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GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ

  EL RECTOR - Novela de GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ - Año 1991


EL RECTOR - Novela de GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ - Año 1991

EL RECTOR

Novela de GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ

 

RP ediciones

Asunción-Paraguay

1991 (2da. Edición)

(200 páginas)

 

 

 

**/**

 

“A diferencia de sus anteriores novelas, Caballero y Caballero Rey, en ésta el autor se distancia de nuestra realidad socio-cultural para crear una obra fascinante.

La increíble historia de un cura católico, ebrio consuetudinario, bribón y especulador, que mediante artimañas y un metódico escalar llega a convertirse en rector universitario, es el eje conductor de esta novela en la que el personaje central en contacto con las distintas instancias del poder: militares, eclesiales, económicas y políticas va desvistiendo la caracterología de una comunidad que en algún remoto aspecto, podría ser también la paraguaya.

La incisiva ironía de Guido González Alcalá alcanza en la obra vigencia plena. Avaricia, prepotencia, ostentación, hipocresía, complacencia y ambición campean entre los personajes del delirante mundo fabulado por Guido.

Pero por sobre ellos predomina la ignorancia, don necesario y cualidad fundamental de aquellos que influyen en el destino del pueblo o son llamados a difundir las ciencias y el conocimiento"

RAFAEL PERONI

 

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PRELUDIO

- A pesar de todo -dijo el hombre, simulando optimismo- yo le tengo fe a San Cono.

- El que tiene fe sos vos y el que paga soy yo. ¡No! No pienso comprar el gordo de Navidad.

- ¡Seis mil doscientos treinta y...! Me falta un solo número. El resto está clarísimo, hermano.

- Vos servís para sueños indecentes, Jorge, dejáte de fastidiar con la lotería.

- Nunca tengo sueños indecentes.

- ¿No? ¿Y el de la Virgen? ¿Ese que te daba de tomar la leche?

- Miguel, de religión no me vayas a discutir ... vamos ahora mismo, si querés, vamos a la iglesia matriz para ver el cuadro de San Bernardo. ¡Sabés muy bien y te emperrás!

- San Bernardo, si recibió la leche de la Virgen, era todo un santo. Vos, desgraciado, no tenés ningún derecho a contar el sueño, porque no sos ningún santo, porque sos un sacrílego y me dejás en ridículo... ¿Sabés lo que dicen de mí por culpa tuya? ¿Sabés que todo el mundo sabe las puerquezas que soñás? -sin darse cuenta, el capitán Miguel Romero comenzó a gritar.

Su hermano, viendo que no estaba el horno para tortas, trató de ser conciliador:

- Yo no tenía intención de perjudicarte, Miguel, pensé que hablaba con personas instruidas.

- ¡Cómo vas a contar, una cosa así entre tanta gente!

- Bueno, me equivoqué con la gente, pero el sueño no tiene nada de indecente. Hay que saber interpretar. Y en eso sí que tus camaradas no me van a enseñar  nada.

- Interpretáles todo lo que quieras, pero quiero mi pistola.

- Te la doy en seguida.

- En seguida es ahora.

- Está bien, está bien, pero no veo el apuro.

- Mañana tenemos ejercicios y tengo que presentarme uniformado y armado; o si no, me voy al calabozo. Y no tengo ninguna gana de pasar la Navidad encerrado, ¿me entendés?

- Te entiendo. ¿Cómo vamos a pasar la Navidad?

- En mi casa, desde luego. ¿Quién puede hacer la misa?

- Yo.

-  ¡Dejáte de macanas, Jorge! No se puede jugar con esas cosas.

 

El padre Romero tomó un aire doctoral.

- Miguel, yo tengo mis debilidades, y muchas, pero no soy un descastado. Quiero hacer misa el día de papá ... No, no me mirés así... tenés que darme otra oportunidad. ¿Qué van a decir los chicos si ven un cura extraño?

- No te enojes, pero mejor un extraño. Yo no soy rencoroso, no soy Dios para juzgarte, pero el papelón que hiciste el último 24!

- Esta vez, te juro por lo que quieras, que no voy a tomar ni media raya de whisky...! Dejáme quedar bien con la familia!

- Mirá, yo comprendo que vos también lo querías a papá, pero no se puede. El año antepasado no tomaste y te agarró un malhumor que nos liquidaste la Navidad. No puede ser.

- Estoy bajo tratamiento ahora.

- De acuerdo. Vas a hacer la misa pero temprano. Antes de que comiences con los tragos. No es que dude de vos, pero así es mejor. De paso, los chicos todavía no tienen sueño, no hacen el escándalo que van a hacer cuando sepan que no hay regalos.

- ¿Está tan mal la situación?

