cual nosotros llamamos
el autor de la naturaleza:
Dios.
AUGUSTO CÉSAR RECALDE BLANCO. Publicó en 1972 Canto de Esperanza en Asunción. Desde ese año nada se sabe de él.
RODOLFO DAMI (H)
LUCIÉRNAGAS EN TUS MANOS
(Fragmentos)
- 7 -
A veces la angustia
tiene reminiscencias
de una canción
que no aprendimos,
y el andar deja
tesoros en la huella:
la cicatriz de algunas voces
vuelven a abrirse
para llamarnos;
y sentimos que los cerros
tienen hambre de praderas
y el corazón de los árboles
con desmayos en las sombras...
- 8 -
...Nosotros que fuimos
los hijos del silencio
los náufragos del alma
la luz de un instante:
aprender los sueños
fue la única lección
que aprendimos,
y la misericordia se amansó
como fiera muerta en la batalla...
- 9 -
...sólo temen
los avaros, los aferrados
a la tierra, ese montón
de podredumbre que arranca
lágrimas a los pobres
RODOLFO DAMI (h). En 1972 editó una colección de poemas: Luciérnagas en tus manos. Desde entonces nada ha dado a conocer.
JULIO CÉSAR BARRETO
AQUELLOS EMIGRANTES
Se marcharon los hombres
por la rendida grieta de la tarde
llevando entre sus manos
leyenda
y melodías.
Eran como una húmeda síntesis
de historia
de biografía siempre repetida
de sonrisa olvidada.
Arrastrándose por la tristeza de la tarde
marchaban
sin marchar.
(Eso que ves ahí
es el antiguo rancho
que construyó el abuelo, el mismo abuelo
que conquistó la tierra y descubrió
las leyes de la siembra).
No volverán ya más
a agachar su silencio sobre los sembradíos
a cantar las canciones de esperanza por el alba.
Se marcharon los hombres sin adiós ni tambores...
DIVAGAR ENTRE LA SOMBRA
Lo conocí en la exánime siesta de mi tierra
bajo la piel llevaba el trágico secreto de su tiempo
y un dolor amarillo le cegaba la cara
de él
no recuerdo muchas cosas
apenas si podría rememorar sus pasos
tras la siembra azorada de los surcos inciertos
no recuerdo
si se llamaba juan
si se llamaba pedro
pero arrastraba la antiquísima costumbre
de empuñar con la misma precisión
el arado
el cuchillo
y la guitarra con sus manos de edad imprecisable
abría las picadas que conducían
a los yerbales tristes
a los montes donde sangran nostálgicos palmitos
a las lejanas cascadas en cuya orilla acampan
los misteriosos comandantes guerrilleros
o acaso
con esas mismas manos
construía la fosa donde guardar su muerte
nunca supe su edad
nunca su historia
aunque en sus brazos rudos de labrador o herrero
latía incuestionable el estigma de pueblo
de anónimo soldado
de jinete sin nombre
de sombra marginada
o la vaga esperanza de libertad y pan
y eso también recuerdo:
el rústico instrumental de labranza y de guerra
que de callosa plataforma de sus hombros
disipara a destiempo los encantos del mundo
además
esa herencia taciturna retratada en los hijos
el ambiguo silencio que le gime en el pecho
y que un día
emergerá furioso por la sublime causa
¡entonces sí vendrá la lucha!
con esas mismas manos para la misma tierra
bajo la misma siesta para los mismos hijos.
JULIO CÉSAR BARRETO (1952?). Publicó sus versos en diarios y en la revista Criterio.
ANTONIO DOMINGO MARTÍNEZ
LUSTRABOTA DE ASUNCIÓN
Canto al noble y guapo obrero
que da brillo con esmero
a mi gastado zapatón.
Lustre patrón... lustre patrón
es el pregón tempranero,
de ese humilde y guapo obrero,
de las plazas de Asunción.
