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JESÚS RUIZ NESTOSA

  LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XXXIV) - «Los jesuitas no malograrán mi gran negocio» - Domingo, 11 de Febrero de 2018


LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XXXIV) - «Los jesuitas no malograrán mi gran negocio» - Domingo, 11 de Febrero de 2018

 LA GUERRA DE LOS GUARANÍES (XXXIV)

«Los jesuitas no malograrán mi gran negocio»

 

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

 

 

jesus.ruiznestosa@gmail.com

El largo relatorio que el padre Juan de Escandón le envía al provincial de los jesuitas arroja luz sobre los intereses y las intrigas en juego detrás de las decisiones que desencadenarían la guerra.

Los portugueses que ocupaban Colonia, en la margen izquierda del Río de la Plata, estaban muy atentos a los movimientos de los españoles de la región, especialmente los que vivían en Buenos Aires. Algunos de ellos, que conocían el tamaño y el alcance de las pretensiones territoriales de Portugal en la América meridional, estaban dispuestos a hacer todo lo que fuera necesario para impedir que el negocio que tenían entre manos fuera obstaculizado por los españoles de la región, pero sobre todo por los jesuitas, que deseaban que nadie les quitara de las manos siete pueblos de sus reducciones. No solo se perdería territorio, sino que ocasionaría el desplazamiento de más de treinta mil indígenas que poblaban las tierras en cuestión.

Enterados de que el provincial de los jesuitas mandaba un emisario a la corte española para defender a los indígenas de la voracidad de los cobradores del impuesto de la sisa, no deseaban correr el riesgo de que pudiera informar también sobre la actitud y las ambiciones de los portugueses de la zona.

En su pormenorizado relatorio, Juan de Escandón habla de qué manera reaccionaron los portugueses al enterarse de que dicho emisario estaba tratando de embarcarse rumbo a España. «Hiciéronle (como decimos) la puente de plata para que se embarcase en un su navío que estaba ya para darle a la vela desde la Colonia a Lisboa, de donde con gran facilidad podría luego pasar a Madrid. Y anduvieron, o se mostraron tan finos, o tan razonados, que no pudiendo el navío aguardar en la Colonia, a que el dicho padre se embarcara en aquel puerto, le prometieron aguardarlo algunos días en la isla de Maldonado, y así como buenos y honrados portugueses lo cumplieron» (1).

«Por que yendo por tierra el padre al sitio señalado, luego lo recibieron a bordo, después de haberle llevado hasta ochocientos pesos bien contados de flete. Diéronse otra vez a la vela desde Maldonado para Lisboa; mas fuese por casualidad o de propósito, ellos aportaron [aportar es tomar puerto] (*) antes al Río Janeyro, en donde era actual gobernador un tal Gómez Freyre gran promotor (sino también primero y principal autor) del tratado de las nuevas líneas divisorias. El cual gobernador dejando proseguir su viaje en el navío a todos los demás pasajeros castellanos que en él iban, sólo puso dificultad en que prosiguiese el padre castellano de la provincia del Paraguay, por causa de no sé qué estrechas órdenes que pretextaba tener de su corte de Lisboa para que no dejara pasar a ella a castellano alguno con navío de Portugal, cual lo era el que llevaba a dicho padre» (2).

La arbitrariedad de la decisión quedaba más que clara cuando el gobernador Gómez Freyre dejaba pasar a todos los otros viajeros de origen castellano dejando en tierra a uno solo. Cuestionada su actitud, puso en claro sus intenciones: «Y así dijo más claro –escribe Escandón– y con más verdad que la única razón porque no dejaba, ni dejaría pasar al padre era porque tenía por cierto que iba a la corte de Madrid a descomponerle y echarle a perder su gran negocio. Que este nombre deba al tratado. Y este le había dado en nuestro colegio del dicho Janeyro el día de N.P. San Ignacio del año antecedente, diciéndole públicamente a los padres de él: Ea padres, ya está mi gran negocio en tan buen estado que sólo vuestros padres me lo pueden echar a perder. Y extrañándole a los padres el que de ellos se dijese que podían echarle a perder un negocio tan importante para su propio rey y reino; se explicó más diciendo: No vuestros padres los de aquí, sino vuestros padres de la provincia del Paraguay. Pero ya también se pondrían los medios para que ni ellos tampoco lo descompongan. Aludía sin duda (aunque con esto no se explicó más) a las disposiciones que aguardaba nos habían de venir de Roma) y les añadió que le había costado diez de trabajo el dicho su gran negocio, que eran poco más o menos los que habían pasado desde que en los Chiquitos y Guaraníes se descubrieron los primeros exploradores y espías portugueses» (3).

