POR QUÉ CAYÓ EL PARTIDO COLORADO
por ROBERTO PAREDES
Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay.
Julio de 2008
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INDICE GENERAL
PARTE 1
DESDE EL 13 DE ENERO HASTA LA ERA STROESSNER
CAPÍTULO I
FASES DEL CONTROL POLÍTICO
CAPÍTULO II
EL 13 DE ENERO DE 1947
CAPÍTULO III
LA GUERRA CIVIL DE 1947
CAPÍTULO IV
AÑOS DE CAOS POLÍTICO
CAPITULO V
EL GOBIERNO DE FEDERICO CHAVES
ANEXO 1
ACTORES PRINCIPALES DEL PERÍODO
PARTE 2
EL PARTIDO COLORADO Y LA ERA STROESSNER
CAPÍTULO I
LA IMPLANTACIÓN DEL STRONISMO
CAPÍTULO II
LA DOMESTICACIÓN DEL PARTIDO COLORADO
CAPÍTULO III
LA CAPITULACIÓN OPOSITORA FRENTE AL STRONISMO
CAPÍTULO IV
EL "BOOM ECONÓMICO DE LOS AÑOS 70"
CAPITULO V
EL PARTIDO COLORADO Y LA CRISIS DEL STRONISMO
ANEXO 2
ACTORES PRINCIPALES DEL PERÍODO
PARTE 3
LA HEGEMONÍA COLORADA EN LA TRANSICIÓN
CAPÍTULO I
LA JUNTA DE FACTO Y LOS INICIOS DE LA TRANSICIÓN
CAPÍTULO II
FIN DE LA JUNTA DE FACTO Y FRAUDE ELECTORAL
CAPÍTULO III
INGOBERNABILIDAD, CRISIS MILITAR, TRIUNFO DE ARGAÑA
CAPÍTULO IV
EL FACTOR OVIEDO Y LA CRISIS DE MARZO DE 1999
CAPITULO V
DEL GOBIERNO DE FACTO AL TRIUNFO DE DUARTE FRUTOS
ANEXO 3
ACTORES PRINCIPALES DEL PERÍODO
PARTE 4
LA CRISIS DE CONTROL POLÍTICO EN EL PARAGUAY
CAPÍTULO I
LA LLEGADA AL PODER DE NICANOR DUARTE FRUTOS
CAPÍTULO II
LOS PLANES REELECCIONISTAS DE DUARTE FRUTOS
CAPÍTULO III
EL FENÓMENO LUGO COMO AMENAZA PARA EL CONTINUISMO
CAPÍTULO IV
SE PROCLAMÓ LA CANDIDATURA DE BLANCA OVELAR
CAPÍTULO V
LA DERROTA COLORADA EL 20 DE ABRIL DEL 2008
ANEXO 4
ACTORES PRINCIPALES DEL PERÍODO
PARTE 5
EL FUTURO DEL COLORADISMO EN EL PARAGUAY
CAPÍTULO I
POR QUÉ CAYÓ EL PARTIDO COLORADO
CAPÍTULO II
EL FUTURO DEL COLORADISMO EN EL PARAGUAY
BIBLIOGRAFÍA
PRESENTACIÓN
Imbatible para muchos, el Partido Colorado cayó del poder político el pasado 20 de abril del 2008, en el marco de un complejo proceso general, que necesita ser conocido en detalles, investigado y explicado.
Por razones históricas obvias, como el autoritarismo dominante en décadas, los trabajos de investigación histórica no han sido precisamente favorecidos, por lo que existen pocos materiales en los cuales se puede basar el investigador o el interesado para tener una idea clara sobre sucesos y procesos históricos de diversas épocas.
En dos libros recientes: ¿A DÓNDE VA PARAGUAY? I y II, el autor advirtió de manera oportuna y fidedigna en qué dirección caminaba el proceso político local: Muchos discreparon con los asuntos vaticinados, pero como toda divergencia teórica se resuelve en el terreno de la práctica, lo cierto es que los vaticinios se cumplieron en la inmensa mayoría.
Sin embargo, hay un vacío sensible en la bibliografía paraguaya, en cuanto a materiales que aborden de manera ordenada y completa situaciones tan relevantes como el control político por más de seis décadas del Partido Colorado. Hay que admitir que existen muchos elementos sueltos, parciales, incompletos y por lo general carentes de carácter científico.
Se vio necesario, ante esa circunstancia, salir tempranamente al encuentro del desafío de ofrecer un material que recoja de manera completa el prolongado trecho histórico. En ese sentido, el presente trabajo apuesta a ser un aporte.
Faltaron también análisis o ensayos analíticos capaces de aportar elementos que iluminen a los observadores e interesados sobre las causas últimas que explican determinados desarrollos concretos o de largo plazo.
También en esa dirección se sale al encuentro del desafío de llenar vacíos, con la humilde convicción de que se aportan elementos que pueden ser de suma utilidad para entender el pasado y el presente.
El trabajo que se ofrece es ante todo y antes que nada, honesto y franco. No se desnaturalizan procesos ni se arremete contra personas ni instituciones; se los describen, sí, de manera objetiva, constatable e irrebatible.
Si en parte los objetivos son alcanzados, el autor estará más que satisfecho.
El autor
24 de julio de12008
CAPÍTULO III
LA GUERRA CIVIL DE 1947
La llegada traumática del Partido Colorado al poder político, por la vía de un cuartelazo que puso fin a un proyecto de "normalización institucional" bajo la dirección de las Fuerzas Armadas, fue la cuna, el origen, la causa central de la confrontación armada de 1947, que envolvió a todos los actores políticos sin excepción: a los partidos y a las Fuerzas Armadas.
Inmediatamente después del 13 de enero, el Partido Colorado procedió con rapidez, introduciendo cambios en la administración gubernamental, que se tradujo simple y llanamente en la destitución de los funcionarios no-colorados de todos los niveles y su reemplazo por dirigentes, activistas y simpatizantes del Partido.
El presidente Higinio Morínigo se sumó a la verdadera "caza de brujas", disponiendo el arresto masivo de liberales, febreristas y comunistas, elevándose el nivel de tensión a puntos insostenibles. Se estaba de nuevo bajo una dictadura, esta vez colorada-militar, y todo indicaba que la confrontación armada era inevitable. Fue un período dominado por conspiraciones.
Entre el 24 y el 26 de enero, a 10 días del cuartelazo colorado, los "institucionalistas" de las Fuerzas Armadas impulsaron una amplia conspiración que involucró a la Artillería y a la Aeronáutica.
En la Artillería, con sede en Paraguarí, bajo el comando de Alfredo Stroessner, el plan consistía en detener al comandante, que se mantenía leal a Morínigo. La traición de un joven oficial, el teniente Sindulfo Pérez Moreno, puso en alerta a Stroessner y el desmantelamiento del plan conspiraticio se realizó bajo su mando.
El 30 de enero, el propio presidente Higinio Morínigo, acompañado del jefe de Estado Mayor General, Emilio Díaz de Vivar, y de otros jefes de unidades militares, llegaron hasta la Artillería para manifestar su gratitud y respaldo al comandante.
El Partido Colorado tenía una gran confianza en sus propias fuerzas, hasta el punto en que la división interna, entre "democráticos", liderados por Federico Chaves, y "guiones rojos", encabezados por J. Natalicio González, se manifestó con plenitud en la convención realizada el 24 de enero de 1947.
Poco después, el 7 de marzo de 1947, se produjo el asalto al Cuartel Central de Policía, cuyo titular, el mayor Rogelio Benítez, era señalado como uno de los principales responsables del cambio político que se produjera en enero.
De acuerdo con el asistente de Benítez, Tiburcio Bogado, los hechos se dieron del siguiente modo: entraron los asaltantes a la Jefatura, donde no se encontraba Benítez, y descargaron ráfagas de ametralladoras.
(...) El mayor Benítez trataba de subirse a la ventana. Estaba en camisa y con pistola en mano. Un asaltante ingresó, armado con un fusil, pero no pudo disparar, pues se interpuso un oficial que lo derribó. El mayor Benítez lo fusiló.
Se dio una breve tregua, por lo que Benítez trató de entrar en contacto con Enrique Jiménez por teléfono, pero al levantar el tubo fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora, por lo que la mano le quedó colgando, mientras se desangraba.
Minutos después, ingresó al despacho el oficial Críspulo Sánchez Giménez, con el informe sobre que "todo estaba bajo control".
El asalto al Cuartel de Policía fue realizado por un grupo Febrerista, siendo responsables principales del mismo el mayor Elide Báez y el teniente René Speratti. Gran parte de los participantes fueron arrestados; otros escaparon ante el fracaso.
El enfrentamiento duró 50 minutos. Los asaltantes, en número de 30, invadieron el Cuartel de Policía al grito de ¡Viva el coronel Rafael Franco! Tenían como objetivos en el lugar a Rogelio Benítez, jefe de Policía, a Antonio Oddone Sarubbi, jefe de Orden Público, y Ricardo Brugada Doldán, jefe de Investigaciones. Además, otro objetivo de los complotados era el propio presidente Higinio Morínigo, constatándose "extraños movimientos" esa mañana del 7 de marzo en las inmediaciones del Palacio.
Sin conexión probada con el asalto al Cuartel de Policía, en la noche del 7 de marzo todo estaba dispuesto para la sublevación en la División Militar de Concepción, al Norte de la Región Oriental del país. Fueron principales responsables del alzamiento el mayor César Aguirre y el capitán Bartolomé Araujo.
Los comunistas tuvieron notable protagonismo en la sublevación, pues al amanecer el 8 de marzo, allí se encontraba uno de sus principales dirigentes, Obdulio Barthe. Se divulgó una proclama en la que se asumía el compromiso de otorgar entera libertad a todos los partidos políticos: Colorado, Liberal, Febrerista y Comunista. El día 9, tras enterarse de la sublevación, el gobierno envió a Concepción al coronel Enrique Sánchez Acosta, quien se reunió con Aguirre y Araujo. Los complotados sostuvieron, durante el encuentro, que apenas se trataba de un relevo del comandante de la unidad, "cuyo hermano maltrataba a algunos oficiales".
En el libro de Bartolomé Araujo: "Guerra Civil del Paraguay, 1947. Mis recuerdos", queda claro que la sublevación de Concepción se inscribió dentro de un plan de mayor envergadura:
"Fue simplemente la consecuencia del autogolpe del 13 de enero; Ibarrola se comprometió con la sublevación y me dio instrucciones... Yo no localizo el centro de la conspiración, pero había un acuerdo general, inclusive en el Estado Mayor, en la Caballería y entre los oficiales jóvenes del Ejército; también en la Aviación, la Artillería y la Marina. La conspiración fine preparada en Asunción y allí debían tomar parte activa Francisco Chaves y otros. . . No hubo conexiones directas con el atraco a la Policía. Yo sólo quiero puntualizar que el asalto a la Policía nada tenía que ver con la sublevación de Concepción".