- Malísima. Aguinaldo nos van a pagar recién después de Navidad, si es que pagan, y la ración no alcanza. Cada vez peor: las galletas parecen cemento, el poroto tiene gorgojos. Dicen que ahora nos dan media ración, pero no llega a media. Antes revendíamos la mitad, y el resto nos sobraba.

- Espero que tu misa nos traiga suerte.

- Nos va a traer. Y creo que nos va a traer también mi sueño.

- ¿Y ese San Cono es santo?

- ¿Y qué te importa si el sueño fue clarito? Tres números de los cuatro. El cuarto puede ser un cuatro. Dice el libro de San Cono que, cuando falta algo, hay que completar con una fecha importante. 24 de diciembre. Navidad. Aniversario de papá, ¿qué te parece?

- ¿Cuánto sale el entero?

- Cien mil pesos.

- Demasiado. Podría ser un medio.

- Frente a la parroquia hay un puesto. Si me das la plata.

- Un momento -tratándose de lotería, el capitán podía confiar en su hermano; no iría a gastar en otra cosa el dinero del billete del gran premio de fin de año. Además, Navidad es una fecha sagrada, y se sentía obligado a demostrar generosidad con su pariente tan cercano y del que solamente podía esperar lo mejor; ya todo lo peor le había ocurrido por culpa del otro- voy a traer la plata.

 

Con la plata en el bolsillo volvió de la cocina, dispuesto a festejar su última Navidad de pobre, la última Navidad alcohólica de su hermano. Le quedaba todavía un poco del contenido de una botella de vat 69, que liquidó en seguida.

- Esta es la excepción, Jorge, es el último whisky de tu vida.

- ¡Salud!

- Te perdono todo lo que me hiciste, todas las veces que te hiciste pasar por mí.

- Sos el tipo más formidable que hay.

- Pero no te olvides de devolverme la pistola. La necesito para mañana y urgente. Y no hagas ninguna tontería con el arma, porque está registrada.

- Mañana te la traigo -contestó el religioso, pensando cómo podía hacer para retirar el arma del monte pío-. ¡Qué este año me nombren arzobispo!

- ¡Y a mi mayor!

 

El entusiasmo del momento justificó la compra de unas botellas de cerveza, terminado el vino; terminados los brindis, resultó claro que ya no les quedaba plata para la compra del billete de lotería, pero no sería esa la última Navidad ni la última vez que se venderían billetes de la lotería. Tampoco resultaba indispensable ascender: un camarada de Miguel Romero, de apellido González, era ya millonario con el modesto grado de capitán, y se había permitido robar el  Mercedes de un coronel.

- Pega fuerte el tipo -comentó el cura con admiración.

- Dicen que está Gustavo en el asunto.

- ¿De dónde lo conoce?

- No sé, pero debe ser Gustavo. El coronel lo hizo llamar a su despacho a González, pero el tipo le dijo que un coronel cualquiera no le daba órdenes. Entonces el coronel se quejó al comando y al final consiguió que le devuelvan la plata que tenía en la guantera, cuatro a cinco mil dólares que le devolvieron enteritos, pero del auto ya no hubo caso. A lo mejor estaba revendido, a lo mejor no querían devolver y se acabó. Pero a González no le hicieron nada ni le van a hacer.

- ¿No podés acercarte a Gustavo?

- No soy de su camada. Yo tenía que ser ahora mayor o teniente coronel; él tiene más confianza con los jóvenes. Y tampoco puedo recibirlo aquí -haciendo un círculo con el brazo extendido, señaló las grietas de los muros de su casa, comprada a precio accesible pero inútil de una empresa estatal- Dios quiera que no me quiten también la casa, porque me atrasé en las cuotas.

- Dios proveerá, Dios proveerá. La próxima Navidad será muy diferente.

 

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ÍNDICE – PRELUDIO

Parte I - Capítulos

1.       Salud/ 2. Tradición francesa/ 3. Rutina/ 4. Complicaciones/ 5. Crimen y castigo/ 6. Contraespionaje, ocasional/ 7. Venta de indulgencias/ 8. Fiesta naval/ 9. Operaciones bursátiles/ 10. Defensores civitatis

Parte II - Capítulos

1.       Un rector/ 2. Recepción diplomática/ 3. Periodismo nacional/ 4. Memorial de agravios/ 5. Presentación del nuevo rector/ 6. Conducción académica/ 7. Universitas

Parte III – Capítulos

1.       Clearing/ 2. Inteligencia militar/ 3. Un cónsul americano/ 4. Casamiento de urgencia/ 5. La nave del estado/ 6. El Rolls Royce amarillo/ 7. La fiesta inolvidable/ 8. Reconciliación de una gran familia/ 9. Elecciones libres

Epílogo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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