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ROBERTO PAREDES RODRÍGUEZ

  EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN - ROBERTO PAREDES


EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN - ROBERTO PAREDES

EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

ROBERTO PAREDES

Asunción – Paraguay

2003 (175 páginas)

 

 

 

PRESENTACIÓN

El trabajo está dirigido sobre todo a profesionales de la prensa y estudiantes de la carrera de Periodismo. Fue elemento motivador para su elaboración la falta de materiales completos sobre la ma­teria en lengua española.

El curso desarrollado en las unidades que componen el libro se adecuan enteramente a los programas vigentes en el Paraguay y en otras latitudes, agregando consideraciones y opiniones sobre temas que vienen siendo debatidos entre académicos, profesio­nales y observadores de la prensa.

Su empleo es fácil:

- Cada Unidad es un desarrollo completo, puntual,

- Se tiene una síntesis de cada Unidad, a modo de ayuda memo­ria, y

- Se agrega unas «Indicaciones para la lectura», de modo a que el lector pueda recurrir a textos complementarios.

El periodismo de investigación está en una fase ascendente, pero hay un proceso de construcción teórica aun abierto, que permite a todos realizar aportes en los diferentes ámbitos, ya sean genera­les o puntuales.

Un elemento didáctico, que recoja y sistematice lo avanzado, co­loque las cuestiones en discusión con cierta claridad y aporte al­gunas consideraciones y reflexiones sobre los diversos temas era una necesidad. La presente obra apuesta a cubrir ese vacío.

El Autor


 

UNIDAD I

EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

 

1. El periodismo interpretativo. 2. El periodismo de investi­gación. 3. Despejando dudas sobre una polémica abierta. 4. Diferencia con otros tipos de periodismo. 5. El periodismo de investigación y otras investigaciones. 6. Raíces históricas remotas. 7. Raíces históricas recientes.

 

1. El periodismo interpretativo

A comienzos de siglo XX el periodismo de opinión, predomi­nante hasta ese entonces, cedió espacio para el desarrollo del pe­riodismo informativo, el que básicamente planteaba responder a las preguntas ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?.

Se buscaba, en lo fundamental, ofrecer a la opinión pública la información veraz, fiel e imparcial sobre los sucesos que se daban en las más diversas esferas en el momento, dejando la libertad al lector para interpretar las diferentes situaciones o para asumir posturas con respecto a las mismas. No eran funciones del perio­dismo -se coincidía- interpretar ni opinar sobre los sucesos.

A esta modalidad se le dotó de una técnica de redacción que rápidamente ganó universalidad: la de la pirámide invertida, que básicamente consistió en resumir sumariamente la noticia en el primer párrafo o lead, para después ir desarrollando la informa­ción conforme un esquema simple: se transitaba desde lo más importante hacia lo menos importante.

Hechos históricos trascendentales como la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el surgimiento del fascismo, la cri­sis del 30 y la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, dejaron al periodismo informativo con insuficiencias manifiestas para res­ponder a las exigencias de los lectores, que sobre todo pasaron a querer saber por qué sucedían las cosas.

Y al encuentro de la necesidad de responder al ¿por qué? sur­gió el periodismo interpretativo, con diversas modalidades, pero todas apuntando a satisfacer la sentida necesidad de saber por qué se daban los hechos, en qué contexto, y qué perspectivas de evolución tenían.

El reportaje cubrió satisfactoriamente tales requerimientos, sien­do la expresión más acabada del periodismo interpretativo en un comienzo. Pero después surgieron otras modalidades, con caracte­rísticas más específicas, que fueron respondiendo a necesidades y requerimientos también más específicos, como el periodismo de pre­cisión y el periodismo de investigación.

Los canales siguieron siendo los mismos: los diversos medios de comunicación, pero los tipos de periodismo que se fueron practi­cando fueron ganando su particular perfil.

A modo de definiciones que diferencian los diversos tipos de pe­riodismo, el siguiente glosario es más que suficiente:

Periodismo informativo: consiste en la práctica de comunicar ob­jetivamente sobre lo que sucede o va a suceder en las diversas esfe­ras de la vida social (Noticias, hechos o procesos nuevos).

Periodismo interpretativo: consiste en la actividad orientada a explicar de manera objetiva por qué suceden las cosas, el contex­to en que se dan y las perspectivas de evolución que presentan (Reportajes, sobre todo, sobre hechos o procesos recientes o leja­nos).

Periodismo de opinión: consiste en comunicar reflexiones sub­jetivas acerca de un hecho o un proceso que se está dando o que se dio (Editoriales, comentarios, críticas, puntos de vista subjeti­vos sobre hechos o procesos recientes o lejanos).

La materia que específicamente se abordará en este curso es el periodismo de investigación -una suerte de «modalidad» del pe­riodismo informativo-, práctica que ha ganado mucha fuerza en las últimas décadas, y que por su trascendencia, repercusiones y alcances, ha otorgado a la prensa funciones nítidamente nuevas.

2. El Periodismo de Investigación

El periodismo de investigación es una de las modalidades del periodismo interpretativo, que tiene tres elementos que lo defi­nen con claridad y lo diferencian de cualquier otra modalidad periodística:

1. Es un trabajo realizado por un periodista, que

2. Trata sobre un tema de interés social, y que

3. Busca revelar algo que alguna persona o grupo trata de ocultar

«Es un trabajo realizado por un periodista»: la iniciativa autó­noma del periodista se inicia con la elección del tema o asunto a ser investigado y termina con la publicación del resultado, pa­sando por la realización de todo lo relacionado con el proceso de investigación. Lo fundamental, en éste punto, es entender que el trabajo debe ser realizado por el periodista, no por un tercero.

Pero también hay que entender que a diferencia de lo que ocu­rre con los trabajos publicados por periodistas que desempeñan la función de comunicadores de noticias, en el informe del perio­dismo investigativo hay mucha elaboración propia del periodis­ta; nivel de elaboración que no caracteriza a los informes cotidia­nos de los que cubren los hechos del día a día, por una parte, y que exigen del periodista un nivel de entrenamiento y de prepa­ración más completo, por otra parte.

«Trata sobre un tema de interés social»: el asunto a ser investi­gado debe ser de interés real para la sociedad, debiendo evitarse la investigación de casos o temas que sean objetivamente irrele­vantes. Esto tiene que ver, en realidad, con el sentido de oportu­nidad que el periodista de investigación debe tener, pues existen temas que en determinadas circunstancias pueden ser relevantes y en otras resultar intrascendentes.

Pero también implica -a diferencia de lo que se practica en el Investigación, pues el Periodismo Informativo, por su misma razón de ser informa sobre hechos que pueden o no ser de interés social, pero sobre los que se debe comunicar porque sucedieron, por un lado, y en cuanto a que el trabajo debe ser realizado por el periodista y no por terceros se debe tener en cuenta que en un informe de investigación periodística hay mucha elaboración, mientras que en las crónicas y otros géneros el peso de la elabora­ción propia del periodista es marcadamente menor.

De todos modos, el tercer elemento es el que marca radical­mente la diferencia, pues el objeto del periodismo de investiga­ción es un hecho o proceso que deliberadamente se mantiene ocul­to de la opinión pública, y no hace falta extenderse en argumen­tos para comprender que el grueso de las informaciones periodís­ticas tratan sobre hechos o procesos que no se pretenden ocultar.

4. Diferencia del periodismo de investigación de otros tipos de periodismo

Se practican, básicamente, tres tipos de periodismo: el infor­mativo, el de opinión y el interpretativo.

La actividad conocida como periodismo informativo consiste en el proceso que encierra la captación, la elaboración y la divul­gación de las noticias, o sea de los hechos que suceden o están sucediendo en el momento. Hay medios de comunicación que son más veloces para la transmisión de ciertas noticias, como las emisoras radiales y los canales de televisión, que son capaces de transmitir «al vivo» una infinidad de noticias, como un partido de fútbol, el discurso de un político, un enfrentamiento entre ma­nifestantes y policías, la realización de un allanamiento, la actua­ción de un artista,...

La prensa, sin embargo, pierde en velocidad para los otros me­dios, pero los aventaja con la utilización de otros elementos compensatorios. Compensa a través de una información más com­pleta, por ejemplo, contextualizando la noticia y refiriendo sus antecedentes inmediatos. Otra ventaja aporta el hecho de su ca­rácter permanente, que permite ser fácilmente archivado y con­sultado cuantas veces sea necesario. Una distracción pasajera, por ejemplo, puede hacer que uno pierda parte de la información trans­mitida por la radio o la televisión, pero la lectura de una nota periodística se puede repetir hasta inmediatamente, cuando por algún motivo no se captó claramente el contenido de la informa­ción.

La actividad consistente en la emisión de juicios de valor sobre sucesos o procesos a través de los medios de comunicación es el periodismo de opinión. Puede tratar sobre diversos temas: un partido de fútbol, un suceso o proceso político, económico, so­cial, judicial, policial, cultural,...

A diferencia de los periodismos informativo e interpretativo, el de opinión resalta por la subjetividad de su contenido. De ahí que el oyente, televidente o lector puede coincidir parcial o total­mente, o disentir parcial o totalmente con las opiniones emitidas por los periodistas. Emisor y receptor, en este caso, pudieron ha­ber visto lo mismo: un partido de fútbol o el enfrentamiento entre manifestantes y la fuerza pública, y tener opiniones parcial o en­teramente coincidentes, o parcial o totalmente divergentes. De todos modos, el periodismo de opinión tiene la finalidad teórica de aportar orientaciones para entender mejor un suceso o proce­so, pero por lo general expresa lisa y llanamente el punto de vista del medio concreto que vehiculiza la opinión sobre el asunto en cuestión.

Valoraciones objetivas-imparciales y fidedignas-, vehiculizadas a través de informes periodísticos más completos, que refieren antecedentes, detalles desconocidos de sucesos y procesos, y dan pistas sobre posibles evoluciones de los mismos, configuran lo que se ha dado en llamar periodismo interpretativo.

El periodismo interpretativo sale al encuentro de la manifiesta necesidad de los receptores de tener un panorama más completo sobre un suceso o proceso, o aun de acceder al conocimiento de hechos que le eran enteramente desconocidos. Su práctica se realiza a través de diversas modalidades, que responden a diversas necesidades, y van desde el reportaje hasta el periodismo de in­vestigación, pasando por el periodismo en profundidad y el pe­riodismo de precisión.

Cada tipo de periodismo, finalmente, requiere de técnicas di­ferentes, tanto para la captación de la información, como para la elaboración y la divulgación. De manera general:

-        el periodismo informativo muestra o comunica sobre lo que pasa,

-        el periodismo interpretativo muestra lo que se sabe acerca de lo que pasa, y

-        el periodismo de opinión expresa lo que se cree -subjetivamente - acerca de lo que pasa, cuyo pre-conocimiento se asume. Para completar la vigencia de otros tipos de periodismo hay que referir que se practican, también, pero con alcances más limitados:

-        el periodismo sensacionalista, que apuesta a impactar a seg­mentos de la opinión pública, explotando en casos concretos la morbosidad,

-        el periodismo alternativo, que apuesta a vehiculizar informa­ciones sobre problemáticas que no son tratadas por la gran prensa, por lo menos de manera central, y

-        el periodismo vindicativo, que equivale a algo así como un periodismo militante, consistente en la promoción de determi­nados ideales, como ser los periódicos ambientalistas o femi­nistas.

El Periodismo de Investigación es una modalidad del Perio­dismo Interpretativo, con particularidades que las diferencian de otras modalidades del mismo tipo de periodismo, como ser el reportaje o el periodismo de precisión.

5. Periodismo de investigación y otras investigaciones

La actividad investigativa en periodismo utiliza métodos y ele­mentos propios de otras investigaciones, pero se diferencian ra­dicalmente de ellas en cuanto a su finalidad, que consiste esen­cialmente en revelar informaciones que se mantienen ocultas.

Las investigaciones policiales apuestan a esclarecer casos cri­minales, valiéndose para tal finalidad de técnicas muy particula­res, creadas para el efecto. Por ejemplo, la prueba de la parafina puede demostrar que una persona disparó, o un cabello de mues­tra puede ayudar a identificar a una persona que participó de un hecho delictivo, o de acuerdo con la ubicación del cuerpo de la víctima y las perforaciones, es posible determinar con alta preci­sión la trayectoria de un proyectil. Los policías investigadores, en síntesis, son entrenados para aclarar casos criminales; los perio­distas de investigación no.

Resulta irresponsable y temerario, de hecho, que los periodis­tas se inmiscuyan en investigaciones policiales con la intención de esclarecer casos criminales, pues carecen de las técnicas y del entrenamiento adecuado para hacerlo; como igualmente resulta­ría peligroso que investigadores policiales se metiesen a realizar investigaciones periodísticas.

Hay casos, sin embargo, en que periodistas de investigación penetran en el terreno de la investigación policial, resultando sus trabajos y conclusiones en mayores confusiones que en aportes positivos, tanto al nivel de la investigación del caso, propiamen­te, como en el ámbito de la opinión pública.

La investigación judicial -realizada de acuerdo a normas es­trictas- dirige el trabajo de los investigadores policiales y judicia­les para el esclarecimiento de ilícitos varios, ya sean penales o económicos. El periodismo de investigación puede hasta llegar a proveer informaciones claves para el inicio de una investigación judicial, pero no puede substituirla, porque ni está preparada para ello, ni tiene la autoridad para hacerlo.

La investigación sociológica -realizada de acuerdo a técnicas especiales- se ocupa de estudiar comportamientos y problemáti­cas sociales, generales o sectoriales, tratando de explicar determi­nados cuadros o conductas. Para hacerlo, el sociólogo está dota­do de una preparación especial, tanto desde el punto de vista teó­rico como técnico. Pero además de éstas particularidades, la dife­rencia con el periodismo de investigación sobre todo radica en que el objeto del último es tornar público informaciones que se ocultan.

Por dar un ejemplo: tanto un periodista investigador como un sociólogo pueden coincidir en la investigación de un tema: la cri­minalidad, pero los abordajes y enfoques serán diferentes. El pe­riodista investigador revelará detalles y aspectos desconocidos sobre el tema; el sociólogo buscará explicar las razones del fenó­meno.

La investigación económica es aún más diferente, pues el eco­nomista podrá buscar y encontrar explicaciones para problemas macro o micro-económicos desde una perspectiva totalmente di­ferente del periodista investigador. Un mismo tema, por ejemplo, podrá dar lugar a trabajos e informes enteramente diferentes: Deuda externa. Mientras el economista buscará explicar por qué se recurre al crédito externo para costear determinadas obras, el periodista investigador podrá revelar cómo se usaron en realidad tales recursos, o cuánto se pago en comisiones a los intermedia­rios del pago de la deuda.

La investigación científica es radicalmente diferente, pues el científico, cualquiera sea su especialidad, está dotado de conoci­mientos, técnicas y equipos que le permiten desarrollar su espe­cial trabajo. Obviamente que el periodista investigador puede re­velar, por ejemplo, que el empleo de tal o cual descubrimiento no resultó tan positivo como se anunciaba, pero categóricamente no está preparado ni equipado para realizar investigaciones científi­cas.

Estas precisiones resultan importantes realizar, pues no es raro que periodistas de investigación intenten incursionar en otros ti­pos de investigaciones, desdibujando severamente la finalidad, el carácter y el alcance de tan importante actividad periodística.

Se pretende explicar dichas incursiones con el argumento de que sobre todo en los países pocos desarrollados las investigacio­nes policiales y judiciales resultan insatisfactorias, pero dicho ar­gumento no justifica el hecho grave de contaminar la actividad periodística con acciones para cuya realización los periodistas no están debidamente preparados ni equipados. Es más: las expe­riencias concretas, salvo rarísimas excepciones, suelen terminar en ni resolver los casos, ni en ofrecer mayor claridad a la opinión pública sobre los mismos.

6. Raíces históricas remotas

Como antecedentes remotos del periodismo de investigación se tienen los trabajos realizados en los Estados Unidos, entre fina­les del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que se publicaban por medio de libros o en revistas, y que apuntaban a sacar a luz he­chos que se mantenían fuera del conocimiento de la opinión pú­blica.

En el ámbito estructural, el período histórico en que se desa­rrolló tenía como rasgo dominante el acelerado proceso de cons­titución de los grandes monopolios -empresas gigantescas que se tornaban hegemónicas en sus respectivos ramos de actividad-, que más adelante vendrían a constituirse en los elementos domi­nantes de las economías de los países capitalistas industrializados.

Dicho proceso conllevó situaciones violentas, pues se arruina­ron muchas empresas pequeñas y medianas. Y como ocurre con todo proceso de transformación, estuvo rodeado de conflictos de intereses; conflictos que sobretodo se dieron entre quienes repre­sentaban la realidad emergente y quienes hacían parte de la que estaba siendo literalmente eliminada.

Los liberales ortodoxos, con el abierto apoyo de los empresarios pequeños y medianos, ensayaron una fuerte resistencia, dictándose leyes anti-monopólicas, pero las mismas rápidamen­te se convirtieron en letra muerta pues el proceso de concentra­ción del capital resultó tan arrasador que terminó arrojando al capitalismo de libre competencia al basurero de la historia.

Paralelamente, en el ámbito gubernamental Estados Unidos atravesaba por un momento muy crítico, de mucha corrupción. Los hechos escandalosos se sucedían con frecuencia, sacudiendo con fuerza a la opinión pública.

Ambos procesos se apoyaron para favorecer el desarrollo de un nuevo tipo de periodismo, que fuese «más allá de la noticia», que se mostrase capaz de revelar sin maquillajes los desmanes del poder y las nuevas inequidades sociales.

Petra Secanella resume en dos brillantes párrafos lo que fue la experiencia. «... los muckrakers: la «banda» de escritores que, a principios de este siglo (El XX), expusieron públicamente la co­rrupción del Gobierno, de las grandes empresas y la compararon con las míseras condiciones de vida de la población. Era el gran momento del populismo político norteamericano. El New York Times tuvo a Boss Tweed como reportero más representativo de esta línea. Joseph Pulitzer, en el New York World, inició la cruza­da contra los políticos corruptos. Jacob Riis descubrió escándalos del mercado inmobiliario de la ciudad de Nueva York.»

«La edad de oro de los muckrakers fue de 1902 a 1912, y su traba­jo se publicó sobre todo en revistas y libros. La época fue de gran auge económico, de notable expansión imperial de los intereses nor­teamericanos. Se corresponde con los mandatos de Th. Rossevelt y Taft. Son años de tusa intensísima corriente inmigratoria, de luchas sindicales enconadas, de lacerante corrupción. Lincoln Steffens re­veló la corrupción en las grandes ciudades. Ida Tarbell descubrió las entretelas y manipulaciones del siglo: John D. Rockefeller y la crea­ción del imperio de la Standard Oil...»

El presidente Theodore Rossevelt -de amplia ascendencia so­bre la opinión pública norteamericana- cuestionó dicha forma de periodismo, llamando de «muckrakers» (cavadores que sacan la suciedad a flor de tierra) a los que la practicaban.

En parte por el descrédito promovido desde arriba, y en parte por una desviación sensacionalista que permeó tal tipo de perio­dismo, la experiencia fue perdiendo popularidad y fuerza, lle­gando prácticamente a desaparecer.

7. Raíces históricas recientes

El declinio de la práctica se expresó en una ausencia que sobre todo fue marcada entre 1920 y 1950; luego volvió a reaparecer. En los años 70 se destacó Nicholas Cage, entre otros, investigador del The New York Times, quien entre otras cosas publicó acerca de la donación de dinero para la campaña de Richard Nixon por parte de la corporación ITT.

Otro investigador, Saymour Hersh sacó a luz uno de los casos más chocantes, que consistió en la publicación acerca de la muer­te de civiles en la guerra de Vietnam, partiendo de la investiga­ción sobre la «matanza de May-Lai».

El nuevo periodismo de investigación, sin embargo, encontró apenas en el «caso Watergate» el impulso necesario para implan­tarse de manera firme y dar pie a una amplia expansión.

Sobre un hecho policial aparentemente irrelevante informó toda la prensa estadoumidense en julio de 1972: cinco personas habían tratado de ingresar a un local del Partido Demócrata, encontrán­dose en poder de los mismos algunos instrumentos altamente sofisticados, como ver micro-grabadoras.

Dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, posiblemente con alguna pista acerca del alcance de la operación, hicieron un trabajo especial sobre el tema, que se prolongó durante un año. El trabajo apuntaba a demostrar que algo de profundamente ilegal se movió desde arriba, con la inten­ción de espiar al Partido Demócrata, por entonces fuera de la ad­ministración gubernamental.

El tema fue exclusivamente seguido por el Washington Post, sin que los demás medios le diesen importancia. Sin embargo, cuando uno de los detenidos, James McCord, ex agente de la CIA, se dispuso a hablar y terminó confirmando la veracidad de lo que se venía publicando a través del referido diario, la noticia sacu­dió a todos los medios y a la opinión pública, con lo que se abrió un rápido proceso que concluyó con la renuncia del presidente Richard Nixon.

El caso Watergate -desde el punto de vista político- provocó la caída del presidente de la primera potencia mundial.

Y desde el punto de vista estrictamente periodístico, resultó determinante para implantar el periodismo de investigación, como un instrumento de nuevo tipo, capaz de promover cambios tras­cendentales.

Pero como no todo lo que brilla es oro, se hicieron investiga­ciones sobre la investigación de Bernstein y Woodward para de­mostrar que tal fuente no existía, o que tal información había sido entregada de tal modo y no obtenida de otro modo, desmitificando el trabajo de los periodistas que surgieron como verdaderos hé­roes después de la explosión del caso Watergate.

Pero por más que fuera cierto que la investigación no se haya ajustado enteramente a la versión dada por Carl Bernstein y Bob Woodward, lo cierto es que 1) el trabajo de ambos periodistas cons­tituyó objetivamente el punto de partida de la práctica de un pe­riodismo de nuevo tipo, 2) lo que se expresó de manera inequívo­ca a través de la adhesión de miles de jóvenes periodistas a dicha práctica, 3) lo que, finalmente, terminó favoreciendo la implanta­ción del nuevo periodismo.

Un poco antes de que saliera a luz el «caso Watergate», el dia­rio estadounidense The New York Times había publicado los «Do­cumentos del Pentágono» sobre la guerra de Vietnam, lo que ha­bía sacudido fuertemente a la opinión pública internacional. No obstante, por lo del desenlace -la renuncia de Nixon-, el «caso Watergate» se introdujo a la historia del periodismo como punto de partida más reciente de la práctica investigativa.

 

SÍNTESIS

1. El periodismo interpretativo: El periodismo de opinión pre­eminente hasta finales del siglo XIX, cede ante el desarrollo del periodismo informativo, a comienzos del siglo XX. Hechos y pro­cesos relevantes, como la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Crisis del 30, tornan más exigente a la opinión pública, que además de saber quiere entender por qué suceden las cosas; surge el periodismo interpretativo.

2. El periodismo de investigación:El periodismo de investi­gación es una de las modalidades del periodismo interpretativo, que tiene tres elementos que lo definen con claridad y lo diferen­cian de cualquier otra modalidad periodística:

a. Es un trabajo realizado por un periodista, que

b. Trata sobre un tema de interés social, y que

c. Busca revelar algo que alguna persona o grupo trata de ocul­tar.

3. Despejando dudas sobre una polémica: Gabriel García Márquez introdujo un elemento polémico en el marco del debate sobre el periodismo de investigación, al decir que todo buen pe­riodismo es investigativo. Su postura no resiste el menor análisis, pues existe periodismo informativo y periodismo de opinión, que no requieren de investigación alguna para su buen ejercicio.

4. Diferencia con otros tipos de periodismo:El periodismo informativo muestra o comunica sobre lo que pasa; el periodis­mo interpretativo muestra lo que se sabe acerca de lo que pasa; y el periodismo de opinión expresa lo que se cree -subjetivamente - acerca de lo que pasa, cuyo pre-conocimiento se asume. Otras prácticas periodísticas son el sensacionalismo, el periodismo al­ternativo y el periodismo militante. Cada cual tiene un perfil bien definido.

5. El periodismo de investigación y otras investigaciones:El objetivo específico del periodismo de investigación es revelar in­formaciones que se mantenían ocultas, elemento que lo distingue y diferencia de otras investigaciones, como las policiales, judicia­les, sociológicas, económicas o científicas. El periodista no está dotado del entrenamiento adecuado ni del instrumental apropia­do para incursionar en otros tipos de investigaciones.

6. Raíces históricas remotas:Surgió entre finales del siglo XIX y comienzos del 20, en un marco histórico peculiar, cuyos rasgos distintivos fueron el surgimiento de los monopolios como facto­res dominantes del desarrollo en lo económico y la corrupción gubernamental desenfrenada en lo político. El sensacionalismo y el desgaste hicieron que la práctica perdiese fuerza.

7. Raíces históricas recientes:Después de una prolongada au­sencia, 1920/ 1950, la práctica fue retomada. En los años 70 se rea­lizaron varias revelaciones sobre la guerra de Vietnam. Pero fue el caso Watergate, que terminó con la caída de Richard Nixon del poder, el que se constituyó en el firme punto de partida del perio­dismo de investigación contemporáneo.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

QUESADA, MONSERRAT. La investigación periodística. Edi­torial Ariel, España, 1987. Capítulos 3 y 4; páginas 31 al 49.
REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, Méxi­co, 1996. Capítulo 1; páginas 11 al 44.

RIO REYNAGA, JULIO DEL. Periodismo interpretativo: el re­portaje. Trillas, México, 1994. Capítulo 1, páginas 9 al 19.

SECANELLA, PETRA M. Periodismo de investigación. Edito­rial Tecnos, España, 1986. Capítulo 4; páginas 33 al 38.


 

UNIDAD II

RELEVANCIA DEL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

 

 

1. Distorsiones funcionales e investigaciones. 2. Límites ampliados. 3. Cerco a la corrupción. 4. Delitos contemporá­neos 5. Desarrollo democrático. 6. Desarrollo social. 7. Cons­ciencia social crítica y participación.

 

 

1. Distorsiones funcionales e investigaciones

El periodismo de investigación ha resultado de múltiple im­portancia para el control de las distorsiones funcionales, por lo que se ha constituido en una práctica insoslayable sobre todo en los países que soportan pesadas distorsiones, las que para ser mi­nimizadas o eliminadas, precisan ser desnudadas.

No hay esfera de la vida social que no pueda ser investigada periodísticamente: desde los manejos administrativos guberna­mentales hasta las prácticas privadas fraudulentas, pasando por un inmenso abanico de procedimientos y comportamientos pú­blicos y privados, generales o puntuales.

Es importante precisar, sin embargo, los alcances del periodis­mo de investigación, de modo que no se magnifique ni se mini­mice su práctica: contribuye de manera decisiva para el conoci­miento por parte de la opinión pública de sucesos y procesos que ocurren, que le afectan pero que ignoran, en el peor de los casos, o los conoce de manera muy superficial, en el mejor.

Mientras el periodismo informativo comunica sobre lo que pasa, el periodismo de opinión expresa juicios de valor sobre lo que pasa y el periodismo interpretativo explica por qué pasa lo que pasa, el periodismo de investigación revela hechos que se mantenían ocultos. Ni más ni menos. No es función del mismo castigar a nadie, o perseguir y punir; esas facultades están otorgadas a las autoridades debidamente constituidas (contralores, defensores populares, fiscales y jueces).

El periodismo de investigación puede dar pie para que las au­toridades procedan, de dos maneras:

1) ofreciendo evidencias sobre actuaciones realizadas al mar­gen de las disposiciones legales, o

2) favoreciendo reacciones de la opinión pública en un sentido crítico, lo que puede constituirse en presión social,

pero lo hagan o no, no depende de su práctica.

En un intento por caracterizar el papel de «contralor no auto­rizado» sobre las actuaciones y los procedimientos públicos y pri­vados, se tornó común entre los profesionales de la prensa hablar del «perro guardián». Pero en todos los países, desde los más industrializados hasta los menos desarrollados, funcionan instan­cias fiscalizadoras diversas, con la expresa finalidad, en teoría, de hacer de «perros guardianes» (Contralorías, Defensorías, Entes Reguladores, Fiscalías,...), de donde se concluye que el periodis­mo de investigación tiene por finalidad esencial tornar público hechos, procesos o aspectos de los mismos, que se ocultan delibe­radamente.

Pero donde los «perros guardianes» son más perros que guar­dianes, como ser los países con bajos o débiles niveles de institucionalización, el periodismo de investigación cubre parcial­mente un sensible vacío al dejar al descubierto ciertas infraccio­nes; pero que se tome medidas a partir de ello ya está fuera de su alcance.

2. Límites ampliados

Desde una perspectiva más amplia, el periodismo de investi­gación no se limita a revelar hechos que se mantenían o se man­tienen ocultos; ni se limita a atacar distorsiones, si bien eso es lo que más comúnmente realiza.

El periodismo de investigación puede ir mucho más allá del desenmascaramiento de las disfuciones del sistema, apostando a revelar inclusive las propias bases del sistema; sus tendencias fun­damentales y las leyes por la que se rige su desarrollo y su repro­ducción.

Después de pasar la euforia provocada por los éxitos pasaje­ros en el marco del combate a las distorsiones funcionales, de he­cho, se ha abierto un rico y fructífero proceso de debate sobre el periodismo de investigación, en cuyo marco son crecientes los aportes teóricos y técnicos, que apuntan a ampliar los límites muy estrechos a que durante décadas se sometió a la práctica.

De dicho proceso de construcción teórica, que implica redefi­niciones y re-conceptualizaciones, participan activamente dece­nas de académicos, profesionales y observadores, de donde se puede vaticinar que en poco tiempo nuevos enfoques servirán de nuevo marco para el desarrollo de las investigaciones.

Hasta ahora, se consensuó que no solamente hechos actuales o recientes deben ser investigados, sino procesos y sucesos históri­cos, mal o poco conocidos, terreno concreto en el que se han dado numerosos aportes de alto valor intelectual.

Si describiéramos breve y parcialmente los bolsones en que pueden hurgar los investigadores, podríamos enumerar:

-        hechos y procesos actuales que representan disfunciones del sistema,

-        sucesos y procesos recientes mal conocidos por la opinión pú­blica,

-        procesos actuales menos superficiales, que son inherentes al sistema, y

-        sucesos y proceses históricos, superficiales o de fondo, que han sido mal trabajados por historiadores, cuando no directamen­te obviados.

Esta perspectiva ampliada ofrece una inmensa cantera para los investigadores, y ofrece la ventaja adicional de no permitir que al periodismo de investigación se le ponga una suerte de ca­misa de fuerza, que le impida romper con los límites de superfi­cialidad y coyunturalidad que determinados sectores de prensa promueven.

3. Cerco a la corrupción

La corrupción se ha constituido en el pan nuestro de cada día, al Este y al Oeste, al Norte y al Sur del planeta. Las diversas socie­dades se han tomado más vulnerables a la generalización de su práctica, fenómeno que, entre otras cosas, puede atribuirse al he­cho cierto de que vivimos en la «era del pragmatismo», cuyo ras­go esencial es la puesta en vigencia de normas que reflejan plura­lidad de intereses contrapuestos, que los afectados se ingenian por burlar.

La corrupción está tan extendida que los organismos financie­ros internacionales consideran que el combate a la misma es una prioridad, destinando crecientes recursos a programas y campa­ñas anti-corrupción.

Pero no cualquiera es corrupto; solamente lo es el que quiere y el que puede. Un juez es el que puede vender una sentencia; no ins­pector de alguna repartición pública es el que puede pedir coimas; una alta autoridad administrativa es el que puede participar en un negociado; un empresario es el que puede evadir sus obligaciones fiscales,... El poder ser, entonces, resulta determinante.

Las prácticas corruptas son variadas y cada vez se apela más a mecanismos sofisticados para evadir los controles, pero pese a que se busque no dejar huellas hay siempre una punta de ovillo que conduce al desentrañamiento de las infracciones.

Los delitos de corrupción, por lo general, están debidamente tipificados y penalizados en las leyes.

Anteriormente se definía la corrupción como la que estaba «re­presentada por diversas figuras delictivas, entre las que cabe se­ñalar, de modo orientador, la prostitución de menores de edad,...; la promoción o facilitación con ánimo de lucro, o para satisfacer deseos ajenos, de la corrupción o prostitución de mayores de edad mediante engaño, abuso de autoridad, etc.» (Manuel Ossorio).

Desde una perspectiva más amplia, sin embargo, se debe en­tender por corrupción todo hecho delictivo que pervierte, vicia o daña en cualquier esfera de la vida social. De hecho, ésta es la concepción contemporánea, que expresa de manera clara sobre todo los delitos relacionados con la esfera económica, ámbito en el que más irregularidades se producen.

