REVISTA 1984 DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY
Editorial EL LECTOR
Tapa: LUIS ALBERTO BOH
Asunción – Paraguay
Setiembre de 1984 (121 páginas)
LISTA DE SOCIOS
1. Acuña, Dora Gómez Bueno de
2. Alonso de las Heras, César
3. Alsina, Arturo, (R.I.P V-84)
4. Amaral, Raúl
5. Appleyard, José-Luís
6. Avalos, César
7. Arguello. Manuel E. B.
8. Arréllaga, Julia Velilla de
9. Arréllaga, Renée Ferrer de
10. Baecker, William
11. Bedoya, Nilsa Casariego de
12. Bilbao, José Antonio
13. Casóla, César Augusto
14. Carlisle, Charles
15. Casartelli, Mario
16. Casartelli, Víctor
17. Chaves, Julio César
18. Chaves, Raquel
19. De Paula Gomes, Abelardo
20. Duarte Prado, Bacón
21. Ferreiro, Ana Iris Chaves de
22. Ferreiro, Oscar
23. Gaona, Roque
24. Garay, César
25. García, Laureano Pelayo
26. Gómez Sanjurjo, José María
27. González Alsina, Ezequiel
28. González Canale, Aurelio
29. González Oddone, Beatriz R. A.
30. González Real, Osvaldo
31. Halley Mora .Mario
32. Lezcano, Luis
33. Livieres, Lorenzo
34. López, Petronila
35. Marín Iglesias, Alejandro
36. Martínez, Luis María
37. Mateo Pignaturo .Tomas
38. Mazó, Ricardo
39. Montalto, Francisco
40. Nagy, Noemí Ferrari de
41. Napout, Lilian Stratta de
42. Nogues, Alberto
43. Peña Villamil, Manuel
44. Pereira Olmedo, Maria Elina
45. Pérez Chaves, Emilio
46. Pérez Maricevich, Francisco
47. Plá, Josefina
48. Quevedo, Roberto
49. Rauskin, J. A.
50. Rivarola Matto, José María
51. Roa Bastos, Augusto
52. Rodríguez Alcalá, Hugo
53. Rojas Silva, Hermógenes
54. Sánchez Quell, Hipólito
55. Thompson, Marialuisa A. de
56. Troche, Julio César
57. Verón de Astrada, Manuel
58. Zarza, Idalia Flores de
EL CONGRESO DEL PEN CLUB INTERNACIONAL
Los directivos del PEN CLUB Internacional resolvieron con apoyo del gobierno venezolano y de su homónimo de ese país celebrar el cuadragésimo sexto congreso de la entidad en Caracas, adhiriéndose de ese modo al tricentenario del nacimiento de Simón Bolívar. La capital venezolana se constituyó en polo de atracción de numerosos escritores venidos de todas las partes del mundo, incluso de aquellos países que están detrás de la Cortina de Hierro. Aunque hubo deserciones, no es impropio decir que la representación fue buena y que durante los cuatro días que duró el cónclave se trabajó con febril intensidad.
Chinos (de las dos Chinas), japoneses, africanos, ale-manes, franceses, noruegos, italianos, ingleses e hispano-americanos, expusieron sus razones, argumentos, críticas en torno a la problemática del escritor, de su libertad y de la censura de cualquier origen. Se escucharon idiomas de toda laya y como la espléndida organización del Congreso hizo que la totalidad de los participantes se alojase en el “Caracas Hilton” y en las “Residencias Anauco”, los escritores pudieron verse, tratarse e intercambiar ideas entre ellos en forma cotidiana. El programa impreso estaba redactado en castellano, francés e inglés, estos dos últimos idiomas dominantes entre los que no usaban la lengua de Cervantes. El cálculo hecho por los organizadores estimaba una concurrencia de cuatrocientos escritores. La prensa de Caracas dio amplia cobertura en sus páginas a este importantísimo congreso que tuvo también la colaboración de la UNESCO y del CONAC. Los venezolanos quisieron que, paralelamente a las reuniones del Pen Club Internacional, se realizara la Convocatoria Venezolana de la Poesía Latinoamericana, auspiciada por el Centro de Estudios Latinoamericanos- “Rómulo Gallegos”. Esta feliz idea permitió la reunión de los poetas de habla hispana quienes leyeron sus textos y opinaron sobre diversos temas relacionados con el idioma, las culturas, los movimientos literarios y la situación del escritor en sus países de origen.
