LA GUERRA DEL CHACO (1932-1935)
COLECCIÓN "LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY", 10
© Editorial El Lector
Director Editorial: PABLO LEÓN BURIÁN
Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA
Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPOS
Diseño de portada: CELESTE PRIETO
Diseño Gráfico: CÉSAR PERALTA G.
Corrección: NIDIA CAMPOS
Portada: El ejército del Chaco.
Museo e Instituto de Historia Militar de Asunción
Fotografías: Archivo Surucu'a
Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98
I. S.B. N. 978-99953-1-082-0
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El Lector II: San Martín c/ Austria. Tel. 610 639 - 614 258/9
Esta edición consta de 15 mil ejemplares
CONTENIDO
Prólogo/ Introducción
Un nombre y un territorio
Un territorio, varios pretendientes
Actos paraguayos de soberanía
El Chaco como fuente de Riquezas
Fundación de fortines militares
Negros nubarrones en el Chaco
El ataque a Vanguardia
Intentos para evitar la guerra
La conferencia de Buenos Aires
La conferencia de Washington
Nuevo intento de paz
Preparativos bélicos paraguayos
Planes para la defensa
La chispa y el polvorín
La retoma de Pitiantuta
La toma de Boquerón
La movilización
Movilización boliviana
El Chaco en llamas
Esperar a la vera del río
Preparativos para el ataque
La defensa boliviana de Boquerón
La situación de Boquerón
El asedio a Boquerón
Efectos de la batalla de Boquerón
La batalla de Arce
La caída de fortín Arce
Saavedra
Nanawa, la "muralla viva"
Pacificación infructuosa
Preparativos bolivianos
La primera batalla de Nanawa
Preparativos para la defensa
Batalla del fortín Corrales
Toledo, la puerta cerrada
La declaración formal de guerra
La "neutralidad" solidaria argentina
Alihuatá
Campo Jordán
Nanawa de gloria
Empieza la función
Ofensiva paraguaya y debacle boliviana
Pampa Grande y Pozo Favorito
La batalla de Alihuatá y la debacle de Campo Vía
La derrota boliviana
Breve descanso y renovados bríos
Reanudación de las acciones
La maniobra de Strongest
Ballivián, bastión boliviano
Una maniobra de ajedrez
Un nuevo frente de lucha
Avance hacia las cordilleras
Batalla de Carandayty
Con miras a El Carmen
Negros nubarrones
El Carmen o la hora de Ballivián
El cerco de El Carmen y la caída de Ballivián
El "Corralito" de Villa Montes
Persecución de un ejército en fuga
La retirada boliviana de Picuiba
Una audaz iniciativa
Reacción tardía e infructuosa
Últimos combates de 1934
Batalla de Ybybobo
En vista a la gran batalla
La batalla de Villa Montes y el fin de la guerra
Más allá del Parapití
Un bastión inexpugnable, la defensa boliviana de Villa Montes
Paraguayos en el Izozog y Charagua
Contraofensiva boliviana
Caída de Mandyyupecuá
Ingavi, la puerta hacia la paz
Por fin el sueño cumplido: La Paz
El Autor
Fuentes Consultadas
Fuente de foto: Internet
PRÓLOGO
En este decimo volumen de la Gran Historia del Paraguay, Don Luis Verón presenta un detallado estudio sobre el desarrollo del conflicto bélico más importante del siglo XX que se disputo en Latinoamérica.
Verón analiza el origen del término Chaco para luego referirse detenidamente a las disputas por el territorio Chaqueño entre el Paraguay y Bolivia. Ese territorio que durante largos años los gobernadores españoles del Paraguay y otras provincias pretendieron conquistar y no pudieron.
El libro presenta todos los aspectos que hacen a los prolegómenos del conflicto, detalla con sumo cuidado cada una de las principales batallas, informando sobre los planes y estrategias de los bandos en disputa, los efectos y las consecuencias. Los detalles fueron minuciosamente recabados, lo que proporciona información sumamente valiosa para comprender cada uno de los movimientos realizados por los altos mandos en conflicto.
A través de las presentes paginas se observa como telón de fondo el inhóspito y a la vez magnificente paisaje chaqueño frente al cual actuaron unos hombres y mujeres que defendieron una idea sublime como la patria a pesar de la ausencia de caminos, recursos y por sobre todo el vital liquido.
Este libro permitirá al lector conocer los detalles de los principales combates así como de las negociaciones que llevaron a establecer un alto al fuego el 14 de junio de 1935, luego de más de tres años de combates en los cuales cerca de cien mil vidas humanas se perdieron en los lejanos cañadones chaqueños. La obra de Luis Verón nos enriquece y nos permite observar en estos setenta y cinco anos de la finalización de la Guerra del Chaco los sacrificios y el heroísmo de quienes no dudaron un segundo en defender a la patria a pesar de las carencias en las que se desarrollaba la vida económica y social de la república, por lo que no podemos dejar de agradecerle al autor esta contribución que nos refresca la memoria y nos ayuda a reflexionar sobre las consecuencias del conflicto chaqueño.