Hay delitos que dañan severamente al conjunto de la socie­dad, como ser:

-        la utilización fraudulenta de un crédito internacional, del que se benefician más los administradores y gestores que la socie­dad, apuntada originalmente como supuesta beneficiaria,

-        el empleo fraudulento de las recaudaciones fiscales, hecho que beneficia irregularmente a los funcionarios públicos de alto nivel, cuya responsabilidad es la de custodiar celosamente el uso de dichos recursos,

-        la aceptación de a veces millonarias comisiones por concesio­nes de obras públicas, que alcanza a pocos funcionarios y pa­gan todos los ciudadanos,

-   la evasión del pago de impuestos, que beneficia focalizadamente a los que dejan de realizar los pagos y a los que reciben propinas para hacer la vista gorda ante los hechos de evasión,

-        el incumplimiento de las obligaciones sociales, que funciona como la anterior,

-        la sobrefacturación de las obras, que beneficia a los concesio­narios y a sus cómplices en el sector público,...

Los hechos de corrupción son abundantes y se valen de los más ingeniosos mecanismos para eludir los sistemas formales de control. Como ocurren, sin embargo, pende sobre los mismos de manera permanente la posibilidad de ser descubiertos, de donde precisamente el periodismo de investigación ha venido a consti­tuirse en una suerte de pesadilla permanente para los involucrados en los hechos de corrupción, pues saben que hay periodistas que viven al acecho, tratando de encontrar pistas que los lleven a desenmascararlos.

El Periodismo de Investigación, cuya fuerza actual se apoya en el hecho cierto de la multiplicación de los casos de corrupción, apuesta, entonces, a cercarla.

Los periodistas investigadores carecen de facultades para per­seguir y punir, pero disponen de una poderosa arma: la masiva divulgación de hechos punibles, con lo que como ya se apuntó contribuye doblemente a crear consciencia pública (1) y a ofrecer insumos a la Justicia para que pueda proceder (2).

4. Delitos contemporáneos

Cada época tiene sus delitos dominantes. Por dar un ejemplo que clarifique esta afirmación: cuando en los Estados Unidos ri­gió la «Ley seca» , para controlar el consumo de bebidas alcohóli­cas, la mafia ganó inmensas cantidades de dinero produciendo las bebidas, contrabandeándolas y comercializándolas en el «mer­cado negro».

La práctica delictiva estuvo acompañada de mucha violencia, que dejó saldos irreparables en vidas humanas, en ambos bandos en lucha.

Contemporáneamente los delitos predominantes que mueven mayor masa de recursos son de lejos el narcotráfico, el lavado de dinero, el contrabando en gran escala, las falsificaciones, los ne­gociados, las quiebras fraudulentas y el enriquecimiento ilícito.

Se entiende por narcotráfico la comercialización de drogas, cuya producción y venta están expresamente prohibidas por las leyes. Salvo contadas excepciones -como el caso concreto de Holanda­ la inmensa mayoría de los países del planeta prohiben, persiguen y castigan los delitos de producción y venta de drogas.

El narcotráfico es uno de los delitos contemporáneos de ma­yor extensión, que presenta como peculiaridad resaltante el he­cho de estar cercado de violencia extrema en toda la cadena del proceso, que arranca con la producción de las drogas, pasa por la comercialización en grandes cantidades y culmina con la venta al consumidor final. Y hay violencia en toda la cadena, que salpica con saña a fiscales, jueces, periodistas y políticos que se atrinche­ran en la línea de enfrente.

«Lavado de dinero» se ha dado en llamar al proceso de blan­queamiento del dinero obtenido a través de ilícitos, como ser narcotráfico o contrabando. Identificar cómo operan las empresas financieras metidas en el negocio, qué inversiones se realizan para blanquear el «dinero sucio» y quiénes son los responsables o involucrados, implica trabajos finos y delicados de acompañamien­to sistemático, actualmente favorecido por los bancos intemaciona­les de datos cuyo empleo ha sido ampliamente favorecido por el imponente desarrollo informático de los últimos tiempos.

El contrabando (Evasión de controles aduaneros) en grande escala mueve inmensas sumas de dinero. Para tener una idea de ello basta referir que Ciudad del Este, ubicada en la «Triple Fron­tera», entre Paraguay, Brasil y Argentina, movía a mediados de los años 90 alrededor de 15 mil millones de dólares por año en el comercio, siendo que la inmensa mayoría de los productos ha­bían sido introducidos a Ciudad del Este, Paraguay, de contra­bando, y habían salido del mismo para los mercados finales del Brasil y de la Argentina también de contrabando.

El comercio en Ciudad del Este involucraba desde electróni­cos hasta armamentos de alta potencia, pasando por juguetes e informática. Los abastecedores provenían de diversas regiones del mundo, sobre todo países asiáticos, y los compradores eran de todos los niveles: desde quienes compraban para su propio con­sueno hasta quienes compraban en gran escala, pasando por pe­queños y medianos revendedores.

Sobre todo en el terreno financiero se dieron quiebras fraudu­lentas de entidades que constituyeron movidas de expropiación para decenas y centenas de miles de ahorristas en varios países.

Estas movidas financieras llegaron a sacudir economías nacio­nales e internacionales, pese a que los que se beneficiaron de ellas fueron apenas algunos pocos empresarios, con la abierta compli­cidad de las autoridades bancarias de los países que experimen­taron quiebras financieras de gran envergadura.

De todos modos, el enriquecimiento ilícito de los altos funcio­narios públicos constituye en la mayoría de los países de escaso desarrollo el delito económico más generalizado. De la noche a la mañana, funcionarios que pasaron a ocupar cargos claves en la administración pública se convirtieron en potentados, ya sea par­ticipando de enormes negociados o desviando recursos prove­nientes de contribuciones o créditos internacionales.

A grandes rasgos, ese conjunto de delitos constituye una suer­te de cantera inagotable para la investigación periodística. En ese campo se han hecho numerosas investigaciones periodísticas de alto impacto, tanto sobre cuestiones de interés internacional como sobre grandes casos locales.

Poco o nada han servido para reducir la corrupción a niveles razonables, pero han sido fundamentales para dejar al descubier­to su existencia y los mecanismos empleados para su realización.

5. Desarrollo democrático

El desplazamiento de las dictaduras militares de América La­tina introdujo nuevas reglas en el juego político y, en consecuen­cia, nuevas prácticas y nuevas contradicciones.

Las barbaridades perpetradas por las dictaduras en todas las esferas habían sido denunciadas limitadamente en su momento, a través de varios canales, como la prensa militante y las diversas expresiones artísticas. Pero fue su desplazamiento lo que abrió la posibilidad concreta de la amplia divulgación de las prácticas in­herentes a dichos regímenes, tanto en el campo político como en el económico.

Detenciones arbitrarias, torturas, «desapariciones» y asesina­tos de opositores y luchadores sociales; robos escandalosos y gran­des negociados; mecanismos de represión política y social, fue­ron sacados a la luz pública por los medios masivos de comuni­cación, mostrando la dimensión exacta del carácter marcadamente brutal de dichos sistemas políticos de dominación. Así, hasta en los que vivían de las propagandas engañosas de los regímenes duros, se creó una conciencia adversa, crítica, favorable al desa­rrollo democrático.

Los cambios políticos de los años 80 del siglo XX se dieron bajo el alero de la llamada «política de los Derechos Humanos», que se impulsó desde el Norte altamente industrializado, proce­so en el que los gobiernos de los Estados Unidos jugaron un pa­pel de primer orden. Insólito: décadas atrás habían desempeña­do un papel inverso, el de promover la instalación de las represi­vas dictaduras militares.

Los nuevos vientos instalaron reglas nuevas: libertades públi­cas, de prensa, de expresión, de organización, de manifestación; reasignación de roles, sobre todo para las Fuerzas Armadas, que debían distanciarse del poder político, y de los partidos, que de­bían ser los protagonistas centrales del nuevo tiempo; institucionalización, de los tres poderes del Estado, de los orga­nismos de fiscalización y control, de la vida interna de los diver­sos actores políticos; respeto a los plazos electorales...

Los cambios fueron drásticos y generalizados, y se produjeron aceleradamente, lo que significó una ruptura traumática con el pasado reciente, pues en el proceso de tránsito de un régimen cerrado y represivo a otro abierto y tolerante no hubo gradualidad ni planificación, lo que provocó distorsiones de todo tipo.

El proceso de rápida democratización se mostró altamente pre­cario y vulnerable, por lo que emergieron nuevas contradicciones, que se sumaron a las irresueltas, de derivaron a su vez, problemáticas aun más complejas y agravadas.

Lo que se pudo y se puede captar en la superficie es claro y resulta irrebatible, pues se apoya en sólidos datos:

- En el campo político se instaló el problema de la ingobernabilidad, causa y consecuencia a la vez de la fragili­dad institucional. Los nuevos actores demostraron disponer de escasa legitimidad; la corrupción se tornó desenfrenada. -      Desde la perspectiva económica se ha experimentado desór­denes que terminaron consolidando el ensanchamiento de la brecha entre los países pobres y los países ricos. Se consolidó el atraso bajo la presión determinante de una suerte de círculo vicioso: no se pudo progresar a causa de la pobreza y había mayor pobreza porque no se progresaba.

-        En la esfera social se dio un violento proceso de exclusión, a cuya consecuencia creció la violencia a niveles inéditos, se incrementó la prostitución infanto-juvenil, se amplió el consu­mo de drogas, aumentó la mendicidad,...

-        En el terreno cultural hubo un franco retroceso, que se expresó de manera patética en una producción más empobrecida, con la emergencia de «fenómenos» artificialmente producidos, cuya actividad no solamente ni siquiera se aproxima a los más dis­cretos resultados alcanzados con anterioridad, sino que se le­vanta como una amenaza frente a todo lo que se ha acumula­do hasta el presente.

La panacea de la «modernización del Tercer Mundo» resultó ser un gran fiasco, ni fin de la historia ni nuevos paradigmas, dé­cadas perdidas.

La causa de fondo resulta relativamente fácil identificar: se pro­movieron cambios -pensados afuera- como los más adecuados, postergándose la solución de las contradicciones estructurales. En rigor, América Latina como toda la periferia del mundo capi­talista ha sido violentamente privada de pensar sus problemas y

ensayar sus soluciones; en el Norte se piensa y se decide.

La «crisis de la deuda externa» provocó lo que dio en llamarse «la década perdida», en los años 80, pues la presión del Norte sobre sus deudores del Sur fue tan tremenda, traduciéndose en la aplica­ción -« sugerencia de los organismos supuestamente multilaterales, tipo Fondo Monetario Internacional, FMI, y Banco Mundial, BM- de políticas restrictivas del crecimiento. La receta fue simple e invaria­ble: alcanzar resultados superavitarios en el comercio internacional, de modo que se pueda cumplir con los acreedores. El resultado esta­ba cantado: los países deudores dejaron de crecer.

Y a esto se siguió la aplicación de políticas neoliberales (desregulación, privatización y flexibilización laboral), en cuyo marco los países pobres fueron literalmente expropiados de sus más importantes riquezas acumuladas, que pasaron a engrosar los inmensos bienes que ya manejaban los poderosos monopo­lios del Norte.

Se estructuró un discurso que sedujo rápidamente a los secto­res sociales y políticos dominantes, y se propaló a los cuatro vien­tos las «nuevas verdades», sobre todo a través de los medios de comunicación de masas:?

-        El intervencionismo estatal era el padre de todos los males, de la pobreza y del atraso, por tanto

-        la liberalización era la receta que debía aplicarse para lograr que las sociedades progresen a ritmo acelerado.

-        El intervencionismo estatal era equivalente a lo viejo, y

-        el liberalismo, por tanto, era sinónimo de modernidad.

         Fórmulas como «Estado mínimo» y «libre mercado», que en realidad constituían verdaderas piezas museológicas del pensa­miento social desde finales del siglo XIX, fueron presentadas, des­pués de ser desempolvadas, como las más modernas banderas de la nueva panacea.

La confluencia de los dos procesos de fondo, socio-económico y socio-político, causaron distorsiones en todos los ordenes, ante las que las instancias de control se mostraron impotentes, prime­ro, y terminaron siendo cooptadas por los controlados, después.

Y esta situación básica fue, precisamente, lo que otorgó al pe­riodismo de investigación el vigor imponente que ha ganado en todas las latitudes. Su importancia fue tal que se lo consideró una suerte de «perro guardián» de la democracia.

A decir de muchos analistas, antes que motivo de orgullo, este hecho es más bien preocupante, pues pone al descubierto la total ineficacia de los órganos institucionales de control. Su vigor, en­tonces, surge de la debilidad del sistema; debilidad que emerge, a su vez, de la falta de respuestas adecuadas a los problemas que se plantearon y plantean en estas sociedades.

Ahora bien, más concretamente y en definitiva, ¿en qué medi­da contribuye el periodismo de investigación al desarrollo demo­crático?. La respuesta es simple: en la medida en que el periodis­mo de investigación desnuda y ofrece detalles sobre las distorsiones del sistema, las mismas pueden ser minimizadas, es decir, su contribución es clave.

Violencia policial y práctica de torturas; prebendarismo y trá­fico de influencias, favoritismos y casos de nepotismo; arbitrarie­dades y abuso de poder,... La cantera para el Periodismo de In­vestigación es prácticamente inagotable, pero además de golpes sistemáticos que dan a distorsiones puntuales, la modalidad pe­riodística se ha mostrado esencial para promover cambios aun más relevantes. Y así se puede comprobar analizando el papel que desempeñó en la destitución de ciertos gobernantes, como Collor de Mello en el Brasil, Carlos Andrés Pérez en Venezuela y Alberto Fujimori en el Perú.

6. Periodismo de Investigación y desarrollo social

Como consecuencia directa del deterioro económico que se apuntó más arriba, los problemas sociales se han multiplicado y se han agudizado, configurando una inmensa cantera que se tra­ta de mostrar en todas sus facetas a través de trabajos de investi­gación periodística.

Desde una perspectiva estructural, la problemática más dra­mática es la creciente exclusión, que se expresa concretamente en el incremento persistente del desempleo y en el aumento vertical del subempleo.

La acelerada automación de los procesos productivos y la apli­cación de políticas económicas restrictivas arrojaron y arrojan a miles de trabajadores al desempleo abierto, derivando de ello di­rectamente el crecimiento vertical del subempleo. La falta de tra­bajo estable para muchos pobladores tiene una gran variedad de derivaciones graves, estando en la base de problemas puntuales tales como migración, violencia urbana, alcoholismo, violencia doméstica, prostitución,...

Casi invariablemente los medios de comunicación de masas esquivan el examen y la descripción de los problemas de fondo, lo que obedece al hecho de que sobre todo los grandes medios de comunicación son de propiedad de sectores sociales que se bene­fician del actual estado de cosas.

No obstante, se abordan con cierta prolijidad y abundancia de detalles algunos problemas puntuales; los que están en la super­ficie, a la vista de la opinión pública.

Así, por ejemplo, se han hecho importantes trabajos sobre los flujos migratorios: los que se producen hacia fuera y los que se dan hacia dentro; los que son permanentes y los que resultan tran­sitorios o están «en tránsito». Se señalan las causas, por lo general económicas, y se ofrecen amplios detalles sobre el origen de los migrantes, el nivel de instrucción de los mismos, las actividades a que se dedican...

Pero han sido los temas que más se prestan para que se les condimente con una alta dosis de sensacionalismo los que han sido estudiados con mayor amplitud y frecuencia.

Son los casos, por ejemplo, del uso extendido de drogas entre los jóvenes, o el del crecimiento alarmante de la prostitución infanto-juvenil, o el de la superpoblación de las cárceles, o el del aumento sensible de menores trabajando en las calles, o la expan­sión del SIDA entre los heterosexuales,...

Conocer mejor estas realidades lleva necesariamente a desper­tar en la opinión pública cierta sensibilidad, pero al ocultárseles las causas últimas de los desórdenes sociales, dicha sensibilidad apenas puede expresarse en actitudes favorables al asistencialismo y al paternalismo, lo que termina favoreciendo la reproducción permanente y ampliada de los problemas.

De hecho es en el terreno social donde el Periodismo de Inves­tigación evidencia sus limitaciones más pronunciadas, pues los propietarios de los medios de comunicación, los editores y los anunciantes de los medios, imponen una fuerte censura que no permite que se llegue a la opinión pública con pistas claras acerca de las verdaderas causas de los problemas.

Refiere Juan Jorge Faundes Merino, director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, que en 1983 escribió un poema «Tic-Tac», a propósito de un informe de UNICEF sobre la muerte de dos niños por segundo a causa del hambre; y agrega:

«Quince años después (2002),..., siempre según la UNICEF si­guen muriendo de hambre y pobreza un niño cada dos segun­dos, 43.200 al día y 15.768.000 al año. ¡Un país de niños muere de hambre en un año!. En estos quince años, desde que escribí el poema y la tierra progresó tanto, han muerto 236 millones 520 mil niños de hambre. ¡Todo un continente!.»

«!Muy poderosa ha de ser la ideología dominante para que los periodistas sigamos pensando que hay asuntos más importantes de los que informar!...» Sin comentarios anexos.

7. Consciencia social crítica y participación

El periodismo de investigación se ha mostrado sumamente efi­caz para lograr que la opinión pública acceda al conocimiento de distorsiones políticas y de problemáticas económicas y sociales, que anteriormente habían sido tratadas de manera insuficiente o habían sido directamente ocultadas.

Y en la medida en que ha logrado arrimar al público elemen­tos que permiten conocer mejor los problemas, sus alcances y sus manifestaciones, ha contribuido a generar una consciencia social crítica y a sentar las bases para una mayor participación de la sociedad en la búsqueda de soluciones a los problemas.

Pero al estar prisionero de los límites impuestos en cuanto a la revelación de las causas de fondo de los problemas (la esencia), queda en la apariencia. No es desde luego función fundamental del periodismo revelar dichas causas, pero lo grave es que a sabiendas se encarga de ocultarlas, con lo que se termina apor­tando verdades a medias a una ya confundida opinión pública.

De ahí que no pasen de frases de efecto -sin pie en la realidad­es o de que el periodismo de investigación es una «contribución clave para el perfeccionamiento del sistema democrático», que «ayuda de manera decisiva para frenar la corrupción», que «esti­mula la más amplia participación ciudadana».

En rigor, hace aportes, pero limitados, lo cual es preciso resal­tar para no exagerar ni minimizar su importancia, destacando, a su vez, que liberado de los límites que le son impuestos, el perio­dismo de investigación puede constituirse en una modalidad pe­riodística de importancia clave para entender la realidad pasada y presente; y de hecho hay investigadores que trabajaron esa pers­pectiva.

 

SÍNTESIS

1. Distorsiones funcionales e investigaciones:El periodismo de investigación ha resultado efectivo para el combate a las distorsiones funcionales del sistema, lo cual ha dejado en eviden­cia patética la debilidad de los sistemas institucionales de con­trol. La práctica cubre un vacío al dejar al descubierto las irregularidades, pero no es responsable de que se tomen medidas correctivas a partir de ello.

2. Límites ampliados:Una perspectiva ampliada del periodis­mo de investigación conduce a re-definiciones y re­-conceptualizaciones de las que participan decenas de académi­cos, profesionales y observadores. Los bolsones de investigación son más amplios: cuestiones presentes e históricas; superficiales y de fondo.

3. Cerco a la corrupción:En la «era del pragmatismo», la corrupción de ha tomado el pan nuestro de cada día, en todas las latitudes. El perio­dismo de investigación apuesta a cercarla. Carece de atribuciones para perseguir y punir, pero se ha mostrado eficaz en el desentrañamiento de los hechos y la identificación de los responsables.

4.Delitos contemporáneos:Los delitos del presente son di­versos: narcotráfico, lavado de dinero, falsificaciones, contraban­do, evasión impositiva, enriquecimiento ilícito de altos funciona­rios. Hay una amplia cantera para investigar y se han hecho tra­bajos importantes, pero de poco o nada han servido para reducir la corrupción a niveles razonables.

5.Desarrollo democrático:Los cambios promovidos bajo el ale­ro de la «política de Derechos Humanos» condujeron a la redemocratización forzada; proceso acelerado, sin Norte y sin brú­jula, que añadió problemas a los anteriormente existentes. Los asun­tos para investigar se multiplicaron, de donde la práctica puede rea­lizar aportes claves al desnudar y ofrecer detalles sobre las distorsiones.

6.Desarrollo social:Las complicaciones económicas crecien­tes agudizaron y ampliaron los problemas sociales. En cuanto al estudio de los elementos superficiales no hay trabas, pero las cau­sas de fondo no pueden ser divulgadas porque rige una fuerte censura en los grandes medios de comunicación, cuyos propieta­rios están entre los que se benefician del estado de cosas actual.

7. Consciencia social crítica y participación:Conocer lleva a criticar y a poder participar, pero por los límites impuestos a la práctica han reducido los aportes, de donde frases de efecto tipo «es una contribución clave para el perfeccionamiento del sistema democrático», no tienen pie en la realidad.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, México, 1996. Capítulo 1; páginas 11 al 44.

SECANELLA, PETRA M. Periodismo de Investigación. Editorial Tecnos, España, 1986. Capítulo 3; páginas 25 al 32.

KLEIN, DARẽ0. El papel del periodismo de investigación en la sociedad democrática (I y II). Sala de Prensa, Web para profe­sionales de la comunicación iberoamericanos.

FAUNDES MERINO, JUAN JORGE. El Periodismo de Inves­tigación y la antropofagia global. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.


 

 

UNIDAD III

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN

 

1. La determinación de los hechos investigables. 2. Los pasos del proceso de investigación. 3. Interferencias externas en el proceso. 4. Interferencias internas en el proceso. 5. De lo simple a lo complejo.

 

1. La determinación de los hechos investigables

Determinar los hechos investigables es relativamente simple, pues las distorsiones abundan en todas las esferas y siempre hay quien ofrece las primeras pistas. Es frecuente, también, que fuentes confi­denciales o públicamente responsables establezcan contactos con los equipos de investigación de los medios, para facilitar informaciones y documentos acerca de determinadas irregularidades.

El hecho o proceso a ser investigado puede surgir de la obser­vación del periodista investigador, del comentario de algún cole­ga, de un conocido o de un extraño, de la existencia de versiones divergentes sobre determinados sucesos, o puede ser el resultado del examen de una «lluvia de ideas», en cuyo marco pudieron haber surgido temas interesantes.

Varios aspectos, sin embargo, es esencial tener en cuenta en el momento de la determinación de los hechos investigables, como ser la relevancia social del tema (1), la viabilidad de la investiga­ción (2), la oportunidad de su realización (3) y el impacto real que puede llegar a tener su publicación (4).

Un asunto es socialmente relevante en la medida en que afecta directa o indirectamente a segmentos importantes de la sociedad cuando no al todo. Una cuestión puntual, como la sobrefacturación del recapado de una avenida X, por ejemplo, no interesa sola­mente a quienes se ven afectados directamente por la obra, pues revela la realización de prácticas que afectan a todos los contribu­yentes, por un lado, y afecta la imagen de una figura pública, cuya carrera se puede ver severamente afectada, por otro.

Hay que tener en cuenta, no obstante, el valor que la opinión pública otorga a determinados hechos. Así, procedimientos con­siderados «normales» por la gente, por anormales que sean, ten­drán menor impacto que aquellas que colisionan frontalmente con sus concepciones.

La viabilidad de la investigación debe ser previamente determi­nada, con realismo. ¿Será posible acoplar todas las informaciones relevantes?, ¿habrán fuentes suficientes?, ¿se podrá disponer de so­portes documentales?, son, entre otras, incógnitas que deben ser ade­cuadamente despejadas antes siquiera de proponer el tema.

Puede darse casos en que haya asuntos de amplio interés social y de alto impacto, pero cuya realización resulte dificil o imposible de realizar por diversos motivos, como ser el elevado costo. Ante tales situaciones lo más aconsejable es encarpetar el proyecto -por si en el futuro se den condiciones más propicias- e impulsar otro.

La oportunidad de la realización de la investigación es fácil determinar. Se debe hacerla en el momento en que se dan las me­jores condiciones para su rápido desarrollo y conclusión. Dispo­nibilidad de documentos, apertura de las fuentes, entre otros, son factores que deben aprovecharse en el momento que se dan, sin dejarlos pasar.

Momentos desfavorables, que presentan obstáculos y prome­ten dificultades, deben ser tenidos en cuenta, ya sea para abortar una investigación, o para dejarlo latente en espera de una mejor oportunidad.

Para tener una idea del impacto que tendrán los resultados de una investigación es preciso tener firmemente los pies sobre la tierra. La cuestión está en no exagerar ni minimizar el impacto. Pero además de tener predeterminada una idea del impacto que tendrá la publicación, hay que buscar el momento más oportuno para proceder a la divulgación.

2. Los pasos del proceso de investigación

El proceso de investigación consta de siete pasos fundamenta­les, que deben seguirse de manera ordenada para garantizar su realización ágil y eficaz:

Primer paso: La selección del hecho a investigarse

Del conjunto de temas propuestos se debe optar por el que reúna las mejores condiciones: que sea un asunto de comprobado interés social; que su realización sea perfectamente viable, pre­viéndose que aunque haya obstáculos, los mismos serán supera­dos; que estén dadas condiciones favorables para su realización, internas y externas; y que haya indicios suficientes sobre que su publicación tendrá no alto impacto sobre la sociedad.

Segundo paso: El establecimiento de las hipótesis

Definido el tema a ser investigado se debe pasar a establecer la o las hipótesis, es decir, lo que se espera encontrar para revelar. Tiene que haber indicios sobre los mismos, de lo contrario las mis­mas no serian sino sospechas infundadas, que eventualmente (Lo menos probable) pueden llegar a confirmarse.

Obviamente que la existencia de indicios no garantiza en un cien por cien que las hipótesis se confirmarán, pero las posibili­dades son mayores, por una parte, y el punto de partida tiene base sólida, por otra.

Tercer paso: La elaboración del Plan de Investigación

Por lo general está comprobado que los periodistas han desa­rrollado una fuerte resistencia a la planificación. Sin embargo, para la práctica del periodismo de investigación la planificación es esen­cial. Todo debe estar previsto: partiendo del objetivo (Lo que se pretende demostrar) hasta el costo de la investigación (Presupues­to), pasando por la pormenorizada explicación acerca de las técni­cas a ser empleadas y los recursos que se utilizarán, así como refe­rencias concretas sobre el tiempo que llevará realizar el trabajo.

Cuarto paso: La ejecución del trabajo

La puesta en marcha del trabajo implica fases que deben ser respetadas:

-        acopio y sistematización de todo lo que se ha publicado sobre el tema (Trabajo de gabinete),

-        establecimiento preciso de los vacíos informativos, y

-        trabajo de campo.

Durante la ejecución del trabajo hay que garantizar el más am­plio conocimiento sobre la cuestión investigada y evitar repetir trabajos que ya han sido realizados con anterioridad.

Quinto paso: Evaluación definitiva

Cubiertos los vacíos informativos y acopiadas todas las infor­maciones relevantes sobre el asunto investigado, se estará ante una encrucijada: continuar el trabajo hasta concluirlo o abortar la investigación.

Si como resultado del trabajo se confirman o tienden seriamente a confirmarse las hipótesis, se prosigue el trabajo hasta su conclu­sión, pero si las hipótesis no se confirman y todo indica que se está ante hechos regulares, que no presentan interés especial, se debe proceder a abortar la investigación, disponiendo todo para iniciar otra, sobre otro asunto.

Sexto paso: Validación de las informaciones

Concluido el trabajo -y antes de proceder a la publicación- se debe proceder a la validación de las informaciones obtenidas. Hay periódicos estadounidenses (The Washington Post, por ejemplo) que exigen la triple validación a través de fuentes independien­tes. A falta de normas precisas sobre ello, resulta importante vali­dar las informaciones aunque sea a través de una fuente indepen­diente, sobre todo cuando lo que se irá a publicar compromete severamente a alguna persona o grupo.

También se recomienda que en esta fase de realice la llamada «entrevista clave», es decir, proceder a entrevistar sobre los he­chos investigados al involucrado o a los involucrados, dándole(s) la oportunidad de exponer su versión.

Séptimo paso: Publicación

El último paso fundamental del proceso es la publicación, cuya realización deberá hacerse en la forma en que se garantice mayor impacto.

Los resultados pueden publicarse totalmente de una sola vez, o puede convertirse en una serie de notas. En cualquiera de los casos, lo importante es tener en cuenta que la publicación no sig­nifica el final del trabajo, pues al generar reacciones, que deben ser acompañadas, pueden surgir nuevos elementos, que amplíen o profundicen la investigación.

3. Interferencias externas en el proceso

Hay que precisar de entrada que determinados sectores son verdaderos intocables en cuanto a investigación periodística, so­bre todo la que se desarrolla a través de los grandes medios de comunicación de masas. Se trata, por lo general, de los grandes anunciantes: corporaciones y empresas monopólicas, que com­pran impunidad a través de generosos anuncios en los medios de comunicación.

¿Casos concretos? (1) Telefonía celular: hay fallas técnicas en los aparatos y sobrefacturaciones, entre otras irregularidades. (2) Expendidoras de combustibles: hay fallas en la calidad de los com­bustibles y suele haber diferencias entre la cantidad nominal y real cargada, entre otras irregularidades... (3) Tabacaleras, (4) Automotores, (5) Bancos y Financieras, (6) Fábricas de bebidas...

También resultan intocables, en casos concretos, las empresas que hacen parte del grupo económico del medio de comunica­ción concreto que esté desarrollando el trabajo, así como los ami­gos y allegados del propietario del medio concreto. En estos ca­sos las interferencias suelen ser inmediatas y contundentes.

Por lo general, y con fuerte estímulo desde el exterior, se in­vestiga con frecuencia y amplitud el funcionamiento del sector público, ámbito en el que se da una amplia gama de prácticas y procedimientos irregulares y delictivos.

Vínculos económicos y amistosos entre los altos funcionarios públicos y los empresarios de los medios, sin embargo, pueden no solamente interferir en ciertos procesos de investigación, sino abortarlos directamente.

El Periodismo de Investigación se realiza en un medio carga­do de adversidades, por lo que los investigadores deben moverse con cuidado, ya que un error les puede costar hasta sus puestos de trabajo.

Las investigaciones se realizan sin obstáculos cuando los in­vestigados son adversarios económicos o políticos de los propie­tarios de los medios. En esos casos todo se facilita, desde los re­cursos para la investigación hasta la apertura de los medios para la publicación de las afirmaciones más temerarias. Y las conse­cuencias importan poco, aunque se tenga que llevar a litigio judi­cial algunos casos y pagar cuantiosas sumas en concepto de re­sarcimiento por daños y perjuicios.

La imposibilidad de realizar investigaciones en determinados sectores o acerca de ciertas actividades, han llevado a no pocos investigadores a abandonar las empresas periodísticas y a traba­jar con total autonomía. Las desventajas son mayores que las ven­tajas, en dichos casos, pues si bien el investigador queda libre de examinar los casos que le resulten importantes, sin que sea cen­surado, queda también por entero al descubierto, sin el respaldo económico y legal que solamente una empresa periodística im­portante le puede proporcionar.

4. Interferencias internas en el proceso

Si bien en teoría el equipo investigador debe operar con abso­luta independencia de los editores, solamente subordinado al di­rector del medio de comunicación, en la práctica eso no ocurre, y muchas veces hasta por la propia decisión del director, quien ter­mina otorgando a los editores autoridad sobre los investigado­res.

Cuando el director del medio delega en los editores la respon­sabilidad de determinar las investigaciones que serán realizadas, hay más problemas que cuando el director respalda con firmeza el trabajo de los investigadores.

Al incrementarse los agentes que intervienen para la realiza­ción de cualquier investigación los problemas se multiplican, tor­nándose a veces hasta paralizantes las interferencias de los diver­sos agentes.

De todos modos, y al margen de la cantidad de agentes que intervienen, las interferencias suelen extenderse hasta en la dis­tribución de espacios para la publicación de los trabajos de inves­tigación: no se les da espacios centrales o destacados, con lo que sus posibilidades de impacto se reducen drásticamente.

5. De lo simple a lo complejo

Se han presentando muchas quejas de profesionales del área en cuanto a que los medios han limitado sus políticas de soporte a la práctica, generalmente porque las investigaciones resultaban costosas y llevaban mucho tiempo para ofrecer resultados satis­factorios.