La apertura del Congreso se realizó el lunes 26 de setiembre en la sala plenaria del Parque Central. La mesa estaba presidida por el Presidente del Pen Internacional Sr. Peer Wastberg, el Presidente del Pen Club Venezolano Dr. José Ramón Medina, el ministro de Cultura, poeta Luis Pastori y por el invitado especial Dr. Luis Herrera Campins, Presidente Constitucional de Venezuela.
Wastberg abrió el acto manifestando “que el escritor debe ser defendido en su verdadero rol” y alabando a la literatura latinoamericana a la que consideró “una de las más vivas porque ha roto géneros preconcebidos, creando su propio mundo, combinando la imaginación, la poesía, lo grotesco y la crítica social en una fusión única”. Por su parte, el Dr. José Ramón Medina en una excelente pieza oratoria, dijo “que la responsabilidad estética y la responsabilidad social son instancias de una línea de continuidad que caracteriza el acto de creación y su vida desenvuelta y múltiple a través de la obra y en función de la recreación final y trascendente”. Así se expresó en espléndido discurso el presidente del Pen Club de Venezuela. Cerró el acto con un meduloso, profundo y erudito discurso el Presidente Herrera Campins, quien calificó a la asamblea de escritores como “gente que sabe pensar porque está acostumbrada a ello”. “Una sociedad bien organizada señaló el Presidente Herrera— espera de que sus escritores la reflejen de la manera más fiel posible”. “El escritor como artista de la palabra no debe trabajar el arte por el arte, pero tampoco forzarlo para producir una literatura de cartel”. Dijo en otras cosas “que el escritor no debe hacer bien su trabajo sino también reflejar del modo más veraz posible las contradicciones y virtudes o dificultades de la sociedad”. De este modo y con estas reflexiones dejó instalado oficialmente el Congreso del Pen Club Internacional.
Los actos de trabajo y las sesiones y mesas redondas comenzaron el 27, de acuerdo con programas pre—establecidos. El periodista inglés Andrew Graham Youll tuvo a su cuidado la cobertura periodística del Congreso entregando al final un espléndido fascículo de recortes de diarios y entrevistas.
El PEN CLUB -integrado por poetas, ensayistas, narradores— de ahí deviene la sigla que coincide con la palabra inglesa “pen” (pluma) fue fundado en Londres, en 1921, con la finalidad de reunir a los escritores para intercambiar ideas sobre temas literarios de actualidad, se extendió a otros países, contando ya con 105 centros mundiales.
La literatura, según principios del Pen Internacional, aunque se halle ligada a un país determinado no tiene fronteras porque es manifestación del espíritu y no debe ser interferida incluso por trastornos internacionales. Debe tratar de erradicar todo odio racial y de clases y buscar la paz de las naciones, como asimismo defender la libertad del escritor, hacer conocer su desempeño en una sociedad —hoy decididamente materialista—, defender los derechos de la persona, oponerse al uso arbitrario de la censura no estando un país en guerra y ejercer toda la influencia que individual o colectivamente posean en beneficio de la comprensión entre los hombres. Fines muy nobles por cierto.
En Caracas, los hombres de letras trataron de poner de manifiesto estos ideales, aunque algunas representaciones estaban en la cuerda floja haciendo equilibrios. Las ausencias de escritores como Artur Miller, Rafael Alberti, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Drummond de Andrade, le restaron cierto resplandor, pero en general el Cuadragésimo Sexto Congreso no dejó de tener resonancia. A los escritores de habla española les tocó otro escenario, más pequeño, pero en donde se vivió el fenómeno poético en textos e intervenciones algunas de éstas por satisfactorias. Algo quedó en concreto: el pavoroso desconocimiento que existe entre los pueblos de América acerca de sus literaturas. El bilingüismo de los paraguayos (dos ricas literaturas en dos lenguas que se hablan en todas las capas sociales, más o menos bien), era desconocido por casi todos los presentes. La intervención del que esto suscribe causó asombro y encajaba perfectamente en el tema “La poesía y las culturas nacionales”, que dio lugar a un animado debate sobre poesía y folklore.
