JOSEFINA PLÁ (+)

EL REY QUE RABIÓ - Teatro de JOSEFINA PLÁ

situación
EL REY QUE RABIÓ - Teatro de JOSEFINA PLÁ

EL REY QUE RABIÓ

(TONTERÍAS DE GRANDES PARA CHICOS)

Teatro de JOSEFINA PLÁ


PERSONAJES


CARALAMPIOXLVI,

REY

LA REINA

LA PRINCESA

DAMAS 1ªY 2ª

PAJES 1°, 2°, 3°, 4°, 5° Y 6°.

CHAMBELANES 1° Y 2°

RAPABARBAS

PRÍNCIPE RUPERTO

MINISTROS 1° Y 2°

COCINERO JEFE

COCINEROS 1º, 2° Y 3°

CABALLEROS 1º Y 2°

FÍSICO



JOSEFINA PLÁ

Doña María Josefina Plá Guerra Galván nació en Isla de Lobos, Fuenteventu­ra (Islas Canarias), España, el 9 de noviembre de 1903. Llegó al Paraguay en 1926, junto a su esposo, el ceramista paraguayo Julián de la Herrería. Escribe ese mismo año en la revista Juventud, vocero de las jóvenes postmodernistas. Fue la pri­mera periodista, ceramista, locutora radial y dramaturga del Paraguay. Junto a su so­brino, el poeta Hérib Cam­pos Cervera, encabezó el movimiento literario llamado Vya Raity (Rincón de la Alegría en lengua guaraní) durante la década de los 40. Allí introduce la poesía de vanguardia junto a noveles poetas como Augusto Roa Bastos, Elvio Romero, Oscar Ferreiro, entre otros. Además, bajo el seudónimo de Abel de la Cruz realiza grabados en madera.

En 1948 redacta la carta fundacional de la Escuela Municipal de Arte Escénico, de la cual fue asesora literaria, y profesora de Historia del Teatro, Análisis de Obras, Análisis del Personaje, Teoría del Teatro. Su obra dramáti­ca incluye más de cuarenta piezas, de las cuales siete fueron escritas en cola­boración con Roque Centurión Miranda: Episodios Chaqueños (1932), Desheredado (1933-34), La hora de Caín (1938), Aquí no ha pasado nada (1941), Un sobre en blanco (1941), María Inmaculada (1941) y Pater Familias (1941). Su pieza más conocida a nivel internacional es Historia de un número (1948-49), obra en un acto y representada en varios países e incluída en antologías de teatro breve.

Durante el año 1950 terminó sus piezas infantiles bajo el título de Tonte­rías de grandes para chicos (inéditas). Son cerca de cinco obras para niños que se encuentran -al parecer- perdidas.

Ganó varias veces el Premio de Radio Cháritas en sus concursos de obras dramáticas. Escribió la primera ópera nacional: Porasy junto al músico Otakar Platil. El CELCIT (Centro Latinoamericano de Experimentación e Investiga­ción Teatral, con sede central en Caracas) le otorgó el Premio Ollantay a la investigación teatral en 1984. Recibió dos doctorados Honoris Causa: uno de la Universidad Nacional de Asunción y otro de una universidad ibérica. Igual­mente recibió la Orden de Dama Isabel la Católica del gobierno español, el premio Mottart de Literatura de la Academia Francesa y el premio de la So­ciedad Internacional de Juristas por su trabajo a favor de los Derechos Huma­nos. En 1994 recibió la Orden Nacional al Mérito en el grado de Comendador por parte del gobierno paraguayo. En 1998 el Congreso Nacional le otorgó la ciudadanía honoraria. Fue varias veces postulada por el Paraguay al Premio Cervantes.

Su obra abarca la creación literaria, la historia social y cultural, la cerá­mica, la pintura, la crítica de arte y la dramaturgia. Por estas razones Josefna Plá es considerada el más alto referente en materia cultural del Paraguay del siglo XX. Su obra literaria fue donada por la autora a la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Su producción ceramística fue legada al Cen­tro Cultural Español Juan de Salazar. Falleció en Asunción el 11 de enero de 1999.



PRIMER ACTO


ESCENA I

(Cámara real en el palacio de Caralampio XLVI, rey de Tontinia, cerrada en sus tres costados por cortinajes. Practicable a centro izquierda, centro derecha y foro. Trono de 26kilates, monumental. Escabeles no monumentales. pero sí lujosos; alguna alfombra que valga la pena. En primer término izquierda, báscula tan monumental como el trono. El telón se levanta sobre la escena desierta mientras adentro suena un timbal, una trompa o cualquier otro instrumento de equivalente dignidad premonitoria; apenas agotada la vibración; comienza a entrar por izquierda gente con el orden y forma que se expresa. Ministros 1º y 2º, chambelanes 1º y 2º portando aquel, el manto y este la corona real (otro monumento del vil metal); pajes 1º y 2º con toalla y aguamanos; rapabarbas, pajes 3º y 4° portando este un hacha, aquel un hacha no pequeña. Los personajes se adelantan con rítmica premura, indicio de la inminente aparición del rey. En efecto, apenas se han alineado, la cortina del fondo se agita como si detrás maniobrara un ciclón, y aparece por el practicable, no sin dificultades, Caralampio XLVI rey. Es un hombre de gor­dura extra superlativa, que para caminar se ve obligado a avanzar primero el flanco derecho y luego el izquierdo, pues ambos se ven obligados a un tiempo que no lo permite la mecánica espaciad. Viste una túnica según época que no contribuya esbeltizarlo. Se detiene prendido aún a la cortina y despliega un bostezo prodigioso. Después, apartándose las greñas del rostro, mira su trono con ojos reminiscentes).


REY: Aaaah... No hay placer como el dormir... a no ser comer.

(La concurrencia toda se ha doblado hasta el suelo resultando de ellos una suma de ángulos diedros menos dos rectos que .son el cocinero jefe, casi tan gordo como el rey, y que no puede doblarse por razones ecuato­riales y el ministro2º que aunque flaco, es tan viejo, que las bisagras ya no funcionan.) Estentóreos aunque bondadosos, verticalizaos... (todo el mundo vuelve automáticamente a la vertical menos ministro 2° que tarda una hora 45 minutos en volver a una normal relativa. El rey se adelanta hasta el centro de la escena. Luego se dirige a la báscula. Ministro 1º acude inmediatamente a atenderle).

MINISTRO 1º: (majestuoso) Doscientos cincuenta y cinco kilos.

MINISTRO 2º: ¡Cinco kilos de aumento esta semana, Majestad!

REY:¡Pschs! Una bicoca. Mi aumento medio normal es un kilo diario. (Baja de la báscula y con la misma nonchalance se dirige al trono, donde .se sienta. Al momento acuden paje ]º y paje 2º . El 1º mo­jando un poquito de la toalla en la palangana del 2º lava la cara de su majestad, no sin que este haga una serie de muecas hidrofóbicas. Luego le lavan las manos, siempre con una toalla, y no sin muecas de parte del rey. Reverencias profundas y se apartan pajes 1 °y 2°, retirándose por izquierda.)


ESCENA II

(DICHOS, MENOS PAJES 1º y 2º)


RAPABARBAS: (Se adelanta .seguido por pajes 3ºy 4º con una reveren­cia) Humildísimo solicitovuestra venia, Señor. ¿Afeitada, Majestad? (El rey reniega con la cabeza) ¿Recorte de bigote,Ma­jestad? (El tal bigote no existe; es un espejismo) Os recortaré el pelo entonces.