INTRODUCCIÓN
Los sangrientos conflictos del siglo XX han moldeado, para bien o para mal, el mundo en que vivimos; gran parte de su ciencia y tecnología tiene raíces en los presupuestos militares, y los sistemas políticos son consecuencia de que algunas naciones ganaron, y otras perdieron, poderosas guerras.
La primera mitad del siglo pasado fue dominada por una guerra que duro tres décadas, entre 1914 y 1945. Una primera parte comenzó en 1914 y culmino en 1919, pero sus efectos -económicos, políticos y sociales- se sintieron a lo largo de dos décadas y fueron estos mismos efectos los que eclosionaron en otro conflicto mundial, entre 1939 y 1945.
Durante esos veinte años entre la primera y la segunda conflagración mundial, en otro escenario, un escenario de sértico e inhóspito en el medio del continente sudamericano, un conflicto armado sacudió la, hasta entonces, pacifica vida de los países de la región: el disputado entre paraguayos y bolivianos, quienes de esa manera zanjaron un entredicho de larga data y que era una espina atravesada en el corazón de ambos pueblos americanos.
Ese conflicto, conocido como la Guerra del Chaco, significo para ambos países una Bran sangría de diversos elementos: en primer lugar el sacrificio heroico de exponentes de su mejor juventud, muchos de los cuales dejaron su vida en los calcinantes desiertos, abonando con su sangre esa tierra seca y resquebrajada; en segundo lugar, significo la erogación de una riqueza que apenas tenían y en última instancia, levanto un muro de incomprensión y desconocimiento entre dos países, hasta hoy no superado.
UN NOMBRE Y UN TERRITORIO
Para definir a esta unidad geográfica se usa el termino de Gran Chaco. El Chaco es un término quechua que quiere decir "vasto cazadero", aunque sobre su verdadero significado no hay unanimidad. Según el jesuita Pedro Lozano, cuando los aborígenes salían a cazar, llamaban chacú al conjunto de animales fruto de la cacería. Otro autor, Carlos María Sayago, opina que chacú significa "gran cerco" y que ese mismo nombre fue aplicado a una montana andina "por haber existido allí una especie de corral destinado a la cacería de vicuñas". Por su parte, Carlos Paz Soldán refiere que Chaco es un nombre geográfico de uso común en el Perú.
"En realidad, la palabra quechua chacú significa cacería de batida, ojeo", sostiene Pablo Patrón. Según Fulgencio R. Moreno, los indígenas chaqueños se juntaban y rodeando los cerros "iban espantando con hondas a los animales salvajes, hasta llevarlos a un lugar determinado, generalmente una quebrada o valle, donde quedaban encerrados como en corrales, y allí eran muertos a palos y pedradas, y de otras maneras... y a esta manera de caza, dice, llaman los indios chaco".
El nombre chaco aparece por primera vez en documentos españoles en Potosí, el 2 de noviembre de 1592, en una probanza de servicios de un conquistador llamado Cristóbal González. Hasta entonces -y aun mucho después- los conquistadores españoles llamaban a ese territorio "tierra de los guaycurú", "tierra de los guarazarapos", "tierra de los mbayá", "provincia de los payaguá", "nación de los nohaagués", "llano de los tamacosis", etc., mencionando a los pueblos que lo habitaban.
Este territorio tiene una extensión aproximada de unos 1.500 km de norte a sur y un ancho medio de 700 kilómetros, abarcando una extensión aproximada de 1.000.000 de km2.
El Gran Chaco, en realidad, es una región con características bien definidas, distinguiéndose tres importantes subregiones: el Chaco Austral, entre los ríos Salado y Bermejo; el Chaco Central o Chaco Gualamba, entre los ríos Bermejo y Pilcomayo, y el
Chaco Boreal, a partir de este rio y que limita, al norte, con el rio Otuquis o Tucavaca; al Este, con el rio Paraguay; y al oeste la cordillera de Chiriguaná o Tehauasi, entre los 62 y 63 grados de Greenwich.
UN TERRITORIO, VARIOS PRETENDIENTES
Para definir la soberanía sobre el territorio chaqueño, las repúblicas de Bolivia y del Paraguay gestionaron, infructuosamente, varios tratados con el propósito de establecer los límites de ambos países. Ninguno de estos protocolos definió claramente las pretensiones sobre el Chaco.
