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MARÍA DEL CARMEN PAIVA

  DETENIMIENTOS, 1995 - Poemario de MARÍA DEL CARMEN PAIVA


DETENIMIENTOS, 1995 - Poemario de MARÍA DEL CARMEN PAIVA
DETENIMIENTOS

 
 
Edición digital: Alicante :
 
 
N. sobre edición original:
 
Edición digital basada en la de [Asunción (Paraguay)],
 
Arandura, [1995].
 
PRÓLOGO

Para hablar de la escritura de María del Carmen Paiva desde la voz que canta en estos Detenimientos, que no son otra cosa que «pausas sonoras» del agitado cosmos en el que navega su lacerado corazón, tendríamos que hurgar con inevitable morosidad en el cúmulo de palabras que articulan los conjuntos de versos que erigen, al final, este libro, para encontrar los signos develadores de su pungencia creadora. Porque bien lo dice Jacques Maritain en su célebre ensayo Situación de la Poesía: «Las palabras de que se sirve el poeta no pueden ser despojadas de su papel de signos sin privar a la poesía de su ligazón esencial con la belleza trascendental». Pletórica de signos, de símbolos que cifran su latencia esencialmente femenina, los versos labrados por esta mujer de excepcional sensibilidad llevan; en su intrínseco aliento, un halo de ternura sedienta por recomponer, a imagen y semejanza de su deífico amor, los sueños trizados por las pesadumbres. Pero sólo va acumulando retazos de recuerdos que trazan angustiosamente los filosos perfiles de la nostalgia. Y en esta paciente, sufrida tarea, un antiguo dolor puede cruzar fugazmente entre sus latidos, hasta hacerla decir, resignada y expectante:


Este espacio liso
no va más que un leve trecho;
cansancio que llena el tiempo
y pasa.

Vendrá de nuevo
el destello de las hojas apunto de caer,
y la melancolía
seguramente
se irá

Es indudable que María del Carmen Paiva tiene una voz singular, de resonancias casi místicas -como ya lo comprobamos en su primer libro El ángel escarlata-, como nacida desde el fondo del corazón, «la única fuente verdadera del arte», al decir del pintor y poeta alemán C. D. Friedrich. Y en puridad, cuando el poeta pasa del recogimiento poético, fuente de imágenes y formas, al ensueño místico, imágenes y formas se pierden, son bebidas por el silencio del alma como la lluvia por el mar. Este silencio se «palpa» en muchos poemas de estos Detenimientos, y hay veces -en la obligada relectura que nos imponemos para ubicar el temblor- en que ese silencio se nos aparece repentinamente, enmarcado en una inocultable tristeza, en una melancolía que nos envuelve de inmediato, que nos abraza hasta que sentimos, quedamente, la liturgia sacramental, catártica, renovadora, redentora del sollozo. Como ejemplo, leemos pausadamente los versos del poema «Aquella vez»:


En esta noche tranquila
en que huelgan reflejos rojizos
cuando solloza la leña,
me permito retornar
a la sensación del primer beso
bajo la escalera,
mientras lejos de nosotros
los astros presentían
este desierto que de ti me aleja.

Por sobre los duros y limitantes cánones de las formas y de la métrica, María del Carmen Paiva despliega su voz con sonoridad y sencillez de lenguaje, ilustrándonos; de paso, sus preocupaciones vivenciales: el amor, la tristeza, el abandono, el deseo, la ternura, la piadosa emoción por la condición humana. Es este un libro para ser leído con «detenimiento», con morosa vivisección de sus versos, para encontrarnos en cada página con la pureza, con la emoción punzante y a la vez gratificadora de una lírica impar en la poesía paraguaya contemporánea escrita por mujeres. 

 

 

SE DISTANCIA EL ÁNGEL ESCARLATA


a todos los que amé
desde el principio




MÁS TARDE



Después de todo lo pasado;





del desgarro inicial,





de las alteraciones demasiado tristes;





y de la abnegación visible





que me reconcilió con lo opuesto al olvido;





luego de esa batalla donde ardieron mis





      entrañas





hasta quedar esculpidas como





imagen de mi fatiga





en el exuberante cielo





de aquellos días;





más adelante





de las declinaciones en el anochecer





y de las propuestas que surgían





para aceptar lo que aún no puedo,





vino la aurora brillante,





con un vago contenido





de oficios desnudos;





con innumerables admiraciones





por el resto del mundo y de las cosas





que también merecían mi atención,





aunque sólo fuese como un desmayo





en la mágica esfera





y, soñolienta, aspirase un poco de frescura.