REY: Eso sí. Este mechón (alude a uno que le cuelga sobre el izquierdo y le llega a la boca). Ayer comiendo se me metió en la boca y cuando me iba a dar cuenta, me hacía cosquillas en el apén­dice. Muy desagradable. Corta, corta.

RAPABARBAS: Con nuestro inefable e inasible permiso, Ma­jestad (hace un signo al paje 3º,que se aproxima con el banquito chico como el que usa Sila Godoy para el pie cuando toca la guitarra. El paje3º se arrodilla colocándose el banquito sobre la cabeza al lado del rey. Rapabarbas ase el mechón, le tiende sobre el banquito, toma el hacha de la bien surtida bandeja que le presenta el paje 4°, y de un golpe corta el mechón a Caralampio y la respiración al pobre paje 3°, que cae de espaldas, traumatizado. El rapabarbas alza, reverente, el mechón real.) Ya está.

REY: (Hace un signo al ministro 1° que acude a recoger respetuoso, el mechón) Ya sabes su destino.

MINISTRO 1°: Sí, Majestad. A su Majestad la Reina para relle­nar un osito. (Se lo guarda en el pecho.)

REY: Muy bien (se retira Rapabarbas con paje 3ºy 4°; aquel todavía dando traspiés.)


ESCENA III

(DICHOS, MENOS RAPABARBAS Y PAJES 3° Y 4°)


CHAMBELÁN 1°: Con permiso, Sacratísima Majestad. (Le echa por los hombros tres kilómetros cuadrados de terciopelo carmesí, sem­brado de estrellas.)

CHAMBELÁN 2°: Con todo el respeto debido a su Señorísima Majestad (le encaja en los parietales la corona.)

REY: (Satisfecho se mueve en el trono. El trono a su vez se mue­ve con él pues se le ha adherido a las caderas como concha de caracol). Me siento reconciliado con la existencia. Algu­nos días da gusto vivir. (Chambelanes 1º y 2º han vuelto a sus pues­tos.)

MINISTRO 2°: (Adelantándose con un memorial inconmensurable.) ¡Sacra y justiciera Majestad!

REY:¿Es absolutamente preciso que sea ahora, Bertoldo? ¿An­tes de probar bocado?

MINISTRO 2°: Absolutamente preciso, Majestad. La tradición, la costumbre así le ordenan.

REY: Pero el sentido común, mi querido ministro, clama a gri­tos que un rey con el estómago vacío no puede juzgar bien. Tripas llevan cerebro, que no cerebro tripas.

MINISTRO 2°: Desgraciadamente, Majestad, tradición y cos­tumbre rara vez consultaron al sentido común. (Pela el memo­rial y lee) Orden del día: Un padre de familia con doce hijos varones se recomiendan a Vuestra Majestad.

REY: ¿Doce hijos varones? Lo merece. Chambelán de Casa y Boca. Dispón que se obsequie a los doce niños con otros tantos rifles de material plástico y que se condecore al pa­dre, con medalla del Mérito Militar.

MINISTRO 2°: ¿La medalla del Mérito Militar, Majestad? ¿No será la medalla del Mérito Cívico?

REY: He dicho la Medalla del Mérito Militar, son doce soldados que da a la patria.

CHAMBELÁN 1º: (Anotando) Doce rifles. La medalla.

MINISTRO 2°: Y a la madre, ¿Majestad? ¿Qué se le da?

REY: A la madre, a la madre... que le den otra oportunidad (Con un ademán resolutivo) Otro.

MINISTRO 2°:Aquí un ciudadano honrado pide justicia a Vues­tra Majestad. Dice que su vecino le mató a un hijo.

REY:¿Cómo es el caso?

MINISTRO 2°: Parece ser que el joven fue a robar cocos en compañía del vecino. Para robarlos, el vecino se subió a la planta. Resbaló y se cayó con tal mala suerte que dio contra el muchacho, que estaba debajo de centinela, y lo mató. Pide justicia.

REY: Muy bien. La tendrá cumplida. Que lleven al vecino y lo pongan bajo el cocotero. El padre puede subirse al árbol y dejarse caer cuantas veces quiera sobre el asesino, hasta que lo espachurre.

MINISTRO 2°: Pero...

REY: Tómase nota, cúmplase y archívese, ¿otro?

MINISTRO 2°: Aquí dos mujeres se disputan un niño. No se sabe de cuál de ellas es.

REY: Dígale al juez que corte el niño en dos pedazos iguales y que se lleve cada una un pedazo. Verán que pronto aparece la madre verdadera.

MINISTRO 2°: Pero el niño no es de carney hueso, Majestad, es de oro.

REY: ¡Ah! Entonces que no le partan. Que pase entero al tesoro de palacio.

MINISTRO 2°: ¿Y las mujeres, Majestad?

REY: Así aprenderán a no meterse en pleitos y sabrán que de enero a enero el dinero es del abogado. Y ahora, mi querido Ministro, no me digas que hay más cosas porque yo no aguan­to más el apetito. ¿Dónde está ese cocinero? ¡Quiero comer...! ¡No espero más! ¡Quiero comer! (Chambelán 1ºda dos palmadas. Por derecha aparecen cocinero jefe y pajes 5º y 6ºportado­res estos de sendas bandejas cubiertas.)


ESCENA IV

(DICHOS, MÁS COCINERO JEFE Y PAJES 5° Y 6°)


(El rey se reclina en el trono, beatificado, los ojos cerrados, sonriente: La estampa de la felicidad digestiva. Esta actitud se irá disipando a medida que el cocinero lee.)

COCINERO: (Que se ha adelantado frente al trono y a sus lados los pajes 5º y 6º, pela una lista o menú casi tan larga como el memorial del ministro 2° y empieza a leer) patitas de chancho en salsa blanca, huevos de avestruz en salsa verde... Aceitunas rellenas con sesos de cardelina... Ruiseñores a la semifuga... Sopa de pa­labras cruzadas, Arroz con leche me quiero casar... Lengua al esperanto... Cola de canguro con alcachofas... Dulce de perejil. (Deja caer los brazos, desalentado.)

REY: (Con desconsuelo) Nada, nada inédito, nada original, nada apetitoso. Me temo que estás perdiendo la imaginación, mi querido cocinero.

COCINERO: No... no, Majestad...

REY: Lo único que en este momento me tienta el apetito sería una canasta de duraznos frescos. (Las cortesanos se miran unos a otros, consternados. El cocinero más que consternado, desintegrado.)

COCINERO: Du...du...duraznos, ¿Majestad? Estamos en di­ciembre.

REY: (Con magniflca indiferencia) ¿Y qué?

COCINERO: (Más intimidado aún.) Que no hay duraznos en di­ciembre-

REY: ¿Y a mí qué? Si yo, Caralampio XLVI, tengo que preocu­parme de las estaciones, ¿a qué santo ser Rey? ¡Duraznos frescos quiero, y no otra cosa!

COCINERO: (Hilo de voz.) Haré lo posible, Majestad.

