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JACOBO A. RAUSKIN
  NAUFRAGIOS, 1984 - Poemario de JACOBO RAUSKIN


NAUFRAGIOS, 1984 - Poemario de JACOBO RAUSKIN

NAUFRAGIOS

Poemario de JACOBO RAUSKIN

Colección Poesía, 28

© J. A. Rauskin

Alcándara Editora

Edición al cuidado de C.V.M., M.E.V.M. y M.A.F.

Diseñográfico; Miguel Angel Fernández

Viñeta; Carlos Colombino

Tiraje de 750 ejemplares

Hecho el depósito que establece la Ley 94

Se acabó de imprimir el 30 de junio de 1984

en los talleres gráficos de Editora Litocolor

Asunción del Paraguay.





NAUFRAGIOS 

J. A. RAUSKIN

 

PRIMERA SERIE

 

 

            ADIVINANZA

 

Una tarde simple y pura

-de aves... acaso harta-

sin esfuerzo la rescata.

¿Náufraga? Muy oportuna.

 

No, no dice gracias, canta.

Y en el aire del verano

-lento naufragio cifrado-

el canto de la cigarra.

 

 

            LA NIÑA DE LOS MANGOS

 

            a Osvaldo González Real

 

Hoy las hojas no son sino la imagen,

perdón, sonora

de la siesta y de un cántaro

a orillas de una sombra.

 

Caen, caen los mangos

y se acerca una niña cuyo nombre ya no ignora

el ángel de su andar. Mira.

Ve los mangos.

 

Desnuda,

con sueño, confusa y aturdida

va por ellos.

 

Gira.

Gira y en sí misma se demora

si, cayendo,

entre frutas y a la siesta se abandona.

Lo sé.

¿Lo sabía?

Lo recuerdo

a orillas de una sombra

y en la siesta de los mangos.

La infancia duerme como fruta

y como árbol tiembla, despertando.

 

 

            ANCLAS

 

Un carguero desespera

en un muelle no siniestro.

No es un buque, ni es pretexto

si el verano lo reduce

 

a ser estorbo de un cielo

vuelto flor, isla, sol, nube

y unas montañas de humo

dulce en el atardecer.

 

 

            LA NINFA DE TÁNTALO

 

            a Oscar y Ana Iris

 

No es el mar, no,

no es el mar quien extiende

al pie de lo azul el oro divino

de un cuerpo indiferente.

 

No es el mar, no es el sol;

no, no es la tarde

quien desnuda ese cuerpo

 

y lo lleva

 

y lo trae

puesto en contra del deseo

de humanizar en algo

y en alguien

el panal de unos labios

y la gruta de un sexo.

 

Es ella.

Y nadie más.

La ninfa de Tántalo,

suelta de nuevo

entre el viento y la arena. Cada vez más lejos

y ya nunca inalcanzable

en la hermosura

y en la tarde

 

bajo el sol, entre las piedras, en el calor

... de la pereza

 

y en la divina indolencia

indiferente y angélica.

 

 

            DE LA VIDA EN UN BOSQUE

 

Donde comienza el cuello y en la fina

columna del espasmo y de su fuego

... y donde muere sin su prisa un ruego

que por la lengua entonces no camina;

 

gozando cada glándula divina

goza la ninfa, sin ayer, sin luego.

Y el sátiro la sirve desde un ego

vuelto carne ¿Su suerte no adivina?

 

Tal ninfa, huye... desatando el crudo

ego de un sátiro salido en llanto

que vuelve yermo cuanto fuera verde

 

y hastío... cuanto fuese fuego. Rudo

y olvidado en un bosque, sin un canto,

por un amor que amando no se pierde.

 

 

            ARROYO SIESTERO

 

Comienza con hormigas

aquel arroyo siestero

y a la sombra

 

de una ninfa ya dormida

deja un cesto, una flor,

una sonrisa

 

y en un río,

frenando sus horas

termina.

 

Termina con hormigas,

un perro,

una vaca

 

mil mosquitos y una lata

de sardinas.

Termina.

 

y es un hogar

en tal ribera

si no es

una culebra

absolutamente inofensiva.

 

Termina

y así llega

al pie de una puerta verde

 

y a orillas

del río donde pierde

las ganas de reptar ya sin sentido.

 

¿Siestero no sedentario,

dónde sueña?

Ya ni repta.

 

Ya pierde el tino,

ya pierde la cabeza.

Y entonces,

 

termina

de cualquier manera.

Cerca de una rana

 

atónita

y en un río

de la siesta:

 

culebra.

Culebra descabezada.

Pesadilla siestera.

 

 

            BOUQUET

 

Flores de seda

y flores de papel

difieren en lo cursi

y apenas en lo beige.