Todos los actos centrales del PEN CLUB tuvieron mucho público. Que ya es un éxito en esta clase de reuniones.
José Antonio Bilbao
NOTA: El Pen Club del Paraguay estuvo representado en el Cuadragésimo Sexto Congreso por dos socios suyos: la Sra. Lilian Stratta y el Dr. José Antonio Bilbao, actual Presidente.
INDICE
LISTA DE SOCIOS
EL CONGRESO DEL PEN CLUB INTERNACIONAL
POESÍAS
EL SOÑADOR - Poesía de JOSÉ-LUIS APPLEYARD
PORQUE EL AMOR y LA LUNA Y TÚ - Poesías de WILLIAM BAECKER
POEMA y POEMA - Poesías de NILSA CASARIEGO DE BEDOYA
EL ESPECTRO DEL AGUA y DUERMEVELA - Poesías de JOSÉ ANTONIO BILBAO
ENTREVISTA y CONVERSACIÓN CREPUSCULAR - Poesías de CHARLES RICHARD CARLISLE
NELL MEZZO DEL CAMMIN y LA ARAÑA - Poesías de MARIO CASARTELLI
DESVANES - Poesía de NOEMÍ FERRARI DE NAGY
INSPIRACIÓN y POEMA PARA MI MADRE - Poesías de DORA GÓMEZ BUENO DE ACUÑA
LA PRINCESA - Poesía de HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ
PRECAUCIÓN - Poesía de BEATRÍZ R.A. DE GONZÁLEZ ODDONE
NARRACIONES
PASTORA CONCEPCIÓN CÉSPEDES - Cuento de MARIO HALLEY MORA
VIRGINIA - Cuento de AUGUSTO CASOLA
ENSAYOS
GUMERSINDO AYALA AQUINO - EL LÍRICO - EL POETA ÉPICO - Ensayo de BACÓN DUARTE PRADO
VINICIUS DE MORAES: SU TRAYECTORIA POÉTICA - Ensayo de ABELARDO DE PAULA GOMES
LA MUJER EN LA NARRATIVA DE ANA-IRIS CHAVES DE FERREIRO - Ensayo de CHARLES R. CARLISLE
CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTE - Ensayo de LUIS MARÍA MARTÍNEZ
LA DICTADURA DEL DR. FRANCIA ESTUDIADA POR UN HISTORIADOR BRASILEÑO - Ensayo de NOEMÍ NAGY
EL PAPEL DEL SANTERO EN LA COLONIA Y HASTA HOY - SANTOS, SANTOS, SANTOS SE NECESITAN - EL PROBLEMA EN LAS MISIONES - MÁS SOBRE EL SANTO EN EL TALLER COLONIAL - LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS - LOS SANTOS PATRONOS - Ensayo de JOSEFINA PLÁ
POESÍA
EL SOÑADOR
Ahí viene el soñador
Gen. 37-19
José-Luis Appleyard
José, tú el más antiguo de mis tocayos, eres
por tus propios hermanos llamado el soñador.
Al soñador le restan los golpes de la vida
pero la espiga altiva dará su decisión.
Soñar —no Segismundo ni el Hamlet de los verbos-
sino sencillamente el que sueña en su paz;
soñar no lleva siempre a la duda tremenda
ni a la mujer del lecho desierto en Putifar.
Soñar es otra cosa y tú, José, lo sabes:
es simplemente el hecho de dejar el disfraz;
es ser, siendo uno mismo, el punto y la mirada;
es ser ojos de extraño y es la sed de callar.
El soñador te llaman, queriendo denigrarte,
y el Soñador tú eres, proyectando el soñar
hacia todos los tiempos: eres la levadura
que cotidianamente se levanta en el pan.
Serán otras palabras, pero la vida es una
y no es vida si muere sin vivir ni soñar.