REY: (Montando en cólera). ¡Haré lo posible! ¡Haré lo posible! No eres mi cocinero para hacer lo posible. Eres mi cocinero para hacer lo posible e imposible. (A ministro 1º)No fuiste tú quien lo recomendaste como el más hábil de los cocineros? (Al cocinero ahora) Hacer lo posible y lo imposible: ésa debe ser tu divisa, Ministro del Estómago Real. Mejor dicho, ha­cer lo imposible, a secas; pues lo posible lo hace cualquier cocinero. Y para que no se te olvide ni un instante, te la voy a hacer estampar en el gorro. (A chambelán 1º) Encárgate de eso. (Chambelán Iº se inclina, esténtoreo) ¡¡¡Duraznos frescos quiero!!!

COCINERO: (Con voz apagada) Para el desayuno ya no es tiem­po, Señor.

REY: Pase por el desayuno. Pero para el "lunch" los quiero, imprescindiblemente. ¡Una canasta bien llena! Y ahora me voy a dormir otra vez para que se pase el berrinche. Esta discusión me ha quitado el apetito (se levanta y al hacerlo, el trono se levanta con él, pegado a sus costados. Acuden los chambelanes y pajes a librarlo. Libre ya se dirige a su alcoba. Al entrar el manto le estorba; se lo arranca a puñadas y lo tira al suelo. Al intentar de nuevo entrar, la corona tropieza con el dintel, se la quita y la tira al suelo igualmente. Por fin, desaparece. Los chambelanes recogen manto y co­rona y los colocan cuidadosamente sobre el respaldo del sillón. Luego salen por izquierda).


ESCENA V

(DICHOS, MENOS REY Y CHAMBELANES 1º Y 2°)


COCINERO: (Con desesperación) Duraznos frescos... en diciem­bre. Ya no sé cómo hacer para atender sus caprichos...

MINISTRO 1º: ¿No se te ocurre ningún expediente?

COCINERO: ¿Qué expediente se me ha de ocurrir, pobre de mí? ¡Aunque mal me esté decirlo, tengo hechos verdaderos milagros al frente de la cocina real en los diez años que lle­vo de cocinero! Pero duraznos en diciembre. Yo no puedo cambiar la estación del año. Este bendito Caralampio va a ser mi muerte. (En su aflicción y aturdimiento, sin darse cuenta, se sienta en el trono).

MINISTRO 1°: Pues tienes que encontrar algo y antes de las doce. Ten presente que yo te recomiendo, y si fracasas, no es sólo tu puesto el que corre peligro. ¡Sonaremos los dos!

MINISTRO 2°: Todos peligramos. Nadie sabe los desatinos que es capaz de hacer un Rey con el estómago vacío.

COCINERO: ¡Nada! No se me ocurre nada, ¡Dios mío! (Se ma­sajea los parietales).

MINISTRO 2°: ¿No podrían hacer venir duraznos del hemisfe­rio sur? Allá están en junio.

COCINERO: (Iluminado) ¿Del hemisferio sur?, pues claro. ¡Qué espléndida idea!

MINISTRO 1º: (Mueve la cabeza, pesimista). No te ilusiones. No hay tal hemisferio Sur. (Los personajes se miran unos a otros, cons­ternados.)

MINISTRO 2°: Es cierto. Estamos en el siglo XIII, y la tierra es plana. (El cocinero cae de nuevo en el asiento.)

MINISTRO 1°: Otra vez, otra cosa (Quedan todos pensativos, la barbilla apoyada en la mano mirando a ninguna parte.)

PAJE 5°: ¡Ya la tengo!

COCINERO: ¿Qué es lo que tienes?

PAJE 5°: ¡La solución!

COCINERO: ¡Qué vas a tener tú, barbilampiño!

PAJE 5°: No me tengáis tan a menos, Señor Cocinero Mayor. (A ministro 1°) ¿Qué me daréis si os saco del apuro?

MINISTRO 1°: Lo que pidas, si la solución vale la pena.

PAJE 5°: ¡Vale un canasto de duraznos frescos en diciembre! ¿Me daréis 1.000 monedas de oro y una ropilla de terciopelo?

MINISTRO 2°: En cuanto su Majestad haya deglutido los du­raznos.

PAJE 5°: Perfectamente. (Al cocinero) ¿No hay en la despensa una cantidad de duraznos en conserva?

COCINERO: ¡Ya lo creo! Como doscientas latas.

PAJE 5°: Muy bien. ¿Y almendras?

COCINERO: Una bolsa.

PAJE 5°: (Se frota las manos) Al pelo. Yo tengo una ropilla de ter­ciopelo color durazno, de pelusa preciosa. Ya tenemos la lista completa.

COCINERO: No veo cómo...

PAJE 5°: Muy simple. Los duraznos en conserva vienen en mi­tades, ¿no? Los tomáis dos a dos, los juntáis de modo que ajusten, poniéndole a cada par una almendra dentro, luegolos forráis con el género de mi ropilla. ¡Quedarán preciosos!

MINISTRO 1º: ¡Idea genial!

MINISTRO 2°: ¡Maravilloso!

COCINERO: Verdaderamente... verdaderamente...

PAJE 5°: Al punto voy en busca de la ropilla. (Sale por derecha con la bandeja.)


ESCENA VI

 (DICHOS, MENOS PAJE 5°)


MINISTRO 1°: (Se frota las manos) Creo que nos hemos salvado.

 MINISTRO 2°: ¡Este paje es muy listo!

MINISTRO 1°: ¡Una verdadera centella!


ESCENA VII


PAJE 5°: (Que entra sin la bandeja y trayendo en la ruano una prenda del tenor y guisa por él explicados)

MINISTRO 2°: (Con una mueca) Huele a naftalina.

PAJE 5°: ¡Qué queréis, señor! No hay cosa completa en este mundo. (A ministro 1º) Pero es una preciosa ropilla. No olvi­déis que me debéis una nueva en cambio.

MINISTRO 1°: La más lujosa que encuentre. Te lo prometo. (Que ha examinado la ropilla) El género es divino. Pero en algún sitio está picado de polilla.

PAJE 5°: Eso no le hace. Se le echa la culpa a la mosca medite­rránea.

COCINERO: Muy bien. Vamos inmediatamente a la cocina a preparar los duraznos frescos.

MINISTRO 1°: ¡Una canasta llena!

COCINERO: Vamos muchachos (A paje 5ºy6° Este último aún lleva la bandeja saliendo por la izquierda) ¡Me ha salvado!

PAJE 5° y 6°: ¡Nos hemos salvado! (siguiéndole)

MINISTRO 1° y 2°: (saliendo derecha) ¡Se ha salvado el Reino!



SEGUNDO ACTO

 (MISMA DECORACIÓN DEL PRIMER ACTO)


ESCENA I

(Rey, reina, princesa, danzas 1°y 2", el rey, en el trono la reina y la princesa, a su derecha; las dos damas, de pie detrás)

REINA: (Con solicitud) Ajustáos la corona, amado Caralampio, que se os sube a la coronilla.

REY: Sí. Se me va quedando chica y con razón, porque es la misma que estrené a los quince años. Pero ya le queda poco tiempo de uso. Dentro de unos instantes me traerán la nue­va.

REINA: Por fin os salisteis con la vuestra.

REY: ¿No estáis de acuerdo con el cambio?

REINA: Os confieso que siento un poco de tristeza. Esta corona está consagrada por una larga tradición.

REY: Pero la más larga tradición ha tenido su comienzo. No veo por qué seguir una tradición haya de ser más grande o más hermoso que crearla. Y yo aspiro a crear tradición, con mi nueva corona.

