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JULIA VELILLA LACONICH
  PARAGUAY, EL CAMINO HACIA EL OESTE, 2008 (EL INFORME DEL GOBERNADOR FERNANDO DE PINEDO) - JULIA VELILLA LACONICH


PARAGUAY, EL CAMINO HACIA EL OESTE, 2008 (EL INFORME DEL GOBERNADOR FERNANDO DE PINEDO) - JULIA VELILLA LACONICH

PARAGUAY, EL CAMINO HACIA EL OESTE

(EL INFORME DEL GOBERNADOR FERNANDO DE PINEDO) 


JULIA VELILLA LACONICH


BIBLIOTECA BICENTENARIO

(a cargo de Ignacio Telesca)

CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA (CEADUC)

ISBN: 99925-879-7-0

Colección: BIBLIOTECA DE ESTUDIOS PARAGUAYOS - Volumen 74


Asunción-Paraguay, 2008

Web: www.ceaduc.uca.edu.py

 e-mail: ceaduc@uca.edu.py



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Otro tópico abordado, el del URUPABOL, necesaria asociación entre los países pequeños de la región (Uruguay, Paraguay y Bolivia), tendrá que reconstruirse como el desafío más serio al desarrollo e integración futuros de nuestros pueblos. Sólo hace falta decisión política y confianza en las propias fuerzas.

ALFREDO M. SEIFERHELD

(Prólogo a la 2ª edición -1987)


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El anhelo de vinculación del Paraguay con el Alto Perú es estudiado en este libro desde sus más remotos orígenes hasta los tiempos que corren. Pueblos guaraníes en sus legendarias migraciones, Adelantados, Gobernadores, conquistadores y misioneros desfilan en estas páginas intentando, una y otra vez, la comunicación que parecía necesaria por mandato de la propia geografía y de la que de Pinedo esperaba resultados tan fecundos para toda la región.

JERÓNIMO IRALA BURGOS

(Prólogo a la 1ª edición -1982)


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PRESENTACIÓN: Cuando terminé de leer el libro de Julia Velilla de Arréllaga se me confirmaron las dudas que me habían aparecido al promediarlo. Lo había comenzado como un trabajo histórico y sin embargo todas las reflexiones que me había sugerido lo ubicaban como una tesis de Relaciones Internacionales.

Con audacia podríamos afirmar que a la autora Julia en adelante le habrá ocurrido lo mismo. Inadvertidamente, al decir de Borges, presentó una tesis histórica, que se convirtió en un excelente ensayo de política internacional, más importante por lo que sugiere o por las posibilidades que abre su investigación que por las conclusiones a que arriba.

Cuando comenzamos a escribir estas líneas, no pudimos sustraernos a la tentación de comparar su técnica metodológica con la que usa Jean Baptiste Duroselle en su reciente obra: "Tout Empire perira. Une visión theorique des relations internalionales ". Publicaciones de la Sorbonne. Paris, 1981.

Los autorizados críticos de esta obra han señalado que Duroselle “fue pasando muy sensiblemente del campo de la historiografía al espectro bastante más vago de las Relaciones Internacionales". Roberto Mesa. Pág. 629. Estudios Internacionales.

Julia escribió este libro sin leer la obra citada, fue editada posteriormente a la conclusión del texto que comentamos, pero bien podemos ubicarla como aventajada discípula del gran maestro francés. Y seguramente nuestra autora suscribiría con placer y énfasis la afirmación de Duroselle: “el estudio de las Relaciones Internacionales solo puede basarse en el material proporcionado por la historia”.

Comparto, con muchos, las dudas que provocan este tipo de afirmaciones, pero en este caso ha sido aplicada en todo.       

La bibliografía del mismo, es básicamente la de un historiador, pero el campo de las Ciencias Sociales ha enriquecido el tema. Y las citas de San Agustín, Eduardo Galeano, Mario Travasos, Carlos Pastore o RudolfKjellen buscan superar un estadio historicista.

Ingeniosamente ha proyectado el informe de Agustín Fernando De Pinedo, ese gobernador español con rasgos de Francia y Eligio Ayala, al siglo XX, tratando de encontrar el hilo de la historia.

El Paraguay, nuestro Paraguay, a quien ama racionalmente por momentos y con pasión de sangre en otros, surge del pasado y se adentra en un futuro organizado e integrado armónicamente en una tesis de realidades y de sueños. Al final de cuentas "el deber de todo científico es luchar por la utopía... ".

Pinedo no pudo soñar con Urupabol, pero unido con aquel proyecto de Artigas puede concluir en Urupabol. Nuestra autora casi nos convence.

Afortunadamente ella misma nos vuelve a la realidad, describiendo el castigo a la Patria Comunera. La sanción del orden internacional de entonces al que aspira ser libre. Nos hubiera gustado encontrar algún comentario sobre la Guerra del 70, traída contra el Paraguay, también fue un castigo a otro proyecto de ser libre, frente al nuevo orden internacional sucedáneo del español. Toda la concepción revisionista no ha agotado el tema; ahora, desprendido de ribetes ideológicos de hoy aplicados al pasado, va dar paso a una nueva interpretación de los acontecimientos qué han signado nuestro presente.

