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FERNANDO A. PISTILLI MIRANDA

  CERCA DEL AMANECER, 2001 - Poesías de FERNANDO PISTILLI


CERCA DEL AMANECER, 2001 - Poesías de FERNANDO PISTILLI
CERCA DEL AMANECER
 
 
 
 
HUGO FERNANDO ESTIGARRIBIA GUTIÉRREZ ,
 
 
NELSON ALCIDES MORA RODAS ,
 
 
 
 
Diseño de tapa: ANY UGHELLY
 
 
Diagramación y armado: Gilberto Riveros Arce
 
Corrección: Feliciano Peña Páez
 
Año 2001,
 
Intercontinental Editora,
 
Asunción-Paraguay.
 
Fuente: http://www.fernandopistilli.com
 
 
 
 
 
A MANERA DE PRÓLOGO
 
 
“...nadie sabía orientarse mentalmente;(...)
se subvertían las concepciones y creencias conocidas, y
el ciudadano sencillo sentía que todo estaba ya pasado
de moda. Si alguien hablaba de virtud, la respuesta era:
todo depende de lo que entiendas por virtud...”
H. D. KITTO
 
 
¿Cuál sería la salida a la crisis actual? ¿Existe alguna alternativa al sentimiento de desesperanza que agobia a nuestro pueblo? Altos niveles de desempleo y subempleo, ausencia de liderazgo, corrupción generalizada se repiten con monótona terquedad. Y la postergación de las soluciones a los problemas más urgentes como única respuesta. Obreros y campesinos, estudiantes y empresarios hacen oír su voz de preocupación y protesta hacia una coyuntura que parece intolerable. Hace unos días, la prensa se hacía eco de la angustia de veteranos de la guerra del Chaco donde no hacían sino reiterar el deseo de la mayoría de los paraguayos: soluciones ya, no más retórica vacía; propuestas concretas, no más populismo. La gente se ha cansado de tantas rencillas políticas; está harta de promesas incumplidas.
 
No caben dudas. Nos encontramos empantanados en una profunda crisis; que señala a un tiempo que parece desintegrarse produciendo vacío y desasosiego. Una crisis que es, debe advertirse, no sólo de carácter político o económico, sino, por debajo de todo ello, una crisis de convicciones fundamentales sobre lo que la ciudadanía creía era la democracia: una mejor forma de vida. Y está siendo desilusionada. La sacudida no es para menos, la ansiedad posee sus razones...
 
Pero no entraña sólo eso. La circunstancia es más delicada aún. Para aquellas generaciones que crecieron y lucharon contra el autoritarismo infame y, sobre todo, para aquellos jóvenes que dieron su vida por la democracia ante la reciente amenaza fascista, todo un sistema de creencias está en juego. Si la democracia nos pone en esta situación crítica, sin darnos una respuesta satisfactoria, ¿deberíamos entonces dar razón a la nostalgia? ¿A aquello contra lo cual luchamos y que pretende que todo tiempo pasado fue mejor? Nada es más ajeno a la verdad. Yo soy un convencido de que la democracia como forma de gobierno y de vida es infinitamente mejor que cualquier dictadura o sistema presuntamente mesiánico. A pesar de todo.
 
Y aquí están estas reflexiones rigurosas, lúcida mirada de intelectuales compatriotas que Cerca del Amanecer muestran y reafirman, creo yo, aquella convicción: una democracia, políticamente estable, económicamente eficiente y, sobre todo, moralmente saludable es el mejor antídoto contra el peligro de recaídas autoritarias, la mejor ruta hacia la plenitud de un desarrollo humano integral y sustentable. Dicho camino democrático no es, no obstante –y lo experimentamos día a día-, fácil ni automático. Exige marchas y contramarchas, pensamiento y reflexión, acción y compromiso. Tampoco será perfecto el producto final, pues permitirá siempre un ir más allá.
 