El propio Bartolomé Araujo confesaba que no tenía idea sobre el alcance que iría a tener la sublevación de Concepción, hecho que debía seguirse en lo inmediato con la sublevación del comando del Chaco, lo que no solamente no se dio, sino que el comandante incluso se manifestó leal al gobierno.
Recién el 10 de marzo el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas emitió un comunicado en que se refirió a la sublevación de Concepción, responsabilizando de la misma al mayor Aguirre y al capitán Araujo, "quienes en conexión con los comunistas y febreristas se han levantado en armas contra el gobierno constituido".
El comunicado gubernamental aseguraba que "las unidades de la capital se hallan en pie de guerra a las órdenes del gobierno. Los insurrectos, como último recurso, están haciendo una desesperada propaganda por radio para dar la sensación de que cuentan con el apoyo de algunas unidades militares".
El Partido Colorado se dispuso a enfrentar a los sublevados, mientras que el gobierno ordenaba el bombardeo de algunos puntos de Concepción, con la finalidad de controlar la crisis.
Durante los primeros días la sublevación pareció que iría a un fracaso seguro, pues al descartar su participación en el alzamiento el comandante de la Región Militar del Chaco, el coronel Alfredo Ramos, liberal, de larga trayectoria en combates, recomendó desistir del propósito, pues todo resultaba adverso.
De hecho, la sublevación de Concepción, como evento aislado, evidenció un alto nivel de improvisación, que de no darse nuevos sucesos caminaría a un seguro fracaso.
Pero a la sublevación de Concepción se sumó en poco tiempo la del Chaco, con lo que el movimiento recuperó fuerzas y se erigió en una fuerte amenaza para la continuidad del gobierno. Al levantarse el Chaco fueron puestos en libertad varios oficiales de mucha trayectoria, que estaban confinados en la prisión de Peña Hermosa. Estos, pasaron a ocupar posiciones de mando en el alzamiento, con lo que la esperanza de un desarrollo exitoso de la conspiración se recuperó con rapidez.
El Partido Colorado, consciente de que la mayor parte de los oficiales de las Fuerzas Armadas estaba con la sublevación, reaccionó con energía y un papel clave en ese contexto le correspondió desempeñar al delegado de Gobierno de Cordillera, Silvio Becker, quien impulsó la constitución de un primer cuerpo de milicianos colorados.
En poco tiempo, Becker consiguió que se agrupasen alrededor de 10.000 colorados, a cuyas familias prometió asistir mientras durase la confrontación.
Formadas las milicias, surgió la necesidad de un conductor, ante lo que Becker llamó por teléfono al presidente Higinio Morínigo y le propuso que se designase como comandante del ejército "Pynandí" (Pies descalzos) al general Francisco Caballero Álvarez, hijo del legendario fundador del partido, general Bernardino Caballero.
El Partido Colorado se movilizó en todo el país, con audacia y determinación. Estaban dispuestos a jugarse la vida por mantenerse en el poder.
Para más, a propuesta del coronel Enrique Jiménez, el presidente Morínigo había encomendado a los dirigentes colorados Fabio Da Silva y Rigoberto Caballero contactar con el comandante Federico Smith, "el jefe más respetado del Ejército", para que asumiese el carácter de Comandante en Jefe.
El momento era muy delicado y el gobierno se empeñaba en aislar a los sublevados. En ese marco, siendo jefe de Policía el coronel Raimundo Rolón, se cometió uno de los más costosos errores políticos. Rolón presionó a los liberales por una definición rápida sobre la sublevación, ante lo que los liberales, quienes en realidad estaban con opiniones divididas, se reunieron y decidieron apoyar el alzamiento.
La determinación tuvo dos consecuencias: por una parte, se destituyó a Raimundo Rolón de la Jefatura de Policía, por haberse precipitado; y por otra parte, la sublevación cobró fuerza, ya que una fuerza política de la envergadura del Partido Liberal pasaba a apoyar el alzamiento. La confrontación sería feroz.
A comienzos de abril al campo insurrecto se sumó una fuerza importante: la Marina de Guerra. Se apostaba a copar la capital, en combinación con oficiales de otras unidades militares.
De acuerdo con la versión de René Speratti, eran principales operadores del alzamiento de la Marina los febreristas y los comunistas, quienes se oponían a que el movimiento fuera dirigido por un liberal. Precisamente un liberal, el coronel Carlos J. Fernández, de respetada trayectoria durante la Guerra del Chaco, emergió como el comandante ideal de las fuerzas alzadas, pero la firme oposición de febreristas y comunistas imposibilitó que el destacado militar cumpliese ese papel.
Carlos J. Fernández resumía la situación del siguiente modo:
- Aceptaban mi Plan de Operaciones, pero no mi comando.
Si la sublevación de la Marina de Guerra se hubiese manejado con cordura, el triunfo de las fuerzas alzadas hubiese sido rápido y contundente. De acuerdo con Carlos J. Fernández, solamente uno de los colaboradores de la Caballería disponía del control directo de 17 pelotones. La sublevación de la Marina de Guerra fracasó por razones de celo político, pues no se permitió la conducción de la operación a Carlos J. Fernández, por tratarse de un oficial de tendencia liberal.
Así, enterado de que el Comandante en Jefe, Federico Smith, estaba en conocimiento del Plan de Operaciones, el coronel Carlos J. Fernández pidió encontrarse con él, a lo que este accedió. Smith le dijo a Fernández que la operación debía realizarse sin dilaciones, por lo que Fernández programó el copamiento de la capital para el día siguiente, pero los marinos de tendencia política diferente sabotearon la operación, con lo que se posibilitó la rápida reacción del gobierno, que procedió a detener a muchos de los complotados.
Los complotados de la Marina pidieron a Federico Smith ponerse al frente de la sublevación, no aceptó, pero concordó en cooperar y en esa línea de cooperación se inscribió, precisamente, la orden que dio para trasladar a mil hombres al Norte. Era intención de Smith dejar sin protección a la capital, de modo que la Marina pudiese hacerlo con facilidad.
Federico Smith era ferviente partidario de la deposición de Higinio Morínigo, lo que presentaba como condición previa para la pacificación del país. Ya había planteado eso a los colorados, y lo volvió a hacer ante las fuerzas sublevadas.
Ante la dilación de la Marina, el gobierno reaccionó con energía y cercó la unidad con fuerzas de la Policía, de la Escuela Militar, la Caballería y la Artillería, pese a que el grueso de las fuerzas oficialistas fueron los milicianos colorados. La Marina terminó siendo atacada el 27 de abril, por orden de Emilio Díaz de Vivar, Enrique Jiménez y César Vasconsellos. El Comandante en Jefe no fue informado.
Federico Smith se trasladó personalmente a la Marina y trató de promover una negociación, pero él no rotundo del gobierno para llegar a un acuerdo, llevó al Comandante en Jefe a abandonar el país. Era plan expreso de Smith destituir a Morínigo de la presidencia (1) y asumir la primera magistratura para promover la pacificación del país (2).
Controlada la sublevación de la Marina de Guerra, la contienda se dio en el marco de recios combates en la zona Norte de la Región Oriental del país, con reveses para ambos sectores en diversos momentos.
Los sublevados tenían una ventaja comparativa impórtame, pues contaban con el apoyo de alrededor del 80% de los oficiales, que se autodenominaban "institucionalistas", más la adhesión de tres de los cuatro partidos políticos: Liberal, Febrerista y Comunista. Por su parte, el gobierno tenía el control de una minoría de oficiales, pero el respaldo masivo de una milicia colorada amplia y aguerrida.
El 30 de junio, en el marco de un hecho que parecía destinado a dar un resultado definitivo adverso al gobierno, zarparon las cañoneras desde territorio argentino, con la expresa finalidad de llegar a la capital paraguaya, pero el gobierno encomendó al teniente coronel Alfredo Stroessner la conducción del denominado "Frente Sur"; que con poderosas piezas de artillería tenían la misión de impedir que las cañoneras avanzasen hacia Asunción. Las cañoneras llegaron hasta Yacyretá, pero el 28 de julio, después de fuertes combates contra las fuerzas lideradas por Stroessner, los oficiales abandonaron las naves. El comunicado del 29 de julio, de hecho, resultaba auspicioso: se hablaba de la virtual caída de Concepción en manos del gobierno, por una parte, y por otra se anunciaba que las cañoneras estaban bajo control.
El 31 de julio las fuerzas gubernamentales tomaron Concepción, emitiendo un comunicado triunfalista el 1° de agosto, pero en una maniobra militar admirable, los sublevados se habían desprendido del Norte y a comienzos de agosto se encontraban en los alrededores de la capital, con inmejorables condiciones para tomarla.
Se combatió con dureza, resultando finalmente victoriosas las fuerzas gubernamentales, hecho que se debió a dos factores decisivos:
- el apoyo de Juan Domingo Perón al gobierno de Morínigo, en armas y municiones, y
- divergencias hasta casi tontas entre jefes militares febreristas y liberales por comandar la operación.
El 17 de agosto de 1947, el embajador de los Estados Unidos comunicaba a las autoridades de su país que en el Paraguay "habría coloradismo por mucho tiempo".
La guerra civil de 1947 tuvo siete hechos referenciales altamente relevantes:
1. El atraco al Cuartel de Policía, el 7 de marzo.
2. La sublevación de la Segunda División de Infantería de Concepción, el 8 de marzo.
3. La insurrección de la Marina, con combates entre el 27 y el 31 de abril.
4. La derrota de las fuerzas del gobierno en Tacuatí, el 13 de junio.
5. La captura de Concepción el 31 de julio.
6. El avance de las cañoneras al Sur, entre julio y comienzos de agosto.
7. El ataque rebelde a Asunción, a comienzos de agosto, y su derrota.
El Partido Colorado fue el gran triunfador, sentándose las bases para una prolongada dominación. Los complotados: liberales, febreristas y comunistas, serían perseguidos de manera implacable en los años siguientes. Las Fuerzas Armadas, con su oficialidad diezmada, se reorganizó sobre bases partidarias, se "coloradizó".
En el marco de la contienda civil de 1947 se cometieron muchos abusos y barbaridades: robos, violaciones y asesinatos; dejó heridas abiertas, difíciles de superar en poco tiempo. El traumático proceso tuvo como responsables directos a todos los actores políticos: militares, colorados, liberales, febreristas y comunistas.
Insólito: un año antes, en agosto de 1946, todos los actores disfrutaron de las más amplias libertades; las que no supieron mezquinar y consolidar. En agosto de 1947, un año después, una férrea dictadura de partido único insinuaba abrir un período de prolongado dominio autoritario. Por largo tiempo, las pugnas se darían al interior del Partido Colorado.
PARTE 2
CAPÍTULO II
LA DOMESTICACIÓN DEL PARTIDO COLORADO
Desde la perspectiva histórica general el año 1957 resultó ser trascendental para el futuro paraguayo. El 3 de febrero de ese año se fundó Ciudad Puerto Presidente Stroessner, actual Ciudad del Este, mientras que la construcción de la ruta entre la ciudad de Coronel Oviedo y la nueva ciudad avanzaba a pasos rápidos.
