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ROBERTO PAREDES RODRÍGUEZ

  ESPIRAL DE TORMENTOS - Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES


ESPIRAL DE TORMENTOS - Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES

ESPIRAL DE TORMENTOS

Por GLORIA RUBIN y ROBERTO PAREDES

Editorial Servilibro,

Ilustraciones: PORFIRIO BUSTO

Asunción-Paraguay,

2007 (174 páginas)

 

 

Hubiera querido hacer una referencia sobre una obra de ficción, que estas historias hayan salido de la imaginación de Gloria y Roberto, que las sórdidas imágenes que quedarán grabadas en mi mente fuesen fruto de la creatividad, cruel y perversa, de sus autores, pero no. Son “solamente” algunos relatos que ella recogió durante años desgarradores de trabajar en la realidad trágica del Paraguay, cuentos que él escribió con la seducción de la literatura, poniendo un velo apenas perceptible sobre la dureza de lo que en verdad pasó.-

La injusticia del orden social existente en casi todo el mundo toma rumbos perturbadores en la idiosincrasia paraguaya, donde situaciones que debieran pertenecer a tiempos del oscurantismo siguen vigentes con fuerza, sin fronteras culturales o económicas y, en algunos casos – se ha demostrado- están escondidos en la conciencia de quienes podrían hacer cambios importantes.

HUGO RUBIN.

 

 

 

ÍNDICE:

PRESENTACIÓN por GLORIA RUBIN

·         FELICIA QUE NUNCA FUE FELIZ

·         27 AÑOS DE TORMENTOS

·         INCESTO EN VILLARICA

·         CONDENADA A MUERTE

·         LA ODISEA DE MARINA

·         LA OBSESIÓN DE SOFÍA

·         SEDUCCIÓN CASI FATAL

·         EL LUTO DE CRISPINA

·         LA LÓGICA DEL PODER

·         MARÍA EN CINCO ACTOS

·         ESPIRAL DE LA MISERIA

·         LA MUERTE VIOLENTA DE SANDRA

ANEXO: ELEMENTOS SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.

 

 

PRESENTACIÓN

Hace unos meses estábamos conversando con ROBERTO PAREDES sobre política, cuando le comenté que quería dejar por escrito unas historias de mujeres, mujeres de carne y hueso, que han pasado por la FUNDACIÓN KUÑA ATY, quienes llegaron con mucho dolor, desesperación y angustia a cuestas. Algunas después de un tiempo salieron con la cabeza alta, llenas de esperanzas y de nuevos proyectos; otras volvieron a sus cárceles de dolor y tormento, pero también hubo tres mujeres en cinco años que terminaron en el ataúd.

Antes de comenzar los cuentos usted encontrará un esquema con el círculo de la violencia y los tipos de violencia; de esa manera identificarán cada cuento, a qué tipo de violencia responde.

Le pregunté a Roberto si le gustaría escribir estas historias a cuatro manos, como un concierto de piano, y él dijo: sí, y comenzó la tarea, yo contándole las historias de estas mujeres víctimas, él tomando notas y escribiendo historias que reflejan cada una un tipo de violencia psicológica, física, sexual, económica, social y hasta estructural, como aquellas pobres mujeres que recorren la "ruta crítica", van al juzgado de paz, comisarías, hospitales, fiscalías y en todas partes son revictimizadas, se le pregunta una y otra vez: "¿qué te pasó?, ¿qué le hiciste vos para que él responda de esa manera?".

La intención de este trabajo es poner a la consideración pública, de una manera amena y coloquial, todo el dolor que viven las mujeres quesufren violencia. Quiero dejar bien claro que todos los cuentos fueron escritos por Roberto Paredes: él respetó las historias pero cambió los nombres, lugares, profesiones y dio vuelo a su imaginación.

Algunas mujeres fueron atendidas por mí, a quienes pedí permiso para contar sus historias, otras fueron tratadas por mis colegas de la Fundación Kuña Aty.

Espero que usted, que lee este trabajo, se convierta en una persona de lucha contra la violencia hacia las mujeres.

GLORIA RUBIN

 

 

 

 

 

27 AÑOS DE TORMENTOS

 

Cuanto más le hacía más le molestaba. Ella solamente aceptaba para preservar la familia. Era costumbre de Pedro poseer a Marta por atrás y ella, que no se relajaba para nada, sufría, gemía de dolor, lloraba, lo que pareciera excitar más al marido.

Se habían casado jóvenes, cuando apenas terminaron la Universidad. Él era abogado, no muy bien sucedido, por cierto, pero con una buena posición, que venía de antaño, de la prosperidad familiar. Ella sí era una profesional respetada. Era administradora y ocupaba un cargo alto en una empresa estatal. Se había ganado el respeto de todos por su responsabilidad y consistencia, además del buen trato que siempre daba a todos: superiores, colegas y subordinados.