PRINCESA: A mí me preocupa el efecto decorativo. ¿Creéis, padre y señor, que la corona nueva resultará tan regia como la antigua?

REY: ¡Oh, ya lo creo! Mirad en vez de puntas de saeta y cuentos de pica, alternados en torno a un casco, ésta de ahora tendrá tenedores y cucharas alternados alrededor de una sopera.

¿No resulta infinitamente más edificante y tranquilizadora?

REINA: Tenéis razón, amado Caralampio. Yo solo objetaba en nombre de la costumbre.

REY: Además, y para solemnizar históricamnte este gran día, he creado una condecoración nueva. Algo original. Dentro de un rato la traerán.

PRINCESA: (palmotea) ¡Una condecoración nueva! ¡Qué lindo! ¿Y a quiénes se honrará con ella?

REY: (Con paternal y caralámpica sonrisa) A muy pocos, a muy po­cos. Será una orden selectísima. Por de pronto, la primera será al príncipe Ruperto, vuestro prometido. ¿Estás conten­ta, querida hija?

PRINCESA: Oh, sí padre y señor (entra paje 1º).


ESCENA II

(DICHOS MÁS PAJE 1°)


PAJE 1º: (Con gran reverencia) Majestad: el Ministro de Pesas y Medidas desea saber si la corona y la condecoración con todo lo demás, deben ser presentadas antes o después de la ceremonia de petición de mano de la princesa.

REY: Antes, antes, gaznápiro. ¿Para qué la corona, sino para producir impresión? Pronto, tráiganla con el resto. (Paje se inclina y sale)

MINISTRO 1°: ¿Qué sucede?

MINISTRO 2°: ¿Qué pasa?

CHAMBELÁN 1°: ¿Por qué grita así, Su Majestad?

PRINCESA: ¿Qué le ocurre a mi padre el Rey?

COCINERO: (Llevándose las manos a la cabeza)¡Me voy a volver loco!

MINISTRO: ¿Qué ocurre, cocinero?

COCINERO: ¡Que me encuentro en un callejón sin salida! Mi­rad, Princesa, lo que vuestro regio Padre desea se le sirva mañana en el banquete de compromiso.

PRINCESA: ¿Qué bicho es éste?

COCINERO: ¡Un tracodonte!

MINISTRO 1°: ¡Un bicho antediluviano!

MINISTRO 2°: ¡Un animal fósil!

PAJES 5º Y 6º: ¡Juá, Juá, Juá ...! (el cocinero los fulmina con una mirada y se quedan tiesos como palos)

COCINERO: ¿Os dais cuenta de la gravedad de la situación, Princesa?

PRINCESA: ¿No se te ocurre algo para salir del paso?

COCINERO: ¿Qué puede ocurrírseme, Princesa?

PRINCESA: ¡Qué sé yo! Tomar una vaca y disfrazarla de traco­donte, por ejemplo.

COCINERO: (Mueve la cabeza) El tracodonte tiene 25 metros de lar­go. Se necesitaría enchufar diez vacas para obtener ese largo.

PRINCESA: Es cierto...

MINISTRO 1°: Además, no resultaría ya un tracodonte sino un ciempiés.

COCINERO: No, no hay salida, Princesa. Lo único que me res­ta es suicidarme.

MINISTRO 1°: Eso es, suicidarse, egoísta ¿y yo qué hago?

MINISTRO 2°: ¿Y yo?

CHAMBELÁN: (1ºy 2°a la vez) ¿Y yo?

MINISTRO 1°: Claro. Si no hay tracodonte no hay fiesta. Co­nozco al Rey y si no hay fiesta, no hay compromiso. ¡Imagi­nad vuestro compromiso aplazado hasta que se encuentre un tracodonte para el asado!

MINISTRO 2°: ¡Hay que arbitrar algo!

PRINCESA: (Resuelta) Hay que encontrar algún recurso. ¡Yo ofrezco un premio de mil monedas de oro a quién dé con él!

PAJE 5°: (adelantándose) ¡Para mí, Princesa!

PRINCESA: (ministros 1ºy 2°a la vez) ¿Tú tienes la solución?

PAJE 5°: Me parece que sí, sus señorías...

PRINCESA: Pues tuyas son las monedas (a dama 2°) Encárgate tú de dárselas. Yo nunca recuerdo mis cuentas. (a paje 5º) Ha­bla pues.

PAJE 5°: Creo que en el Museo Real de Historia Natural debe haber algún esqueleto de tracodonte... ¿no?

MINISTRO 2°: Sí, por supuesto, hay uno y medio.

PRINCESA: Cómo... ¿Uno y medio?

MINISTRO: Sí, uno completo y el otro al que le falta la cabeza, una pata y la cola.

PAJE: El completo entonces.Nos lo traemos a la cocina real. Aquí lo rellenamos de lomitos. Y después lo forramos enterito.

COCINERO: Bueno, rellenarlo de lomitos no es difícil. Ya he encargado doscientos para el festín de mañana. Pero forrar­lo todo...

MINISTRO 1º: (Mirando el libro) Se necesitaría una piel fina...

DAMA 1ª: Yo tengo un zorro azul...

DAMA 2ª: Y yo una piel de tigre para los pies de la cama...

MINISTRO 1°: Mi señora tiene un tapado de astrakán...

MINISTRO 2°: Y la mía tiene uno de nutria...

PAJE 5°: Pero con eso no basta. El tracodonte tiene 25 metros de largo y es gordo en proporción.

PRINCESA: (resuelta) Yo tengo veinte tapados de piel. ¿Alcan­zará con eso?

PAJE 5°: Yo creo que juntándolo todo alcanzará.

DAMA 1ª: ¡Pero os quedaréís sin tapado, Princesa!

PRINCESA: No te preocupes. El príncipe Ruperto me compra­rá otros cuando sea mi marido.

DAMA 2ª:Además, vuestros tapados son de pieles distintas... Los hay negros, grises, blancos, pardos... Y la piel de jaguar moteada.

PAJE 5°: Eso no le hace, debieron existir muchas especies de tracodonte. Diremos a su Majestad que este era un "traco­donte variegatum".

MINISTRO 1°: Ni una palabra más. Ahora mismo extiendo la orden para el museo.

COCINERO: Y yo voy a encargar otros doscientos lomitos por si acaso.

PRINCESA: Yo voy a sacar mis tapados de piel de los cofres.

DAMA 1ª: Yo, a buscar las tijeras para descoserlas.

DAMA 2ª: Yo, a juntar las mil monedas de oro para este paje.

COCINERO: (saliendo por izquierda) Todo sea por el tracodonte asado. (Le siguen pajes 5ºy 6º)

CHAMBELÁN 1°: (ldem) ¡Todo sea por el Rey Caralampio!

MINISTROS 1° Y 2°: (Salen por derecha) ¡Todo sea por la dinas­tía!

PRINCESA: (Saliendo por derecha, ,seguida de sus damas)¡Todo sea por el príncipe Ruperto! ¡Manos a la obra!