Lustre patrón... lustre patrón
va ofreciendo sus servicios,
tempranero sacrificio
el precoz trabajador.
Lustre patrón... lustre patrón
con su cofre de esperanza,
ese rústico... «cajón»
el duro pan alcanza
empapado de sudor.
Apurajhéi pe mita-í catupyrype
sapatú omboveráva
mbuyapé repiramí.
(De Ocara Poty-cuemi)
CAYO ROBERTO CÁCERES
A MI REPÚBLICA
¡Oh! mi república. Exclamarte
a ti es exclamar a todos los
que en ti habitan.
Lastimera suena mi voz
cuando siente el vacío.
De muchas almas.
Lástima los buenos hijos,
lástima el jazminero,
lástima los corazones que
sufren,
corregid a los hijos
que en ti odio
propaga.
Bendecid los hijos que
mueren por el sendero
buscando tu dicha.
¡Salud!
Tricolor de mi patria
amada.
República o Muerte,
retumba en mi mente.
¡Oh! Patria querida,
mi verso por ti.
CAYO ROBERTO CÁCERES (1958). Obra: Tiempo de Poesías en 1982, donde al decir de Emilio Pérez Chaves expresa sus «sentimientos líricos profundos».
HUGO LUIS GIMÉNEZ
LA MUJER DEL CENSO
Pálida, delgada y triste
dándole el flácido y gastado pecho,
viejo manantial de ternura y canto
¡que aún mana leche
para su noveno hijo!
La mujer del censo
contesta a mis preguntas;
¡y aún puedo ver
un brillo de amor y esperanza
en sus hundidos ojos!
La mujer del censo,
con su marido ausente -por el trabajo-
¡y sus dos únicos cuartos
para sus nueve hijos!
HUGO LUIS GIMÉNEZ. Oriundo de Pedro Juan Caballero. Integra su poesía el volumen titulado «Voces del Amambay», año 1983, de Edit. Norte.
RAFAEL ROMERO
AMAMBAY
(Fragmento)
...Mientras todo eso, la contrapartida,
de un pueblo que lucha,
se ve en los barbechos el hombre paciente
sobre las manceras de su santo arado,
regando las mieses a través del surco
con lágrimas propias
y camino al rancho azada al hombro,
en busca de alivio su amor jadeante, la amada mujer.
En contrapartida sigue desfilando
cual reto a los malos,
el obrero humilde de nuestros talleres
que sobre su yunque martilla y amasa
la riqueza y el sueño de un mundo mejor.
No olvidéis amigos, no olvidéis hermanos
que hay gentes descalzas, enfermas de anemia,
niños con vientres crecidos de anquilostomiasis,
pobres mercaderes que ofrecen productos
de sudor y llanto por un «patacón».
Oh... noble Amambay, generosa tierra donde
la esperanza se cifra en tu pueblo;
nunca tú permitas que la flor gloriosa
de tus libertades se marchite impune;
recordad que lleva el nombre de un prócer
que un día en la celda con sangre escribiera,
ser libre en la vida, ser libre en la muerte,
la herencia más digna más bellas y bendita
de nuestra heredad.
BARBACUÁ
(Fragmento)
... Quisiera que tú hables Barbacuá
para contarme todos los pesares y torturas
del hermano que en busca del centavo,
llegó frente a la boca de tu horno
y de allí hacia el silencio
lo condujo el capataz.
¡BARBACUÁ...!
Infierno terrenal...
en soledad y crimen,
tremendo fastidio del hermano donde arde
la vida indigente del mensú de mi Nación;
no a mucha distancia de tu hoguera
se erigen las tácitas cruces del arriero,
que al perseguir soñada independencia
fue frustrada su esperanza.
¡BARBACUÁ...!
No en balde Barret había cantado
con tonante vibración de su hidalguía,
las penas del mensú sacrificado
la vida, las cadenas,
las cruces solitarias del desierto.