TRISTEZA



Es suficiente.




Desaparece ya




aquella palabra accidentada




que suele trazarse en las despedidas




y que traes desde quién sabe cuándo;




o tal vez




ella se arrimó




un día,




e iniciarse el vicio de acunarla.






El tiempo gasta las cosas,




y aunque continúes debajo de esos apartados




      astros




y de sol, con sus desbordadas alas de




      azufre,




sigues viviendo a pesar de todo esto




      y lo que ya ocurrió.




Mereces el nombre que te pone la vida




con su impulso imprevisto y desconocido.









MEDIODÍA, ENSUEÑOS



Oigo rumor de flores:




surgen del baldío, cerca del naranjal.




Exhalan humos dorados de puro sol.




Adormecen la ceniza de la siesta




y cubren mi lecho caluroso.






Voces que fluyen




de un río secreto.






Flores de sangre antigua,




de esqueletos dormidos,




de fugas precipitadas




y otras locuras efímeras.






Me doy vuelta y se me enredan las sábanas;




un indefinido fastidio me altera.




Voy a donde los lirios




y el pozo lleno de hierbas,




a mitigar el cansancio de los labios,




para no adormecerme en este perdido vigor.










CEREMONIAS



Aroma de lumbre y paja




recorre los pasadizos




que me pertenecen,




donde me albergo yo misma.




Se evaporan lentamente,




en el tiempo de los astros,




en una fugaz ceremonia de asombros.






Dos esmeraldas de fuego




me queman los ojos,




porque el adiós me pintó de verde las pupilas




desde que nací hasta el final, de los siglos.






Los metales del cielo




observan las aguas y el desierto.






Tal vez florezca una estrella.










ENTREACTO



Desde esta vulnerada espera




por las minucias, cotidianas




y más aún




desde el entusiasmo de ver




cómo serán los brotes del día




      siguiente




Me conmueven




la figuración de la lluvia en




      la noche precaria




y esta nueva alianza conmigo




y el mundo




a pesar de que la vieja tristeza




suscita todavía vahídos imprecisos.






Pero toda la vida es aguardar




digo allá dentro




mientras se elabora el oficio escogido




tramándolo con los sueños




que se hacen.










POSIBLE



Exhalan mis arterias




un pálpito de predilecciones;




colocan su melodía violácea




sobre tus párpados pintados de enigma.






Quién sabe si están tallando como yo,




desde su desvelo,




algún pedernal donde reflejar




aquel sueño tan esmerado




que alguna vez trató de ser.










PERSISTENCIA



No retrocedo





Esta noche, por ejemplo,





después de tanto rociar mi capilla





      de sombras,





resisto en la tenaz decisión de no mudar





lo que llevo voluntariamente en mis pupilas





fuego lacrado que me recuerda





una historia quizás siempre vivida.










RESERVA




En el silencio existe





una voz que se muda





desde la inadvertida custodia





del ángel





hasta el profético callar voluntario.





Y durante este tránsito,





relampaguea





la palidez do la palabra





que, ausente, admite evocaciones y advertencias.








ANTES



La humareda huidiza de la tarde





disimula tantas cosas;





también los soplos





acudiendo con cierta melancolía





y a la vez con un festivo temblor,





me sorprenden todavía,





como si ya fuese mañana.










SUJETA



Persisten esos hábitos




rozándome,




acostumbrados a enlazarme




como a una columna triste.






Nostalgia callada




que quiere abandonar, y no puede,




la sentencia que humedeció su historia,




y la palabra procesada




para cincelar la partida.






Convivimos.










RESUELLO



Aparece un hálito




que es apenas una evocación




de pétalos que se desvanecieron




alguna vez.




Huele a pasado papel de seda,




de aquellos que servían para envolver




      sombreros,




o a palisandro de mucho tiempo.






Súbito, con el instante se escapa.










FICCIÓN



Cañal espacioso como los gestos de los




      sordos,




jilguero posado, en la sortija retenida,




personajes evasivos en el lienzo tibio




      que me cobija.




Cintas y campanas enlazadas,




y un tren que pasa ligero




con rostros que no retengo.






Me despierto




en una hamaca blanca




rodeada de flores de monte,




flotando en la resolana.






Suspensa en un leve tiempo,




intento repararme.






Brilla y se derrite el follaje,




lejos,




la soledad.