Bolivia sostenía la tesis de que las repúblicas hispanoamericanas tenían por límites los mismos que correspondan a las antiguas demarcaciones coloniales de que se formaron dichas repúblicas, salvo las modificaciones que la guerra de la Independencia hizo experimentar a algunas de dichas demarcaciones. Esta tesis es la conocida en el derecho internacional como Uti-possidetis juris de 1810. Por su parte, el Paraguay enarbolaba el principio del Uti-possidetis de facto, o de hecho: que los límites corresponden a la derivada de la ocupación por parte de dichos países.
Las primeras señales de que la cuesti6n chaqueña podía ser fuente de problemas entre el Paraguay y Bolivia, se dieron cuando el gobierno boliviano protestó ante la Argentina por el reconocimiento de este país de que el Chaco boreal pertenecía al Paraguay.
Los reclamos bolivianos se reanudaron cuando, luego de la Guerra de la Triple Alianza, la Argentina ocupó militarmente parte del Chaco. Por otro lado, la búsqueda de contactos diplomáticos data de mediados del siglo XIX, pero el territorio chaqueño se había convertido en una cuestión bilateral paraguayo-Argentina y sobre la cual trataron discusiones y arreglos entre dichos países: las diplomacias de ambos países resolvieron dividir el territorio chaqueño en tres partes: la que quedaba entre los ríos Bermejo y Pilcomayo, pasó a pertenecer a la Argentina; la que quedaba entre el rio Verde y Bahía Negra, al Paraguay: y la que comprendía entre los ríos Pilcomayo y
Verde, sería sometida al arbitraje del presidente de los Estados Unidos de América, Rutherford. B. Hayes.
Los gobiernos de ambos países presentaron al árbitro sus respectivos alegatos y documentaciones y el 12 de noviembre de 1878, el presidente Hayes emitió su fallo por medio de un laudo otorgando al Paraguay el territorio litigado por la Argentina. Por su parte, el gobierno boliviano reclamó atención a sus requerimientos, pero su pedido fue rechazado por el árbitro, por no ser suscriptor del tratado por el cual se resolvió el arbitraje.
El gobierno boliviano nunca aceptó el laudo Hayes y creía que todos sus actos y protestas anteriores y posteriores al fallo amparaban sus pretensiones y derechos sobre el territorio chaqueño. Además, consideraba que el arbitraje del presidente norteamericano era una cuestión exclusiva entre el Paraguay y la Argentina y que no tenía ningún efecto sobre sus derechos.
Por su parte, el Paraguay se vio fortalecido en sus derechos sobre la región Occidental, aunque quedaba una espinosa cuestión: la definición de sus límites, especialmente con Bolivia.
El mismo ano -1879- en que el Paraguay tomaba formalmente posesión del territorio arbitrado, Bolivia -derrotada en su experiencia en la Guerra del Pacifico, durante la cual perdió su litoral marítimo- volcaba sus ojos sobre el Chaco con mayor interés, pues había sido confinada a una humillante mediterraneidad. Esta situación llevó a los bolivianos a considerar seriamente una salida hacia el Atlántico, a través del Chaco Boreal. Esta consideración derivaría, medio siglo después en otra guerra, la que sostuvieron Bolivia y el Paraguay.
Varios fueron los intentos desde Bolivia de establecer algún punto portuario en el oriente del país, con el propósito de tener una salida al rio Paraguay, además de expediciones militares y empresariales, el gobierno boliviano desempolvó sus viejos reclamos y envió misiones diplomáticas al Paraguay, como la del doctor Antonio Quijarro, quien firmó con José Segundo Decoud un tratado que nunca fue ratificado por el Congreso paraguayo. El boliviano lo hizo, pero dos años después, con la condición de obtener un puerto sobre el Pilcomayo, al sur de los esteros de Patiño, que no fue aceptado por el Paraguay.
A este tratado siguieron cinco tratados y protocolos (Aceval-Tamayo;Decoud-Pinilla; Ichazo-Benites; Soler-Pinilla; Ayala-Mujía), con un factor común: en cada caso, Bolivia veía una disminución del territorio que le había sido asignado en aplicación del Uti-possidetis juris de 1810.
ACTOS PARAGUAYOS DE SOBERANÍA
Una de las causas de la Guerra del Chaco fue la aplicación, a partir de 1810, entre los nuevos estados emergentes en el mapa americano, de una figura jurídica conocida como Uti-possidetis juris, que en el caso de Bolivia le otorgaba cierta calidad de sucesora de la antigua Audiencia de Charcas, aunque esta condición tenía poca consistencia, porque nunca, en todo el periodo colonial, fueron definidos los limites de las circunscripciones españolas en América. Justamente esa situación fue la que originó los problemas que el Paraguay tuvo con sus vecinos directos y que desembocaron, tanto en el conflicto con la Triple Alianza (1865-1870), como en el conflicto paraguayo-boliviano, entre 1932 y 1935.