RAFAEL ROMERO. Contador Público. Sus versos integran el volumen titulado Voces del Amambay, donde dan a conocer sus poemas poetas jóvenes radicados en la ciudad de Pedro Juan Caballero.
GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ: ARTE POÉTICA/ DESCRIPCIÓN/ CONTRAPUNTO/ SALVADOR ALLENDE/ POR SUS MUERTOS TODOS (CHILE)/ LOS VERDUGOS/ A PABLO NERUDA
JORGE CANESE: PATRIA EN SANGRE/ REVOLUCIONES A PUNTO DE ESTALLAR/ EN ESTAS TIERRAS/ AQUÍ LOS MUERTOS/ LO QUE NOS QUEDA/ CAMBIOS, TRANSFORMACIONES, ACOMODOS/ ¡A CALLAR!/ EPÍLOGO
LOS EXTRANJEROS DESEAN ENGAÑOSAMENTE (FRAGMENTO)/ LAS PALABRAS DE PA’I ANTONIO Y ALGUNOS CÁNTICOS, EN FRACRAN (FRAGMENTO)/ INDIA (GUARANIA)/ OBRERITO/ AVANZADA/ ¡COMPAÑEROS!/ LAS HIJAS DEL PUEBLO/ ÑANDE PURAJHEI/ EN MI PRISIÓN DE ESMERALDA/ JOSÉ ASUNCIÓN FLORES/ PEQUEÑA LETANÍA EN MEMORIA DE JOSÉ ASUNCIÓN FLORES/ DIÁLOGO DE VERANO/ GENARO ROMERO: CREDO CAMPESINO - IMPRESIONES DEL VIVIR DIARIO/ PIERRE MORACIA MORPEAU: NOCHES DE HAITÍ - TAM-TAM
COLOFÓN
COMENTARIOS SOBRE LIBROS ANTERIORES DEL COMPILADOR:
ARMADURA FLUVIAL
RÁFAGAS DE LA TIERRA
ARDER, ES LA PALABRA
EL JAZMÍN AZORADO
DESDE ABAJO ES EL VIENTO
CLAREA EL FIRMAMENTO
PERPETUAMENTE ALONDRA
UNA DISTINCIÓN
RECTIFICACIÓN : OFRENDA/ EL SILENCIO/ EL CANTO DEMORADO
ANÓNIMAS
«Políticamente considerado el pueblo, es el conjunto del querer nacional o la explícita manifestación de la voluntad general» («El Centinela», periódico serio-jocoso, Asunción, diciembre 12 de 1867).
Yo soy la voz de la gente del futuro y del presente: ¡grito o clamor impaciente de un país ya renaciente!
LUIS MARÍA MARTÍNEZ
«Que en este mundo de pobres
otros hagan cosas feas;
yo no vine a juntar cobres,
¡vine a repartir ideas!
Marciano Amboso
«No deja bienes», así rezaba en el certificado de defunción de Agustín Barrios, que como Rodin al morir no tenía un centavo, dejó como Barrios, millones en obras de arte... (Diario ABC, 22 de julio de 1973, Asunción, Paraguay).
ORACIÓN DE LOS QUE CREEN EN LA JUSTICIA
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
los padres de nuestros padres conocieron de cerca la guerra
del 70
nuestros padres vivieron la guerra del Chaco y la revolución
del 47
ellos vieron morir a los estudiantes un 23 de octubre
vieron morir a sus hermanos, a sus padres, a sus parientes
y amigos
en luchas callejeras de la revolución
ellos conocen el historial de sangre de nuestros dirigentes
políticos
ellos los vieron pudrirse, venderse y vender a sus propios
amigos y
compañeros.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque ellos saben de la miseria humana
lo poco que vale una vida para los asesinos
lo poco que les cuesta comprar un juez
un abogado
un médico
ellos conocen a los asesinos
no a los que pululan por los sótanos de las comisarías
torturando presos
ellos no son los asesinos, Señor,
tampoco los que nos rompían la cabeza y nos hacían
sangrar las espaldas en el 69
ni siquiera los que nos pegaron en la U. C.