As. 12.IV.84
LA LUNA Y TU
William Baecker
La luna y tú, y en esta geografía
de grillos y silencios,
de leopardos huyendo
de ardientes quemazones,
mi soledad se incendia de nostalgias
entre antiguas ovenias,
en amplios corredores,
en aljibes
donde miro tu imagen para verte
creciendo como un sol
—como esa luna—
y entonces ya no somos
ese estallido inmenso de lapachos
ni esas claras palabras que poblaron
nuestras largas, calladas avenidas.
POEMA
Nilsa Casariego de Bedoya
He dejado abierta la ventana
para sentir su fría piel
y ver su manto de garúa
junto al jardín.
Los árboles y la calle anochecida apenas.
Todo brilla
y resplandece como un cuento
junto al farol
de largos destellos amarillos
poniendo un toque
de magia en este invierno
que baja del cielo lentamente
a acunarse para siempre
junto al alma.
He dejado abierta
esta ventana
para sentir su fría piel
porque yo fui feliz en cada invierno
y porque sentí en mi carne
el dulce clamor, la llama viva
del amor que busca guarecerse
entre unas manos
bajo el poncho caliente
del amado.
DUERMEVELA
José Antonio Bilbao
Sombras más sombras,
lejanas.
Sombras en la arboleda.
Arriba, la luna;
debajo, el agua.
Una forja de rejas
entre las ramas, trepa,
y un movible arabesco
de mortecina plata, danza.
Un llanto de cáráu viajero
y un gemido vacuno
se entrelazan
en la noche rotunda y alta.
Arriba, la luna;
debajo, el agua.
Y un hombre que no duerme,
que piensa
entre las sábanas blancas.
Sobre las ancas del silencio
viaja un espectro
que porta su guadaña.
Nada más oscuro,
nada más tenebroso
el viejo sitio de voces misteriosas
en donde antes el sueño se escapaba.
La ronda de la luna
que ayer era magia,
ahora es aquelarre
de macabras danzas.
Arriba, la luna;
debajo, el agua.
Un aullido de perro
rueda por la casa.
Habrá visto pomberos
o ánimas que pasan.
Y el hombre
que no duerme,
que piensa,
interroga a su alma.
En su carne,
despierta y agitada,
siente que mil espinas
le punzan como dagas.
Y nota que la sangre
como una enredadera
en su garganta
se instala.
El hombre, entonces,
que ha visto cómo pasó la muerte
con su guadaña afilada,
llora sobre la cama.
Arriba, la luna;
debajo, el agua.
Una larga,
solitaria espera
lo muerde en su morada.
Para escapar
busca un poncho de olvidos
mientras aguarda
la epifanía del alba.
Cáráu: voz guaraní. Nombre de un ave.
Del libro inédito.
“El espectro del agua”.
ENTREVISTA
Charles Richard Carlisle
La distancia de su escritorio
se extiende al más allá
de la medida.
La formalidad congela el aire
alrededor de sus palabras.
Respondo vagamente a las preguntas
de siempre:
contestación de forma
ojo por ojo.
Sigue el compás ritual
de la danza
pavana de ideas
a lo lejos de mi mente;
allí estás
tan cerca en el pensamiento
tan lejos en la realidad
de estas circunstancias.
El recuerdo me inunda;
me ahogo en la soledad.
Su voz penetra mis anhelos
y seguimos como siempre
la entrevista.
Termina él por fin
y salgo de su presencia
contando cada paso
midiendo otro día
a través de sordos arrastramientos
por estas calles nuestras
donde ya no estás:
camino yo
barco sin timón
que busca el escollo.
CONVERSACION CREPUSCULAR
Charles Richard Carlisle
para Jorge Luis Borges
de matiz en matiz
los colores se te deshojaban
brotaba la oscuridad
entre los pétalos caídos
de tu vista.
así me lo contaste:
primero el negro
(yo, torpe, pensando
en los cuadros de Rouault
que ya no serían tuyos)
luego el rojo
como si la anarquía
huyera ante tu persona
el azul seguido por el verde
los mares y los ríos
dejando estelas en tu memoria
hasta que tan sólo el amarillo
te quedaba
poblando tus ojos
de tornasoles de Van Gogh
los cuales con el tiempo
también se marchitaron.