Era el comienzo de la materialización de un giro geopolítico que tendría inmensas consecuencias para el país en todas las esferas. Se habilitaría el puerto franco de Paranaguá; se construiría el Puente de la Amistad; se llevaría adelante la construcción de la mayor hidroeléctrica del mundo, Itaipú; ingresarían al país centenares de miles de brasileños, "brasiguayos".
De hecho, el mayor problema de soberanía que enfrenta el Paraguay en el tiempo actual tuvo su cuna en ese giro geopolítico.
Pero como la cuestión de fondo es la historia del Partido Colorado en la "era Stroessner", el hilo conductor indica que en 1957 se planteó el tema de la sucesión presidencial, asunto en el que la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, tomó la delantera al levantar el reclamo de la reelección de Alfredo Stroessner.
De todos modos, la decisión más importante se adoptó en el seno del Partido Colorado. A comienzos de 1957 se hizo un sondeo entre los principales exponentes de las más diversas corrientes internas que en el momento estaban unificadas y todos los jefes partidarios manifestaron su consentimiento, en principio, de apoyar la reelección. Tomás Romero Pereira convocó a los líderes partidarios A un encuentro en Cerro León, campamento que sirviera de Cuartel General de Francisco Solano López en la Guerra de la Triple Alianza.
La reunión se hizo el 16 de marzo y tras prolongado debate se decidió promover la reelección de Stroessner en el marco de la convención partidaria.
Fueron firmantes del "Acta de Cerro León" Tomás Romero Pereira, Juan E. O'Leary, Rigoberto Caballero, Crispín Insaurralde, J. Eulogio Estigarribia, .J. Bernardino Gorostiaga, Ezequiel González Alsina, Ángel Florentín Peña, Marcos Queranta, Pastor Filártiga, Domingo Montanaro, Leandro Prieto, Gustavo Storn, Fabio Da Silva, Juan Ramón Chaves, José A. Moreno González, .I. Augusto Saldívar, Enrique Zacarías Arza, Marcial Samaniego, Raúl Peña, Edgar L. Ynsfrán, Hugo Peña, Waldino Ramón Lovera, César Barrientos, Raúl Sapena Pastor, Francisco Jiménez y Núñez, Teodosio Zayas y Luís Martínez Miltos.
Hubo oposición de varios caudillos colorados a la reelección de Tomás Romero Pereira como presidente del partido, pero finalmente de acordó sobre el tema. Todo lo convenido en Cerro León se ratificó en la convención extraordinaria de octubre de 1957.
La elección debía realizarse en febrero de 1958 y 30 días antes un sector del Partido Liberal envió mensajes al gobierno, anunciando que tenía intenciones de participar. La propuesta fue rechazada, y en el marco de un acto realizado en Encarnación, Edgar L. Ynsfrán se refirió a la misma como "creadora de problemas", pues, argumentaba, no se podía dejar de respetar puntillosamente los plazos establecidos.
En 1957, a finales, una misión del Fondo Monetario Internacional, FMI, visitó el Paraguay y aconsejó la adopción de una política austera para controlar la creciente inflación.
Y en el marco de la política de control inflacionario, precisamente, existía una medida de congelamiento salarial, que irritaba a los sectores aglutinados en la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, que si bien era mayoritariamente controlada por los colorados, habían exponentes de diversos signos.
Los trabajadores hablaban con insistencia de una huelga general, reclamando el inmediato reajuste de los salarios. Pero la huelga planteada no tuvo un carácter meramente reivindicativo, pues se mezcló con intereses políticos:
l. Los activistas comunistas y febreristas vieron en la movilización la posibilidad de provocar un cambio político.
2. Los colorados "epifanistas" pensaron que era una oportunidad para poner fin al gobierno de Alfredo Stroessner. De ahí que su líder, Epifanio Méndez Fleitas, mantuviera en el exilio una entrevista con dirigentes de la CPT, a quienes apoyara en su iniciativa.
3. Fracciones del oficialismo colorado también demostraron simpatías por el movimiento, pues había una pugna interna: Stroessner planeaba realizar cambios en su gabinete, que consistirían esencialmente en incrementar la presencia de militares, en detrimento de los referentes políticos.
El conflicto se instaló poco antes de asumir Stroessner su segundo mandato, y si bien era propósito del presidente designar a Mario Mallorquín como ministro de Justicia y Trabajo, terminó nombrando a César Garay, amigo de Edgar L. Ynsfrán. Ocurrió que Mario Mallorquín fue portador de la nota-propuesta de la CPT.
La CPT contaba en ese entonces con la adhesión de alrededor de 300 sindicatos, entre los que se destacaban por su fuerza y arrastre la Liga de Obreros Marítimos, los sindicatos de las tanineras, los ferrocarrileros y los de los frigoríficos.
El gobierno, celoso de su programa anti-inflacionario, concordó en ceder un aumento de 5%, lo que fue rechazado por todos los sindicatos de la CPT en asamblea. La CPT reclamaba un aumento del 50% y en asamblea realizada el 26 de agosto de 1958, alrededor de 4.000 trabajadores ratificaron la convocatoria a una huelga general por tiempo indefinido, jornada que se inició el día 27 y que se prolongó por 14 días.
La movilización sindical fue literalmente aplastada, en el marco de una represión violenta y generalizada, que dejó como saldos negativos inmediatos la prisión y el exilio de centenares de dirigentes y activistas, seguida de la intervención de la central sindical.
El Partido Colorado se manifestó contra la jornada de protesta, calificando la misma como "desestabilizadora". Sin embargo, apelando a un doble discurso, habló de la necesidad de mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
Los gremios empresariales asociados en la Federación de la Producción, la Industria y el Comercio, FEPRINCO, repudió la huelga y alentó la represión.
El Partido Liberal, esencialmente conservador, condenó la movilización.
Desde el punto de vista histórico, la decisión más dañina para el futuro político paraguayo residió en la intervención de la central por el gobierno, lo que se determinó a un día de comenzada la huelga. Enrique Volta Gaona fue nombrado interventor y contó con la estrecha colaboración de tres dirigentes de la CPT: Rodolfo Echeverría, Juan Duré Castillo y Luís Ramírez.
Todos los sindicatos fueron deslegitimados, convocando los interventores a nuevas elecciones de autoridades. Sin embargo, la huelga se prolongó por 14 días, siendo finalmente derrotada, tras la brutal represión de la que participaron policías, militares y milicianos colorados. Sin maximizar ni minimizar la intervención de la central, es cierto que en 1959 se realizó un "congreso normalizador", en cuyo marco se dio espacios a sectores de oposición, febreristas y demócratas cristianos. Los comunistas fueron proscriptos por completo.
La exclusión de los comunistas fue perfectamente coherente con una determinación asumida ese mismo año 1958, en que en el marco de la visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, en mayo del 58, se inauguró en el Paraguay el Centro de Inteligencia para todo el Cono Sur. Se estaba en plena "guerra fría", confrontación del occidente capitalista contra el bloque soviético del Este, y Paraguay había sub-alternizado su política exterior apoyando sin reservas a los EE UU.
No obstante el desenlace negativo de la huelga general de agosto/setiembre de 1958 y la intervención de la central sindical, las presiones por la democratización se incrementaron desde comienzos de 1959. la dinámica actividad de los opositores en el Río de la Plata influyó fuertemente en algunas corrientes internas del Partido Colorado, dentro del país, quienes el 12 de marzo de 1959 elevaron una nota al gobierno, solicitando la más amplia apertura política.
La nota llamada "de los 17" por el número de firmantes, era de responsabilidad de miembros de la Junta de Gobierno del Partido Colorado y de algunos parlamentarios. El debate quedó abierto, pues los integrantes de la "línea dura" imputaban a los "chapistas" la iniciativa y les sacaban trapos sucios, como ser el hecho de haber gobernado durante 5 años, entre 1949 y 1954, y no haber democratizado.
Pero pese a que se consideraba "precipitada" la propuesta, la misma fue aprobada. Quedaba evidenciado, de hecho, que la unidad promovida en el marco del "Reencuentro" de octubre de 1955 no era sólida. Además de estar excluido el "epifanismo", otras corrientes se sumaron a los cuestionamientos con creciente radicalidad. Así, solamente para citar a algunos prominentes dirigentes, la iniciativa aperturista tuvo el respaldo de José Zacarías Arza y Osvaldo Chaves.
La osada propuesta dividió aguas al interior del Partido Colorado, alineándose la mayoría de los "chapistas" y los principales referentes "guiones" con el oficialismo, a los que se enfrentaron, además del grupo "de los 17", los "zacariistas", los "epifanistas" y los "verticalistas", sector liderado por Waldino Ramón Lovera, en el que militaban, entre otros, Enrique Riera y Miguel Ángel González Casablanca.
Se decidió la apertura y se levantó el estado de sitio, inaugurando las sesiones de la Cámara de Representantes Stroessner, el 1° de abril de 1959, con un discurso en que se anunció claramente la libertad política "sin condescendencias ni debilidades".
Si bien el discurso de Stroessner agradó a algunos, como a J. Natalicio González, en México, lo cierto es que fue considerado "duro" por el grupo "de los 17", que esperaba que el levantamiento del estado de sitio se acompañe con medidas como la destitución del ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán, y de Ramón Duarte Vera, jefe de Policía.
La tensión fue en aumento y el componente explosivo de la crisis aportó una inesperada medida gubernamental de aumento de pasajes, que lanzó a miles de jóvenes a la calle para protestar.
El sector liderado por Waldino Ramón Lovera, los "verticales" y el Comité Central de la Juventud Colorada, influyeron en la "Declaración N° 2" de la Cámara de Representantes, que exhortaba al Poder Ejecutivo a revisar la medida del aumento de pasajes.
A la declaración de la Cámara de Representantes se sumó la convocatoria de la Juventud Colorada a un acto de repudio. El mitin se realizó en la Plaza Italia, fue masivo y las fuerzas policiales reprimieron con saña.
Las movilizaciones se sucedieron unas tras otras, acompañadas de fuertes represiones. Los dirigentes juveniles pedían abiertamente la destitución de Ynsfrán y de Duarte Vera, señalados como los principales responsables de las represiones.
La respuesta de Alfredo Stroessner resultó contundente. El 29 de mayo de 1959 dictó el Decreto N° 4.846 por el que se estableció de nuevo el estado de sitio, y ordenó la detención de varios dirigentes colorados, señalados como los principales responsables de las movilizaciones. Ese mismo día, por Decreto N° 4.845, el presidente disolvió la Cámara de Representantes.
El 2 de junio el ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán presentó un informe sobre el "movimiento desestabilizador", que tuvo el respaldo del Partido Colorado, y el 3, al día siguiente, Tomás Romero Pereira se pronunció contra "correligionarios que persistían en no incorporarse con franqueza en la corriente de la unidad".