Los propietarios de los medios, por lo general, se muestran ansiosos por la obtención de resultados rápidos, actitud que mu­chas veces responde a su desconocimiento acerca de lo que es el periodismo de investigación, por una parte, y que refleja una prác­tica tradicional empresarial, por otra.

La Unidades deben ser cautas para implantarse, procediendo a realizar trabajos simples, en un comienzo, que por lo general dan rápidos resultados e insumen poco tiempo de trabajo, para luego penetrar en el terreno más espinoso, que necesariamente lleva más tiempo desentrañar y atrasa la entrega de resultados.

Una política como la sugerida tiene doble utilidad:
-por una parte, satisface la ansiedad de los propietarios de los medios, sin cuyo apoyo no será posible que las Unidades funcio­nen, y

- por otra parte, entrenarán a sus integrantes, de modo que para cuando entren a tratar cuestiones más complejas, estén me­jor preparados.

El lema es simple: de lo simple a lo complejo, de lo pequeño a lo grande. Ese trayecto es el más seguro para lograr que las Uni­dades se implanten y sean beneficiarias del respaldo material y legal de los medios.

 

SÍNTESIS

1. La determinación de los hechos investigables: Los aspec­tos esenciales que deben ser tenidos en cuenta en el marco de la determinación de los hechos investigables son varios: (1) la rele­vancia social del tema; (2) la viabilidad de la investigación; (3) la oportunidad de su realización; y (4) el impacto real que puede llegar a tener su publicación.

2. Los pasos del proceso de investigación: Los pasos del pro­ceso de investigación son siete: (1) La selección del hecho a investigarse; (2) El establecimiento de las hipótesis; (3) La elabo­ración del Plan de Investigación; (4) La ejecución del trabajo; (5) La evaluación definitiva; (6) La validación de las informaciones; y (7) La publicación.

3. Interferencias externas en el proceso: Hay sectores que son verdaderos intocables, como el caso de los grandes anunciantes, así como el de los del grupo del propietario del medio en cues­tión. El periodismo de investigación se realiza en un medio car­gado de adversidades, por lo que los investigadores deben mo­verse con cuidado, pues un error les puede costar hasta sus pues­tos de trabajo.

4. Interferencias internas en el proceso: En teoría la Unidad investigativa debe operar con autonomía de los editores, pero cuando los editores disponen la subordinación de los investiga­dores a los editores, los problemas se multiplican: hay más obstá­culos y se empobrece el trabajo de la Unidad.

5. De lo simple a lo complejo: La implantación de la Unidad en un medio suele chocar con la dificultad representada por la ansiedad del propietario que exige resultados rápidos en poco tiempo. La fórmula es transitar de lo simple a lo complejo, de lo pequeño a lo grande. Se satisface la ansiedad del propietario, por una parte, y se entrena mejor a los integrantes de la Unidad, por otra.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 2 y 3; páginas 43 al 64.
REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, Méxi­co, 1996. Capítulo 2; páginas 45 al 72.

QUESADA, MONSERRAT La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulo 8; páginas 77 al 86.

PABLOS, JOSE MANUEL DE. Periodismo de investigación: las cinco fases P. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comu­nicación iberoamericanos.


 

 

UNIDAD IV

LA UNIDAD DE INVESTIGACIÓN

 

1. El plantel investigador. 2. El espacio de trabajo. 3. El tiempo de trabajo. 4. Presiones del propietario del medio. 5. Tensiones con los editores.

 

1. El plantel investigador

Se ha coincidido en denominar al equipo investigador «Uni­dad Periodística de Investigación», que nada más designa sino al plantel estable que en un determinado medio se dedica de mane­ra sistemática a la realización del trabajo específico de investiga­ción.

A diferencia de los demás periodistas, los investigadores están sometidos a un régimen diferente de trabajo, pues disponen so­bre todo de tiempos distintos, en todas las fases que van desde la planificación hasta la publicación, pasando por los períodos de ejecución y de elaboración de sus informes.

Una regla de oro es que lo más aconsejable es que la Unidad Investigativa desarrolle su trabajo en directa relación con el di­rector del medio, es decir, sin estar subordinada a los editores. Debido a esto, precisamente, es que se ha buscado una denomi­nación diferente para el equipo: «Unidad» en vez de «Sección» o «Departamento».

La relación directa Unidad Investigativa-Dirección del medio es por lo siguiente: como lo que se investiga trata sobre asuntos gene­ralmente delicados, muchas veces conflictivos, el que debe tomar la determinación de realizarlo es el director, sin que haya la menor in­terferencia -ni el conocimiento siquiera- de cualquier otra instancia.

La aplicación rigurosa de la regla descripta asegura la debida discreción acerca de los asuntos investigados y da mayor seguridad y respaldo a los investigadores.

La extensión innecesaria del círculo de personas que acceden al conocimiento de los temas que irán a ser investigados es nega­tiva desde dos puntos de vista:

-        compromete el éxito del trabajo, al abrir la posibili­dad para que sean alertados quienes serán investigados, por un lado, y

-        expone a los investigadores a riesgos extemporáneos, por otro.

La Unidad Periodística de Investigación debería estar compues­ta de por no más de tres personas. No obstante, existen experien­cias, sobre todo en televisión, de una composición más numero­sa, lo que se explica por la necesidad de hacer entregas indefecti­blemente con cierta periodicidad, como ser semanal o quincenal. En estos casos se constituyen equipos investigadores más amplios para poder satisfacer los requerimientos del medio.

En cuanto a la experiencia existe abierta una polémica fuerte, pues mientras unos sostienen que los integrantes del equipo de­berían ser experimentados periodistas, otros han desarrollado exitosos trabajos de investigación periodística con estudiantes que están cursando los últimos años de la carrera, es decir, sin expe­riencia profesional.

La cuestión es polémica, pues encierra diversas facetas, como ser, por ejemplo, el apelar a los estudiantes para abaratar los cos­tos de los trabajos. Desde esta perspectiva, la cuestión exige un claro posicionamiento, pues al cubrir con mano de obra gratuita o más barata la elaboración de ciertos productos se contribuye objetivamente a la precarización de la actividad; de modo más claro: los trabajos deberían ser realizados por profesionales, no por estudiantes.

Desde otra perspectiva, que apunta a dotar a los estudiantes de experiencias prácticas que les resulten útiles en su futura vida profesional, no cabe dudas sobre que el ofrecer a los mismos es­pacios de participación es altamente positivo. Sin embargo, co­rresponde aclarar dos cuestiones con respecto al asunto:

-        por una parte, los estudiantes necesitan ser coordina­dos por una persona de amplia experiencia profesional, y

-        por otra, los trabajos a ser ejecutados deben ser sim­ples, pues los estudiantes no tienen ni la experiencia ni la ma­durez necesaria para realizar trabajos complejos y que encie­rran riesgos.

Una fórmula transaccional que tal vez pudiera resolver el con­flicto de manera satisfactoria sería la de incorporar a los estudian­tes en ciertas fases de la cadena del proceso total, como ser en el acopio de informaciones. De ese modo se estaría reservando el trabajo en sus fases principales a los profesionales, y simultánea­mente se estaría abriendo las puertas para que los estudiantes ganen experiencia.

2. El espacio de trabajo

Para garantizar el desarrollo exitoso de los trabajos y elevar el nivel de seguridad de los periodistas investigadores, lo ideal es que la Unidad funcione en un espacio totalmente independiente de la Sala de Redacción. Pero esto resulta costoso, pues un local separado, con líneas telefónicas autónomas, entre otras cosas, cons­tituye un peso con el que los medios no quieren cargar.

Por razones de relación costo/beneficio, los medios de comu­nicación hacen que los periodistas investigadores compartan es­pacios con los demás redactores, otorgándoles, en el mejor de los casos, algunas salas con relativa autonomía

Para el eficaz desarrollo de sus actividades, la Unidad Perio­dística de Investigación necesita de una infraestructura peculiar exclusiva:

-        Biblioteca

-        Archivadores

-        Internet

-        Línea de teléfono

Los demás redactores no deberían compartir mobiliarios con los periodistas investigadores y menos aun tener acceso a los ma­teriales que utilizan, como ser documentos, agendas y cuadernos de anotaciones.

No obstante, lo ideal dista mucho de lo que ocurre en la reali­dad por lo que las condiciones en las que trabajan los periodistas investigadores son definitivamente precarias, en la inmensa ma­yoría de los casos.

3. El tiempo de trabajo

La duración de los trabajos de investigación periodística varía sensiblemente, dependiendo de diversas circunstancias.

De modo general, la Unidad Investigadora debe estimar de manera realista el tiempo que le llevará concluir un trabajo, pre­viendo en dicha estimación posibles obstáculos, inconvenientes varios e interferencias posibles que pueden provocar atrasos. No obstante, es común que la puesta en práctica de una investiga­ción concreta escape en muchos aspectos a lo planificado, debido a imprevistos que a la hora de planificar no pudieron ser contem­plados, a veces ni imaginados.

Así, si el criterio para la estimación del tiempo de trabajo es la complejidad, se puede tener como regla general que los casos sim­ples insumirán tiempos más cortos, y a la inversa.

Sin embargo, por simple y puntual que fuese un caso investi­gado, pueden presentarse dificultades que causen atrasos; como también es perfectamente posible que casos complejos y globales encuentren condiciones muy propicias para un rápido desarrollo y conclusión.

Una cuestión cierta, en cualquier caso, es asumir que el trabajo de investigación periodística insume mayor tiempo que el de ela­boración cotidiana de noticias, por regla. Y es importante com­prender, también, que hay ocasiones en que el tiempo utilizado puede ser largo.

La duración del tiempo destinado al trabajo para obtener re­sultados suele ser precisamente uno de los inconvenientes con que tropiezan las Unidades Investigativas para su funcionamien­to. Son raros los directores de los medios que se muestran capa­ces de esperar un tiempo razonable para ver resultados; es más, hay presión por resultados inmediatos.

Esto lleva a aconsejar que la implantación de una Unidad de Investigación se realice siguiendo dos pasos concretos:

1°) Centrarse en casos simples, al inicio, de modo que se obtengan resultados rápidos, y

2°) Mezclar temas simples con temas complejos, en una segunda fase, de modo que siempre hayan resultados constatables.

El funcionamiento pasajero de muchas Unidades Investigativas se explica, precisamente, por el hecho de no considerar que si bien es cierto que trabajos complejos bien realizados exigen mucho tiempo de dedicación, existe la necesidad de aplacar ansiedades también legítimas.

4. Presiones del propietario del medio

La Unidad Periodística de Investigación mantiene con el pro­pietario del medio una relación muy peculiar: por una parte, como el director-propietario es el que decide qué proyecto de investi­gación será ejecutado, hay una relación directa y constante entre ambas partes; por otra, por el poder que tiene el propietario -cús­pide de una estructura rigurosamente jerarquizada-, está en posi­ción privilegiada para presionar a la Unidad de Investigación y así lo hace con frecuencia.

Los propietarios de los medios presionan por resultados rápi­dos, en general, por lo que es frecuente que se tomen excesiva­mente exigentes con los integrantes de la Unidad de Investiga­ción. La tensión que a veces es alta, debido a atrasos en la entrega de trabajos, lleva al propietario a emplear todo su poder para for­zar la publicación de cualquier asiento que está siendo investiga­do, lo cual termina conspirando contra la calidad de las investi­gaciones.

Para salvar ese inconveniente -como ya se apuntó más atrás­ la Unidad de Investigación debe diseñar una política que le per­mita la entrega de resultados, lo que se logra llevando paralela­mente a las investigaciones más complejas, algunas simples y de rápida conclusión.

Otro aspecto que la Unidad de Investigación debe tener bien mapeado es el conjunto de zonas que no puede explorar, so-ries­go de exponerse a sanciones que pueden llegar a ser extremas, como el despido. Anunciantes del medio, parientes y amigos del propietario son verdaderos «intocables».

Sobre este asunto puntual la Unidad debe manejarse con rea­lismo; de todos modos, al margen de dichos límites hay una am­plia cantera para trabajar.

Lo que los integrantes de la Unidad de Investigación deben tener siempre presente es que con respecto al propietario se mue­ven en una suerte de campo minado; donde menos se espera sur­gen conflictos. Así, cuando la publicación de un trabajo puede acarrear problemas judiciales, es importante advertir temprana­mente al propietario, de modo que decida asumir el riesgo o echar­se atrás.

Los riesgos son perfectamente previsibles y un trabajo respon­sable debe señalarlos con claridad, de modo que no creen situa­ciones desagradables. Por otro lado, cuando el propietario decide asumir los riesgos, la Unidad se sentirá fuertemente respaldada.

Una última cuestión en la que los propietarios se muestran muy duros tiene relación con los costos de las investigaciones, por lo que es aconsejable que hasta que la Unidad Investigativa esté só­lidamente implantada, se impulsen proyectos baratos y hasta moderadamente costosos, de modo que de cara a los resultados, los propietarios se convenzan de la necesidad de invertir en los trabajos.

5. Tensiones con los editores

Otro foco de tensiones se instala frecuentemente entre los edito­res y la Unidad Investigativa. Por el poder que los editores tienen en el manejo general del medio, ocupan una posición privilegiada que pueden utilizar para hostilizar a la Unidad Investigativa.

Un ejemplo concreto: concluida la investigación, la Unidad soli­cita un espacio privilegiado para su publicación. El editor presenta inconvenientes para conceder dichos espacios. Pero como la Uni­dad Investigativa tiene materiales que pueden tener alto impacto social, presiona -vía Dirección- para que se le conceda el espacio so­licitado, lo cual finalmente se consigue pero al costo cierto de un desgaste en su relación con el editor.

Los roces entre editores e investigadores suelen extenderse a todo el cuerpo de redacción, ámbito en el que los redactores de noticias diarias frecuentemente desarrollan el prejuicio de que los investiga­dores tienen condiciones laborales y salariales privilegiadas. Esto se da, obviamente, por la falta de comprensión acerca del trabajo de la Unidad Investigativa, que como ya se apuntó maneja tiempos dife­rentes para ofrecer resultados, lo cual solamente pocos entienden.

Diferencias entre la Unidad de Investigación y las demás secciones

1. El plantel investigador: La Unidad Periodística de Inves­tigación es el plantel estable de un medio, cuya actividad es la realización sistemática de investigaciones. La «regla de oro» bajo la cual trabaja es la relación directa con la Dirección, sin que el plantel esté subordinado a los editores, lo cual entorpece y aca­rrea riesgos.

2. El espacio de trabajo: Lo ideal es que la Unidad dispon­ga de un espacio físico independiente de la Sala de Redacción, con línea telefónica autónoma. No obstante, la realidad dista mucho de lo ideal, de donde a veces lo máximo que obtiene la Unidad es un cuarto independiente dentro de la Redacción.

3. El tiempo de trabajo: La duración de los trabajos de investigación periodística varía sensiblemente. Hay trabajos simples que llevan tiempo, y trabajos complejos que arrojan rápidos resultados. Lo ideal consiste en mechar trabajos simples con complejos, de modo que se calmen las ansiedades y presio­nes con resultados, paralelamente a la realización de trabajos más amplios y profundos.

4. Presiones del propietario del medio: Resultados rápidos y escasez de recursos para invertir en la Unidad, son los compo­nentes fuertes del discurso del propietario del medio con res­pecto a las investigaciones. La Unidad se mueve como en un campo minado, debiendo prestar permanente atención para evitar situaciones desagradables y causar hasta medidas drásti­cas, como el despido.

5. Tensiones con los editores: Pocos editores comprenden que la Unidad investigativa precisa espacios apropiados y mayores tiempos para que sus actividades ofrezcan resultados. Ese es el origen de una tensión permanente, que a veces se extiende a todo el cuerpo de redactores, que desarrollan el prejuicio de que los investigadores son una suerte de privilegia­dos.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, México, 1996. Capítulo 2; páginas 45 al 72.

CRUCIANELLI, SANDRA. ¿Fracaso de las unidades investigativas?. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.
CANTANERO, MARIO ALFREDO. Periodismo de Investi­gación en El Salvador: amarrado por las presiones y los temo­res. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.


 

 

CAPITULO V

LAS FUENTES

 

1. Definición y clasificación. 2. Fuentes confidenciales. 3. Fuentes documentales. 4. Fuentes permanentes y eventuales. 5. Análisis de las fuentes. 6. La relación con las fuentes.

 

1. Definición y clasificación

Se define como fuente a la persona, cosa o suceso de donde emana información. La fuente puede ser un hecho, como puede ser una persona, como puede ser un documento o un libro. La declaración jurada de un funcionario público, por ejemplo, pue­de ser una fuente, como también puede serlo un balance; no hay razón consistente para considerar con exclusividad a la persona como fuente.

Las fuentes de clasifican, en general, de la siguiente manera:

- personales,

-escritas, o

- factuales.

Las fuentes personales constituyen aquellas personas posee­doras de información, dispuestas a referirlas. Así, una persona que sabe mucho pero que no está dispuesta a hablar no es fuente.

Las fuentes escritas consisten en registros gráficos diversos, a los que se puede acceder, y que revelan información valiosa. Las fuentes factuales son los hechos en sí, pero no todos los hechos son fuentes, por más que todos los hechos informen sobre algo; solamente lo son los hechos relevantes desde el punto de vista informativo.

Las fuentes vuelven a sub-clasificarse:

Las fuentes personales, por ejemplo, tienen dos sub-clasifica­ciones, de acuerdo con ciertos criterios.

Conforme al criterio de pertenencia a una entidad privada o pública, las mismas pueden clasificarse en oficiales, oficiosas o independientes.

Son oficiales las fuentes que ofrecen informaciones en nombre y representación de la entidad en cuestión.

Son oficiosas las fuentes que siendo de la entidad ofrecen in­formaciones sobre la misma sin tener representación, o mejor, sin aparecer como tal.

Son independientes las fuentes que ofrecen información sobre entidades a las que no pertenecen.

De acuerdo con el criterio de referibilidad, las fuentes se clasi­fican en referibles y confidenciales.

Referibles son las que se pueden mencionar. Confidenciales son las que permanecen en el anonimato.

Las fuentes escritas se sub-clasifican en bibliográficas, publica­ciones, documentos, testimonios y bancos informáticos de datos.

Las bibliográficas son los libros.

Las publicaciones pueden ser de las más variadas: desde dia­rios y otras publicaciones periódicas hasta memorias anuales de entidades públicas o privadas, pasando por publicaciones de aso­ciaciones, gremios, cooperativas, particulares,...

Los documentos constituyen registros contables o informes ofi­ciales, de entidades públicas o privadas.

Los testimonios pueden ser agendas personales, diarios per­sonales, correspondencias,...

Los bancos informáticos de datos constituyen registros sistematizados, actualmente accesibles a cualquier persona a tra­vés de Internet.

Las fuentes factuales pueden ser espontáneas o provocadas, según haya o no existido intervención intencional en la ocurren­cia de un hecho.

2. Fuentes confidenciales

La fuente confidencial es básicamente la que no se puede men­cionar. Para el periodismo de investigación es esencial disponer de fuentes confidenciales, pues por lo general ofrecen una impor­tante masa de información valiosa.

El hecho de no poder mencionar a la fuente tiene un problema, pues la información que proviene de una fuente no referida pue­de ser puesta en duda. Puede tener escasa o nula credibilidad, dependiendo de cómo se la utilice. Inversamente, una fuente referible resulta más creíble.

Con respecto a la masa de informaciones ocurre exactamente lo contrario: una fuente confidencial ofrece por lo general mucha información, mientras que una fuente referible ofrece poca infor­mación. La cuestión es simple, pues cuando se asegura a la fuente el anonimato, la misma está dispuesta a decir más cosas, lo que se da de manera inversa en la fuente que se irá a mencionar, sobre todo cuando se trata de asuntos delicados.

Para la Unidad investigativa es fundamental contar con fuen­tes confidenciales, las que pueden ser episódicas o permanentes. De las episódicas uno precisa cuando está tratando sobre una cues­tión puntual y la persona solamente puede aportar para el escla­recimiento de ese caso. Fuentes confidenciales permanentes son personas que ocupan una posición que les permite manejar mu­cha información, en una entidad pública o privada, y a quien se recurre con cierta frecuencia.

Trabajar con fuentes confidenciales requiere de un proceso a veces prolongado.

En el marco del tratamiento que el periodista debe dar a toda fuente, es esencial tratar de saber qué motiva a la fuente a coope­rar; la motivación puede ser desde idealista hasta mezquina

En el caso de una fuente episódica, el tratamiento que se su­giere contempla dos pasos fundamentales:

(1) Validar todas las informaciones proporcionadas con por lo menos dos fuentes independientes, y

(2) Evaluar el grado de confiabilidad de la fuente con perso­nas independientes de la misma.

El tratamiento que se aconseja dar a las fuentes permanentes incluye ambos pasos, pero para que se constituyan en fuentes permanentes hay que realizar en todos los primeros casos la validación con fuentes independientes. Si parte claramente mayoritaria de lo que las fuentes informan se ajustan a los hechos, es altamente probable que se esté ante fuentes confiden­ciales de alta confiabilidad e inestimable utilidad; si solamente se ajusta a los hechos parte de lo que informan, se tratará de fuentes confidenciales de relativa utilidad; si poco o nada se ajustan las informaciones a los hechos se está sin fuentes.

En el marco del proceso de obtención de fuentes confidencia­les, resulta esencial que los investigadores sepan ganar la con­fianza plena de las mismas, lo que por lo general se consigue por la vía de un manejo rigurosamente reservado del origen de las informaciones.

Si no se respeta la discreción en cuanto al origen de las informaciones, no solamente se perderán las fuentes afectadas, sino que se cerrará la posibilidad de obtener otras fuentes de información. Es una obligación profesional de primer orden preservar a las fuentes.

3. Fuentes documentales

Las fuentes documentales resultan de primerísima importan­cia en toda la actividad periodística, y más aun en el periodismo de investigación, pues por lo general se saca a luz hechos o proce­sos que se pretenden ocultar, y un sólido apoyo documental al trabajo realizado, constituye un respaldo muchas veces irrefuta­ble.

No cabe la menor duda sobre que tiene un peso diferente de­ mostrar la evasión fiscal que viene perpetrando una empresa X contra el fisco, con y sin documento probatorio. La falta de docu­mento no significa que el ilícito no se esté realizando, pero la prue­ba documental es contundente.

La Unidad Investigativa debe poner especial empeño en obte­ner respaldos documentales, para lo cual debe trazar todo un plan para lograrlos.

Una línea de procedimientos puede ser el que sigue:

(1) Si se tiene elementos suficientes sobre manejos irregulares en una repartición pública X, se debe proceder a determinar cua­les serían los elementos documentales necesarios para respaldar lo que se irá a revelar.

(2) Determinada la gama de documentos que puedan resultar útiles, se debe proceder a identificar dónde se encuentran y quié­nes tienen acceso a los mismos.

(3) Identificada las personas que tienen acceso a los documen­tos se debe estudiarlas, y se debe buscar la manera de lograr que las mismas los proporcionen.

Obtener documentos no es fácil, pero tampoco es imposible. La Unidad Investigativa debe ser creativa y ágil en la búsqueda de los mismos. Hay varias maneras de hacerlo y a veces pasa sim­plemente por persuadir a las personas ciertas para conseguirlos.

Hay documentos de alto valor, por ejemplo, que pasan por las manos de personas que no están involucradas en los hechos a ser revelados. Para conseguirlos basta con que el investigador sea capaz de ganar la confianza de dichas personas.

Las oportunidades son múltiples y van desde personas moles­tas con alguien o con algo, que están dispuestas a ceder docu­mentos, hasta personas que por ideales rechazan ciertas prácticas y están predispuestas a colaborar, pasando por personas ajenas a los hechos, a los que solamente falta persuadirlas para cooperar.

Una advertencia clave: el trabajo no termina con la obtención de los documentos.

En primer lugar, hay que cerciorarse de la autenticidad de los mismos. Este cuidado sobre todo hay que tener con respecto a los documentos que se obtienen con mucha facilidad; pueden ser fal­sos y su uso puede resultar tremendamente negativo para la in­vestigación.

Confirmada la autenticidad hay que recurrir a técnicos para su mejor comprensión, sobre todo cuando se trata de elementos contables con los que el investigador no está bien familiarizado. No es difícil leer un balance, por dar un ejemplo, pero no está de más apelar a un especialista, de modo que se tenga una confirma­ción más firme sobre el asunto.

4. Fuentes permanentes y eventuales

Por lo general los periodistas trabajan con fuentes eventuales, debido a la diversidad de asuntos de que se ocupan. Las fuentes eventuales, sin embargo, pueden ser necesarias en otras oportu­nidades, por lo que es recomendable dejar un buen precedente con las mismas.

La investigación puntual sobre sistema penitenciario, por ejem­plo, puede poner en contacto a los investigadores con fuentes del Ministerio de Justicia o de la Dirección de Institutos Penales. Si en el marco del trabajo los investigadores dejaron una buena ima­gen ante sus colaboradores eventuales, deja sentada la base que le puede posibilitar eventualmente volver a apelar a ellas para otros casos.

Pero lo más importante para una Unidad Investigativa es dis­poner de una buena cantidad de fuentes permanentes, conside­rándolas de ese modo si se apela a ellas con cierta sistematicidad.

Hay lugares claves donde se necesita tener fuentes permanen­tes, como ser el caso de los organismos contralores, por ejemplo, que suelen manejar informaciones relevantes sobre asuntos que con cierta frecuencia se investigan. Así, por dar un ejemplo, te­niendo fuentes permanentes en organismos contralores se puede acceder a denuncias de malversaciones, de desvíos, de enriqueci­miento ilícito, de tráfico de influencia, de nepotismo,..., una can­tidad importante de informaciones, que pueden dar pie a una in­vestigación o contribuir a otra que se está realizando.

De ahí que la Unidad Investigativa debería tener un registro de las fuentes de que dispone de manera permanente. Pero dicho registro debe ser bien manejado, con claves para la designación de las instituciones y de las fuentes. Esto es obligatorio sobre todo cuando se trata de fuentes confidenciales, cuyas identidades ne­cesitan ser preservadas ante cualquier riesgo.

Por algún accidente o descuido, dicho registro puede caer en manos ajenas a la Unidad investigativa, de donde si hay manejos discretos y adecuados del registro el hecho no genera situación peligrosa alguna. Y a la inversa si los manejos fueron displicentes.

Dicha red de fuentes permanentes necesita ser contactada con cierta periodicidad; pueden surgir asuntos importantes. Cuando la fuente irá a proporcionar informaciones y documentaciones es importante montar un esquema de protec­ción a la fuente, independientemente de que la misma sea confi­dencial o no. Cuestiones elementales: encuentros discretos, lejos de miradas curiosas, con pocas o ninguna evidencia acerca de lo que se está haciendo.

Con las fuentes permanentes, de hecho, se pueden establecer sistemas de contacto que mimeticen la relación. Nada de ostenta­ción le favorecerá a la parte investigadora ni a la fuente.

5. Análisis de las fuentes

Tanto las fuentes personales como documentales deben ser so­metidas a un riguroso análisis por la Unidad Investigativa, de modo que las que se empleen en los trabajos finales sean fuentes firmes.

En el caso de las fuentes documentales -como ya se apuntó- es esencial establecer la autenticidad. Esta tarea no es simple, sobre todo en el presente, en que existen mecanismos tecnológicos avanzados para falsificar documentos. A través de un «scanner», por ejemplo, se puede reproducir con alta fidelidad la firma de cual­quier funcionario público o privado. De ahí que al estar ante un documento que revela anormalidades, sean graves o no, lo co­rrecto es recurrir a todos los mecanismos de verificación de au­tenticidad, antes de utilizarlo. Y en casos muy delicados, inclusi­ve hay que recurrir a peritos, de modo que los pasos que se den con el documento resulten incuestionables.

En los casos de fuentes personales, el análisis es más complejo, pero resulta fundamental establecer con alto nivel de precisión qué motiva a la fuente a cooperar.

La motivación de la fuente puede ser la más vil, como también puede ser la más noble.

Hay casos en que las fuentes personales cooperan movidas por intenciones muy mezquinas, como ser el estar en la línea de suce­sión y querer provocar la caída del titular del cargo ambicionado, que presuntamente comete irregularidades.

En casos de este tipo la Unidad investigativa tiene que tener mucho cuidado con las informaciones que se le proporcionan, las que pueden ser reales o falsas, o que aún siendo reales pueden estar sobredimensionadas.

El que quiere subir es una buena fuente, sin lugar a dudas, pero las informaciones que ofrece deben ser cuidadosamente va­lidadas, pues se puede estar ante alguien que quiere subir a como de lugar, lo cual lo torna fuente potencialmente tendenciosa.

Otra motivación puede ser el disgusto, que independientemen­te de donde provenga -sanción, maltrato,... - predispone al afec­tado a dar a conocer lo malo que conoce sobre el otro, superior o colega. Las informaciones provenientes de una persona enojada frecuentemente son exageradas. El enojado es una buena fuente, pero habrá que confirmar la veracidad de sus denuncias con otras fuentes.

Motivaciones menos ruines también pueden llevar a una fuente a cooperar. Las más frecuentes son la charlatanería y el «vedettismo». Pero pese a que los móviles no son mezquinos, las informaciones igualmente pueden estar contaminadas, exagera­das o minimizadas, o mismo inventadas. De ahí que al estar ante fuentes de los tipos descriptos, habrá que confirmar de igual modo la veracidad de las informaciones proporcionadas.

La motivación de la fuente puede ser la más noble: sintiendo repugnancia ante prácticas que lesionan severamente sus valo­res, la fuente se dispone a colaborar. Estas son las más raras, pero son las mejores. Por lo general ni sobredimensionan ni minimi­zan; no hay intención de perjudicar. Pero no solamente son las más fiables, sino que son las que mejor predisposición tienen para obtener soportes documentales y ofrecer todos los detalles que se necesitan para montar los rompecabezas.

De todos modos, este es el lugar exacto para ubicar una regla de oro en la práctica periodística investigativa: Nunca, en ningún caso, hay que creer ciegamente en la fuente.

Retomando el hilo central, el análisis de las motivaciones de las fuentes es esencial, pues permitirá a la Unidad Investigativa poner la dosis de credibilidad o de duda necesaria en cada caso. Y esto aportará, obviamente, mayor imparcialidad y más objetivi­dad a su trabajo.

6. La relación con las fuentes

La relación con la fuente presenta normalmente complicacio­nes diversas, pues al final de cuentas se trata de alguien que co­opera con un trabajo puntual, o con varios trabajos. De ahí que resulte difícil guardar la distancia necesaria, pero hay que tener bien presente que para el profesional la fuente es fuente, nada más.

No obstante, la realidad muestra cotidianamente que los pe­riodistas se involucran con sus fuentes fuera de los marcos estric­tamente profesionales. A veces desarrollan relaciones amistosas, pasajeras o permanentes, y hay casos en que desarrollan relaciones amorosas, pasajeras o permanentes.

El asunto es complejo, pues al tratarse de vínculos entre seres humanos se abre la posibilidad teórica de que la relación origina­riamente profesional derive en otro tipo de relación. Y el hecho de que el vínculo implique confesiones de asuntos importantes favorece mucho tales transformaciones.

Los peligros que derivan de ello son múltiples, pues entre la amistad o el apasionamiento y la complicidad hay un trecho ex­tremadamente corto; apenas basta un paso.

Al transformarse la relación de profesional en cómplice, el in­vestigador pierde objetividad e imparcialidad y corre el serio ries­go de convertirse en un instrumento de la que en el pasado hiera apenas una fuente. Así, si la motivación de la fuente era lograr algo, su ahora cómplice la ayudará a llegar, a como de lugar.

De producirse un involucramiento personal que exceda los mar­cos profesionales, es importante informar sobre el caso a todos los integrantes de la Unidad investigativa, de modo que se pue­da evaluar los alcances del hecho. Ocultar la eventual relación constituye un peligro grave, pues se puede estar confiando cie­gamente en el trabajo de alguien que ya procede como cómplice y no como profesional.

Hay medidas preventivas que pueden minimizar los riesgos se­ñalados, algunas de aplicación temprana. Así, por ejemplo, perso­nas enamoradizas o propensas a establecer relaciones amistosas con las personas que entran en contacto, no deben ser integradas a la Unidad investigativa; más tarde o más temprano traerán problemas.

Hay medidas, también, que se pueden adoptar en el curso del trabajo. Por lo general, la Unidad Investigativa tiene una idea del perfil que tiene la fuente: sexo, edad, tendencias,... Para entrar en contacto con ella hay que elegir a la persona adecuada, que es aquella que tendrá mayor control de la situación.