Si el Uti-possidetis de juris le daba a Bolivia ciertos derechos sobre el territorio chaqueño, al Paraguay le amparaba el Utipossidetis de facto, pues a lo largo de su historia hizo acto de presencia, si no en todo el territorio, en parte importante del mismo.
Con el propósito de ocupar el territorio chaqueño, desde los años de la época colonial, las autoridades de Asunción realizaron numerosas acciones en el sentido de establecer la soberanía del Paraguay en el Chaco. La fundación de poblados y guarniciones militares fue parte de ese objetivo. En el norte surgieron los bastiones de Fuerte Olimpo, en 1792; de Bahía Negra, de la misión de Melodía, en las cercanías de Asunción, río de por medio, etc.
EL CHACO COMO FUENTE DE RIQUEZAS
El paupérrimo estado financiero del país, como consecuencia del terrible conflicto internacional que lo postró durante muchos años, obligó al Gobierno a ofertar, a precio irrisorio, miles de kilómetros cuadrados de territorio nacional, en la región Oriental y en la Occidental o Chaco.
La venta de tierras públicas, con el propósito de solucionar la desesperante situación financiera del país, permitió la adquisición de ellas por varias empresas, la mayoría de capital extranjero, especialmente argentinas.
Una de estas fue la empresa de Carlos Casado del Alisal, que adquirió miles de leguas cuadradas y estableció en ella un importante complejo industrial, iniciando la producción taninera que ubico al Paraguay, poco tiempo después, como el mayor productor mundial de dicho producto durante más de sesenta años. Posteriormente, la firma Casado vendió parte de sus tierras y se establecieron otras empresas extractivas.
Además de la venta de extensas tierras para el establecimiento de empresas extractivas, desde la puesta en venta, en 1886, de las tierras públicas, numerosos establecimientos ganaderos se ubicaron en la región Occidental. Su producción se destinaba al mercado asunceno y a los saladeros, procedentes de las industrias frigoríficas que se instalaron posteriormente y propiciaron la exportación de carne al extranjero.
Otra medida tendiente a concretar el proyecto de pisar fuerte en el Chaco -dentro de la doctrina del Uti-possidetis de facto, alentada por el gobierno paraguayo- fue la de propender al establecimiento en territorio chaqueño de colonias agrícolas de inmigrantes.
Los intentos de colonización -desde Asunción- datan desde los primeros años de la colonia, aunque la mayoría sin éxito por las características naturales del Chaco. También se intentaron establecer misiones religiosas, con suerte dispar.
Para lograr que vinieran colonos para establecerse en el Chaco, se realizaron gestiones por parte de los menonitas y en 1926, se sanciono una ley, en su momento polémica, dando importantes concesiones a los interesados. De esa manera, en los últimos días de aquel año, llegaron al país numerosos colonos que se instalaron en extensas tierras adquiridas de la firma Carlos Casado, ubicadas a más de 200 kilómetros tierra adentro.
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ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR
SOBRE EL LIBRO DE LUIS VERÓN
NUBARRONES EN EL CIELO AMERICANO
En días más recordaremos los 75 años de la firma del protocolo de paz entre los representantes de los gobiernos del Paraguay y Bolivia. Aquel acto que posibilitó el retorno del sosiego al territorio americano, también significó el inicio de un caminar hacia una realidad muchas veces incomprendida.
La guerra que sostuvieron el Paraguay y Bolivia por la posesión del territorio chaqueño fue el desenlace de largos años de pretensiones, gestiones diplomáticas y actuaciones ofensivas que buscaron zanjarse por medio de numerosos tratados nunca ratificados, pero que significaron la decisión de ambos gobiernos de solucionar el problema suscitado por medios pacíficos, aunque ninguno de estos instrumentos definió claramente las pretensiones paraguayo-bolivianas sobre el territorio chaqueño.
Por un lado, Bolivia sostenía la tesis de que los límites de las repúblicas hispanoamericanas correspondían a las antiguas demarcaciones de la época colonial española. Esta tesis es la conocida en el derecho internacional como Uti-possidetis juris de 1810. Por su parte, el Paraguay enarbolaba el principio del Uti-possidetis de facto, o de hecho: que los límites corresponden a la derivada de la ocupación por parte de dichos países. En el caso chaqueño, numerosas fueron las expediciones exploratorias e intentos de población realizadas desde Asunción desde los primeros años de la colonia, lo que afianzaba la tesis paraguaya, en tanto que desde Bolivia no se registraron incursiones al Chaco hasta bien entrado el siglo XIX.