Días después, el Comité Central de la Juventud Colorada instaló un "cabildo abierto" frente a la Facultad de Derecho y la represión adoptó perfiles salvajes inéditos. Sin ambigüedades, la Juventud Colorada enfatizaba que se había instalado plenamente una dictadura en el país, señalando como principales responsables a cuatro personas: Alfredo Stroessner, Tomás Romero Pereira, Edgar L. Ynsfrán y Ramón Duarte Vera.
Entre agosto de 1958, en que se diera la huelga general, y junio de 1959, en que se controlara por completo el movimiento aperturista colorado, entonces, el Stronismo dio un salto en el sentido de su consolidación como régimen excluyente y cerrado; violento y represivo.
Los principales protagonistas de los sucesos fueron colorados, en ambas jornadas. Se procedió a la prisión y el destierro de centenares; se clausuró la Cámara de Representantes; en fin, se domesticó por completo al partido, dejando definitivamente fuera del proceso a quienes aspirasen y estimulasen cualquier propuesta de desarrollo democrático.
Pero antes que sentirse sólidamente instalado en el poder, Stroessner se vio forzado a enfrentar otros desafíos en lo inmediato: la lucha armada, promovida con energía por sectores de oposición.
Conforme el ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán, los antecedentes primeros de la guerrilla en Paraguay constituyeron las acciones de un grupo de 50 personas en la localidad de Angostura, que asaltó un puesto de la Guardia de Seguridad.
Convencido de que estaba en vísperas de una "guerra de guerrillas", Ynsfrán estructuró un grupo expedicionario que recorrió las zonas críticas. El grupo se compuso con Charles J. Kolinsky, cónsul de los Estados Unidos; Hilario Gómez Núñez, delegado de gobierno de Misiones; teniente coronel Lorenzo Laterza, del Estado Mayor; Enrique Barrad, sub secretario del Ministerio de Obras Públicas; norteamericanos de la Misión de Operaciones de los EE UU, dos médicos y un periodista.
Pero si bien a finales de 1959 hubo operaciones guerrilleras en la zona de Alto Paraná, lo cierto es que el año propiamente de las guerrillas fue 1960.
A fines de abril de 1960 se tuvo la noticia de la aparición de grupos armados en la zona de Alto Paraná; que por entonces formaba una nutrida selva hasta Caazapá. El gobierno paraguayo detectó la incursión del grupo gracias a la cooperación directa de militares argentinos.
El 30 de abril fue la fecha en que el Ministerio del Interior manejó informaciones fidedignas sobre la existencia de grupos guerrilleros en el país.
Stroessner dispuso la formación de dos destacamentos: uno, comandado por el entonces coronel Patricio Colmán; otro, bajo el mando del general Hipólito Viveros.
La guerrilla, cuyos jefes políticos se encontraban en Buenos Aires, Argentina, y en Montevideo, Uruguay, fue apoyada sistemáticamente a través de emisiones radiales desde las ciudades fronterizas.
Para Stroessner y su entorno, el principal responsable era el Comandante en Jefe del ejército argentino, general Carlos Severo Toranzo Montero, que veía a Stroessner como "brasilerista" y amigo de Perón.
Desde una perspectiva más lejana, la guerrilla estaba inspirada en la triunfante revolución cubana, liderada por Fidel Castro, que derrotó al ejército del dictador Fulgencio Baptista.
Elementos estimulantes y decisivos de primer orden, por supuesto, fueron los sucesos de 1958 y 1959: huelga general, primero, y movilizaciones estudiantiles, después, seguida de la clausura del Congreso y una fuerte ruptura al interior del Partido Colorado.
Dos movimientos armados se empeñaron por desalojar del poder a Stroessner a balazos:
1) El Movimiento 14 de Mayo, en el que confluyeron básicamente liberales y febreristas, y 2) El Frente Unido de Liberación Nacional, FULNA, dirigido por el Partido Comunista Paraguayo, liderado entonces por Oscar Creydt.
Con una diferencia de meses, ambos movimientos introdujeron columnas guerrilleras desde la Argentina en 1960.
En abril se introdujo la columna del 14 de Mayo, cuyos jefes políticos se encontraban en la Argentina, y entre quienes se destacaban Benjamín Vargas Peña, liberal, y Arnaldo Valdovinos, febrerista. Desde el punto de vista político-militar se destacó la figura del comandante Juan José Rotela.
Rotela tenía el plan de ganar la serranía del Ybyturuzú, al igual que el FULNA, pues se lo consideraba el terreno más propicio. Los primeros enfrentamientos con fuerzas gubernamentales se dieron en la zona de Tava'í. Mientras, el general Patricio Colmán organizaba su fuerza de intervención con policías, militares Y milicianos colorados.
Parte del grupo guerrillero del 14 de Mayo desistió y retornó a la Argentina. Los demás apostaron a dirigirse de Tava'í a San Juan Nepomuceno. La persecución fue implacable y a fines de julio del 60 se había desarticulado por completo la columna del 14 de Mayo.
Entre finales de mayo y comienzos de junio, por otra parte, penetró la columna del FULNA, que trató de ganar la serranía del Ybyturuzú, pero como en la zona estaban operando fuerzas gubernamentales que combatían al 14 de Mayo, resultó fácil desarticular sus acciones.
De acuerdo con los cálculos oficiales las bajas de los movimientos armados llegó a 100, mientras que el gobierno asumía haber sufrido 50 bajas.
La brutalidad con que se actuó fue total y de acuerdo con Edgar L. Ynsfrán era consejo de los americanos liquidar a los adversarios.
El control de la resistencia armada dio respiro a Stroessner, quien en esa fase se consolidó en el poder, pues había derrotado a sus principales oponentes al interior del Partido Colorado (1) y controlado el intento más radical por derrocarlo (2).
PARTE 3
CAPÍTULO IV
EL FACTOR OVIEDO Y LA CRISIS DE MARZO DE 1999
Ese año 1996 tenían que realizarse elecciones municipales, lo que representó el primer gran desafío para la nueva Junta de Gobierno del Partido Colorado. Luís María Argaña llamó a la presentación de listas únicas, pero la atomización partidaria hizo que se presentasen más de 9.000 candidatos: 527 para jefes comunales y 8.834 para concejales.
El electorado colorado votaría el 11 de agosto, en 4.746 mesas, controladas por 28.400 autoridades, entre presidentes y vocales.
La disputa fue especialmente reñida en la capital, donde disputaron la indicación dos candidatos oficialistas: Paúl Sarubbi y Enrique Riera (h), contra el candidato de Reconciliación Colorada, Ángel Ramón Barchini.
En la pugna interna, el sector liderado por Argaña demostró ser de lejos el mayoritario, quedando con la mayor parte de los candidatos del interior y del Gran Asunción, incluyendo a la capital. Terminadas las internas, los principales referentes del partido: Argaña, Oviedo y Seifart dieron claras señales sobre que trabajarían unidos.
La unidad alcanzada por los colorados se expresó de manera contundente en el resultado final de las elecciones municipales. Los colorados se alzaron con el 52% de los votos emitidos, quedando en segundo lugar el Partido Liberal, con 36%, en tercer lugar el Encuentro Nacional, con 5%, y 5% obtuvieron las alianzas opositoras.
El resultado altamente favorable hizo que el Partido Colorado recuperase el control de varias comunas que habían caído en manos opositoras en el departamento Central, como los casos concretos de San Lorenzo y Lambaré. Reconciliación Colorada quedó con la mayor parte: 7 intendencias.
De todos modos, la batalla central se dio en la capital, donde el candidato colorado Ángel Ramón Barchini hizo todo lo posible para rescatar el control de Asunción de manos opositoras. El Encuentro Nacional cedió la candidatura a Martín Burt, tras una encuesta que le favoreció, y la elección se polarizó como nunca.
El total de electores ascendía a 260.941, logrando Burt el respaldo de 121.322 votos, equivalente a152, 11 %, contra 101.064 votos alcanzados por Barchini, el 43,41 %. La derrota de Barchini en Asunción no sólo interesaba a los de la alianza opositora. Algunos sectores colorados veían en ese resultado un freno decisivo a las aspiraciones presidenciales de Argaña.
De hecho, si bien el argañismo conquistó numerosas intendencias, la derrota en la capital significó un revés de peso en cuanto a la sucesión presidencial.
Habrá que señalar, en paralelo, que para la época otro candidato a la sucesión, Lino César Oviedo, ya estaba con gestiones bien avanzadas. Desde que saliera de las Fuerzas Armadas, el 25 de abril del 96, el controvertido general se puso a trabajar en la arena política, con la expresa finalidad de presentar su candidatura a la presidencia.
Como la interna por la indicación presidencial ya se había desatado, el presidente Juan Carlos Wasmosy llamó a una tregua de un año. Concretamente, pidió suspender la pugna política entre diciembre de 1996 y diciembre de 1997; la propuesta ni siquiera fue considerada, ni por los colorados, ni por los opositores.
Después de las elecciones municipales se dio una aproximación entre Luís María Argaña y Juan Carlos Wasmosy. El presidente colorado fue hasta el Palacio y le propuso al primer mandatario consultar con la Junta de Gobierno sobre las medidas fundamentales a ser tomadas por el gobierno.
En rigor, Argaña precisaba de recursos y esos recursos sobraban a Wasmosy. El caudillo colorado estaba dispuesto (1) a respaldar al presidente hasta el final de su mandato, (2) a aceptar como candidato a vicepresidente a una persona de confianza de Wasmosy, (3) a ofrecer garantías de silencio sobre las denuncias de enriquecimiento ilícito de los "barones de Itaipú", y (4) a favorecer la participación privilegiada del grupo de los "barones" en las futuras obras públicas.
Wasmosy, y sobre todo su entorno, no dio curso a la generosa propuesta, en parte por desconfianza, y en parte porque alimentaban pretensiones desmedidas. Ojo: en ese marco, Nicanor Duarte Frutos se retiró el gobierno, argumentando que la unidad con Argaña implicaría un retroceso: Meses después, por absurdo que parezca, pasaría a ser compañero de fórmula del caudillo colorado.
Ibáñez, por su parte, número 2 de Argaña en el partido, se abrió al percatarse que su espacio sería objeto de negociaciones. Insólito: terminaría haciendo dupla con el candidato de Wasmosy.
Las buenas relaciones entre partido y gobierno duraron poco tiempo, pues en febrero de 1997 se lanzó la candidatura oficialista de Carlos Facetti. Su movimiento se denominó Acción Democrática Republicana, ADR, y entre sus principales operadores se encontraban Gustavo Pedrozo y Paúl Sarubbi.
Con muy buen olfato político, Juan Manuel Morales, Juan Ernesto Villamayor y Juan Carlos Galaverna, abandonaron al oficialismo y se sumaron al proyecto "Argaña 98".
La inscripción de candidaturas estaba prevista para mayo, mientras que las internas se harían el 7 de setiembre del 97. Las encuestas del primer trimestre del año apuntaban que Reconciliación Colorada, de Argaña, se había estancado, mientras que Lino Oviedo y la Unión Nacional de Colorados Éticos, UNACE, se expandía con rapidez.