Por dar un ejemplo: si la fuente es un hombre, un rasgo hipo­tético puede ser que se suelte más con mujeres que con hombres, o a la inversa. Lo recomendable es favorecer el mejor abordaje de la fuente, con la persona más indicada. ¿Se corre riesgos? Si. ¿Y en caso de accidentes? No resta sino administrarlas.

 

SÍNTESIS

1. Definición y clasificación: Fuente es toda persona, cosa o suceso de donde emana información. Se clasifican en personales, escritas y factuales, las que a su vez vuelven a clasificarse. Las personales se sub-clasifican en oficiales, oficiosas o independien­tes, de acuerdo al criterio de pertenencia; y en referibles o confi­denciales, de acuerdo al criterio de referibilidad. Las escritas se sub-clasifican en bibliográficas, publicaciones, documentales, tes­timoniales y bancos informáticos de datos.

2. Fuentes confidenciales: Son, básicamente, las que no pue­den ser mencionadas. Pueden ser eventuales o permanentes, se­gún cooperen con una única investigación o resulten útiles para varias. Al no ser referibles se puede poner en duda la veracidad de sus aportes; pero la gran ventaja es que al contar con la garan­tía de permanecer en el anonimato ofrecen una masa importante de informaciones.

3. Fuentes documentales: Un sólido respaldo documental a una investigación concreta constituye un sólido respaldo, a veces contundente. Hay pasos a seguir para obtener documentos: ubi­carlos, saber quienes tienen acceso y hacer lo necesario para obte­nerlos. El trabajo no termina en la obtención, pues habrá que es­tablecer la autenticidad de los mismos.

4. Fuentes permanentes y eventuales: Es frecuente trabajar con fuentes eventuales, por la diversidad de casos que se investigan, pero resulta esencial para la Unidad investigativa disponer de una red de fuentes permanentes. Tanto en los casos eventuales o perma­nentes, hay que montar esquemas de protección a las fuentes.

5. Análisis de las fuentes: Tanto las fuentes personales como documentales deben ser analizadas. En el caso de los documen­tos, sobre todo la autenticidad; en el caso de las personales tratar de determinar los móviles que lo llevan a cooperar, que pueden ser ruines como muy nobles. El análisis terminará aportando mayor imparcialidad y objetividad al trabajo.

6. La relación con las fuentes: La relación con las fuentes suele presentar complicaciones inesperadas, pues una relación mera­mente profesional puede transformarse en personal, amistosa o hasta amorosa. Hay que contactar con las fuentes con las perso­nas más adecuadas. ¿Se corre riesgos? Sí. Y en casos de «acciden­tes» no resta sino administrar el problema.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RIVADENEIRA PRADA, RAUL. Periodismo: la teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación. Trillas, México, 1990. Capítulo 5. páginas 67 al 100.

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 4; páginas 65 al 102.

SECANELLA, PETRA M. Periodismo de investigación. Tecnos, España, 1986. Capítulos 13, 14 y 15; páginas 89 al 108.
QUESADA, MONSERRAT La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulos 9 y 10; páginas 87 al 112.

 


 

CAPITULO VI

TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

 

1. Estrategia y técnica 2. Uso de confidentes 3. Infiltración propia 4. Infiltración de terceros 5. Involucramiento en los hechos investigados 6. Provocar contacto con los factores investigados 7. Mover el avispero 8. Suplantación de personalidad 9. Nuevas técnicas e ingeniosidad

 

1. Estrategia y técnica

Antes de abordar el tema de las técnicas de investigación  pe­riodística es importante precisar la diferencia existente entre los vocablos técnica y estrategia, que frecuentemente se confunden en los escritos de gran  parte de los teóricos y profesionales que escriben sobre el tema, ya sea en general o para evaluar experien­cias puntuales.

Estrategia y técnica (o táctica) son dos términos estrechamente vinculados, teniendo la estrategia la connotación de objetivo y la técnica la manera de alcanzar tal objetivo.

En realidad, corresponde a la estrategia establecer el objetivo final y los objetivos intermedios, de corto y de mediano plazos; y la técnica consiste en los mecanismos concretos que se emplean para alcanzar los objetivos intermedios y el final. Y así -al igual que en las ciencias militares- habría que emplear también ambos términos en el periodismo de investigación.

De hecho, una investigación periodística concreta, en su fase de planificación, encierra ambos elementos: objetivos y procedi­mientos.

Ahora bien, al margen de los aportes puntuales que sobre el tema concreto de las técnicas han  realizado diversos escritores ,profesionales, no cabe  la menor duda sobre que el trabajo brillan­te de Pepe Rodríguez ha realizado una sistematización  bastante completa sobre las técnicas que se utilizan con mayor frecuencia y que resultan altamente  efectivos.

Hay  que aclarar, sin embargo, que como existe un  proceso de construcción  teórica sobre la práctica conocida como Periodismo de Investigación, los aportes se siguen y se seguirán dando, pues la variedad de experiencias es grande y algunos investigadores son  muy ingeniosos en la búsqueda de informaciones. Es decir, sobre técnicas -como sobre los demás aspectos- aun no está dicha la última palabra.

2. Uso de confidentes

El empleo de fuentes confidenciales debe ser una constante en el periodismo de investigación. Para garantizar el desarrollo exi­toso de su trabajo, la Unidad Investigativa debe disponer de una red de confidentes, la que debe ir montando con paciencia, pero de manera permanente.

Los confidentes pueden ser permanentes o episódicos, los cua­les requieren de tratos diferenciados. Los confidentes episódicos son los que pueden ayudar a la solución de una investigación puntual, concreta, proporcionando informaciones valiosas sobre el caso en cuestión. Los confidentes permanentes son personas especiales, que manejan una variedad  importante de informacio­nes en áreas grandes o en varias, por lo que se apela a ellos con frecuencia, pues siempre tienen algo que aportar.

Aunque parezca un contrasentido, disponer de fuentes confi­denciales episódicas resulta más complicado que contar con fuen­tes confidenciales permanentes.

Por una parte, cuando la Unidad Investigativa está trabajando un caso nuevo -uso de recursos en la red pública de Relaciones Internacionales, por ejemplo- necesita de informaciones que po­cas personas manejan con consistencia, por lo general desconoci­das  para la Unidad, y a las que hay que acceder por alguna vía para ver la posibilidad de obtener informaciones valiosas.

La Unidad puede recurrir a periodistas rutinarios del área, para tener algunas pistas, o contactar con funcionarios retirados del servicio diplomático, o establecer un puente con  investigadores de otros países, pero la información recogida casi invariablemen­te será insuficiente.

De todos modos, hay pasos que necesariamente habrá que se­guir para maximizar las posibilidades de obtención de confiden­tes episódicos:

Primer paso: Elaborar un listado de posibles confidentes. Para ello los contactos anteriormente referidos pueden contribuir. Se debe tratar de personas que disponen de informaciones valiosas.

Segundo paso: Trazar unperfil de cada uno de los integrantes de la nómina de posibles confidentes. Dicho perfil debe ser el más completo posible, con énfasis en aspectos de la personalidad, como ser «introvertido» o «extrovertido»; persona «abierta» o «cerra­da».

Tercer paso: Diseñar un plan de aproximación, para lo cual puede resultar clave que se dé a través de alguna persona de su entorno laboral o familiar. Puede darse el caso de que lo más con­veniente sea una aproximación sin intermediación alguna.

Producida la aproximación a una potencial fuente confiden­cial se instala el problema más complicado, pues el objetivo es lograr la cooperación de la misma, sin advertir en ningún mo­mento de lo que se está trabajando. Si la fuente no coopera pero no se entera de la cuestión de fondo, no hay problemas, pero si no coopera y percibe lo que se está buscando, puede significar el to­tal fracaso del trabajo.

En caso de lograr la cooperación, aplicar todas las normas descriptas sobre relacionamiento con las fuentes. Si la fuente so­lamente pudo haber cooperado en ese proceso puntual, cortar el vínculo inmediatamente después, por seguridad tanto de la fuente como de la Unidad Investigativa.

Las fuentes permanentes tienen un tratamiento diferente. Por lo general se trata de personas que manejan masas importantes de informaciones valiosas de un área o varias, como ser económi­cas o políticas, o ambas a la vez.

Cooperan por diversos motivos: idealismo, disgusto o aun di­versión. Aunque parezca mentira, hay personas que tienen la «ma­nía» de acopiar informaciones sobre personajes importantes, o negocios, o gestiones, y que están dispuestas a transmitir lo que saben hasta con lujo de detalles toda vez que se preserve su iden­tidad.

Se trata de las mejores fuentes, sin lugar a dudas, pero tam­bién son las que plantean problemas de relacionamiento más de­licados, en el sentido de que por ser fuentes permanentes resulta difícil limitar la relación al campo estrictamente profesional.

De todos modos, con ellos se aplican las normas generales de relacionamiento con las fuentes, por una parte, y por más que sean altamente fiables, todas sus informaciones tienen que ser confirmadas por otras fuentes, por otra.

Una Unidad Investigativa que carece de una buena red de con­fidentes tropezará permanentemente con dificultades en el mar­co de sus actividades. Montarla lleva tiempo y trabajo, pero mon­tada se facilita el trabajo y se obtiene mejores y mayores resulta­dos.

Es la técnica utilizada con mayor frecuencia, pero también es una de las más efectivas.

3. Infiltración propia

La técnica de infiltración propia consiste básicamente en que uno de los integrantes de la Unidad Investigativa se infiltre en el seno mismo del grupo, organización o institución que está siendo sometido a investigación.

Para hacerlo con eficacia se necesita de un entrenamiento pre­vio, así como del conocimiento más exacto posible de los riesgos

que se corre. Técnica compleja, sobre todo por los riesgos, se la ha empleado y emplea en diversas latitudes hasta con frecuencia.

 Algunos ejemplos comunes ilustran sobradamente sobre los riesgos reales que se debe asumir:

- Cárceles: Se ha infiltrado e infiltra centros penitenciarios para conocer por dentro su funcionamiento, o para detectar posibles irregularidades en el campo, o para ambas cosas. Se corren ries­gos diversos: desde violencia física hasta violencia sexual.

- Manicomios: Se realiza con la finalidad de precisar cómo son tratados los enfermos mentales, o para detectar posibles irregula­ridades, o para ambas cosas. Se corren riesgos diversos: desde violencia física hasta violencia sexual, pasando por medicaciones que pueden influir fuertemente sobre la concentración y el com­portamiento.

- Logias: Se las infiltra para conocer por dentro cómo funcio­nan y para detectar eventuales irregularidades. Se corre el riesgo de ser cooptado.

- Sectas religiosas: Con igual finalidad que el caso de las logias y con idéntico riesgo.

Es posible infiltrar una amplia variedad de organizaciones, gru­pos o instituciones, lo cual ofrece la ventaja incuestionable de co­nocer por dentro cómo funcionan, qué irregularidades son fre­cuentes, qué prácticas son comunes,..., pero en todos los casos hay riesgos ciertos, algunos de los cuales pueden ser muy peli­grosos.

Clubes deportivos, gremios empresariales o de trabajadores, grupos políticos clandestinos, movimientos gays, sectas satánicas, reparticiones policiales o militares,... El abanico es amplio, pero así como presenta ventajas privilegiadas ver «in situ» cómo ope­ran, hay que tener consciencia de los riesgos que se corren.

La mejor manera de realizar la infiltración exige el entrena­miento previo de la persona que será infiltrada.

El entrenamiento debe contemplar el conocimiento a fondo de todo lo relativo a lo que se irá a infiltrar y la comprensión más 

exacta posible de los riesgos que se irá a correr. La improvisación es peligrosa doblemente, pues al detectarse la infiltración por el infiltrado, los riesgos se multiplican y se agrandan.

Lo que ofrece el entrenamiento como ventaja es una suerte de preparación del infiltrado para administrar situaciones conflicti­vas, cotidianas o eventuales.

Por otra parte, la infiltración requiere planificación: - manera en que se concretará,

- tiempo que durará (el necesario; ni más, ni menos),

 -mecanismos de registro de las informaciones,

 -manera de abandonar la instancia infiltrada, y

- mecanismos de emergencia para eventualidades imprevistas.

 Es obvio que la planificación no debe ser tan rígida al extremo de aplicarlo de manera matemática cuando se aconseja modificar algo. Por ejemplo, situaciones favorables pueden aconsejar la permanen­cia en el lugar; grupo u organización por más tiempo. La flexibili­dad, entonces, es recomendable, pero entre improvisar y planificar no cabe dudas sobre que nada hay que infiltrar sin planificación.

4. Infiltración de terceros

La técnica de la infiltración de terceros consiste en que una tercera persona -que no integra la Unidad  investigativa- es infil­trada en un grupo, institución u organización para obtener infor­maciones valiosas desde dentro.

Se la utiliza en casos especiales, en que resulte imposible la infiltración de uno de los integrantes de la Unidad investigativa. Un ejemplo simple sirve para ilustrar sobre la técnica y sobre las complejidades que encierra.

Debido a informaciones  relativamente firmes se sabe que en un Hogar de Ancianos X se practican irregularidades, las que para ser comprobadas requieren de una observación directa. Por razo­nes de edad de los investigadores, se recurre a una persona de edad avanzada que está dispuesta a cooperar; se la prepara y se la infiltra en el medio que se quiere observar.

Colocada  de esa manera la técnica se presenta como muy sim­ple y fácil de realizar. No obstante, tiene sus complejidades que deben ser adecuadamente  resueltas para garantizar el desarrollo exitoso de la investigación:

- Perfil de la tercera persona: Debe ser la persona adecuada para la infiltración y la apropiada para la finalidad; doble cuali­dad  muchas veces no muy fácil de encontrar. En nuestro ejemplo concreto, por ejemplo, necesitamos una persona de edad avanza­da (1), con el desarrollo intelectual suficiente para acopiar y trans­mitir las informaciones que se precisan (2). Una docente jubilada, por ejemplo, puede  reunir ambas cualidades, pero ahí se suman otras que se requieren: alto nivel de credibilidad; buena capaci­dad de retención,... El perfil de la tercera persona no debe ser si­milar al del periodista investigador, pero debe ser el más comple­to de acuerdo con los requerimientos del trabajo.

- Preparación de la tercera persona: Contactada y persuadida de colaborar, la persona a ser infiltrada necesita ser entrenada. La terce­ra persona debe saber con  precisión qué es lo que se quiere en cuan­to a informaciones; cómo proceder para acopiar las mismas; cómo transmitirlas. Debe saber, también, cómo debe actuar para evitar que alguien advierta el trabajo que está realizando Y si hay riesgos, debe estar debidamente informada sobre los mismos y dispuesta a asu­mirlos. Siguiendo el ejemplo: una de las irregularidades que se ma­neja sobre el Hogar de Ancianos es que las  internas  suelen ser exa­minadas por un  médico cuya morbosidad consiste en tocar sus genitales. La tercera persona debe estar con pleno conocimiento de que puede ser sometida a dicho «examen».

El problema  más complejo que presenta la técnica de infiltrar terceras  personas, sin embargo, reside en el hecho de que para ser breve la Unidad investigativa está observando el terreno a través de terceros ojos, lo cual expone a la Unidad a ser informada deficientemente, ya sea por exageraciones o minimizaciones, o hasta por invenciones.

La técnica es aplicable a distintas situaciones, como ser infil­tración de orfelinatos, internados de estudiantes, correccionales,...

 En cuanto a lo demás, se debe proceder como en el caso de la infiltración propia: alto nivel de planificación, que se manejará con flexibilidad. En el caso de la infiltración de terceros, la impro­visación es un paso en dirección al fracaso; así de simple.

5. Involucramiento en los hechos investigados

Cuando el periodista investigador participa del hecho investi­gado como protagonista se está ante   lo que se conoce como «involucramiento con los hechos investigados». El empleo de la técnica exige mucha habilidad y experiencia, pues el investiga­dor irá a acompañar de cerca todo el proceso que está siendo exa­minado, debiendo ajustarse a todos los procedimientos corres­pondientes al mismo.

Un caso que tuvo mucha repercusión -y que ejemplifica clara­mente como funciona la técnica- fue el realizado por un periodista paraguayo, que participó de todos los pasos de compra y traslado de un vehículo robado, desde el Brasil hasta el Paraguay.

Planificada la investigación, el periodista se trasladó hasta la ciu­dad de San Pablo, Brasil, donde contactó con personas que se dedi­caban al robo de coches. Cerró el trato para la compra de un vehícu­lo y su posterior traslado a la capital del Paraguay, Asunción.

Después de robado el vehículo, único hecho del cual no parti­cipó el periodista, acompañó a los traficantes en el vehículo roba­do desde San Pablo hasta Asunción. Durante el largo viaje, de más de 1.200 kilómetros, pudo constatar en directo los «arreglos» realizados por los traficantes para sortear los puestos de control, tanto en el Brasil como en el Paraguay.

Ya en Asunción, el investigador publicó una serie de notas des­cribiendo con detalles todos los procedimientos utilizados, de­jando al descubierto la vulnerabilidad de los sistemas de control vigentes en ambos países.

El diario «abc Color», del cual era funcionario el investigador, costeó todo el trabajo y presentó el vehículo ante la opinión pú­blica. A través de la representación diplomática en el país se pudo localizar fácilmente al propietario original del automóvil, a quien en un acto formal se devolvió el mencionado vehículo.

Los riesgos a que se expuso el investigador fueron diversos, pues tenía que tener un riguroso control sobre sus reacciones, de modo a  no despertar sospechas entre los traficantes. Los mismos podían reaccionar de manera imprevisible.

Los costos del trabajo fueron elevados: costeamiento del viaje (1), compra del vehículo (2), gastos de traslados (3). No obstante, la finalidad del trabajo se cumplió plenamente: mostró la facili­dad con que se realizaban  las operaciones de robo de vehículos e introducción de los mismos al Paraguay; puso en evidencia la com­plicidad de los funcionarios encargados de la represión a ese tipo de ilícitos y dejó al desnudo la fragilidad de todo el sistema de control.

Si se tiene en cuenta que Paraguay ha sido uno de los principa­les mercados tradicionales de vehículos robados en el Brasil, se puede apreciar la importancia de la realización del mencionado trabajo.

La técnica puede emplearse en diversos procesos, como ser propinas en trámites judiciales, administrativos o policiales, o ante fiscalizadores. Se puede obviamente utilizar en cadenas de con­trabando de diversas mercaderías, compra de armamentos, etc.

Lo que se debe tener en cuenta al apelarse a la misma, sin em­bargo, es que siempre resulta costosa, pues lo que se invierte en los trámites de los que se participa ya no se recupera.

La utilidad social y política, no obstante, puede ser inmensa, y el medio que costea el trabajo además de ganar mayor circulación puede ganar mayor simpatía y credibilidad.

Para utilizar la técnica con posibilidades de éxito es fundamen­tal que el investigador tenga las cualidades que el trabajo exige, pues además de experiencia se requiere tener el perfil apropiado

para no despertar dudas en las personas cuyas operaciones se investiga, o sea, tiene que ser capaz de proyectar la imagen con­vincente de que se está en el tema.

6. Provocar contacto con los factores investigados

Una técnica bastante fácil de emplear y que resulta altamente efectivo es la de provocar contacto directo con los factores inves­tigados.

Suponiendo que se tenga denuncias sobre que pide propinas para perdonar una infracción de tránsito, la Unidad investigativa puede montar un operativo, provocando el contacto directo con los investigados a través de la deliberada violación de una orde­nanza municipal.

Al producirse el contacto con el agente de tránsito, en el ejem­plo en cuestión, el o los investigadores proponen al mismo «lle­gar a un arreglo», el cual se concreta tras la entrega de la propina a cambio del perdón de la multa.

Para que el resultado sea más efectivo, la Unidad investigativa deberá emplear instrumentos de registro sofisticados: cámara ocul­ta y micrograbadora, de modo que se tenga pruebas contunden­tes de que el ilícito se dio.

La operación tiene que ser completa, o sea, no debe ser inte­rrumpida con el simple pedido de propina o algo similar. El ilíci­to se perfecciona con su realización, de donde lo que corresponde hacer es registrar íntegramente el proceso y luego divulgarlo.

Este contacto directo con los factores investigados se puede realizar con relativa facilidad en muchas circunstancias:

- se puede registrar el momento en que un juez pide propina para vender una sentencia, o

- que un funcionario judicial acepta «una tasa especial» para agilizar un trámite, o

- que un parlamentario acepta el compromiso de votar contra una determinada ley a cambio de una suma X de dinero.

Las situaciones en que se pueden utilizar la técnica son diver­sas; basta con que se capte un rumor más o menos firme sobre que determinadas prácticas se están realizando, o que se contacte con personas que están «negociando» sentencias o leyes. Es más: esto se puede hacer hasta con respaldo judicial.

Lo que exige de la Unidad de especial es el apoyo instrumen­tal adecuado, de manera que todo el proceso pueda ser registra­do con la mayor fidelidad posible. No requiere entrenamiento es­pecial, basta con una mínima planificación.

7. Mover el avispero

La técnica de «mover el avispero» consiste básicamente en sol­tar un rumor creíble en un determinado medio con la deliberada finalidad de observar las reacciones que provoca dicho hecho.

Para realizarlo hay que disponer de la cooperación de deter­minadas fuentes, que estén en posición de observar las reaccio­nes causadas por el rumor.

Por ejemplo, si existen versiones sobre venta irregular de me­dicamentos en un hospital público, se puede hacer circular el ru­mor de que habrá una intervención y el posible despido de algu­nos funcionarios. Si se tiene pistas sobre los posibles involucrados habrá que observar sobre todo la reacción de los mismos. En ri­gor, lo aconsejable es tener un  informe completo sobre todas las reacciones que se produjeron después de la circulación del ru­mor.

Qué medidas se tomaron, a iniciativa de quién, qué cambios de dieron en el funcionamiento del área, cómo reaccionaron los responsables principales, intermedios y presuntos involucrados,... Toda información sobre el caso será de utilidad para establecer hipótesis de trabajo y determinar pasos a seguir para ahondar la investigación.

8. Suplantación de personalidad

La técnica conocida como «suplantación de personalidad» se utiliza hasta con cierta frecuencia, pero resulta extremadamente riesgosa. Consiste esencialmente en hacerse pasar por lo que no se es para introducirse en alguna institución, organización o gru­po.

Ante el hipotético caso de querer entrevistar a algún imputa­do en un ilícito que está hospitalizado, por ejemplo, cuando una investigadora se hace pasar por enfermera para ingresar al cuarto de internación y tomar contacto directo con el imputado, se está ante el empleo de dicha técnica.

O cuando uno se hace pasar por técnico en informática y se introduce en la sala del director de una institución para revisar sus archivos. O en cualquier otro caso de suplantación de perso­nalidad.

La técnica es en el mejor de los casos osada, pues en realidad para algunos constituye un hecho punible, pues en prácticamen­te todos los países existen leyes que penalizan la usurpación de títulos.

Analizando a fondo la técnica en sí, sin embargo, es posible demostrar que no hay usurpación de título, pues ello se da en casos de ejercicio irregular de una determinada profesión, cuan­do que en la técnica apenas de utiliza la suplantación de persona­lidad para acceder a determinadas informaciones o personas, no para ejercer funciones para las cuales no se está habilitado legal­mente.

Es decir, si uno se hace pasar por médico para hablar con un paciente sometido a custodia, por ejemplo, no está ejerciendo la medicina de manera irregular, sino utilizando una artimaña para ingresar al cuarto del paciente y comunicarse con él.

Hay que advertir que el empleo de dicha técnica solamente puede ser empleada con éxito por investigadores muy hábiles y experimentados. La suplantación de personalidad debe prever  

todos los aspectos: desde la vestimenta adecuada hasta el com­portamiento estereotipado de la personalidad suplantada, lo cual no es simple. Exige alto nivel de planificación y plena consciencia de los riesgos que se corren.

9. Nuevas técnicas e ingeniosidad

El empleo adecuado de las técnicas apuntadas puede llevar a buenos resultados, pero como el periodismo de investigación está en plena fase de desarrollo, es posible que surjan nuevas técnicas gracias a la ingeniosidad de los periodistas que se dedican al área.

Con más recursos y mayor apoyo de los medios es posible in­corporar y sistematizar nuevas técnicas, aunque sean «clonadas» de otras formas de investigación, como el caso de las investiga­ciones policiales. Se puede, por ejemplo, realizar vigilancia per­manente sobre personas sospechosas, si se dispone de más me­dios y mejor entrenamiento; o se puede desarrollar técnicas más sofisticadas de control sobre las comunicaciones de determina­das instituciones que están bajo sospecha, por ejemplo, con los avances impresionantes que se han dado en los campos de la in­formática y de las telecomunicaciones.

En definitiva, lo que ya se ha construido sirve, pero es posible seguir avanzando.

 

SÍNTESIS

1. Estrategia y técnica: Hay que distinguir claramente la dife­rencia entre estrategia y técnica, siendo que el primer vocablo tie­ne la connotación de objetivo y el segundo de manera para alcan­zar dicho objetivo. En la fase de planificación, el periodismo de investigación incorpora ambos elementos.

2. Uso de confidentes: El empleo de confidentes debe ser una constante en la práctica investigativa. Hay pasos para convertir a una potencial fuente confidencial en confidente; los que seguidos

dan resultados óptimos. Montar una red de confidentes es esen­cial para la Unidad; montarla no es fácil; montada, ofrece resulta­dos de alto valor.

3. Infiltración propia: Consiste en que uno de los integrantes de la Unidad se infiltre en el seno mismo del grupo, organización o institución que se está investigando. Su práctica es frecuente, pero requiere de buen entrenamiento y de una buena planifica­ción.

4. Infiltración de terceros: Consiste en infiltrar a través de ter­ceras personas. Se utiliza en casos especiales, en que resulte im­posible que uno de los integrantes de la Unidad se infiltre, como Hogar de Ancianos. Entrenamiento, buena planificación y cons­ciencia de los riesgos.

5. Involucramiento en los hechos investigados: Consiste en la participación directa del investigador en parte importante sino en toda la cadena de los hechos que se investigan. Exige mucha experiencia, auto-control y planificación adecuada.

6. Provocar contacto con los factores investigados: Técnica bas­tante fácil de emplear y altamente efectiva. Se requiere de un apo­yo instrumental apropiado, para garantizar la contundencia de los resultados. No exige mucha planificación ni entrenamiento especial.

7. Mover el avispero: Consiste básicamente en soltar un ru­mor creíble en un determinado medio y observar cómo reaccio­nan los diversos actores; desde los responsables principales hasta los presuntos interesados, pasando por los responsables interme­dios.

8. Suplantación de personalidad: Técnica muy riesgosa, que consiste en hacerse pasar por lo que no se es para hacer contactos o revisar algo. Se precisa de mucho entrenamiento y de apoyo instrumental apropiado, además de capacidad para asumir ries­gos.

9. Nuevas técnicas e ingeniosidad: El periodismo de investí -

gación está en plena fase de expansión, por lo que se van incorpo­rando nuevas técnicas. Algunas pueden ser «clonadas», como las policiales, pero exigen capacitación y recursos.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 7; páginas 133 al 176.

SECANELLA, PETRA M.Periodismo de investigación. Tecnos, España, 1986. Capítulo 12; páginas 83 al 88.

 QUESADA, MONSERRAT.La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulo 7; páginas 63 al 75.

REYES, LEONARDA. Estrategias de investigación. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación  iberoameri­canos.

GORRITI, GUSTAVO.Verdades tácticas y estratégicas. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación ibero­americanos.

 


 

CAPITULO VII

 RIGOR Y ÉTICA EN LAS INVESTIGACIONES

 

La ética profesional en la era del pragmatismo. 2. La práctica ajustada a las reglas. 3. Otras prácticas contaminadas. 4. Rigor informativo.

 

La ética profesional en la era del pragmatismo

 Entendiendo por ética profesional el respeto sin reservas al con­junto de normas que rigen la práctica de un buen periodismo, se está ante un tema delicado, que precisa ser analizado en sus di­versos aspectos.

En primer lugar hay que ponerse de acuerdo sobre lo que se entiende por «buen periodismo». Desde la perspectiva del Perio­dismo Informativo ofrecer a la opinión pública informaciones completas, veraces e imparciales es buen periodismo. En el terre­no del Periodismo de Opinión, entregar al lector reflexiones res­ponsables y esclarecedoras sobre sucesos y procesos complejos es buen  periodismo. En el campo específico del Periodismo Interpretativo realizar reportajes que ofrezcan elementos contextualizadores o investigaciones que saquen a luz hechos o procesos mal conocidos, poco conocidos o desconocidos es buen periodismo.

Desde el punto de vista estrictamente académico, y desde hace más de un siglo, lo anteriormente señalado parece tener generali­zada aceptación, pero en la práctica cotidiana dichos valores o principios no pasan de ser teóricos, en la medida en que son subaltemizados por principios y valores «más prácticos», «más exitosos» y «más realistas», que señalan que hacer buen periodis­mo es vender a cualquier precio, apelando a cualquier recurso; doble moral, patética realidad del presente.

En cuanto a esta cuestión puntual, en la práctica periodística contemporánea (En rigor en todas las épocas) se asiste a un total divorcio entre bagaje académico y valores y principios que rigen. Esto se explica, en última instancia, porque la propia definición académica de medios de comunicación no se ajusta a lo que son en realidad.

Los medios de comunicación son esencialmente (no exclusi­vamente) medios de manipulación de la opinión pública, grose­ros o disfrazados. Las informaciones reflejan intereses de sectores sociales dominantes, puntos de vista de sectores dominantes, con maquillajes de objetividad e imparcialidad a veces hasta bien lo­grados.

Dos ejemplos actuales de cómo se empeñan los medios de co­municación por manipular a la opinión pública:

Primer caso: El 11 de setiembre del 2001.

Hecho: Atentado contra las «Torres Gemelas».

Presentación  ante la opinión pública: Bárbaro acto terrorista.

 Reacción generalizada: Repudio al atentado.

No cabe la menor duda sobre que el atentado contra las «To­rres Gemelas» fue perpetrado por terroristas y resultó ser un bár­baro hecho digno de provocar repulsa, pero nada se dijo a través de los medios de comunicación  sobre las causas de fondo del te­rrorismo, que  no se erradicará a balazos -como pretenden hacer creer los responsables del gobierno de los Estados Unidos- sino por medio de soluciones satisfactorias a las situaciones altamente conflictivas, que oprimen e inviabilizan a pueblos enteros.

La «lucha anti-terrorista» ha sido empleada como pretexto para justificar el aumento vertical del gasto militar (1), el fortalecimiento de organismos de espionaje como la Central de Inteligencia Ame­ricana, CIA (2), y la adopción de medidas restrictivas de los dere­chos de las personas, sobre todo de nacionalidad árabe (3).

Así, paralelamente a lo que se adopta de acuerdo a lo que sos­tienen  las autoridades gubernamentales de los países centrales y sus «expertos anti-terroristas», desde una perspectiva represiva;

otros analistas y expertos, que trabajan sobre el tema en el marco del respeto a la libertad y a los derechos de las personas, coinci­den en resaltar que no habrá avances en el campo mientras per­sistan  la desigualdad y la pobreza como fenómenos generaliza­dos.

Segundo caso: La Guerra de Irak.

Suceso: Decisión unilateral de Estados Unidos y sus principa­les aliados (Inglaterra y España), de atacar a Irak.

Presentación ante la opinión pública: Ataque punitivo al go­bierno de Sadam  Husseim, por supuesta posesión y posibilida­des de empleo de armas de destrucción masiva. Naciones Unidas había enviado expertos para buscar dichas armas y no las habían encontrado.

Reacción generalizada: Opinión pública mundial divida, con  una parte significativa expresándose a favor de la paz, es decir, contra el ataque a Irak.

Durante el período inmediatamente anterior al conflicto hubo una avalancha a través de los medios de comunicación  controla­dos por los Estados Unidos para demostrar que Sadam Husseim era un monstruo; el resultado de la campaña fue de alto impacto, con  lo que consiguieron que parte significativa de la opinión pú­blica internacional se confundiese, en algunos casos, y no se dis­pusiese a movilizarse  para frenar la barbaridad que significaba el ataque, en otros.

Los resultados del ataque implicaron un alto costo en vidas humanas y destrucción de bienes materiales. Los resultados defi­nitivos significaron un retroceso: actualmente, Irak está converti­do en una nueva colonia, con ocupación militar extranjera y ad­ministración también extranjera; hecho consumado sobre la base de actos violatorios a todos los principios del Derecho Internacio­nal, como ser los de la «autodeterminación» y de la «no interven­ción en los asuntos internos de cada país», para citar apenas dos.

