EL VALOR DE LA PALABRA
JAPYTA UPEICHA
No sé si en otras épocas, pero ya en mi juventud el valor de la palabra tenía mucho peso, nos sentíamos obligados a cumplirlas.
El “JAPYTA UPEICHA” era más que un contrato firmado. Parece que ahora las cosas cambiaron muchísimo, muchísimo y muchísimo, lo repito por la bronca que me da.
Hoy por hoy, cualquier persona contratada para servicios eventuales, permanentes o inclusive labores que puedan cumplirlas en sus propios hogares, “el valor del trato o el Japyta upeicha” en el momento se olvidan, se hacen los desentendidos y lo peor de todo es que te piden y exigen el fiel cumplimiento de la ley que no les favorece, ni les debería favorecer. Comienzan muy bien sus labores, pero la calidad de sus
servicios va disminuyendo en el tiempo acordado para que estos sean terminados o entregados.
Simplemente “SE CREEN LOS VIVOS DE LA PELÍCULA”.
Esto está pasando en lo laboral, en la unión de parejas, en la educación de los hijos y con cualquier otro compromiso asumido. Es triste, pero esa es la realidad, inclusive acuerdos firmados que para ellos no tienen ningún valor, sólo comprometen sus palabras, cuando su voto político les retribuirá con algún cargo público en el cual no hagan absolutamente nada.
¿Mala costumbre, viveza, haraganería o podredumbre mental?
El “JAPYTA UPEICHA”, no son solo palabras ahogadas en nuestras gargantas, no solo son palabras de un antiguo diccionario en desuso, son valores éticos y morales que debíamos cumplir sí o sí. Ahora, las mismas forman parte de las viejas comparsas de un carnaval ya perecido.
SI LES PARECE, ME DESPIDO DE USTEDES DICIÉNDOLES A VOZ EN CUELLO
JAPYTA UPEICHA.
Fuente: medium.com
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