Esta situación se explicaba por un hecho simple: la política de frontal oposición, que diera tanto vigor a Argaña, fue retomada por Oviedo, ante la aproximación del caudillo colorado al presidente, y sobre ese estribó se expandió.
Diversos actores apostaron a acomodarse en el período, como Ángel Roberto Seifart, que jugó a ser vice de Oviedo, o Carlos Barreto Sarubbi, "empresario de frontera", que ensayó gestiones para ser vice de Facetti. De todos modos, en mayo se inscribieron las siguientes candidaturas:
1. Argaña-Duarte Frutos, por Reconciliación Colorada.
2. Oviedo-Cubas Grau, por UNACE.
3. Facetti-Ibáñez, por ADR.
4. Seifart-Álvarez, por el Tradicionalismo Renovador.
En julio de 1997 se dio el segundo sacudón de la "crisis financiera", cayendo, entre otros, el Banco Unión, donde el Partido Colorado tenía depósitos del orden de los 800 millones de guaraníes. La Junta de Gobierno pidió la destitución de Wasmosy y de todo el Equipo Económico.
El oficialismo ensayó una aproximación a Argaña, enviando como emisario a Miguel Ángel Ramírez. Argaña le concedió una audiencia de 5 minutos en "un gesto de grandeza" y fue para decirle no.
A medida que se aproximaba el 7 de septiembre aparecían como favoritos Argaña y Oviedo, lo que llevó al oficialismo a promover la postergación de los comicios. La campaña fue subiendo de tono y en determinado momento Oviedo amenazó con retirar las credenciales diplomáticas de Robert Service, de los Estados Unidos, y de Marcio de Oliveira, del Brasil, si seguían interviniendo en el proceso político paraguayo; además, prometía "silla eléctrica para los ladrones".
El 7 de setiembre se votó y pese a que el diario Noticias sacó en tapa que "Argaña ganó", lo cierto era que los votos habían favorecido al general Lino César Oviedo. De inmediato, UNACE montó un esquema de control en el tonteo de votos.
Recién dos semanas después, el 22 de setiembre, el Tribunal Electoral Partidario emitió un pronunciamiento oficial sobre los comicios, proclamando candidatos oficiales del partido a la dupla Oviedo-Cubas Grau, quienes habían obtenido el respaldo del 36,75% de los electores. Argaña-Duarte frutos quedó en segundo lugar, con 34,97% de los votos, y Facetti-Ibáñez, con 22,45%. Seifart-Álvarez apenas alcanzó el 1,12%.
Argaña se dispuso a felicitar a Oviedo, pero de su movimiento y del gobierno recibió sugerencias para no hacerlo. Reconciliación Colorada impugnó los resultados; la Junta de Gobierno rechazó la posibilidad de inscribir a Oviedo; el gobierno se aproximó a Argaña. Paralelamente, en su condición de Comandante en Jefe, Wasmosy dispuso la reclusión de Oviedo por 30 días.
Oviedo se escondió y siguió haciendo proselitismo, por lo que a finales de octubre la TV transmitió en directo la invasión del domicilio del general por parte de fuerzas militares; fue un espectáculo que rayó con el bochorno. Supuestamente, (1) ahí se encontraba Oviedo, (2) había un arsenal en la residencia, y (3) existían evidencias "comprometedoras" (Documentos). Nada se encontró.
Oviedo apeló ante la Justicia y cuando la Corte declaró que debía cumplir el arresto, el 12 se setiembre se presentó. Aún el Superior Tribunal de Justicia Electoral no se había pronunciado sobre los comicios colorados, realizados tres meses antes.
Facetti propuso la postergación de las elecciones generales programas para el 10 de mayo; Argaña insistía en su candidatura; Wasmosy proponía un tercer candidato; Oviedo amenazaba con una revolución si no se respetaba su triunfo. El 29 de diciembre, la Justicia Electoral proclamó a la dupla Oviedo-Cubas Grau.
El Partido Colorado no inscribió la dupla; la cúpula militar y las potencias extranjeras se complotaron para dar luz verde para otras actuaciones. La maquinación quedó al desnudo cuando se presentaron diversas denuncias contra Oviedo, pero el golpe de gracia lo daría el Tribunal Militar Extraordinario, creado para atender el "Caso Academil", sucesos vinculados al presunto alzamiento de abril de 1996.
Así, cuando estaba por cumplirse el mes de arresto de Oviedo, el Tribunal Militar Extraordinario dispuso su detención por el "Caso Academil". La candidatura de Oviedo pasó a depender del Tribunal Militar, que después de mucho, en febrero, se pronunció por una condena de 10 años de reclusión al controvertido militar.
Para el 4 de marzo, fecha tope para la inscripción de candidaturas, el Partido Colorado procedió a inscribir a Oviedo-Cubas Grau, pero ya se hablaba que ante la eventualidad de quedar firme la sentencia contra Oviedo, la dupla sería Cubas Grau-Argaña, y si se forzaba a Cubas Grau a renunciar, la dupla sería Argaña-Facetti.
La sentencia fue apelada ante la Corte Suprema de Justicia, que no pudo fallar con rapidez debido a las artimañas jurídicas y a las impugnaciones. Hubo de todo: desde pedidos de "excarcelación extraordinaria" hasta canje de prisioneros (Seifart por Oviedo), pasando por movilizaciones y hasta huelgas de hambre.
La tan esperada decisión de la Corte Suprema de Justicia tardó en llegar. Por mayoría, se respaldó la condena del Tribunal Militar Extraordinario. Votaron a favor de la condena Raúl Sapena Brugada, Oscar Paciello, Luís Lezcano Claude, Elixeno Ayala y Enrique Sosa. Votaron por la inconstitucionalidad del Tribunal Militar Felipe Santiago Paredes, María Mercedes Buongermini, José Raúl Torres Kimser y Luís Mauricio Domínguez.
La dupla colorada se recompuso de inmediato, inscribiéndose Cubas Grau-Argaña. Era el 17 de abril de 1998 y apenas faltaban poco más de 20 días para la realización de las elecciones. La Justicia Electoral procedió a preparar los boletines. Oviedo prometió dirigir la campaña desde la cárcel.
En todo el proceso hubo un complot abierto de la oposición para sacar de la cancha a Oviedo. Ingenuamente, los opositores entendían que enfrentar a Cubas Grau iría a ser más fácil. No se percataron del mayor error estratégico de la historia opositora en la transición, de ese modo lograron unir a los dos caudillos que mayor cantidad de votos tenían: Argaña, caudillo político, y Oviedo, caudillo militar.
A 23 días de las elecciones el Partido Colorado se dispuso a llevar adelante la campaña. El lema adoptado por UNACE fue simple y contundente: "Tu voto vale doble", Cubas Grau a la presidencia y liberación de Oviedo.
El acto colorado de cierre de campaña fue imponente. La consigna "Tu voto vale doble" dominaba el escenario. Cubas Grau aseguró que su primera medida de gobierno sería poner en libertad a Oviedo; Argaña fue abucheado.
La oposición se había unificado para enfrentar a los colorados en 1998, bajo la denominada Alianza Democrática, que sobre la base del apoyo de los partidos Liberal y Encuentro Nacional, candidatura a la dupla Domingo Laino-Carlos Filizzola. Pese a todos los factores de desgaste, el Partido Colorado aparecía con ligera ventaja en las encuestas.
De hecho, los resultados del 10 de mayo dieron un mentís rotundo a la oposición, ya que el binomio Raúl Cubas Grau-Luís María Argaña terminó triunfando con el apoyo de nada menos que el 53,7% de los electores, una holgada mayoría, quedando Laino-Filizzola con apenas 42,6%.
Sobre un total de 2.049.449 inscriptos en el padrón nacional, de los que votaron el 80,5%, el Partido Colorado había conseguido 887.243 votos, contra 703.305 de la Alianza Democrática.
La composición en la Cámara de Diputados pasó a ser de 45 colorados sobre 80 y en la Cámara de Senadores de 24 sobre 45. Uno de los resultados más llamativos se dio en la capital, donde triunfó la dupla colorada, y en Diputados el Partido Colorado consiguió alzarse con 6 de los 10 cargos en disputa.
Pero la cuestión del Legislativo era compleja, pues si bien Oviedo disponía de muchos parlamentarios, su adversario interno, Luís María Argaña, también disponía de similar poder de fuego. Reconciliación Colorada, de Argaña, negoció con el Partido Liberal y el Encuentro Nacional el control del Legislativo, con la intención de sacar a Cubas Grau por la vía de un juicio político.
El proceso posterior fue caótico, pues ni bien asumió Raúl Cubas Grau se puso en libertad a Lino César Oviedo, por la vía de un indulto, lo cual instaló una guerra de poderes, que involucró a los tres poderes del Estado:
- El Poder Ejecutivo se empeño por mantener firme la libertad de Oviedo.
- El Poder Legislativo, por mayoría, se manifestó en contra y accionó ante el Poder Judicial.
- El Poder Judicial, por mayoría, pidió la vuelta a prisión de Oviedo.
Un elemento que contribuyó a agravar la situación aportó la interna colorada, que tenía programado realizar el 28 de abril de 1999 la elección de nuevas autoridades. Lino César Oviedo, ya en libertad, se lanzó como candidato a la presidencia del partido y miles de vehículos portaban adhesivos alusivos a "la esperanza de la gente".
En función de la determinación de la Corte Suprema de Justicia, del 10 de diciembre de 1998, que declaró inconstitucional el Decreto 117, de indulto presidencial, se ordenó la reclusión de Oviedo para el cumplimiento de la condena de 10 años.
El sector de Oviedo planteó la realización de una consulta popular plebiscitaria para decidir sobre la libertad o no del militar. Los sectores de oposición, apoyados por el sector colorado liderado por Argaña promovió la creación de un Frente Democrático, presionando por la vuelta a prisión de Oviedo.
Fue un momento de conspiraciones de todo tipo. Los oviedistas apostaban a ganar el control del Partido Colorado, en las internas del 28 de abril (1) y ceder espacios a la oposición para revertir el cuadro adverso reinante en el Congreso (2). Los argañistas se jugaban a lograr los votos necesarios para llevar a un juicio político para destituir al presidente Cubas Grau (1) y llevar de vuelta a prisión a Oviedo (2). Se hablaba, en el marco de la conspiración, de un "Gobierno de Unidad Nacional".
El "factor Oviedo" era el elemento desestabilizante, pues:
- la embajadora de los Estados Unidos advirtió al gobierno de Cubas Grau que su país solamente mantenía relaciones con gobiernos democráticos,
- la Iglesia se pronunció en el sentido de la necesidad de respetar las leyes con rigor,
- la Corte dio un plazo de 72 horas al Poder Ejecutivo para que se cumpla con lo dispuesto por ella en cuanto al caso Oviedo, y
- movilizaciones sociales se impulsaban para hacer que Oviedo volviera a prisión.
