La literatura fue su bálsamo
POLILLA AZUL
Por JESÚS RUIZ NESTOSA
jesus.ruiznestosa@gmail.com
SALAMANCA. La literatura fue su bálsamo, su refugio, su descanso, su defensa, su alegría, su protectora. No fue un adorno ni un capricho ni una pose. Fue un soplo de vitalidad y el sustento indispensable para superar momentos en los que muchos nos dejaríamos arrastrar por la desesperación. Ese era Rubén Darío Ávalos, un chico paraguayo, a punto de cumplir trece años (nació en Encarnación en 2004), que acaba de fallecer en Sevilla (España) a causa de una “enfermedad rara” que afecta a un niño entre doscientos mil. Se llama histiocitiosis, una disfunción del sistema inmunológico que provoca la formación de tumores en diferentes órganos del cuerpo. Se sabe muy poco de ella y como es una enfermedad “rara“, es decir, que se da en tan poca gente, no hay muchos estudios sobre ella y los laboratorios no investigan para la creación de medicinas porque no es rentable.
Rubén Darío Ávalos terminó recalando en Sevilla después de que ni en Paraguay, ni en Brasil, ni en Argentina, supieron tratar su enfermedad. Y aquí llegó para recibir el tratamiento que los médicos encontraban adecuado: quimioterapia intravenosa cada quince días y diariamente un refuerzo vía bucal. A pesar de las terribles molestias que causa la quimioterapia, Rubén Darío no dejó de asistir a clases. Iba al colegio San José Obrero que el año pasado, teniendo en cuenta la trayectoria de este alumno como estudiante y como escritor, resolvieron bautizar a la biblioteca de la institución con su nombre. En la nota que le comunicaban esta decisión se leía: “En reconocimiento a tu calidad humana, a tus cualidades literarias y a tu buen hacer con nuestro centro, la Comunidad Educativa del C.E.I.P. San José Obrero ha decidido que nuestra Biblioteca lleve tu nombre Rubén Darío Ávalos Flores. Es un orgullo para todos poder contar con tu presencia en nuestro colegio. Miles de abrazos. El director, Miguel Rosa Castejón”.
Es que Rubén Darío no solo encontraba el refugio y la calma necesaria en la lectura, sino además escribía y dejó varios títulos editados: Encuentros con Rubén (2015), Sensación de pureza (2015), Las cartas y otros cuentos impredecibles (2016), La medicina maestra (2016) y La diadema (2017).
El nivel alcanzado por este niño escritor y la calidad de sus trabajos hicieron que fuera invitado el año pasado a la Feria del Libro de La Rinconada (Sevilla), donde estuvo firmando sus libros al lado de escritores del nivel de Javier Cercas, Eduardo Menricutti, Eva Díaz Pérez, Juan Carlos Méndez y Edmundo Paz Soldán, además de mantener encuentros con sus lectores.
El escritor peruano Fernando Iwasaki, que vive en Sevilla, compartió amistad con Rubén Darío, al que le dedicó varios artículos en la prensa española y firma el que ha aparecido en el diario El País, el más importante de toda España, al día siguiente de su fallecimiento. Toda una página para el pequeño en donde dice, entre otras cosas: “No sé qué escritor podría haber sido Rubén Darío si hubiera vivido para aprender, madurar y seguir escribiendo; mas sí puedo asegurar que fue un gran niño escritor y que sus libros tienen el «aire suave» del poema de su tocayo. Ahora que Rubén ha fallecido, pienso que quienes tendrían que conocer su épica personal no deberían ser otros niños como él, sino sobre todo jóvenes y adultos, médicos y maestros, lectores y escritores, pues Rubén Darío luchó contra todas las adversidades fortalecido por la felicidad de leer, el placer de escribir y el entusiasmo por aprender”.
A raíz de un par de artículos que escribí sobre él, intercambiamos correspondencia y en la última me decía que esperaba alguna oportunidad para poder conocernos. Lamentablemente perdí la ocasión de haber podido hablar con él. Y es difícil encontrar las palabras adecuadas para explicar este momento. Por eso voy a trascribir unos versos del poeta nicaragüense Rubén Darío con el que Iwaski concluye su artículo: “Ruega generoso, piadoso, orgulloso;/ ruega casto, puro, celeste, animoso;/ por nos intercede, suplica por nos,/ pues casi ya estamos sin savia, sin brote,/ sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,/ sin piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios. Descansa en paz, Rubén”.
Fuente: ABC Color (Online)