La descripción histórica del Paraguay, bastión frente al avance portugués, se engarza con la tesis integracionista "el Paraguay y el Alto Perú, eran importantes porque constituían, y constituyen, la encrucijada de Latinoamérica".

A estas afirmaciones, Julia incorpora un elemento trascendente, aceptado como pieza fundamental en el proceso de integración europeo. La democracia es un presupuesto de la integración entendida esta como ruptura de la dependencia, agregaríamos nosotros. La base histórica se fundamenta en la descripción minuciosa de los alcances sociales que tuvo la Real Provisión del 12 de Setiembre de 1537, que modificó el destino social y político de la Provincia Gigante de las Indias, según Marco Antonio Laconich.

La actualidad del trabajo vuelve a reforzarse con el relato del éxodo de los habitantes de la Provincia, tema que preocupa a Pinedo en su informe y alcanza un realismo descriptivo de nuestro mundo de hoy cuando transcribe: "No tienen número los males que han causado a esta provincia, a su comercio y a su reputación los Encomenderos, y sus intereses siempre manejados a su arbitrio como los más poderosos de esta Provincia".

El Gobernador Español parece visualizar toda una faceta de la liberación americana, al negarse a pagar indemnización al Encomendero. "Que la indemnización debía determinarse por el precio de origen de las Encomiendas", es el ayer de la lucha de la América de este siglo por sus riquezas naturales, cobre en Chile, estaño en Bolivia, petróleo o sus concesiones en México, Perú o Paraguay.

La Cédula Real del 8 de Agosto de 1776 creaba el Virreinato del Río de la Plata. Por tanto y atendiendo a la fecha de la Independencia de los países que surgieron de él, no alcanzó a durar cincuenta años. El análisis de su realidad social, de sus factores estáticos y dinámicos, en una palabra la aplicación del método sociológico de investigación que es el usado por las Relaciones Internacionales, deben dar una explicación mucho más científica a su inviabilidad que frases como “fue solo responsabilidad de los porteños la desintegración del Virreinato”.

En el mismo sentido nos resistimos a aceptar el esfuerzo de muchos historiadores, de encontrar en el pensamiento de algunos de nuestros próceres, la base de una concepción de política internacional actual. Peligrosamente nos aproximamos al error de los que interpretan acontecimientos del pasado con criterios ideológicos de muchos años después.

Es el mejor relato de las relaciones paraguayo-bolivianas después de la Guerra del Chaco que conocemos, visto desde un prisma nacional, se introducen sin embargo afirmaciones sobre algunas posiciones de los gobiernos nacionalistas de Bolivia o de políticos sudamericanos, que requieren mayores explicaciones o una profundización que no pierda de vista la complicada situación creada por la Segunda Guerra Mundial y el enfrentamiento de la civilización al nazi fascismo.

Se equivoca Julia cuando dice: "Los españoles -defecto que también hemos heredado y aún perfeccionado- tenían el arte de hacer lo debido en el momento indebido ". Ella ha escrito un buen libro en el momento debido. Ha descripto, utilizando un informe, un pasaje de la historia sudamericana, española y europea también, cuando el imperio español agonizaba. El título de Duroselle: "Tout Empire périra " es una realidad en cada una de sus páginas. Cuando termina una era, y todavía vivimos con los males descriptos en el Siglo XVIII, son útiles estas obras que provocan reflexión.

El libro es un compromiso con toda una generación de jóvenes obligados a pensar a diario en su futuro. Estoy seguro de que habrá otros textos. Esos jóvenes, y todos los que piensan con criterio moderno harán el Paraguay y la América. Que algunos, desesperada e infructuosamente, solo alcanzan a postergar. 

JOSÉ FÉLIX FERNÁNDEZ ESTIGARRIBIA.

Coordinador del Dpto. de Relaciones Internacionales del

Inst. Paraguayo de Estudios Geopolíticos y Relaciones Internacionales".-

 

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ÍNDICE:

NOTA PARA LA PRESENTE EDICIÓN

PRESENTACIÓN

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

PALABRAS LIMINARES

CAPÍTULO I

·         El Nuevo Mundo: l.- Antecedentes coloniales/ 2.- Las reformas de Carlos III/ 3.- Agustín Fernando De Pinedo y la realidad del Río de la Plata

CAPÍTULO II

·         La situación de la Provincia y el informe de De Pinedo: 1.- La Real Provisión de 1537/ 2.-La Revolución Comunera/ 3.-Las "terribles sanciones"/ 4.-El informe al Rey/ 5.-Las Encomiendas/ 6.-El maltrato a los indios/ 7.-La defensa de la Provincia/ 8.-El agobiante servicio militar/ 9.-El doloroso éxodo/ 10.-El comercio/ 11.- Quiebras y atrasos/ 12.- El puerto preciso de Santa Fe/ 13.- La yerba/ 14.- La ruina de la Provincia

CAPÍTULO III

·         Plan de De Pinedo y su obra de gobierno: 1.-La extinción de las encomiendas/ 2.-El establecimiento de tropas a sueldo/ 3.-Los peligros externos/ 4.-La expulsión de los portugueses/ 5.-El control del río Paraguay/ 6.-Fundación de Concepción

