LA VIDA COTIDIANA DURANTE LA COLONIA
Por MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ
LA HISTORIA DEL PARAGUAY - ABC COLOR
FASCÍCULO Nº 5
Investigación Especial Nº 3
Asunción – Paraguay
2012
Muchas de las rutas por las que hoy transitamos se abrieron durante la colonia. Nuestros antepasados las recorrieron a pie, a caballo, en carreta o diligencia, así como en la actualidad lo hacemos en ómnibus o automóviles.
CAMINOS REALES
Durante la colonia, los principales caminos públicos recibían el nombre de caminos del rey. También existían los tape po'i -caminos angostos- generalmente tortuosos y de corta extensión. Estos buscaban evitar el paso de arroyos, arenales, pantanos o alturas para facilitar el tránsito de las carretas.
El camino real más antiguo iba del fuerte de Asunción a Tapu'a (Limpio). Lo abrieron los indios carios bajo las órdenes de los conquistadores. El gobernador Domingo Martínez de Irala lo transitó muchas veces. Otro camino real llevaba a Tapyipery (San Lorenzo del Campo Grande), que es la actual ruta Mariscal Estigarribia. De ahí se abría en dos: uno iba a Capiatá y llegaba a Villarrica, y el otro pasaba por Itá, Paraguarí, hasta Itapúa.
También existían otros caminos reales, como el que conducía a Lambaré, donde los españoles tenían sus chacras; el de Ysaty, el de Ñu Guasú o Campo Grande, el de Tacumbú y el de Vera Cruz, hoy Eusebio Ayala, que empalmaba con el de Tapyipery.
KURUSU LEGUA
Así como a las rutas modernas el kilometraje se les ponen mojones o se lo señalan con un monolito, los caminos reales estaban marcados con cruces altas y grandes llamados Kurusu legua, para ser vistas desde lejos por los viajeros. Estas cruces se colocaban al borde de los caminos para indicar la distancia entre legua y legua; de allí su nombre (una legua francesa equivale a 4.440 metros, o cuatro kilómetros y medio aproximadamente).
CIUDADES, VILLAS Y CAPILLAS
En un comienzo, Asunción no contó con población civil y fue solo un fortín militar en la búsqueda de un camino a la Sierra de la Plata (Perú), además de constituirse en una valla o freno a la invasión de los portugueses.
VILLAS DE ESPAÑOLES
En el Paraguay como en toda América española, el siglo XVIII es de profundos cambios, en gran medida de desarrollo y despegue, debido principalmente al advenimiento al poder del reino, de los reyes de la familia borbónica, los que aplicaron reformas políticas y económicas en sus colonias.
Crece la población y se extiende el área de asentamientos. Si en el censo de 1682 había cuatro indígenas por cada criollo o mestizo, en el siglo XVIII el número de mestizos con status de español era superior al doble de los indígenas.
En ese tiempo se fundan las villas o poblados de españoles en zonas rurales, como Villeta, Curuguaty, Villa Real de Concepción, Villa del Ñe'embucú, Villa de San Pedro del Ykuamandyyú y Rosario de Cuarepotí.
CAPILLAS Y VALLES
Lo más característico de estos tiempos son las fundaciones espontáneas organizadas alrededor de una capilla. La gente fue saliendo al campo y se instaló por su cuenta, librada a sus posibilidades. Así se poblaron las tierras de la Cordillera y las del lago Tapaycuá o Ypacaraí, la región de Ajos (Coronel Oviedo) hasta llegar a Villa Rica.
Surgen las capillas como base de futuros centros urbanos; por ejemplo Capilla Duarte (Arroyos y Esteros), Capilla de Ybytymí, Acarahy, Loreto, Caraguatay, Capiatá y la de Luque, entre otras.
Además de las capillas o poblados urbanos, la gente gustaba radicarse en los valles debido a su clima agradable y a la permanencia de fuentes de agua que no se agotaban en verano.
RELIGIOSIDAD POPULAR
La nueva religión que llegó con la conquista, la del Obispo y los sacerdotes, la de los misioneros franciscanos y jesuitas y la del conquistador, se coloca frente a la religión de los indígenas como la única y verdadera. Rechaza las ceremonias y creencias de los nativos y en su reemplazo impone la doctrina católica. Los ritos indígenas no desaparecieron, pero si se mezclaron con las celebraciones cristianas, dando origen a la religiosidad popular.