La oposición negociaba con todos los sectores colorados, apostando a sacar provecho de cualquiera de las situaciones que se plantearan. En cualquiera de los casos, ellos se verían favorecidos. En rigor, la pugna tenía como protagonistas centrales a actores colorados, siendo los opositores jugadores de segunda línea.
En el Partido Colorado, los oviedistas presionaron por el desalojo de las autoridades hegemónicas, argañistas, ante lo que estos respondieron con una decisión extraña: prolongar el mandato de la Junta de Gobierno, sin que se realicen las internas preparadas para abril. Era el 14 de marzo.
Días después, no obstante, la historia cambió radicalmente de dirección. Eran las 08.30 horas del 23 de marzo cuando asesinaron de manera alevosa al vicepresidente de la República, Luís María Argaña. El hecho sacudió al país entero, pues alguien había pateado el tablero. Todos los dedos apuntaron en dirección a Oviedo. Ese luctuoso suceso introduciría cambios radicales en la política paraguaya.
Resulta imposible sustraerse a la subjetividad al referirse al suceso, pues no hay calificativo que sea suficiente para repudiar tan abominable crimen. Resulta igualmente imposible decir con seguridad quién mató a Argaña, y sobre todo quién o quiénes ordenaron que se lo mate.
Lo que sí es claro es que no se trató de una decisión apresurada, producto de un arrebato pasajero. Se trató de un crimen muy bien pensado, en todos sus aspectos, con cuya perpetración se buscaba objetivos que posiblemente fueron alcanzados.
PARTE 4
CAPÍTULO V
LA DERROTA COLORADA EL 20 DE ABRIL DEL 2008
Compleja, a comienzos del 2008, resultó el final de la interna liberal, cuyo Tribunal Electoral proclamó triunfador a Federico Franco, en discutida determinación. Con ello, no obstante, las candidaturas en pugna estaban plenamente definidas. Correrían:
- Blanca Ovelar, por el Partido Colorado.
- Fernando Lugo, por la Alianza Patriótica para el Cambio.
- Lino César Oviedo, por la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos, y
- Pedro Fadul, por el Partido Patria Querida.
Ya después de definida la interna colorada, el ex general Lino Oviedo se constituyó en una eventual "carta" de sectores colorados disconformes y de empresarios presos del pánico ante la consolidación de la preferencia electoral de Lugo, de cara a que el Partido Colorado entrara en competencia con una pésima candidatura, la de Blanca Ovelar, tal vez inclusive con mayor nivel de rechazo que Lino Oviedo.
Con la candidatura de Oviedo en movimiento terminó por completo cualquier intento de arreglo entre los sectores anti-oficialistas. Definitivamente se correría por separado, con diversas candidaturas:
- Pedro Fadul apostaría a conservar parte del amplio electorado que le votara en el 2003, casi el 22% de los sufragantes;
- Lino Oviedo se jugaría a recuperar el extendido poder de convocatoria que tuviera antes de la elección de Raúl Cubas Grau, en 1998, en que obtuviera nada menos que el respaldo del 54% de los votos con la candidatura colorada;
- Fernando Lugo mantendría su autonomía, apostando a consolidar la amplia alianza de fuerzas que sostenía su candidatura.
Lino César Oviedo realizó una campaña dinámica ante los electores y a través de los medios de comunicación apostó a enfrentar a Lugo, con la finalidad de sacar provecho del pánico que Lugo causaba en sectores empresariales y de clase media por su aproximación a movimientos y partidos de izquierda.
Conforme denuncias formales del líder de UNACE, Lugo estaría vinculado a la izquierda internacional, Hugo Chaves, de Venezuela, y Evo Morales, de Bolivia, por medio del gobernador del Estado de Paraná, Brasil, Roberto Requião.
En la segunda mitad de marzo, sin embargo, el controvertido general hizo una denuncia muy delicada, nada menos que en la Cámara Paraguayo-Americana: sostuvo que en el seno del Partido Colorado se estaba tejiendo un plan para asesinar al ex obispo Fernando Lugo y culparlo a él, de modo que volviese a prisión.
Pedro Fadul, de Patria Querida, desarrolló una campaña publicitaria con un eslogan que no pegó: "¡Basta carajo!". Gran parte de los espacios destinó a ataques contra Fernando Lugo, visto como seducción peligrosa por el candidato de claro tinte conservador.
Conscientes de que su candidato a presidente no despegaba, Patria Querida sacó el máximo provecho del desempeño regular y hasta bueno de sus parlamentarios, en el marco de una estrategia que apuntó a arrancar el mayor espacio posible en el Poder Legislativo.
La candidata colorada Blanca Ovelar tuvo una campaña discreta, aunque con sobrados recursos. Se anunció una campaña arrolladora que nunca llegó, en parte porque en la realidad no existía. Se dijo que durante los días de campaña, propiamente, es decir, desde 60 días antes de las elecciones, el Partido Colorado apostaría a:
- destruir la imagen de Fernando Lugo, lo que lograría explotando sus debilidades,
- instalar en la opinión pública que "Blanca ya ganó". Presuntamente, para el desarrollo exitoso de la prometida campaña se habían contratado expertos en marketing político.
Pero la campaña electoral colorada fue pobre. Apeló a un libreto que ya había sido repudiado por la opinión pública, que apostaba a implicar a Fernando Lugo con secuestros, movimientos armados de izquierda, relaciones personales, hijos,... La andanada tuvo similar respuesta a la alcanzada anteriormente; fue inocua.
Por otra parte, el Partido Colorado apeló a las presiones hasta extremas sobre los funcionarios públicos, a quienes amenazaba y atemorizaba. Fabricaban caravanas coloradas con "planilleros" ante la falta de fervor popular. Pagaban pegatinas de afiches agresivos contra Lugo y contra la Alianza Patriótica para el Cambio; acciones inocuas.
En ningún momento, salvo para las encuestadoras que tenían contratos con el gobierno, como FIRST e ICA, de Capli y Chase, los sondeos mostraron siquiera un repunte de la candidatura, por lo que Castiglioni apostó hasta el último momento al cambio de la chapa presidencial. El oficialismo negaba la eventualidad de la renuncia de sus candidatos, pero Castiglioni esperó hasta el final que Blanca diese un paso al costado, en un intento desesperado por evitar la caída del partido.
La estrategia central de la campaña del Partido Colorado tenía un claro objetivo: alzarse con todos los votos "duros" del partido, calculado en más de 750.000, tomando como parámetro la cantidad de electores de la última interna.
La Alianza Patriótica para el Cambio adoptó el esquema de campaña más discreta y pacífica. Fernando Lugo, candidato a presidente y figura central de la coalición, en ningún momento se dispuso siquiera a responder a los ataques de sus adversarios políticos. Prometió cambio y ofreció un nuevo modo de hacer política.
No se hizo desde la alianza una campaña negativa; todo se limitó a una campaña positiva, orientada a instalar con fuerza la candidatura del ex obispo.
Los sondeos independientes favorecían invariablemente al ex obispo.
La misma empresa COIN proyectó a finales del mes de febrero del 2008, a menos de dos meses de las elecciones generales un cuadro de situación con variables de participación, y en todas, invariablemente, apuntó que el triunfador sería Fernando Lugo. Los resultados fueron muy llamativos y de acuerdo con la percepción de los observadores y la gente común se ajustaba con precisión a lo que se daba en la realidad.
Si la participación fuese baja, del 40% del total de los electores, los resultados serían los más ajustados a favor de Lugo, pero a medida que el nivel de participación aumentaba, la diferencia se ampliaba hasta ubicarse en más de 15 puntos sobre Blanca Ovelar y más de 10 puntos sobre Lino César Oviedo. Estos fueron los resultados de la encuesta;
Participación 40% 50% 60% 70% 80%
Fernando Lugo: 34,3 36,1 37,9 39,6 40,5
Lino Oviedo: 28,8 29,6 29,7 29,9 30,0
Blanca Ovelar: 32,4 29,3 26,9 24,4 23,0
Pedro Fadul: 2,1 2,1 2,4 2,5 2,6
El sondeo en cuestión revelaba varios aspectos muy claros sobre el comportamiento del electorado paraguayo, como ser:
1. La maquinaria colorada mostraba su mayor vigor en condiciones de baja participación electoral. De hecho, sin subestimar el peso de los aparatos electorales, estos tienen condiciones limitadas de movilización. En el caso del Partido Colorado, el aparato tiene un peso decisivo, pero sobre todo con un alto nivel de ausentismo, pues en esas circunstancias aseguran la participación de su electorado duro, que se ubica alrededor del 35% en condiciones de baja participación, y en torno de 25% con alta participación.
2. A medida que la participación es elevada, el electorado que no necesita estímulos "extra-electorales" favorecía más claramente a Fernando Lugo, lo que guardaba estricta coherencia con el anhelo generalizado de cambio que se había constatado en la sociedad paraguaya a través de diversos mecanismos de consulta y de estudios.
3. El electorado independiente de los partidos políticos encontraba en Fernando Lugo la expresión más clara del cambio, por lo que la candidatura de Pedro Fadul -quien había conseguido más del 22% de los votos en las elecciones generales del 2003- se mantenía en niveles marginales en todos los escenarios posibles, con baja, mediana y alta participación.
4. Finalmente, mostraba de manera inequívoca la encuesta, que propuestas con rasgos autoritarios, como se percibía al proyecto Oviedo, tenía techo bajo, pues como máximo porcentaje llegaba a 30%, en condiciones de alta participación.
La empresa encuestadora, hizo dos levantamientos más, al mismo tiempo, todos ellos confirmando las tendencias generales. En cuando a índice de rechazo lideraba de lejos la chapa Blanca Ovelar-Carlos María Santa cruz, con 53,3% de rechazo, mientras que las demás candidaturas se mantenían en torno de 10% en cuanto a nivel de rechazo.
También confirmaba las tendencias generales la opinión general de los electores sobre los candidatos. La encuesta lideraba Fernando Lugo, con 52% de imagen positiva, seguida de Lino Oviedo, con 46%, mientras que Blanca Ovelar y Pedro Fadul apenas contaban con 22% y 20% respectivamente. Entre los candidatos a vicepresidente, Federico Franco estaba disparado adelante, con una percepción positiva del 38%, superior en imagen a Blanca Ovelar y a Pedro Fadul.
De hecho, a juzgar por los resultados de las encuestas, la dupla Fernando Lugo-Federico Franco ocupaba una posición privilegiada de cara a las elecciones presidenciales de abril del 2008, en el marco de un cuadro que difícilmente ya podría alterarse en un poco más de 20 días que faltaban para la realización de los comicios. Todo indicaba -y varios matemáticos insistían en que la situación era irreversible- que Paraguay estaba llegando a la anhelada alternancia, con el virtual triunfo de Lugo.
Los actos de cierre de las campañas confirmaron la tendencia general. De lejos, el que tenía mayores chances era Fernando Lugo, hecho que se resaltaba en los previos en las notas enviadas desde Paraguay por las agencias internacionales de noticias.