Reclamos bolivianos
Los primeros indicios de conflicto se dieron cuando el Gobierno argentino reconoció como paraguayo el territorio chaqueño. Esto ocasionó la protesta boliviana, que lo reiteró en la posguerra de la Triple Alianza, inclusive cuando se dio el arbitraje del Gobierno norteamericano en 1878. Ese arbitraje consolidó la posición paraguaya sobre el Chaco, aunque quedaba la espinosa cuestión de la definición de sus límites, especialmente con Bolivia.
El mismo año en que el Paraguay tomaba formalmente posesión del territorio arbitrado, Bolivia –derrotada en su experiencia en la Guerra del Pacífico, durante la cual perdió su litoral marítimo– volcaba sus ojos sobre el Chaco con mayor interés, pues había sido confinada a una humillante mediterraneidad. Esta situación llevó a los bolivianos a considerar seriamente una salida hacia el Atlántico, a través del Chaco boreal. Esta consideración derivaría, medio siglo después, en la Guerra del Chaco.
Gestiones y tratados
Varios fueron los intentos desde Bolivia de conseguir una salida al río Paraguay. Además de expediciones militares y empresariales, el Gobierno boliviano desempolvó sus viejos reclamos y envió misiones diplomáticas al Paraguay, que firmaron otros tantos tratados (Decoud-Quijarro, Aceval-Tamayo; Decoud-Pinilla; Ichazo-Benítez; Soler-Pinilla; Ayala-Mujía), con un factor común: en cada caso, Bolivia veía una disminución del territorio que le había sido asignado en aplicación del Uti-possidetis juris de 1810
Motivos de discordia
Una de las causas de la Guerra del Chaco fue la aplicación, a partir de 1810, entre los nuevos Estados emergentes en el mapa americano, de una figura jurídica conocida como Uti-possidetis juris, que en el caso de Bolivia le otorgaba cierta calidad de sucesora de la antigua Audiencia de Charcas, aunque esta condición tenía poca consistencia, porque nunca, en todo el periodo colonial, fueron definidos los límites de las circunscripciones españolas en América. Justamente esa situación fue la que originó los problemas que el Paraguay tuvo con sus vecinos directos y que desembocaron, tanto en el conflicto con la Triple Alianza (1865-1870), como en el conflicto paraguayo-boliviano, entre 1932 y 1935.
Si el Uti-possidetis de juris le daba a Bolivia ciertos derechos sobre el territorio chaqueño, al Paraguay le amparaba el Uti-possidetis de facto, pues a lo largo de su historia hizo acto de presencia, si no en todo el territorio, en parte importante del mismo.
Ocupación militar boliviana
Debido a los fracasos diplomáticos por lograr una definición satisfactoria de los límites entre Bolivia y el Paraguay, aquel país llevó adelante un plan de penetración en el territorio chaqueño para respaldar sus pretendidos derechos sobre la región. Para contener dicho avance, el Gobierno paraguayo fundó varios fortines que sirvieron de muralla de contención a la ocupación boliviana.
Aprovechando periodos de anarquía política en el Paraguay, Bolivia empezó, en 1905, la fundación de los fortines militares Guachalla y Ballivián (puntos actualmente conocidos como Pedro P. Peña y Mayor Alberto Gardel, en territorio paraguayo). Estas fundaciones dieron lugar, en su momento, a airadas protestas paraguayas.
Luego de algunos años, hacia 1912, nuevamente aprovechando disturbios políticos en el Paraguay, se reanudaron las fundaciones de fortines militares, cumpliendo directivas del Gobierno boliviano.
En respuesta a esta situación, a partir de 1914, el Gobierno paraguayo comenzó a enviar expediciones exploratorias para ubicar lugares apropiados para la fundación de fortines militares que pudieran contener el avance boliviano. La revolución de 1922-23 nuevamente dio ocasión a los bolivianos a seguir fundando fortines en el Chaco. Los paraguayos pudieron reanudar las fundaciones a partir de 1924.
Peligro de tormenta en el Chaco
El constante avance boliviano en el Chaco Boreal y la fundación de fortines por el Paraguay, destinados a contenerlo, dieron lugar a las primeras escaramuzas, como la muerte del teniente Rojas Silva, suceso que inquietó tremendamente a la opinión pública en ambos países, que recurrieron a la mediación del Gobierno argentino.
Luego se sucedieron las reuniones Ayala-Gutiérrez, la firma del protocolo Díaz León-Gutiérrez, las alarmantes informaciones de compras de armamentos por Bolivia, la conferencia de Buenos Aires, la conferencia de Washington, etc.
