EL TIEMPO, ESE CÍRCULO
Poemario de ESTEBAN CABAÑAS
Ediciones DIALOGO
Diseño de tapa: OSVALDO SALERNO
Asunción - Paraguay
CIRCULOS
1
La razón del círculo es imitar su cola sin principio
el posible regazo de la nada
su ojo anticipado a medianoche
como un sol
su redonda potencia
su complicada lumbre única
su soledad partiendo desde el centro
donde no llega el fin
ni donde gira el cordón cerrado del infinito
2
Qué soy yo
sino una piedra vuelta
cuyo rostro ha caído
Qué soy yo
sima el revés de un traje
al final de un ovillo
El círculo no soy yo
ni la evidencia
sólo un fin
que no se identifica
3
La soledad tiene la voz de la piedra
la soledad que muerde su despacioso aumento
como un furioso tren desenredado
La soledad que muestra su rostro resguardado
por horizontes quietos y brújulas sedientas
la soledad del viento cabellera de aire
cubre un campo viejo de cegados árboles
que desgarra su propia cola enhiesta
sin obstáculos
la soledad de la raíz sin tronco
la soledad del libro sin mirada
de un dedo solo de mano mutilada
la soledad sin respuesta
la soledad del grito desovando
pobre espejos caídos sin imagen
la soledad parada como un pito
de cópula siniestra
la soledad vestida de relojes
sin memoria posible
4
Suplir la piedra y encontrar el aire
donde el sueño se incuba su vigilia
y el silencio en ruidos permanece
En el principio los círculos cerrados
donde el pie la cabeza
Todo tiende hacia nada
y lo eterno descubre
el tiempo de morir
5
Dar la vuelta
es realizar el recuento
la insistencia del día que no cesa
No es un aire ni un pájaro entendible
Es un poema negro
como un signo vacío
Yo soy aquí con esta voz
con estos ojos
el más ciego y el más silencioso
porque no tengo nada sino esto
Porque este sueño vano de ser otro
es como ser libre
6
En el eje que no domino
el caminar ladea su sombra
y es el suelo que estira su solidez
fuera de sus limites
Quién está marcado
quién amarra el aire
de qué seca semilla nace el silencio
pero es el seno un zapato sin pie
una envoltura
un olvidado aire
un sol un rio un ave
un volverse lentamente hueco enorme
un pozo de metal inútil
en que el eco golpea su repetido eco
La cáscara que enarbolo en el eje
no es mi rostro
7
Qué traición apreciable es este rostro
sin mirada ni grito
El tiempo esconde a la tormenta su despeinada mano
dividida por hebras sin destino
Oh materia de animal apagado en las ventanas del sueño
sin reflejos en el ciego cristal
que asume sus estrellas de hastío hasta morirse
8
Porque este rostro es una herida
una herida que habla
y que repite otra herida
porque este rostro se pronuncia como un rostro
sin poder evadirse de sí mismo
parque evadirse es todo un eterno círculo
uno se encuentra al fin sin vuelta posible
y porque no existe la posibilidad de encontrarse
de otro modo
9
Subo en la burbuja del tiempo
sin sostener la piel
sin empujar su anhelo
solo en el aire del espanto
con los pájaros negros aplastados
contra el cielo
Desplumada la tarde
hacia el otro camino más leve
donde deja su traje el otoño
y las hojas grabadas de inquietud
tiemblan al paso
allí
en su esfera de vidrio
se refleja mi mejor rostro
el más perfecto
el que adivina su muerte
10
El rostro que ha pasado guarda el secreto
el sin sentido
la imposible razón no admitida
la espalda del momento
La rapidez del aire lo evapora
con el olor de la nada
Ya no ocupa su boca la palabra
y la sed le traspasó los labios
las manos trasparentes
se han comido los senos de la noche
quedando como dos cuencas vacías
Sólo El camina sin pasar
por su dormida secuencia
11
El rostro cae como fruto inútil
y el tiempo devora su cola de infinito
el puño marca la encendida violencia
con salvajes fuegos
con heridas que escapan a la sombra
de un ojo decisivo.
Ya nadie rescata su vengativo impulso
y el cuerpo levanta su máscara imposible
12
No inclinarse en el pozo desatado
del círculo infinito
por el ojo sarcástico
no mirarse en espejos diferentes
no cerrarse con puertas imposibles
sobre bocas abiertas
no llegar a transponer la línea
que impone el límite
porque llegar aquí es aceptar la muerte
13
Invitado al poniente
rebasando la orilla que no se detiene
como una cinta amarga
con zapatos que ocupan el sitio equivocado
el cordón desatado por el tiempo
donde camina el pie de la nada
allí sólo hay un ámbito oscuro
arañado por hambres
cercado por el agua
de un enorme lago muerto de sed.