CAPÍTULO IV

·         De Pinedo y la redención del Paraguay: 1.-Las dificultades que había que vencer/ 2.-El pensamiento de De Pinedo en el informe al rey/ 3.-Las ventajas recíprocas de la vinculación de laProvincia del Paraguay con el Alto Perú

CAPÍTULO V

·         Un anhelo que tiene larga historia: 1.-Las rutas del oro/ 2.-El Chaco invencible/ 3.- La obsesión de "la sierra" y los caminos de acceso./ 4.- Ñuflo de Chavez. Santa Cruz: un bello esfuerzo frustrado/ 5.- Renovados esfuerzos: la Audiencia de Charcas y el Adelantado Juan Ortiz de Zárate/ 6.- Los misioneros reemplazan a los conquistadores/ 7.- La Revolución Comunera y la vinculación con el Alto Perú

CAPÍTULO VI

·         La desintegración del Virreinato impide la vinculación paraguayo-altoperuana: 1.- Antecedentes coloniales y formación de las nacionalidades/ 2.-Guaraníes y españoles/ 3.- Domingo Martínez de Irala/ 4.- Los "mancebos de la tierra"/ 5.- Aymaras, quechuas y españoles/ 6.- Buenos Aires impide la constitución de las Provincias Unidas del Río de la Plata/ 7.-El Alto Perú y los "Ejércitos Auxiliares"/ 8.- La presión lusitana

CAPÍTULO VII

·         Un ideal que se mantiene firme: 1.-La Junta Superior Gubernativa/ 2.- El Dr. Francia y el intercambio comercialcon el Alto Perú/ 3.- El Gobierno Consular y Carlos Antonio López/ 4 - El Mariscal Francisco Solano López

CAPÍTULO VIII

·         Los intereses extranjeros en el Paraguay y Bolivia: 1.- El Imperio y el mitrismo en la guerra de la Triple Alianza/ 2.- ¡Vae Victis!/ 3.- Bolivia y la presión de sus vecinos/ 4.- La guerra del Pacífico/ 5.- Últimos intentos de comunicar el Alto Perú con el Paraguay

CAPÍTULO IX

·         La larga frustración: 1.- Los intereses argentinos y brasileños. Las pretensiones bolivianas/ 2.- La guerra del Pacífico y la desmembración del Acre/ 3.- La guerra del Chaco se hace inevitable

CAPÍTULO X

·         La guerra del Chaco.

CAPÍTULO XI

·         La paz y la post-guerra: 1.- El armisticio/ 2.- Las negociaciones de Bolivia con el Brasil y la Argentina y el Tratado de Paz/ 3.- Los acuerdos de post-guerra entre el Paraguay y Bolivia.

CAPÍTULO XII

·         La vigencia del pensamiento de Agustín Fernando De Pinedo: 1.- La vigencia del pensamiento de De Pinedo/ 2.- Comunidad de la energía y del hierro/ 3.- Los beneficios recíprocos del aprovechamiento de la riqueza agropecuaria/ 4.- La integración./ 5.- Geopolítica/ 6.- Política internacional. Mercosur y Urupabol

Conclusiones.

El Informe de De Pinedo (1777)

ILUSTRACIONES

Fotografía de HERMAN VELILLA .

·         Mapa n° 1: Región del Alto Paraguay hasta nuestra antigua frontera del Jaurú ("The Parana..." de Thomas J. Hutchinson, Londres 1868)

·         Mapa n° 2: Litoral de Bolivia sobre el río Paraguay, según los Tratados entre Brasil y Bolivia de 1867 y 1903

·         Mapa n° 3: Zona que comprende de Cuenca del Plata

·         Mapa n° 4: URUPABOL un poder compensador dentro de la Cuenca del Plata.

 


PALABRAS LIMINARES

El apasionado interés que despierta en nosotros todo "lo relacionado a nuestro destino, en el contexto de la integración americana con la que siempre soñamos, seguramente se debe a las largas conversaciones que sobre los problemas internacionales y sus implicaciones históricas hemos escuchado desde nuestra infancia, a los Académicos Marco Antonio Laconich, hermano de mi madre, y Benjamín Velilla, hermano de mi padre. Muchas veces, acompañados de ilustres personalidades paraguayas, bolivianas, argentinas, brasileñas, y uruguayas, les hemos escuchado analizar nuestros problemas y soñar con la Patria grande.

Pero descubrimos los alcances -para nosotros novedosos- del informe de De Pinedo, con motivo de la elaboración de un estudio que realizamos, para las Jornadas que la Academia Paraguaya de la Historia, realizó en Villa Real de la Concepción, conmemorando los 200 años de su fundación y en homenaje a Fernando De Pinedo, su ilustre fundador.

Sentimos que nos hallábamos manejando temas actuales; y decidimos estudiar e investigar personalmente los antecedentes históricos y los alcances del famoso memorial del Gobernador, así como los temas específicos que hacen relación a este documento y a su vigencia. Meditando sobre el mismo, comprendimos que él encierra la clave -intuida hace doscientos años- de nuestro destino internacional.

Las grandes verdades expuestas por De Pinedo, parecían actuales. Julio César Chaves tuvo razón cuando dijo: "Es que pocos gobernantes calaron tan hondo en esta roja tierra, y pocos dijeron en voz más alta su diagnóstico y su profecía".