LA ARAÑA
Mario Casartelli
He visto en el piso morir una araña.
(¿Qué otra opción para mi piel profanada
sino el intento de aplastarla?).
La he visto morir, observé
cómo sus finas patas recogidas
se entregaban a la muerte.
Y temblaron mis sentidos,
recién entonces conscientes
de todo el desamparo que nos ronda.
Mi mano dispuso su suerte
y ya la araña iniciaba
la podredumbre anunciada hace tiempo.
Yo ignoro haber obrado bien o mal
pues, aunque pensé en los afanes del viejo Platón
y una pregunta me condujo al Nazareno
— ¿es lógico entregar la otra mejilla?—,
espejos de siglos me enseñaron tan sólo
la imagen de rostros iguales al mío;
miradas que, en lentas caricias,
guerras y vastas discusiones,
a lo largo del mundo también escrutaron.
Y nada pude comprender
sino que la noche avanzaba, inmune
a mi desordenado pensamiento,
y que la fiebre enojosa de mi mano
propuso la acción insensata del hombre
ante el gesto pequeño y final de una araña.
DESVANES
Noemí Ferrari de Nagy
Hay gente similar a viejas casas
que mi niñez conoció bien. Tenían
silenciosos desvanes, todos llenos
de espectrales retratos, de recuerdos:
cosas muertas, queridas por los muertos
de aquellas casas. Cáscaras tan sólo,
que sin embargo nadie se atrevía
a destruir.
Hay gente así, que vive conservando
lo que ya está vacío de futuro.
Tú también. Yo también. (Nos parecemos).
Y heme ahora aquí donde me has puesto,
en tu desván, velándome ya el polvo.
Dentro de poco tú quizá te encuentres
—descolorido el rostro como el mío—
en mi desván.
POEMA PARA MI MADRE
Dora Gómez Bueno de Acuña
Para decir tu nombre, mis aguas van crecidas
como un torrente, madre. Para decir tu nombre
todo es poco y es nada; no hay palabra que pueda
dar la imagen exacta de tu cariño, madre,
para decir tu nombre...
Para decir tu nombre, mis aguas van crecidas
como un torrente, madre. Mujer dulce y severa
como un licor silvestre. Quiero darte un poema
fuerte como mi vida, fuerte como el destino;
quiero volcarte, madre, la voz desconocida,
la voz desmelenada por la rosa más rosa
de los vientos heridos...
Fuiste diez veces madre, diez veces madre mía,
diez veces tu cintura se desgarró de angustia,
diez veces has colmado la copa de tus venas,
diez veces se ha crispado tu entraña estremecida.
Tres, cerraron sus ojos ahogados en el río,
siete alargan sus brazos al mar embravecido.
Yo quiero una voz virgen para cantarte, madre,
la voz de los silencios erizados de gritos,
la voz de las montañas, de los hondos abismos,
la fontana escondida, la garganta angustiada;
para cantarte, madre, enclavaré mis brazos
sobre la Cruz del Sur, para decir tu nombre
lloraré un pentagrama de luz sobre tus hombros.
Amor de mis amores,
mi candor y mi estrella, mi paloma y mi flauta,
todo es poco, y es nada, para decirte: madre.
LA PRINCESA
Hugo Rodríguez-Alcalá
a José-Luis Appleyard
Mimí, con ojos celestes,
cabello rubio y sonrisa
(que ya no recuerdo) era
la Princesa, mi vecina.
No me veo nunca junto
a la Princesa. Solía
mirarla yo en su balcón
en tardes oscurecidas,
cuando la calle, en silencio,
poco a poco se dormía.
Yo pasaba en bicicleta
tembloroso. Y ella, tímida,
sospecho que en la penumbra
dulcemente sonreiría.
Nunca le he visto de cerca
el brillo de su sonrisa,
ni el brillo de sus cabellos,
ni el de sus ojos de niña.
Pero amor, amor de niño,
muy profundo le tenía.
Una mañana de enero
al regresar de la misa
- ¡Murió Mimí!- me contaron
entre sollozos mis primas.
Y entonces la vi de cerca
pero muerta, y sonreía,
los ojos aún entreabiertos
y las dos manos unidas.