Muchos pensaban que el fin de la «Guerra Fría», tras el de­rrumbe del «bloque socialista europeo» (1988 en adelante), se traduciría

en un desarme creciente, pero la realidad fue otra. De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación de la Paz, de Suecia, los gastos militares se han  incrementado en más de 14% y apenas en el año 2002 el gasto militar fue de nada menos que cerca de 794 mil millones de dólares, equivalente al 2,5% de todo el producto mundial. El planeta está sentado sobre un pol­vorín, con capacidad para destruirlo 7 veces o más. Con dos agravantes:

- la existencia de una potencia imperial hegemónica, Estados Unidos, que está dispuesta a pasar por encima de lo que piensen los demás países para perpetrar sus intenciones más oscuras, como tener una administración directa de una zona que representa nada menos que el 40% de las reservas mundiales de petróleo, y

- el desenfrenado proceso de militarización (Y atención, nada se arma por armarse, sino para atacar o para defenderse; así de sencillo), entre los que se destacan los Estados Unidos, cuyos gas­tos militares representan sobre el total nada menos que el 43%.

El juego internacional, en definitiva, es un juego de intereses en  pugna, y como las grandes agencias y cadenas de información están en manos de las naciones más poderosas, desde ellas se tra­ta de legitimar actuaciones que atentan contra todo y cualquier avance. Eso es categórico, cuantificable y empíricamente demos­trable.

Los juegos nacionales también son intereses en pugna, y como los grandes medios de comunicación son de corporaciones o em­presarios poderosos, se promueven desde los mismos los intere­ses de ellos, sin importar que los mismos estén o no en concor­dancia con los de las sociedades, o de las mayorías de las socieda­des.

Al no incorporar los elementos referidos en el proceso de cons­trucción  teórica, el desarrollo académico se disocia peligrosamente de la realidad, avanzando definiciones que contienen vicios ma­dres que los tornan inútiles para comprender el funcionamiento real de los procesos de comunicación.

De ahí que en el terreno de la ética, en general, y de la ética profesional, en particular, se da el divorcio entre principios y prác­tica rutinaria; entre valores ideales y valores reales. Y así como hasta hace poco era frecuente hablar del «socialismo real» para designar el modelo socio-económico y socio-político efectivamente vigente en el Este de Europa, que en nada se compadecía con el bagaje doctrinario conocido como «socialismo científico», así tam­bién se puede hablar del «Periodismo real», que se practica de espaldas al desarrollo académico.

De todo esto resulta que es sumamente difícil abordar el tema de la ética en el periodismo, en general, y en el Periodismo de Investi­gación, en particular. Conscientes de ese problema, sin embargo, es importante avanzar en el proceso de construcción  teórica, pues en la era del «vale todo» se trata de subaltemizar cotidianamente valores básicos a prácticas cada vez más perversas.

2. La práctica ajustada a las reglas

Un buen periodismo se puede llevar adelante respetando las normas sin reservas, siendo absolutamente falso eso de que «no importan los medios para con tal de llegar al fin».

En rigor, apelar a cualquier medio para obtener información no es sino la expresión patética de la falta absoluta de capacidad de los periodistas para conseguir las informaciones a través de procedimientos que se ajustan a las reglas del buen desempeño profesional.

Un ejemplo: si alguien ofrece vender una masa de informacio­nes, necesariamente ofrece detalles sobre lo que quiere vender, lo que para un buen  investigador se traduce en pistas concretas, que al seguirlas correctamente conducirá al mismo resultado, sin ne­cesidad de precarizar el acceso a la información.

La vía rápida para la obtención de informaciones -generaliza­da en la era del pragmatismo- no es definitivamente la más ade­cuada, pues no cabe dudas sobre que empobrece el trabajo profesional, que para su buen desempeño ha desarrollado y viene de­sarrollando técnicas que ofrecen resultados similares. Categóri­camente, no se combate la corrupción empleando actos de corrup­ción; no se ayuda a la sociedad apelando a actos menores de corrup­ción para desnudar actos mayores. Hablando de manera clara y sim­ple, dichas prácticas envilecen  la profesión, cuyo buen ejercicio se viene dotando de técnicas de creciente nivel de eficacia.

En un caso concreto (hipotético) se puede ofrecer a los investi­gadores X documentos probatorios de la existencia de evasión fiscal por parte de A y B empresas. Lo primero que se tiene es que A y B evaden el pago de impuestos y que hay documentos proba­torios; se registra el hecho.

Inmediatamente se procede a solicitar informaciones al fisco, por las vías correspondientes, amparado en el derecho de acceso libre a la información. Obtenida la información solicitada -decla­raciones de rentas, por ejemplo- se cruza la misma con los balan­ces de las empresas A y B. Posiblemente ahí salte con claridad la perpetración del ilicito.

Si la institución de niega a suministrar la información solicita­da, se apela a las autoridades correspondientes para lograrlo, ju­diciales y administrativas, y sí aun así se niegan a entregar la in­formación, se tiene el camino abierto para denunciar el oculta­miento de informaciones para encubrir ilícitos.

Si se quiere apelar a los dichos tradicionales para justificar pro­cedimientos, antes que el «vale todo» es seguro que «todos los caminos conducen a Roma», o lo que es lo mismo: utilizando ade­cuadamente las técnicas de investigación  se logra poner al des­nudo cualquier irregularidad, preservando de paso las buenas normas de obtención de informaciones.

3. Otras prácticas contaminadas

La compra de informaciones no es la única práctica periodísti­ca que colisiona con las normas del buen desempeño profesional

del periodismo; se trata de una de las más pervertidas, sin lugar a dudas, pero no es la única.

Hay inversión de valores en otras prácticas cotidianas, que con­funde habilidad  con picardía; ingeniosidad con falta de escrúpu­los. El sentirse hábil e ingenioso, cuando en  realidad  no se pasa de pícaro e inescrupuloso, es un esquema de auto-protección psi­cológica, que le impide ver al perverso su perversión; se trata de una patología semi-esquizofrénica que le posibilita al afectado mantener la auto-estima.

Hay factores que influyen fuertemente para impulsar la per­versión:

Los intereses de las empresas periodísticas: Los empresarios de la prensa -al igual que cualquier otro empresario- tienen inte­reses económicos y políticos muy bien definidos, los que se pro­mueven y defienden a través de sus respectivos medios. Pero tam­bién tienen conflictos, tanto económicos como políticos, por lo que utilizan sus medios respectivos para atacar a sus adversarios eventuales o permanentes.

Esto se hace en el periodismo cotidiano, utilizando las cober­turas diarias, pero con más fuerza y destaque a través del perio­dismo de investigación.

Los propietarios de los medios, amigos, parientes y aliados pro­mueven a través de los medios afines verdaderas campañas de demolición de los adversarios políticos y económicos, marco en el que utilizan a sus periodistas investigadores de la peor mane­ra, pues se les obliga a exagerar las distorsiones, prácticas ilícitas o simples irregularidades de los adversarios, así como a minimi­zar los de su propio bando.

Frecuentemente, los periodistas asumen una extraña actitud de identidad de sus intereses con los de sus patrones, fenómeno que se da en dos actos:

-        primero, el periodista se subordina disciplinadamente a las orientaciones impartidas por los editores o por los propios pro­pietarios, y

-        después, asume los intereses del propietario del medio en que trabaja como si fuesen  propios.

Defiende las opiniones y los enfoques del medio en que traba­ja, no porque sean correctos, verdaderos, sino como una suerte de estrategia de protección de su auto-estima, lo que resulta insano en muchos casos.

Hay investigadores que son plenamente conscientes de que al realizar sus trabajos están cumpliendo órdenes expresas, cuyo des­acato podría significar la pérdida de sus puestos de trabajo; ésta ac­titud es más sana -desde el punto de vista mental- que la otra, en la que los investigadores asumen intereses ajenos como propios.

Todo parece indicar que sobre el investigador pesa una suerte de «ley de acero» al que debe sí o sí subordinarse, pero ese razo­namiento es solamente relativamente correcto, pues la Unidad investigativa puede pactar con los propietarios de los medios re­glas diferentes para realizar sus trabajos, al tiempo de contar con una rica agenda de temas importantes para ser investigados.

En ese sentido, los gremios de periodistas pueden desempe­ñar un papel relevante, sentando reglas claras de funcionamiento del trabajo, y ejerciendo presión permanente sobre los propieta­rios de los medios para que se respete la integridad mental e inte­lectual de los periodistas.

Recepción  sistemática de información de terceros: Hay Unida­des de Investigación que se prestan de manera sistemática a los intereses de determinados grupos políticos y económicos, que se dedican a acopiar informaciones sobre sus adversarios y a sumi­nistrarles a las Unidades Investigativas para su divulgación.

El proceso funciona de la siguiente manera: Algunos grupos económicos y políticos fuertes, que disponen de abundantes re­cursos, montan verdaderos esquemas de espionaje sobre sus ad­versarios: infiltran personas, graban conversaciones telefónicas, compran documentos comprometedores,... (1).

En posesión de informaciones importantes, que podrían  afec­tar severamente la imagen de sus eventuales o permanentes ad­versarios, ponen  las informaciones que les interesa divulgar en manos de Unidades investigativas abiertas para su divulgación (2).

Prestigio rápido y barato en manos -un escándalo o una de­nuncia relevante- la Unidad divulga la información (3).

Para decir lo menos, la práctica mencionada riñe con las nor­mas básicas de realización de un buen periodismo, y definitiva­mente no es periodismo de investigación; es apenas un canal abier­to, a través del cual un grupo arroja mierda contra otro y vicever­sa. Lo grave es que hay veces en que entre los auspiciantes cen­trales de este tipo de programas se encuentran corporaciones o instituciones que practican irregularidades en cantidades indus­triales, que obviamente no son investigadas.

4. Rigor informativo

Por rigor informativo se entiende simplemente que lo que se di­vulga se ajuste estrictamente a los hechos. En la cadena comunicacional -emisor, mensaje, canal, receptor- corresponde so­bre todo al mensaje, o más concretamente al contenido del mensaje.

 La tinta no debe ser cargada ni ser tenue; los hechos no deben ser sobredimensionados ni minimizados; el rigor exige que no haya en el mensaje ni exageración ni subestimación.

Es frecuente que estudiosos y analistas observen que la objeti­vidad es imposible; que en todo trabajo realizado por sujetos hay irremediablemente carga subjetiva, de cualquier signo. Es posi­ble que ello sea de esa manera, pero no es menos cierto que se puede dar de parte de los sujetos responsables de la elaboración de un informe el mayor empeño por presentar los hechos del modo más imparcial posible.

Hay reglas básicas de imparcialidad que contribuyen a ganar objetividad en el trabajo y en la elaboración del informe final.

 La primera es, sin lugar a dudas, que no se debe apostar a fa­vorecer ni a perjudicar a nadie que esté siendo investigado. La

única intencionalidad  aceptable en el terreno de la investigación periodística es la obstinación por esclarecer el hecho, ya sea para confirmar hipótesis negativas o para descartarlas temporal o de­finitivamente. Esto es fácil de decir pero difícil de aplicar, por el simple hecho de que normalmente en uno despierta de manera espontánea simpatía o antipatía -nunca indiferencia- cualquier acto o proceso que está bajo sospecha. De ahí deviene el riesgo cierto de exagerar o minimizar lo que finalmente se encuentra.

La segunda es designar a la persona menos afectada por los hechos investigados para revisar el informe final. Ocurre que es frecuente que las personas que acompañan más cercanamente una investigación sean afectadas por los descubrimientos, que pue­den causar repulsa, asombro o admiración, y aunque se hagan responsables de la elaboración del borrador del informe final, por el hecho de ser quienes mejor manejan el tema, se debe tener en cuenta que no habrá equilibrio pleno en el trabajo –salvo  raras excepciones-, por lo que dicho borrador deberá ser críticamente revisado por quienes no estuvieron directamente involucrados con los hechos investigados.

En dicha revisión crítica es aconsejable que se ponga en duda todo: desde las conclusiones parciales hasta las conclusiones fi­nales, pasando por los hechos más relevantes del conjunto del suceso o proceso investigado.

La versión revisada puede ser parcial o totalmente renovada, si se constatan distorsiones en su elaboración, pero también  pue­de ser parcial o totalmente confirmada, si queda irrefutablemente demostrado que lo dicho se ajusta estrictamente a los hechos. Hacerlo no busca sino asegurar que las conclusiones no estén con­taminadas por actitudes favorables o desfavorables que pudie­ran surgir en el proceso de investigación.

Eximiendo el trabajo de intencionalidad y sometiendo los re­sultados a un análisis crítico completo se garantiza que el infor­me final a ser divulgado reflejará con mayor grado de imparciali­dad los hechos examinados, y señalará con un dedo más firme al

responsable o a los responsables de prácticas que resultan  lesivas  para parte de la sociedad o para el conjunto.

Puede ser que un trabajo termine derrumbando un mito, o ter­mine contribuyendo a desmontar una peligrosa red delictiva, o termine con la adopción de medidas que pongan punto final a prácticas lesivas para la ciudadanía, pero al margen de lo que venga a ocurrir finalmente, es fundamental que al inicio del pro­ceso no haya intención de demoler o preservar a la persona, gru­po, organización o institución objeto de investigación. La intencionalidad  puede arruinar todo el trabajo, pues quien ingre­sa al trabajo de campo cargado de prejuicios tiene problemas de visión, y ve de más o de menos.

El rigor se construye; no acompaña al investigador espontánea­mente. Sólo que hay que tener cuidado en no caer en el vicio de distorsionar todo de manera permanente. Los médicos, por lo gene­ral, se asombran sobremanera cuando por primera vez extirpan un tumor; pero en las experiencias posteriores van controlando sus re­acciones hasta que prácticamente se acostumbran a ver y trabajar sobre problemas complicados. Los fumadores, por lo general, co­mienzan experimentando el placer de fumar, que muy al principio les resulta repulsivo, pero luego se vuelven adictos.

Por hacer una suerte de paralelismo con respecto a los ejemplos anteriores, hay que señalar que el investigador debe construir una personalidad que se aproxime al que desarrollan los médicos ante problemas complicados y hasta repulsivos, y evitar caer en la cons­trucción de la personalidad característica de los fumadores, que de experiencia curiosa pasan a ser adictos de prácticas nada saluda­bles.

 

SÍNTESIS

1. La ética profesional en la era del pragmatismo: En cuanto al delicado tema de la ética periodística -que no es otra cosa que el respeto sin reservas a las normas que rigen la práctica del buen periodismo- se constata un divorcio entre el bagaje académico y la práctica cotidiana. Hay errores madres que llevan a ello, como la propia definición de medios de comunicación, que nada más son que esencialmente (No exclusivamente) medios de manipu­lación de la opinión pública.

2. La práctica ajustada a las reglas: No es cierto que «no im­portan los medios con tal de llegar al fin». Comprar información no solamente no se ajusta a las normas de buen desempeño pro­fesional, sino que muestran  una patética incapacidad  para utili­zar de manera eficiente los recursos y técnicas con los que se ob­tienen resultados similares, sin envilecer la profesión.

3. Otras prácticas contaminadas: El envilecimiento no sola­mente se da por la vía de la compra de informaciones. También  se da cuando el investigador asume  los intereses mezquinos de los propietarios de los medios de comunicación como si fuesen sus propios intereses; y también cuando se prestan  rastreramente a vehiculizar  informaciones ofrecidas por grupos poderosos con­tra otros grupos adversarios, o personas.

4. Rigor informativo: Hay rigor cuando lo que se divulga se ajusta estrictamente a los hechos. Existen medidas prácticas que contribuyen a garantizar mayor imparcialidad y mayor objetivi­dad en el manejo de las informaciones. El rigor no acompaña a uno desde el nacimiento; se construye a través de prácticas salu­dables.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

QUESADA, MONSERRAT. La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulo 12; páginas 141 al 150.

SECANELLA, PETRA M. Periodismo de investigación. Tecnos, España, 1986. Capítulo 5; páginas 39 al 44.

FAUNDES, JUAN JORGE. Etica y contexto del periodismo de investigación. Sala de Prensa, Web para profesionales de la co­municación iberoamericanos.

ALBA, GERARDO ALBARRAN DE. Diferencias en el perio­dismo de investigación en EU y Latinoamérica. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.

 


 

CAPITULO VIII

 EL PERIODISTA INVESTIGADOR

 

1. El proceso de formación del investigador. 2. Capacidad de planificación. 3. Capacidad de observación. 4. Capacidad de retención. 5. Capacidad de análisis. 6. Capacidad de asumir riesgos. 7. Hábito de lectura. 8. Compromiso cívico mínimo. 9. Conocimientos generales. 10. Conocimientos legales avanza­dos. 11. Discreción.

 

1. El proceso de formación del investigador

El periodista investigador va incorporando durante su prácti­ca cualidades que lo toman muy diferente de los periodistas que se dedican al acopio y la divulgación de noticias diarias; no es mejor ni superior, es diferente.

Antes de dedicarse a la investigación, lo más probable es que haya experimentado otras prácticas periodísticas, ya sea de la es­fera informativa, interpretativa o de opinión, ya sea militante; o aun periodismo sensacionalista.

La iniciación en el Periodismo de Investigación pudo haberse dado por iniciativa propia o de terceros, pudo haber nacido es­pontáneamente o pudo haber sido inducido por alguna lectura, o por una conversación, o mismo por una suerte de pre-experien­cia.

Independientemente de cómo llegó y de la experiencia ante­rior que tiene, lo cierto es que el periodista investigador tiene que tener la mejor disposición para incorporar una serie de elementos a su actividad profesional; elementos que lo irán dotando de me­jor perfil para el buen desempeño de sus trabajos.

La diversidad en cuanto a experiencia profesional y vivencial, formación intelectual y temperamento hace que haya investigadores que absorban de manera más rápida o más lenta dichos elementos, pero el desarrollo de dichas cualidades resultará esen­cial en la práctica investigativa y se reflejará en la calidad de los trabajos que irá produciendo la Unidad Investigativa.

Dichas cualidades básicas son:

 - Capacidad de planificación,

 - Capacidad de observación,

 - Capacidad de retención,

- Capacidad de análisis,

- Capacidad de asumir riesgos,

- Hábito de lectura,

- Compromiso cívico mínimo,

 - Conocimientos generales,

- Conocimientos legales avanzados.

Algunas cualidades ya puede presentar desde el comienzo el investigador; otras deben ser desarrolladas, en procesos que pue­den resultar largos o cortos. Es posible que algunas cualidades sean muy desarrolladas en algunos miembros de la Unidad y poco o nada desarrolladas en otros, por lo que puede darse una suerte de complementación compensatoria, pero el investigador debe tener consciencia de que para su desarrollo integral es fundamen­tal que apueste a incorporar a su bagaje todas las cualidades enu­meradas.

2. Capacidad de planificación

Planificar consiste esencialmente en establecer de manera cla­ra y expresa metas y objetivos, así como los mecanismos a ser empleados para alcanzar dichas metas y objetivos. La planifica­ción puede ser mínima -hecha a grandes rasgos- o pormenorizada, previendo todos los aspectos de manera meticulosa. El resultado del trabajo mostrará de manera inequívoca cuál fue mejor, la mí­nima o la pormenorizada, pues en la última se reducen al mínimo las improvisaciones e imprevistos y eso mostrará su peso real.

Una buena planificación aporta muchas ventajas: se gana tiem­po, agilidad; se reducen los costos; se obtienen resultados rápi­dos; posibilita, en síntesis, realizar un trabajo de alta calidad.

Al establecer pasos a seguir se elimina lo superfluo y se prioriza lo esencial; se sabe de antemano con qué dificultades uno se va a enfrentar y se tiene  idea de cómo se irá a resolverlas. Cualquier actividad superflua -entrevistas a determinadas personas, o visi­ta a determinados lugares, por dar ejemplos prácticos- puede sig­nificar pérdida de tiempo y mayores costos, por tanto, además de atrasos para alcanzar resultados. De ahí que la planificación re­sulte esencial.

Ahora bien, la capacidad de planificación no nace espontáneamente en el investigador o en la Unidad Investigativa, sino que se desarrolla. Y el desarrollo de dicha capacidad es esencialmente práctico, pues lo que eventualmente se puede aprender sobre la planificación en el campo académico resulta útil pero no suficiente.

La Unidad o el investigad or  pueden manejarse con conocimien­tos generales sobre planificación; el resto lo hará la experiencia, como en cualquier otra actividad profesional.

El desarrollo de esta cualidad, sin embargo, tropieza con prác­ticas y creencias generalizadas entre los periodistas, que tienden a relativizar su importancia. Ocurre que el periodismo se realiza frecuentemente sobre hechos y procesos nuevos, por lo que se ha desarrollado en la práctica una suerte de prejuicio acerca de que planificar es superfluo, innecesario, poco útil. Esto no es acciden­tal, pues es común que los periodistas vayan al campo de trabajo con ciertas orientaciones claras de los editores, pero es frecuente que retornen con informaciones nuevas, más importantes que las que fueron a buscar, que no habían sido previamente señaladas. Esa es la cuna del prejuicio.

Pero al hacer periodismo de investigación, la Unidad y sus in­tegrantes deben esforzarse por superar dichos prejuicios, pues la actividad exige que se opere bajo planes claramente preestable­cidos. El periodismo de investigación es una modalidad no mejor

ni superior a las otras, pero diferente, y ese rasgo diferenciador es lo que hace que para su buen ejercicio sea esencial desarrollar la capacidad de planificación.

3. Capacidad de observación

Hay personas más observadoras que otras, lo que les permite captar más detalles de un lugar, actividad, situación o momento. Y en el otro extremo hay personas que han desarrollado una suer­te de coraza que les permite alcanzar un alto nivel de indiferencia con respecto al entorno inmediato en que se encuentran.

Un ejercicio práctico que se suele realizar para mejorar la ca­pacidad de observación de los investigadores es ubicarse en un lugar cualquiera: ómnibus, restaurante o esquina, y luego relatar todo lo observado, por escrito.

De llevarse adelante una experiencia como la descripta, la Uni­dad se encontrará con sorpresas, pues los diversos informes acu­sarán niveles distintos de importancia que los investigadores da­rán a los diversos detalles. Si la experiencia se realiza con tres personas, se podrá tener eventualmente tres resultados diferen­tes:

-        una, que destacará en su relato todo el aspecto físico del lugar, con detalles hasta puntillosos sobre los objetos pro­pios del entorno, como ser anuncios publicitarios o calidad de las ropas que vestían las personas,

-        otra, que destacará sobre todo lo relativo a la actitud de las personas, con lujo de detalles: estado de ánimo, si es parte permanente o pasajera del entorno, nivel social,..., ob­viando o minimizando detalles sobre el aspecto físico, y

-        otra, finalmente, que podrá ofrecer detalles llamati­vos sobre lo observado, como actitudes extrañas, presuntas irre­gularidades o por lo menos actividades llamativas.

En cada uno de los tres relatos faltaron dos elementos, o mejor, cada relato enfatizó tres elementos diferentes. Un análisis crítico de las observaciones llevará necesariamente a identificar con cla­ridad las deficiencias de cada una de las realizadas. Y la identifi­cación de las deficiencias, a su vez, dotará al observador de ma­yor capacidad, pues sabrá que detalles incorporar en sus obser­vaciones.

Una segunda experiencia, posterior al análisis crítico de las rea­lizadas, arrojará resultados diferentes: por lo general, las tres ob­servaciones contendrán mayor variedad de elementos y detalles, al margen de lo enfatizado. Pero un análisis crítico de la segunda observación puede llevar a detectar otras deficiencias, como ser nivel de exageración o minimización, riqueza o pobreza de deta­lles en aspectos relevantes que fueron observados.

Lo definitivo y lo concreto es que el periodismo de investiga­ción exige que para su buena realización haya una desarrollada capacidad de observación. Y hemos visto muy rápidamente, con ejemplos simples, que dicha capacidad puede ser perfectamente desarrollada y en poco tiempo, sobre todo cuando los ejercicios se realizan con cierta planificación.

Una observación adicional: la capacidad de observación desa­rrollada permite a los investigadores presentar sus informes fina­les de manera mucho más atractiva, pues mecha los aspectos cen­trales del suceso o proceso investigado, con detalles (o episodios) llamativos de entornos o de personas, que hacen más agradable el informe y facilitan la comprensión.

4. Capacidad de retención

La memoria es traicionera. Hay personas que tienen desarro­llada una impresionante capacidad de retención, que tienen lo que vulgarmente se dice «una memoria de elefante», y en el ex­tremo opuesto hay personas que son extremadamente olvidadi­zas.

Las oportunidades en que se deberá recurrir a la memoria en el marco de determinados trabajos son muchas, incontables. Es frecuente, por ejemplo, que determinadas fuentes, inclusive per­manentes, se opongan a ser grabadas o a que se escriba en su presencia lo que están relatando o informando. Para captar toda o gran parte de la información proporcionada, es fundamental tener una capacidad de retención desarrollada.

Un caso hipotético: se está entrevistando a un imputado sobre irregularidades detectadas en una institución. El entrevistado no per­mite grabar ni tomar notas, por motivos que pueden ser diversos. De hecho la simple incomodidad del entrevistado al ser grabado puede empobrecer la entrevista, por lo que es recomendable ni siquiera llevar apuntes en el momento; capacidad de retención.

Pero por más «de elefante» que fuera la memoria del investi­gador, hay que tener en cuenta que la memoria es muy traicione­ra; hay ocasiones en que una persona fácilmente olvida algo im­portante de lo que se le dijo, por lo que lo más recomendable es que de manera inmediata a la entrevista, el investigador proceda a realizar un registro escrito o grabado de todo lo conversado.

Hay ocasiones en que el entrevistado o la fuente proporciona una masa de informaciones muy grande, difícil de guardar. Ante dichas situaciones se aconseja abrir un paréntesis con cualquier pretexto, como ir al baño, por ejemplo, y realizar en un breve tiem­po un breve registro de los aspectos más relevantes que se abor­daron hasta ese momento.

Otra forma de registrar con alto nivel de recuperación de in­formaciones proporcionadas es que un investigador que no par­ticipó de la entrevista, someta al entrevistador a una entrevista sobre la entrevista. Es fácil de hacer, entretenida y suele arrojar resultados sorprendentes en cuanto a recuperación de informa­ciones.

Hay entrenamientos simples de realizar, a solas o con la ayuda de otra persona, para desarrollar la capacidad de retención.

Un ejercicio puede consistir en lo señalado anteriormente: en­

trevista sobre la entrevista. La práctica obliga al investigador a esforzarse por reconstruir todo lo que la fuente o el entrevistado dijo durante el encuentro.

Otro ejercicio que se puede realizar, a solas, es hacer el esfuer­zo de reconstrucción integral del encuentro. Esta actividad es más tediosa, pero también es altamente efectiva. La repetición de los ejercicios, en definitiva, contribuye de manera efectiva al desa­rrollo de la capacidad de retención, elemento esencial para el buen desempeño de la actividad.

Reiteración final: No confiar en la memoria, es traicionera.

5. Capacidad de análisis

En el periodismo de investigación, la Unidad o el investigador se encuentra ante una masa de informaciones generalmente gran­de, que refiere hechos diversos-algunos aparentemente inconexos ­que requieren de un doble trabajo:

-        ubicar cada pieza en su lugar, como si se tratase de un rompecabezas, y

-        analizar las conexiones que los hechos tienen entre sí, para discriminar los puntuales de los centrales.

Para establecer todo con claridad es fundamental que el inves­tigador o la Unidad tenga suficiente capacidad de análisis; cuali­dad que es posible de desarrollar en el transcurso de la práctica.

De modo general es importante apuntar que apariencia y reali­dad son diferentes, pues el conocimiento de lo aparente, conocimiento simple y primario, al que comúnmente se accede a través de los sen­tidos, suele guardar hasta una gran distancia de lo esencial de algo, que solamente se determina tras un análisis científico.

Un ejemplo: a juzgar por la apariencia, una noche estrellada presenta la ilusión de que simultáneamente uno está viendo las estrellas; sin embargo, lo que la vista recibe no es sino la luz emitida muchísimo tiempo atrás por los astros. La ciencia ha aclara­do que la luz viaja a X velocidad, y que dependiendo de la distan­cia de algunas estrellas, a veces tardan hasta años en llegar a la tierra. O sea: la apariencia y la esencia son distintas en este caso concreto.

Así también, en el marco de las investigaciones periodísticas, la Unidad o el investigador no puede quedarse con la apariencia, debiendo realizar los análisis correspondientes para captar la esen­cia de los hechos y del proceso en su conjunto.

Una hipótesis ayuda a comprender cómo se debe proceder:

Caso investigado: Corrupción en una previsional.

Hipótesis central: Se utiliza discrecionalmente los recursos de la entidad.

Desarrollado el trabajo se accede al (1) conocimiento de he­chos de corrupción variados, algunos centrales y otros específi­cos o secundarios; y a (2) una abundante documentación proba­toria.

Primer procedimiento:

- Hechos: Establecer la veracidad de su ocurrencia.

- Documentos: Establecer la autenticidad de los mismos.

 Segundo procedimiento:

- Hechos: Ordenar los hechos, discriminando los centrales de los secundarios.

- Documentos:Determinar la fuerza probatoria de los mismos, de qué hechos y a qué recursos se apela para maquillarlos.

Tercer procedimiento:

- Hechos: Montar el rompecabezas, reconstruyendo con la mayor fidelidad posible el proceso real con que se perpetran los ilícitos.

- Documentos: Seleccionar los de mayor fuerza probatoria, y desarrollar las explicaciones técnicas sobre las artimañas emplea­das para maquillarlos.

A esta altura es posible que el resultado final sea totalmente diferente que el que se tenía con el acopio inicial, pues se estará

en conocimiento pleno de cómo opera el ilícito, y será posible in­clusive volver sobre hechos puntuales, aparentemente inconexos, que sí tenían que ver con todo el engranaje.

La capacidad de análisis se puede desarrollar de manera per­manente, toda vez que desde la primera experiencia se adopte un esquema de análisis-que puede ser simple, pero perfectible- como guía madre. Su empleo mostrará sus fortalezas y debilidades, lo que permitirá emplear esquemas más completos en experiencias posteriores.

Al margen de las experiencias propias, puede contribuir mu­cho para el desarrollo de dicha capacidad el conocimiento más acabado posible sobre experiencias de otros investigadores, no solamente las realizadas por las «estrellas» de la profesión, sino por Unidades poco conocidas o investigadores anónimos, que tra­bajaron temas relevantes, puntuales o generales.

6. Capacidad de asumir riesgos

La actividad investigativa conlleva riesgos de todo tipo, que van desde la pérdida de trabajo hasta la de la propia vida, pasan­do por una amplia variedad de riesgos intermedios, como ser asal­tos o agresiones físicas.

Ocurre que al revelar hechos ocultos, los involucrados reaccio­nan mal por dos motivos centrales: por el punto final que se pone a la actividad irregular que le estaba otorgando generosos beneficios (1) y por la posibilidad real de punición o castigo, que puede ir des­de la pérdida del puesto hasta de la libertad, o ambas cosas (2).

La reacción del involucrado puede ser extrema, intermedia o sua­ve; raras veces es de indiferencia, aunque hay casos en que sí lo es. Se entiende por reacción extrema aquella en la que el involucrado es incapaz de controlar sus actos. Dicha pérdida de control puede ser pasajera o permanente; de todos modos, se tra­ta de una reacción sumamente peligrosa, que puede hasta llevar a derivaciones trágicas.

Reacción intermedia es aquella que también se traduce en re­presalias o en intentos de represalias, que pueden consistir en me­didas que no atenten directamente contra el investigador o la Uni­dad, pero sí sobre los bienes de éstos, como ser el robo de vehícu­los, asaltos a residencias,...

Reacción suave se considera aquella que no pasa de las ame­nazas de cualquier calibre, pero que muy difícilmente se traduz­can en hechos de represalias. Es lo más frecuente.

El investigador o la Unidad debe estar plenamente consciente de la existencia de riesgos; debe medir los riesgos, sin sobredimensionarlos ni minimizarlos; y, sobre todo, debe ser ca­paz de medir hasta que tipo de riesgos está dispuesto a correr en el marco de la realización de sus trabajos.

La capacidad de asumir riesgos también puede ser desarrolla­da en el seno de la Unidad o por el investigador. Sobre este aspec­to particular de los riesgos se volverá a tratar más adelante, en el capítulo dedicado a la seguridad del periodista investigador.