Las demás mujeres de su entorno inclusive envidiaban su situación, pues se había casado con un hombre de apellido tradicional, con abolengo y con muchos bienes.

La luna de miel duró apenas seis meses, en que él se mostrara atento y servicial; un "buen compañero". Pero después, aún antes de su primer embarazo, comenzó la tortura. La primera vez que ella fue sometida por atrás, accedió después de mucha resistencia. Siempre había entendido que era malo, anormal, "puerco", pero como apostaba a hacer concesiones como base para una buena convivencia, concordó. La experiencia fue en extremo desagradable, pues sintió dolor y asco; dolor y asco que sentía, además, solamente con recordar lo que había pasado.

Dentro de la casa, Marta hacía de todo. Es cierto que tenía dos personas en el servicio doméstico, pero no por eso dejaba de ayudar. Disponía todo en cuanto a limpieza y comida; ordenaba todo en cuanto al lavado, planchado y guardado de las ropas; y se dedicaba por entero a los hijos, a quienes desde un comienzo ayudó a malcriar.

El primer hijo de Marta y Agustín; nació apenas a un año y medio de la boda. Lo llamaron Agustín, en homenaje al padre, y ciertamente tenía sus mismos rasgos físicos; en nada se parecía con ella. La segunda, una nena, sí tuvo rasgos compartidos. Se llamó Amalia, por la madre de él. Después tuvieron un tercer hijo, Manuel, por el padre de él, también bastante parecido a la familia paterna.

Marta no trabajaba al principio, apostando a cuidar bien de los hijos, que al ser muy pequeños la necesitaban. Pero esa opción resultó altamente negativa, porque Agustín, padre, en nada ayudaba. Ella les dio de mamar, primero, después les dio la mamadera; ella les aseaba y cambiaba; ella les socorría cuando debían ir al médico.

Pero por más que parezca un contrasentido, todos los hijos se mostraban más atentos con él, como si algo le debiesen, o como si algún atractivo especial despertase sobre los hijos. Algo extraño, por cierto, pues de la boca de Agustín solamente salían palabras hirientes para referirse a Marta, como "inútil" y "bandida".

El proceso de humillación de Marta fue lento, gradual pero progresivo. El le sacaba en cara que mantenía el hogar, "pago todos los gastos". Después comenzó con increpaciones por fracasos escolares de los niños, "sos una inútil". Más adelante el calibre de las acusaciones fue creciendo, "tenés aspecto de bandida". Marta en nada le llenaba, pues si se esmeraba por estar bien vestida para un evento social, él hacía que se cambiara; si se pintara, debía lavarse la cara; si usaba zapatos de tacos altos, debía reemplazarlos. Era un infierno.

Cuando los niños se tornaron pre-adolescentes, y en el marco de un revés financiero que le vino como anillo al dedo a Marta, ella gestionó untrabajo en la Industria Nacional del Cemento, una empresa estatal, donde trabajaba una antigua amiga como gerente comercial, en menos de una semana ella ya estaba incorporada al plantel de la empresa.

La experiencia laboral resultó fantástica para Marta, pues debido a que desde el vamos se mostró eficiente en sus labores, pronto la ascendieron a coordinadora del área. Su salario era bueno e hizo posible que los niños no cambiasen de colegio.

Nadie nunca entendió el alcance de lo que llegó a significar el trabajo para Marta. Ella se escapaba de ese modo de una terrible realidad cotidiana, que ya no soportaba. Quien, más, quien menos llegara tarde, o salía antes de la hora, pero Marta no. Era famosa por su puntualidad y "por ser la última en retirarse".

Antes que eficiencia, propiamente, para ella era un descanso trabajar; una actividad placentera, que la sacaba por largas 10 horas, todos los días, de lunes a viernes, del verdadero infierno que era su hogar. A los ojos de los demás, sin embargo, ella era una mujer perfecta: bien casada, con una sólida posición y extremadamente eficiente en el trabajo.

Julia, su amiga, la observaba a veces detenidamente, para ver si fallaba en algo, o manifestase desagrado ante algo. Nada. Todo lo que pedían ella hacía con el máximo esmero, sin que se pudiese reparar en algo realizado por Marta.

-Te he estado observando y me da la impresión de que no cometés errores.

-Es que me gusta lo que hago; todo lo hago con gusto.

Para Julia, la amiga resultó una caja de sorpresas, porque ella no veía la hora en que sonase el aviso del fin de la jornada, mientras que Marta todo lo hacía con visible gusto. Lo que Julia no sabía era que para Marta el trabajo era una válvula de escape, un argumento para estar lejos de la casa, un descanso real.