Pero ese poder ir más allá es precisamente lo que hace fascinante la travesía. Es el gran desafío –como diría la tradición que nos viene de los griegos- de hace que los gobernantes sean “elegidos, no por su linaje ni su fuerza, sino por su capacidad y virtud”. Así, la democracia es una ruta de profundización, de lucha contra nuestros límites, hacia lo que nuestro ser puede llegar a ser en libertad. En es peregrinar debo insistir en recordar que hay noches, algunas de luna llena, otras de tormenta, pero también amaneceres de soles brillantes. Un amanecer de ese tipo –uno nuevo- es el que nos anuncian los autores de este libro.
 
Este texto, como sugiere una leída atenta a través de sus páginas, Cerca del Amanecer aspira a ser un nuevo comienzo para nuestro país a inicios del tercer milenio. Instila esperanzas, provoca el debate honesto, abre las puertas de la mirada reflexiva y autocrítica a cuestiones relevantes, más allá de las insulsas e inútiles rencillas politiqueras de las que el pueblo está cansado. Con una tesis, reiterada y lúcida, se topará el lector cuando lo tenga entre sus manos: la crisis de nuestra democracia no es meramente formal, institucional o jurídico-política, sino algo más: es espiritual, mental; es cultural, nace de la descomposición de una realidad más profunda, brota como sangre de una herida lacerante en nuestro ethos moral. Y exige un ir más allá del mero politicismo, demanda la elaboración de utopías, el juego libre de los sueños.
 
Así, el análisis y las propuestas de Benjamín Fernández Bogado, Hugo Estigarribia Gutiérrez, José María Ibáñez, Nelson Mora y Fernando Pistilli, desde distintas experiencias de vida y circunstancias profesionales, apuntan hacia esa idea central: crisis de inteligencia, orfandad de liderazgo, ausencia de responsabilidad moral, carencia de visión para realizar una nueva utopía...Cerca del Amanecer. Como que la memoria de aquello que el helenista Kitto nos cuenta de los años de crisis democrática de la antigüedad griega se hubiera reencarnado fatídicamente entre nosotros. Un tiempo –aquél y también el nuestro- en donde “...nadie sabía orientarse mentalmente” y “las concepciones y creencias conocidas” eran socavadas, lo que hacía que “el ciudadano sencillo sintiera que todo estaba ya pasado de moda y, si alguien hablaba de virtud, reaccionara diciendo: todo depende de lo que entiendas por virtud”. ¡Ahh, nuestro trágico cambalache politiquero!
 
¿Cuál es la tarea inmediata, cuál nuestro compromiso? ¿Un nuevo edificio jurídico, cambio de estructuras sociales? ¿Algún nuevo modelo de Estado? Todos esos temas el lector encontrará en este libro que debe ser, espero, una herramienta indispensable para abrir un diálogo sereno pero apasionado, crítico pero constructivo, actual pero abierto hacia el futuro de nuestro país. Es que “el país necesita convocar a sus mejores talentos y conversar sobre algunos de estos temas de forma más profunda”, nos señala de manera lúcida Benjamín Fernández Bogado; pues “los medios requieren de gerentes y operadores más resueltos a entender la complejidad del cambio y la responsabilidad individual en el mismo. Eso no se delega y si se espera que los demás lo hagan por nosotros, estamos seguros que todo continuará igual y empeorando”.
 
Los mejores ciudadanos que hagan de su preparación para la cosa pública un apostolado. Como señala Hugo Estigarribia: “Un médico pasa siete años de estudio a tiempo completo de estudios y pasantías y luego se le exigen varios años más para convertirse en especialista. Sin embargo, la transformación social y otros campos políticos son mucho más complejos que la medicina. Si pensamos un poco y no nos permitimos caer en los hábitos convencionales, no tenemos más remedio que asombrarnos por el hecho de que a los políticos y altos funcionarios del gobierno no se les exija un largo entrenamiento y aprendizaje, por lo menos al igual que los médicos”.
 