14
El agua nos remite la frescura del ansia
el sabor conocido y la espera aplacada
la transparencia nítida que intenta desatarnos
y avisar con su nombre la licuada esperanza
su espejo el alto avance del dolor nos devuelve
como moneda falsa
nos rotula la boca el ojo decisivo que nos mira
Ya nada puede hallamos
sino su voz callada
el mudo movimiento del agua no contesta
y bajo el dolor mismo con su gota que empaña
el cristal antiguo
enamorado
15
Este andar escondido
donde el pozo enceguece su hondura
y se desplaza desde el centro de la infamia
cuerpos y sombras nacen amarrados
al difícil eje que gobierna la mano
detenida en el gesto inacabable
en el lugar que deja sostenido
su grito de sueño delirante
Ya este andar escondido le golpea
Ya le abren sus agujeros ciegos
ojos de tierra en el costado
lanza penetrante
esta mano que cierra su vacío
16
Para él
no es el muro solamente
sino la ausencia del muro
no es un tiempo
sino que el tiempo ha muerto
no es que el dictador ha muerto
el dictador persigue todavía su inevitable sombra
su enceguecido ojo perturbado por inocentes vírgenes
no es que el ojo mire
ni crezca el labio
ni su mano vieja de lujuria con su costra sedienta
se encuentre en otra mano
él persigue otra cosa
no es el muro solamente que envejece de pronto
ni el tiempo que ha muerto
ni la ausencia del sentido completo
porque si todo el tiempo persistiera para él solo
se habrá hecho inmortal
17
Aquí la libertad
habita de nuevo su gran cueva velada
y la luna regresa
hacia el hueco que dejó en el agua
Aquí tirita el sueño
su lucidez sin pausa
en vigilante espera
Enhebrado de soledad
el perro de la duda
perseguido de sombras
Y aquí esta voz que retrocede
hacia su enorme boca triturada
18
Cómo espantar del sueño
los duros animales de mí mismo
y levantar el alma desde otra cobardía
que no tenga el sonido que conozco
correr por el inventado pasillo de salida
huir hacia la izquierda
para volver tapiadas las palabras
Enfilar al poniente
por el centro del aire
atado por hilo y clavo
la suerte se desplaza
siempre sobre los mismos puntos
Los muros que rodean retornan al principio
desde otro círculo
la piel grabada por los siglos
despliega su oscura geografía
La búsqueda es en vano
la historia detenida en el comienzo
es un solo muro es un río es un sol
es muro que vuelve a ser un muro
un muro que se cierra
un muro del que huyen las puertas
19
Aquí nada cambia
ni nadie se despoja de nada
sólo el aire se cuela por el vacío
inflando vientos o grandes globos ilimitados
Aquí la voz repite con poderosa inercia
sus siglas peregrinas
en reposados ecos sin turbarse
el silencio mastica sus huesos triturados
y la mirada cae sobre los pies del tiempo
como un animal muerto
Aquí duerme la siesta acuchillada en dos
nadie la pierde ni la despierta
20
No te crece la hierba
ni te requiere el viento
ni los hondos lunares
del sueño te reclaman
te destrozan la tarde
los pájaros del tiempo
y horadan de agujeros
tu noche sin reparo
Sitio de antiguo nombre
donde un río sin cesar devora tu cintura sin límites
y los perros sueltos trepan la sangre de tu pozo oscuro
Aquí está tu migaja
sobre la piel del hombre
al revés de la sombra
los cabellos te hilan una cabeza muerta
1966/68.
SOBRE CIRCULOS
Qué pobre diablo es el hombre del siglo veinte: a solas entre la muchedumbre que le rodea, torturado por el miedo y por la duda, amenazado por su propia tecnología o, peor, por una tecnología ajena sobre la cual no tiene ningún control, y sin el amparo del contacto viable con otros seres humanos. Esta soledad, esta enajenación, la cual ha de ser el tema clave de nuestros tiempos, como lo era la libertad para los Románticos del siglo diez y nueve, forma gran parte de la temática de la obra poética de Esteban Cabañas.
En LOS MONSTRUOS VANOS, su primer poemario (1964), Cabañas evoca esta soledad que experimenta el hombre contemporáneo con un poema que desarrolla el tema con la repetición casi letanesca de la palabra "deshabitado":
Deshabitado el viento, yo busqué la paloma
Deshabitado el pez, hallé los ríos.
Deshabitado el hombre, su soledad tenía
la vestidura de sus huesos.
Deshabitado el tiempo, su angustia se ladea
como viejo caballo sin querencia.
Deshabitado el lento deshacer de sus horas
en su cristal de fuego innumerable
la soledad de Dios muestra su espalda vacía. (1)
(1) Esteban Cabañas, Los monstruos vanos
(Asunción: Ediciones Diálogo, 1964), pág. 8.
El verso final de este poema nos presenta una imagen de la negación de Dios, una imagen que demuestra en primer lugar que Dios rechaza al hombre (le "muestra su espalda") pero que también demuestra que es una negación de sí mismo, porque es vacía la espalda. Dios es, por eso, ni más ni menos que una fachada sin interior creada por el hombre, y esta imagen de la espalda vacía subraya bien esta preocupación del hombre frente a la nada.