7. Hábito de lectura

La mayoría de los periodistas soportan la mala costumbre de querer escribir pero no leer; no la generalidad, pero sí la mayoría. Esto en parte se explica por el hecho de trabajar mucho con las palabras y tener que destinar parte importante del tiempo a la lectura de documentos, informes, gacetillas,...

La lectura sistemática, sin embargo, contribuye a enriquecer la formación de los periodistas en varios aspectos claves, que tienen que ver con su trabajo. Ayuda a enriquecer el vocabulario, a estar actualizados sobre diversos aspectos de la realidad, a compren­der mejor hechos históricos, a consolidar, en fin, una formación intelectual que tiene comienzo pero que solamente debería termi­nar juntamente con la incapacidad biológica del periodista de se­guir leyendo.

Hay que leer de todo: revistas y otras publicaciones; novelas,

cuentos y poesías; estudios históricos y contemporáneos; mate­riales sobre avances científicos, médicos, tecnológicos, económi­cos,...; producciones recreativas,... Lo ideal es que el periodista desarrolle una suerte de formación enciclopedista, lo que se tra­ducirá necesariamente en una elevación persistente de la calidad de su trabajo. Es obvio que resulta imposible leer todo lo que se produce, que es inmenso, pero una buena lectura tendrá sus com­pensaciones.

Para la Unidad o el investigador resulta esencial acompañar de manera sistemática todo lo que se produce en el campo con­creto de la investigación periodística, así como los debates acadé­micos y puntuales que se dan entre los docentes y profesionales del área. Hay publicaciones escritas en varias lenguas, libros y espacios en Internet, cantera inagotable de valiosas contribucio­nes para el periodismo de investigación, tanto en el aspecto teóri­co como práctico.

Para crear el hábito de la lectura hay un camino sencillo: leer pu­blicaciones agradables, que pueden ser recreativas, por ejemplo, pero que terminan creando la constructiva costumbre de leer.

Pero en este terreno concreto, lo más efectivo y positivo es evitar la lectura caótica, desordenada, pues si bien ofrece retazos de cono­cimiento, no da la consistencia que sí otorga una lectura planificada.

Una buena lectura planificada para un investigador o Unidad puede ser:

- Lectura académica, para actualizarse en cuanto a los avan­ces,

- Lectura de investigaciones realizadas, para saber qué expe­riencias se hicieron y qué resultados se lograron,

- Lectura jurídica dirigida, sobre cuestiones administrativas y penales sobre todo, para ver qué establecen las leyes sobre mane­jos administrativos normales o irregulares, delitos y penas,

Sobre cuestiones económicas o técnicas, como ser estadísticas, es inclusive clave que el medio invierta en los integrantes de la Unidad o el investigador, pues cursos cortos le dotarán de técni-

cas que crecientemente se vienen aplicando al campo del perio­dismo de investigación.

Un programa de lectura puede parecer muy amplio cuando es variado, pero lo que el investigador o Unidad debe comprender es que lo que se aconseja no es una lectura abundante, sino una lectura ordenada, que destine un tiempo aunque sea breve, pero de manera sistemática.

8. Compromiso cívico mínimo

Una cualidad que caracteriza a los buenos investigadores es el tener una elevada consciencia cívica. Pero como mínimo, los miem­bros de la Unidad deberían tener un compromiso cívico mínimo, que les permita desarrollar sus trabajos en el marco de ciertas re­glas y que les estimule a desnudar irregularidades o a destruir mitos. Cuando existe dicho compromiso el investigador es ínte­gro, responsable y constructivo.

No hay que confundir compromiso cívico con compromiso po­lítico/ideológico; son cosas totalmente diferentes. Si restringiéra­mos el compromiso cívico al reivindicar y respetar valores y prin­cipios de conducta ciudadana, de comportamiento lícito y legíti­mo de las autoridades, de desempeño regular de actividades pri­vadas, se marca la diferencia necesaria, lo cual no impide que el investigador tenga posturas ideológicas y políticas bien defini­das, pero cuyo canal de expresión no es el periodismo de investi­gación y sí otras actividades militantes.

Es peligroso, sin embargo, que la Unidad comporte la partici­pación de personas sin compromiso cívico, lo que algunos suelen maquillar con la supuesta independencia del periodista desde el punto de vista político e ideológico. Dicha independencia debe darse en el marco del trabajo, pero no en el contexto de la existen­cia del periodista como persona.

Cuando la Unidad da participación a personas sin compromi­so cívico -sin ética, sin principios- se expone a riesgos que pueden conspirar severamente contra el trabajo y contra el prestigio del

medio, pues las personas sin compromiso son personas sin con­trol alguno, sin barrera moral, capaces de utilizar sus posiciones para servir hasta a los intereses más oscuros, con tal de ganar posiciones y ganar dinero.

Sí la práctica irregular de las diversas actividades privadas no provoca repulsa; sí el uso discrecional de los bienes públicos por parte de las autoridades no causa rechazo;..., con el cuento de la independencia, de la «posición de observador imparcial», en rea­lidad se está ante una persona para la que apenas basta dar un paso para convertirse en un verdadero mercenario, que puede hacer vista gorda ante los ilícitos, que puede desentenderse de las irregularidades que ocurren a su alrededor.

Las personas que ocupen puestos en Unidades investigativas deben ser íntegras -pues estarán en la «vidriera» y, por tanto, se­rán pasibles de ataques-; deben ser equilibradas, para no mezclar intereses grupales con intereses laborales; deben ser responsables en el ejercicio de una actividad que exige el más elevado rigor posible.

9. Conocimientos generales

Los conocimientos del investigador o de la Unidad deben ser los más amplios posibles, en todos los campos. Personas carentes de formación básica, de conocimientos generales relativamente amplios poco o nada pueden aportar para el desarrollo de bue­nas investigaciones.

Si la persona reúne algunas cualidades básicas es posible for­marla, pero en ese terreno debe demostrar predisposición y apli­cación, de manera que en poco tiempo pueda estar realizando aportes sustantivos a la Unidad.

Conocimientos amplios no equivalen a conocimientos profun­dos, pero por ejemplo, es importante que un investigador tenga aunque sea una vaga idea de lo que es un balance contable, de manera que al acceder a uno pueda leerlo con cierto nivel de com-

prensión; es importante que pueda analizar los informes estadís­ticos de una repartición policial o de un Ministerio de Economía o de Finanzas; es importante que tenga una idea clara de los pro­cedimientos normales que deben realizar los fiscales en el marco de la investigación de un delito,...

No hay necesidad de ser expertos en todo; ante casos muy com­plejos, ya sean del orden contable, o estadístico, o penal-procesal, se requerirá la asistencia de técnicos especializados, de manera que se tenga precisión en cuanto a lo que se tiene en manos. Pero lo que no es admisible es recurrir a asesoramientos cuando se dispone de materiales de fácil comprensión.

En la línea de los conocimientos generales, por ejemplo, hay que comprender cuales son las funciones de las autoridades de los tres poderes, de los gobernadores e intendentes, de las autori­dades policiales y judiciales, de las autoridades municipales; de las reglas básicas para el desarrollo de actividades económicas privadas, de la jornada laboral, del salario mínimo, de los benefi­cios sociales; de las funciones de las representaciones diplomáti­cas locales en el exterior y extranjeras en el país;...

Cuanto más y mejor se conozca, mejor. Lo que no es admisible es tener que recurrir invariablemente a terceros para comprender cualquier cosa. Sí no se entiende, sí es exigencia y no recomenda­ción consultar, pero cuando uno carece de los conocimientos más elementales ni las explicaciones más didácticas irán a funcionar. Es fundamental tener una formación básica relativamente bien desarrollada.

10. Conocimientos legales avanzados.

En cuanto a determinados aspectos de la legislación vigente en un país, la Unidad necesita estar suficientemente familiariza­da con algunos, con los que estará trabajando casi de manera per­manente.

En el orden nacional, lo más importante es la Constitución Na­cional, que constituye la Ley Fundamental, marco madre dentro de cuyos límites se construye el restante ordenamiento jurídico. Además de las garantías, deberes y derechos de las personas, la Constitución establece claramente las competencias de los diver­sos poderes, sus atribuciones, así como los elementos que inhabilitan para el ejercicio de la función pública.

Todas las leyes que tienen relación con la administración pú­blica deben estar a mano y no deben resultar incógnitas para los investigadores, pues ellas establecen expresamente las reglas de administración, con lo que está permitido y lo que está prohibi­do.

La legislación penal debe ser comprendida por lo menos a gran­des rasgos, pues en ellas se establecen qué actividades o acciones configuran delitos y se establecen las penas correspondientes, así como las reglas para la aplicación de medidas sustitutivas de la privación de la libertad, actualmente muy en boga, y que se em­plea en el marco de por lo menos decisiones judiciales discuti­bles.

Procesos contemporáneos como descentralización y fortaleci­miento de los «poderes locales» deben ser acompañados minu­ciosamente en el marco de la legislación, pues hay una nueva cons­trucción jurídica que reasigna competencias a Gobernaciones e Intendencias que resulta fundamental comprender.

Hay que conocer bien también lo que las leyes establecen so­bre el funcionamiento de Organizaciones No Gubernamentales, pues éstas manejan crecientes recursos financieros, no tributan y no hay mecanismos sociales de control sobre sus actuaciones.

11. Discreción

La discreción del investigador es una cualidad habilitante; la falta de discreción inhabilita al periodista para la función. Así de simple.

Se exige absoluta discreción en todas las fases de la investigación desde el comienzo hasta el final, e inclusive en la fase poste­rior a la publicación del informe final.

Fase 1: En la fase de decisión de la realización de la investiga­ción resulta fundamental la discreción, pues de no mantenerla se puede alertar tempranamente a quienes serán  investigados y eso puede llevar a que se aborte la iniciativa.

Al alertarse sobre la investigación los presuntos implicados pueden tomar una serie de medidas defensivas, como ser ocultar los elementos probatorios, sustituir documentos, intimidar a los investigadores, montar esquemas de control sobre  probables fuen­tes e inclusive -dependiendo de la posición que ocupan- presio­nar al medio o someter a los investigadores a hostigamientos tempranos.

Fase 2: Durante el desarrollo de la investigación se debe man­tener una rigurosa discreción, de modo que el trabajo pueda avan­zar sin tropiezos importantes.

Hay que tener un especial cuidado con las fuentes que están cooperando, cuyas identidades no pueden ser conocidas por na­die que esté fuera del trabajo, por seguridad de las mismas así como de la misma Unidad.

Fase 3: Publicado el informe final de investigación, se debe man­tener en absoluta reserva quién o quiénes llevaron la investiga­ción adelante, a no ser que el o los responsables decidan asumir públicamente la paternidad sobre el trabajo, lo cual es perfecta­mente legítimo y en muchos casos hasta recomendable. Ocurre que a veces el anonimato deja al investigador o a la Unidad en la indefensión, pues además del director del medio sabe de su exis­tencia los editores, con lo cual no se garantiza la discreción.

Pero si la delicadeza del asunto o la posibilidad cierta de vin­cular a los responsables de la investigación con ciertas fuentes exige que se mantenga la discreción, ella debe ser mantenida.

El investigador está expuesto a riesgos, a veces severos, a ve­ces controlarlos, como ya se apuntó más arriba, de donde surge como una cualidad inhabilitante la falta de discreción en el mane­jo del proceso. Un error en ese campo, además de exponer al in­vestigador, expone a las fuentes a riesgos y crea situaciones des­agradables que rápidamente se extienden a todo el medio.

 

SÍNTESIS

1. El proceso de formación del investigador: El periodista in­vestigador incorpora durante su práctica cualidades que lo tor­nan muy diferente de los demás periodistas; no mejor, diferente. Algunas cualidades ya puede presentar al principio; otras irá de­sarrollando, en procesos que pueden ser rápidos o lentos.

2. Capacidad de planificación: Planificar consiste en estable­cer metas y objetivos, así como los mecanismos a ser empleados para alcanzar los objetivos. Un buen nivel de planificación se re­flejará en resultados de alta calidad; la falta de planificación pro­vocará pérdidas y retrasos.

3. Capacidad de observación: Hay personas más observado­ras que otras, que les permite captar mayores detalles. Dicha ca­pacidad puede ser desarrollada a través de ejercicios de observa­ción y análisis críticos de los resultados alcanzados.

4. Capacidad de retención: Hay personas con alta capacidad de retención y personas olvidadizas. Hay ejercicios que ayudan a desarrollarla, pero lo que se debe tener presente siempre es que la memoria es traicionera; no se puede confiar a ciegas en ella.

5. Capacidad de análisis: Hechos aparentemente inconexos pueden resultar claves después de un análisis científico del caso. La Unidad debe manejar esquemas de análisis, que pueden ser simples al principio, pero perfectibles. La apariencia no es igual a la esencia.

6. Capacidad de asumir riesgos: La actividad investigativa con­lleva riesgos de varios niveles: altos, medios y suaves. Saber me­dir los riesgos ayuda, pero lo fundamental es desarrollar la capa­cidad de asumirlos; es la manera de controlarlos.

7. Hábito de lectura:A la gran mayoría de los periodistas le gusta escribir pero no leer. La sana costumbre de leer enriquece personal y profesionalmente, y termina expresándose necesaria­mente en una progresiva elevación de la calidad de los trabajos.

8. Compromiso cívico mínimo: Como mínimo el investigador debe tener un compromiso cívico que le impulse a rechazar prác­ticas torcidas y procedimientos ilegales. La falta de compromiso mínimo hace que para el investigador apenas falte un paso para que se vuelva un mercenario.

9. Conocimientos generales: No hay necesidad de ser exper­tos en todo, pero sí hay necesidad de cultivarse permanente­mente, sobre todo en áreas específicas que tienen que ver con la investigación. Una lectura ordenada y sistemática, sin que sea abundante, dará resultados.

10. Conocimientos legales avanzados: El investigador necesita estar familiarizado con algunas cuestiones legales claves, partiendo de la Constitución hasta aspectos penales, pasando por las cuestiones de orden administrativas con que se trabaja con frecuencia.

11. Discreción: La discreción es una cualidad habilitante; la indiscreción es inhabilitante. Se debe guardar rigurosa discre­ción en todas las fases de la investigación, por seguridad propia y la de las fuentes, así como el desenlace exitoso del trabajo.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 1; páginas 21 al 31.

QUESADA, MONSERRAT. La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulo 2; páginas 23 al 29.

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, México, 1996. Capitulo 2; páginas 45 al 72.


 

 

CAPITULO IX

SEGURIDAD DEL PERIODISTA INVESTIGADOR

 

1. Riesgos y medidas de seguridad. 2. Extremos de cuidado. 3. Mecanismos externos de seguridad. 4. Medidas personales de seguridad. 5. Otros riesgos.

 

1. Riesgos y medidas de seguridad

En el capitulo anterior, cuando se trató sobre «Capacidad de asumir riesgos» de dejó claramente sentado que la práctica del periodismo investigativo conlleva riesgos de todo tipo, desde ex­tremos, que pueden tener desenlaces trágicos, hasta suaves, que pueden no pasar de hostigamientos y amenazas de represalias que nunca serán tomadas.

Lo que se saca en limpio, de entrada, es que hay riesgos reales. Por tanto, el investigador debe disponer de una serie de medidas de seguridad, personales y externas a él, las que deben ser aplica­das con puntillosidad de manera a reducir los riesgos a inconve­nientes pasajeros.

La Unidad o el investigador debe comprender a fondo que en todo el proceso de investigación hay tres momentos en que la ex­posición al riesgo es mayor, a saber:

(1) Cuando se inicia la investigación,

(2) Cuando se accede a informaciones claves, y

(3) Cuando se publica la investigación.

Cuando se inicia la investigación los presuntos involucrados del grupo, institución u organización que se investigará pueden reaccionar con mucha fuerza, pues la investigación a realizarse representa para ellos la amenaza cierta de que sus operaciones pueden ser puestas al descubierto.

Hostigamientos, medidas intimidatorias o lesiones directas a los bienes o las personas de la Unidad se pueden producir en esta fase. De ahí es que se requería la absoluta discreción en esta fase como un elemento de protección. De todos modos -y aunque esté plenamente garantizada la discreción sobre el asunto- este es uno de los momentos en que se precisa poner en práctica medidas especiales de seguridad.

El momento en que se accede a informaciones claves en el marco de una investigación que viene siendo realizada es suma­mente peligroso, pues de enterarse los involucrados, podrán re­accionar hasta descontroladamente, pues experimentarán la sen­sación de estar «perdidos».

En esta fase, ya no se trata de una amenaza de sacar a luz cier­tos hechos, sino se está ante evidencias que pondrán al descubier­to las operaciones irregulares o ilícitas. La reacción de los involucrados puede ser extrema. Y ante tal riesgo hay que extre­mar las medidas de seguridad, por lo menos hasta que la furia pase y la Unidad pueda reducir las medidas a las normales.

El tercer momento de alto riesgo es el de la publicación. Ahí no se está ni ante amenazas ni ante evidencias, sino que se enfrenta a los involucrados con la opinión pública y eventualmente con la justicia. Hay que extremar las medidas de seguridad, por el tiem­po conveniente, y reducirlas más adelante, cuando las reacciones puedan ser controladas.

Pero al margen de los momentos de alto riesgo, que requieren de medidas especiales o extremas, están los momentos normales, que en realidad son «normales», pues el que se dedica al perio­dismo de investigación debe tener como rutina la adopción de medidas de seguridad.

2. Extremos de cuidado

En cuanto a las medidas de seguridad hay que cuidarse de no caer en dos extremos, ambos peligrosos:

(1) Desarrollar una suerte de paranoia, y

(2) Subestimar las posibles reacciones de los involucrados.

El excesivo miedo a los riesgos puede llevar a desarrollar una suerte de paranoia, entendida ésta como una «sicosis caracteriza­da por alucinaciones, desconfianza, inquietud,..., con elaboración de uno o más complejos delirantes» (Kapelusz).

La paranoia es una enfermedad, una alteración psicológica, para cuya superación se necesita de una asistencia profesional. El investigador está expuesto a enfermarse, sobre todo cuando se lo somete a hostigamientos fuertes y sistemáticos, acompaña­dos de otras medidas intimidatorias, como ser el robo de su vehí­culo, el asalto a su domicilio o el ametrallamiento del mismo, por citar algunos ejemplos de reacciones que se dieron en muchos casos.

Cuando las reacciones afectan al investigador es por una de dos:

- no tenía capacidad desarrollada para asumir riesgos, o
- no se tomaron las medidas de seguridad correspondientes para garantizar que el investigador prosiga realizando sus activi­dades dentro de un marco de relativa normalidad.

Cuando uno investiga, debe tratar de conocer a fondo al involucrado; trazar un perfil del mismo y prever qué tipo de re­acciones puede tener. Hay casos en que las fuentes informan so­bre como acostumbra reaccionar el involucrado ante tropiezos, amenazas o adversidades; informaciones valiosas para trazar un perfil y precaverse. Como ya se advirtió, la improvisación es ma­dre de errores y de riesgos posibles de controlar; hay que erradi­car o reducir al mínimo la improvisación.

Si no fue capaz el investigador de asumir los riesgos o si hubo fallas en el esquema de seguridad por imprevisiones, lo cierto y lo concreto es que se puede estar ante un cuadro que requiera el tratamiento profesional del investigador. Es un camino con una sola salida: el tratamiento.

La subestimación de las reacciones del involucrado, el otro ex­tremo, es hija de la improvisación; es expresión de un profesionalismo poco desarrollado, o construido de manera de­formada.

No se debe jugar con fuego, puede quemar. Ese dicho, produc­to de la cultura popular, es tan cierto como patético. Y en el caso en cuestión, de la práctica del periodismo de investigación, los procedimientos correctos son estimar con la mayor precisión po­sible los riesgos que conlleva el desarrollo de un trabajo, asumir­los responsablemente, y tomar con serenidad las medidas de se­guridad correspondientes.

3. Mecanismos externos de seguridad

Hay mecanismos de seguridad que deben funcionar rutinariamente con respecto a los integrantes de la Unidad investigativa de cualquier medio, a ser aplicados por los demás funcionarios del medio y por los propios colegas.

Coordenadas para localizar al investigador: Todas las infor­maciones que permitan localizar al investigador no deben ser su­ministradas a nadie, en ninguna circunstancia: números telefóni­cos, direcciones, lugares que frecuenta, horario de trabajo, vehí­culo o cualquier otra información útil.

La recepcionista del medio, por ejemplo, si la Unidad funcio­na dentro del mismo local, no debe siquiera tener datos para lo­calizar al investigador. En caso de recibir llamadas urgentes, que pueden eventualmente ser de familiares o amigos, la recepcionis­ta debe proceder a tomar los datos sobre cómo puede el investi­gador contactar con quien llamó y comunicar sobre ello a la asis­tente del director o al editor responsable para que ellos se encar­guen del asunto.

La asistente del director del medio o el editor responsable es pro­bable que cuente con los mecanismos más rápidos y seguros para entrar en contacto con el investigador y transmitirle el recado ur­gente.

Esto debe funcionar así porque es la mínima seguridad que se puede ofrecer al investigador desde el medio de comunicación.

Recepción de paquetes: Cuando se confía en una Unidad investigativa es probable que lleguen correspondencias o paque­tes conteniendo evidencias documentales. Los envíos pueden rea­lizarse por correo o ser entregados en el medio, con identificación o con falsa identificación, o aun de manera anónima; a través de un niño o adolescente contratado para hacer la entrega o de una persona que no se quiera identificar.

En estos casos, la recepcionista debe recibir el envío e informar inmediatamente sobre el mismo empleando el mismo esquema anterior. No es recomendable que el investigador recepcione el envío, salvo que se trate de una operación previamente acordada con alguna fuente o interesada.

Pero al margen de las medidas rutinarias descriptas, puede ser necesario que el medio se encargue de gestionar medidas de protección especial al investigador, en momentos delicados, que pueden ser de vigilancia policial sobre su domicilio o de dotación de guardaespaldas.

Medidas extremas de seguridad pueden ser traslado de domi­cilio, cambio de ciudad o hasta envío del investigador al exterior. De todas estas medidas se debe hacer responsable el medio, o sea, son medidas de seguridad externas al periodista, que lo afec­tan, pero de las cuales son responsables terceras personas.

4. Medidas personales de seguridad

En cuanto a las medidas personales de seguridad hay que dis­tinguir dos tipos:

(1) Medidas de seguridad en tiempos normales, y

(2) Medidas de seguridad en tiempos de alto riesgo.

En tiempos normales las medidas de seguridad no deben ser exageradas ni subestimadas; deben ser tomadas de manera ruti­naria, tornándolas habituales.

La primera medida debe consistir en no tener rutina, o que la rutina consista en no tener rutina, que es lo mismo. Ocurre que al hacer todo siempre de la misma manera se facilita la acción de quienes directamente o a través de terceros están buscando to­mar represalias:

- llegar a la misma hora en el medio,

- comprar del mismo lugar cigarrillos,

- comer en el mismo restaurante y a la misma hora, y

- estacionar siempre en el mismo lugar.

Estas son, entre otras decenas de actividades cotidianas, compor­tamientos que se puede tener sin problemas cuando no se está ex­puesto a riesgos. Con la inseguridad creciente, de hecho no se reco­mienda que nadie proceda de esa manera, pero en el caso del inves­tigador, la existencia de riesgos latentes obliga a no proceder de esa manera.

La segunda medida es tener como rutina el observar siempre el entorno, tanto del domicilio como del lugar de trabajo, por si haya anormalidades visibles. Un coche extraño estacionado en las cerca­nías del domicilio puede significar varias cosas: puede tratarse de la visita a un vecino, o de una medida intimidatoria, o de intenciones menos santas. La presencia de un extraño, ídem.

El domicilio del investigador debe tener un ritmo especial:
- no recibir a extraños, bajo ningún argumento, y

- no dar pistas a un desconocido sobre el paradero del investiga­dor.

En realidad, estas medidas son adoptadas por casi todas las per­sonas, debidas a la inseguridad creciente, pero en el caso del investi­gador debe funcionar como una regla de oro.

Al investigado, en síntesis, hay que darle el tratamiento de ad­versario, y del adversario es importante precaverse, para evitar sor­presas o sinsabores.

En tiempos de alto riesgo las medidas de seguridad deben ser extremadas, y pueden consistir por ejemplo en el cambio de domici­lio, que puede ser pasajero o permanente, o aun en la salida del país, que puede ser pasajera o permanente. Los riesgos deben ser evalua­dos con mucho realismo, de manera que no haya aparatosidad in­necesaria en la adopción de las medidas de seguridad.

Las medidas deben ajustarse a la realidad, no excederse en ellas ni quedar cortos al tomarlas; esta es la garantía de una vida saluda­ble, equilibrada y productiva, dentro de lo que esta calidad es posible haciendo periodismo de investigación.

5. Otros riesgos

No es necesario que el investigador tenga una vida de santo, pero debe cuidar su imagen, que tratará de ser severamente da­ñada por el grupo, institución u organización que se está investi­gando, o por los involucrados.

Se puede dar, por ejemplo, que luego de investigar las opera­ciones irregulares de una telefónica celular X, ésta reaccione sos­teniendo abiertamente o por abajo que el trabajo fue pagado por otra empresa de la competencia.

Las campañas que ponen en tela de juicio la integridad del investigador suelen tener amplia difusión si se consigue meterlas con habilidad en la «usina de rumores», mecanismo comunicacional informal de amplio alcance e influencia, que pue­de hacer literalmente trizas en corto tiempo del prestigio perso­nal de un profesional. Esto suele ser efectivo, porque en la era del pragmatismo sobre todo se cree con facilidad lo malo que se dice de alguien y se pone en duda lo inverso.

Si es responsable de la investigación una mujer, lo más proba­ble es que la «usina de rumores» juegue con aspectos de su vida personal muy íntimos.

Los cuidados a ser tomados para reducir campañas de ese tipo al mínimo de expresión, convirtiéndolas en rumores de escasa difusión y baja credibilidad, se deben adoptar en tres frentes:

(1) Con las fuentes,

(2) Con los investigados, y

(3) Con los grupos de intereses.

Aunque no llegue a ser amorosa ni amistosa la relación con la fuente, al ser muy estrecha se presta a dar pie a rumores de todo tipo, en el mejor de los casos a la versión que sostiene que la fuen­te utiliza a la Unidad.

El manejo profesional de las relaciones aconseja mantener la rela­ción en límites discretos: suficientemente cercana para lograr la co­operación de la fuente y suficientemente distante para no dar pie a la circulación de rumores perversos. Hay casos, por ejemplo, en que los «hobbys» de fuente e investigador coinciden, como ser jugar fút­bol; hacerlo una vez, no está mal, pero hacerlo de manera sistemáti­ca es dar pie para convertirse en blanco perfecto del adversario.

Con los investigados, cualquiera sea el grado de simpatía que se inspiren mutuamente, lo recomendable es mantener la debida dis­tancia, y en circunstancia alguna aceptar regalos o invitaciones; pue­de echar por tierra el prestigio del investigador.

Con los grupos de intereses hay que mantener una relación es­trictamente profesional, sin aceptar en circunstancia alguna invita­ciones o regalos, pues eso desmeritará el trabajo de la Unidad. A veces hay propuestas tentadoras, como ser la invitación a trabajar en una institución, con elevada remuneración. La decisión última será del investigador, ciertamente, pero en el momento de decidir debe tener en cuenta que al aceptar arroja sobre su propio trabajo de investigación una sombra de dudas, que puede ser imborrable; el desprestigio lo puede acompañar por siempre.

Para concluir, el investigador está en la vidriera, sujeta por tanto a todo tipo de ataques; posición delicada que le obliga a actuar con mucho profesionalismo para mantener la integridad de su imagen pública.

 

SÍNTESIS

1. Riesgos y medidas de seguridad: Hay tres momentos en que la exposición a riesgos es mayor: (1) Cuando se inicia la in­vestigación; (2) Cuando se accede a informaciones claves; y (3) Cuando se publica la investigación. En esos momentos se pue­den dar reacciones muy fuertes de los investigados, por lo que se recomienda medidas especiales de seguridad.

2. Extremos de cuidado: Hay que cuidarse de no caer en dos extremos: (1) Desarrollar una suerte de paranoia, y (2) Subesti­mar las posibles reacciones de los involucrados. La paranoia es una alteración psicológica cuya superación por lo general impli­ca asistencia profesional. La subestimación es temeraria; mues­tra falta de profesionalismo e hija de la improvisación.

3. Mecanismos externos de seguridad: Consisten en medidas que deben ser tomadas por terceras personas para otorgar mayor seguridad a la Unidad. No dar coordenadas para localizar al in­vestigador y tener un esquema de recepción de paquetes, son algunas de ellas. En casos especiales puede consistir en gestionar vigilancia policial o dotar al investigador de guardaespaldas.

4. Medidas personales de seguridad: En cuanto a las medidas personales lo primero que hay que distinguir es que hay medi­das de seguridad para tiempos normales y otras para tiempos de alto riesgo. No tener rutina es fundamental, ya que hacer las mis­mas cosas siempre del mismo modo facilita el trabajo de quienes directamente o a través de terceros quieren dañar.

Otros riesgos: El investigado puede desatar una campaña orientada a desprestigiar a la Unidad, apelando a rumores infun­dados o basados en hechos reales. Hay que tomar cuidados espe­ciales en tres frentes: (1) Con las fuentes; (2) Con los investiga­dos; y (3) Con los grupos de intereses. Nunca aceptar regalos ni invitaciones. El desprestigio puede llegar a ser tal, que podrá acompañar al investigador por el resto de su vida.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 8; páginas 177 al 192.

GEREDA, SILVIA. Riesgos del periodista al investigar corrupción de dictaduras militares. Sala de Prensa, Web para profesio­nales de la comunicación iberoamericanos.

SMEETS, MARYLENE. El periodismo en la etapa de posgue­rra en Guatemala y El Salvador. Sala de Prensa, Web para profe­sionales de la comunicación iberoamericanos.

 


 

CAPITULO X

BASE DOCUMENTAL, ARCHIVOS Y APOYO INSTRUMENTAL

 

1. La biblioteca de la Unidad. 2. La red de Internet. 3. Apo­yo instrumental y logístico.

 

1. La biblioteca de la Unidad

La biblioteca de la Unidad debe estar muy bien equipada y muy bien organizada, de manera que se pueda obtener rápida­mente lo que se necesita. No es necesario tenerla desde un princi­pio, pero sí resulta fundamental ir alimentándola, de modo que se gane autonomía y rapidez a la hora de precisar de materiales de consulta.

Hay que tener separados los materiales de interés general de los materiales de áreas claves, que deberán contener los materia­les de utilización más frecuente. Las áreas claves son:

Materiales académicos: Todos los trabajos sobre periodismo de investigación, libros y publicaciones periódicas, que contie­nen los avances que se van produciendo en la materia, además de recomendaciones generales y puntuales sobre cómo manejar de­terminadas situaciones.

Materiales profesionales: Lo más que se pueda tener de inves­tigaciones periodísticas realizadas localmente o en otras latitu­des. Además de poder constatar los procedimientos empleados en las investigaciones, la Unidad puede inspirarse en los temas abordados y es frecuente inclusive encontrar conexiones locales con hechos que envuelven a otros países. Libros, folletos, revis­tas, semanarios y diarios.

Materiales legales: El más amplio acopio posible, pero con én­fasis en la legislación administrativa, nacional y local, y en la le­gislación penal. Es importante tener versiones comentadas de ciertas leyes, como ser la Constitución, el Código Penal y toda la le­gislación administrativa; los comentarios ilustran sobre los alcan­ces de las disposiciones legales y lo que técnicamente se llama el «espíritu de las leyes», que no es más que la intención.

Memorias y mensajes: Normalmente los Ministerios, las entida­des descentralizadas, la Policía Nacional y las empresas públicas divulgan anualmente unas memorias de sus respectivas gestiones, que suelen incluir informaciones interesantes sobre todo contables. Las Gobernaciones e Intendencias también suelen divulgar memo­rias similares. El Poder Ejecutivo, por su parte, presenta ante el Con­greso un mensaje anual, conteniendo un balance de su gestión. Di­chos materiales son documentos fundamentales, pues representan la versión oficial sobre los resultados de las gestiones realizadas por las autoridades en el ejercicio de sus funciones.

Presupuestos: Lo que ingresa y lo que se gasta, y sobre todo en qué se gasta, está estampado en los Presupuestos; el del país, a nivel de administración central; y locales, a nivel de las adminis­traciones gubernamentales y municipales. Además de los presu­puestos, se debe contar con algunos trabajos críticos, que resultan fundamentales para tener en claro qué gastos son superfluos, o innecesarios, o abultados, y qué cuestionamientos existen sobre los mecanismos de recaudación.