Su horario de salida era a las 16.00 y siempre llegaba a la casa a eso de las 17.00, con tiempo aún para disponer todo lo relativo a la cena. La noche, para Marta, siempre le inspiraba miedo, pues Agustín tenía la costumbre de encerrarse con ella en el dormitorio, bajo llave, para abusar de ella sexualmente. Ella ya no tenía interés en el sexo. No queríatener más hijos, por una parte, y la vida sexual en sí dejó de interesarle, por otra. Para ella hacer el amor equivalía a una sesión de tortura.

-Date vuelta.

-¿Pero Agustín?

-Vos sabés que hacerlo por atrás es lo mejor. Esta vez te voy a hacer llegar.

No solamente no le gustaba; Agustín había perdido con respecto a ella todo tipo de freno, diciendo las palabras más groseras, a sabiendas de que ella despreciaba eso, que echaba por el suelo el gusto de Marta por lo fino y lo refinado. En una ocasión trató de resistirse, pero tuvo que entregarse después de llevar una fuerte bofetada, que le dejó la cara ardiendo.

Fue una noche de terror, pues además de golpearla, la penetró con fuerza por atrás, provocándole fuertes dolores. Cuando él terminó, lo que fue más o menos rápido, ella se puso a llorar. Giró sobre la almohada y se quedó semi-dormida, esperando que llegase la mañana para ir al trabajo. Los finales de semana eran terribles, pues debía soportar a todos desde temprano. Él pasó a referirse a ella de manera despectiva frente a los demás, frente al personal doméstico y frente a los hijos. Era muy humillante. Y más aún porque no existían motivos que justificasen un trato grosero.

Él se apoyaba en cualquier tontería para ofenderla, atribuyéndole cada uno y todos los errores que cometían las dos chicas del personal doméstico. La cosa llegó a extremos cuando sobre todo los dos hijos varones pasaron a tratarla también concierta prepotencia, ante lo que ella reaccionó de manera firme.

-Soy tu madre y no me vas a tratar así.

-El problema es que vivís metiendo la pata.

-Están de insoportables igualitos que el padre;son una copia de él en todo, ¡absurdo!

Agustín, quien estaba llegando, escuchó la última parte de la discusión entre ambos y sin mediar palabra alguna entró lanzándole una patada. El hijo se quedó observando. Ella cayó sobre un sofá y allí mismo él le siguió golpeando, gritando al mismo tiempo "¡bandida de mierda!".

Fue la primera vez que pensó seriamente en dejar a Agustín, en separarse, pero él después, esa misma noche, le hizo traer un jarrón de llores, de regalo, y le pidió disculpas, ella pensó que el gesto era sincero y decidió seguir.

No era la primera vez que le regalaba algo. A veces era un anillo, otras veces un collar. Lo cierto es que siempre que se presentaba una situación de violencia extrema, él pedía disculpas y acompañaba siempre su pedido con un obsequio. Por prejuiciosa o por tonta, ella suponía que él quería cambiar y se acomodaba.

Un asunto que le presionaba con fuerza era el tema de los hijos, que si bien ya estaban bien crecidos, constituían una fuerte amarra a la familia. Frente a terceros, él se portaba de manera diferente; inclusive le servía a ella. "Un matrimonio perfecto".

Para Marta, sin embargo, la situación se estaba volviendo cada vez más insostenible. Le pegaba con frecuencia, a veces con la mano, a veces con el pie, a veces con un cinto. Se refería a ella en términos chabacanos, pasando de "bandida" a "putita de mierda". Y, obviamente, siempre sexo anal.

En su desesperación, Marta un día buscó algún confidente y nadie le pareció más apropiada que Julia, su "amiga del alma". Habló con ella y Julia quedó boquiabierta, pues jamás se habría imaginado siquiera por lo que Marta pasaba. Le dijo que tenía una conocida, Ana, que era psicóloga especializada en temas de pareja, pero Marta al principio se negó a hablar con ella. Julia le dijo que la entrevista era confidencial, que Ana jamás comentaría sobre el caso, por lo que finalmente accedió.

Fingieron que Marta tenía que ir a un encuentro de ex compañeras en la casa de Julia y ahí se encontraron. Ana la escuchó atentamente por más de dos horas. En ningún momento se inmutó, pues en su profesión había escuchado inclusive sobre situaciones bien peores.

Ana le explicó a Marta que el comportamiento de Agustín era básicamente el de un abusador, que apuesta a someter a la mujer en todo, desde la relación cotidiana hasta en la relación sexual. Golpes, maltratos verbales, abusos sexuales, todo eso hacía parte de un círculo interminablede violencia, que difícilmente se podía corregir, salvo que él se dispusiese a cambiar, para lo cual sería necesario un largo tratamiento.