En la investigación nos hemos atenido a normas conocidas, ubicando los hechos en el tiempo y en el espacio; buscando coherencia y procurando mantener la más honesta relación de nuestra interpretación con el testimonio histórico.

En el proceso heurístico, hemos buscado la mayor cantidad posible de documentos, aportes bibliográficos y testimonios; y todo este material hemos tratado de seleccionarlos mediante un análisis crítico.

Hemos podido contar con fuentes de investigación originales, que nos fueron proporcionadas por nuestros familiares y otros estudiosos, de larga experiencia en el manejo de los problemas económicos e internacionales. Nuestras fuentes son fidedignas, respaldadas en muchos casos por copias fotostáticas que cursan en nuestros archivos. La relación de algunos hechos sólo lo hemos consignado, después de obtener el testimonio, coincidentes, de dos o más personas. La investigación de algunos hechos pretéritos ha demostrado la insistente repetición de los mismos, y su persistencia contemporánea.

Debemos aclarar, con honestidad, que no hemos ingresado a la elaboración de esta obra con la mente completamente desprovista de juicios y prejuicios.

En este proceso, no hemos partido de un punto cero, el ideal para una investigación. Es posible que estos antecedentes hayan dado color -contra nuestra voluntad- a la interpretación de los hechos. Hemos tratado de superarlos; si lo hemos logrado, no habremos malgastado tiempo ni menoscabado el valor de la interpretación.

Estructuramos nuestro trabajo, tomando como pivot el famoso memorial del Gobernador De Pinedo.

A partir del análisis de la vigencia que, en el momento que lo escribió, tenía su magistral y meduloso memorial, verificamos los antecedentes que inspiraron a De Pinedo, las razones que frustraron esa política, y la trascendencia actual que su aplicación podría tener.

Comprobamos entonces cuales habían sido las ideas que precedieron esa política, que parecían señaladas por Dios en la geografía. Ya antes de la conquista, los pueblos de estas regiones habían tratado de ponerse en contacto, siempre impedidos por la barrera inexpugnable del gran desierto chaqueño. Y desde los inicios mismos de nuestra fundación como nación, nuestro destino y el "punto de mira" (como diría Domínguez), la obsesión y la meta de todos los conquistadores fue llegar al Potosí en el Alto Perú. Sus reiterados intentos se estrellaron siempre contra ese dragón nunca dormido que custodiaba el vellocino de oro"; "vellocino" al que otros españoles más afortunados habían podido llegar por el Pacífico.

Los conquistadores enterraron, resignados, sus frustraciones en la acogedora Asunción y encerrados en el maravilloso "abanico hidrográfico" de la cuenca platina, iniciaron en estas tierras, pobres en minas, pero ricas en tantas otras posibilidades, una descollante obra colonizadora.

El eje, el motor, el centro de expansión, fue Asunción, que, exhausta en su esfuerzo fundacional, aún halló fuerzas para defender estas regiones de la codicia lusitana y del afán hegemónico del “Puerto”, que, "refundado" por ella, controlaba su salida al mar y su comunicación con el mundo. En vano trataron, desde la Audiencia de Charcas y desde el Paraguay, romper nuestro encierro por el lado del Perú, que llegaba al otro Océano. No solo el Chaco, que seguía siendo invencible sino hasta la miope política española, nos cerraba el paso, prohibiendo toda comunicación e intercambio comercial.

Cuando De Pinedo se hizo cargo del Gobierno de la Provincia del Paraguay, pesaban sobre ellas las duras sanciones impuestas por la Corona como consecuencia de la Revolución Comunera. País potencialmente rico, y que tantos méritos había acumulado, agonizaba sin embargo, en la miseria.

Su clara inteligencia, su honradez y su penetrante visión, le permitieron evaluar con propiedad su extraordinaria inserción geográfica y las causas de sus males y clamó al Rey por su "redemption", pidiendo la supresión de la encomienda, la creación de una tropa a sueldo y la autorización para vincularlo comercialmente con el Alto Perú, a fin de alcanzar su progreso y felicidad. Pero España permaneció sorda a sus requerimientos. El tiempo, empero, siguió su curso y el Paraguay, como el resto de América, alcanzó pronto su independencia, a partir de la cual se pondría en la búsqueda de su propio destino.

El deseo de vincular estas regiones siguió vigente, pese a los problemas que las agobiaban. En numerosos documentos, los próceres y aun el Dr. Francia, constreñido a encerrarse en el más completo aislamiento, reconocieron la necesidad de esta vinculación. Cuando el Paraguay pudo por fin, con los López, retomar el hilo de su destino, con visión de estadistas, éstos iniciaron una política de acercamiento al Alto Perú con planteamientos tan audaces y con miras tan lejanas como no ha vuelto a darse después.

El Alto Perú a su vez trató en vano de abrir una ruta que lo vinculara al Paraguay. Por ser menos conocidos estos intentos nos hemos extendido más en ellos, tratando de hacer un planteamiento paralelo de los motivos y obstáculos que se interpusieron en el camino de su realización frustrando la ansiada unión. De todo ello surge con nitidez, la permanente interferencia que las distorsionadoras influencias del Imperio y Buenos Aires ejercieron, impidiendo la vinculación de estos pueblos. Siempre aislados, sin posibilidad de cooperación, la guerra lo arrasó todo en 1870 y los ideales sucumbieron, como la patria, por la obra conjunta del Imperio y el mitrismo porteño.