NARRACIONES
PASTORA CONCEPCIÓN CÉSPEDES
Mario Halley Mora
Fue como aquella madre espartana que dijera al hijo que marchaba a la guerra:
“Hijo, vé a combatir por la Patria. Y no olvides, prefiero que allá mueras como hombre, antes que regreses como cobarde”.
Y el hijo de Pastora Concepción Céspedes partió a la guerra. Dejó la azada del labriego y empuñó el fusil del guerrero. Era aquel soldadito, sin saberlo él mismo, el símbolo vivo de la raza, el agricultor—soldado, la antigua estampa de una estirpe que sabía extraer de la tierra, la vida mavarillosa del pan, y sabía ofrecer a la Patria, la muerte gloriosa del soldado.
Francisco Céspedes cayó en Campo Jordán. Pertenece al misterio insondable, el último pensamiento del combatiente que siente en su carne el impacto letal del proyectil enemigo. Quizás en ese último segundo, mientras el coraje estampa sobre la frente de la Muerte el sello ennoblecedor del deber cumplido, resplandezca en la postrer lucidez el paisaje amado, la calidez humilde del rancho, el camino rojo, el arroyo manso y el rostro tallado en sufrimiento de la madre morena que quedaba de pie en la estación pueblerina, agitando el pañuelo blanco de un adiós mojado en llanto.
Y tal vez en ese momento supremo de la vida que se iba, la garganta vibró con el grito que desde la profundidad de los tiempos, es consuelo llamada, reclamo desesperado y hondo, invocación angustiada del amor que protege, que ampara y que endulza la hiel de todos los dolores y la tristeza de todos los dioses: ¡Madre!
Y ya lo dijo aquella poetisa inmortal, “Hijo, yo te tuve en mis entrañas, y en mis entrañas quedó el hueco donde resonará tu grito de dolor y tu reclamo de amor y la llamada sin fin de tus angustias...”.
Pastora Concepción Céspedes oyó la llamada lejana.
Y partió al Chaco. Recorrió los campos ardidos por donde habían pasado la muerte y la gloria, y fue en el Chaco, ella y su dolor ella y su coraje, ella y su amor, la contra-partida morena de aquella otra madre rubia y gentil, que en Cerro Corá cavó las tumbas del esposo y del hijo. Y se repitió en ella, esa constante sobrecogedora de nuestra Historia, en la que en el acto final de la tragedia, no es el hombre, sino la mujer, la que se enfrenta a la muerte, la vence y le arranca un trozo ardiente de vitalidad y de rebeldía, un testimonio que ofrecer al tiempo venidero sobre la virtud suprema de esta raza que cuando cae, ya está empezando a renacer de nuevo en la voluntad heroica y en el vientre fecundo de la madre
Por su propia mano, ella entregó a las entrañas del Chaco, aquella vida que había acunado en la suya. Transferencia desgarradora en un acto mágico en que Patria y Madre, Tierra y Mujer, empezaban a unirse en el milagro de una maternidad compartida. El cuerpo del soldado Francisco Céspedes, soldado paraguayo, era como una eterna lección que estaba diciendo a gritos que aquella tierra áspera y sufrida, estaba fecundada por el coraje de un soldado y por el amor de una madre. Ella fue la sembradora digna del bronce que no abrió una tumba, sino un surco, y en ese surco, depositó una semilla de Historia, y si sobre su siembra dolorida plantó una cruz, y a la vera de la cruz erigió un ranchito donde quedaría a velar al hijo y al porvenir, hizo de esa cruz, tanto como símbolo del caído, el hito que señalaría el rumbo de quienes, después de la guerra, volverían a sembrar de espigas los campos que desoló la guerra.
Alguna moral enmohecida quiso empañar la gloria humilde, la gloria no buscada de Pastora Concepción Céspedes y sobre su recuerdo que merece veneración y respeto se quiso poner el estigma de una maternidad “natural”. Ignoraban que con esa forma agridulce de ser madre Pastora Concepción Céspedes simbolizaba la dura suerte de la mujer de esta tierra y de este pueblo que se quiso condenar al exterminio. En nuestra Patria, como nos enseña una tradición que nos enorgullece, los hijos naturales de las mujeres, son los hijos legítimos de la Historia. No en balde, la malvada sabiduría de Sarmiento sentenció que a los paraguayos se los debe matar en el vientre de sus madres. Con obscura clarividencia, sabía que allí, en ese cálido reducto de amor y sacrificio, estaba la última fortaleza, la última trinchera donde la raza defendería e impondría su derecho a la supervivencia.
