EL POLVO ENAMORADO y CÓMO
EL POLVO ENAMORADO
I
...Aquí estuve. Aquí estoy. Fue un tiempo del cual jamás
hubo memoria,
-porque la tuya con la mía son una-.
Pero yo sé que estuve, y mi estatura
ahora es perímetro de huertos.
Yo estuve y sé que estoy. Yo bato el inaudible tambor
de un antiguo latido
en el ladrillo del patio, en la corteza del árbol cejijunto,
en la gotera ciega como el beso;
en la danza del polvo
que en la raya del sol sonámbulo enloquece.
Yo estuve y yo regreso. Por siempre enamorado
como el viento la lengua lastimada
aprendo nuevamente el dócil canto de la primera cigarra,
el crepitar de la minúscula tijera de la hormiga
o debajo la lengua del más tibio cordero
suscito la voz blanda de la primera súplica.
Yo estoy y sé que estuve. Yo inauguro
hoy el canto olvidado en la reseca gárgola,
y en tus labios el pozo de tu primer olvido.
II
Hoy lo aprendí. Vivir es olvidar todo,
y morir aceptar que todos nos olviden,
para que nadie muerda con angustia los frutos
ni se desmaye de dolor al ver volar un pájaro.
Recordar es dejar colarse en nuestro pecho la mano
que reclama
el préstamo primero,
y el que recuerda ya no puede
soñar que bebe toda el agua que su sed necesita;
ya no puede tener su muerte pequeña por entero.
III
Inmemorial jornada donde los soles funden su río interminable,
donde los ríos cuelgan sus aortas como efímeros cometas,
y los árboles siempre prisioneros
dan vuelta a tierra y cielo, al otro lado azul de todo viaje.
Inmemorial periplo donde aurora y ocaso sangran un solo parto
y la arena murmura al final su miseria pequeña
con la lengua infinita de la espiga.
... Jornada
madurándose en rayos como la nube, abriéndose
cual la granada de oro de las noches.
...Inmemorial vigilia.
IV
Donde pones tu pie, yo estuve, estoy. Te apoyas en mi pecho
y te sostengo.
Me alzas en tus manos al cortar el primer crisantemo,
cuando tus sienes mojas yo te lavo para tu diaria muerte.
Mis dedos abren en tus manos las puertas y saben el
número exacto de tus pasos;
mis pies suben a veces por tu espalda al tobogán del calofrío.
Duermo la siesta sobre las colinas
cobardes de tus rótulas
y en la feral quebrada de tus ingles acecha mi desvelo.
V
Arriba. Arriba. El sueño era un engaño,
la hamaca un espejismo
y el descanso una estafa. Levántate, camina, porque
son muchas jornadas,
y viático tramposo el puñado de tierra que brindaron
a tu hambre.
Levántate e ingresa en el coro sin noche y sin descanso,
y pide a Dios por un trébol de cuatro hojas, una semilla curativa
por una sombra acogedora,
y hasta por una piedra que refugie a un gusano o
sueñe en el montón que atesoran los muertos.
Pide por una lluvia benéfica, un racimo
a punto madurado, un trago fresco.
VI
(Pero te son acaso consultados tus deseos?...
¿Alguien escribe con letras de piedad tu memorial de súplicas?...
¿Pidieras tú en lugar de la violeta el cacto,
el puñal mejor que el cáliz,
en vez del agua fresca el sorbo de veneno?)
VII
Tal vez pidan por ti la flecha, el ala, la hélice.
Acaso la corteza de taciturna máscara.
Tal vez la mariposa funámbula del aire.
Tal vez te espere el mar, la vela, el témpano;
aleta aguda, anémona quemante,
fluorescente medusa, barroca caracola,
laberinto moreno de las algas,
flanco vertiginoso de torpedo asesino.
Ay, todo menos eso: seguir siendo
polvo, por siempre preso, en la trampa mineral implacable.
Cadena. Exilio. Cárcel. Extrañación. Castigo.
VIII
Levántate, Camina, Y no te quejes,
tú que hablaste de amor, porque el amor es esto:
un descanso imposible, un más allá en perpetuo reto,
. un viaje nuevo
tras de cada jornada insuficiente.
¿Qué vida nuestra vida, si todo lo engendraste todo,
. menos el hambre de otras vidas.
