EL SILENCIO CAYÓ SOBRE SOLENTINAME

Por JESÚS RUIZ NESTOSA

jesus.ruiznestosa@gmail.com

SALAMANCA, España. Solentiname es un archipiélago de 36 islas en ese pequeño mar interior llamado Cocibolca, al sur de Nicaragua, y todas juntas hacen un territorio de nada más que de 192 kilómetros cuadrados. Fue un refugio de culturas precolombinas y llegó a nuestros días como refugio de una vida simple, dedicada a la poesía y a la pintura. Fue también el refugio del poeta Ernesto Cardenal que acaba de fallecer a los noventa y cinco años de edad y sus cenizas sepultadas en el sitio donde, según sus propias palabras, “fue feliz”.

Cardenal, cuya obra poética fue traducida a más de veinte idiomas, a pesar de la fama y las distinciones que reconocieron su labor, nunca abandonó aquella sencillez ni se dejó abatir por todas las contradicciones de que fue víctima. Integrado a la lucha contra la dictadura de la dinastía Somoza en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, llegó a ocupar el ministerio de Cultura una vez derrocado el tirano en 1979, cargo que abandonó en 1990 por discrepancias con el líder sandinista Daniel Ortega que terminó repitiendo todos los vicios de su antecesor, Somoza, contra el cual habían luchado.

En 1983, durante la primera visita que realizó el Papa Juan Pablo II, soportó en silencio la humillación a la que le sometió el pontífice quien, con un índice amenazador le reprendía por su labor como ministro. Luego, le siguió la prohibición de ejercer el sacerdocio, castigo que fue levantado por el papa Francisco en febrero de 2019.

Su ruptura con Daniel Ortega y su actitud crítica hacia un gobierno autocrático desencadenaron toda clase de persecuciones no sólo del presidente, sino también de su esposa, Rosario Murillo, a quienes acusó de ser “dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora en mi contra”, dijo en una entrevista dada al diario español “El País” en 2017. A pesar de ello, no fue obstáculo para Rosa Murillo, creadora y principal dirigente de una iglesia inventada por ella misma, quien le dedicó elogios llenos de espíritu religioso al enterarse que había muerto.

Nada de esto lo doblegó. Creó una comunidad en la isla de Solentiname predicando la vuelta al cristianismo sencillo y pobre de los orígenes, lejos del lujo y la suntuosidad vaticana contemporánea. Allí también promovió la creación poética y la pintura; una “pintura naíf” que hoy es valorada en su justa medida.

Su obra poética está contenida en numerosos libros. Entre los títulos famosos están “Salmos”, “Epigramas”, “Canto cósmico”, “El Evangelio en Solentiname” y otros. Entre sus poemas está la inolvidable “Oración por Marilyn Monroe” en la que rescata la soledad que puede alcanzar a un ser humano y termina con la súplica de: “Señor:/ quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar/ y no llamó (y tal vez no era nadie/ o era alguien cuyo número no está en el directorio de Los Ángeles)/ ¡contesta tú al teléfono!”

Y entre sus poemas de contenido político: “Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido/ ni asiste a sus mítines/ ni se sienta a la mesa con los gánsters/ ni con los Generales en el Consejo de Guerra.” (“Salmos”).

Se lo despidió cristianamente con una misa de cuerpo presente en la Catedral de Managua que fue copada por una turba de gente afín al gobierno que a gritos de “Traidor” y de agredir físicamente a los presentes, forzaron a que el féretro fuera sacado urgentemente por una puerta lateral y llevado rápidamente a Solentiname. Un atropello más en la larga lista de iniquidades de Daniel Ortega.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección OPINIÓN

Viernes, 06 de Marzo de 2020

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