Otro poema de esta primera colección tiene la misma temática y es una adumbración de CIRCULOS, esta colección de poemas cuya impresión LOS MONSTRUOS VANOS anticipa por diez años. Cabañas emplea en "La esfinge" la imagen de esta criatura mitológica con su adivinación sobre la vida y la muerte para encadenar así el desarrollo del tema:
... vuelve su risa y su dolor a un tiempo
a ser palabras de su boca antigua
a nacer y morir
en esa misma soledad que le destruye
y le crea sin cesar. (Cabañas, pág. 5).
Vemos en estos versos del poema la naturaleza infinita, siempre repetida, de la vida y la muerte y de la soledad destructiva que este ciclo mantiene, que es la clave preocupación de CIRCULOS.
CIRCULOS es una colección de veinte poemas (número redondo, cifra global) escritos entre 1966 y 1968 dentro de que Cabañas emplea múltiples imágenes para desarrollar su tema de la naturaleza cíclica de la vida y del anhelo que siente de trascender el ciclo -sea el círculo mismo, el rostro, o el pozo, que son los motivos principales que usa el poeta y cuya ubicación dentro del poemario sugiere tres etapas o "círculos" de los cuales (juntos con las demás imágenes circulares empleadas en los poemas) viene el título de esta colección.
Los primeros seis poemas desarrollan el motivo del círculo mismo, planteando la cuestión con los versos iníciales del primer poema:
La razón del círculo es imitar su cola sin principio
el posible regazo de la nada
Luego el poeta continúa con varias imágenes que sugieren el círculo -el ojo, el sol, la repetida soledad, el eje, la acción de dar la vuelta- pero Cabañas siempre emplea éstas dentro del contexto central del círculo mismo:
el círculo no soy yo
ni la evidencia
sólo un fin
que no se identifica (2do. poema)
Y el silencio en ruidos permanece
en el principio los círculos cerrados
donde el pie la cabeza
Todo tiende hacia nada (4° poema).
Cabañas pasa luego al desarrollo del motivo del rostro, su segundo "círculo", y hace la transición entre los poemas que terminan el "círculo" sobre el círculo mismo y comienzan el que desarrolla lo del rostro así:
La cáscara que enarbolo en el eje
no es mi rostro (6° poema)
Qué traición apreciable es el rostro
sin mirada ni grito (7° poema)
Y desarrolla aún más su tema con este motivo del rostro, que es la especie de círculo por el cual los seres humanos tratan de identificarse. Es así que se distinguen el uno del otro. El rostro es nuestra imagen individual, y es por esta individualidad que cada hombre logra el reconocimiento, su propio significado, pero Cabañas maneja esta imagen con tal de que sirva de motivo irónico.
El rostro se ha convertido en rostro sin individualidad, lo que quiere decir que no hay tal reconocimiento individual y, por eso, no existe el significado personal de los seres humanos. Son círculos anónimos dentro del confín del círculo definitivo de la existencia.
Por eso escribe Cabañas de la "traición apreciable" del rostro agregando después: (7° poema),
Porque este rostro es una herida
una herida que habla
y que repite otra herida (8° poema).
Y así plantea este motivo del rostro como una extensión más del círculo que tanto quiere trascender el poeta, hasta confesar que:
El rostro cae como fruto inútil
y el tiempo devora su cola de infinito (11° poema).
El último "círculo" de esta colección de círculos concéntricos de motivos temáticos es el del pozo:
No inclinarse en el pozo desatado
del círculo infinito
por el ojo sarcástico (12° poema).
Cabañas emplea este motivo con otras imágenes que sugieren este pozo-círculo: el agua, el espejo, el ojo, el muro circular, y la luna. Todas son imágenes que sugieren el pozo que es también otro aspecto del círculo, clave del tema central de esta colección.
El pozo, la fuente de agua que le mantiene la vida al hombre sugiere la posición irónica del hombre, porque mientras que el agua es necesaria para la vida, sirve también como espejo, reflejando al hombre como de veras lo es, penetrando así a todo ser humano, mientras que el muro redondo del pozo es otro círculo que subraya la naturaleza cíclica de la vida y (como todo muro) que también sugiere que está preso el hombre -tanto el hombre cuya cultura es de una gran tecnología como el hombre dentro de los estrechos confines de un país subdesarrollado- dentro del círculo de la existencia misma.
Este es el "ojo sarcástico" del 12° poema que anticipa "Los muros que rodean" del 18° poema, los muros que:
... retornan al principio
desde otro círculo (18° poema).
Se puede ver, entonces, como Esteban Cabañas emplea estos círculos concéntricos para mantener un equilibrio feliz entre la forma de su poesía y el contenido de ella. Las imágenes circulares recalcan cada etapa o "círculo" que sirve para desarrollar el círculo principal del tema, pasando de poema en poema, de círculo en círculo, sin romper la continuidad con el empleo de puntuaciones, logrando crear así una obra con unicidad total.
C. R. Carlisle
Asunción
21 de octubre de 1974
SITUACIONES
a Ticio
UNO
En el viento que agita un laberinto
palpita apenas el temblor
de un animal herido:
los fusiles hallaron sólo cuerpos y cuerpos
atravesando la carne en ese punto
que acaba con el sueño y la palabra.