golpes cuyas marcas ya desaparecieron de nuestras carnes
pero que guardamos como un precioso tesoro
en nuestro corazón y en nuestra voluntad.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque ellos fueron silenciados
-silencio rabioso de la impotencia-
en lo mejor de su juventud.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque ellos viven frustrados
amando la democracia
la escuela
el ahorro y el confort
porque creen en lo que ven y no en lo pueden ver.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque su amor de padres nos llena de frustración
-no queremos ser sombras perdidas del miedo-
porque ellos no son culpables de lo que piensan
-«no te metas en política»-
-«qué ganan con sus manifestaciones estudiantiles»-
-«dedíquense a estudiar en vez de protestar»-.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque estamos obligados a mentirles
(ellos creyeron que estábamos en un cumpleaños
cuando nos estaban pegando en la U. C.)
porque estamos obligados a tenerles como enemigos
y todo por nuestro amor de hijos
no queremos que ellos sufran
-ese mismo amor que nos inculcaron
que nos divide tan profundamente.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
porque tú, Señor, no nos dejas colaborar con ellos
estamos enfermos por la sed de justicia
el deseo de luchar
y de amar.
Te pedimos, Señor, por los hogares
donde los hijos son lo que sus padres quieren que sean
reina la tranquilidad y la armonía-
¡nosotros los vimos, Señor!
Eran sus hijos los que nos señalaban
en la U. C.
para cebar a los apaleadores.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
Tú mismo te cansaste en el monte de los Olivos
Tú mismo supiste de los magistrados
de las cárceles
de los juicios
Tú viste llorar a tu madre
cuando te mataron.
Te pedimos, Señor, por nuestros padres
para que crean todavía
en la lucha por la justicia.
(Revista Acción, Noviembre 1972, N.º16.)
TIEMPOS DE PAZ
Eran los tiempos de la paz.
Eran los tiempos de la paz.
Eran los tiempos de la gran paz
de la paz inmensa como elefante
de la paz pública como loro gritón
de la paz agresiva como gorila.
Era el estado de paz en estado de sitio
guardada como se guarda una fiera o un preso político
con metralleta.
En la cámara de paz nos hacían respirar hondo
y nos hacían tragar la gran palabra
que luego vomitábamos como si nos saliera el alma.
Vivíamos enfermos de paz
nos dolía la paz
nos torturaban en nombre de la paz.
La paz había sido decretada oficialmente
Y estaba prohibido dudar de la paz establecida.
Estábamos hartos de paz,
todos los almacenes vendían la misma clase de paz
y en el campo no crecía ni la mandioca.
Es triste cuando los niños piden pan
y no se les puede dar más que
paz y buenas palabras
aprendidas en la campaña de alfabetización.
La paz nos seguía por la calle
la paz invadía la casa
y hasta entraba
con el periódico en la mano;
en el retrete
entraba también en la escuela
-sobre todo en la escuela-
para amenazar a los niños malos
que no nos dejan en paz y hacen preguntas,
y en la iglesia la paz se hacía decir misa
de seis velas y con obispo.
De padre desconocido les hacían hijos a la paz
hijos de paz
lindos y relucientes como de contrabando.
Eran tiempos de paz
extenuante y eterna
ya nadie sabía qué hacer con tanta paz
el país estaba inundado por la paz
y buscábamos un lugar donde la paz
no hubiera arrasado con todo
porque ustedes ya lo saben
cuando hay paz
a la ¡pucha! unos cuantos viven
y los demás...
(De Revista Acción, N.º 1, marzo 1972)
POBRECITO EL PYRACUE
Nderehecháiramo reiko
pero hendyta nde resa.
Nerehendúi gua’u vaicha,
ha határeyapysaka.