Por eso, el sencillo monumento que se erige en el Chaco, en memoria de la madre y el hijo, es al mismo tiempo que el justo homenaje a Pastora Concepción Céspedes, mujer y madre de excepción, el homenaje a todas las madres que, como aquella, aceptaron todos los sacrificios, hasta la pérdida del alma inmortal, como precio a la gloriosa resurrección de la estirpe.
Si Pastora Concepción Céspedes pecó, la maternidad la redimió, y el sacrificio santificó esa maternidad, si no ante las leyes del Cielo, por lo menos en el corazón de todo un pueblo.
ENSAYO
VINICIUS DEMORAES:
SU TRAYECTORIA POÉTICA
Prof. ABELARDO DE PAULA GOMES
Vinicius de Moraes nació para la vida, la poesía y el canto en 1913. Su nombre latino, aristocrático y sonoro, fue sugerido por el personaje homónimo de la novela “Quo Vadis”, de Henry Sienkiewicks, best-seller en la época. Precozmente formado en Derecho, en 1933, este mismo año, lanzó su primer libro de poemas, “O caminho para a distancia”. Fue la obra editada por Augusto Frederico Schmidt, intelectual y empresario, gran poeta de inspiración católica, de verso amplio, con resonancias bíblicas, quien influyó en el joven Vinicius.
“O caminho para a distancia”, obra desigual, marca, sin embargo, el comienzo de un quehacer poético de excepcional relevancia en las letras brasileñas. La crítica la recibió con elogios, situando a su autor como un poeta de transición, un hombre—puente, entre el modernismo de 1922 y la generación de 1945. Poeta que abandona las diversas fórmulas del nacionalismo literario (el palo-Brasil, la antropofagia, el verde—amarelismo, el regionalismo, el poema humorístico o poema piada), para elevarse a una poesía trascendental y espiritualista. Influencias universales: del Simbolismo, de Valery, de Claudel, Peguy; de Lorca, de Neruda, de Eliot; y brasileñas, de Castro Alves, el cóndor romántico, del parnasiano Olavo Bilac; de Augusto dos Anjos, el simbolista solitario y de los modernos Manuel Bandeira y del citado Augusto Frederico Schmidt. Influencias apenas estimuladoras o sugerentes, porque pronto encontró Vinicius el camino de su pujante afirmación personal y creativa.
En “Forma e Exegese” (1935), muestra un avance considerable en el empleo de sus recursos formales. "Ariana, a mulher” (1936), insinúa la terminación de la fase espiritualista y el comienzo de otra, en la cual, el poeta pasa a preocuparse con los valores y realidades terrenas. “Novos Poemas” (1938), continúa la búsqueda de la expresión, la árdua lucha con y por la palabra poética. A veces, cansado de la triste realidad, el poeta estalla en el verbo denunciador de los graves problemas humanos y sociales, como en “Dia da Criação”.
“Há criancinhas que não comem,
Porque hoje é sábado”.
….
“Ha um grande acréscimo de sífilis
Porque hoje é sábado”.
….
“Na verdade, o homem não era necessàrio.
Nem tu, mulher, ser vegetal, dona do abismo”.
Dentro de sus diferentes y múltiples aspectos, fue Vinicius también un poeta de profunda inquietud social, suavizada sin embargo por el lirismo y ternura para con el ser humano, como en “Balada do Mangue”, cuando al referirse a las prostitutas, comienza el poema, llamándolas de
“Pobres flores Gonocócicas”.