Bolivia ya independiente, también sufrió mutilaciones traumáticas que la empujaron a seguir por el atajo que la condujo a la frustración de los sueños del Gobernador De Pinedo. El Alto Perú, en efecto, mal aconsejado e incitado por intereses extraños, olvidó los generosos ofrecimientos del Paraguay, e inició una política irredentista, basada en "reveses pasados", disputando al hermano agobiado por el infortunio su legítima heredad.

Como por un despeñadero se deslizaron los acontecimientos que culminaron con una guerra innecesaria y sangrienta. Ciegos y arrogantes, los políticos y militares bolivianos, hicieron imposible todo entendimiento y precipitaron la lucha fratricida. Ese Chaco que, según De Pinedo, debía unirnos, por un juego político de siniestra inspiración,¡nos separaba!

Pero de la lucha surgió una nueva fraternidad uncida por el dolor. Sin embargo, a pesar de tan cruel desgarramiento, nada pudo concretarse. Las presiones, que seguían vigentes; los resentimientos fomentados, anularon los mejores intentos y hoy, a cincuenta años de aquella tragedia, seguimos separados, arrastrando nuestras frustraciones.

Como De Pinedo, sentimos ahora la "angustia de patria" de que ya hablaban los romanos. Angustia que nos mueve a estudiar los planteamientos del Gobernador, para subrayar su vigencia y las posibilidades que ellos ofrecen, aún hoy, a doscientos años de distancia. Estudiamos exhaustivamente esas posibilidades, recogiendo cuanto material nos fue posible, para fundar nuestro planteamiento. Creemos firmemente que un destino geopolítico del Paraguay, como lo intuyera De Pinedo, se orienta hacia la vinculación con el viejo Alto Perú, al que debería sumarse el Uruguay. Con ello saldrían fortalecidos los tres países, para ser factor de unión, puente de amistad, equilibrio y soldadura en la Cuenca del Plata y en América del Sur.

El 29 de enero de 1977 se cumplieron doscientos años de la fecha en que este gran burgalés elevó su informe al Rey. Dos siglos de frustraciones le han dado, al informe de De Pinedo, el valor de un mandato histórico y geopolítico.

En el cincuentenario del inicio de las hostilidades en el Chaco -y en la misma fecha en que la oblación de sangre de nuestra familia pagara su tributo trágico con la muerte de Herman Velilla-nuestras investigaciones y reflexiones sobre el mandato histórico y geopolítico planteado por De Pinedo, rescatan el olvidado memorial del Gobernador que, cansado de su sueño de dos siglos, rompe las gavetas que lo tenían aprisionado y arrinconado, para buscar la luz pública que decante lo que tiene de imposible y revalorice lo que de positivo plantea un problema que, ya en los umbrales del siglo XXI, no podemos dejar de mirar de frente.

Todas las esperanzas y expectativas parecieron concretarse en los últimos años con la creación de URUPABOL, hoy -una vez más-arrumbado como un viejo sueño frustrado, después de la denuncia del convenio por el Paraguay. Suponemos que razones valederas postergan nuevamente la solución de este noble y antiguo desafío, pero creemos que las conclusiones planteadas al final de este libro siguen vigentes como una opción, un destino geopolítico.

En esta historia, están escritas las claves de ese destino. Ese pasado que analizamos, -por encima de diferencias ulteriores- es un patrimonio común; y en su interpretación, inspirados en la ciencia política, como diría Toynbee: "Habremos hallado la respuesta justa a nuestro destino".

JULIA VELILLA LACONICH DE ARRÉLLAGA

Asunción, 28 de noviembre de 1982

 


 

CAPÍTULO III

 

PLAN DE DE PINEDO Y SU OBRA DE GOBIERNO

 

         El 20 de agosto de 1772, llegaba De Pinedo "a la ciudad comunera de las Indias".

         El nuevo gobernador era de estatura más bien baja     y de contextura delgada, de piel oscura y barba rala, cabellos y ojos negros y mirada triste. Juan Francisco Aguirre, dice de él "Fue un burgalés chico de cuerpo, más grande de esforzo, como decía el portugués; ya viejo, con salud quebrantada, gobernó la provincia" (1).

         Don Agustín Fernando De Pinedo y Fernández de Valdivieso fue un hombre recordado también por su temperamento irascible. Estricto, retraído, autoritario y sarcástico, era el nuevo Gobernador. Pero, como el terciopelo, tenía su revés y en el trato familiar e íntimo era franco y afable, trasluciéndose en él nobles rasgos de carácter. "Era fuerte, hábil y honrado dice Aguirre y, en amistad, festivo y tunante" (2).

         Zinny, nos dejó este juicio sobre De Pinedo: "...los paraguayos le aborrecían por su fatuidad y satírico modo de tratar, como también por la violencia en ejecutar sus determinaciones" (3). Y Cháves afirma: "en la Provincia fue respetado pero no querido" (4).