Anivéna che ra’a
reiko reñembotavy,
eheyána nde guata;
ndoyecha’eiko nderche
porque ndengo «pyrague».
Nde zapatu ramo yepe
ndopytái nde pypore:
pévare oiméne, «pyrague»
lo mitá kuera ride hero.
Tereho eñoty mandi’o
anive péicha reiko,
tomba’apo nde rete,
toiko ndehegui kuimba’e
ha topa upe pyrague.
Nde pyapy mokoi porá,
ne retyma imbarete,
hesai pe nderekove,
hetia’e upe nderova:
ha nde reiko reguata
reyuhúvandi reñe’e
rehekávo ne«informe» rá
nde cargo ejustificase
pobrecito pyrague.
Aipo«informante secreto»
ndaye la neprofesión.
Ne rembiapodelación,
«yaguá», he’i lo mita,
ambue «ti ro’ysa»
opáicha anga reñehenói
nde rova ningo mokói
ha intrigantereyuhuse
pobrecito pyrague.
Nde causaité lo mita
oho preso, oñenupa,
peló taicha oyechuta,
detenido, incomunicado...
Nde katuhombre honrado
reiko remoi ñuha.
(Anikena oñedesarma
péicha hagui nderehe
nde cliamigo pyrague).
Che ha’e ndereayhu-ha;
(yepevéro pyrague)
nde ha’e che pehengue)
upéicha rupi roavisa:
eheyána nde guata.
Sai voi regana,
hetavéngo reperde:
opa neconciencia revende
ha ndererekóitranquilidad.
Silvestre Flor. Aparecido en el periódico Sendero.
«ANI PEKYHY’YE»
Tuichaité ko kyhy-ye...
Che akyhy-ye
Nde okyhy’ye,
lo mitá okyhy’ye,
ñane iru kuera okyhy’ye,
magmavaité yakyhy’ye.
Okyhy’ye mita kuera pombero gui.
Okyhy’ye tuichaveva mboi ha yagua hasy gui,
yakyhy’ye magmavaité ara pochy gui.
Vyro rei ko’ava ko kyhy’ye,
sa’i reí ko’a mba’é,
kyhy’ye tuichaveva yayuhúne,
kyhyye tuichaveva ko oimé,
ha ha’éva kyhy’ye oñondivé.
Yaky’ye oyohegui kuera,
yakyhy’ye oyoapytépe kuera.
Yakyhy’ye ñañe’e haguá,
yakyhy’ye ñañe mbyaty haguá,
yakyhy’ye ha’e haguá añeteguá.
Lucrecio okyhy’ye oñemoí vaí
ramo guará ichupe.
Ruperto okyhy’ye oye yaguáreá
ramo guará hesé.
Crecencio okyhy’ye oyeity
ramo guara ichupé,
Che aguerokyhy’ye clie reté.
Nde ntereipotái oñe tíembosarái nderehé.
Ha’e kuera oguerokyhy’ye hekové.
Kyhy’ye, Kyliy’ye, Kyliy’ye:
mba’éichapa opárupi reimé.
Ha’e kuera omongué ñande apytépe kyhy’ye,
o ñapytíva ñande py, ñande po, ñañe ñe’e,
ha upei ku opuká ñande rehé.
Mba’éicha rupípa hetaité ko kyliy’ye?
oimépa ñalia’a lane añoité?
Ñande ykérepa ndapipori pehengué?
Ñandeyarapa ndaipori ñande pype?
Ha’e he’í va’ekue: «NI PEKYHY’YE»
(Del periódico Sendero,
27 de setiembre al 11 de octubre de 1974)
YA KU’EKE RYKE’Y
Chokokue ra’y mayma, ñande py’a niko hory,
yavy’a yapukavy, ñama’e ramo oyuehe,
ñañandúre imbarete ñane ame mborayhu,
hi’a ko tape pyaliu vokóinte ñaroguahe.