Para la Alianza Patriótica para el Cambio la clave apenas ya residía en el esquema de control electoral, por lo que durante los últimos dos meses se puso el máximo empeño en ese campo. La Alianza no contó con un esquema de control perfecto, pero desde la perspectiva histórica concurriría a las elecciones del 20 de abril con el mejor mecanismo de control que la oposición había montado desde que se iniciara la transición.
Apoyándose en técnicos extranjeros, la Alianza montó un sistema autónomo de conteo rápido de votos, que prometía adelantarse al esquema preparado por el Tribunal Superior de Justicia Electoral.
Para el día 20 de abril se anunciaba lluvias, por lo que se estimaba una participación más bien baja, lo que conspiraría contra las chances de Fernando Lugo, pero el clima fue más bien agradable en todo el país y el nivel de participación fue más bien alto.
De acuerdo con los datos de la Justicia Electoral el padrón electoral era de 2.861.940.
Desde tempranas horas, como a las 10.00 de la mañana para ser precisos, se sabía positivamente que Fernando Lugo se encontraba al frente, con una diferencia holgada sobre su principal oponente, Blanca Ovelar, del Partido Colorado.
Bajo fuerte presión local e internacional, la Justicia Electoral se vio forzada a emitir resultados rápidos. Así, siendo las 21.40 horas del día 20 de abril, la máxima instancia judicial electoral ofrecía los siguientes resultados:
BLANCA OVELAR: 530.552 VOTOS
SERGIO MARTÍNEZ ESTIGARRIBIA: 5.852 VOTOS
FERNANDO LUGO: 704.966 VOTOS
LINO OVIEDO: 379.571 VOTOS
PEDRO FADUL: 41.004 VOTOS
JULIO LÓPEZ: 2.288 VOTOS
HORACIO GALEANO PERRONE: 2.788 VOTOS
Se registraron hasta ese momento 25.297 votos nulos, mientras que habían votado en blanco un total de 34.588 electores. La información en cuestión fue resultado del conteo rápido oficial y a esa hora se habían contabilizado el 92% de los votos, registrándose una participación del 65,64% de los empadronados.
El conteo final de la Justicia Electoral confirmó el triunfo contundente de Fernando Lugo, candidato de la Alianza Patriótica para el Cambio. El resumen oficial de la instancia fue el siguiente:
ASOCIACIÓN NACIONAL REPUBLICANA: 573.995
PARTIDO HUMANISTA PARAGUAYO: 6.744
ALIANZA PATRIÓTICA PARA EL CAMBIO: 766.502
UNIÓN NACIONAL DE CIUDADANOS ÉTICOS: 411.034
PATRIA QUERIDA: 44.060
PARTIDO DE LOS TRABAJADORES: 2.409
MOVIMIENTO TETÁ PYAHÚ: 3.080
El total de votos nulos fue de 27.818; el total de votos en blanco fue de 38.485. Habían concurrido a sufragar 1.874.127 electores.
Para comprender la actitud expeditiva de la Justicia Electoral durante la jornada no se puede dejar de referir que los observadores internacionales jugaron un papel de primer orden para ello. Durante el desarrollo de las elecciones, desde tempranas horas hasta el final, los observadores extranjeros estuvieron fiscalizando puntillosamente las actuaciones de la Justicia Electoral.
Concluida la elección, los resultados de boca de urna fueron dados a conocer, otorgando los mismos a Fernando Lugo cierta ventaja, pero no un triunfo contundente. La actitud llamativa de los encuestadores fue acompañada por declaraciones ambiguas de los diversos actores; a esa altura, entonces, aún no se descartaba el fraude. Pero a medida que pasaban las horas y saltaban los primeros resultados, quedaba claro a los ojos de todos que Lugo se había impuesto de manera cómoda y definitiva.
Dos momentos resultaron decisivos: uno, cuando Blanca Ovelar, candidata del Partido Colorado, reconoció públicamente su derrota; otra, cuando el presidente Nicanor Duarte Frutos reconoció el triunfo de Lugo y aseguró que el resultado sería rigurosamente respetado. Fernando Lugo se dirigió a todos los paraguayos horas después de la elección y convocó a todos a pasar por encima de las diferencias para trabajar unidos por la transformación del país.
Se había concretado la caída del Partido Colorado. Aún antes de la victoria de Fernando Lugo-Federico Franco se vaticinaba que el proceso podía llevar a una de tres situaciones:
PRIMERA:Instalación de un clima de franca inestabilidad social, al asumir características explosivas algunas de las contradicciones sociales que en la actualidad se expresaban de manera limitada. La sociedad paraguaya soporta críticos conflictos en diversos sectores: tierra, vivienda, empleo, violencia urbana,..., que podrían derivar en caóticos pasajes si sectores radicales ven en el cambio la oportunidad de expresarse con fuerza.
SEGUNDA:Inicio de un crítico proceso de ruptura política con el pasado, por la vía de un entero desplazamiento del Partido Colorado del gobierno, sobre la base de un claro triunfo opositor, combinado con el predominio en el seno del nuevo bloque hegemónico de posturas intolerantes y revanchistas. Tanto en el Partido Liberal, principal fuerza de la Alianza, como en los sectores de izquierda predominan la intolerancia y el revanchismo.
TERCERA:Instalación de una transición moderada y gradual hacia la profundización de la democracia en el país, sobre la base de un cierto entendimiento con sectores importantes del Partido Colorado en el manejo gubernamental. Las bases de esta transición apostarían a tres objetivos concretos y viables: despojar al Partido Colorado de su rol dominante (1), impulsar la modernización del país en todas las esferas (2) y reducir drásticamente los niveles de corrupción (3).
En rigor, entre el 20 de abril y finales de julio del 2008, a escasos días de la asunción de Fernando Lugo, todo indica que se dieron y darán una mezcla de todas las alternativas posibles, con fuerza más clara en la última, de transición moderada y gradual.
Fernando Lugo, en el marco de los nombramientos de sus principales colaboradores, hizo uso en gran medida del derecho constitucional de escoger a los mismos conforme su bien parecer y entender. Obviamente no pudo sustraerse por completo a una realidad: la columna vertebral electoral de su designación había sido el Partido Liberal, por lo que debió hacer concesiones claves, incluso en Itaipú. De todos modos, se abre para su gestión y para el país la posibilidad real de avanzar en dirección a cambios constructivos.
PARTE 5
CAPÍTULO I
POR QUÉ CAYÓ EL PARTIDO COLORADO
Para responder a esta pregunta basta hacer un paralelismo histórico local muy llamativo, cuando a mediados de los años 30 del siglo pasado, cayera el Partido Liberal. La caída se produjo exactamente el 17 de febrero de 1936, a seis meses de concluida la Guerra del Chaco y el presidente de la República era Eusebio Ayala.
El Paraguay vivía bajo condiciones especiales, únicas, irrepetibles. Por una parte, se daba una efervescencia social como consecuencia directa de los éxitos logrados durante la prolongada contienda; pero por otra parte había un desencanto plenamente instalado con respecto a las administraciones liberales, hegemónicas desde diciembre de 1904.
En su mensaje emitido ante la Cámara del Comercio, el 25 de agosto de 1935, el propio presidente Eusebio Ayala describía de manera cruda la crítica situación que soportaba el Paraguay:
- Días pasados fui informado de una situación que me llenó de asombro y es el siguiente: se estima que en el Paraguay hay alrededor de 130.000 familias agricultoras y no existe en toda la República más de 10.000 arados de hierro. Quiere decir que hay más de 120.000 familias que laboran la tierra con elementos primitivos, obteniéndose un rendimiento ínfimo... He aquí una realidad desconcertante que revela que en esa materia hemos tomado, como suele decirse, "el rábano por las hojas”.
Hay que tener en cuenta que el Paraguay de ese entonces era esencialmente agropecuario.
Sobre el estado sanitario del país se había pronunciado el presidente Eusebio Ayala en la convención del Partido Liberal del 20 de enero de 1935, en los siguientes términos:
- Hay zonas vecinas a la capital donde los médicos comprobaron, no hace mucho, un 70% de niños afectados por el bocio, en las escuelas. ¡Y decir que con un poco de yodo suministrado por algunos días se evitaría la deformación física y la probable cretinización de esas criaturas! ¿Con qué derecho se puede hablar de redención social cuando no acudimos a remediar esta miseria fisiológica? Allí están los espectros fatídicos del anquilostoma, de la buba, del paludismo, de la sífilis, del tifus. En la ciudad capital de la República, el tifus hace estragos cada vez que hay larga sequía...
Sobre el estado de indefensión del país ante la guerra, durante su mandato Eusebio Ayala habló hasta el hartazgo ante los miembros del Congreso Nacional.
En síntesis, el Partido Liberal, que había sucedido al Partido Colorado en 1904, cayera tras 32 años de predominio bajo el peso de muchos cargos:
- Caos político interminable, como producto de las luchas internas entre facciones del mismo Partido Liberal.
- Desatención sistemática de los problemas nacionales más agudos, que hundían al país en el atraso y en la pobreza.
- Falta de medidas adecuadas para la defensa del Chaco, que desde comienzos de siglo venía siendo invadido por Bolivia.
La caída del Partido Liberal de 1936, entonces, no fue producto de la acción del coronel Rafael Franco, o de ningún otro actor político. Fue simple y lisamente él resultado inevitable de grandes fracasos, de graves frustraciones. Fue por incapacidad manifiesta para resolver problemas que se arrastraban desde décadas atrás, gran parte de los cuales se podían deducir de la impactante obra de comienzos de siglo: "Infortunios del Paraguay", escrito por un prominente intelectual liberal, Teodosio González.
Cuando el Partido Colorado llegó al poder, tras el golpe del 13 de enero de 1947, ante él se colocaron problemas de suma gravedad, algunos de los cuales ya descriptos con claridad más de una década atrás por el presidente Eusebio Ayala.
El Partido Colorado, desde una perspectiva muy general, se vio ante las siguientes tareas históricas:
- democratizar el país, en lo político, poniendo fin a una casi centenaria tradición autoritaria,
- superar el estado de atraso pronunciado que soportaba la economía, entonces con fuertes rasgos feudales,
- mitigar la pobreza generalizada, producto directo de los desórdenes y la falta de desarrollo en el campo de la economía.
Y el Partido Colorado fracasó en la resolución de esas tareas históricas, o sea, no democratizó el país (1), no promovió el desarrollo económico capaz de superar el atraso (2), y no minimizó los índices de pobreza (3).
Esta es la causa real, la explicación última sobre por qué cayó el Partido Colorado.
No fue, ni de lejos, por errores cometidos por Nicanor Duarte Frutos en la elección de una candidata, ni por acciones alocadas de un polémico parlamentario como Juan Carlos Galaverna, elemento folclórico que la naturaleza colocó sabiamente en el centro del escenario político como retrato fiel de una realidad decadente.