Ella se entusiasmó con la posibilidad de que Agustín se trate Y ni bien tuvo la ocasión le planteó:

-Agustín, creo que no es normal que me maltrates, me pegues y abuses de mí las veces que quieres. Te propongo que busquemos ayuda, una psicóloga, no sé, un cura, alguien que pueda orientarnos...

-¿Vos te volviste loca?, ¿me estás tratando de loco?

Cuando Marta quiso responder Agustín ya le metió la mano en la cara, en pleno rostro. Con ella se mostraba por demás impaciente. Reaccionó ofendido, como si el mal tratado y abusado fuese él, como si las bofetadas le diese ella, como si ella fuese la que lo torturaba día a día.

Después de esa experiencia, Marta se negó a hablar con él sobre el tema; desistió. Pero seguía dudando, convencida de que todo podía cambiar.

Así las cosas, llegaron a cumplir las "bodas de plata", 25 años de casados, 25 años de angustia y sufrimiento, de un drama que pareciera no tener fin. Para la ocasión Agustín organizó una cena de la que participaron todos los familiares y amigos. La cena se hizo en la casa, amplía y cómoda, y se sacaron muchas fotos.

La madre de Marta, quien vivía en el interior, en la estancia familiar, llegó hasta la capital para asistir al festejo. Ella estaba orgullosa. Miraba a la hija, de lejos, y pensaba que debía ser inmensamente feliz. "Más aún ahora, que la situación de Agustín mejoró". Ocurría que la hermana de Agustín había accedido a un alto cargo público, desde donde ayudaba al hermano.

Pero debajo de la cáscara de felicidad, lo cierto es que la vida era tormentosa para Marta. Esa noche, para coronar el festejo, Agustín la penetró por atrás, con cierta brutalidad, pues estaba medio ebrio. Ella grito y su madre, que había quedado a dormir en la casa, se despertó asustada con el grito. Fue hasta el dormitorio y golpeó. Marta salió a hablar con ella y le convenció sobre que "nada pasaba".

Minutos después tuvo que morder con fuerza la almohada, mientraslágrimas a montones se derramaban sobre su rostro. Agustín terminó y giró sobre un costado; se quedó profundamente dormido.

Marta, presa de un insomnio, se quedó acostada con los ojos bien abiertos. Pensaba de todo, incluso pensó seriamente en suicidarse. Eso no era vida; era un tormento sin fin.

Al día siguiente, día laboral, se mostró decaída, cansada, por lo que Julia le preguntó si había pasado algo en especial. Ella se limitó a responder que no había dormido bien. Esa tarde, después de salir, estuvo averiguando sobre dónde comprar cianuro. Estaba determinada a sacarse la vida, a terminar de una vez y para siempre con la desgracia del día a día.

Para más, sus hijos se tornaban cada vez menos soportables. Uno de ellos, el mayor, ya había tenido problemas con consumo de drogas, pero la tía solucionó el problema con la Policía, por lo que la cosa no pasó a mayores. El padre no le daba bola al tema, pues le parecía "cosa de jóvenes". No le estimulaba abiertamente, pero nada le hacía faltar.

La hija era una histérica a tiempo completo, con caprichos imposibles de satisfacer, viajes, salidas nocturnas, ropas nuevas y caras, de marca,... daba mucho que desear. El hijo menor no estaba para nada mejor, tenía un pésimo rendimiento escolar y cada vez se mostraba más prepotente, "igual que el padre".

Lo que Marta no sabía, o no quiso saber, es que el marido tenía una relación amorosa con la empleada más joven, Ninfa, con quien se encontraba de día, mientras ella trabajaba. Ninfa no era linda, ni elegante, ni coqueta. Era una mujer común y corriente, sin grandes cualidades físicas y sin ninguna cualidad intelectual. Una chica que viniera del campo, del Norte, enviada por la madre de Marta.

Un tanto "cabezuda" entró rápidamente en el juego de Agustín, pero la cosa se fue complicando con ella, pues a medida que pasaba el tiempo se fue tornando exigente. Hasta su trato con Marta había cambiado, pues por lo general no la llamaba más de "señora" y reaccionaba con indiferencia ante las reprimendas por cosas mal hechas o no hechas. Ella pensó que era normal, que ese debía ser el carácter de Ninfa.

Ninfa presionaba a Agustín:

-Tenés que definir la situación.

-No te preocupes. Mi relación con Marta está terminada, no tiene futuro alguno. Vos vas a ser la "señora de la casa". No va a pasar mucho tiempo y vamos a separarnos. Ahí, yo me voy a juntar contigo.

Ninfa le creía ciegamente a Agustín. No tenía por qué dudar, pues de hecho la relación entre los esposos era mala, para decir lo menos, a juzgar por el trato que él le daba a Marta. No pasaba casi un día sin que una puteada estuviese de por medio. Las veces que se preguntó por qué ella no respondía, concluía en contra, "debe ser culpable".