         El juicio de Zinny, en este caso no nos parece exacto. No fueron "los paraguayos" en general, los que resistieron a De Pinedo, sino la oligarquía encomendera sin visión de patria ni de futuro cuyos intereses hería el Gobernador.

         De Pinedo, no vino al Paraguay a "hacer la América". Ejerció sus funciones con honradez, con desprendimiento, sin amarrarse a intereses mezquinos y buscando solo el interés superior de la Provincia. Entre las metas que el Gobernador se propuso alcanzar destaquemos las siguientes:

 

         1. LA EXTINCIÓN DE LAS ENCOMIENDAS

 

         La experiencia adquirida en los dominios de la Corona, le permitieron apreciar con juicio certero, las causas que determinaron la ruina de la Provincia y sin vacilaciones en su informe, propuso al Rey: "importa, señor, en primer lugar que V.M. extinga las encomiendas".

         Era general la reacción contra el sistema de encomiendas. Sacerdotes ilustres habían mostrado en las Cortes la situación real de los indios. Pero, pocas autoridades españolas formularon una apreciación tan verídica como las contenidas en el informe de De Pinedo, solicitando la extinción de las encomiendas. Pedía que todas "se agreguen a su Real Corona", para que los indios trabajen en "sus respectivos pueblos", pagando moderados tributos a la Real Hacienda y que "por sus Curas y Administradores sean tratados con la mayor suavidad".

         De Pinedo, propuso la extinción de las encomiendas, sin indemnizaciones y sugirió al Rey: "que V. M. no conceda ningún equivalente a los encomenderos por la desposesión de sus Encomiendas, como que en ellos no reside ningún mérito para esta gracia".

         Los que más beneficios obtenían con la defensa de la Provincia, eran los que más tenían que perder, y éstos eran justamente los que menos aportaban a esta defensa, ya sea económicamente o por participación personal. Vivieron esclavizando "y tiranizando a los indios y a los vecinos pobres", dice De Pinedo siendo ello el único "mérito" de los encomenderos "por lo cual les considero indignos, de que V M. les conceda el equivalente de sus Encomiendas de las Cajas Reales".

         Adelantóse al Derecho Administrativo Moderno, que establece que en caso de revertir una concesión al Estado, éste no tiene obligación de pagar el monto pretendido por el concesionario, sino que, actuando con justicia y equidad de acuerdo con las superiores razones de Estado, el gobierno debe determinar si corresponde o no la indemnización y su monto; De Pinedo determina el monto indemnizable haciendo un detallado análisis de los "verdaderos méritos de los Encomenderos" y "los perjuicios generales que han ocasionado y ocasionan a esta Provincia y al Real Erario de V .M.".

         El Gobernador, establecía así implícitamente: 1) que la indemnización debía determinarse por el precio de origen de las Encomiendas. Pero como éstas fueron una graciosa concesión del Soberano, no cabía indemnización. 2) Que, para fijar la indemnización, debían determinarse las inversiones en las mejoras de la concesión. Como no hubo tales inversiones, sino antes bien, lo único que se logró con la encomienda, fue disminuir la población indígena (esa gran riqueza), no cabía indemnización, y finalmente 3) que, para determinar el monto indemnizable, era preciso tener en cuenta las amortizaciones que se habían hecho al capital invertido. Para el caso del Encomendero, que por generaciones solo había obtenido utilidades, y que más bien había perjudicado a la Provincia en su defensa, en su progreso y en su economía, afectando también los intereses y prestigio del soberano, no cabía el derecho a indemnización.

         Por razones de su cargo los Gobernadores, así como los oficiales Reales, tenían derecho a encomiendas. De Pinedo sentó un precedente cuando decía: "Ambos renunciamos gustosos este interés y renunciaríamos otro cualquiera, cuyo logro fuese opuesto al servicio de V.M. Y al bien público de esta afligida Provincia". En América, semejante desprendimiento y tan elevada conciencia de sus responsabilidades, se dio sólo en muy contados casos.

         Impugnar las prebendas obtenidas por los españoles en la Colonia era temeraria empresa. Importantísimos factores jugaban a favor de los ricos hacendados encomenderos. Entre otros, el dominio del idioma guaraní, les daba una ventaja muy grande sobre las autoridades, que, generalmente, sólo podían expresarse en español. "El diálogo en su propio idioma según De Pinedo produce en el natural tanta confianza, como recelo le causa tener que usar otro idioma que no domina..." y este conocimiento del idioma local era un arma imponderable para "persuadir y predisponer los ánimos contra quien lo ignora".

 

         2. EL ESTABLECIMIENTO DE TROPAS A SUELDO

 

         En las milicias se alistaban gentes "pobrísimas que necesitaban y necesitan el auxilio de los poderosos..." y que por eso, se "rendían fácilmente a sus influjos..."

         Los gobernadores que pretendían actuar con energía contra los encomenderos, no podían hacerlo, porque éstos tenían más poder que las autoridades. De Pinedo propone al Rey el establecimiento de "tropas a sueldo", demostrando en acabado análisis las ventajas que ello reportaría, no sólo a España y a la Provincia, sino también a las "Cajas Reales" y sobre todo a los habitantes pobres del país.