En agosto de 1928 tuvo lugar otro hecho grave: la captura de oficiales bolivianos de alta graduación, que luego fueron liberados, la quema del fortín boliviano Vanguardia, la captura de fortines paraguayos por Bolivia y el inminente inicio de hostilidades el Paraguay comenzó a impulsar obras de defensa en el Chaco con la apertura de caminos, tendidos de líneas telegráficas y la construcción de nuevos fortines. A raíz del ataque al fortín Vanguardia, el Gobierno boliviano expulsó al encargado de Negocios paraguayo, Elías Ayala, y el Paraguay expulsó al representante diplomático boliviano en Asunción, doctor Bailón Mercado. El mismo día de la expulsión del personal diplomático boliviano en Asunción, el Gobierno de ese país decretó una movilización general. Como represalia por el ataque e incendio de Vanguardia, el 14 de diciembre, el ejército boliviano, con las pocas tropas disponibles, atacó y ocupó sorpresivamente los fortines paraguayos Boquerón y Mariscal López, matando a una veintena de hombres incluyendo al comandante de este fortín, capitán Aparicio Figari, y la aviación boliviana arrojó bombas sobre Bahía Negra, aunque estas no explotaron.
La movilización de 1928
Los ataques de fortines establecidos en el Chaco, tanto por fuerzas paraguayas como bolivianas, desembocaron en un peligroso estado de beligerancia que por poco llevo a la guerra. La falta de preparación de ambos ejércitos fue el factor determinante de la postergación del conflicto. A raíz del ataque paraguayo al fortín Vanguardia, fuerzas bolivianas capturaron los fortines paraguayos Boquerón y Mariscal López, además de producir la ruptura de relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Bolivia y el Paraguay. Ante este situación, el Gobierno paraguayo ordenó, el 16 de diciembre de 1928, la movilización “a los individuos de tropa de la reserva del Ejército Permanente y Armada, a todos los ciudadanos hábiles para el servicio de las armas…” de 20 a 29 años de edad. Igualmente, creó el cargo de Comandante en Jefe del Ejército y Marina Nacionales; la Inspectoría General del Ejército; la Junta de Aprovisionamiento y el Consejo de Defensa Nacional. Mientras tanto, la comisión militar de compra de armamentos suscribía contratos con fábricas europeas.
“Felizmente para el Paraguay, expresó el general Juan Bautista Ayala, el ejército boliviano no estaba entonces en condiciones de iniciar la campaña del Chaco”.
Extraído del libro La Guerra del Chaco, de Luis Verón
8 de Junio de 2010.
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DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO PASADO NUESTRO PAÍS SE PREPARÓ A BATALLAR
–¿De qué forma se preparó el Gobierno paraguayo para la guerra?
–Ya a principios del siglo XX el Gobierno paraguayo envió misiones militares al extranjero para perfeccionamiento de oficiales. Adquirió equipo militar e instrumentos de comunicación. Lastimosamente, numerosas de estas adquisiciones fueron utilizadas para zanjar nuestras propias discordias domésticas.
–¿En qué cosas se insistieron más?
–Desde la década de 1920 se hicieron cursos de entrenamiento aéreo, adquisiciones de barcos de guerra, aviones, armas de última generación, lo que echa por tierra de que fuimos al Chaco munidos de fusiles viejos y machetes. No se enfrentan nidos de ametralladoras con machetes. El doctor Angel Ríos detalla las adquisiciones de armas y vituallas.
–¿Es decir el Paraguay no estaba desarmado como muchos sostienen?
–En absoluto. Estábamos bien armados y con armamentos recién salidos de las fábricas europeas. Por suerte, ambos países utilizaban armamentos con igual calibre de proyectiles y las armas bolivianas que caían en nuestro poder fueron utilizadas contra ellos.
–¿De dónde provenían los fondos?
–De fondos propios. El Gobierno tuvo que realizar ingentes esfuerzos. Además, la sociedad civil ayudó en la compra de armas y materiales. Fue importante el apoyo subrepticio del Gobierno argentino. En el territorio disputado funcionaban empresas de capital argentino. Los bolivianos también estaban bien pertrechados, incluso con blindados motorizados.
–¿Cuándo se inició la guerra propiamente dicha?
–La Guerra del Chaco se inició con la toma boliviana y la retoma paraguaya de la laguna Pitiantuta y la toma boliviana y la retoma paraguaya del fortín Boquerón.
–¿Podría explicar la situación del Paraguay según la Sociedad de las Naciones?
–Desde finales de 1932, el Paraguay estudiaba la posibilidad de una declaración formal de guerra con Bolivia. Al no estar oficializada la situación, los países vecinos no podían declarar su neutralidad, cosa que, por otro lado, iría contra Bolivia, por la mediterraneidad de su territorio y el cierre de puertos vecinos para la introducción de material bélico.
