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SUSANA GERTOPÁN

  LA CASA QUE ME ATRAPÓ - Por DELFINA ACOSTA - Sábado, 31 de Diciembre de 2022


LA CASA QUE ME ATRAPÓ - Por DELFINA ACOSTA - Sábado, 31 de Diciembre de 2022

LA CASA QUE ME ATRAPÓ

 

Por DELFINA ACOSTA

 

Escritora y poeta

delfi24acosta@gmail.com

Susana Gertopán irrumpió, en 1998, en la novelística contemporánea paraguaya, con un inolvidable libro que reveló sus innegables cualidades literarias: Barrio Palestina. Es autora de 13 novelas, algunas de ellas fueron traducidas al inglés, portugués, bengalí, hindi, alemán, francés.

Leí con gran interés su novela inicial donde ya se manifestaba su estilo clásico y audaz. Recuerdo, desde luego, que hice una valoración crítica en torno a la obra (en un periódico de Asunción), donde señalé el poder transformador de su palabra, es decir, su lenguaje.

Hoy tengo ante mí La casa de la calle 22, que lleva el sello de la editorial Rosalba. Un libro con olor a imprenta, a novedad literaria, aunque es mucho más que eso, por las razones que pasaré a señalar. Voy por el inicio. Entré a la casa, vale decir, entré a la esencia, al corazón palpitante de la novela. Casa poblada por raros espíritus. Confieso que el ambiente me asombró. De inmediato se cerró el acceso imaginario detrás de mí. No sabía lo que me aguardaba, pero la curiosidad ya estaba despierta en mi mente. Así se abre la puerta:

«Ema solo dejó un álbum de fotos.

Se trataba de una libreta de cubierta ajada y deslucida, igual que las fotografías que se encontraban dentro, ordenadamente adheridas a un cartón negro. Eran todas imágenes borrosas de personajes cuyos rostros parecían recubiertos por un velo enmohecido. Seres anónimos que nunca conocí y de los que tampoco había oído hablar. Lo único que recuerdo de aquel álbum era el apego que Ema mostraba hacia él. En varias ocasiones la encontré en un rincón de su cuarto meciéndose en un sillón de mimbre desvencijado, con los ojos cerrados, entonando una melodía triste y el álbum pegado al pecho, como si acunara a un niño».

Los 84 capítulos del libro son sostenidos por el evidente conocimiento de la forma, la estructura argumental, las perspectivas, los diálogos y la profundidad.

El lector necesita sentirse seguro de la calidad literaria de una novela para leerla con gusto, para saborearla, para elevar el barrilete de la imaginación, para meterse en la tentadora piel de los personajes, el protagonista, el deuteragonista, para viajar al centro mismo del placer. No nos mintamos: el lector es exigente. Siempre lo ha sido. Y lo será.

Ahora bien, los lectores que entren a la casa de la calle 22 se sorprenderán ante los diversos escenarios anímicos y sicológicos. Esos escenarios son sombríos, a veces; pero, esencialmente, atrapan.

Por la magia que le fue dada, Susana me ha hecho recorrer el mismo camino que ella ha recorrido. Sentí sus temores, me alegré con su buen humor, brindé por sus triunfos, abrí los ojos a sus esperanzas.

Gertopán ha dado vida a un lenguaje nuevo, de inesperadas revelaciones literarias, que ha de abrir otra manera de hacer novela, no solo en Paraguay, sino en distintos territorios.

Me ha gustado su tono confidencial, intimista, en los capítulos donde el amor asoma y se desnuda con ardor.

La investigación señalada en el texto es una bebida deliciosa, que tiene gusto a realidad y fantasía.

Su excelente literatura me ha hecho pensar en la capacidad para el vuelo que todo escritor lleva consigo, pero que solo se desarrolla con la diaria entrega a las páginas en blanco y al teclado.

Nina y Ema, dos vidas; dos estrellas en un cielo oscuro; dos existencias marcadas por un pasado muy doloroso. Esas dos mujeres son quienes se meten en la temática de la novela, con sus sellos ideológicos, sus historias familiares, sus costumbres religiosas, sus duelos, su visión del bien y el mal, sus temores y esperanzas. Ellas dan los giros, cambios de tono y suspenso.

¿Por qué escribir? Porque la realidad necesita de líneas, de párrafos, de capítulos, para ser el testimonio de un tiempo, una presencia, una vida.

Leyendo el libro que en estas líneas reseño, se reafirma mi convicción de que la literatura paraguaya, a través de sus mejores exponentes, como Susana Gertopán, está en condiciones de dar brillo internacional a nuestras letras.

Ningún buen libro es el resultado de la improvisación. Cada obra refleja el diario esfuerzo intelectual, la evolución en la estética, el crecimiento en las claves fantásticas.

Imagino a Susana trazando una infinita calle de palabras. En perfecta fila ellas avanzan, se van, como si necesitaran salir de la mente que las creó, para ser no solo una novela, sino una necesaria continuidad de la autora. Deseosas de aire, de viento, de horizontes, de ojos que las miren, esas palabras seducen, inquietan, se envalentonan y despiertan sentimientos tan inesperados como genuinos.

La búsqueda de las raíces, el sentido de la observación de las fragilidades humanas, marcan este libro que es, literalmente, antológico.

No hay sentimentalismos edulcorados en el texto, solo sentimientos; algunos son reveladores del dolor más acentuado y lacerante: «Las hojas gemían. En la lista de desaparecidos figuraba toda la familia de Ema. Fueron llevados hasta allí para ser fusilados, luego de cavar sus propias fosas».

La casa de la calle 22, que se desarrolla muchas veces en planos sicológicos y anímicos, es la consecuencia de la detallada organización de las ideas, de la búsqueda de la perfección, de la pasión por la expresión escrita.

Los relatos políticos aportan mayor identidad a Nina, de modo que sea posible (para el lector) ubicarse en el contexto dictatorial que agobió, por décadas, al Paraguay.

Me pregunto: ¿es posible crear un mundo nuevo dentro de la grisácea sucesión de días, de la monotonía? A partir de la literatura, sí. Nuestra escritora, desde las múltiples posibilidades literarias, entrega a los lectores la llave de una casa tan fantasmal como cierta, tan ficticia como humana.

Ahora les invito a entrar por la puerta. Les aguarda una literatura sin límites, sin márgenes, sin orillas.

Bibliografía

Susana Gertopán tiene en su haber una importante colección ilustrativa de su paleta literaria:

Barrio Palestina (1998).

El nombre prestado (2000).

El retorno de Eva (2004).

El otro exilio (2007).

El equilibrista (2009).

El callejón oscuro (2010).

El guardián de los recuerdos (2012).

El fin de la memoria (2014).

El señor Antúnez (2015).

Primera pregunta (2017).

Todo pasó en setiembre (2019).

La mesa está puesta (2022).

Es autora de 13 novelas, algunas de ellas fueron traducidas al inglés, portugués, bengalí, hindi, alemán, francés.

Formó parte de talleres literarios dirigidos por los profesores Hugo Rodríguez Alcalá, Carlos Villagra Marsal y Osvaldo González Real.

Ha recibido algunos premios entre los que se pueden mencionar:

Premio de Novela Lidia Guanes 2010 (por El callejón oscuro).

Premio Municipal de Literatura 2016 (por El señor Antúnez).

Premio Nacional de Literatura 2021 (por La casa de la calle 22).

 

 

 

 

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Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección CORREO SEMANAL

Sábado, 31 de Diciembre de 2022

 www.ultimahora.com

 

 

 

 

 


 

 

 

 

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