En la bellísima balada “Operário em construção”, al refinamiento linguistico y a la exquisitez artesanal, se funde el abordaje lírico y al mismo tiempo punzante del problema obrero y social. Vinicius supo evitar el tono panfletario por un lado, y el formalismo vacío, por otro:
“Era ele que erguia as casas
Onde antes sõ havia chao,
Como um pássaro sem asas”
…
“Ele subia como as casas
Que lhe brotavam da máo”
…
“Mas tudo desconnecia
de sua grande missáo:
Ele desconhecia
Esse fato extraordinàrio
Que o operário faz a coisa
E a coisa faz o operário.
….
La concientización:
“De forma que, certo dia
A mesa, ao cortar o pão,
O operário foi tomado
De urna súbita emoção
Ao constatar assombrado
Que tudo naquela mesa
—garfo. prato, facão—
Era ele quem os fazia
Ele um humilde operário
Um operário em construido
……..
Tudo, tudo o que existia
Casa, cidade, Nasáo
Era ele quem o fazia,
Ele, um humilde operário
Um operário que sabia
Exercer a profissão.
Pero, es en verdad, con “Cinco Elegías” (1943), que Vinicius cambia de rumbo, el cual se definirá totalmente con “Poemas, Sonetos e Baladas” (1946). El verso inicial de “Elegia, quase urna ode”:
“Meu sonho, eu te perdi; tornei—me em homem”, expresa un mundo poético, donde a una conmovedora "saudade”, se junta una emoción vinculada a la condición humana y a las multiformes y contradictorias circunstancias que la envuelven y motivan. “Poemas, Sonetos e Baladas” presenta a un Vinicius maduro y con pleno dominio de su oficio, dueño de un lenguaje poético, musical y plástico a la vez.
La “Antología Poética” (1954) colección hecha por el autor, reúne lo que él considera lo mejor de sus diferentes fases. En 1962, publica “Para viver um grande amor” crónicas y poemas, libro en el cual, se puede apreciar, amén del poeta, al ameno y sabroso artista de la prosa.
En el “Livro de Sonetos”, se encuentran admirables ejemplos del genero revitalizado por Vinicius, siguiendo entretanto los moldes clásicos de la gran herencia sonetística de la lengua portuguesa, a comenzar por el legado inmortal de Luiz Vaz de Camões.
En su primera fase, Vinicius utilizó la versificaión amplia, ondulante, con armonías bíblicas, matices de melancolía y una difusa angustia existencial. En su manera de ser, fue también, como Peguy, “un peregrino del absoluto”, sólo que brasileño, carioca, tropical:
“¡Souomar! ¡Souomar!
E como o mar dentro da treva
Num constante arremesso largo e aflito
Eu me espedaço em vão contra o infinito”
Después se lanzó a todas las búsquedas formales: el verso corto, el soneto, las redondillas, el decasílabo, la balada, con excepcional virtuosismo. Pero un virtuosismo transbordante de fuerza lírica.
Vinicius, fue el cantor de la vida, en sus expresiones totales, humanas, elevadas o prosicas, humildes y cotidianas. Arrancó poesía de las realidades más simples y a veces sórdidas, buscando la belleza escondida en el ango, como un diamante.
Y fue, sobre todo, el máximo cantor de la mujer en la literatura brasileña. Como un trovador, cantó a la mujer ideal; pero su “leit-motiv” lírico, fue la mujer de carne y hueso, con su misterio y su belleza, sus virtudes y pecados, sus grandezas y debilidades. Cantó a todas: a la mujer que pasaba, a la garota de Ipanema, quemada de sol y llena de gracia, a las oficinistas, a las prostitutas, porque como decía Manuel Bandeira, “Todas son hijas de Dios”. El eje de su obra es el eterno femenino en todas sus variaciones, expresado en poesía, en samba, en teatro, en cine. A todas las mujeres amó como poeta, con un lirismo sensual, tierno, vital y vigoroso. Para él, la mujer constituía “La cosa más bella y más perfecta en toda la creación inumerable”.
A Vinicius de Moraes, podemos aplicar el verso famoso que otro poeta brasileño, Alvares de Azevedo, quería que fuese grabado en su lápida:
“Foi poeta, sonhou e amou na vida”
ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
PEN CLUB DEL PARAGUAY en PORTALGUARANI.COM
(Hacer click sobre la imagen)

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA
(Hacer click sobre la imagen)