–Pero la guerra ya estaba en marcha.
–El Gobierno paraguayo postergó esa declaración, por las consecuencias diplomáticas que podría tener. Los hechos mostraron a Bolivia como país agresor, pero la declaración de guerra le hizo aparecer al Paraguay como agresor. La declaración de guerra obligaba a los países de la región a cerrar sus puertos a Bolivia para la introducción de material bélico.
–¿Cuándo se declaró la guerra?
–El 10 de mayo de 1933, el Gobierno paraguayo promulgó la ley por la que declaraba al Paraguay en estado de guerra con Bolivia. Tuvo que hacerlo pese a que con ello fue declarado por la Sociedad de las Naciones como país agresor y quedó aislado y sus compras de armamento embargadas. Ante esta situación el Gobierno paraguayo tuvo que recurrir a su par argentino, que ya había mostrado buena voluntad hacia el Paraguay.
–¿Cuáles fueron las claves del éxito del Ejército paraguayo?
–La excelente conducción militar del general Estigarribia, el buen relacionamiento del Gobierno con la comandancia del Ejército en Campaña, la buena convivencia entre la oficialidad y la tropa. Con los bolivianos ocurrió todo lo contrario: una pésima conducción militar, malas relaciones entre el Gobierno y los militares, las disputas de la oficialidad entre sí y las malas relaciones entre la oficialidad y la tropa.
–¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la Guerra del Chaco?
–El país quedó en ruinas económicamente; su juventud, con serias secuelas físicas y sicológicas, entre 30 y 50 mil muertos y desaparecidos, cerca de 3.000 prisioneros en Bolivia.
Publicado en fecha: 12 de Junio de 2010
Fuente de la foto: Internet
UN LIBRO SOBRE LA GUERRA DEL CHACO ECHA POR TIERRA NUMEROSOS MITOS
En el libro, Verón señala que “las infructuosas conferencias diplomáticas y el constante avance boliviano en el Chaco obligaron a las autoridades de nuestro país a preparar la defensa de dicho territorio, con la adquisición de armas y equipamiento para el ejército, aunque, después, ellas fueron usadas en luchas fratricidas”.
“Uno de los grandes mitos relatados –y muy difundidos– es que nuestro país ganó para sí el territorio chaqueño gracias al valor del soldado paraguayo y a los machetes que utilizó como armamento”.
Verón señala que eso no solo ha sido una mentira sino una expresión de desdén acerca del esfuerzo que hicieron los gobiernos de preguerra, para prepararse ante cualquier eventualidad, dado el cariz que iban tomando los acontecimientos relacionados con la cuestión chaqueña.
“Los fracasos de las gestiones diplomáticas realizadas hasta entonces y la fundación, por parte del ejército boliviano, de los fortines Ballivián (Pedro P. Peña) y Guachalla (Mayor Alberto Gardel), hacia 1906, fueron el primer toque de atención para el Gobierno paraguayo, que desde entonces empezó a tomar con seriedad las pretensiones bolivianas sobre un territorio que el Paraguay consideraba suyo, por derecho propio”.
El autor dice que el Ejército paraguayo contaba en ese entonces con unos 2.000 fusiles Wetterli, de procedencia suiza, de modelo anticuado y algunos centenares de fusiles Remington, una batería Krupp de 75 mm y otra de 80 mm: un total de ocho cañones anticuados, con cierre a cuña y sin mecanismo de retroceso.
Parque de guerra modernizado
“El parque de guerra fue modernizado durante el gobierno del coronel Juan Antonio Escurra, cuando fueron comprados otros ocho cañones-ametralladoras Maxim, de 37 mm”.
“Para la formación profesional de oficiales, en 1905 se creó un Curso Militar, antecedente de la Escuela Militar que se crearía una década después. Estaba en los planes del Gobierno la formación de un ejército de entre 10.000 a 30.000 hombres. Con el propósito de dotar de armamento apropiado a un ejército de 1.000 hombres, como estaba planeado en una primera etapa, en 1906, el Gobierno envió a Europa una comisión de adquisiciones integrada por el ministro de Guerra y Marina, coronel Manuel J. Duarte, y el mayor Manlio Schenoni, a la que se sumó en Alemania el mayor Adolfo Chirife, para gestionar la adquisición de armas en fábricas alemanas”.
Verón también manifiesta que se adquirió un tren completo de dragado y elementos completos para un regimiento de bomberos; dos avisos de guerra que se bautizaron con los nombre de “Triunfo” y “Presidente Báez” y vestimenta para 10.000 hombres.