Levántate. Camina, porque el amor que se sacaba
las carnes como seca el sol los herbazales en enero.
Esto el amor. Seguir tu forma inacabada,
sonámbula por todos los corredores de la muerte.
IX
Entre tanto, levántate. Camina.
No llores el amor que estuvo en tus mejillas claras, que
corrió por los mapas celestes de tu sangre,
porque ese amor te citará al regreso.
El ha de levantar tu polvo de noche entre los muertos
-hijo de nuestra oscura llamarada-
para darle otra vez una sed del tamaño del cielo.
(Ojos de uva al mediodía,
manos como estrellas abiertas a tientas en lo oscuro,
pasos midiendo bosques de olvidadizas hojas).
Levántate. Camina. Mundo de encendidas abejas,
tu pulso perdió voz y mirada. Es solo amor, tan sólo
amor. Amor tan sólo.
X
Mira bien el otoño manojo de rotos tulipanes
matadero de soles. Porque en él volverán a quemarse como
polillas tus deseos.
Mira bien los plantíos, donde septiembre alza verdes vapores
tiernos;
porque ellos levantarán el índice de tus tapiados pasos.
Y no llores en demasía la tarde que se te va cargada de preguntas,
como fruto de fuego con la vedada almendra;
porque hasta la última de ellas te será contestada
y aunque tú no lo quieras ha de llenar un día
el largo y ancho de tu muerte
la verdad que ha de darte su nombre de una vez para siempre.
XI
Otro sorbo de amor. Y la nostalgia crece,
la nostalgia que anuncia la claridad lejana.
Ah. Cómo cuesta, polvo,
dejar este amor duro, esta hambre de los huesos,
esta sed de cintura,
y cambiarnos un día
por la paz sin dolor, sin angustia, sin sueños, sin recuerdo.
CÓMO
Ay, cómo abrirte este dolor de llaves,
en soledad de pulso amurallado.
Lo que ya se llevaron, cómo darte,
sueño, renunciación, ausencia, olvido.
Cómo franquear a tu clamor las puertas
tras las cuales murió crucificado
cada latido virgen de tu nombre,
desposado no obstante de tu imagen.
Cómo agotar la senda de la ausencia,
el rumbo del viaje jamás hecho,
las jornadas cautivas del suspiro.
Ay, cómo en ascuas recobrar ceniza,
y de la piedra absorta hacer el nardo
que se encienda a la orilla de tu sangre...
OPINIONES SOBRE LA AUTORA
El gran poeta argentino ROBERTO JUARROZ escribió en el prólogo de INVENCIÓN DE LA MUERTE, de JOSEFINA PLÁ, entre otras cosas: "Estos poema., vienen a crearnos la muerte; no una muerte muerte o por morir, sino una muerte viva y que no muere; una muerte real. Para crear esa muerte, Josefina Plá como todo poeta verdadero ha debido previamente realizar la gran paradoja: crear antes la vida. Y ha debido también como todo poeta, inventar sus símbolos y vestirlos con la alta desnudez de lo más vivo. Tres cosas nos sorprenden primariamente en ellos: su pura autonomía, el ángulo de penetración de sus imágenes y su extraña calidad de vertebración concreta...". Por su parte, ROQUE VALLEJOS, en su libro JOSEFINA PLÁ. CRÍTICA Y ANTOLOGÍA (La Rural Ediciones, 1995), a partir de una pregunta de HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ referida a la poetisa ("¿Por qué se afana en tantas imposibilidades esta artista, a sabiendas de que cuanto quiere es irrealizable?"), dice: "Se podría contestar que todo auténtico poeta es ser irrealizado, ontológicamente insatisfecho -sorbo de infinitud nunca acabado de beber albatros baudelairiano, pero apuntaría a un solo lado de la verdad, el lado del dolor, el no gozoso y no encalmado. Mas, existe, a su vez, el lado radiante, el de las "mesetas espirituales" de que habló la insigne chilena Gabriela Mistral, el que alumbró con "lenguas de diamante" Juana de Ibarborou, el del "cántico" entonado por Jorge Guillén, el del "alba del alhelí" de Rafael Alberti. Aquel es el lado forzoso de la verdad, éste el lado contingente. Por lo menos, así lo entiende Josefina Plá, que hace del desconsuelo un tema-objeto de sus contemplaciones estéticas. Y en esta mujer vital pero trágica, la "paradoja existencial" no es un recurso intelectual sino su modo de estar en el mundo con las cosas. El duelo y la melancolía con sus fantasmas reales en un caso, imaginarios en el otro, custodian su ciudadela poética bañada por "luz negra", inaccesible ella a la luz "natural", la prosaica y "dudosa luz del día".'