 

ACTO III



 ESCENA I

(Antes de levantarse el telón, se escuchan ya a través de él gemidos desgarradores; es Caralanrpio XLVI, que lamenta haber nacido. El telón se levanta sobre escena vacía; el rey grita en off. Entra paje 1 por fondo, despa­vorido, y sale por izquierda. Dos segundos más tarde, entra paje 2 por dere­cha y sale por fondo. Otros dos segundos, y entra foro chambelán 1 con las manos en la cabeza, y.sale izquierda. Enseguida entra paje 2 por izquierda y sale por derecha. Entran ministro 1 y chambelán 1 por foro, y salen uno por derecha y otro por izquierda haciéndose cruces. Entre tanto el rey no cesa de exhalar ayes y se escuchan voces, unas lamentosas y otras confortadoras, pero ninguna clara. Entra al fin por izquierda un personaje vestido de negro, de largas melenas y barbas competentes: Es el físico Gontran. Sale por foro. Apenas salido, los gritos del rey suben una octava real.Entra por derecha el cocinero, seguido de paje 1 y sale por foro. Los gritos regios cesan un breve espacio para reanudarse a poco. Entre tanto entra por izquierda ministro 2 con aire indeciso. Va a entrar en la alcoba real pero en ese instante preciso entra por foro a gran velocidad paje 2 y choca con él. El choque los deja a los dos sentados en el suelo frente afrente).


ESCENA II


PAJE 2°: Perdonad, señor. No os vi.

MINISTRO 2°: Yo tampoco. Pero te sentí. (Se lavantan los dos, tocándose los chichones.) ¿Qué es lo que está pasando en Pala­cio?. Nadie está en su lugar.

PAJE 2°: Claro. Vos no podéis saber lo que pasa, porque os fuisteis de viaje al día siguiente de la boda. Pues bien, desde entonces están sucediendo cosas raras. Decid señor: ¿Te­néis noticias de algún cocinero competente?

MINISTRO 2°: ¿Cocinero? ¿Qué quieres decir?

PAJE 2°: No sabríais por casualidad hacer soyo sopy...?

MINISTRO 2°: ¿Soyosopí? Cada vez entiendo menos. ¿Qué es soyosopí?

PAJE 2°: Una comida, típica de esta comarca.

MINISTRO 2°: Entonces hay que preguntárselo al Cocinero. Yo sólo soy Ministro de Pesas y Medidas Decimales.

PAJE 2°: Sí, pero el caso es que el Cocinero no sabe nada.

MINISTRO 2°: Por lo visto Caralampio anda otra vez buscan­do un plato raro...

PAJE 2°: Sí; pero esta vez la cosa es más difícil que nunca. Sí se le hubiese antojado un plato volador creo que sería más fá­cil complacerlo. Ya hace seis días andamos como locos. Mañana es la tornaboda, día de gran fiesta; pero me parece que en vez de fiesta va a ser funeral.

MINISTRO 2°: Y decidme, ¿Caralampio no come nada desde entonces?.

PAJE 2°: Ni esto (ademán clásico de uña dientes).

MINISTRO 2°: ¡Pero esto es una catástrofe!

PAJE 2°: Hace un ratito entró a verlo el físico.

REY: (Dentro orgánico). ¡Soyosopí!... ¡Soyosopí!...

MINISTRO 2°: ¿Qué dice?

PAJE 2°: Pues eso: soyosopy.

MINISTRO 2°: ¿Pero qué cosa es soyosopí?

PAJE 2°: Ya os he dicho que nadie lo sabe. Según parece se trata de una comida ordinaria, un plato de villanos.

MINISTRO 2°: ¡Pobre Rey! (Entra por foro, pálido, sin gorro, el coci­nero, al cual siguen volando por los aires dos o tres almohadones y una pantufla real).


ESCENA III


COCINERO 2: (Desesperado) ¡Esto es el colmo!...

PAJE 2°: ¿Qué sucede?

COCINERO: (Sin prestarle atención). Me echa. ¡Me jubila sin suel­do! ¡Me echa de Palacio! ¡Después de haber inventado para él tantos platos exquisitos! Cuando me preparaba hacerle probar mi última invención, el pastel relleno a lo astronauta.

MINISTRO 2°: ¿Te echa?

COCINERO: Y todo por no saber hacer soyosopí. ¡Ingratitud, tu nombre es Rey!

MINISTRO 2°: (severo). Tu deber es conocer todos los platos.

COCINERO: Pero este no es un plato conocido! Ningún coci­nero decente lo conoció jamás. Cómo lo voy a conocer yo, si toda mi vida cociné para reyes y papas (con gran desprecio). Soyosopí. Seguramente es un plato para hartos de ajos... Esta ingratitud es una lección que aprovecharé. ¡Nunca más cocinaré para reyes ni para nadie! Me retiraré a la vida privada. Mañana mismo tomo el tren para ltacurubí- (Sale derecha. Se­guido por la mirada compasiva de paje 2 y ministro 2. Al mismo tiempo que el cocinero sale por derecha entra el físico por fóro. Y se reanudan los gritos de Caralampio).


 

ESCENA IV


MINISTRO 2°: (Al abordaje). ¿Cómo está Su Majestad? ¿Qué tiene?

FÍSICO: Está mal, muy mal. A la depresión siguen las convul­siones y al tiritón al sudar. El caso es grave.

MINISTRO 2°: Pero, ¿el diagnóstico?

FÍSICO: No puedo darle todavía. Me inclino sin embargo a pen­sar que se trata de helicantropía suma tabulata.

MINISTRO 2°: (Sin brújula). ¿Qué es eso?...

PAJE 2°: (Al oído) Rabia canina, vulgar y silvestre.

MINISTRO 2°: ¿Qué recetáis?

FÍSICO: Penicilina. Una inyección cada diez minutos. (Mutis por izq.)


ESCENA V


MINISTRO 2°: Me parece que de esta sonamos todos. (Reflexio­nando) Pero si el soyosopí es un plato desconocido, ¿cómo pudo Caralampio llegar al conocimiento de su existencia?

PAJE 2°: No sé. Nadie lo sabe. Es un misterio. (Entra por izquierda ministro 1)


ESCENA VI


MINISTRO 1°: Hola colega. Os estábamos esperando. La si­tuación es grave.

MINISTRO 2°:  Ya me lo han contado.

MINISTRO 1º: (A paje 2 indicando con un gesto a foro.) ¿Mejora?

PAJE 2°: Empeora.

MINISTRO 1°: ¡Y yo que no tengo más remedio que entrar! (Lo hace, enseguida se escuchan voces frenéticas de Caralampio entre las cuales sólo se alcanza a percibir la palabra "cocinero ").

PAJE 1º: Está imponente.


ESCENA VII


(El rey aparece por foro, sostenido por reina, princesa y príncipe Ru­perto. Ofrece un aspecto desastroso. Le arrastra el manto; la corona se le escurre, ora haciala nariz, ora hacia el cogote. Avanza entre su futuro yer­no y su hija hasta el centro de la escena, el paso vacilante, gacha la cabeza, los ojos fijos y vidriosos. Todo el mundo enjuga una lágrima al mismo tiempo. Con la manga, pues en ese tiempo no existían pañuelos ni urbanidad. Dando traspiés el rey avanza hacia la báscula y sube a ella).

MINISTRO 2°: (Con el acento de quien no se cree a sí mismo.) Mil doscientos cincuenta y cinco kilos cien gramos. (estupefac­ción general. El rey queda alelado.)

UNOS: ¡No puede ser! ¡Imposible! ¡Mil kilos de aumento!

OTROS: (Susurro temeroso) ¡Es la enfermedad! ¡Serán las piedras en el hígado!