DESVELO



Y me acostumbré




a permanecer como un ancla




en las horas inmóviles.






Candelas de la vigilia




entre el vértigo y el temblor,




de los párpados.






Fue sólo un insomnio,




pero estuve




en la eternidad




enhebrando imágenes.










EVOCACIONES, DESTELLOS


a los límpidos




EN EL REFLEJO DE AYER



Quisiera volver a besar tus ojos;




tal vez te ronde aún




esa sombra inmutable,




con el olor que despedías




a clavelina o a viejo libro,




o a grasa de auto (ya no me acuerdo).




Y tus manos sueltas,




llenas de olvido,




desprendidas del tiempo que pasaba.






Entre ambos




tantos años




y esta carencia de lágrimas




en el presagio de las hojas




que el invierno esparce.






Hoy quisiera regresarte




a partir de la lumbre sosegada




de mis días




y también de los tuyos.






No sé de nosotros




más de lo que el recuerdo pueda contarme,




pero crecimos,




y es probable que sepas todavía




que todo esto me gustaba,




como a ti mi desamparo,




y esa piedad que los dos sentíamos.










EN EL OCÉANO



Haber estado en ti




fue sumergirme en el mar;




tu boca tenía sabor marino.




Eras verde




como el ramaje del agua




que auspiciaban tus brazos.




Tu palabra navegaba




en mi vientre sofocado:




era tu gravedad.




Amaba tu voz,




permitiendo que la colocases




continuamente




en las honduras de mi cuerpo,




y me fuese con ella a tus misterios.






Me adherías ciertos velos,




sabiendo que me dejabas flotando,




lejos.




Sola, guardaba el agua de tus besos.










RESONANCIAS



Los años se van a algún lugar.




El reposo limpia los cristales




poblándolos de atenuado aliento




rítmico, como para recordar:




los besos bajo el mosquitero




(clandestinos, porque, ocurrían




bajo la parralera del verano),




la pregunta ansiosa que nunca llegó,




y las grietas de la vieja muralla




escondiendo mis conclusiones.




Fue formándose una cueva azul y fría,




donde continúan llorando las ofrendas




      devueltas.




Y los tesoros,




se contaron al oído cuando niña,




ocultos en un cofre transparente, amarillo,




atado con cinta blanca de organza,




como prenda de una lejana fiesta.




El apagón de la vela antes de dormir




y el curioso silbido del consuelo en la




      oscuridad.




Cada recuerdo tiene un nombre crepuscular,




porque son tristes y no vuelven.






El cielo de cobre del invierno está suelto




      por todas partes.










ENTRE LLAMAS



Estremecimientos,




mariposas muertas




que tamborilean en el corazón.






La soledad se posterga




mientras brota un fuego que consume




lo que encuentra,




hasta las cajas de cartón donde se




guardan los rizos del recuerdo,




el abanico desvalido y las fotografías.






Los brazos heridos se alzan sin tregua.




La sangre corre ligera,




el agua que sale de los poros




se convierte en una selva reciente de




llanto y de lluvia.








APROXIMACIÓN



Esta congoja





trasladándose





a un pálido ramo de hortensias





gastadas y detenidas en un cuadro,





cerca del piano,





entre proximidades y olvidos.










CUANDO INICIAMOS



Quedó desamparado




algún gajo violeta




en el vitral de tus ojos,




cuando el ocaso se consumía.






El arrimo de los astros




rozó nuestra impaciencia.










ALGO MÁS



Tu cuerpo y el mío,




en la escasa claridad de la alcoba




y la pasión entrecortada




por tímidos arrimos.






Encendida, sin embargo,




te buscaba fuera.




Adentro, las llamas;




más allá, la mirada.










LOS QUE YA SE FUERON



Ante mis ojos




los retratos de ayer, mirándome




desde su raída morada de papel




con aquella fugaz elegancia,




cada vez más distantes.






Hay en ellos




una especie de niebla amarilla,




olvidadas fragancias,




y sonrisas bajo las sombras de paja.






Y ahora parece que allí




alguno canta




volviendo canela la tarde.










SIGNOS SUELTOS



Se quebraron los luceros lejanísimos




en su pendiente vacía,




y me llegó su transparencia




de hielo y canto.






La noche resiste callada,




llena de insinuaciones,




hebras de humo y voces.






Qué predecir en este fondo,




con esos ecos desacostumbrados




y el cristal esparcido.