Pasaron de a diez
de a veinte
de a cincuenta
revisaron la casa
levantaron el techo
cortaron las manos que yacían
sobre alguna almohada.
Después, algunos despertaron
para morir en un reducido cuarto sin misterio
donde alguien escribe sobre la piel de un hombre
una señal indescifrable
donde alguno se divierte extirpando las uñas,
donde todo sucede
en un país sin nadie
en un cuarto sin puerta.
D O S
Ya enumeras la tarde
ya escribes en el aire y sueñas en el viento,
ya puedes trasponer el tiempo
en una línea;
ya está tu piel marcada a latigazos
cubierta y descubierta por escamas
de sangre deshojada.
Te han sacado los ojos
y te miran
desde la otra orilla.
Se acumuló el recuerdo de tu sonrisa
sobre una mueca endurecida
Se enredó entre tus manos la caricia
-piedra tallada por el sueño-
se acabó en tus pies
el camino.
T R E S
No hay espacio para nombrar tu nombre
no hay un sitio donde caber de canto
no hay pedazo de tierra al que gritar el sueño
no hay un gesta que señale la puerta
y no hay puerta que nos dé la salida.
No hay lugar para la duración del tiempo
no hay espejo que nos detenga el rostro
ni rostro que poner a la muerte.
CUATRO
De arriba se despeñan las palabras
con la fiereza con que se escupen piedras
De arriba viene el viento de la libertad
sin palabras
arriba
a borbotones las burbujas del sueño revientan
Abajo
muy abajo
en lo oscuro
los ojos se iluminan.
CINCO
Por la ventana atropellados sones
viento oscuro
con manos de ceniza, subieron las paredes
pisaron cada paso mancando con su peso
las señales sin prisa
sacudieron el rostro
escupieron palabras
abrieran con un gesto las puertas.
Salieron de la casa
sólo dejaron los muertos
SEIS
Primero fue el silencio
y Ana regresó desde el recuerdo
poblada de recuerdos.
Primero fue el silencio y ya estaba
nutriéndose el espacio de un agudo dolor
lleno de espanto.
Después fine un golpe rudo
como el cerrar de una puerta
y lo oscuro fue dándole a su rostro
el aspecto dormido de un muñeco.
Para Ana fue preparado un sueño
sumergida en el agua
corroída de agujas que dejaban
un hilo suave del color de la sangre
y de aroma dulce,
Ya luego vinieron las preguntas
enardecidas
hoscas
insistentes
desde una luz que hiere hasta el fondo del tiempo.
Mucho más tarde entraron cinco hombres
para abrirle las piernas
con un silencio rudo deshojaron el viento
y Ana vio como un rostro caía hacia sus ojos
después vino otro y otro y Ana huyó hacia atrás
hacia otro sueño.
Luego con un cuchillo hurgaron por adentro
por si había un sendero o algún cuarto
le sacaron pedazos de misterio,
alguna cinta azul
alguna rosa
o un niño que no estaba aún
muy callado, muy tieso, muy perdido;
ella no vio qué hicieron con sus uñas
deshojadas una a una de sus manos
quizás un girasol
o una sonrisa.
Cuando sintió que terminaba el aire
se abrió la puerta sal fin
y ya fue libre.
SIETE
Era un hueco con la misma medida de un hombre
Era un hueco de uno ochenta y siete por cero setenta y dos
y cero cincuenta de alto,
la medida del límite de un hombre
el límite cero setenta y siete metros cúbicos de aire
sin ranura ni grieta.
Era una piel que envolvía la piel
como otro límite
donde todo concluye y recomienza
con la vaga presencia de la sombra.
Era una herida cerrada con la boca
una herida en la voz, indicio de otra herida
Era un hueco conteniendo
el límite virtual de todas las heridas.
OCHO
Un mundo es una amplia baldosa
cuadrada por sus lados
deslucida ya
sin dibujos
la hormiga la recorre en siete segundos
arrastrando un pedacito de hoja
hoja verde
traslúcida
con su nervadura rígida
cortada
desgarrada finamente
Un sol sin ganas
pone la cuadratura de su brillo
bajo un tejado caliente y perezoso.
Y esta mano
detenida
pegada a la baldosa
hace subir el perfume del suelo por la soga
la hormiga está a veintitrés centímetros
y la mirada que se hace consciente
reserva un ojo duro hacia el frente.
Una mosca se detiene en la cara
justo en el límite donde el sol comienza a abandonarle
uno trata de levantar el brazo
la mano pegada no se mueve
la hormiga pasa el mundo en ese espacio
la mosca no se espanta
el viento dispersa en ese patio
el polvo de los siglos...
NUEVE
Avanza por un túnel
profundidad sorprendida
sin espesor
compacta.
Lo oscuro permanece
en un ser que late y oye su presencia
en ese olor final invadiendo
un apretado vacío
y un dolor cubierto de alfileres
un brozo separado
una mano caída de su gesto
una boca abultada de palabras.
Ni la estrella de una cerradura
ni el poder del ojo que imagina
ni todo el deseo de agrupar en su noche
los pedazos que huelen de su vida
le pueden apartar de esta espesura
donde la luz no existe
ni el tiempo, ni el espacio.