La fuente bibliográfica necesaria es mucho más amplia, inclu­yendo investigaciones realizadas en otros campos, como por ejem­plo la sociología o la criminología; publicaciones de gremios em­presariales, profesionales o de trabajadores,...

Para simplificar y concluir sobre el valor de cualquier escrito basta referir que hubo casos en que investigaciones tuvieron como punto de partida anuncios publicitarios llamativos.

2. La red de Internet

El Internet se ha constituido en un elemento sumamente útil para el desarrollo de las investigaciones. Inmediatamente se pue­de identificar dos áreas de utilidad inmediata: académica y pro­fesional.

Desde la perspectiva académica se han abierto espacios que permiten acompañar las discusiones contemporáneas sobre la ma­teria, entre académicos y profesionales del área, con aportes sustantivos para el esclarecimiento de conceptos básicos y funda­mentales.

Todo está en discusión y permanente revisión, de donde hasta el presente se continúa debatiendo sobre si existe o no periodis­mo de investigación, encontrándose las posturas más divergen­tes, con argumentos muchas veces ingeniosos, lo que contribuye a enriquecer un debate inconcluso.

Hay aportes sobre cuestiones más puntuales:
- Los pasos del proceso de investigación,

- La técnicas de investigación,
- Las condiciones ideales para el funcionamiento de una Uni­dad investigativa, y hasta

- El signo ideológico del Periodismo de Investigación.

Uno encuentra en dichos espacios aportes de Centros de In­vestigaciones y de Estudios, de catedráticos, de profesionales famosos, de profesionales no tan conocidos, pero cuyos aportes en ocasiones resultan hasta más valiosos,..., una gama amplia, en fin, que contribuye a tener ideas más claras sobre lo que es la práctica y sus fundamentos teóricos.

Desde la perspectiva profesional hay aportes sustantivos de todo tipo:

- Experiencias puntuales de Unidades investigativas,
- Investigaciones que fueron realizadas,

- Bancos de Datos.

Las experiencias puntuales son diversas, incorporando polé­micas discusiones sobre el tema de la experiencia profesional an­terior, por ejemplo, pues se ha recurrido a estudiantes en muchos casos, aunque hay que señalar que dicha práctica no deja de ser cuestionable, sobre todo cuando se lo hace con la expresa finalidad de reducir los costos de las investigaciones. Es materialmen­te posible de realizar, sin lugar a dudas, pero conspira contra el profesionalismo y amenaza seriamente la calidad de los trabajos.

Los que llevaron adelante experiencias de ese tipo buscan jus­tificarlas con el argumento de que de no reducirse los costos irían a cerrarse las Unidades. Es preferible que se cierren, definitiva­mente, antes que sacrificar puestos de trabajo de profesionales, pues experiencias de ese tipo terminan conspirando hasta contra los intereses de los estudiantes, que al llegar a ser profesionales serán sustituidos por otros estudiantes, o con suerte incorpora­dos a los medios en el marco de leyes tipo la del «primer em­pleo», que le ofrecerá perspectivas inmediatas precarias, tanto laborales como salariales.

Las investigaciones que fueron realizadas llegan de diversas formas, a veces resumidas, a veces completas y a veces inclusive con referencias puntillosas sobre las técnicas que se emplearon para su realización. Representan aportes de incuestionable utili­dad.

Enseñan, inspiran y hay ocasiones inclusive en que pueden ser «clonadas», lo cual no implica lesión alguna a los derechos de los autores originales, cuya intención deliberada pudo haber sido esa.

Los Bancos de Datos crecen y son cada vez más completos. Constituyen una fuente inagotable de trabajos interesantes, y uno puede encontrase con conexiones que ni siquiera imaginaba de grupos, corporaciones, instituciones u organizaciones locales, con los/las de otras latitudes.

Hay informaciones estadísticas oficiales, por ejemplo, que pue­den ser de suma utilidad. Hace poco, revisando un Balance Co­mercial del Paraguay a un periodista se le ocurrió cruzar los da­tos con los del Brasil. Sorpresa: los guarismos diferían sustancialmente, punto de partida de una investigación.

Uno puede -además de conocer- entrar en contacto con otros investigadores para pedir ayudas puntuales o plantear trabajos conjuntos. La rapidez de la nueva tecnología en el campo de las comunicaciones es tan grande, que ha convertido en obsoletas otras formas de comunicación de empleo aun cercano, como ser el intercambio de correspondencias.

3. Apoyo instrumental y logístico

La tecnología contemporánea ofrece una variedad de instru­mentos que pueden ser empleados en la práctica del Periodismo de Investigación con posibilidades de mejorar sustancialmente los trabajos y los resultados.

Los micro-instrumentos, por ejemplo, son de suma utilidad, y la Unidad debe disponer de ellos para su empleo cotidiano. Hay micro-grabadoras, que permiten registrar conversaciones impor­tantes sin que el entrevistado se percate. Más sofisticado resulta la grabación a distancia, que permite a través de aparatos direccionados grabar conversaciones que se dan hasta a 100 me­tros de distancia, existiendo paredes de por medio inclusive.

El empleo oculto de cualquier sistema de grabación, sin em­bargo, hay que utilizarlo con mucha responsabilidad, sin emplear­lo por ejemplo para violentar normas legales expresas como el derecho a la intimidad.

Pero suponiendo que una fuente se niega a ser grabada y uno emplea algún mecanismo como los citados, si la cinta es destrui­da después de su desgrabación se estará respetando en lo funda­mental el acuerdo, pues la grabación apenas tendría la utilidad de recuperar todas las informaciones aportadas por la fuente. Ahora, la divulgación pública de la grabación-habiéndose acor­dado no grabar- es en el mejor de los casos una acción irresponsa­ble y deplorable, cuando no algo que viole alguna disposición legal. Conductas de ese tipo riñen con todo principio ético; hay que honrar los compromisos asumidos, o no asumirlos.

Hay micro-cámaras fotográficas que permiten registrar con ab­soluta fidelidad documentos que anteriormente uno apenas podía mirar o mismo leer. La técnica es simple. Y hay micro­filmadoras que permiten registrar procesos enteros, como ser momentos en que se dan propinas o en que se comercializan dro­gas, sin que los involucrados se percaten.

Lo que sobre todo es posible hacer con los micro-instrumentos es portarlos sin que nadie se percate de los mismos. Resultan su­mamente útiles.

En otro orden de cosas, hay elementos de apoyo al trabajo que resultan esenciales, como ser:

-vehículo normal, es decir no solamente que no lleve el logotipo del medio, sino que ni siquiera se asemeje. Para ocasiones espe­ciales, como ser concurrir a un club cerrado lujoso, se puede al­quilar un vehículo acorde con la necesidad, y

- vestuario adecuado, que le permita al investigador ganar la apariencia que no despierte sospecha alguna en el medio en que irá a moverse. Visitar un «pub» lujoso, donde presuntamente se realizan operaciones irregulares, o contactar directamente con per­sonas que se manejan en actividades marginales, exigen vestimen­tas adecuadas muy distintas.

El soporte instrumental y el apoyo logístico resultan decisivos en ocasiones para obtener resultados de alta calidad.

 

SÍNTESIS

1. La biblioteca de la Unidad: La biblioteca de la Unidad debe estar bien equipada. Es fundamental que disponga de materiales académicos, profesionales, legales, memorias y mensajes de au­toridades o entidades. Hay que mantener separados los materia­les de interés general de los que se emplean cotidianamente en el marco del trabajo.

2. La red de Internet: El Internet se ha constituido en un ele­mento clave del trabajo. Hay en Internet desde espacios de con­sulta hasta mecanismos que tornan casi simultánea las comuni­caciones, pasando por fuentes escritas de alto valor académico.

Su influencia para el mejoramiento de los resultados ha sido con­tundente.

3. Apoyo instrumental y logístico: La tecnología contemporá­nea ofrece una variedad creciente de sofisticados instrumentos que pueden ser empleados en la práctica de la profesión: micro­grabadoras, micro-cámaras y micro-filmadoras, por ejemplo. En otro orden, hay elementos de apoyo indispensables, como vehí­culo sin logotipo identificatorio y vestimenta apropiada para di­versas situaciones.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 9; páginas 193 al 210.

FUENTES, ALMA DELIA. La vía socioinformática de descu­brir noticias. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comu­nicación iberoamericanos.

ARMENDARES, PEDRO E. La investigación periodística computarizada en América Latina. Sala de Prensa, Web para pro­fesionales de la comunicación iberoamericanos.


 

 

CAPITULO XI

LA PUBLICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

 

1. El proceso. 2. Formas posibles de presentación. 3. Reglas de redacción. 4. Ultimas tensiones con los editores.

 

1. El proceso

La publicación de los resultados de la investigación se debe realizar muy responsablemente, por lo que se sugiere respetar los pasos de un proceso, que ofrece garantías de mayor consistencia. Esto sobre todo es importante cuando lo que irá a publicarse con­tiene denuncias muy delicadas y afectan o pueden afectar la ho­norabilidad de ciertas personas.

Un esquema a ser empleado puede contemplar los siguientes pasos:

(1) Elaboración del esquema preliminar,

(2) Elaboración del borrador,

(3) Discusión crítica del borrador del informe,

(4) Elaboración del esquema definitivo, y

(5) Elaboración del informe final.

El primer paso consiste en elaborar un esquema preliminar de elaboración, que contemple fundamentalmente las conclusiones centrales y las conclusiones complementarias, así como los he­chos fundamentales a ser desarrollados. El esquema preliminar debe ser elaborado en el seno de la Unidad, si bien la redacción del borrador deberá estar a cargo exclusivo del investigador que acompañó de manera más cercana el proceso.

La elaboración del borrador, segundo paso, deberá ajustarse a las líneas generales determinadas en el esquema preliminar. Ob­viamente que de su elaboración será responsable el que más fa­miliarizado estuviere con el tema.

Terminado el borrador se pasará a someter el caso a un exa­men crítico, tercer paso; fase clave del proceso de elaboración, pues en el marco del análisis, del que sobre todo serán responsa­bles centrales los que no estuvieron directamente involucrados en la investigación, se deberá poner en duda desde las conclusio­nes centrales hasta las complementarias, así como se deberán ha­cer todas las observaciones pertinentes en cuanto a los aspectos formales.

Ocurre que el que participó directamente de la investigación pudo haber desarrollado prejuicios con respecto al caso, que fá­cilmente pueden llevarlo a exagerar hechos o caracterizaciones, o a minimizarlos. De ahí que las terceras personas de la Unidad estarán en mejor posición para someter el asunto a críticas de fon­do. La idea central, con este procedimiento, es la búsqueda de la mayor calidad en el informe final.

Concluido el análisis crítico, se pasará a elaborar el esquema definitivo del informe, que contemplará todos los elementos cen­trales y accesorios que deberá contener el informe final, así como las sugerencias en cuanto a los aspectos formales.

El paso final es elaborar el informe de acuerdo con el esquema final y adecuado a las sugerencias de forma.

Se busca con ello que fondo y forma alcancen el mayor nivel de calidad posible, de manera que su publicación tenga el impac­to deseado, resulte de clara comprensión y contribuya para que la opinión pública se interiorice sobre un asunto que anteriormente le resultaba poco conocido, mal conocido o directamente desco­nocido.

2. Formas posibles de presentación

Dependiendo del medio en que se publicará, el informe final puede variar en cuanto a su presentación. En este trabajo se to­mará el caso más importante que es el de su divulgación por es­crito, que gana frente a cualquier otro medio -salvo Internet- en el sentido de que es permanente. No obstante, salvando las diferen­cias, las modalidades adoptadas para la divulgación son aplica­bles a todos los medios.

En diarios, semanarios o revistas, la publicación del informe se puede realizar básicamente bajo dos modalidades:

(1) En una única entrega, o

(2) En forma serial, es decir, mediante varias notas.

La modalidad más adecuada depende del tema, por una parte, de la cantidad de hechos acopiados, por otra parte, y de la política de publicación que tendrá mayor impacto, finalmente.

De modo general se tiene que cuestiones puntuales se publican íntegramente en una única entrega y cuestiones grandes y comple­jas en serie de notas, pero hay situaciones en que lo más recomenda­ble es publicar todo en una única entrega, aunque posteriormente se siga alimentando el tema con más detalles. Inclusive -y sobre todo, a veces- cuando se trata de asuntos de gran envergadura.

Ocurre que detrás de los casos grandes se mueven intereses poderosos, que pueden influir negativamente en el sentido de in­terrumpir abruptamente la publicación de una serie. Las presio­nes pueden ser muy fuertes o mismo se puede plantear arreglos para ello, no con la Unidad, sino con el propietario del medio. Y como la estructura de los medios es vertical, tanto o más que la de las Fuerzas Armadas, la última palabra la da el «Comandante en Jefe».

La ventaja de la única entrega, en casos como el ejemplificado, es que sin dejar de ser posible la interrupción del trabajo, lo esen­cial ya quedó publicado.

Casos grandes, sin embargo, es recomendable publicar en se­rie de notas, o en entregas sucesivas, que es lo mismo, por mu­chas razones:

- porque se tratan generalmente de prácticas enraizadas, difí­ciles de cortar, lo que da pie a una suerte de «guerra de desgaste»,

- porque generalmente involucran a personajes importantes, verdaderos intocables para la justicia, a no ser que la presión pública alcance niveles significativos,

- porque al tomarse un tema novedoso, que logra acaparar la atención de la ciudadanía, o por lo menos captar el interés de parte importante de la misma, la circulación y el prestigio del medio se incrementan, y

- porque permite a la Unidad realizar el mejor despliegue in­formativo, mechando la divulgación de su informe central con notas que reflejen las reacciones que la publicación está generan­do.

Los casos puntuales deben ser publicados en una única entre­ga, pues no reúnen los méritos suficientes para que se les otorgue más espacio que lo necesario para su divulgación. La entrega única, no obstante, suele traer cola, pues por ser única tiene nive­les irritantes de contundencia, que provoca reacciones inespera­das, tanto de signo negativo como positivo.

Al divulgarse un asunto puntual con contundencia, los involucrados reaccionan muy negativa y muy descontroladamente, lo que incrementa el impacto de la publica­ción. Por otra parte, publicaciones de este tipo suelen llevar a la apertura de nuevas fuentes, que anteriormente no se disponían a cooperar solamente porque no tenían credibilidad en la posibili­dad de la publicación de casos similares.

Diversos motivos, como ser:

- excesiva verticalidad de los medios,

- falta de respaldo suficiente a su actividad,

- espacios insuficientes para un buen despliegue de materiales, y

- presiones internas de directores y editores, entre otras llevaron a muchos periodistas investigadores a independizarse de los medios y a trabajar por cuenta propia. Realizan investiga­ciones menores y puntuales para vender a los medios, las que son publicadas en series o en una única entrega, y preparan investi­gaciones grandes, que a veces lleva años concluir, para divulgar­los en forma de libros, que pueden ser vendidos a editoras co­merciales, o publicados por cuenta de los autores.

Las investigaciones de mayor impacto, más completas y más contundentes, de hecho se han publicado de esa forma. Se trata de contribuciones fabulosas para comprender cómo se producen ciertos procesos. Tráfico de narcóticos, lavado de dinero sucio, robos oficiales, han sido, entre otros, temas abordados con altísi­mo nivel de calidad en libros que han ganado merecidamente amplia difusión.

3. Reglas de redacción

En el Periodismo Informativo se aconseja esencialmente res­ponder a las preguntas qué, quién, cómo, cuándo y dónde, reco­mendándose el empleo de la llamada pirámide invertida (De lo más importante a lo menos importante) para la redacción de los materiales a ser publicados.

En la elaboración del informe final de investigación también hay reglas sugeridas para la redacción, llegándose a un consenso sobre que el esquema más recomendable es el que contempla tres elementos:

(1) Tesis,

(2) Cuerpo, y

(3) Conclusión.

La propuesta consiste en encabezar la nota con una tesis, cuyo contenido debe ser una aseveración contundente, que resuma en un párrafo la totalidad del tema. Un ejemplo ayuda a compren­der cómo aplicarla en la práctica.

Suponiendo que se investigó sobre la venta de autos robados en el país, bajo la mirada complaciente de las autoridades, y que el ilícito involucra a conocidos personajes de la sociedad, la tesis debe reflejar todo eso de manera categórica:

«Solamente en el 2002 fueron comercializados en el país más de 30.000 coches robados, en un ilícito que se realiza sobornando a los responsables del control y el combate, tanto policiales como aduaneros, y que involucran de manera clara a los empresarios X y Z».

No debe necesariamente ser un párrafo corto, pero sí tiene que ser representativo de lo que se encontró al investigar el caso. El ejemplo apenas busca ilustrar sobre cómo podría presentarse un caso hipotético, no es una guía para la redacción. La tesis debe ser clara, concisa y directa.

En el cuerpo se desarrolla el tema tratado, de manera ordena­da y clara, abundando en detalles solamente en casos necesarios, y apoyando firmemente en datos y soportes documentales lo que se va describiendo.

Siguiendo con el ejemplo:

Cuerpo, párrafo 1: Datos concretos sobre la venta de vehícu­los, origen de los mismos, precios que se cobran y estimaciones ciertas de lo que el negocio significa en dinero.

Cuerpo, párrafo 2: Más datos concretos sobre la venta de vehí­culos, cantidad de denuncias de robo registradas en los países de origen, formas en que usualmente se introducen al país.

Cuerpo, párrafo 3: Detalles sobre cómo se evaden los puestos de control en los países de origen; detalles de cómo se evaden los controles aduaneros; detalles de cómo se burlan los controles policiales locales,...

Tampoco es una guía lo anteriormente señalado, sino apenas un ejemplo de cómo puede presentarse la información en el cuer­po del informe de investigación.

Lo que el investigador debe ser capaz de captar en el momen­to de la redacción es qué detalles interesarán a los lectores y qué detalles no. El tendrá en el momento de redactar una infinidad de detalles, pero dará al lector lo que quiere, pues esa es la forma correcta de actuar para despertar su interés por el material publi­cado. Detalles curiosos y llamativos, por ejemplo, sí o sí deben ser incorporados, pues por más que no aporten evidencias favorecen la lectura del material.

La conclusión repite las aseveraciones de la tesis, pero gana contundencia porque se apoya firmemente en el cuerpo, en que se detallan los hechos que conducen a la conclusión.

La fórmula descripta puede aplicarse tanto a publicaciones en entregas únicas como en series de notas. Cuando se hace la entre­ga a través de una serie, se aborda en cada nota cuestiones parcia­les, pero las mismas pueden tener los tres componentes: tesis, cuerpo y conclusión.

Obviamente que algunos investigadores pueden desarrollar formas alternativas de presentación, de igual peso o mayor, pero a falta de fórmula a la que ceñirse rige la descripta.

4. Ultimas tensiones con los editores

La relación entre la Unidad investigativa y los editores se ha caracterizado en general como cargada de tensiones; las que tie­nen su origen en varios hechos reales o imaginarios.

Hay celos justificados del editor, por ejemplo, por el hecho de que los investigadores trabajan directamente con el director. Do­ble celo, para colmo, pues por una parte él siente en momentos que la Unidad capta mayor interés del director, siendo él la per­sona que representa la referencia principal para el director en el medio, y por otra parte, los periodistas investigadores no se en­cuentran subordinados a él.

Los editores, por lo general, en otro orden de cosas, están acos­tumbrados a ver resultados rápidos, pues dirigen un medio que irre­mediablemente debe estar repleto de informaciones en el momento del cierre. Los investigadores producen resultados en tiempos dis­tintos; no están sujetos a los horarios de cierre. Eso lleva a suponer al editor, en sentimiento compartido con el resto de la redacción, que los investigadores trabajan poco; suposición absolutamente fantasiosa, que encuentra su origen muchas veces en la falta de co­nocimiento de los detalles del trabajo de investigación.

De hecho nadie tiene mayor interés que la Unidad por presen­tar resultados, pero ello no depende de la simple voluntad sino de la conclusión de los trabajos, que se realizan con tiempos muy diferentes a los empleados por los encargados de redactar noti­cias diarias, como ya se apuntó oportunamente.

Otro elemento que suele crear indisposición en los editores es que ellos son los héroes anónimos de un producto que gana la calle cotidianamente, sin que la opinión pública ni siquiera sepa de su existencia. La fama de los investigadores, sin embargo, cre­ce en proporción geométrica, alcanzando rápidamente el recono­cimiento público, la simpatía y hasta la admiración, sobre todo cuando son capaces de ofrecer trabajos de alta calidad. Más celos.

De ahí que en el momento inmediatamente anterior a la publi­cación se suelen producir las últimas tensiones entre la Unidad y los editores. Como los editores distribuyen las páginas, a veces retacean espacios a la Unidad, u ofrecen espacios perdidos -no destacados- en el periódico, lo que más bien le haría perder fuer­za al trabajo. No se llega a un acuerdo, en principio, instalándose un foco de tensión que necesita de una respuesta satisfactoria.

En casos así, la Unidad no debe subordinarse a los caprichos de los editores, pues dichos caprichos son productos de prejui­cios y no de razones consistentes de carácter profesional. Si el resultado de la investigación fuese irrelevante, en realidad se es­taría invirtiendo en vano en la Unidad, pero si es objetivamente relevante, los editores tienen que entrar en razón, por cualquier vía, y otorgar, en consecuencia, espacios destacados para su pu­blicación.

«Tienen que entrar en razón, por cualquier vía,...» no es una expresión de efecto, sino una realidad. Sin embargo, la vía más adecuada contempla dos pasos previos.

Primeramente se debe tratar de persuadir a los editores sobre la importancia de que el material a ser publicado ocupe un espa­cio razonable y en una posición destacada.

Si no se llega a un acuerdo, se debe insistir sobre la cuestión, promoviendo un debate profesional con los editores.

Solamente si hay negativa terca hay que apelar al «Comandante en Jefe», quien con delicadeza o sin ella será suficientemente capaz de persuadir a los editores; no obstante, se insiste en que hay que agotar previamente las negociaciones directas con los editores.

 

SÍNTESIS

1. El proceso: La publicación responsable respeta los pasos de un proceso que otorga garantía de alta calidad de presentación: (1) Elaboración del esquema preliminar; (2) Elaboración del bo­rrador; (3) Discusión crítica del borrador del informe; (4) Elabo­ración del esquema definitivo; y (5) Elaboración del informe fi­nal. La fase 3 es clave para determinar los ajustes de fondo y de forma a ser introducidos.

2. Formas posibles de presentación: En prensa escrita se pue­de publicar el informe bajo dos modalidades: (1) En una entrega única, y (2) En forma serial, es decir, mediante varias notas. Hay veces en que aunque el caso fuese grande -y aun mismo por eso ­se recomienda publicar todo en una nota única, aunque poste­riormente se entreguen nuevos detalles. Esto apuesta a que facto­res de presión interrumpan eventualmente la publicación.

3. Reglas de redacción: Hay consenso para que la elaboración del informe final conste de tres partes: (1) Tesis; (2) Cuerpo; y (3) Conclusión. La tesis debe reflejar la totalidad del trabajo. El cuer­po debe desarrollar ordenadamente los elementos que compo­nen el suceso o proceso tratado. La conclusión es una repetición de la tesis, pero sobre la base del sólido sustento del cuerpo.

4. Ultimas tensiones con los editores: El momento de la pu­blicación suele presentar las últimas tensiones entre la Unidad y los editores. Se procede a tratar de persuadir a los editores; se discute, después, desde una perspectiva profesional; y, ante la ne­gativa, finalmente se apela al Director del medio para que per­suada al editor. Se insiste: hay que agotar las negociaciones entre colegas antes de apelar al Director.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

QUESADA, MONSERRAT. La investigación periodística. Ariel, España, 1987. Capítulo 13; páginas 151 al 173.

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de Investigación: técnicas y estrategias. Paidós, España, 1994. Capítulo 11; páginas 234 al 246.

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, Méxi­co, 1996. Capítulo 7; páginas 191 al 220.

MARTINEZ ALBERTOS, JOSE LUIS-SANTAMARIASUAREZ, LUISA. Manual de Estilo. Centro Técnico de la Sociedad Interamericana de Prensa, Estados Unidos, 1993. Capítulo 2; 2.6; páginas 152 al 163.

 


 

CAPITULO XII

EL SEGUIMIENTO

 

1. Acompañamiento del caso. 2. Ampliación de la investi­gación. 3. El impacto sobre la opinión pública. 4. Más credibi­lidad, mayor circulación.

 

1. Acompañamiento del caso

El trabajo investigativo no concluye con la simple publicación de los resultados. Se debe acompañar el caso hasta que se agote desde el punto de vista informativo, lo cual puede significar mu­cho tiempo. Los casos concretos pueden ser varios, pero se esco­gen dos, que son los más frecuentes.

En primer lugar, se puede estar ante el caso de la publicación de un caso grande en una única entrega. La reacción de los involucrados será fuerte, y podrá consistir en desmentidos, pedi­dos de réplicas o amenazas de demandas judiciales, sino apertu­ra de juicios.

En casos como el mencionado la Unidad dispone aun de un arsenal de informaciones, que deben ser divulgadas muy cuida­dosamente. Como se trató de una entrega única, es frecuente que los involucrados caigan en el engaño de creer que la Unidad ape­nas dispone de los elementos que se lanzaron en la publicación. Responden entonces, sobre la base de una creencia errónea, de manera hasta altanera, desafiando a la Unidad, sin percatarse de que ella está pertrechada para un enfrentamiento de larga dura­ción.

La Unidad debe estudiar atentamente la reacción de los involucrados, y aportar nuevos elementos en el marco del debate abierto. Se debe tener el cuidado de no abrir tempranamente nue­vos frentes, pues si los involucrados replican determinados aspectos, la Unidad dispondrá de evidencias y documentos proba­torios con los que puede llevar rápidamente a los involucrados a una situación de dejarlos sin respuesta. Cuidadosamente, tam­bién, porque la opinión pública que está acompañando el caso debe ser enteramente persuadida de la veracidad de los hechos sacados a luz, lo que debe quedar fuera de dudas.

Pero distintamente de lo que ocurre en una disputa de boxeo, el investigador no debe dejar de atacar al adversario cuando éste «tira la toalla»; es importante asestarle un golpe final, de modo que el trabajo de la Unidad quede sólidamente parado.

El segundo caso es cuando se está ante una publicación en serie de notas. La reacción de los involucrados puede eventualmente ser muy fuerte, debido al poder que tienen, por lo que se puede dar la abrupta interrupción, como ya se apuntó más arriba.

Si existe la decisión de proseguir, sin embargo, se abren dos fren­tes:

- la continuidad de la serie, de acuerdo a lo planificado, y

- el acompañamiento de las reacciones.

Dependiendo de la reacción de los involucrados y el interés del público que está acompañando el caso, hay ocasiones en que es recomendable alterar el orden de las notas a ser publicadas (Flexibilidad en la planificación), de modo que las que se divul­guen guarden la mayor conexión o proximidad con lo que se está paralelamente debatiendo.

El debate no concluye con el simple abandono de la disputa por parte del adversario; hay que asestar el golpe definitivo; y prosigue la publicación, lo que puede dar lugar a nuevas reaccio­nes y a nuevos debates.

2. Ampliación de la investigación

La publicación de los resultados de una investigación trae ame­nazas y ofrece oportunidades. Generalmente, durante el proceso de acopio de informaciones, varias personas candidatas a fuentes se resisten a cooperar, por varias razones, que van desde el miedo hasta la escasa o nula credibilidad en que el trabajo se publique.

De ahí que la publicación de la investigación ofrezca muchas oportunidades favorables, en el sentido de que es frecuente que aparezcan nuevas fuentes, que ofrecen nuevos enfoques, nuevos detalles y nuevas evidencias sobre el caso que está siendo trata­do, o mismo que ofrezcan elementos suficientes para un cambio drástico del enfoque con que se está publicando o se ha publica­do el material.

Para la Unidad se abren nuevas posibilidades, que básicamen­te son de:

- ampliación de la investigación a nuevas áreas, o de

- fortalecimiento del trabajo que se está trabajando, o de

- ambas cosas a la vez.

El primer caso es el más rico, pues las fuentes que se aproxi­man por iniciativa propia, ofrecen pistas nuevas que permiten cambiar el enfoque de la investigación, en el sentido de extender­las en dirección a áreas que no se estaban tocando ni se pensaba tocar.

Si la Unidad es lo suficientemente rápida y ágil, se empeñará por sacar el máximo provecho de la oportunidad, procediendo inmediatamente a ampliar la investigación y a incorporar los nue­vos elementos que se le ha arrimado. La Unidad debe estar pre­parada para absorber ese tipo de reacciones, muy común después de la publicación de resultados que sacan a luz casos complejos y grandes.

El segundo caso es altamente positivo, pues se fortalece el tra­bajo cuando a través de la cooperación de nuevas fuentes se acce­den a nuevas evidencias y a nuevos testimonios que confirman plenamente lo que la Unidad viene publicando.

Esto otorga a la Unidad mayor seguridad, pues además de dis­poner de mayores elementos para enriquecer el trabajo, dispone de mejores pertrechos para eventuales debates que pueden des­encadenarse a partir de la investigación.

El tercer caso es el ideal para la Unidad: nuevas pistas y nue­vas evidencias; nuevos elementos y nuevos testimonios! Eso per­mite hacer ambas cosas a la vez: ampliar la investigación a áreas anteriormente no tocadas y fortalecer el trabajo en todos los as­pectos. Y aunque parezca mentira, lo más frecuente es que este caso es el que se dé luego de la aparición de nuevas fuentes.

3. El impacto sobre la opinión pública

El impacto que tiene la publicación de la investigación sobre la opinión pública es perfectamente medible. El mismo puede ser alto, medio o bajo.

Es de alto impacto cuando el tema acapara el interés de la opi­nión publica, y se expresa no solamente en la mayor circulación del medio, sino en el hecho de que el caso se convierta en tema de comentarios cotidianos. Se suele presentar en tres casos: cuando el asunto es de interés general; cuando el caso es de gran enver­gadura; y cuando se trata de un escándalo.

Es de medio impacto cuando además de aumentar la circula­ción del medio, el tema se convierte en motivo de comentarios eventuales, ya sean callejeros, ya sean de otros medios. Se presen­ta a veces en casos muy grandes, pero que tratan sobre asuntos que muchos consideran que son muy complicados, como ser ne­gociados en el marco de pagos de la deuda externa, o temas ener­géticos, de telecomunicaciones, de pagos de impuestos... Por más que la Unidad se empeñe por traducir en el lenguaje más sencillo y accesible el tratamiento del asunto, el tema en sí ahuyenta a algunos lectores.

Es de bajo impacto cuando la publicación de la investigación no se traduce en aumento de la circulación del medio ni en co­mentarios siquiera eventuales sobre el tema, ya sean callejeros o de otros medios. La opinión pública reacciona con fuerte dosis de indiferencia en varias situaciones:

- cuando considera que lo que está siendo tratado es normal,

- cuando el tema no le afecta directamente, o

- cuando el caso le resulta irrelevante.

Si las situaciones que provocan actitudes indiferentes son una de las dos inicialmente referidas, no hay problema alguno, pero si la situación de indiferencia se basa en el hecho de considerar «irrelevante» el asunto, hay que admitir que hubo un error de evaluación al presentar mismo el proyecto de investigación.

Hay casos, no obstante, en que lo que un medio busca no es que determinadas investigaciones tengan impacto sobre el con­junto de la opinión pública. Se trata de las investigaciones dirigi­das, en las que se busca sobre todo impactar en determinados grupos, que pueden ser profesionales o no. Una investigación sobre un club «clase A» puede buscar solamente impactar sobre los socios de la entidad; una investigación sobre el funcionamien­to de los juzgados puede apuntar a llamar la atención solamente de las autoridades del Poder judicial,... Si el objetivo se logra, al margen de que no sea comentado, ni que incida sobre la circula­ción del medio, la publicación habrá resultado exitosa.

4. Más credibilidad, mayor circulación

La publicación de una buena investigación lleva casi necesa­riamente a un incremento de la circulación, lo cual es una ventaja, pero puede ser pasajera. Ahora, la publicación sistemática de in­vestigaciones buenas en un mismo medio de comunicación otor­ga ventajas importantes y duraderas:

(1) Aumento de credibilidad,

(2) Mayor circulación permanente, y

(3) Fortalecimiento de la Unidad investigativa.

El capital principal de un medio de comunicación es el eleva­do nivel de credibilidad que puede llegar a alcanzar, lo que se deberá esencialmente a un buen trabajo periodístico. Un medio de comunicación que invierte seriamente en lograr un buen pro­ducto, apuesta seriamente en todo su personal, periodístico, técnico, administrativo y logístico, sin escatimar recursos en cuanto a capacitación e infraestructura.

