PREMONICIONES
Autor: ESTEBAN CABAÑAS
© CARLOS COLOMBINO
Alcántara Editora,
Colección Poesía, 47.
Asunción – Paraguay
1986 (81 páginas)
Acción de máscaras que se desplaza velando el olvido y la nostalgia, vigilia aguda de las formas que se reconocen o se apartan en la espléndida marejada de los días, la escritura de ESTEBAN CABAÑAS (Concepción, 1937) congrega al amor y sus desamparos últimos, su oscura faena de raíz procurando ser fruto sacudido.
En esta segunda muestra de la poesía de CABAÑAS que se precia en editar ALCÁNTARA, los viejos pronunciamientos de la pasión se articulan en una semántica acaudalada, con un ímpetu de colores e imágenes cambiantes que bien confiesan al gran artista visual que las expresó.
1
Viento que trae la espera
no detengas tu azotado sonido
no extiendas tu paso leve
ni tu voz que aquieta el sueño
nombre las cuatro lindes
ni en la cuenca de los ojos
reavive un nuevo brillo
Acércate al laberinto
que el ser aventa y sojuzga
Ya en los umbrales del miedo
pasa la tarde escondiendo
un anhelo traficante
de un dolor sin mariposas
de un dedo señalador
de quien migaja recuerdos.
No estoy en este misterio
el primero
No intento mirar tu rostro
donde la muerte ha cegado
sus dos monedas de polvo
Ni aquí ni allá
todavía
Ni en este cuenco sin fondo
donde un río remontado
despeña su espejo
acaso
Allí ya nadie se mira
tu rostro se ha vuelto cera
y el muerto crece en lo oscuro
hecho de carne huera.
2
¿Por qué antiguo ritual
se vuelve máscara tu rostro?
De tus innumerables rostros:
uno que cambia y nutre
aquella línea azul
donde tu boca se traga
todas las palabras.
Este segundo misterio se aproxima
cuenta un aire de cosas impresas
y huellas de una mano que no se identifica
Una mano congelada en un papel
en una carta
En el picaporte
y el ámbito incierto de la angustia
Al sacarse la máscara
no queda nada.
3
El tercer misterio es el de tu boca
que ha olvidado su amargura
en esa risa fácil que esconde
la tercera máscara
Porque la piel no es la piel
cubriendo el gesto exacto
de un estudiado atuendo
ni la palidez de una sonrisa
desvaneciéndose en el agua
El ojo un agujero por donde se mira el cielo.
4
El cuarto misterio no delata su presencia
está lleno de huecos
dejados en un juego de azar
huellas de un desesperado tiroteo
en una calle vaciada de pronto
de sus motores
de sus caballos rugientes
y el rostro caído en la vereda
apenas una máscara que no tuvo tiempo de huir
Me acerco hasta ese rostro ya callado
y le digo
que duele estar solo en esa calle
y que el río tarda
y las noches
me acercan otras máscaras otras voces
otros rostros que también se parecen
pero que están muertos de su muerte.
5
Máscara
no te conozco
no eres mía
ni lo que persigo:
el anhelo suave de una voz y el ansia.
De dónde vienes
tu piel no exhala aromas
ni rastro
ni rumores.
Alguien responde:
es la que no se hizo para usar
la máscara final
la que no tiene tiempo.
6
Máscara que asume el viento
separado de su rama
hoja que asume un árbol
fuera de la tierra.
Por el arenal la calle
La calle de cada piedra
y la piedra en algún dedo
recuerda la luz que fue
enterrada en la dulzura
de la primavera.
El ojo es un agujero
profundo
El agua refleja otra nube
otro cielo
y lo que cabe en ese ojo
lo que escapa
lo que huye
queda así atrapado
en el pozo.
7
Máscara de los siete dones
Llora en sus ojos ausentes
una lluvia que no tiene
cómo llenar una gota
Su dureza es de piedra
sus orificios oscuros
y sus habitantes ciegos.
De allí surge el aire
y el sinfín
y el universo.
8
Soy esta carne de estopa
esta premura insistente
esta razón que me inventa
en un lugar que no veo
Me duele esta blanda cáscara
que enarbolo sobre el día
y el espejo que devuelve
la cara del otro espectro
y me pregunto:
por qué no rompo la máscara
y la arrojo a ese río
Ese río sin riberas
esa palabra:
vacío.
9
Cada máscara un tiempo detenido
cada una en el tránsito
hacia alguna ventana
Detrás de cada una
la que espera
con el latido inquietante del anhelo
detrás de cada una
el peligro de estar preso
y sin embargo
atreverse al desafío
de salir de la cáscara
es ya un paso
¿Soy yo mismo
o el río que cambia permanece
más que la piedra inmutable?
10
Buscar el rostro
es tarea unívoca
deshojada infinitamente
Cada uno arranca en su despojo
el secreto perenne:
el uno nos remite al otro
y el tiempo así desovillado
otorga al presente su terca mudez
su vano ritual
su cárcel inmediata.
Tantas máscaras fuimos
que al final es inútil conocernos
en la próxima.
Cómo saber si de alguna no diremos:
fue la más lejana
quizás la más esquiva.
Aquí ya están los rostros
numerados
Todos tienen sobre la cara un sueño
convertido en tierra.
36
No estoy
Largo tendal en el costado abierto
orillas remarcando algún silencio abrupto
No estoy
Acantilados
alcobas repetidas hasta el final del tiempo
No estoy
Avenidas y calles del desierto
despobladas ciudades
iluminados trenes
cruzando una noche, la misma siempre
No estoy
Entre todas las cosas parecidas
los objetos tribales: amuletos
el prisma y los horarios
y el espejo
sin reflejarme
Al cabo de una larga mirada
derrite su azogue
sobre la mesa de luz
desdibujada
No estoy
Ni en el tiempo preciso
ni en la parte furtiva.
37
No sea que te llame
y acudas
sólo en un aroma
en la luz de la niebla
o en el reflejo
de un caracol sin forma.
38
Pasado rotundo
brevemente remoto
en el mar de las ramas
yo te invoco:
delirante remanso
donde abreva
el más intimo rostro
el que- negamos
pero al que se, remite
nuestro último gozo
y nos obliga
a enamorarnos.
INDICE
1. Viento que trae, 2. ¿Por qué antiguo, 3 El tercer misterio, 4 El cuarto misterio, 5 Máscara, 6 Máscara que asume, 7 Máscara de los siete dones, 8 Soy esta carne, 9 Cada máscara, 10 Buscar el rostro, 11 Enterramos, 12 ¿Por qué no te pintas, 13 Esconder las cuatro formas, 14 Opinarnos que estas formas, 15 El fuego seduce, 16 El devenir amontonado, 17 Reconoce la máscara, 18 De rostro a rostro, 19 La tarde en el principio, 20 Sombra de tigre, 21 Duro cuenco, 22 El infierno ha llegado, 23 Sobre el cuerpo, 24 Con historias, 25 Hemos escrito, 26 Algo está aquí, 27 Ciertamente, 28 Para quererte, 29 Ya nadie podrá robarnos, 30 Ardiente músculo, 31 Dónde va el amor, 32 Adiós y el sueño, 33 Aquí la silla, 34 Tan vacía estaba, 35 Un cielo dos palabras, 36 No estoy, 37 No sea que te llame, 38 Pasado rotundo.
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Ilustración del poemario
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ESTEBAN CABAÑAS, 2000
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