Sólo la nada al fondo del recuerdo
donde todo se aleja de uno mismo
y el sueño anhela un cuerpo
que fue suyo.
DIEZ
Le separaron en dos
y nadie ya sabía
a la hora de unir todas las partes
en qué forma o manera coincidía
si esta parte del cuello
que ya estaba abultada por una piedra azul
o esa boca que hablaba dividida
por un lado una frase hostil
y por otro una respuesta sin sentido.
Se recurrió al difícil camino de coser los pedazos
de poner cada cosa en el lugar que estuvo
pero a cada sutura seguía una trampa
alguna travesura
la unicidad de pronto
como un sueño que el todo padecía
se volvió torpemente rechazada
y fueron dos, a cada paso
para enfrentar el tiempo ya seguro.
ONCE
Con precisión de cirujano experto
con alambre de acero texturado
le pararon el sexo
no había grito, sonrisa, ni silencio
algo como un sudor ponía en las paredes
la humedad que los ojos traslucían
y un jadeo profundo levantaba
un hedor de saliva.
La extensión de ese cuarto ocupaba su rostro
dibujada con uñas y excrementos
más allá una ventana clausurada
alguna cerradura enmohecida
la huella de una mano
un clavo
y el ruido de pronto
al cerrarse una caja en el cerebro.
El hombre regresa por un acantilado
el mar salpica espumas y una gota
se rompe sobre la piel desnuda
atrás está Cartago.
FINAL
He aprendido a callar
He aprendido a trabajar tranquilo
sin levantar la vista de mis manos
He aprendido a decir lo que no pienso
A decir lo que pienso sin decirlo
Es decir, á no decir sino lo que es oportuno decir
He aprendido a no ser hombre
A gotear con el tiempo la piedra
A esquivar el viento
Modificar la naturaleza de la boca
A sonreír incluso cuando ladro.
1978
PIEDRAS
Escritos desde 1965, en el camino.
I
Larga opresión, ciudad de grandes muros
como apartado por manos que escribieron el sueño
como lápidas caídas de ilegible ventana
el agujero alzado de poderosa lengua, yo te escucho:
te aprieto lentamente y te arrugo
como si fueras un rostro viejo, de antigüedad inmunda
como si no tuvieras edad y te corrompes
en la varada calle, sin juventud, perdida
sin niñez aceptable ni inocencia,
sin salida, ni puerto,
una ventana alzando un cuello para irse
entre los muros ciegos y las ciegas miradas
un ascensor de piedra para morir callado
donde nadie ya es nadie
y crece la presencia de todo.
1965
II
para Lía
Te abres sin puertas
en el espacio azul de la dulzura
tus manitos se esconden en tus manos
cobijando el calor, la piedra, el polvo
Y el tiempo se arriana a tu perfume
orillado de perros trasparentes
Paloma enamorada
tu mirada es oleada de sueño
en un paisaje de agua
o cielo desvelado
Tu ligera sonrisa nos envuelve
de flores y campanas y fiesta
y es un goce tu piel
extendida de fruto maduro
pequeñita
amor subiendo como una burbuja
por el aire
con el temblor del rocío
alárgame tu diminuto pie de maravillas
que aparta con su gesto
mis sombras.
III
para Santiago
No encontrarás albatros
sobre la piel grabada
ni pájaros sagrados
después de la muerte:
Un tiempo se abrirá a tu paso
lleno de la urgencia y el anhelo
con que irás construyendo
el rasuro que será tuyo
Aprieta tu corazón de ciervo herido
por este manotazo del viento
(cuando naciste cabías en un pañuelo
y un temblor buscaba
el ala profunda de la mañana)
Hoy te alzas con la fragilidad
y la dureza del que crece
desbrozando marañas en el sueño
y desde aquella mirada
que rozó el pañuelo
se agrandaran horizontes y montañas
y sin saberlo allí ya estábamos
destinados a mirarnos
con cierta distancia
como detrás de un cristal antiguo
enamorado
Y ahora
va caminas por el túnel de mis ojos
hacia donde está la salida:
Esta tierra, hijo mío.
1978
IV
Yo podría vivir en ninguna parte
Yo podría no querer todo
pero todos los días siento que se resbala el tiempo
quedando un aire de silencio
en las tardes que hablamos
y los seres que compartieron la vida y los momentos
como enormes globos revientan.
Qué es esto!
qué hacer con todos los rostros
con todas las palabras
con todas las sonrisas
con todos los caminos
con todas las miserias
con todas las penumbras
con las piedras del mar.
Por eso yo te escucho:
y mi angustia crece
de conformarse al muro
al humo del día que huye
sin detener su efigie
sin preguntar su nombre
sin mostrar la cara
sin desviar la vista
sin desgarrar el alma
Qué es este anhelo de ser
de abarcar la muerte,
de llegar al límite del viento,
que nada queda para nadie
que te vayas solo: sin conciencia
como has venido
y todo retrocede hacia otra aurora
y el corazón es un montón de mierda.