 

 

            ÁRBOL DE LA MAGIA DULCE

 

                        (Tabebuia ipe)

 

El día gris

y la mañana en calma.

 

Pétalo tras pétalo,

sin un traspié que nos llevara

a un solo instante de tristeza, gira

y cae

la flor del árbol de la magia dulce.

 

Miro.

Lo increíble –felizmente-

no es sólo para crédulos. No,

 

no finge el aire gran dulzura

ni vaga música de nube muy difusa

llevando pétalos que fueron

 

hojas,

hojas en otro cielo.

 

 

        EN OTRO CIELO

 

                        I

            LLEGADA

 

            in memoriam EP.C.

 

Hoy como ayer,

la noche comienza

con flores y aromas

 

y una mesa puesta.

Y en cuanto a mí,

la casa se abre

 

viendo a su dueña.

(Hermoso patio

para tal hamaca.

 

Luna, jazmines.

Y aquel vaivén dice

ser música y sigue).

 

 

                        II

            MI DESPEDIDA

 

En silencio

y en tu mirada,

no como ayer,

 

una casa.

Sería mejor

si no preguntaras

 

por qué. Pregunta,

pregunta después

al viento, ya lejos.

 

Pasa y nos deja

con una caricia

cierta certeza.

 

 

            SOLITARIOS DE LA CALLE ÚLTIMA

 

Cuando viene la tarde

por el adiós que olvidaron

decirle unas aves, una nube, un árbol

no triste

a orillas de un arroyo perdido;

cuando viene

 

cansada, rendida

después de haber buscado

inútilmente en las horas

y en el ámbar del aire

aquella nube,

aquellas aves,

aquel árbol...

 

y se tiende

-ensimismadamente sola-

en el verde

verdemar de la hierba

donde flota

una mancha con techos

 

y en la calle

última de la ciudad, penúltima

del campo sin calles,

nos deja

por una luna serena, ¿qué,

qué nos queda

-pasando una hora-

sino la sombra de un árbol ya mudo

y la nube sin gracia

de unas aves ingratas?

 

 

            VAMPIRO

 

... a la tour abolie

GERARD DE NERVAL

 

Aquel amor no muere tras el muro

de tu propia leyenda no fingida;

no la ignora, desprecia ya tu herida,

el cuerpo en el que tiembla muy seguro

 

y se entrega, sin dueño, sin futuro.

A salvo de un espejo, hoy dormida,

su imagen te rescata, y abolida

... en la noche sin fin te vuelve puro.

 

El alba tiende a ser, así te deja

desdichado y trivial, apenas triste.

De aquel instante y de su fiel dulzura

 

nada recuerda el día ni refleja

dos lunas en un páramo. No insiste.

No busca entre las alas tu hermosura.

 

 

            OTRA HISTORIA DE LA MISMA CANCIÓN

 

            VERSIÓN DE UN POEMA DE

            EMILY DICKINSON

 

Me oculto dentro de mi flor.

Aquella, que, marchitándose,

dejas en un vaso.

No lo sospechas tú

y sientes por mí

ya soledad, acaso.

 

 

            PUREZA: NIEBLA

 

Los días de niebla no son muchos

en esta ciudad que apenas deja

-y a muy pocos-

vivir en ella

con la trivial quimera

-digamos-

de una infancia

en pura niebla

no ausente ni perdida.

 

Ah, dichoso:

dichoso en la niebla, tal divina

nodriza que de pronto le abrazara;

el niño que fui... ¿a quién,

a quién mira?

 

 

            RETRATO DE UN NIÑO

 

Recuerda el río su imagen

y en ella sí se demora

- al alba, pescando bagres

 

y en las aguas una hora-

entre nubes, entre palmas

un instante. Y al siguiente,

 

sin él desciende y en calma

¿se la lleva? Ya con fuerza

entre peces y entre piedras.

 

Y aquella imagen hoy cifra

infancia suprema: niño

no víctima de Narciso.

 

A las aguas entregado.

Y a su júbilo, viviendo

un amor llamado río.

 

 

            CONCIERTO EN UNA PLAZA

 

Ya se disuelve la banda.

¿Se disuelve? Se desbanda.

Y aquel glu-glu de la fuente

continúa ¿Aglutina

poca gente? Suficiente.

 

 

            UNOS PECES

 

Claros, muy hermosos,

casi transparentes,

flotan en su mundo

y en el nuestro... rondan

sus nombres. No es raro.

Ciertos nombres de pez

encantan. Seducen:

Luna, Alita, Velo.

¿Harén? Peor: pecera.

Poema. Acaso cuadro.

Tal vez enciclopedia.

Y en el atardecer

-el tedio en un bar-

ya con un whisky:

¿club? Quizá ideal.