Ryke’y ha ryvy kuéra, ñapu’a yasapukái,
ñambo viva Paraguay, yavy’a ha yayuayhu;
ku ka’aguy yaiguyru, oyoykére yahapa,
tahoky yuayhu pora, taipoty, tahy’akuavu.
Ñandekuéra chokokue, ndaha’éi yapoheiha,
ñane ñe’ame hesaka Ñandeyára ñe’engue;
ate’y ha kyhyye mombyrýma opyta,
oyuayúmagui oyuehe, pyapy, corazo ha aka.
Nandekuéra chokokue tapia yaiko asy,
mboriahu ha mba’asy ñande retérehe okaru,
peína hasýpe yayu yaipykúi ypy tape,
ñande rayhúgui Tupa, ñandéve oheya va’ekue.
Guarani ra’y añete ohay’hu va’era heta
aniangáke yaheya pytagua oñembohory,
ha’ekuéra ñande yvy kuatiáre oyoguapa,
ha chokokue ra’y tee, yvy yre yapyta.
Karai, tera sykuéra, ha oiméva mita pyahu,
maymavaitéke yayuayu ñane mbarete hagua,
yaku’éke lo mita, ñanhendúke oñoñe’e,
iporamante yake, kokuegua tyre’y eta.
(De Sendero, N.º 125 del 26-V- al 9-V-1978)
CÁNTICOS PARA LA FIESTA DE KAAKUPE TORYPAPE JAKOI
Torypape jakoi, tiaguahé ha javya
ñandejara Jesucristo jaropurahei haguá
Haéco ñañe renoiva jaico haguá oñondivé
ha juachu porá vyápe ñañoputyvo mbaité.
Iñeeme Ñandejara ohesapé ñañe ñea
jaikuaaá haguá tapé jaipycui vaerá ha.
ORE PORIAHU VEREKO
Ore poriahuvereko Ñandejara.
Ore poriahuvereko Ñandejara.
Ore poriahuvereko, Jesucristo.
Ore poriahuvereko, Jesucristo.
Ore poriahuvereko, Ñandejara.
Ore poriahuvereko, Ñandejara.
LA LLUVIA EN EL TEJADO
Para mí la lluvia en el tejado
es una canción de cuna,
pero el pobre que es mi hermano,
para él la lluvia es fría, va filtrándose en el rancho
llena de barro su hogar.
Para mí el viento en noche fría
es nocturna melodía,
pero el pobre que es mi hermano
oye el viento con angustia
porque se filtra en el rancho,
llena de llanto su hogar.
Cómo puedo vivir tan sosegado
si en el día que pasó,
mi amor le mezquiné.
Cómo puedo ser feliz,
si al pobre que es mi hermano,
le cerré el corazón
y el consuelo le negué.
VIVIR ES AMAR Y LUCHAR
Vivir en paz no puedes si no hay libertad,
vivir feliz no debes si no hay verdad.
Seguir viviendo en el mundo actual
implica luchar por cambiar.
Luchar porque haya justicia y paz
porque haya más igualdad.
Amar, amar, sólo hay que aprender a amar,
y por amor debes defender la verdad.
Verdad del hombre que explotado es
como un vil animal.
Verdad del niño que sin culpa va
temblando en la oscuridad.
Llorar no fue nunca jamás solución.
Gritar, hablar no es más que el tiempo perder.
La luz de muchos te ha de alumbrar
en tu camino a tomar.
La fe tu mejor aliada será:
fe en la victoria final.
CANCIÓN DE PAZ
Voy por el mundo sembrando la paz,
llevo a los hombres un canto de amor.
Amor de hermanos sin odio y rencor.
Amor que traiga al mundo la paz.
Se oye en la noche un grito sin fin,
vienen llorando pidiendo la paz.
Dolor de hombres que mueren sin más.
Por qué la guerra, por qué la ambición.
Dicen algunos, vivimos en PAZ,
pero en el pueblo se da la OPRESIÓN.