“A su regreso, el coronel Duarte rindió detalladas cuentas de los gastos realizados en Europa, así como de los viáticos, suyos y de sus acompañantes, volviendo a hacerse cargo de su ministerio solo cuando el Congreso aprobó sus liquidaciones presentadas”, manifiesta Verón remarcando que los viajes se realizaban en segunda clase.
Armamento para las revoluciones
“Aquella operación de compras alcanzó la suma de 1.000.000 pesos oro. Las armas adquiridas eran de lo mejor de la época, pero, lastimosamente, no fueron destinadas a la soberanía nacional, sino a las guerras fratricidas que vinieron después (revoluciones de 1908, 1911-12, 1922-23). Pese a ello, cuando estalló la guerra paraguayo-boliviana pudo hacerse uso de una parte de ellas: 1.500 fusiles de infantería, 100 carabinas, seis ametralladoras pesadas y siete de los ocho cañones (uno se perdió durante la revolución de 1922; los siete restantes fueron utilizados por el III Cuerpo de Ejército durante toda la guerra). ¿Qué pasó de las demás armas? En cada revolución, eran llevadas por los soldados que desertaban y luego eran vendidas a cualquier postor. Se cuenta que en casi todas las estancias paraguayas y de territorios vecinos (Formosa, Misiones y Corrientes, en la Argentina) había muchas de esas armas. Numerosas también eran utilizadas en las comisarías de policía, resguardos aduaneros, etc”.
El autor dice que cuando comenzó la guerra con Bolivia, muchas de estas armas fueron devueltas al Estado, que los rehabilitó para su uso en el frente de guerra.
Otras adquisiciones realizadas con posterioridad, si bien para otros fines, también fueron útiles a la hora de la guerra.
“Los cañones y ametralladoras, que fueron utilizados durante la guerra del Chaco se repartieron en varias unidades”, escribe el autor del libro.
Publicado en fecha: 9 de Junio de 2010
Fuente de la foto: Internet
LUIS VERÓN EXPLORA LAS VERDADERAS CAUSAS DE LA GUERRA DEL CHACO
Luis Verón, en su obra, hace un análisis muy riguroso de las causas lejanas y cercanas en la historia de esta guerra, un conflicto de intereses que se incubó ya en tiempos de la colonia, prácticamente.
Un hecho muy importante es que Verón especifica en su libro las verdaderas causas de la Guerra del Chaco, que echan por tierra algunas versiones ideologizadas que le dieron un sentido totalmente diferente a esta conflagración.
Uno de los objetivos fundamentales de esta Colección La Gran Historia es enfocar la historia de nuestro país con una visión crítica pero absolutamente profesional, desprovista de prejuicios ideológicos o de cualquier otra índole, y con la conciencia de que la historia no se acaba jamás, porque constantemente aparecen elementos nuevos que aportan a un mejor conocimiento de nuestro pasado.
Una de las causas
A continuación transcribimos una parte del libro que detalla, justamente, causas primigenias de aquel doloroso conflicto.
Una de las causas de la Guerra del Chaco fue la aplicación, a partir de 1810, entre los nuevos estados emergentes en el mapa americano, de una figura jurídica conocida como Uti possidetis juris, que en el caso de Bolivia le otorgaba cierta calidad de sucesora de la antigua Audiencia de Charcas, aunque esta condición tenía poca consistencia, porque nunca, en todo el periodo colonial, fueron definidos los límites de las circunscripciones españolas en América. Justamente esa situación fue la que originó los problemas que el Paraguay tuvo con sus vecinos directos y que desembocaron, tanto en el conflicto con la Triple Alianza (1864-1870) como en el conflicto paraguayo-boliviano, entre 1932 y 1935.
Si el Uti possidetis de juris le daba a Bolivia ciertos derechos sobre el territorio chaqueño, al Paraguay le amparaba el Uti possidetis de facto, pues a lo largo de su historia hizo acto de presencia, si no en todo el territorio, en parte importante del mismo.
Con el propósito de ocupar el territorio chaqueño, desde los años de la época colonial, las autoridades de Asunción realizaron numerosas acciones en el sentido de establecer la soberanía del Paraguay en el Chaco. La fundación de poblados y guarniciones militares fue parte de ese objetivo. En el norte surgieron los bastiones de Fuerte Olimpo, en 1792; de Bahía Negra, de la misión de Melodía, en las cercanías de Asunción, río de por medio, etc.
Al concluir la guerra contra la Triple Alianza de Brasil, Argentina y Uruguay, es cuando la posesión del Chaco sale a relucir como punto conflictivo en la historia regional, convirtiéndose en tema de discusiones diplomáticas con la Argentina, y que fue dirimida mediante el laudo arbitral del presidente norteamericano Rutherford Hayes.
Publicado en fecha: 8 de Junio de 2010
Fuente en Internet: www.abc.com.py
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