Yo te pregunto: qué he hecho, qué hice
-porque no es nada
lo que dije
lo que escribí. Para qué sirve?
Y ya nada me importa y el dolor me amenaza
con su diente, sin tregua.
1965
V
He escuchado mi nombre en esta tarde
llamarme Carlos, no
llamarme Esteban,
y juntos aparecen como dos frutos equivocados
sobre el que ha llovido el verano del tiempo
y los cubre la tierra
donde desaparecen las ansias.
Un sueño se cobija en el fondo de la voz
-como un animal herido-
la tarde tiene das partes
una sumida en agua trasparente
la otra en fuego,
1973
VI
Cuando te acercas
tus ojos aparecen como las pequeñas ventanas
de un animal acorralado en el cerebro
y nadie puede extraer desde esa caja
al antiguo habitante acurrucado
donde deriva el sueño
hacia un pedernal cerrado por todos sus costados,
y en ese anhelo de recabar el límite
navega una palabra atroz
en ese estar frente a frente
cuerpo a cuerpo
arrancando la libación final
vaciarlo desesperadamente de su muerte
y escupirlo como cáscara hueca,
disecarlo
sorberlo con la poderosa fuerza
que no despega la boca
y que seda –después-
en una leve sonrisa, adentro
muy adentro
del animal que late en lo profundo
y que ya no es uno
ni el otro.
Así estas para mi
muy lejos,
después del rechazo
que huye hacia un final sin retorno.
VII
El paso se deshoja en el polvo
calle gris envuelta ya en lo oscuro
colgada en el silencio de la noche
Ya estás aquí
de nuevo
tiempo fiel
profundo
que dibuja en mi sombra
las huellas de ese nombre,
las iníciales que el viento trata de olvidar
de espantar con el soplo
o el signo del enigma:
tiempo fiel
tu paso de plumas
sobre la piel del sueño
evoca un cielo límpido
que hace nacer las nubes
un árbol al que le brotan aves
un muro del que surgen ventanas trasparentes
y un paisaje sumergido
en el ojo del agua
ya desde la tierra
surgiendo entre las raíces
los pequeños habitantes
el humus y el vinagre
la honda azada
con el terrón quemante
de este país invadido
Tiempo fiel
ya estás aquí otra vez
como siempre.
VIII
para Adolfo
En esta piedra alzada con espanto
para golpear el rostro de lo oscuro
está la puerta.
Y mi mano cortada en dos
por un plano de angustia
trasparente
cruza el patio sin sombras
con una luz rasante
y toca las líneas de puntos de las palabras.
En esa piedra pisada de antemano
que puebla un jardín mustio
se graba la dureza de un tiempo que no dura
pero su pequeña duración
mantiene el arco tenso
la fiera mansedumbre
el sueno detenido en ese instante
en que la vida cumple su milagro.
Que nos queda entonces
si ya vivimos parte de la espera
y no esperamos nada sin embargo
porque el tiempo ya ha doblado la esquina
nos dio la espalda y vuela
acorralado en su celda de ermitaño.
Y volvemos a ser hacia un costado
el viento azul recortado en un libro de cuentos
el lobo y la hormiguita
un gusano feliz
un sueño de palabras que se han vuelto piedras
piedras que lanzamos
a un antiguo lago de palabras
palabras acuosas
en círculos que no dejan ver ni el rostro
ni el cielo ni los pájaros
sino este lodazal de palabras
de piedras amontonadas
de piedras cruzadas
en la que cada cual tira su piedra
y huye
y el cuerpo vive aún
apedreado por todas las palabras.
Setiembre 1977.
IX
Qué has hecho
del tiempo,
sino una danzadera
de tumbos y relámpago,
la fiesta enarbolada
la mujer que crepita,
Felipe desteñido,
América poblada de semáforos,
los árboles,
los ríos que navegan cadáveres,
un sueño que despierta
sin manos,
una palabra
alzada a mediodía
como un sol despiadado
o un grito,
o una cigarra.
Qué has hecho
del tiempo,
en ese ojo que mira
sin preguntas
desde el fondo del pozo.
X
Umbral caído sobre una línea
que avanza hacia el espacio,
puerta cerrada,
tapial,
muro elevado,
sueño cubierto de cenizas,
luciérnaga asolada y oscura,
planeta silencioso,
palabra ciega,
relámpago apresado por los vientos
que circulan en un foso,
sangre detenida sin refugio,
el paso mutilado en mitad de un sendero
que no tiene salida.
-Qué es esto-
una mirada atada a la columna del tiempo,
manos muertas,
boca enhebrada, por hilos que maneja el miedo
y una tormenta que aplasta
todos los rostros,
-Qué es esto-
Cuatro ejes devoran los puntos cardinales,
un rio seco,
un arenal sin reflejos
sobre el acantilado de un mar desaparecido.
Tiempo clausurado;
apagarás la música que huye
desterrarás el sonido de la voz y el humo,
matarás los recuerdos
y lapidada quedará la huella de lo que fuimos,
pero aun así podremos mirar
por los ojos de las piedras.