Ninfa hacía todo lo que le gustaba a Agustín, hablando de sexo. Le gustaba el sexo anal, le gustaba el sexo oral, se sometía por completo a todas las ocurrencias de él, sin importarse en nada; todo le daba placer. El solo hecho de acostarse con él le daba la sensación engañosa de que ascendía socialmente. Y no perdía la esperanza de ser “la señora de la casa”. Ambicionaba eso y estaba a la pesca del desenlace.

Hubo veces, sin embargo, en que Agustín la poseyó por delante, y de ahí derivó un grave problema. Ninfa se embarazó y ocultó el tema hasta que eso fue más que evidente. Marta, intrigada, le preguntaba de quién era, evadiendo la respuesta con argumentos tontos.

No fue por sospechar de Agustín, pues daba por descartado que fuese así, sino por temor a que algún extraño esté ingresando a su casa sin control, que Marta comenzó a acosar a Ninfa con preguntas sobre el padre de la criatura, y un día, para su total asombro, ella le respondió que era de Agustín.

-¿Cómo que es del señor?

-De su marido, señora, de su marido.

Marta quedó petrificada, sin entender lo que estaba pasando, pero días después, irás tranquila, le pidió que le contase en detalles sobre el tema.

Ninfa le contó que desde casi un año atrás venían acostándose, de día, por lo general a la siesta, en momentos en que nadie estaba en la casa. El procedimiento era simple. Se le enviaba a Petrona, la otra empleada, al supermercado, y mientras tanto ellos se revolcaban en el cuarto matrimonial.

Después ella quiso dejar, pero él le aseguraba que iban a separarse y que después pasaría a ser "la señora de la casa". Como siempre la trataba real, yo pensaba que eso podía ocurrir, pero ahora él evita los encuentros amorosos y se muestra un tanto violento.

Para Marta el embarazo de Ninfa fue el acabóse. Fue a buscar apoyo en una organización de mujeres, quienes no podían creer que el caso era real. Se trataba de una "señora bien", con aparente control sobre todo lo que estaba en su entorno. No obstante, la asistieron y quedaron asombrados con todo lo que contaban de Agustín.

Marta, apoyada en el Grupo de Mujeres, se armó de coraje y llevó también a Ninfa hasta ahí. Cuando ella fue hasta allá ya estaba con el embarazo bien avanzado, más o menos de 8 meses; faltaba poco para el nacimiento del bebé.

Marta le dijo a Ninfa que desde ahí la ayudarían en todo. La cuestión era probar que el hijo era de Agustín, para lo cual debía hacerse un estudio sofisticado, de ADN, para luego reclamar algún tipo de asistencia.

La verdad es que Marta tramó un plan bien urdido, cuya finalidad era obtener el divorcio de Agustín. Cuando había planteado, a las buenas, fue rechazada de plano. Entonces, con el apoyo de una abogada del Grupo de Mujeres judicializó la cuestión, argumentando que había existido infidelidad conyugal.

Esto era difícil de demostrar, por lo que ni bien nació el hijo de Ninfa ella presionó porque se realizara el estudio de ADN, que dio por entero positivo. Con el resultado en manos, no le fue difícil conseguir el divorcio. El juez firmó la sentencia, pasando por encima de fuertes presiones que recibía de la otra parte, por temor a un escándalo aún mayor.

Los hijos de Agustín pasaron a presionar a la madre para desistir de la idea del divorcio, pero Marta no les hizo caso, pues también, se sentía violentada por los mismos. Dijo que quería vivir en paz por -un tiempo y que después vería qué hacer con su vida.

Siempre apoyándose en el Grupo de Mujeres, Marta consiguió una abogada para Ninfa, quien abrió un juicio contra Agustín solicitando pensión alimenticia. El trámite fue largo, pues el juez de la causa actuaba bajo presión. No obstante, el caso terminó favorablemente a Ninfa.

Como Marta pensaba que estaba en falta con Ninfa, no tuvo mejor idea que hablar con su madre, en el Norte. Era guapa, por lo que podía serle útil a la madre.

Se procedió conforme las indicaciones de la hija y en poco tiempo la madre de Marta se había encariñado mucho con el hijo de Ninfa. Era cierto que se trataba del hijo extramatrimonial del esposo de su hija, pero se trataba de un dulce de criatura, que ningún daño había hecho a nadie. Durante dos años la situación evolucionó sin grandes cambios. Agustín, utilizando a los hijos, vivió presionando a Marta para volver. Le escribió una extensa carta en la que le pidió perdón por todo y le rogó que volviese. Los hijos, que casi todos los días se encontraban con Marta, le pedían que volviera; todos se hacían de los buenos, como si nada hubiese pasado.