La cuestión, entonces, “no es cómo – afirma en el mismo sentido Ibáñez-, sino con quiénes”. “La crisis que vivimos es, ante todo, una crisis moral e intelectual y no por razones económicas; nuestra crisis socioeconómica es una consecuencia de nuestra crisis de liderazgo y de inteligencia en nuestras élites. Los paraguayos estamos desmoralizados porque no confiamos en nuestras élites de dirigentes e, incluso, cada vez menos en nosotros mismos...”. Y Nelson Mora no es menos categórico al respecto. Es que “el nombramiento de los funcionarios en razón de motivos clientelistas – nos advierte- tiene importantes consecuencias en términos de legitimidad y eficacia, pues quien dirige al funcionario y lo controla no es su superior jerárquico, sino su superior político”.
 
Nos hemos quedado huérfanos de una visión de futuro. Pero son justamente esos: los momentos, tiempos de crisis, cuando se necesitan líderes de inteligencia clara y sobre todo con capacidad organizativa para anunciar el nuevo amanecer. Esa es la dimensión que el lector no debe perder de vista al leer este texto. Nuestra crisis puede generar, paradójicamente, una reacción positiva. Hacer peregrina nuestra conciencia de vagabundos. Crisis significa también momento decisivo de replantear las cosas, no sólo desenlace y declinación, sino el “ver” el nuevo amanecer.
Es que, se pregunta Fernando Pistilli, “¿por qué es malo soñar y ser idealista? ¿Qué nos ofrece la democracia¿ ¿Cuál es el país alternativo, alegre y desafiante, frente al autoritario, gris pero seguro? No respondimos esas preguntas y allí reside para mí la responsabilidad de los intelectuales en Paraguay, de no diseñar utopías. Preferimos que nuestras diferencias nos separen, a que nuestras afinidades nos unan. El costo fue caro. Dos oportunidades pasaron. Muchas otras pasarán, si los que “pensamos” no encontramos en las ideas soluciones y sólo seguimos buscando huesos perdidos. Devolvamos a las palabras su sentido, descentralización, potenciar las identidades locales; integración, un espacio para nuestra cultura; universidad, pluralidad, política, participación, democracia, la mejor forma de vida; futuro, desafío. Diseñemos utopías”.

Capacidad y preparación, diálogo y compromiso, repensar el camino, inventar nuevos liderazgos, imaginar el futuro, serán entonces los ingredientes principales de ese nuevo amanecer que nos predicen los autores. Todo ello apuntando, estaría por demás recalcar, hacia un verdadero cambio, a hacer lo que la democracia pueda y deba ser: virtud y arte de encuentro humano, descubrimiento de nuestra común dignidad de peregrinos hacia el bien común. Peregrinos, exactamente, no vagabundos. El vagabundo solo deambula sin rumbo. El peregrino, en cambio, a pesar de la dificultad de la travesía, sabe dónde ir y está consciente de cuál es su destino.
 
 
Una época en crisis posibilita entonces que un pueblo reflexione......
 
Se trata de un texto, finalmente, para leerlo con detenimiento y pasión, optimismo y celeridad, propia en un país que necesita urgentemente redescubrir la grandeza del camino comenzado en 1989. Que no sea más el país al que alguna vez lo bautizara Eusebio Ayala como aquel en donde “te perdonan todo, menos el talento”, sino al contrario: un país donde se premien la capacidad, la honestidad y la eficiencia y se castiguen la corrupción, la delincuencia, la indiferencia hacia las injusticias sociales. Sólo así la democracia será lo que debe ser: ¿Sería ello acaso pedir la utopía? Bueno ¡y qué...! Es nuestro deber el soñar ya –al decir de los autores- Cerca del Amanecer, antes de que sea demasiado tarde.
 

MARIO RAMOS-REYES
 
Kansas City, junio 2001
 

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