CHE VALLE
El valle fue perdiendo su sentido físico-geográfico para tomar un significado de geografía humana.
Los lugareños acostumbran llamarse unos a otros che valle -mi valle- que era como decir mi compueblano, mi pariente, mi paisano, nombre cariñoso que hasta hoy trae consigo deberes de ayuda mutua dentro y fuera de la patria chica, donde el parentesco es frecuente entre sus habitantes.
FESTIVIDADES RELIGIOSAS
Las fiestas patronales de los pueblos del interior del país son un reflejo de lo que fueron las celebraciones populares durante la época colonial. Tanto en la ciudad como en las villas y pueblos de indios, los festejos en honor al santo patrono eran motivo de animación y contento de toda la población. La devoción a San Blas, patrono del Paraguay y a la titular de la ciudad, la Virgen de la Asunción, se constituían en las atracciones religiosas y profanas más importantes de la Asunción de antaño.
El encargado de organizar los festejos en honor a los dos patrones era el Cabildo (Municipalidad). En la víspera del día de San Blas, la imagen del santo era conducida desde su templo hasta la Catedral y luego de la misa mayor, se daba inicio a la procesión. La misma estaba encabezada por el alférez real, que iba a caballo con el estandarte real; a continuación seguían los miembros del Cabildo secular y eclesiástico, los sacerdotes, religiosos y más atrás, el pueblo en general.
Para el regocijo público, los cabildantes organizaban los días de corridas de toros, juego de cañas y galopas, encargándose los señores alcaldes de la ciudad del alumbrado público y cercado de la plaza.
También se rendía culto a San Roque, segundo patrono del Paraguay, abogado contra las pestes, plagas y sequías. Lo mismo que a los titulares de las iglesias conventuales de Santo Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís y la Virgen de la Merced. A esta imagen rendían culto los negros esclavos y libres llamados "kamba la Mercé", o negros de la Merced.
SEMANA SANTA
Una de las celebraciones religiosas más importantes era la de Semana Santa. Aún la gente más pobre tenía en su mesa del Jueves Santo una comida abundante, aunque fuera la única del año; de esa forma recordaba la última Cena de Jesús con sus apóstoles. El Viernes Santo se vivía con gran respeto y recogimiento, mucho más que la Pascua de Resurrección de Cristo. El rezo del vía crucis con el canto de los estacioneros ha llegado hasta nuestros días, principalmente en las zonas rurales.
También se celebraba el kurusu ára -día de la cruz-, en el que la gente del pueblo adoraba la cruz y la adornaba con chipas en formas de palomitas. En esa actividad participaban los niños y niñas del vecindario.
En las reducciones franciscanas y jesuíticas se festejaban al santo patrono con misas, procesiones y diversiones. Para el paso del santo, los indígenas levantaban arcos hechos de takuara cubiertos de ramas y flores silvestres. Las mujeres usaban un typói o túnica negra y llevaban en sus manos unos braseritos de barros, y durante la procesión iban quemando hierbas y resinas aromáticas en honor al santo patrono.
Embarque de naranjas en el Puerto de Villeta
LA VIRGEN DE CA'ACUPE
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII cobra fuerza la devoción a la Inmaculada Concepción o Virgen de Ca'acupé, en el valle del mismo nombre. Según la leyenda, la imagen fue encontrada por el indio José, de la reducción franciscana de Tobatí, en el lago Tapaicuá, hoy Ypacaraí. En este caso la leyenda tiene alguna fundamentación real, ya que la talla de la Virgen procede efectivamente de Tobatí.
Se sabe por un documento de 1769 que el párroco de ese pueblo hizo entrega de dicha imagen a los habitantes de Ca'acupé y en torno a ella se construyó una capilla, la que dio origen al pueblo y a la devoción a la Virgen de los Milagros.
Fabricación de Sombreros de Karanda´y
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Fuente digital: www.abc.com.py
Registro: Agosto del 2012
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