La paz que oprime si no hay libertad,
silencio y muerte, la paz del temor.
LA, LA, LA, LA, LA, LA, LA, LA, LA (bis).
Yo gritaré no queremos esa PAZ.
VAMOS A VENCER
Vamos a vencer (ter)
al fin, al fin.
SIENTO EN MI CORAZÓN
SEGURIDAD
DE QUE VAMOS A VENCER
AL FIN.
Todo el mundo unido (ter)
al fin, al fin.
Démonos las manos (ter)
al fin, al fin.
No tendremos miedo (ter)
al fin, al fin.
Llegará la paz (ter)
al fin, al fin.
Dios está aquí (ter)
al fin, al fin.
FOOTBALISMO
Está bien que se den coces
a la pelota en las canchas
y que el pueblo se divierta
y se respingue a sus anchas.
Mas no llegue a la obsesión
de olvidar toda tarea,
y que para nuestros males
el foot-ball es panacea.
Si con la misma fruición
con que se juega un partido
se extrajese de la tierra
su gran tesoro escondido;
si con entusiasmo igual
se hablase de economía
para oponer fuertes diques
a nuestra eterna sangría.
Otra fuera nuestra suerte
en este gran remolino,
y veríamos más claro
los zarzales del camino.
La obsesión del footbalismo
no es un asunto local;
ha atrapado al orbe mismo
y es un delirio mundial.
Marzo de 1937.
R. Cienfuegos (Revista Notas, Asunción, Paraguay)
COLOFÓN
Nuestro pueblo es un pueblo magnífico. Su resistencia a los sufrimientos ha sido todas las veces sorprendente. Los terribles altibajos de su historia no le han mellado en lo más mínimo.
Dos guerras internacionales, incontables pugnas armadas, prohibiciones interminables, clima de no decaída sospechas, el perenne ir y venir como por un callejón sin salidas que es como decir sin esperanzas. La permanente furia de los pequeños dioses del país y del tiempo. El tiempo mismo como una increíble gabela.
En este ambiente, pues, los poetas, nacieron, persistieron y murieron. Flores no apacentados en la paz de los días. Los días, temibles caballos del apocalipsis.
Así los poetas se acostumbraron a sentir y a callarse. A callar y a ocultarse. A mal vivir y a no reconocerse.
¡Pobres mortales!
Ocultaban sus vidas. Ocultaban sus voces. Enterraban sus cantos.
Yo les he ido a golpear en sus puertas, a intranquilizarles en sus casas. Quise que se hiciesen ver, quise que me hablaran bien.
Muchos se mostraron parcos, otros se ocultaron prestos. A lo lejos, los que fingida o abiertamente colaboran para hacer florecer el silencio, se mostraban escépticos, con la pilla sonrisa de los envidiosos. ¡Ellos los más, cientos los menos!
Pero aún así.
Éste es un pueblo magnífico. Un pueblo lleno de rumores ocultos y de temibles clamores terrestres. Hijo del bosque y de la tierra, tañedor de la piedra, cernidor de la are na. Voz de sus muy numerosos y numerosos ríos.
Un pueblo lleno de poetas sin suertes, es decir, de poetas oscuros.
ENVÍO: Dejad que tengan voces. Dejad que tengan vidas. Que vayan derivando por todos los caminos, de pueblo en pueblo yendo, de puerta en puerta dando mensajes y verdades.
Que ya no oculten nada de toda su poesía.
Que marchen paralelas Libertad y Poesía. País-Poeta-Pueblo: ¡una sola persona!
FUENTE: EL TRINO SOTERRADO. PARAGUAY : APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. TOMO II AUTOR: LUIS MARÍA MARTÍNEZ EDICIÓN DIGITAL: ALICANTE : BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002 N. SOBRE EDICIÓN ORIGINAL: EDICIÓN DIGITAL BASADA EN LA DE ASUNCIÓN (PARAGUAY), EDICIONES INTENTO, [1986].