Es obvio que las tareas asumieron rostros concretos diferenciados en distintos períodos de estos más de 60 años, como ser en lo político:
- evitar o una confrontación armada como consecuencia de la mala resolución de una crisis, en 1947, o
- reparar los daños institucionales que causaron la inútil confrontación del 47, en un largo período que se extendió por décadas, o
- promover la efectiva participación de todos los sectores políticos en las decisiones nacionales, aunque fuera con diferentes roles, pero no como expresión de un simple "maquillaje", como se diera a partir de la década del 60, bajo el Stronismo, o
- abrir espacios reales de participación y modernización de la política en el período de transición.
En el terreno político, en definitiva, no se llegó a un nivel de descrédito y de deterioro de los actores por la acción perversa de ciertos personajes, sino a la inversa: los personajes perversos fueron producto de un fracaso de fondo, de causas últimas que no se atacaron.
Es obvio que en el campo económico, como en el social, también las tareas asumieron rostros concretos y diferenciados en distintas fases, y en todas, invariablemente, se fracasó, al margen por completo de cuestiones anecdóticas o secundarias.
Los cierto es que el esquema de control gubernamental hegemonizado por el Partido Colorado entró en crisis terminal al dejar de corresponder por completo a exigencias históricas impostergables.
¿Qué dejó como herencia? Problemas no resueltos, descriptos por boca del presidente saliente Nicanor Duarte Frutos del siguiente modo:
- Yo no vengo a repetir la historia de aquellos presidentes que gobernaron para unos pocos y martirizaron a miles. Voy a ser el presidente de todos los paraguayos, sin distinción de colores partidarios, de etnias, géneros o religiones.
Al referirse al sensible tema de la Reforma del Estado, reclamada con fuerza por diversos sectores, Duarte Frutos resaltó que urgía una reforma total, "no maquillada, pero una reforma pensada desde el Paraguay, no desde formulaciones despectivas, como credos dogmáticos, por los oráculos de la desocupación, de la miseria y del mero liberalismo que ha sido un fracaso..."
Dijo que el país no podría salir de su penoso atraso y miseria mientras se mantuviese en pie una estructura rural injusta, que deja sin parcelas a miles, mientras unos pocos acaparan las propiedades y se enriquecen desenfrenadamente.
- Nos estamos haciendo cargo de una pesada herencia, un legado que no nos hubiera gustado recibir
El presidente habló de atraso productivo, de miseria en amplios sectores de la sociedad, de corrupción generalizada en el seno de la administración pública, del poder de las mafias y del desprestigio internacional, asumiendo el compromiso formal de poner a todo el gobierno para trabajar y revertir esa situación.
La realidad económica, política y social descripta con crudeza por el presidente, experimentó un rápido deterioro a lo largo de sus casi 5 años de mandato. Todo empeoró, salvo algunos indicadores excepcionales.
La brecha entre ricos y pobres se amplió; hay más gente en condiciones de pobreza y de extrema miseria; la corrupción y el despilfarro en el sector público ganó proporciones inéditas; la economía siguió sumergida en una situación de atraso; el poder de las mafias se amplió, al amparo de la impunidad; y el prestigio internacional del país se deterioró aún más.
No fue por errores cometidos por él, Galaverna o José Alberto Alderete lo que llevó a la bancarrota al Partido Colorado. Fue el fracaso de más de seis décadas en la resolución de los desafíos que se presentaban ante la sociedad paraguaya. A decir de Jorge Plejanov en "El papel del individuo en la historia", los hombres en cuestión no fueron sino juguetes de las circunstancias históricas en las que les correspondió actuar. Ellos fueron los hombres del momento, como fiel reflejo de la decadencia en vigencia.
La administración de Fernando Lugo recibirá un país con tres grandes tareas históricas pendientes:
1. Democratización de la política nacional, que se traduzca en la recuperación y el fortalecimiento de las instituciones; en la recuperación y fortalecimiento de los partidos y movimientos tradicionales y emergentes.
2. Desarrollar la economía nacional, que se traduzca promoción de un vigoroso crecimiento agroindustrial, diversificación de la producción primaria y recuperación y fortalecimiento de toda la red de servicios.
3. Liquidación de un sistema agrario estructuralmente injusto, absorbiendo la mano de obra rural excedente en los centros urbanos y promoviendo el desarrollo de unidades productivas cooperativas y no-cooperativas.
De la resolución positiva de estos desafíos históricos dependerá el futuro del país, de la Alianza Patriótica para el Cambio, de varios otros actores políticos, incluido el Partido Colorado, y del propio Fernando Lugo. Obviamente, no se trata de desafíos a ser resueltos en el breve lapso de 5 años de gestión, pero si se trata de caminar con firmeza en dirección a la resolución de los mismos.
¿POR QUÉ EL PARTIDO COLORADO GOBERNÓ POR TANTO TIEMPO?
Una cuestión que intriga a propios y extraños es cómo fue posible que el Partido Colorado se mantenga en el poder gubernamental por más de seis décadas. La respuesta es simple, pero es necesario entender la cuestión a fondo, pues lo que en apariencia es una distorsión, en la realidad tiene explicaciones científicas muy claras.
Parte de la explicación se encuentra en la forma en que llegó el Partido Colorado al poder, por la vía de un golpe de Estado, el 13 de enero de 1947, ocasión en que sus osados dirigentes no demostraron tener el menor escrúpulo para respetar la determinación asumida por el poder militar, entonces hegemónico, que se propuso encabezar el denominado "proceso de normalización institucional" sobre la base de un gabinete netamente militar.
Si lo del gobierno netamente militar era correcto o no desde la perspectiva histórica-abstracta, no viene al caso discutir, pues el desarrollo histórico-concreto fue otro y en definitiva es lo que vale.
El Partido Colorado tomó por asalto el poder gubernamental, entonces, en el marco de un complejo proceso, al final de la "primavera democrática", quebrando todas las reglas de un proyecto que con debilidades o defectos, por lo menos apuntaba a instalar un esquema de convivencia pluralista en el corto o mediano plazo.
El golpe de Estado colorado-militar tuvo como consecuencia directa la confrontación entre diversos sectores políticos y militares en el marco de la denominada "revolución del 47", guerra civil violenta, que dejó secuelas significativas de alto peso en el futuro del país. En apretada síntesis, habrá que señalar que el suceso histórico dejó en pie tres consecuencias muy negativas:
1. Las Fuerzas Armadas, cuyos oficiales institucionalistas se alzaron contra el impuesto nuevo orden colorado-militar, quedaron destrozadas. Alrededor de 80% de los oficiales de las Fuerzas Armadas se alzaron contra el poder impuesto, por lo que después del triunfo colorado, pasaron a retiro; a eso se siguió el proceso conocido como de "coloradización de las Fuerzas Armadas", o de subalternización del estamento al Partido Colorado, que es lo mismo.
2. La persecución inmisericorde a las fuerzas políticas derrotadas. Contra la alianza colorada-militar en el poder se alzaron los demás partidos políticos, Liberal, Febrerista y Comunista. Después de la derrota fueron proscritos y perseguidos con saña. Sus dirigentes y principales activistas padecieron de prisión tortura y destierro, lo que desgastó (y diezmó) severamente a esas fuerzas.
3. Se implantó una dictadura de partido único durante más de una década, lo que debilitó a las organizaciones políticas y privó a la sociedad de debates sobre problemas generales y puntuales.
El control colorado era tan completo, que hasta que Stroessner llegara al poder, toda la lucha política se redujo a pugnas entre facciones internas del Partido Colorado. Las demás expresiones políticas estuvieron ausentes, con signos marginales de presencia en la vida política nacional.
Después, entre 1954 y 1989, Paraguay soportó la más prolongada dictadura que conoció en su historia, marco general en que el Partido Colorado jugó roles esenciales, tanto en el campo social como político, lo que a su vez sentó las bases para la construcción de una maquinaria partidaria de envergadura, envidiable para cualquier otra fuerza del mundo.
Bajo el Stronismo se perfeccionaron todos los mecanismos de control y dominación:
- la persecución a los adversarios fue sistemática, salvaje en momentos y "tibia" en otros. Por ejemplo, cuando se dieron las incursiones armadas contra el régimen, en 1960, se asesinó de manera despiadada; pero en períodos de "dictablanda", en los años 1980 en adelante, se permitieron críticas moderadas.
- el ingreso a la Academia Militar o a la Escuela de Policía exigía como documento básico la afiliación al Partido Colorado, además de una oportuna "recomendación". De ese modo, el sistema aseguraba el control riguroso de las fuerzas públicas por parte del Partido Colorado.
- la obtención de trabajos empresariales y privados se aseguraba con la adhesión al Partido Colorado. Se formaron asociaciones de profesionales colorados, por áreas, como ser abogados, ingenieros,...
- las seccionales realizaban acciones de dispersión en los centros urbanos y de facilitación de trámites diversos en las zonas rurales. Estudios, enfermedades, defunciones, aniversarios, eran de interés para los operadores de base del partido de gobierno.
- la central sindical estaba directamente controlada por el partido. Los medios de prensa eran "persuadidos", por diversas vías, a minimizar las críticas y exagerar los logros alcanzados por el oficialismo.
En esas condiciones, si no resultaba imposible, por lo menos resultaba muy difícil articular acciones de oposición sostenida al gobierno.
Derrocado Stroessner, el Partido Colorado se agenció para prolongar ciertos esquemas de control político y social, propios del Stronismo. Como se decía, a decir de Stroessner, solamente faltaba él. De ahí que se sostuvo que la transición fue esencialmente conservadora.
Pero en las nuevas condiciones, debían montarse nuevos esquemas para garantizar el control, y entre los nuevos esquemas, tres fueron esenciales:
1. La subordinación de los medios de prensa a través del "poderoso caballero, don dinero", En forma de anuncios llovieron medios financieros a los medios, con la deliberada intención de ganar la complicidad de los mismos, en el mejor de los casos, el silencio de los mismos, en una situación peor, y la moderación de las críticas y cuestionamientos, en la peor hipótesis.
2. La precarización de las instituciones democráticas, sobre todo del Congreso Nacional, donde diputados y senadores recibían generosas ofertas en dinero a cambio de sus votos. Este juego tuvo una doble finalidad: asegurar el apoyo a proyectos de alto interés para los gobiernos colorados de turno, por un lado, y garantizar que el cuerpo de representantes fuesen vistos con desconfianza por la opinión pública, por otra parte.
3. Finalmente, a cambio de favores concretos, partes marginales del esquema gubernamental se cedieron a los partidos de oposición democrática más representativos, como ser la administración de la Controlaría General de la República, algunas embajadas de menor rango, y puestos marginales en la administración.
Es decir, combinando mecanismos que fueron desde persecución inmisericorde hasta compra de voluntades, el Partido Colorado se aseguró de no tener en frente, en casi momento alguno, adversarios políticos que pudieran amenazar su hegemonía.
Pero como todo esquema conlleva los elementos contradictorios, que necesariamente llevan al agotamiento, a la crisis y al fin, los mecanismos resultaron inservibles para la última fase y se mostraron insuficientes para prolongar el mandato colorado. El sistema en cuestión cayó por el propio peso de sus contradicciones internas.