         Las tropas regladas sostiene De Pinedo no era ni conveniente ni necesario reclutarlas fuera de la Provincia, pues los naturales conocían el medio, su clima, y los problemas que creaba "la forma de pelear de los infieles". Pero, creía que los jefes debían ser transferidos del Regimiento de Dragones de Buenos Aires y, los Oficiales, elegidos de entre aquellos que a sí mismos se llamaban "beneméritos".

         Los dos grandes medios que necesitaba De Pinedo para cumplir objetivos superiores: la abolición de las encomiendas y la creación de tropa reglada, no los pudo obtener.

 

         3. LOS PELIGROS EXTERNOS

 

         Pero no sólo había que enfrentar a los enemigos internos para "redimir" a la Provincia. Clara conciencia tenía el Gobernador de los otros dos peligros que acechaban a estas regiones: "el Puerto" y "el Imperio".

         "No puede dejarse la defensa de la Provincia librada a tropas irregulares decía el Gobernador mucho más en la frontera de Dominio Extranjero como lo es el Brasil. "Todas las potencias de Europa, miran con emulación las riquezas que posee V.M. en el Perú usando cuantos medios estaban a su alcance para sustraer el producto del cerro de Potosí y extender sus dominios a sus serranías con la mira de apoderarse del manantial de la plata".

         "Los portugueses habían mostrado una extraordinaria constancia en esta empresa, rompiendo bosques, navegando ríos, trepando cerros, al parecer inaccesibles y venciendo gentes bárbaras han extendido sus dominios y establecimientos hasta las puertas del Perú". Abunda en pruebas el Gobernador sobre la penetración e intenciones de los portugueses, valora su temple, los medios y ventajas de que disponen y señala claramente sus objetivos: "ir penetrando en derechura a su deseado objeto del Cerro de Potosí y apoderarse de muchas tierras del Intermedio".

         Afirma De Pinedo: "la desgracia de ellos y nuestra fortuna, en orden al fin que aspiran de la posesión del Cerro de Potosí, ha consistido en que por huir de esta Provincia y ser visto de ella cogieron un rumbo muy distante y salieron a las márgenes del Perú más de cien leguas lejos de Potosí. Ahora más descarados, como más poderosos, pretenden encomendar aquel cerro cogiendo rumbo más recto, sin temor de ser vistos, por considerarse con fuerzas para hacer practicable su sistema, y el logro de sus pretensiones".

 

         4. LA EXPULSIÓN DE LOS PORTUGUESES

 

         Desde el Palacio de Gobierno, en que convirtió la casa de los Jesuitas que habían sido expulsados el Gobernador De Pinedo, trazó la estrategia para desalojar a los portugueses. Y el primer paso fue obtener información sobre la situación de los mismos.

         En los establecimientos de las márgenes del río Ygatimí, distante treinta leguas de la Villa de Curuguaty, el Gobernador don Carlos Morphy antecesor de De Pinedo había encontrado una partida de portugueses y al pedirles "que desocupasen aquellas tierras, como pertenecientes a la Corona de V.M." respondió el jefe de ellos, que no tenían intención de ocuparlas, y que se hallaban solamente de paso, pues habiendo salido en persecución de indios que hicieron irrupciones en sus establecimientos de San Pablo, y agotándoseles los víveres, habían hecho siembra en aquellos parajes para que descansara la gente y se repusieran de víveres.

         "Bien conoció mi antecesor el artificio de esta respuesta dice De Pinedo y no se le ocultaron las ideas que pretendían ocultar con ella los portugueses". Convencido del "artificio", el Gobernador Morphy había convocado a los Jefes de la Provincia y al Cabildo, a fin de obtener los medios necesarios para desalojar de inmediato a los invasores, "pero todos respondieron que no era practicable sin que concurriese el auxilio de la Real Hacienda de V M.".

         Recurrió entonces al Gobernador de Buenos Aires, General Don Francisco Bucarelli, pero la indolencia del Gobernador actitud permanente de Buenos Aires malogró la ocasión para desalojar a los portugueses "cuando por no estar aun bien establecidos ni fortificados era facilísimo executarlo, y con pocos gastos".

         Los portugueses, de no ser descubiertos, hubieran seguido hacia el poniente. La "marcha al Oeste" no es una creación del "Estado Novo", es la continuación de la política de Portugal, la de los Bandeirantes, la del Imperio. La marcha al Oeste, ha dejado como despojos, los hitos en las antiguas fronteras de los países vecinos del Brasil, obligados a encogerse, ya sea por la diplomacia de Itamaraty o por el acero de sus avanzadas. Buscaban según De Pinedo "penetrar al río Paraguay y apoderarse del nombrado Ipané, cuyas navegaciones les faciliten la correspondencia con los establecimientos de Cuyabá, Mattogrosso y Minerales de Diamantes".

         Recién en el año 1777, el Capitán García Rodríguez de Francia (padre del futuro Dictador), comisionado por De Pinedo, inspeccionó la posesión y apoyando sus operaciones en el Fuerte de San Carlos, consiguió rendir a los invasores.

 

         5.      EL CONTROL DEL RÍO PARAGUAY

 

         El control del río Paraguay era una meta imprescindible para evitar el avance portugués y, para ello, era necesario someter a los indios que dificultaban la navegación.

