LA TIMIDEZ LABORAL DE LOS ARGENTINOS
Por ALFREDO BOCCIA PAZ
@mengoboccia
O quizás por el “efecto termo” que se produce cuando el candidato dice lo que el auditorio anhela escuchar, olvidando que hay periodistas presentes. Nada suena horriblemente peor que una frase apenas políticamente incorrecta escuchada fuera de su contexto original.
Y, por último, hay políticos que vienen con falla de filtro y meten la pata con mayor frecuencia. Uno de ellos es Santi, autor de las célebres expresiones “solo al árbol que da frutos le tiran piedras” o “en el Paraguay no hay lavado de dinero”. Por su parte, los sindicatos de salud no olvidan aquella de 2016: “Los médicos solo quieren ganar más y trabajar menos”.
Convengamos que afirmar que “los argentinos no quieren trabajar” constituye una generalización bastante necia y muy injusta. Un lapsus linguae cuyos daños podrían haber sido contenidos con un simple pedido de disculpas. Al fin y al cabo, el escritor Elbert Hubbard sostenía que todos tenemos derecho a cinco minutos de estupidez al día. Con eso, el asunto se hubiera extinguido enseguida.
Pero no, cuando la arrogancia se apodera de un equipo de campaña, los consejos no suelen ser buenos. Por eso la Concertación opositora pudo hacer buen uso de ese agravio gratuito a la República hermana, magnificando y multiplicando la frase infeliz.
Santi no puede olvidar que, gracias a los impuestos pagados por los trabajadores argentinos, miles de paraguayos tienen acceso a sistemas de salud y educación. Derechos que les son negados por un Estado que desde hace unas siete décadas es gobernado por el Partido Colorado.
Hablemos de lo que conozco mejor. El sistema de salud paraguayo es una calamidad. Somos uno de los países que menos invierten en salud en el continente y por eso tenemos uno de los porcentajes más altos de ciudadanos que pagan directamente de sus bolsillos los gastos de enfermedad.
Eso significa que un golpe del destino –un cáncer, un accidente, una afección grave– puede hacer humo el esfuerzo de toda una vida y condenar a la generación siguiente a la pobreza.
La ausencia de una salud estatal eficiente es suplida por tallarinadas, polladas o hamburgueseadas solidarias.
Como eso es ridículamente insuficiente frente al costo de algunos tratamientos, al paciente pobre paraguayo, luego de recurrir a hospitales igualmente pobres, solo le queda el recurso de migrar. De buscar auxilio en otro país. ¿Cuál? Casi siempre, la Argentina.
Cada día, muchos paraguayos se trasladan a hospitales de ciudades fronterizas o de Buenos Aires, donde encuentran atención sanitaria y provisión de medicamentos sin importar la nacionalidad.
Los médicos conocemos centenares de casos de enfermos que requerían tratamientos quimioterápicos costosos, complejos procedimientos quirúrgicos e incluso trasplantes, imposibles de pagar o realizar en nuestro país y que fueron atendidos gratuitamente en Argentina.
Allí hay ciudadanos que sostienen que no tienen por qué hacerse cargo de la salud de extranjeros y menos cuando no hay ninguna reciprocidad de los vecinos –incluido el Paraguay–, que cobran a los argentinos por usar sus servicios de salud.
Felizmente, hasta ahora, pese a esas críticas esa política generosa sigue igual. Si no fuera por ella, nuestras coberturas de salud serían mucho peores.
Con esta realidad, meterse a criticar los planes sociales de otro país es, cuando menos, poco prudente. Sobre todo, cuando nosotros también tenemos miles de subsidiados por el Estado. Solo que aquí los llamamos planilleros.
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
www.ultimahora.com
Sección OPINIÓN
Sábado, 25 de Febrero de 2023
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