«En fin, él se negó a todo empeño y cerró los oídos a que las súplicas le hizo el padre castellano y a cuantas por él (o de veras o sólo por cumplir) hicieron otros portugueses para que lo dejase pasar como a los otros castellanos en prosecución de su viaje. Con la misma tenacidad le negó el recurso al virrey; antes bien con mayor empeño, prohibiendo so gravísimas penas pecuniarias de 30 mil cruzados y otras a su arbitrio que ninguna embarcación sacase del dicho Janeyro a aquel padre castellano para la Bahía donde estaba el virrey ni para otra parte alguna, sino para la Colonia del Sacramento adonde mandó que lo volviese otro navío que estaba allí para la dicha Colonia a media carga, y le obligó a salir sin la otra media sólo porque cuanto antes sacase de allí a dicho padre castellano, diciendo (y aun mostrando decir verdad con su mismo desasosiego) que no sosegaba ni podía tener quietud ni reposo mientras el padre castellano no se volviese otra vez por donde había ido, y se restituyese otra vez a su provincia del Paraguay; que era como el Aquilón [en la mitología romana dios de todos los vientos septentrionales, fríos y tempestuosos] de donde se temía todo el mal» (4).

«Volvió pues así el padre castellano a su provincia y quedó el gobernador portugués en su Janeyro algo recobrado del susto y miedo pánico que le causaba aun la sola presencia de un pobre religioso castellano, de quien también decía (aunque sin fundamento alguno) que llevaba millones de pesos para descomponerle en la corte de Madrid su gran tratado; siendo así que le constaba o le podía constar, que no llevaba más de tres mil pesos para su viaje y precisos gastos del pleito que iba a defender» (5).

El secretismo con que manejaban los portugueses el tratado que imponía una nueva demarcación de límites no era exclusivo de la América meridional, sino que también se daba en Europa. «Mientras estas cosas pasaban en el Río Janeyro y después de estar por acá tan publicada conclusión del real tratado y de tenerse ya por cierto e indubitable, y mucho más en Portugal de donde había venido la noticia, aún estaba en España tan oculta y tan escondida todavía que mostraba bien la vergüenza que tenía de salir en público a la vista de los españoles, no obstante lo bien vista que se hallaba de los portugueses» (6). Refiriéndose a todos estos hechos, Escandón narra en su relatorio que, coincidiendo con todos estos episodios, los jesuitas de la provincia del Paraguay recibieron una carta de Roma en la que se les pedía que manejaran el tema del tratado con mucho sigilo y mantuvieran sus conclusiones en secreto, que al mismo tiempo fuesen «preparando y disponiendo los ánimos de los indios guaranís de los siete pueblos del Uruguay para su transmigración a otras tierras de hacia el mar que fuesen a propósito para fundar nuevos pueblos, porque los que tenían con todas sus tierras y las de los otros pueblos que estaban en el dicho Uruguay y río Ibicuy se habían de dar a la corona de Portugal» (7).

En pocas palabras, el «gran negocio» del gobernador portugués Gómez Freyre estaba concretado.

 

Vista de las ruinas de la misión jesuítica guaraní de la Santísima Trinidad del Paraná (Foto: Archivo de la Unesco).

 

Notas 

1. Legajo 120, 54, Archivo Histórico Nacional de España, Madrid.

* Santiago de Covarrubias: Tesoro de la lengua castellana o española, edición de Luis Sánchez, impresor del Rey N.S. Madrid, 1611.

2. Ibid.

3. Ibid.

4. Ibid.

5. Ibid.

6. Ibid.

7. Ibid.

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Edición Impresa del Domingo, 11 de Febrero de 2018

Página 4

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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