LA CULPA ES SIEMPRE DE LOS DEMÁS
Por MIGUEL H. LÓPEZ
En TW: @miguelhache
Ahora ¿a quién culpar del bajísimo nivel de nuestras instituciones educativas escolar y media? La reciente evaluación dada a conocer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, de su examen PISA, sobre Paraguay, que por primera vez participa, dispara todas las alarmas. Podemos criticar algunas variables y los enfoques de este organismo en sus pruebas, pero en la práctica sabemos que está más cerca de la realidad de la que nos gustaría. Solo el 8% de los estudiantes evaluados alcanzaron el nivel mínimo de dominio en matemáticas y el 32% el de lectura comprensiva.
Estos no son datos menores. Revelan lo que siempre comentamos en todos lados, pero no teníamos un rasero mínimamente formal y serio para decir que, efectivamente, la educación del país está para las calendas griegas.
Al conocerse la noticia, las acusaciones y culpas se repartieron hacia todos lados. Cada quién esquivó la nalga a la jeringa y puso cara de yo no fui. Es lógico, no es muy dado en nosotros asumir ni reclamar con seriedad. Y posiblemente todos –sin riesgo de equívoco– tenemos alguna carga de responsabilidad, por acción u omisión. Sin embargo, debemos entender que este fracaso es del sistema educativo, no de los estudiantes que ocasionalmente estaban allí cuando fueron seleccionados al azar para demostrarnos lo mal que están todo el andamiaje, el contenido y la ejecución del proceso de aprendizaje en escuelas y colegios. La universidad, aunque no fue medida, por lógica consecuencia no es más que la proyección de lo que va llegando de los niveles medios.
En esta evaluación también cayó en picada el arraigado mito paraguayo de que la educación privada es mejor. Los examinados son de ambos sectores, sin excepción; y sin excepción quedaron lejos del promedio que establece la organización escrutadora: 8% ante 76,6% y 32% ante 79,9% respectivamente.
¿Qué es lo que está pasando con la educación? Y aquí es donde la mirada debe girar hacia la progresión histórica de la educación en el país, de la inversión del Estado en ella y la importancia que realmente le dieron los sucesivos gobiernos al tema. Difícilmente podremos escapar al cinismo de autoridades y organismos internacionales en todo esto.
En 1993-94 Paraguay ponía en marcha una reforma educativa que dejaba atrás el modelo que la dictadura stronista (1954-1989) había ejecutado como parte de su sistema de dominación y represión. Con fondos, asesoramiento y padrinazgo del BID el nuevo modelo empezaba a desarrollarse. Casi una década después los resultados –aun con maquillaje de por medio– eran tan magros y débiles que anticipaban la catástrofe que se avecinaba. Pese a ello nada hicieron ni las autoridades ni sus asesores ni sus mentores. La inversión siguió siendo mezquina e insuficiente. Las organizaciones gremiales del sector advertían de que la nueva “enseñanza” solo buscaba generar mano de obra barata con escasa instrucción: operaciones matemáticas básicas y a firmar, con bajos volúmenes de contenido y pensamiento comprensivo y crítico. Ahora comienza otra aventura de reforma con el Banco Mundial, pese al rechazo en audiencias públicas a que el cuestionado organismo intervenga. Pero el Gobierno sigue con el plan.
Con mentores así, pensar y llegar lejos no es precisamente el objetivo...
Fuente: ULTIMA HORA (ONLINE)
Sección OPINIÓN
Jueves, 13 de Diciembre de 2018
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