XI
"He visto el ayer
conozco el mañana".
Tutankamón
Los objetos que guardan
su oscuro pasado
pasan bajo el tiempo
como acuñando en cada verano
los frutos y las flores
y una hoja perdida
en tu regazo.
No digas que volverás
no digas nada
Avanza iluminado
de fuegos y susurros
alargado en la dulce
cáscara de la tristeza
para lanzar tu piedra
en una línea fugaz
arrancando el secreto
de la viejas paredes
y la hondura de tu mirada.
Dónde están los sueños
que se nutren de vanas
esperas
y de un temblor de pájaro herido:
Viste como pasa ya
la vida
sobre el tendal
de las cosas usadas
Viste ya el profundo
silencio
que ya nadie escucha
y donde la soledad
llueve sobre la arena dormida.
Sólo el paso de esta piedra
hacia su destino final
que no es su sombra
ni su muerte.
22 abril 1979.
XII
"Hablo del único, del uno, del que siempre está solo".
J.L. Borges
Cuando el tiempo deshaga
sus velámenes, me verás partir:
Sobre aquella playa de un río milenario
los pájaros harán un pequeño cuenco
donde nadar el ansia,
y esta puerta alzada a mediodía
se abrirá a mi paso
con soberbia, sin una lágrima;
sólo el peso de un sueña destruido
por un viento sin rostro
por esas manos extrañas.
Y en ese camino que abre en el costado
la piel de la vida,
me verás partir;
la calle se hará dulce como la tristeza,
los sonidos habrán ensayado
la experiencia del silencio,
y un paso -seguro-
como un puñal
alargará su lengua sin palabras.
Cuando huya tu voz
habré partido.
Ya no habrá quien la conteste,
ni ahueque la suavidad de mi boca
para caber en un beso.
Habré roto el vaso incontenible
caminando por rutas azarosas,
por senderos distintos,
laberintos de señales equívocas
habré pisado mariposas azules
o soñado un sueño.
Por aquí no he sido convocado
Por aquí no estuve
por aquí ha pasado otra sombra,
por aquí va el cazador corriendo,
el corazón quemante,
por aquí la herida anhela
el tiempo que fue nuestro.
Adónde iré,
por qué oscuro meandro
veré la luz que tenga
alguna resonancia,
adónde está el país
que pueda ser la puerta, la salida,
adónde la tierra
que sedimente el viento de la sangre.
Aquí queda la piel del cometa herido
y la palabra vieja.
Aquí quedan las voces clausuradas,
las llaves rotas,
los cuerpos impresos y sus llagas,
la tarde que se va sin una letra,
una queja trabada
como un peso sin pena en el recuerdo.
Tiempo - ya estás aquí
para el después,
maduro y fiel
como la muerte de las cosas
que fueron usadas
repletas de un amor
gastado en la tormenta.
Aquí están sus manos olvidadas,
Tiempo, -perro azul-
memoria del viento.
Adónde estuve yo,
adónde estás,
qué mano entreverada
has dejado en mis manos
que no me deja partir,
que no me dice adiós,
XIII
Estoy preso en todo este ámbito oscuro
estoy preso por todos los costados
estoy preso en mi sombra
estoy preso en medio de la noche,
estoy preso en medio de la luz
estoy preso de la inmensidad y de lo ínfimo
estoy preso del tiempo
estoy preso en este país
estoy preso en el mundo con todas sus galaxias
estoy preso en esta casa
estoy preso en el espacio que rodea mi casa
estoy preso en el aire
estoy preso del sueño que no cesa
estoy preso de la solidez, del orden, de la dulzura
estoy preso en todas las comisarías
estoy preso del hambre y del hastío,
estoy preso de la mediocridad
estoy preso de la inteligencia
estoy preso en el agua azul de la cordura
estoy preso de mí mismo.
Estoy preso en esta piel, en estos límites,
estoy preso en el viento
estoy preso en esta caja que suena y resplandece
como un ataúd iluminado.
Estoy preso del día
estoy preso en mi cama
estoy preso en las casas inanimadas
estoy preso de la palabra
estoy preso del ansia y el deseo
estoy preso del silencio
estoy preso del ruido que avanza por los callejones de mi sangre
estoy preso de la exactitud
estoy preso de las voces que escucho
estoy preso de mis manos que alargan su alarido
más allá de todo sin volverse
estoy preso de mi baca que te busca
estoy preso en el fuego de tu boca
estoy preso en el fin y en el principio
estoy aquí más preso y más antiguo
como si pasara la historia sin nombrarme
estoy preso del dolor que no se ignora
de lo que se sabe en secreto y se padece
estoy preso y sin salida
porque esta puerta no se abre.
porque ha sido tapiada
porque me responde con un no
porque me responde con un sí
porque hay un foso
o porque la libertad no es otra cosa
que estar preso de la nada.
XIV
En la piedra y el agua
en el cuarzo maldito,
en esta trasparencia el vértigo se inicia
por la palabra se alza
y en el aire
en la esfera del tiempo
descubre su rostro ya enemigo
su fondo virtual
su espejo roto.