Fuera de eso, Agustín se puso a beber un poco más que de costumbre y comenzó a frecuentar a unas prostitutas para saciar su sed de sexo anal. Los hijos de nada sabían; de nada se percataban; vivían centrados en sus propios problemas, En rigor, de no ser por presiones del padre, ellos apenas se limitarían a visitar a la madre de vez en cuando.

Marta vivió con plenitud la separación. No formó nueva pareja ni pensó siquiera en ello. Es más, cargó con un prejuicio por largo tiempo, "todos los varones son iguales", pero después de un prolongado tratamiento de apoyo fue superando las secuelas de la traumática experiencia anterior.

Laboralmente, su vida fue un suceso, pues debido a su dedicación plena y responsable se le favoreció con dos ascensos sucesivos, llegando a ocupar un cargo relevante, lo que su vez le garantizó un buen ingreso para un buen pasar. Julia siguió siendo su confidente de primer orden, al punto en que cuando tuvo tul ofrecimiento formal de vivir en pareja con un hombre, ella fue la única en saber.

Con el Grupo de Mujeres mantuvo por largo tiempo un vínculo que al final resultó ser más bien controvertido, pues la organización le ayudó en todo lo que estuvo a su alcance para que ella lograse su objetivo, pero un tiempo después se desentendió de todo; dejó de visitara la psicóloga e incluso ocultó informaciones sobre Ninfa.

Ninfa vivió tan poco más de dos años en la estancia de los padres de Marta, donde su hijo, el hijo de Agustín, fue malcriado por la "abuela". Pasado ese tiempo, sin embargo, desapareció sin dejar rastro alguno.

La gente interesada en saber de ella averiguó hasta el cansancio sobre su paradero, pero nadie supo informar con exactitud. Marta decía nada saber sobre la suerte corrida por Ninfa; la madre de Marta, aún más asombrada, refería que la mujer desapareciera un día sin decir absolutamente nada, sin dejar el menor rastro.

Vecinos del lugar, pero sin precisión alguna, especulan que huyó del lugar con un hombre. Lo cierto es que nadie supo explicar sobre Ninfa y su hijo.

Un día, la Organización de Mujeres recibió una información imprecisa sobre el paradero de la mujer. Se les dijo que estaría por Misiones. Rápidamente apelaron a dos emisoras radiales de la zona para hacerle llegar un mensaje claro: "queremos tener contacto directo contigo". El llamado quedó sin respuesta.

Ocurre que el juicio por pensión alimenticia para el hijo de Ninfa había concluido exitosamente, por lo que ellas consideraban que tenía que hacer uso de la misma para garantizar días llevaderos para la criatura. Pero Ninfa tal vez decepcionada, tal vez entusiasmada con algún hombre, tal vez..., desapareció sin dejar rastros.

Nadie especula ni especuló alguna vez que algo malo sucediera con ella, pues no había razón para pensar eso, pero a todos les llamó la atención que la misma por lo menos no dejase alguna mínima señal para ser encontrada.

En la casa de Agustín hubo fiesta hace poco tiempo. Se había vuelto a casar, con una mujer que tenía el perfil básico de Marta. Fina, con gusto refinado y un buen nivel cultural. Refieren los amigos de la familia que la relación es estupenda. Cuando están con gente él se muestra cortés y servicial, sumamente cariñoso. Ni bien Marta supo del caso preguntó:

-¿Desde cuándo que están juntos?

-Desde hace siete meses.

-Muy bien. Quiero volver a saber de ella qué siente dentro de un año.

Marta estaba segura de que nada ni nadie cambiaría a Agustín. Sintió pena por la mujer y no quiso detalles sobre quién era. De hecho, la empleada de la casa, en conversación con vecinos, refería que a la noche, casi siempre, ella gemía de dolor; nadie sabe por qué. Tal vez, la historia se estaba repitiendo.

Marta pasó a alquilar un departamento en la zona próxima al centro de Asunción. Vivía sola, sin relaciones de pareja, pero con mucha actividad social. Era frecuente que sus amigas la visiten, o que ella saliese a visitar a sus amigas. Por la apariencia, estaba feliz.

Una señora, que se dedicaba a la limpieza en el Grupo de Mujeres, refirió en una ocasión que estando de vacaciones en el interior del Guairá, pensó reconocer a Ninfa. Estaba en pésimo estado, pues había perdido todos los dientes y vestía de manera desprolija. Conforme pudo averiguar, había llegado del Norte poco tiempo atrás, junto con un hombre y un niño. Le aseguraron que no se llamaba Ninfa, sino Cándida. Confundidas, las mujeres hablaron de una eventual incursión en la zona, pero la misma no se concretó por las escasas posibilidades de éxito.