COMENZANDO A TALLAR



Cómo desdoblar las telas




que secaron el agua de mis ojos,




y modelar con la arena del pasado




desierto




un paraíso incipiente,




de continuos pedazos de cristal.






El sitio está dado




y la sustancia escogida.






Falta la ermita




y las velas que murmuren los cantos




de los ángeles que están aguardando.










UN FRAGMENTO DE CRISTAL



Sostengo un trozo de lo que se halla




      esparcido ahí, adentro:




esmeralda esculpida, distante,




donde fueron grabados los sueños.






Amanece en callada marea,




las intenciones se quiebran




al filo de la luz que las detuvo.






También está la piedra en el espacio




que cubre el jazmín y el aguacero:




memoria pegada para siempre




en la claridad del mediodía




y en el follaje entreabierto




como la boca que perdí.






Me pacifica saber




que permanece en un lugar perfecto




ese amor que se fue.










SOMETIDA A LA INALCANZABLE TRANSPARENCIA



Un espejo todavía radiante




diseña, poco a poco, la sombra de mis




      ojos,




me devuelve el celo que me reprende




y a veces, el fervor.






Entonces, recuerdo la historia




que me convirtió en una rosa vieja,




y la cinta aterciopelada




atando el amor y los cuerpos que fueron




      míos.






Allí está,




como si fuera una amapola desvelada.






Yo no sé si voy a deshacerme




de tanto mirarlo;




o es posible que me contagien sus deslices




      de siempre.









AQUELLA VEZ



En esta noche tranquila





en que huelgan reflejos rojizos





cuando solloza la leña,





me permito retornar





a la sensación del primer beso,





bajo la escalera,





mientras lejos de nosotros





los astros presentían





este desierto que de ti me aleja.









FLORILEGIO



Casi me embrujan





los vidrios rotos: esos de adentro,





invocando al amor que partió,





al que nunca vendrá.





De tanto escarbar





descubrí, asombrada,





cierta insistencia de piedad,





además de un lenguaje olvidado;





y quejas, como «no quiero»,





acabando con la blusa perdida





y la flor y el silencio que le siguieron.









APARICIÓN



Maripos




que te inquietas, desordenada,




en un tumulto




de historias aparentes,




de vez en cuando tomas formas de




verdad




y profetizas el desenlace.






Soslayas flores desamparadas




que desubican una letanía olvidada




      y huidiza.




Pequeñísimos cristales bailarines




inquietándose en la oscuridad;




tus alas, como sueños




llegan cabrilleando al corazón.









CAÑAL DE LA LUNA



En esta intimidad





hay una luna semejante





a un abismo quieto:





herencia, tal vez,





donde palidece la miseria





y se esquiva la mentira.





Allí se cuenta de la miel que brota





      del beso cierto





y de la flor del cañaveral.





Cuna que se muda a veces,





a las piedras del firmamento,





mientras la noche se destiñe





y el vidrio es nada más que transparencia





      del ser.









ENCUENTRO



Una pasionaria durmiente




en un libro dejado




en la vitrina de ayer,




hace mucho tiempo.




Por casualidad la encontré,




envuelta en un tul desteñido,




con clamor de «labios de rubí»




y satén en el blanco cuello.




Imagino el calor de la mano




que la sostuvo




y la pasión que prendió




en el pecho que ya no existe.






Es mejor que se quede allí,




no la puedo tocar.










ME APROXIMO


a quien me hubiese gustado
que me amase como soy.




SEGUIMIENTO



Qué hacer




con los fantasmas




íntimos.




Cómo desprenderlos




de sus chozas de encaje




que tienen hasta guirnaldas.




Los arrastro hacia el poniente




para que se vayan cuando llegue la




      noche.




Pero están allí,




sujetándose a mi lengua húmeda y




      dulce,




y de puro gusto me los devuelvo.






Persisten.




Creo que morirán conmigo,




si no me persiguen




adheridos a mi cola de novia,




alejándome por un camino sin fin.









SE DESLIZARON LOS AÑOS



Pasó el tiempo,




se desprendieron los días




abandonando sombras gastadas




como viejos vestidos de seda




y el esparcimiento de los cabellos




      al viento




galopó hacia el ocaso.




También se alejaron




las flores en la boca




para el hombre de mi sueño,




y aquel andar




con un balanceo suelto,




intentando atrapar




la pasión de un personaje inventado.






Se fue el tiempo primero.






Aun quedan el pudor y algunos misterios:




no sé por qué no los he descubierto,




y eso que tanto anduve por ahí




sujetando episodios y todo lo demás.