PRINCESA: (Avanzando, exclama) Pero no; es la corona. El peso de la corona (le quita corona y manto ayudado por reina)

MINISTRO 2°: (observando báscula) Doscientos cincuenta y cin­co kilos cien gramos peso bruto.

VOCES: (Aterradas) ¡Adelgazó! Perdió peso esta semana. Cua­trocientos gramos menos. (El rey sufre desvanecimiento y todos, menos ministros y paje 2, acuden para impedir que caiga al suelo: Ta­rea no fácil. Se recupera un tanto, y consiguen llevarlo hasta el trono. Se sienta en él. Le vuelven a poner manta y corona. Mira desconsolado. Mientras ministro1 y ministro 2 conversan rápidamente aparte.)

MINISTRO 2°: (A ministro 1). Hay que buscar a toda prisa un cocinero.

MINISTRO 1°: Es cuestión de vida o muerte (a paje 2). Vente conmigo: vamos a buscar a todos los cocineros que haya por ahí. (salen por derecha).


ESCENA VIII


REY: (En su trono) ¡De qué sirve el manto! ¡De qué la corona! Todo junto no me sirve para conseguirme un plato de soyo­sopí. Todo es vanidad y mentira. ¡Vanidad de vanidades! Yo, Caralampio XLVI, monarca del reino de Tontinia, cuyo trono está forrado de rubíes y cuya corona pesa una tonela­da, no puedo llevarme a la boca un mísero plato de soyoso­pí. Morir de inanición, siendo REY. (Hipa. Todos vuelves a enju­garse unta lágrima).

PRÍNCIPE RUPERTO: Qué mala suerte. Ir a ocurrir esto al día siguiente de mi boda.

REINA: (Solloza) ¡Amado Caralampio! Tu dolor me consume. Quisiera volverme soyosopí para remediarte.

REY: (Miserable y miserando) ¡Todo tu amor, Gualberta mía, no podrá valerme!

PRINCESA: Si yo supiese cómo se prepara el soyosopí, os juro, Rey y padre que no me importaría entrar a la cocina para prepararlo.

REINA: (Llora) Nefasta y maldita novela en que topasteis con el soyosopí.

PRINCESA: ¿Cómo fue dar con él, padre? ¿Cómo sucedió?

REY: ¿Cómo? Como suceden todas las cosas tremendas y deci­sivas en la vida. Cuando menos lo espera uno. Topé con soyosopí leyendo una novela de Salgari.

REINA: ¿Dónde estaba?

REY: ¿Y dónde había de estar? En la novela, mujer. Pero era tan apetitoso, humeaba tan bien ahí. (La reminiscencia provoca una crisis.)

PRÍNCIPE RUPERTO: Siempre sostuve que la lectura de no­velas es perjudicial.

REY: ¡Ah soyo suculento! Quién te probara (en un paroxisnno). ¡Mi reino por un plato de soyo!

REINA: Calmaos, esposo y Rey... Calmaos... Pensad que vues­tra vida es preciosa al Reino.

PRÍNCIPE RUPERTO: Sí. Procurad calmaros, amado suegro. Trataremos de hallar entre todos una solución al problema.

REINA: ¿En el libro no se declaraba la receta del soyo?

REY:Ya os he dicho mil veces que no. Desgraciadamente, no. (Balancea la cabeza desconsolado).


ESCENA IX


MINISTRO 1º: (Izquierda). ¿Dais vuestra venia, Señor?

REY: Hmmm... (Desfalleciente dice que sí con la cabeza. Los otros le animan con el gesto, como diciendo ¿qué esperas?).

MINISTRO 1°: Animaos, Señor. Tres cocineros, los mejores del Reino, esperan tener el honor de ser recibidos por Vues­tra Majes tad.

PRÍNCIPE RUPERTO: ¿Qué decís, señor?

PRINCESA: Recibidlos, amado padre.

REY: (Profesadamente pesimista) Que entren. (Ministro 1 se aproxima a practicable izq. Y hace una seña. Entran cocineros 1, 2 y 3.)


ESCENA X


(Los tres cocineros entran y avanzan con garbo y atavío cocineril. El rey, al verlos, se reanima un ciento por ciento)

MINISTRO 1°: (A cocinero 1) Acércate y di tus títulos y habili­dades.

COCINERO: (Tiene un susto enorme. Habla de carrerilla.) Ex cocinero del Sultán de Egipto y del Emperador de Alemania, premiado con medalla de oro en siete exposiciones internacionales...

REY: (Alzando la diestra unos kilómetros, lo interrumpe) ¿Sabes hacer soyosopí?

COCINERO:(Apabullado) ¿Soyosopí, Señor? ¿Qué pico es eso?

REY: (Con desaliento) No me sirves. Puedes irte. (Cocinero 1 se reti­ra desorientado, y tras unos pasos vacilantes, sale por izq.)


ESCENA XI


REY: (Con los ojos cerrados; apenas le sale la voz.) Otro.

MINISTRO 1°: (A cocinero 2.) Aproxímate y di lo que sabes ha­cer.

COCINERO 2: (No menos asustado que cocinero l.) Puedo preparar 215 sopas distintas, 120 ensaladas, 500 entradas, 1.200 pos­tres...

REY: (Desfalleciente). ¿Sabes hacer Soyosopí?

COCINERO 2: (cortado) Soyosopí... Soyosopí... No; sinceramen­te, no he oído hablar de eso nunca, Majestad.

REY: Entonces, no hay nada que hacer. Puedes retirarte. (Cocine­ro 2. No menos desconcertado que cocinero ],sale por izquierda).


ESCENA XII


REY: (Con voz que por instantes se agota, a cocinero 3, que se ha aproxi­mado). Creo que será inútil interrogarte. Nadie ha oído nom­brar el soyo siquiera.

COCINERO 3: (se aclara la garganta) Yo lo conozco, Majestad. Lo he comido siendo niño.

REY: (Como si le enchufasen la corriente.) ¿Cómo se hace? ¿Lo sa­bes?

COCINERO 3: No, Majestad. Desgraciadamente no. Era mi madre quien lo cocinaba y me hacía comer un plato cada día al volver de la escuela. Pero ella murió siendo yo aún niño y nunca más volví a comerlo.

REY: ¿...y ...y ...era rico?

COCINERO 3: (Nostálgico). Ah, riquísimo, Majestad. Ningún plato de los infinitos que más tarde he podido servir o hacer­me servir, me ha sabido mejor que el cocinado por las ma­nos de una madre...

REY: ¿Sabes hacerlo? ...

COCINERO 3: (Con infinito desaliento). No...

REY: (Volviendo a derrumbarse en el trono) Vete pues. ¡Mi destino está sellado! (sale cocinero 3, alicaído).


ESCENA XIII


REY: Oh, ooooh: (Le sobreviene un .soberano soponcio). ¡Mi epitafio; pronto, traigan mi epitafio! ¡Quiero aprendérmelo de me­moria antes de morir!

MINISTRO 1°: (con dedos trémulos, se saca del pecho un pergamino y lee lacrimoso.) Aquí Caralampio yace,/ el que cuarenta y seis hace./ Fue un Rey justo y bonachón/ que murió de un atra­cón./ Amén, requiescat in pace./

REY: (.sollozando). Oh, no. Ese es el epitafio de mis horas felices, del tiempo que yo soñaba morir de un atracón de perdices. No. Ahora necesito otro. Pronto, un nuevo epitafio que sintetice la tragedia de mi vida.