 

 

            CORREO

 

Sin un café,

sin un árbol

y sin embargo,

 

con el amable

café con hojas

de una sombra

 

ya se abre

la calle

de un poema

 

donde es azul

como una carta

mojada por la lluvia.

 

 

            AMIGA

 

Amiga de Tauro,

de Aries... de Júpiter.

Reciente.

Muy reciente y a salvo, sí,

a salvo de la lluvia

y de las voces del tedio,

no con un gesto

sino tal vez

con un libro

o un disco, en fin, amiga

que no participas

del triste artificio

de oír por amistad, permite,

permíteme decir

cuán triste y cuán enajenado

viviera

viviendo lejos de tí

cualquier amigo.

 

 

            NOCTURNO DE LA CALLE 19

 

No hay jazmines esta noche

en la calle 19.

Y las casas

ya se han ido a dormir

-oportunamente-

con sus dueños.

A una milla

pedestre del río,

la calle 19

me deja

-sin temor

a lo rupestre ni a lo feo-

¿en una cueva?

Ah delicadeza

de musa, realmente.

En una esquina

cordial

una silla vacía

y una mesa

no desierta.

 

 

            GIN TONIC

 

Y ahora,

en el fondo

no irreal de un minuto,

alguien espera

y rueda,

rueda una rodaja de limón.

 

Es inútil mirarla.

No puedes verla

bajo burbujas

de agua.

 

Inútil

es también mirar

afuera.

 

Miras

¿y qué?

Aquella imagen

-no, no en tu noche-

en un vaso

vive

ya

tontamente. Ya conocen los labios,

unos labios de lo frío

y aún gira,

rueda,

 

rueda en el fondo,

 

rodando en lava de Seltz

la tonta rodaja fina

del hondo limón de la espera.

 

 

            RECUERDOS DE UN LAGO

 

Una noche tibia...

no, no nos conocimos.

Nos destruimos

dulcemente,

cual conviene

sin duda

a quienes tienen

aún algo

por destruir

en sí mismos.

 

 

           

CERCA DE LA ISLA DEL COBRE

 

            EL ÚLTIMO SALMO DEL REY

 

Metal de pobres y de reyes,

el cobre de las hojas y del cielo

se funde lentamente y ya no fragua

del todo su leyenda. Cierto

temblor permanece:

llama, deseo.

Y hacia el fin de la tarde: manos.

Manos de rey... o manos de pastor

ya soberanas en su magnitud.

Manos cansadas de reinar

y del puro calor de Sulamita,

apartan la luz de la tarde

y aquel resplandor no muere, resiste

en un azul de ciegos, no ceniza,

y en los dedos trabados en el arpa.

 

 

            ANIVERSARIO DE UN GALEOTE

 

Ya golpean los remos un año

y una ola... ¿no es la misma?

Disgusta a un hombre cierta vejez

que place a los dioses

en óptimo islote propio.

-¿Y cuántos años tienes?

No. Trivial cómputo. Aún vives, rema.

 

 

            SEÑALES DE VIDA

 

Primavera tan confusa,

muy remota. Retraída.

En ella no disimula

la distancia su mentira.

 

Y en la ventana

perdura la luz de la tarde fría,

fiel a su nube dormida

que vago son insinúa

 

y calma, ya con dulzura,

flotando, casi perdida,

sobre la masa corrupta

de las deidades marinas.

 

 

 

            INDICE

 

PRIMERA SERIE

 

Adivinanza

La niña de los mangos

Anclas

La ninfa de tántalo

De la vida en un bosque

Arroyo siestero

Bouquet

Árbol de la Magia Dulce

En otro cielo I Llegada/ II Mi despedida

Solitarios de la calle última

Vampiro

 

OTRA HISTORIA DE LA MISMA CANCIÓN

 

Versión de un poema de Emily Dickinson

Pureza: Niebla

Retrato de un niño

Concierto en una plaza

Unos peces

Correo

Amiga

Nocturno de la calle 

Gin tonic

Recuerdos de un lago

Ex

Susana

Gloria

Y es el mar quien me aleja

Diálogo interior (sin copla)

Una ausencia inmensamente breve

Marea

 

CERCA DE LA ISLA DEL COBRE

 

El último salmo del rey

Aniversario de un galeote

Señales de vida

 

UN SUPLEMENTO SINCERAMENTE DOMINICAL

 

Poeta y aldeano

Un disco

Salto de un río menor

Una serenata de antaño

Inauguración en un pasillo

 

UNA LLAMA EN EL DESIERTO

 

1

2

3

 

CONOCIMIENTO DEL FUEGO

 

Sagitario

Conocimiento del fuego

Cifra para guitarra.

 

 

mm       

 



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