LUNA DE MENTA

de

CÉSAR GONZÁLEZ PÁEZ

Poemario de reciente circulación

Ocurre con cierta frecuencia que se leen poemas que muestran a un autor perdido, mejor dicho, desorientado, entre tantas palabras arrancadas a la poesía. A veces se presenta, sin embargo, cierta indispensabilidad de engañar, de esconderse, detrás de una seguidilla de versos; estamos entonces ante el guiño juguetón de un poeta conocedor del oficio.

“Luna de menta”, colección de poemas de CÉSAR GONZÁLEZ PÁEZ, nos abre el camino hacia una poesía sencilla, poseedora de un fuerte hilo conductor.

Se empieza, a menudo, a escribir un poema sintiendo en algún lugar del alma la necesidad reconfortante de andar libremente por los versos, sin ataduras, sin tropiezos, hasta el final. Esa posibilidad -intuyo- la experimentó y la celebró González Páez. En su libro “Luna de menta”, nos muestra una nostálgica, fría, triste, faceta de aquel satélite, que subido a la noche, vierte su luz sobre la Tierra y sus criaturas. No hay alegría -sinceridad obliga a decirlo- en su voz. La experiencia de la pérdida de todo, el amor, la amistad, la fe, es la que rige ya su voluntad, y le permite, sólo de cuando en cuando, soñar. Sus escritos están lejos de los artificios cosméticos de la poesía superficial.

El núcleo central de toda su obra es la desesperanza. Pero se ve llegar, venir, también, por lo menos en algunas iluminadas escenas simbólicas de su lenguaje, a la esperanza.

En conjunción con lo fantasioso surgen las meditaciones del vate. Una meditación, un pensamiento sobre la vida y sus circunstancias, conforman un delineamiento difícil, que puede, o no, sortearse con éxito. El autor de “Luna de menta” no yerra cuando dice en estas líneas lo siguiente: “El rayo que derrumbó el árbol/ se disipó en su propia furia/ pero el caído aún da brotes a la vida”.

En algunas poesías suyas hay, según mi parecer, un final imprevisto, una súbita caída del telón (que igualmente despierta el aplauso del público). La unidad temática da fuerza a este volumen de reciente aparición. Es tan necesaria, en estos tiempos, la poesía. Celebro esta obra, y las otras que vendrán, seguramente, de la mano de CÉSAR GONZÁLEZ PÁEZ.



ULTIMA POSTAL 

Un sauce viejo y derrumbado
muy a la orilla del río
parece que quiere besar el agua
y darle los buenos días
a ese arrullo en movimiento.


Todavía le brota el entusiasmo,
se peina y danza su melena verde
en la corriente fría que lo acaricia.


¿Cómo definir, con qué palabras,
la mansedumbre de este árbol roto
que insiste en no darse por vencido?

Ya se ve: no será leña fácil.


Estremece al paisaje que lo asiste
como un sobreviviente sinfónico.


Asemeja a un hombre arrodillado
que agradece con sus plegarias
un nuevo milagro concedido.


Nuevos brotes le han salido:
¡Para él también es primavera!


D.A.

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color (Online)

Domingo, 26 de junio de 2005

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