 

 

 

 

 

 

ELEMENTOS SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

 

 

VIOLENCIA PSICOLÓGICA

Toda acción que afecta la integridad emocional de la persona, manifestado a través de los insultos, críticas, humillaciones, amenazas, prohibiciones de trabajar, estudiar, visitar familiares, salir, etc.

 

VIOLENCIA SEXUAL

Es aquella provocada por conductas, amenazas o intimidaciones que atenten contra la voluntad y autodeterminación sexual de la víctima. Se puede decir que hay violencia sexual cuando el ofensor fuerza a la mujer a tener relaciones sexuales cuando ella no quiere.

La obliga a realizar prácticas sexuales con las que ella no está de acuerdo.

Critica su forma de tener relaciones sexuales.

 

VIOLENCIA ECONÓMICA

Podemos clasificarla en las siguientes conductas:

De control: Cuando el miembro masculino de la pareja controla los gastos de la mujer (tenga o no ella un empleo remunerado) o cuando él no entrega suficiente dinero para los gastos del hogar.

De ocultamiento: Cuando el hombre evita que la mujer sepa cuánto gana o le oculta datos acerca de los bienes, ingresos y gastos.

De exclusión: Cuando no da participación a la mujer de las de-cisiones financieras que afectan a la pareja y a la familia.

De incumplimiento: Cuando se ruega a dar prestación alimentaria a sus hij@s.

 

 

VIOLENCIA RELIGIOSA

Existe cuando el agresor (persona o sistema) emplea la religión para juzgar, inferiorizar o anular a la víctima.

Hablamos principalmente de la religión cristiana, por ser la más profesada en nuestro medio y porque sabemos que su correcta interpretación y práctica promueve la igualdad de las personas en todos los sentidos de la vida.

Aunque sabemos que existen otras religiones, especialmente las orientales, desde lo más profundo de sus raíces ponen al hombre en un nivel muy superior al de la mujer. En ellas, ésta solo es igual a una pertenencia o un animal de su "amo".

INDICADORES DE VIOLENCIA RELIGIOSA

•        Inferiorizar a las mujeres utilizando la Biblia o la tradición religiosa.

•        Culpar a las mujeres del mal y de la muerte como causas del pecado.

•        Utilizar ceremonias matrimoniales para afirmar "la supremacía masculina y la sumisión de las mujeres".

•        Impedir a las mujeres la plena participación en las actividades de la vida religiosa y descalificar o inferiorizarla en su actividad religiosa o su vida de fe.

•        Hacer uso de textos bíblicos específicos para descalificar o impedir su participación plena en la vida de fe, negando o ignorando a otros que hablan de la mujer como líder de su iglesia, destacando su potencialidad y participando en el discipulado de JESÚS.

•        Hacer uso del lenguaje discriminatorio y excluyente en que la mujer es invisibilizada.

 

VIOLENCIA SOCIAL O ESTRUCTURAL

Se da cuando:

•        Los salarios son diferentes para mujeres y hombres, por el mismo trabajo.

•        No se reconoce la discriminación económica que sufren las mujeres, incluso la "feminización de la pobreza".

•        Se manifiesta en exigencias físicas y de "buena presencia".

•        Se exige examen de embarazo para un trabajo.

INDICADORES DE VIOLENCIA ESTRUCTURAL:

•        Discriminar por motivo étnico o color de piel.

•        Discriminar por opción política o religiosa.

•        Exponer o utilizar el cuerpo femenino como objeto en los medios de comunicación.

•        Promover la pornografía, la prostitución de las niñas y el turismo sexual.

•        Es la más frecuente y constante, pues, cuando más lo pensamos, vemos que el mundo está diseñado en masculino.

 

RUEDA DEL PODER Y CONTROL

En nuestros primeros trabajos de capacitación utilizábamos este gráfico para explicar la relación entre el poder y la violencia, luego el mismo fue sustituido por otro: el gráfico del ciclo de la violencia aportado por la Dra. GIOCONDA BATRES MÉNDEZ.

 

 

 

CICLO DE LA VIOLENCIA

Tomaremos como referencia las fases que componen el ciclo de la violencia y que describe LEONOR WALKER en su libro "THE BATTERED WOMAN" donde realiza un estudio sobre la base de doscientos casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.

Dichas fases son:

Fase de acumulación de tensión: Es el período caracterizado por las agresiones psíquicas o emocionales, al principio las agresiones son sutiles y casi imperceptibles, generalmente expresadas a modo de"bromas inocentes", que luego van convirtiéndose en insultos y van subiendo de tono paulatinamente debilitando las defensas psicológicas de la mujer.

