UNA DÉCADA SIN EMILIO PÉREZ CHAVES
Pedro Gamarra Doldán
Investigador
e_juridico_asuncion@hotmail.com
Nacido en Asunción en 1950, fue poeta, narrador dramaturgo, ensayista y crítico literario. Integró la llamada "promoción del 70", fue miembro de la Academia Literaria del Colegio San José y redactor de La Estrella.
En julio se cumplen diez años de que Manuel Emilio Pérez Chaves dejara de acompañarnos en esta vida. Soy de los que creen que Emilio nació ya con un libro entre las manos, con muchas ideas en la cabeza y varios poemas en los labios. De hecho puede decirse que su propia familia, y principal entorno, le imponía ese aplicado privilegio.
Su abuelo era el Dr. José Emilio Pérez, quien fue entre otras cosas, ministro y presidente del entonces Superior Tribunal de Justicia; su abuela doña Rosalba Ferraro de Pérez tan aplicada a cuestiones religiosas. Su padre el Dr. Emilio Manuel Pérez Ferraro, abogado, quien además ejerció buenas cargas administrativas. Su familia le imponía ese privilegio. Su abuelo fue abogado, su madre María Olida Chaves era hija de la notable educadora y escritora Concepción Leyes de Chaves.
Asimismo, eran de su sangre la escritora Ana Iris Chaves de Ferreiro, el poeta y antropólogo Óscar Ferreiro, el filósofo Osvaldo Chaves, el historiador Julio César Chaves, Raquel Chaves, la musicóloga Sara Chaves, los periodistas Germán y Hugo Chaves. Y tantas otras personas, para quienes era un deber encontrarse y compartir información y conocimiento.
Su primer escrito publicado fue Un lustro sin Camus, que fue publicado en “Época” en 1964, Emilio tenía solo 14 años. Su presencia en la Academia Literaria del Colegio San José no pasaba desapercibida, y se vinculaba también a las otras academias literarias del país, entonces brillantes y prometedoras.
Aparte de colaborar en Época lo hizo con Criterio, y con numerosos órganos de prensa estudiantiles y universitarios.
Se recibió de abogado, pero lo suyo estaba en la literatura, la filosofía, la sociología la crítica literaria, y saber cerrar una opinión densa y profunda, con un chiste o una broma, que le daba peculiaridad al hecho.
Dominaba el francés, y algo de inglés. Todo escritor grande o joven, lo tenía por amigo y referente. Por ser un hombre de ideas libres conoció citaciones a comisarías, y a penas indebidas a sus derechos civiles y políticos, pero no se acobardó.
Escribió bastante poesía, y su cerebro era una base de datos e informaciones muy ricas. Su nombre figuraba en cuanta proclama se hiciere por la libertad.
Amigo de la literatura francesa y norteamericana. Gustaba tanto del surrealismo bretoniano, como del realismo de Faulkner.
De su estadía por un año en la Argentina, a fin de concluir con antelación sus estudios secundarios, sacó el universo cultural e informativo que reinaba en Buenos Aires. Pudo frecuentar así a Elvio Romero, Roa Bastos, José Asunción Flores, Édgar Valdés y tantos otros compatriotas que vivían en esa gran metrópoli.
Tal vez Emilio, señor de la palabra sabia y la opinión infinitamente mordaz, expresada en charlas, artículos o improvisaciones, no ha dejado una obra más densa y continua, acorde a su caracterizado dominio de ideas y de pensamientos y metas.
Manuel Emilio Pérez Chaves, o Emilito, como era más conocido, aportó a su generación el saber vasto que poseía y el compromiso de no claudicar en sus propósitos.
De su tiempo: René Dávalos y Nelson Roura, son quienes se han ido. Siguen en la lucha José Carlos Rodríguez A., Guido Rodríguez Alcalá, Adolfo Ferreiro y el que firma esta crónica. Cabe decir, que ninguno ha traicionado a los conceptos éticos ante sí, ante la propia generación y ante la sociedad.
Recordar diez años sin Emilio Pérez Chaves me lleva a tener la convicción de lo que es perder a uno de los intelectuales más respetables del país a pesar de su juventud.
Recordando una anécdota, cuando en un concurso sobre Federico García Lorca, organizado por Amigos del Arte, en el trigésimo aniversario del gran poeta español, el embajador Ernesto Giménez Caballero –quien representaba en España al régimen de Franco, pronunció unas palabras inapropiadas sobre García Lorca–.
Al día siguiente Emilio, con la ayuda de Miguel Ángel Fernández y Antonio Pecci, juntó documentos que nos facilitara la familia Marés Lind, entonces representantes de la República Española en el Paraguay, se redactó un manifiesto de repudio a las palabras de Giménez Caballero. El resultado fue un hermoso y significativo documento, publicado en el semanario Comunidad órgano de la Conferencia Episcopal Paraguaya, entonces muy leído. La firma y publicación de este manifiesto, hizo que se definiera con claridad en la mayoría, una idea generacional, un ideal de lucha por valores éticos y solidarios.
El hecho conllevó a que todos nos conociéramos más, confluyendo principalmente en el cúmulo de conocimientos, en el sentido de amistad y la unidad de pensamiento, siendo un claro testimonio de expresión de valores.
Ojalá, la obra edita y sus materiales dispersos en escritos y charlas, los podamos reunir, para preservar la memoria y el legado del amigo, una de las figuras valiosas de la intelectualidad paraguaya.
https://www.ultimahora.com/ultimo-adios-al-poeta-emilio-perez-chaves-n548520.html
https://www.ultimahora.com/
correo-semanal-homenaje-emilio-perez-chaves-n549989.html.
Paraíso del alba
Porque nuestras manos curiosas
tanto se han buscado
entre las horas vacías de la ausencia
cuando te doy mis caricias
tú me devuelves mis sueños.
Porque si frente al espejo de la aurora
te desnudas
tú me pides la luz
y yo te doy el fuego
tú me ofreces el mar
yo te regalo el cielo.
Porque eres mi brújula y destino
porque contigo el amor vence al olvido
por todas las ideas compartidas
que dan rumbo, signo y vida nueva
por todo lo que tú y yo
muy bien sabemos
he decidido
nunca regresar
al asedio de fechas, situaciones y lugares
donde no eras aún el aire que respiro
la música que canto
la única palabra que no digo
y que te nombra.
(1994)
Cuando es noche el día
Sobre sinuosos abismos de ceniza
alguien
mitad angustia
mitad coraje
cruza la vida urgente, retraído
desde el asedio del éxodo y presagios:
verdad, muerte y caos combaten en su sombra
polvo del eco a orillas de la noche.
Tiempo y espacio fugitivos
árido viento de martirio
llueve exilio en la sangre y la mirada
sin regreso del vacío, la agonía.
Testigo secreto del dolor y del mito
aún los sueños de la realidad
en el erial del absurdo
jamás descubrieron su nombre ni sus huellas.
.(De: El fénix del recuerdo, 1976).