No te pondrás el sueño de mañana
ni la frase de ayer
Ya estás hecho a las cosas sin retorno
petrificado en la imagen misma
del otoño
con las manos moviéndose hacia muertes o puertas o señales
y en lo profundo brillan alucinadas cerraduras:
Allí está la ranura
para caber de canto
en un espesor incalculable
pero bastante estrecho
en un ruedo de tela sin orillo
en una pieza sin techo
en un hueco fatal
donde mutilan los dedos
de a dos, de a cuatro
y hay un basurero
con dientes y azules y jaguares
y todo está detrás
en el lado de al lado
al revés
en un inquietante libro que se abre
y no se lee
en la grieta del aire
subiendo por el ruido,
en la cuenta del televisor
encaramada de pasión y locura,
en el teléfono que dice:
-aquí hay un espantoso olor a terciopelo-
sonando sobre un cielo oscuro sin pestañas.
Este sitio no tiene parraleras
ni caminos de tierra
ni rosales
un puñal en medio del aljibe
un plato de lentejas
un zaguán en el que resucitan palabras
donde se venden cosas de una mismo
y en un escaparate se exhiben
estas piedras infames,
los herrumbres del viento,
traje sin uso,
colgados de un hilo para siempre.
(El ropero del alma
anhela un ventilador
que haga mover los disfraces).
1974
XV
Mátalos, escúpelos,
vuelve a conocer el fuego,
crea el suplicio
de nuevo.
Atráelos al poderoso filo
donde cortan las manos
de los reos,
incrépalos todavía,
llénalos de tormenta,
revienta las palomas
en el colchón de asfixia
donde sufren las putas.
Inventa el alarido,
las uñas de los perros
arañadas de sombra, entre el turbio
reconquista los arenales quemantes
con la huella inútil
y esta gota de sangre no dejes en tu copa
Recuérdame tu rostro
descúbrete
hazte hombre
de piedra
emergiendo del sueño tenebroso
entre los abrazos
y el peso de los muertos.
1969
XVI
La puerta está cerrada
el muro está cerrado
la calle está cerrado
el tiempo está cerrado
cerrado el puesto oscuro
tapiados los altos ventanales
cruzados por la sombra
el patio cerrado por sus cuatro costados.
Se ha cerrado la tarde
en una nube de lluvia y humareda
Los pájaros se reducen en un punto
Noche arriba cerrada
Noche abajo cerrada
un plano como la angustia cerrada
corta la profundidad del sueño:
Cerrado el tiempo en largo abrazo
como retornando
en un sólo círculo cerrado
tus manos cerradas
tu cuerpo cerrado
el viento huye por las ranuras
que poco a poco se cubren de hojarasca.
En esta oscuridad yo busco un sitio
donde cerrar el alma.
XVII
La enormidad del mar
su empuje arrollador
su gran espejo turbulento
ha llegado a mí
me ha acercado su sal
su mano despiadada
su caricia indomable
Yo supe que era yo
quien contenía ese mar
inmenso como animal en acecho
el mar sin límites
desde mi límite
en mi extraño deseo
te contemplo
amante mar
mar anterior
levanta mis velámenes
encubre con tus vientos mis manos
que he de volver atrás
atando cabos
emigrando sueños
como un ave perdida en el espacio
he poseído así tu último reflejo
el que dora la cresta despeñada
sobre la costa de América.
Allí estoy muerto.
XVIII
El que hace doblegar el espacio
en una amplia curva,
hasta tocar el sitio que había abandonado
arroja piedras en la trasparencia
para volver de nuevo sin perderse
reconocer los vientos olvidados
los desiertos que en la alucinación florecen
los planetas oscuros, disgregados
la tierra que fue,
Piedras azules en el ciego cristal de sus espejos
generando círculos en un ámbito sin luz,
hecho con todas las noches del tiempo,
cada ojo se expande
en un universo distinto,
con señales equívocas,
y es cada vez más lejano,
más antiguo, más cerca del silencio
como si la cola final del infinito
llegara a besar el principio de los siglos.
(Ya no habrá nadie,
la soledad será perfecta
y la cueva de todas las constelaciones,
un montón de sueños)
XIX
a DAFNE
En esa mesa
comimos Borges, vos y yo
y allí volví
can el ala escondida de la tristeza
buscando el viento transparente de tu mirada
detenida en el espacio
por el hilo infinito de los sueños.
Pero el torbellino sin pausa
desprovisto ya de luz
los objetos moribundos, las hojas secas
que naufragan en el fondo del tiempo
sacuden la placidez de las cenizas.
Dónde el verano aquel
Dónde la trajinada calle
dónde el amplio abrazo
que recorre la tierra de las cosas,
heridos los últimos ramajes
que han apresado de laureles
la piel
de la que hace feliz
y que fue ciega
del que fue feliz
en medio de señas ignoradas
y caminos lanzados a todas las oscuridades.
Allí
en esa mesa
tres sombras colocan los ojos en el plato
se vuelven a mirar
y ya no están.
Aquí
un ciego
sueña con una mirada
en una mesa vacía
donde Borges come una mariposa azul.

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