Más adelante, VALLEJOS hace una síntesis del aporte cultural de JOSEFINA PLÁ con estas palabras: "En las entrañas mismas de la América del Sur, un país ha conseguido vencer el grado de ajenidad -o marginación- al que se hallaba supeditado debido a factores de diversa índole gracias a la labor tenaz de Josefina Plá. Ella se alza, excepcionalmente, detentando una múltiple actividad que cubre los campos de la creación y de la investigación cultural. La tarea ha sido ardua. Algunos pueblos continúan esgrimiendo, frente al extranjero, cierta capacidad agresiva de recelo. (...) Un amor constante -casi enconado a fuerza de ser pasión- permitió a Josefina Plá abrirse camino en una sociedad que le oponía obstáculos, y lograr echar raíces en ella, acuñar su carta de ciudadanía local sin trámite legal alguno. En un constante empeño por rescatar a su patria adoptiva del oscurantismo y de los falsos preconceptos basados en erróneas y apresuradas valoraciones, buscó desentrañar los orígenes auténticos de la cultura paraguaya en su más apreciada medida, pues tal tarea la llevaba a reencontrarse con la huella espiritual de España, siendo ella misma un hilo de su continuidad".
HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ se refiere a LA NAVE DEL OLVIDO de JOSEFINA PLÁ, en su libro POETAS Y PROSISTAS PARAGUAYOS Y OTROS ENSAYOS (Ediciones Mediterráneo, Don Bosco e Intercontinental, 1988) en estos términos: ".. . Josefina ha reelaborado el mito de Tántalo, pero atribuyéndose más tormentos que los sufridos en el infierno por el hijo de Zeus: al sacrificador de Pélope se le alejaban solamente el agua y los frutos del Hades; de Josefina, en cambio, todo se aleja hasta el punto de que se convertirá la poetisa en un ser cuya esencia será estar de todo lejos: acaso del Cielo y del Infierno. (. . .)Y lo curioso es que esta excelsa lloradora de la vida, en su no mitigada quejumbre de la suerte, en su amor cenizoso de la muerte, sea un ser de prodigiosa vitalidad, un ser en quien la energía creadora, en múltiples empresas de cultura, ha exhibido siempre asombrosa fecundidad". En el mismo libro, en otro estudio dedicado a LA LÍRICA de Josefina Plá, Rodríguez Alcalá dice: "En el universo poético de Josefina Plá la resignación religiosa se desconoce. La resignación cristiana y la ataraxia estoica. Dios mismo está ausente en el vasto, triste paisaje de su lírica. (Salvo en un poema titulado "Quienquiera que Tú seas" de La llama y la arena). (. . .) La rebeldía desafiante de nuestra poetisa rechaza todo consuelo religioso o filosófico en lo que atañe a la finitud de su ser, en orgullosa terquedad, y en ese dolor de querer más de lo que puede y en no aceptar su finitud, arraiga el ímpetu de su desesperación, de su sentimiento trágico de la vida”.
AUGUSTO ROA BASTOS dice a su vez respecto de la obra poética de JOSEFINA PLÁ: "He aquí una poesía ardiente y despojada, como pocas en el panorama de nuestro idioma, propenso, ya lo sabemos, en todos los géneros de elaboración literaria, al despliegue de las formas en desmedro de las intuiciones esenciales. La fuerza y la significación de esta poesía, en cambio, proceden de profundas excavaciones en carne viva de sus experiencias y vivencias fundamentales, radican en la extrema condensación de sus elementos. De ella sí puede decirse con verdad que arde en su propio fuego, crucificada, más también levitada sobre el foco de su enigma central: esa obsesión que llena todos sus sueños y vigilias con la trémula opacidad de lo intransferible y que desde lo hondo de sí busca comunicarse, trascender, hacerse comprensible".
Fuente: 25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Compilación y selección: SUSY DELGADO - Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2005 (389 páginas).
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