Cosas de los años que pasan.




Uno queda algo así como




perfumada y detenida




quizá un poco trémula.









DEMORA



Hay una larga permanencia





sin nada que hacer,





porque solamente resta esperar





mientras todo acontece,





y parece que esto fuera mejor.





Me distraigo





en el hueco de los acontecimientos,





con los propios deseos,





heridos los labios.





Los días transcurren y nada se altera,





o cambian poco, o muy despacio;





me dejo estar





en el ruidoso silencio de mi aljibe





solamente abierto





para los astros constantes.





En el brocal,





sería oportuno que algo tintinee





y me despierte, contenta,





después de una espaciosa noche.









EL SUEÑO DE LA CAMELIA



Por todas partes alas




que juegan conmigo




y emanan suspiros de tristeza




desde sus globos de pluma;




cometas transparentes




en órbita nocturna,




ojos ciegos que me atropellan.






Invento una nave de piedra




para que nunca navegue.






El sol acaba de encenderse,




y me dora blandamente




como a una dama bella




recién casada




y despierta.









TRAZOS CALLADOS



Qué, las palabras,





que acicalan las promesas





urdidas allá dentro





en un instante;





sinceras, desde luego,





pero probablemente efímeras.





Mejor es pensar,





y que los signos





permanezcan en el mareo del viento,





o que la lengua los hile





simplificando las intenciones.









ESTA TARDE



La espuma de tus ojos,




el enredo del follaje en tus pupilas;




el viento en mis lágrimas,




el deseo de besarte




en un sitio escondido,




el apuro de los pasos




en este abandono,




y nuestra sombra




en los zaguanes,




perdidas para siempre.






El chocar de los cristales




que se rompen en tu corazón




y en el mío.









ES ASÍ



Cada día que pasa




es encontrar un poco menos




lo que se busca.






El sol tiñe en las mañanas,




sencillamente, las cosas;




luego las deja




como pájaros abandonados




en un sitio conocido,




con la sensación




de algo distinto a la espera.






Entonces el sueño




se convierte




en lo que hubo de suceder




de todos modos.









HACE TIEMPO



Antes,




la malva aliviaba la pena




de la descompostura,




el romero perfumaba




el mejor arroz de la abuela




(con leche y limón lo disponía).






Los anteojos




descansaban al lado de un libro,




mientras la brisa removía




los versos que se habían quedado dormidos




con la tía Emma.






Una siesta adormilada




con aroma y toldo de parra




en la resolana de afuera.









LA LUNA ROJA ABANDONA AGOSTO



La bruma




escoge mis manos




para dibujar nostalgias




un poco cercanas




todavía.






Llamea el ocaso




sin transparencia




convertido en una quietud




inalcanzable




en su materia de ceniza.






Debo llorar,




pero no ocurre.






 



ENTRETANTO



Este espacio liso




no va más que un leve trecho;




cansancio que llena el tiempo




y pasa.






Vendrá de nuevo




el destello de las hojas a punto de caer




y la melancolía




seguramente




se irá.









TRASPASO



Todo se ha dicho




de diversas maneras;




aún así, la palabra se excede




con su tejeduría interminable




en la espesura de los trazos.




Fascinante, aparece




rotulando inventos,




conjeturas,




sueños.






Y queda engastado el pensamiento




como si se lo interpretase




por primera vez.









AJENA



Espuma de papel




y lápiz de seda




que resbalan en la noche




callada.






Apenas escucho




la tonada que se desvanece




antes de empezar.








ENTRETENIMIENTO



El viento juega





con las sombras en el piso.





Me congrego en ellas





mientras se va la vida





y las personas tienen prisa





por ubicarse en algún sitio,





quién sabe dónde. No importa.





Me afano posándome





en las cosas pequeñas,





me pierdo en ellas





un largo tiempo de invierno





asumiéndola para siempre.





Y allí permanezco





porque quiero.









MI PRIMER HOMBRE



Olía a varón





y su boca era salada.





Me abrazaba como a una mariposa.





Solíamos querernos





en el atardecer,





sentados en el sillón directorio





de la tía Higinia:





frente al reloj,





junto a los ruidos de la familia.





Todavía me acuerdo





cuando le esperaba:





él me traía besos iniciales.









TARDANZA



Por un instante





la vida se remansa





en el ancho silencio.





Cuando la dejo ir,





conversa con el viento





sin regresar,





con sus enaguas ruidosas,





eternamente blancas.





