EL ÚLTIMO GRITO DEL PLANETA
Ciencia y Sociedad
Por JOSÉ ZANARDINI
josezanardini@hotmail.com
El Intergovernamental Panel on Climate Change ha publicado el 8 de octubre un informe crítico sobre el calentamiento global. Acerca de este grave tema, sus consecuencias y su impacto en las posibilidades de futuro para la vida en nuestro planeta escribe hoy el antropólogo José Zanardini.
La hamaca es un lugar privilegiado para pensar y conversar. No toca tierra: suspendida en el aire, permite disfrutar el aroma de las orquídeas silvestres y el trino del pájaro campana y conversar con los sabios de la tierra, que frecuentemente se acercan, curiosos y a la vez deseosos de compartir sus sabidurías ancestrales.
–Hoy aparecieron algunos pájaros negros –dijo el sabio Calixto–, de una especie que no visita el bosque desde hace años.
–¿Y qué? –pregunté yo.
Silencio profundo. El sabio siguió fumando su pipa y yo me quedé intrigado. Si Calixto había comunicado esa noticia aparentemente insignificante era porque algo serio estaba ocurriendo.
Me quedé esperando alguna explicación. Ni una palabra. Él con su pipa, yo con mi curiosidad.
Tras media hora larga, una anciana llegó, aterrorizada y gritando repetidamente, como un mantra, la frase:
–¡La cascada del arroyo Panambi se ha secado!
–¿Y qué? –dije yo–. Hace rato que no llueve y es normal que se seque.
–Es mala señal –replicó ella.
–Tiene razón la kuñakarai –añadió Calixto.
–Y bueno –interrumpí–, explíqueme entonces qué está sucediendo.
–Vos no podes entenderlo, porque no has nacido aquí –sentenció solemnemente Calixto–. Hay conocimientos secretos, reservados a la gente de la selva. No podemos compartirlos. Te baste por ahora saber que el planeta gime, que los pájaros huyen de la catástrofe, que el agua escasea y los campos se secan, que la gente migrará y vendrán incontables conflictos y desgracias.
¿Será cierto?
Me quedé pensativo y preocupado. Repasé los hechos de las últimas semanas y reparé en que realmente hubo huracanes en Estados Unidos, Japón, Filipinas, lluvias intensas e inundaciones en Portugal y en Francia, terremotos y tsunami en Indonesia, además de otras calamidades.
En la historia siempre han sucedido desastres naturales, suele decir la gente. Pero ahora no solo las perturbaciones climáticas, con sus nefastas consecuencias, son más frecuentes sino que, con la ayuda de los registros meteorológicos, descubrimos que tales fenómenos actualmente tienen intensidades mucho más altas que antes. De hecho, leemos en la prensa, por ejemplo, que el agua arrastrada por el huracán Michael y la velocidad del viento superaron el récord de los últimos cien años. Y que las lluvias torrenciales que han azotado recientemente el sur Francia son las más grandes de todos los tiempos conocidos. Ante estos acontecimientos, no faltan predicadores y grupos religiosos que anuncian el fin del mundo.
¿Qué dice la ciencia?
El pasado 8 de octubre, el organismo de las Naciones Unidas Intergovernamental Panel on Climate Change (IPCC) publicó un informe crítico de 33 páginas sobre el calentamiento global y sus consecuencias climáticas. Lo publicó después de tres años de minuciosas investigaciones, conducidas por destacados científicos de diversas partes del mundo, y después de una semana de intensas discusiones entre científicos y representantes políticos de todo el mundo reunidos en Corea del Sur. Se trató de conversaciones difíciles entre el bloque científico, que expuso los gravísimos riesgos que implicaría superar un calentamiento de 1,5 grados centígrados, y el de los políticos, en general reluctantes en aplicar medidas para salvar el planeta, por urgente que sea –y ya lo es– hacerlo.
Los científicos se basan en sólidos argumentos para anunciar catástrofes si no se toman las medidas adecuadas para controlar el calentamiento global. Estas deben ser de dos tipos: por una parte, políticas públicas, y por otra, nuevos hábitos y costumbres de los ciudadanos. Nadie quiere hacer sacrificios, y los políticos no quieren perder electores tomando medidas restrictivas para reducir el dióxido de carbono CO2. Se concentran más bien en enfoques económicos que exponen a los ciudadanos a un consumismo galopante y destructor de la naturaleza. Se cierran los ojos y no se quiere aceptar que los actuales cambios climáticos son consecuencia directa del aumento de temperatura del planeta. Según el profesor Jim Skea, co-director del IPCC, al limitarse a 1,5 grados centígrados se reduciría notablemente el impacto del cambio climático. Queda claro que al pasar este límite se deberían introducir severos cambios en la producción de la energía, en el manejo de la tierra y en los medios de transportes.
Se solía decir antes que hasta con un aumento de 2 grados centígrados se hubieran podido controlar los efectos del impacto climático. Pero ahora no es así, asegura Kaisa Kosonen, de Greenpeace. El nuevo estudio del IPCC advierte que superar 1,5 grados centígrados pondrá en peligro la supervivencia del planeta.
¿Será cierto? ¿Tomaremos las medidas precisas para controlar el aumento, o preferiremos cerrar los ojos, continuar la fiesta y dejar a nuestros descendientes un planeta condenado a muerte? Los científicos nos dicen que, si no tomamos medidas, el aumento de 1,5 grados se podría alcanzar en solo doce años. ¡Qué tragedia sería! Para no superar ese límite, los gobiernos deberán invertir una ingente cantidad de dinero, el 2,5 del PIB, y se necesitarán máquinas, árboles y plantas que capturen el carbono del aire.
¿Qué hacer?
Matt McGrath escribe en Science & Environment: «Se necesita trabajar en cuatro sistemas globales: energía, uso de la tierra, ciudades e industrias. Además de políticas públicas, se precisa terminantemente un cambio en la vida de los ciudadanos. Se señalan medidas bastante restrictivas que probablemente desconciertan a amplios sectores de la población. Entre otras cosas, se debería consumir menos carne, leche, queso y manteca; comprar alimentos producidos en zonas cercanas; evitar desperdicios; usar coches eléctricos; caminar y andar en bicicleta en distancias cortas; servirse de trenes eléctricos; reducir los viajes de negocios utilizando más las videoconferencias», etc.
Conclusión: para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, afirma el informe, se necesita invertir en el sistema energético una suma anual de 2,4 trillones de dólares entre 2018 y 2035. Es mucho dinero, coinciden los expertos, pero hay que considerar los beneficios. Si no se actúa ahora, el costo futuro de remover el dióxido de carbono será muy superior; además, habrá gastos adicionales como consecuencia de las inundaciones, los terremotos, el descongelamiento de los polos y glaciares, los incendios, los desplazamientos poblacionales con alto riesgo de carestías, las epidemias, los conflictos y luchas armadas.
El panorama es tétrico.
El viejo Calixto, sin haber leído el informe del IPCC, había llegado a las mismas conclusiones.
Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color