En esta fase aparecen los primeros indicios de aislamiento y opresión, aumentan los reproches con connotaciones de celos infundados e irracionales. Estos malos tratos hacen aflorar los primeros sentimientos de confusión y de temor de la víctima, quien "permanece en su lugar" a fin de no incrementar el enojo de su agresor.

Generalmente, en esta fase las mujeres atribuyen la agresión a factores externos, como el "estrés", y niegan el enojo de su esposo y el suyo. Esta actitud de aceptación refuerza el hecho de que el agresor no se sienta responsable de su comportamiento, a la vez que la sociedad, con diferentes mensajes, también aprueba este hecho que el hombre cree tener derecho a disciplinar a su esposa, aún usando la violencia.

Fase aguda de violencia física: Se la denomina así, pues en esta fase siempre está presente la violencia física en alguna de sus formas. El hecho violento se desencadena de forma inesperada y ante cualquier situación sin trascendencia.

La víctima se encuentra en un callejón sin salida, ya que, si responde a su agresor, él se enfurece cada vez más, y si guarda silencio esa actitud también lo enfurece. Esta es la etapa más peligrosa ya que si la violencia física es extrema se puede llegar a la muerte de la víctima.

Fase de arrepentimiento o "luna de miel": Empieza una vez que se ha disipado la tensión, el hombre dice arrepentirse de lo ocurrido, en ocasiones dice no recordar el hecho, presenta una variedad de conductas desde la negación, hasta las promesas de cambiar. En numerosas ocasiones los agresores hacen caer la responsabilidad en situaciones ex-ternas, e inclusive en la víctima, a quien refuerza su sentimiento de culpa al hacerlas sentir responsables de haber desencadenado la conducta violenta y además de hacerles creer que la responsabilidad de que él cambie recae exclusivamente en ellas.

Es fundamental aclarar que con respecto a los ofensores existe un sin número de mitos que legitiman y justifican los actos violentos queéstos realizan. El más común de ellos esel de catalogarlos como "enfermos", sosteniendo que estas conductas son desatadas como consecuencia de esa enfermedad. Esto es refutable desde la simple premisa que señala que desde el momento en que el ofensor elige a quién violentar, oculta el hecho u obliga a su víctima a hacerlo, no puede considerárselo como un enfermo mental, ya que si lo fuera, justamente su capacidad de razonamiento estaría afectada y no podría distinguir ante quién realizar un abuso de poder, que es, en esencia, un acto de violencia contra la mujer.

Este ciclo se repetirá una y otra vez y crecerá tanto en intensidad como en frecuencia como una necesidad del ofensor de reconfirmar su dominación sobre la víctima.

 

EL CICLO DE LA VIOLENCIA

 

 

 

DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Es el desorden emocional que sufren l@s sobrevivientes de grandes situaciones violentas como holocaustos, prisioner@s de campos de concentración, guerras. Y las víctimas de violencia doméstica.

Indicadores de estrés postraumático más observables:

•        Recuerdos intrusivos;

•        Estados disociativos;

•        Respuestas fisiológicas alteradas;

•        Sentimiento de desesperanza;

•        Trastornos del sueño;

•        Irritabilidad e híper vigilancia;

 

 

VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA Y ESTRUCTURAL

La violencia en la familia es una práctica que se encuentra legitimada desde hace siglos por la existencia de creencias profundamente arraigadas en nuestra sociedad, éstas influyen en la percepción de las propias víctimas de la violencia, como también en las personas o estamentos que tienen contacto con las víctimas y que son l@s responsables del primer apoyo a dichas víctimas. Muchos de los mitos pretenden desconocer la gravedad de la violencia familiar, o en otros casos responsabilizar a la propia víctima de ésta.

Es muy común escuchar a mujeres que han sido víctimas de violencia y al recurrir a un puesto salud para realizarse un diagnóstico médico, la misma persona que las atiende minimiza el hecho e inclusive a veces se niega a practicarle el diagnóstico diciéndole que no lo puede hacer porque la lesión es muy leve o la famosa expresión "es muy poca cosa". También ocurre algo similar cuando la víctima se acerca con intenciones de realizar una denuncia policial, es a veces la misma persona que la recibe quien la hace desistir del hecho o la desanima diciéndole que "no vale la pena".

Es por ello la necesidad de contar con personal capacitado para realizar un abordaje adecuado a este flagelo, que redunde en un apoyo y avizore alguna esperanza de solución a corto o mediano plazo, y no caer una vez más en el error de la revictimización.

¿Están nuestras relaciones basadas en la igualdad?

Lo están si existe:

•        Negociación justa;

•        Conducta no amenazante;

•        Respeto;

•        Confianza y apoyo;

•        Honestidad y responsabilidad;

•        Paternidad responsable;

•        Responsabilidad compartida;

•        Economía compartida;

•        Relaciones sexuales placenteras de mutuo acuerdo.

 

 






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