MINISTRO 1º: (Se coloca en actitud inspiro-declamatoria. Solemne y compungido.) Aquí Caralampio yace, el que cuarenta y seis hace. Se fue derechito al hoyo por no poder comer soyo. Amén, requiescat in pace. (Todos lloran a lágrima viva. La prince­sa solloza con la cabeza sobre el hombro de su esposo).

REY: (Heroico) Así, quede bien clara la causa de mi muerte pre­matura. Y ahora, llévame al lecho... (con inefable piedad de sí mismo). Allí se extinguirán lentamente mis días privado de soyo. (testamentario) No quiero ver a nadie. (Lo levantan, no sin que se le caigan manto y corona los recoge el Príncipe Ruperto. Apo­yando reina y princesa, el rey se dirige a la puerta de su alcoba, y en­tra. El Príncipe Ruperto queda rezagado; le preocupa al parecer qué hacer con la corona, la cual mira y remira: Termina colocándosela en la cabeza. Véase Freud: Actos sintomáticos. Se la quita enseguida y entra tambien por foro.)


ESCENA XIV


(Al iniciar su mutis el rey, los restantes personajes, consternados, se agrupan confidencialmente.)

MINISTRO 1°: ¡Qué catástrofe!

MINISTRO 2°: ¡Qué desastre!

CHAMBELÁN 1: ¡Qué desastre! (A un tiempo)

MINISTRO 1°: ¡Adiós mi ministerio!

CHAMBELÁN: ¡Me puedo despedir de mi puesto!

MINISTRO 2°: Sí, porque el Príncipe Ruperto se agarrra la co­rona enseguida, y él tiene ya, seguro, su lista de candidatos, entre los manguruyuses de su Reino.

MINISTRO 2°:¡El gobierno en crisis por un plato de soyo! ¡No somos nada! (Desconsuelo unánime e integral).

PAJE: (que ha permanecido con actitud meditativa, el codo con una manoy la barba en la otra) ¡Ya tengo una idea!

MINISTRO: ¿Cómo?

MINISTRO 2°: ¿Qué dices?

CHAMBELÁN 1: ¿Qué cosa?

PAJE: Calma, calma. ¿Qué me daréis en cambio?

MINISTRO 1º: Si tu idea salvara la situación, ¡cualquier cosa!...

PAJE: ¡La salvará, ya lo creo!

MINISTRO 2°: ¡Te cubriremos de oro

MINISTRO 1°: ¡Te rellenaremos de diamantes!

CHAMBELÁN 1: ¡Te forraremos de billetes!

CHAMBELÁN 2: ¡Te daremos el oro y el moro!

PAJE 5°: Poco a poco. Esas ofertas son deslumbrantes, no cabe duda. Pero a mí me agrada lo concreto, deslumbrante.

MINISTRO 1°: Concreta, concreta pronto.

PAJE 5°: No sé si sabrán que estoy de novio. (Tose.) Y ando que­riendo casarme. Si no lo he hecho hasta ahora es por no vivir con la suegra. Si me conseguís una casa cerca del Pala­cio, sobre calle asfaltada, con baño moderno, y teléfono, te­levisión...

MINISTRO 1°: Hombre... pero el asfaltado, las aguas corrientes, el teléfono, la televisión, no han sido inventados todavía.

PAJE 5°: (Parado). Es verdad. Pero no importa. Me ponéis ya en la lista para cuando se inventen.

MINISTRO 2°: ¿Estás seguro de que tu idea será eficaz?

PAJE 5°: Oh, de eso, segurísimo.

MINISTRO 1°: (A ministro 2) Yo también le tengo fe. Sus dos ideas anteriores fueron estupendas.

MINISTRO 2°: Bueno, pues... Te encontraremos esa, estate tran­quilo.

PAJE 5°: Bien, pues, escuchadme todos (todos hacen círculo en tor­no a él). Yo me ausento, desaparezco de la corte. ¿Entendéis? (Todos hacen signo de que si.) Ocho días. Vos (a ministro), respon­deréis por mí. Diréis que estoy con escalartina. Entre tanto, buscaréis un buen cocinero, y lo tendréis escondido. Que nadie lo vea. (Todos asienten.) Y si en cualquier momento, an­tes de esos ocho días, os parece verme aparecer por acá ves­tido de otro modo, nadie me reconocerá... Esto es muy im­portante. Nadie.

TODOS:(Ansiosos.) Te oímos. Se hará como dices.

PAJE 5°: Recuerden bien; estaré fuera ocho días. Si les parece verme por aquí, nadie se da por enterado.

TODOS: ¡Entendido!

PAJE 5°: Entonces, hasta luego. (Mutis por derecha corriendo.)


ESCENA XV


MINISTRO 1°: (Se encoge de hombros) No entiendo ni jota.

MINISTRO 2°: Yo tampoco. Pero le tengo confianza.

CHAMBELÁN 2: El muchacho este es muy vivo. (Se reanudan adentro los alaridos de Caralampio.)

MINISTRO 1°: Yo también le tengo fe; pero, en todo caso, me­nester es que halle algo pronto.

MINISTRO 2°: En este momento, no doy dos céntimos por mi cartera.

MINISTRO 1°: Ni yo por la mía. (Nuevas quejas del rey.)


ESCENA XVI


(Paje 5, disfrazado de cocinero con bigotes postizos. Le acampañan paje 1 y paje 2.)

PAJE 5°: ( Disfraza también la voz.) ¿Dais vuestra venia, insignes señores?

MINISTRO 1°: Esa voz... esos ojos... ¡Es el paje!...

MINISTRO 2º: ¡Shhh! No lo conocemos (se dirige al paje 5.) Pasa, pasa. ¿Eres cocinero por lo que veo?

PAJE 5°: (Muy humilde y en .su papel.) Cocinero, bondadosos seño­res. He oído decir que hay crisis de cocineros en Palacio, y vengo a ofrecer mis servicios.

CHAMBELÁN 2: (Al oído del ministro.) ¡Es él!

MINISTRO 1°: ( ídem.) ¡Cállate, majadero! (Al paje 5.) ¿Cuáles son tus pretensiones y habilidades?

PAJE 5°: Solamente las expondré en presencia de Su Majestad.

MINISTRO: Muy bien... (cruza miradas con ministro 2 y chambelán 2.) Un momento. (Sale por foro. Nerviosa expectación. Dentro se oyen voces, indicio de que allt se desarrolla una labor íntegramente persuasiva. Caralampio dice a ratos: No, no, no... Los otros personajes reconfortan; invocan, suplican.)

MINISTRO 2°: Parece que se niega a recibirlo...

CHAMBELÁN 2: ¿Qué haremos si se niega rotundamente?

MINISTRO 1°: (Asoma la cabeza, enjugándose el sudor de la frente con la manga.) ¡Por fin viene!


ESCENA XVI


(El estado de Caralampio es lamentable. Ruperto trae al brazo el manto y la corona)

REINA: Ánimo, esposo y Rey.

PRINCESA: Un esfuercito, querido padre.

RUPERTO: ¡Sursum corda, amado suegro! (Sin mucha convicción.)

REY: ¿Cómo reanimar mis muertas esperanzas?

REINA: Este cocinerito tiene un aire pícaro. Además, es joven, y los jóvenes siempre están más al día (Llevan al rey al trono, y le acomodan como puede n el manto y la corona; no consiguen ponérse­la bien. Ruperto entonces se la encaja nuevamente en la propia cabeza, sin darse cuenta.)  