Un buen producto no es resultado del azar, y las ventajas que se pueden lograr a través de campañas publicitarias y alianzas estratégicas con el sector gubernamental o con publicitarias, pue­den ser efímeras.

La implantación del medio viene de manos con la calidad del producto, cuanto más elevada mejor; y el crecimiento sostenido de la circulación de un medio viene de manos del aumento de la credibilidad en el medio, esfera en la que el periodismo de inves­tigación viene jugando un papel crecientemente importante.

Hay alianzas estratégicas que astutos empresarios de medios realizan con sectores gubernamentales o publicitarias, con lo que disponen de recursos holgados y a veces garantizan una circula­ción relativamente amplia. El medio cuenta con rentables anun­cios y tiene una venta forzada. El éxito es pasajero. Cuando el producto es malo, la circulación -vía colocación forzada- puede ser elevada, pero su influencia real en la formación de opinión pública puede ser escasa, cercana a la nulidad inclusive. Cuando el producto no satisface, las propias empresas presionan a las publicitarias que administran sus paquetes para sacar sus anun­cios de determinado medio.

La mejor garantía de amplia circulación e incidencia real en la formación de opinión pública es la alta credibilidad.

Mayor credibilidad lleva más tarde o más temprano a una mayor circulación y, por lo tanto, a mayor rentabilidad. Más cir­culación equivale a más ventas, y más ventas se traduce casi ine­vitablemente en mayor cantidad de anunciantes.

Pero no hay que «dormir sobre los laureles»; la apuesta en me­jorar la calidad del producto debe ser permanente; la apuesta en aumentar la credibilidad del medio debe ser sistemática; y mejo­rar la calidad del producto y aumentar la credibilidad del medio, pasa, entre otras cosas, por invertir en serio en el personal. Esa es la manera eficiente de manejar un medio y así lo testimonian los que han alcanzado un alto desarrollo como referentes nacionales y hasta internacionales.

El fortalecimiento de la Unidad investigativa se da en el marco de la gestión eficiente de un medio, cuyo director es plenamente consciente del importante rol que desempeña la Unidad en el au­mento de la credibilidad, y se dispone, por tanto, a favorecer su fortalecimiento, lo que se traduce en facilitar los recursos necesa­rios para el buen funcionamiento, mejorar la atención a los inte­grantes y remunerarlos adecuadamente.

 

SÍNTESIS

1. Acompañamiento del caso: La investigación no concluye con la publicación de los resultados. Se debe acompañar el caso hasta que se agote desde el punto de vista informativo. Por lo general, después de la publicación se abre un debate, marco en el que la Unidad no debe conformarse con que el «adversario tire la toa­lla»; debe asestarle un golpe final, de modo que la Unidad quede bien parada.

2. Ampliación de la investigación: La publicación de un caso cualquiera ofrece nuevas oportunidades. Generalmente aparecen nuevas fuentes, que anteriormente se resistían a cooperar, y pro­porcionan elementos que permiten dar más solidez al trabajo, o aun ampliar el trabajo, o más aun: cambiar el enfoque. Si hay mayores elementos y evidencias, se debe proceder a cambiar has­ta el enfoque cuando es necesario.

3. El impacto sobre la opinión pública: El impacto sobre la opi­nión pública puede ser alto, medio o bajo. Es alto cuando la pu­blicación acapara la atención y se traduce claramente en un au­mento de la circulación del medio. Es de medio impacto cuando genera comentarios eventuales y se expresa a veces en una am­pliación de la circulación. Es de bajo impacto cuando la opinión pública reacciona con indiferencia, sin que se presente aumento de la circulación.

4. Más credibilidad, mayor circulación: La publicación siste­mática de resultados de investigación periodística se constituye en una pieza clave para otorgar mayor credibilidad en el medio en cuestión. La credibilidad -capital fundamental de cualquier medio- puede, a su vez, garantizar una circulación ampliada per­manente, con lo que también se incrementan los anuncios publi­citarios. Y más ventas y más anuncios hacen la actividad más ren­table.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, Méxi­co, 1996. Capítulo 8; páginas 221 al 234.


 

CAPITULO XIII

EL SIGNO IDEOLÓGICO DEL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

 

1. La posición de los apologistas. 2. La posición de los detractores. 3. La posición neutral. 4. El periodismo y la hege­monía social. 5. El periodismo comercial y el periodismo militante. 6. Los límites del periodismo de investigación. 7. Los nuevos desafíos.

 

Una discusión de fondo se ha abierto sobre el signo ideológico del Periodismo de Investigación, aspecto sobre el cual es importante tener algunas ideas claras. Varios estudiosos y profesionales ya se han pronunciado y se vienen pronunciando sobre la delicada cues­tión, por lo que en el desarrollo del presente capítulo se dejarán sen­tadas las premisas básicas que contribuirán a acompañar el debate contemporáneo con mayores elementos de análisis.

 

1. La posición de los apologistas

El Periodismo de Investigación, como modalidad peculiar de la actividad comunicacional, tiene declarados apologistas, que tra­tan de presentarlo como una pieza fundamental para la correc­ción de todos los males que aquejan a las sociedades, tanto del Primer Mundo como del Tercer Mundo.

Las sociedades con alto desarrollo y las que tienen menor de­sarrollo arrastran distintas distorsiones en sus funcionamientos, pero que pueden ser corregidas, de acuerdo con los apologistas, con la contribución clave del periodismo de investigación, del «perro guardián».

Esta postura parte de un presupuesto equivocado, pues toma como un hecho que lo único que hay que corregir en el sistema constituyen las distorsiones, sin cuestionar las cuestiones de fondo de las sociedades. Para ser más claro y directo: el capitalismo es la panacea; hay distorsiones en el sistema, pero el sistema es inalterable.

Ejemplos:

(1) En las sociedades hay prácticas corruptas, las que deben ser erradicadas. Muchas de ellas no se conocen o se conocen mal y poco, de donde la investigación aportará los elementos para conocerlas a fondo, lo que a su vez posibilitará un combate más eficiente, tendiente a erradicarlas.

(2) En las sociedades hay prácticas atentatorias contra las re­glas establecidas, llevadas a cabo por grupos que operan al mar­gen de las leyes, pero cuyo poder económico es tan grande que se han convertido en una suerte de intocables. Sus operaciones pue­den ser puestas al desnudo a través de investigaciones, lo que posibilitará crear opinión pública y presión social favorables a su combate frontal.

(3) En las sociedades hay abusos de los poderes públicos, que se manifiestan en una amplia variedad de prácticas, desde admi­nistrativas hasta ejecutivas, cuyos detalles pueden ser revelados por investigaciones, con lo que se puede desde destituir a un fun­cionario, presidente inclusive, hasta montar esquemas de mayor control social sobre los poderes en cuestión.

(4) En las sociedades hay servicios públicos prestados por sec­tores privados que resultan caros y malos. El periodismo de in­vestigación puede contribuir a conocer en detalles las razones del mal funcionamiento y el elevado costo de los servicios, posibili­tando mejores servicios y precios más razonables al despertar la presión de la sociedad.

La gama de distorsiones funcionales es muy amplia, cierta­mente, pero lo que no se dice es que las sociedades se caracteri­zan sobre todo por la división social en clases, de acuerdo con las funciones que cada sector desempeña en el proceso de produc­ción y reproducción de la sociedad, que representan distorsiones esenciales del sistema.

Más concretamente: el capitalismo puede existir con o sin las distorsiones, o sea, no hace parte de su esencia la corrupción, ni el abuso de poder, ni las prácticas atentatorias contra reglas estable­cidas, ni el carácter malo o caro de los servicios públicos, ni cual­quier otra disfunción. Puede existir, obviamente, erradicando in­clusive esas distorsiones.

Un aspecto esencial del capitalismo es la explotación del tra­bajo ajeno y el tratamiento de ello obvian los apologistas, que­riendo reducir a veces la explotación al abuso -máxima conce­sión-, pero asumiendo como «normal» que uno trabaje para que el otro gane, o mejor, que los capitalistas amasen crecientes fortu­nas a costa del trabajo subordinado de sus operarios o emplea­dos.

Hay otros aspectos que caracterizan su esencia actual, como ser:

- la desenfrenada carrera armamentista y el militarismo, y
- la despiadada destrucción del medioambiente,

que son enfocadas por la «gran prensa» apenas superficialmen­te, y son justificadas a nombre de la «modernización» y del «pro­greso».

2. La posición de los detractores

«No hay periodismo de investigación; todo periodismo es de investigación», dicen algunos, y le hacen coro otros. O más: «el buen periodismo tiene que ser de investigación».

Esta postura pone en juego de manera poco responsable toda la acumulación teórica y académica sobre el periodismo, por lo que es inaceptable.

El periodismo es una práctica crecientemente importante para las sociedades, cuyas funciones son amplias y cada vez más esen­ciales, como ser socializar el conocimiento de hechos relevantes que se producen en cualquier esfera de la actividad social, y que están lejos de contemplar investigación alguna.

El periodismo ayuda a tomar decisiones, al informar sobre las condiciones generales y puntuales, que llevan a decidir. Nadie toma decisiones a ciegas, y en tanto que de más informaciones uno disponga para decidir, mayores son sus posibilidades de to­mar decisiones correctas. Esto es así para invertir en algo, para salir a recrearse un final de semana, para ver determinada pelícu­la o para ir al teatro.

El periodismo contribuye a tomar postura. De acuerdo con la masa y la calidad de las informaciones de que dispone, apoya una guerra, se opone a una invasión, o aun se manifiesta favora­ble a la actitud de un dirigente deportivo o desfavorable a un operativo policial de control sobre los lugares de recreación de jóvenes,...

Y en todo lo anteriormente descripto, en que la persona accede a informaciones relevantes para su existencia, no hay investiga­ción ni tiene por qué haberla.

Ejemplos:

Un accidente aéreo es una noticia importante. Saber dónde ocu­rrió, cuántas personas perdieron la vida o quedaron lesionadas, por qué se dio el accidente, comprende un conjunto de informa­ciones importantes, que no implica investigación alguna, pero que no por ello deja de ser «buen periodismo».

El resultado de un partido de fútbol, clásico o de algún torneo importante, local o internacional, es una información importante y es buen periodismo sin ser investigativo.

La apertura de una muestra de obras de arte es importante, puede dar lugar a una buena crítica, favorable o desfavorable; da pie a la práctica de buen periodismo, que no es investigativo.

La clásica división del periodismo completo en:

- Informativo,

- Interpretativo, y

- De opinión,

es válida y resulta importante mantenerlas dentro de la esfera académica y dentro de la esfera práctica, pues su vigencia aun promete extenderse por mucho tiempo. El periodismo de investi­gación es una modalidad del Periodismo Interpretativo; y es po­sitivo mantenerlo ahí, salvo que se le encuentre un lugar mejor dentro de la construcción académica futura.

Como modalidad particular ha dado pie a una importante cons­trucción teórica, ciertamente, pero no hay méritos suficientes para sacarlo de dentro de la esfera del Periodismo Interpretativo; y ningún mérito para sostener que no existe, que todo periodismo es investigativo, o que buen el buen periodismo es necesariamen­te investigativo.

3. La posición neutral

«No puede haber periodismo capitalista ni socialista; el perio­dismo como cualquier otra ciencia social tiene su desarrollo autó­nomo». Esto es falso de falsedad absoluta; en las ciencias mate­máticas, o químicas o médicas los desarrollos son autónomos, pero en el terreno social las llamadas «ciencias» no son ciencias, pro­piamente, sino desarrollos teóricos ricos o pobres, que favorecen intereses concretos, disimiles cuando no contradictorios y hasta antagónicos.

El periodismo, como parte de las Ciencias Sociales, ha alcan­zado un importante nivel de construcción teórica y técnica, que se emplea indistintamente en sistemas socio-económicos y socio­políticos marcadamente diferentes.

Inclusive los enfoques a veces guardan tal similitud, por lo que resulta difícil encontrar diferencias importantes.

Una nota periodística elaborada en Cuba puede ser similar en lo esencial a otra elaborada en los Estados Unidos, o en China Popular, como ser un reportaje sobre los accidentes aéreos, pero cuando están en juego intereses fundamentales, los enfoques divergen sustancialmente, como por ejemplo en un reportaje so­bre el armamentismo, la depredación ambiental o el tratamiento de la deuda externa.

Hay diferencias técnicas y de contenido marcadas, sin embar­go, que son coherentes con los sistemas socio-económicos y so­cio-políticos en que se practican.

De modo general, se puede dejar sentado que desde la pers­pectiva estrictamente técnica hay pronunciadas diferencias que dependen del grado de desarrollo económico. Así, es indiscutible que los países del Primer Mundo disponen de tecnologías mucho más avanzadas que las vigentes en los países del Tercer Mundo y en los auto-proclamados socialistas, que se expresan en produc­tos técnicamente mejores, superiores.

Desde la perspectiva de los contenidos, hay que dejar clara­mente establecido que las publicaciones más ricas se producen en los países que presentan situaciones más consolidadas de vi­gencia de las libertades públicas, incluida la libertad de expre­sión. Bajo regímenes políticos cerrados, sean estos capitalistas o no, la libertad de expresión es tan reducida, que ello se traduce en el empobrecimiento de la producción intelectual, en general, y de la producción periodística, en particular.

Bajo los regímenes políticos cerrados no es que falte creativi­dad intelectual, sino que existen reglas rígidas, esquemas de cen­sura que a veces hasta están finamente elaborados, que asfixian la libre expresión, reduciéndolas a una pobre minimidad.

Riqueza de producción intelectual/periodística y carácter ce­rrado o abierto de los sistemas políticos, entonces, tienen estrecha relación; son factores ínter-actuantes, ínter-dependientes. De don­de se deduce la fórmula en vigor: a mayor libertad mejor produc­ción, más rica y más amplia; a menor libertad peor producción, más empobrecida, más restringida.

4. El periodismo y la hegemonía social

El periodismo se viene constituyendo, tanto en las sociedades del Primer Mundo como del Tercer Mundo, en un factor clave para la construcción de la hegemonía.

Estudios pretéritos colocaban a la Iglesia como un factor cen­tral en la reproducción del sistema feudal, con relevante respon­sabilidad en la implantación y reproducción del capitalismo des­pués, en que la clase hegemónica era la burguesía.

La Iglesia, sin embargo, rápidamente pasó a desempeñar un rol más discreto en la construcción de la hegemonía, siendo subs­tituida por la escuela, que se convirtió en una instancia capaz de jugar un doble papel fundamental para la reproducción del capi­talismo: transmitir la ideología dominante, por una parte, y ca­pacitar la mano de obra, por otra.

Estudios contemporáneos, sin embargo, apuntan con contun­dente claridad que en ambos roles la escuela ha sido substituida por los medios de comunicación de masas. Hoy por hoy, los di­versos medios de comunicación-TV, radios, prensa, cine, Internet­ son los elementos conductores de primer nivel de la ideología dominante, y también son los responsables de primer orden en el proceso de capacitación de la mano de obra.

La aseveración es una constatación firme, que se apoya en só­lidas estadísticas que demuestran de manera inequívoca el cre­ciente papel desempeñado por los medios de comunicación como los principales constructores de la hegemonía social.

Dicho de otro modo, los medios de comunicación juegan un papel central en la reproducción del capitalismo, desplazando definitivamente del centro del escenario a la escuela de esa posi­ción. Más claridad aun: la escuela sigue desempeñando su mis­mo papel, pero cada vez más subordinada a los medios de comu­nicación.

Con rol central en la reproducción del sistema, los medios han ganado una presencia inédita, el periodismo en general ha co­brado una importancia trascendental, y el periodismo de investi­gación en particular se ha constituido en una pieza clave para el combate a las distorsiones que acompañan al sistema.

Esta es la perspectiva correcta desde donde hay que observar el papel que representa para la sociedad actual el periodismo de investigación. Se encuentra inserto dentro de un sector que des­empeña un papel central en el marco de las actividades realiza­das para reproducir la sociedad, ocupando un espacio privilegia­do, pues se le encomienda nada menos que cuidar del buen fun­cionamiento del sistema, atacando con fuerza y de manera per­manente cualquier distorsión.

5. El periodismo comercial y el periodismo militante

Se suele distinguir el periodismo que se practica usualmente en el ámbito comercial -formalmente imparcial e independiente- ­del periodismo militante, que se presenta abiertamente como vocero del pensamiento de determinados grupos políticos o doctrinarios.

En el ámbito comercial, se presta un servicio informativo a la ciudadanía, presuntamente desde una posición neutral desde el punto de vista político y doctrinario; pero tal neutralidad no existe sino en un grado ínfimo, pues tanto las coberturas locales como internacionales terminan siendo permeadas por los intereses de grupos económicos y políticos poderosos, que imprimen una di­rección claramente definida a su servicio informativo en cuestio­nes puntuales consideradas claves. Dicho de otro modo, sobre gran parte de la información que se vehiculiza a través de la prensa comercial hay mucho de imparcialidad, pero se trata del aspecto informativo que no involucra intereses de fondo; ahora, cuando están en juego intereses importantes, las informaciones son tendenciadas, a veces sutilmente, a veces groseramente.

En los países con sistemas políticos democráticos o en proceso de democratización, es frecuente que los medios mejor maneja­dos apelen a la apertura de espacios para la divulgación de mate­riales u opiniones que están totalmente enfrentados con su línea de trabajo fundamental. Esto se hace apenas para vender la ima­gen de pluralidad, pero no representan posturas pluralistas, en realidad, pues la divulgación de posturas disonantes con la línea central de trabajo es esporádica, eventual, no sistemática.

En la prensa latinoamericana, por ejemplo, fue común apelar a ese mecanismo engañoso en el marco del debate sobre las privatizaciones. Los medios comerciales, por regla, favorecían las privatizaciones -raras veces por convicción, generalmente por­que las campañas involucraban movimientos importantes de re­cursos financieros para costear las publicaciones-, pero se abrían tímidos espacios para los que se oponían a dichas políticas, con la única finalidad de maquillar a los medios de «pluralistas» ; ca­paces, por tanto, de reflejar la diversidad de posturas y opinio­nes sobre el relevante proceso.

El periodismo militante, por su parte, se practica en la medida en que la viabilidad económica permite a determinados grupos hacerlo, sobre todo en los tiempos actuales, en que los niveles de calidad exigen que se invierta sumas importantes de dinero para que el medio se publique con posibilidades de buena circulación.

Si el medio militante es capaz de captar con gran tino la de­manda informativa existente en el seno de la opinión pública, es posible que tenga amplia difusión. De hecho hay periódicos mi­litantes implantados, que a veces hasta tienden a expandirse. Pero si el medio restringe su contenido a la difusión de sus peculiares puntos de vista, haciendo caso omiso de la demanda de la opi­nión pública, representará solamente gastos, con circulación res­tringida y poca o baja influencia sobre la opinión pública.

Pueden desarrollar investigaciones, obviamente, pero todo el trabajo, así como sus conclusiones centrales y secundarias, esta­rán marcadas a sangre y fuego por la posición doctrinaria del medio, ya sea marxista, social-cristiana, liberal o nazi-fascista.

Hay medios de comunicación alternativos, finalmente, que no son comerciales pero tampoco militantes, que se publican con periodicidad semanal, quincenal, mensual o más espaciadamente en el tiempo, pero que han permitido el desarrollo de importantes trabajos de investigación periodística marcadamente buenos, con respuestas bastante satisfactorias de la opinión pública.

A veces esos medios evolucionan en dirección a constituirse en medios comerciales, por su alta circulación, a veces se mantie­nen constantes en una línea de independencia efectiva, debién­dose exclusivamente a sus públicos. No es el periodismo del fu­turo, lógicamente, por la escasa fuerza de que disponen cuando se lo compara con lo que se produce en la gran prensa comercial, pero es una alternativa laboral interesante para investigadores serios y responsables, que encuentran demasiadas limitaciones en los medios comerciales para impulsar trabajos interesantes e importantes.

6. Los límites del periodismo de investigación

Los límites del Periodismo de Investigación son aun difusos, pues dependiendo de los medios en que se desarrolla el trabajo adquiere perfiles que lo definen como más ricos o menos ricos, como más prisioneros de intereses sectoriales o más independientes.

En el caso de los medios comerciales, el Periodismo de Investiga­ción puede experimentar una de dos evoluciones:

(1) Ser enteramente vocero de los intereses del propietario o de los propietarios, con lo cual su esencia consistirá en ataques hasta furibundos a los grupos políticos y económicos enfrentados con el medio en cuestión. Hay producciones puntuales que pueden ser hasta ricas desde el punto de vista informativo, pero tendrá como techo el hecho cierto de no poder incursionar en la investigación de los sectores políticos y económicos relacionados directa o muy estre­chamente con el medio.

(2) Ser parcialmente independiente, lo que se da en medios bien manejados-que hasta el presente son los menos-, que llegaron a apos­tar en la mayor credibilidad en los medios en cuestión como nego­cios altamente rentables. No solamente habrá buenas investigacio­nes, sino que las Unidades dispondrán de un sólido apoyo en varias esferas, por una parte, y podrán incursionar hasta en campos veda­dos para otros, como ser las irregularidades de corporaciones que son grandes anunciantes, por otra. De todos modos, su techo será el sistema como un todo, que no podrá ser cuestionado -a no ser que lo haga una que otra vez- lo que representará una limitación de peso.

En los medios militantes, el Periodismo de Investigación estará prisionero irremediablemente de los principios doctrinarios del medio en cuestión, cualquiera sea el signo. Sus limitaciones estarán muy bien marcadas; todos los trabajos deberán a apuntar a atacar a los adversarios y a dejar bien parado al grupo doctrinario o político que publica el medio.

La lucha sin cuartel que los grupos militantes se declaran entre sí, a veces da pie a la publicación de importantes informaciones negati­vas sobre los adversarios, pero como se trata de trabajos amarrados a principios doctrinarios expresos y a intereses muy bien definidos, sus conclusiones deberán ser puestas en duda, por exageradas o por minimizadas.

El desarrollo de una práctica investígativa enteramente indepen­diente se da en los medios alternativos, fenómeno extremadamente saludable, que no pone barreras, pero que no garantiza el más alto impacto social, pues la circulación de los medios alternativos no se puede siquiera comparar con la de la gran prensa comercial, ni en frecuencia, ni en cantidad, ni en repercusión.

De todo lo expresado, no se puede deducir con absoluta preci­sión los límites definitivos del periodismo de investigación, que en­cuentra techos bajos o altos en los medios comerciales y amplia po­sibilidad de desarrollo en los medios alternativos. Pero como no se trata de una actividad de larga duración, habrá que estar atentos a su evolución en los diversos medios, de modo que la experiencia de años y hasta décadas vaya trazando en la práctica los límites de su práctica.

La postura de dejar abierta una definición es esencialmente co­rrecta, pues el proceso de construcción teórica prosigue, con mar­chas y contramarchas, acompañado por experiencias muy alentadoras como el introducido por la de los medios alternativos y la publicación de trabajos individuales o colectivos en forma de libros editados independientemente.

7. Los nuevos desafíos

El periodismo de investigación no está en crisis; muy por el contrario, se encuentra en pleno proceso de construcción, con apor­tes teóricos cada vez más precisos y con aportes técnicos surgidos sobre todo de una rica experiencia práctica, que está siendo sistematizada con mayor propiedad.

Como toda práctica, ha experimentado avances y retrocesos, ha tropezado con obstáculos diversos, pero de modo general se puede constatar que la tendencia ha sido ascendente, progresiva. Los obstáculos para su práctica han sido diversos:

- económicos, porque hay medios que no decidieron apostar en él como modalidad capaz de aportar rentabilidad,

- políticos, porque se lo ha sometido a fuertes presiones, sien­do causante directa de casi todas las leyes que traban el acceso a la información,

- operativos, porque su peculiar funcionamiento ha instalado relaciones de tensión con los directores y editores de los medios, acostumbrados a los resultados rápidos,...

Sin embargo, los obstáculos vienen siendo superados:

- los medios mejor manejados apuestan crecientemente a la credibilidad como rentable, y en ese contexto el periodismo de investigación se ha mostrado capaz de aportaciones claves,

- desde la perspectiva política la opinión pública se ha volcado a defender su derecho a estar informado, poniendo a raya a quie­nes han tratado de promover retrocesos en ese campo específico, y

- operativamente, los directores y editores desarrollaron una mayor comprensión sobre la peculiar práctica, tornándose más tolerantes y menos autoritarios con las Unidades investigativas.

Las amenazas, sin embargo, existen y son múltiples, pues hay fuertes intereses en restringir su desarrollo.

La subordinación de la experiencia a los intereses de grupos específicos envilece la práctica, por lo que se impone esquivar ese tipo de responsabilidades, refugiándose en la ética elemental de la buena práctica profesional, y presionando a través de gremios locales e internacionales por frenar a los grupos que se empeñan por domesticar a sus Unidades respectivas, poniéndolas a servir exclusivamente sus mezquinos intereses políticos y económicos.

Los límites bajos empobrecen los resultados, de donde se im­pone ampliar los espacios, de manera que desde su práctica se pueda aportar más firmemente a la construcción teórica y técnica a la prometedora modalidad.

Los límites más abiertos consisten en espacios que le permiten desenvolverse con mayor libertad, pero siguen siendo límites. La pelea por mayor autonomía está planteada, y la fórmula mayor libertad equivale a mayor riqueza intelectual/periodística debe ser reivindicada y promovida sin reservas.

Amenazas ciertas requieren respuestas ciertas.

Pero no todo en el horizonte constituye amenazas; también hay oportunidades, como ser la práctica independiente que se da en el seno del periodismo alternativo, por una parte, y los esfuerzos individuales y grupales de edición independiente de libros, por otra. Esta realidad promete abrir espacios para desarrollos teóri­cos y técnicos de amplia magnitud, por lo que dichas experien­cias deben ser estimuladas y apoyadas, cuando no emuladas.

 

SÍNTESIS

1. La posición de los apologistas: Trata de presentar al perio­dismo de investigación como la pieza clave para la corrección de todos los males que aquejan a las sociedades. El error de fondo reside en el hecho de considerar que solamente hay que corregir las distorsiones, obviando el abordaje de los problemas de fondo.

2. La posición de los detractores: No hay periodismo de in­vestigación; el buen periodismo debe ser investigativo. Pone en jaque, de manera poco responsable, toda la acumulación teórica y técnica del periodismo. Hay prácticas que no son investigativas pero son «buen periodismo», como los que se llevan a cabo en el marco de las esferas informativas y de opinión.

3. La posición neutral: «No puede haber periodismo capitalista ni socialista; el periodismo tiene su desarrollo autónomo». Esto es falso de falsedad absoluta; en las ciencias matemáticas, o químicas o médicas los desarrollos son autónomos, pero en el terreno social las llamadas «ciencias» no son ciencias, propiamente, sino desarrollos teóricos ricos o pobres, que favorecen intereses concretos, disimiles cuando no contradictorios y hasta antagónicos.

4. El periodismo y la hegemonía social: El periodismo ha des­plazado a la Iglesia en el terreno de la construcción de la hegemo­nía social, tanto en la transmisión de la ideología dominante como en la capacitación de la mano de obra. Ocupa, por tanto, una po­sición privilegiada, y el periodismo de opinión desempeña en ese campo un rol crecientemente importante.

5. El periodismo comercial y el periodismo militante: La pren­sa comercial es pretendidamente independiente, pero en el mar­co del tratamiento de las cuestiones de fondo, que involucran in­tereses de gran envergadura, distorsionan las informaciones y ma­nipulan a la opinión pública. El periodismo militante desarrolla investigaciones a veces ricas contra sus adversarios, pero arrastra el vicio de estar pre-contaminadas. El periodismo de investiga­ción ha encontrado en los medios alternativos un espacio para su libre desarrollo.

6. Los límites del periodismo de investigación: El periodismo de investigación tiene límites difusos. La prensa comercial le pre­senta como alternativas techos altos o bajos, pero siempre techos. El periodismo militante lo subordina a los principios políticos y mili­tantes del grupo en cuestión. Los medios alternativos se presentan como muy aptos para su mejor construcción teórica y técnica.

7. Los nuevos desafíos: El periodismo de investigación no está en crisis; está en pleno proceso de construcción, la que se da con movimientos de avances y retrocesos, pero dentro de una ten­dencia ascendente, progresiva.

INDICACIONES PARA LA LECTURA

ESTEINOU MADRID, FRANCISCO JAVIER. Los medios de comunicación y la construcción de la hegemonía. Trillas, México, 1992. Todos los capítulos.

WAISBORD, SILVIO. 1) Por qué la democracia necesita del pe­riodismo de investigación. 2) Periodismo de investigación y pen­samientos únicos. Sala de Prensa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.

SORTINO, CARLOS A. 1) Descubrimientos y encubrimientos del periodismo de investigación. 2) La otra ratonera. Sala de Pren­sa, Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos.

FAUNDES, JUAN J. El periodismo de investigación y la antro­pofagia global. Sala de Prensa, Web para profesionales de la co­municación iberoamericanos.


 

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

QUESADA, MONSERRAT. La investigación periodística. Ariel, España, 1987.

SECANELLA, PETRA M. Periodismo de investigación. Tecnos, España, 1986.

RODRIGUEZ, PEPE. Periodismo de investigación: técnicas y es­trategias. Paidós, España, 1994.

REYES, GERARDO. Periodismo de Investigación. Trillas, Méxi­co, 1996.

RIO REYNAGA, JULIO DEL. Periodismo interpretativo: el repor­taje. Trillas, México, 1994.

RIVADENEIRAPRADA, RAUL. Periodismo: la teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación. Trillas, México, 1990.

ESTEINOU MADRID, FRANCISCO JAVIER. Los medios de comunicación y la construcción de la hegemonía. Trillas, Méxi­co, 1992.

MARTINEZ ALBERTOS, JOSE LUIS-SANTAMARIA SUAREZ, LUISA. Manual de estilo. Centro Técnico de la Sociedad Interamericana de Prensa, Estados Unidos, 1993.

VERA, ERNESTO. Periodismo ético y patria grande. Pablo de la Torriente, Cuba, 1990.

CHASQUI - Revista Latinoamericana de comunicación - Los desafíos del periodismo investigativo - N° 67, septiembre de 1999.

HORADE CIERRE - La revista del Instituto de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa - Profesión: el precio de ser periodista - 1997.

SALA DE PRENSA (Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos) - Autores - Artículos:

FAUNDE, JUAN JORGE - Etica y contexto del periodismo de investigación - El periodismo de investigación y la antropofagia global.

SIMON, JOEL -La pista del dinero.

GORRITI, GUSTAVO - Verdades tácticas y estratégicas. PABLOS, JOSE MANUEL DE - Periodismo de investigación: las cinco fases P.

SMEETS, MARYLENE - El periodismo en la etapa de posguerra en Guatemala y El Salvador.

CRUCIANELLI, SANDRA - ¿Fracaso de las unidades investigativas?

ALBA, GERARDO ALBARRÁN DE - El laboratorio de nuestro futuro - Diferencias en el periodismo de investigación en EU y Latinoamérica.

ARMENDARES, PEDRO E. La investigación periodística computarizada en América Latina.

RUIZ CAMACHO, ANTONIO - Contar para cambiar: los jóvenes reporteros de investigación.

WAISBORD, SILVIO - Periodismo de perro guardián en Sudamérica - Por qué la democracia necesita del periodismo de investigación - Periodismo de investigación y «pensamientos únicos».

KLEIN, DARÍO - El papel del periodismo de investigación en la sociedad democrática  (I y II).

GEREDA, SILVIA- Riesgos del periodista al investigar corrup­ción de dictaduras militares.

SORTINO, CARLOS - Descubrimientos y encubrimientos del periodismo de investigación - La otra ratonera.

REYES, LEONARDA - Estrategias de investigación.


 

INDICE

UNIDAD I - El periodismo de Investigación

UNIDAD II - Relevancia del periodismo de investigación

UNIDAD III - El proceso de investigación

UNIDAD IV - La unidad de investigación

UNIDAD V - Las fuentes

UNIDAD VI - Técnicas de investigación periodística

UNIDAD VII - Rigor y ética en las investigaciones

UNIDAD VIII - El periodista investigador

UNIDAD IX - Seguridad del periodista investigador

UNIDAD X - Base documental, archivos y apoyo instrumental

UNIDAD XI - La publicación de la investigación

UNIDAD XII - El seguimiento

UNIDAD XIII - El signo ideológico del periodismo de investigación






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