Me gusta cuando sucede:





se parece un caballo





arrimado al corazón





que luego se aleja ligero.





Pero su vigor permanece.









COSAS POR DECIR



No se han dicho aún





todas las cosas:





hay un silencio grávido





de palabras nunca contadas,





de regocijos y alumbramientos





extraviados,





y de nombres,





nombres por todas partes.





Todavía abunda la apariencia





escondida





y el pensamiento intocable.









INTERRUPCIÓN



No ocurre nada.




Tardanza de algo




y el sumiso aleteo de la sombra




que poco a poco se apodera




de mi cuerpo en el sillón,




bajo la parra.






Más tarde




comienza a soplar el viento




que debió acabar en agosto;




salpica hasta la pena




que dejé en el único árbol.






-Después de soportar este removimiento,




entro a la casa




para ultimar mis sueños.









EN LA SECA DE AGOSTO



No es que no lo quiera.




No me atrevo a lastimar el sentimiento.




Sin embargo




los besos no duelen;




eso sí, ya no serían los de antes.




Los tuyos, tampoco.




Pasó mucho el tiempo




que no fue nuestro.




Me parece extraño




amarte en la soltura de la noche,




solos,




sin historias,




en este lapso largo y vacío.






Aun amándote, no sabría cómo amarte.






Parece que estoy bella




bajo la luna fervorosa




junto a las flores de caña




mientras me pides un beso.






Tómame




hombre de mi último apresto




así cómo siempre quise ser




y soy ahora.






No digas palabras,




tu corazón late en mi pecho.






Antes de que amanezca,




cuando todavía




las estrellas nos evocan,




hagámoslo.




O dejemos que no suceda,




porque quizá sea mejor




haber querido.









ME DISPONGO A CONSENTIR



No quiero revelarme.




De cualquier manera,




que suceda el otoño




con su guante de gamuza gastada




y el invisible rocío de azufre en las calles.






El abrigo recién desperchado




con olor a naftalina,




y flotando el corazón por ahí




entre las hojas despojadas




en la vaciedad del alba.






Acceder




mansamente como el aire del este




sobre la pena que se despide.









JUEGO



Eso que piensas,




no lo dices.




Lo guardas detrás del espejo.






Miras como despojado




de todo lo que estás viendo;




de mí por ejemplo




Y andas por ahí




seguro de tu coraje.




Insistente, orgulloso,




tigre de tu espesura,




a veces te detienes




y muerdes mis mejillas,




dejándome llena de rubor.






 



DECLARACIÓN



El cielo está oculto.




Sabemos qué cerca de aquí fluye la




      corriente




con su cautiva voz campanera.




La arboleda circunda




el amor no concebido.




Llamea, lejos, el inicio de una tormenta.






Ya se altera el bosque




mientras estamos sentados en




      la hierba.




Tu mudez parece perpetua:




un poco por la timidez que te acongoja,




también por los años que te bordean.




Yo no me animo a decir




te quiero




de una manera distinta,




honda, como el mar ausente,




secreta.




Calladamente




somos uno




sin vocablos,




sin abrazos.






El tiempo nos empuja al fondo,




donde están los demás;




prontos para la cena.






 
 
 
 
Enlace al ÍNDICE de la versión digital del poemario DETENIMIENTOS en la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES
  • Prólogo
  • Se distancia el ángel escarlata: Más tarde/ Tristeza/ Mediodía, ensueños/ Ceremonias/ Entreacto/ Posible/ Persistencia/ Reserva/ Antes/ Sujeta/ Resuello/ Ficción/ Desvelo/ Evocaciones, destellos/ En el reflejo de ayer/ En el océano/ Resonancias/ Entre llamas/ Aproximación/ Cuando iniciamos/ Algo más/ Los que ya se fueron/ Signos sueltos/ Comenzando a tallar/ Un fragmento de cristal/ Sometida a la inalcanzable transparencia/ Aquella vez/ Florilegio/ Aparición/ Cañal de la luna/ Encuentro/ Me aproximo/ Seguimiento/ Se deslizaron los años/ Demora/ El sueño de la camelia/ Trazos callados/ Esta tarde/ Es así/ Hace tiempo/ La luna roja abandona agosto/ Entretanto/ Traspaso/ Ajena/ Entretenimiento/ Mi primer hombre/ Tardanza/ Cosas por decir/ Interrupción/ En la seca de agosto/ Me dispongo a consentir/ Juego/ Declaración.
 
 

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