REY: (Con voz agónica.) Acércate, cocinero.

PAJE 5°: (Dobla rodilla graciosamente) Majestad, he oído decir que el puesto de cocinero jefe está vacante, y he venido a solicitarlo.

REY: Muy joven eres... No puedes tener muchos conocimientos.

PAJE 5°: Señor, no lo pido para mí, sino para un tío, cocinero de larga trayectoria. ¡El mejor de los cocineros, señor!

REY: (Resignado de antemano a la sentencia.) ¿Tu tío sabe hacer so­yosopí?

PAJE 5°: ¿Soyosopy? ¡Oh, Majestad! Claro que sí. Es el plato que mejor hace. ¡Tiene unas manos...!

REY: (Reacciona, fulminante. Arranca la corona de la cabeza de Ruperto y se la acomoda.) ¿Es verdad eso?

PAJE 5°: Verdad como la luz que nos alumbra, Señor. Es el hombre más amante del soyo que pueda darse. Por su gusto, lo cocinaría a diario.

REY: ¿Dónde está? ¡Que venga inmediatamente!

PAJE 5°: Está enfermo, Señor. Sólo dentro de una semana esta­rá en condiciones de presentarse a V. M.

REY: (Cayendo otra vez en el pozo. Se saca la corona y va a dejarla caer: La recoje Ruperto.) Dentro de una semana, sin soyo, seré fiambre...

PAJE 5°: (Con aire lo más inocente.) Pero, Majestad, yo también sé preparar soyo.

REY:(Se alza del trono, galvanizado, y se desploma, literalmente, sobre el paje.) ¿Es cierto eso? ¡Repítelo!

PAJE 5°: (Medio asfixiado.) Ciertísimo, Majestad. Y tan cierto es que al venir, y por si en Palacio no me aceptabais y para no emprender en ayunas el regreso, me traje conmigo una ca­zuela de soyo...

REY: (En un paroxismo adquisitivo.) ¿Dónde está? (Arrebata la corona de nuevo de manos de Ruperto).

PAJE 5°: Si me dais vuestra venia, señor, iré a traerla.

REY: ¿Qué esperas? ¡Anda, corre, vuela! (Paje sale).


ESCENA XVIII


MINISTRO 1°: (con pánico). ¡Shhhht!

REY: (Totalmente readaptado a la vida.) Joven cocinero: tu tío queda contratado con doble sueldo del que hasta ahora tenían los cocineros reales: Porque él no es sólo un cocinero real, sino un real cocinero. Te ruego le suplas mientras él no pueda presentarse; para la cena prepara diez litros de soyo. Entre tanto, y en albricias, te condecoro con el grado de caballero de la Orden del Cubierto de Oro. (Paje 5 se inclina hasta el sub­suelo).

PRINCESA: (Quiere protestar). ¿La Orden del Cubierto de Oro, como el Príncipe Ruperto?

PRÍNCIPE RUPERTO: (Ídem). ¿Esta alta condecoración a un vulgar plebeyo?

REINA: Hijos míos, ¿olvidáis que ha salvado la vida del mo­narca, y con ella la suerte de la Nación? (Conversan rey, reina, princesa y Príncipe Ruperto).

PAJE 5°: (Al oído de ministro 1). No olvidéis la casa... casa... y lo demás... Porque con la condecoración sola no se come...

MINISTRO 1º: No lo olvido, descuida.

PAJE 5°: Y no olvidéis tampoco que hay que encontrar un coci­nero.

MINISTRO 2°: Mañana mismo traigo uno. Pero no sabrá hacer soyo.

PAJE 5°: No importa. (Guiña el ojo). Yo le enseñaré la receta.

MINISTRO 2°: (Bajo, acusador) ¿La receta de las sopas de ajo?

PAJE 5°: ¿No comprendisteis aún que el Rey no sabe lo que es soyo? El nuevo cocinero cocinará una sopa cualquiera, con ese nombre y el Rey será feliz. (El rey se ha sacado la corona que entrega a la reina y se dirige a la báscula. Ministro 1 acude diligente).

MINISTRO 1°: (Con pasmo) Dos mil doscientos cincuenta y cin­co kilos cien gramos. (Caralampio exulta.)

REINA: ¿Cómo?

PRINCESA: ¡No puede ser!

PRÍNCIPE: ¡No tiene la corona puesta!

OTROS: (A una) Será el efecto del soyo.

PRINCIPE: (Se acerca y mira el armatoste. Bajo, a los otros.) La bás­cula se ha descompuesto

REY: (En el colmo de la euforia.) Señoras y señores: esto merece ser celebrado. Que se extiendan doble número de invitaciones al banquete de tornaboda de mi hija, mañana al mediodía. ¡Cocinero!

PAJE 5°: ¡Presente, Majestad!

REY: Toma nota del menú. (Paje saca libreta y lápiz; anota.)

 PAJE 5°: ¿Entremeses, Majestad?

REY: ¡Soyo!

PAJE: ¿Ensalada, Majestad?

 REY: ¡Soyo!

PAJE: ¿Entrada primera, Majestad?

REY: ¡S o y o! (Deletrea)

PAJE: ¿Entrada segunda...?

REY: ¡Soyo! (canta)

PAJE: ¿Entrada tercera?

REY: ¡Soyo! Entrada cuarta, quinta, sexta, séptima, octava, no­vena, décima: ¡Soyo! (Canta como aria de ópera.)

PAJE 5º:. (Para ahora, todo el mundo está consternado; sólo el paje 5 permanece impertérrito.) ¿Postres, Majestad?

REY: ¡Soyo!

PAJE: ¿Bajativo?

REY: ¡Soyo! (Reacciona.) No: café; café... Señoras y señores: re­pito mi invitación a todo elmundo para el banquete de ma­ñana en honor de mi hija y el Príncipe Ruperto. ¡Habrá soyo para todos!

TODOS: ¡Viva el Rey Caralampio! ¡Viva! ¡Viva Su Majestad!

REY: ¡Y viva el soyo por siempre! (Aplausos, gritos, hurras, vítores, exclamaciones, etc. Se cofúnden con música y fanfarrias alegres.)


TELÓN FINAL



Enlace al documento fuente:

(Hacer clic sobre la tapa)


HISTORIA Y ANTOLOGÍA DEL TEATRO

PARA LA INFANCIA EN EL PARAGUAY (TOMO I)

Autor: VÍCTOR JULIÁN BOGADO AYALA

Municipalidad de Asunción,

Fondo Municipal de Investigación de las Artes y la Cultura

E-mail: victtorbogado@yahoo.com

@ Editorial Arandurã

Asunción- Paraguay

Telefax (595 21) 214 295

e-mail: arandura@telesurf.com.py ,

 www.arandura.pyglobal.com

Asunción, marzo de 2007

 




ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA


(Hacer click sobre la imagen)




Leyenda
situación 1
Solo en exposición en museos y galerías
situación 2
Solo en exposición en la web
situación 3
Colección privada o del Artista
situación 4
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
situación 5
Venta directa
situación 6
Obra Robada
Portal Guarani © 2025
Todos los derechos reservados
Desde el Paraguay para el Mundo!
Acerca de PortalGuarani.com | Centro de Contacto
Facebook - PortalGuarani Instagram - PortalGuarani