         De Pinedo fundó varios pueblos entre los que podrían citarse Villa Franca al Sur y en el interior; Hyaty y Quyquyó. Luego de ser autorizado por el Rey, para disponer de los bienes de los Jesuitas, ocupó las estancias que la Compañía tenía en Paraguarí y San Lorenzo del Campo Grande (1775) convirtiéndolas en asiento de los pueblos, que, con esos mismos nombres, hoy subsisten como ciudades.

 

         6. FUNDACIÓN DE CONCEPCIÓN

 

         La fundación más importante, que proyecta y realiza el Gobernador De Pinedo, antes de cumplir un año de su gobierno, es la de la Villa Real.

         En 1760, trece años antes, el padre Jesús Sánchez Labrador (amigo personal y compañero de De Pinedo), había fundado a orillas del río Ypané, el pueblo de Belén, como base para levantar más tarde, otras poblaciones.

         Varias veces se había planteado al Cabildo ya los Gobernadores la fundación de un nuevo pueblo más al Norte, que contuviera los avances de los Mbayás y los portugueses y asegurara la ansiada vinculación con el Alto Perú. Para mantener esa vinculación e intensificada, había un solo camino: "la ruta de la conquista", abierta por Alejo García, y seguida por Ayolas, Irala, Ñuflo de Chávez... El misterioso Chaco, seguía infranqueable.

         De Pinedo, apoyó decididamente la idea fundacional. Pero deseaba erigir el pueblo mucho más al Norte, cerca del puerto de Cuyabá. Su "principal ánimo" era recuperar nuestro territorio, "readquiriendo mayor extensión", según sus propias palabras. Siguiendo el propósito del Gobernador, el Paraguay habría recuperado 500 kilómetros al Norte, extensión rescatable entonces, a la codicia portuguesa. Pero El Cabildo, miope y sin aliento, se opuso al proyecto aduciendo dificultades para el abastecimiento debido a la distancia y exigió que la fundación se ubicase más al Sur, cerca del pueblo de Belén. Este criterio se impuso finalmente, con resultado nefasto como veremos más adelante para el Paraguay, para el Alto Perú y para España.

         "De Pinedo -dice Zinny- no era un hombre de gran cultura, pero era de aquellos talentos claros, despejados y felices que penetran en lo futuro y ven más allá de lo que alcanzan los hombres comunes. Desde Irala a él, no ha habido otro gobernador de luces tan claras, ni que estuviese tan bien impuesto de la realidad y de los verdaderos intereses de la Provincia, reuniendo a todo esto el valor y el atrevimiento para poner en práctica las ideas más sabias y prudentes, contra la opinión general, que las juzgaban temerarias en extremo" (5). La historia se encargaría de confirmar este juicio de Zinny.

         De Pinedo intuyó, que la pérdida de la zona Norte de la Provincia sería más tarde fatal para contener el avance de los portugueses y para asegurar el enlace con el Alto Perú, tan necesario para el desarrollo de estas regiones.

         El Gobernador, se presentó a la Sala Capitular y dejó expresa constancia de cuales habían sido sus deseos y propósitos y de las razones que los inspiraban, pero "que no obstante haciéndole fuerza los justos motivos del ilustre cabildo" aceptaba ubicar la población en el paraje que ellos indicaban. La falta de visión de los Capitulares frustró una genial concepción de De Pinedo (6).

         La fundación de Concepción se realizó a pesar de los desacuerdos entre De Pinedo y el Cabildo en medio del entusiasmo general. El 3 de mayo de 1773, una abigarrada multitud despedía en el puerto de Asunción a la pequeña flota que, compuesta de cuatro embarcaciones y comandada por el propio De Pinedo, partía hacia el norte para realizar la nueva fundación.

         El 31 quedó "fundada y medida" la Villa, en un hermosísimo paraje, distante unas cuatro leguas de Belén. Su primera autoridad, fue el Comandante Mayor de Milicias y Plaza Don Manuel García Barrabazal. Asunción, "amparo y reparo de la conquista", madre exhausta de ciudades, realizaba un último gran esfuerzo fundacional.

         Los factores político-económicos, que motivaron la fundación de la nueva población serían:

         1. Frenar la penetración portuguesa;

         2. Contener el malón indígena, que utilizando el río Paraguay caía periódicamente sobre Asunción;

         3. Incrementar el desarrollo del Norte, estimulando especialmente la explotación de la yerba mate, para impulsar el progreso de la Provincia; y,

         4. Hacer de Concepción la base para desarrollar los vínculos "de unión, enlace y comunicación" con el Alto Perú.

         En cuanto a los tres primeros objetivos, Concepción cumplió con creces, la misión que se le había asignado pese a su endeble condición de pequeña villa, abandonada en el corazón de la selva. Si hasta sorprende comprobar sobre el mapa, la dilatada extensión que protegía y defendía la Villa Real, en lucha constante contra los peligros que le acechaban.

         A su costa se sostuvieron todos los fuertes (Tebegó, San Carlos, Borbón, etc.) que como centinelas de la soberanía de la Provincia, en la lejana frontera, defendieron los derechos inalienables y la independencia del Paraguay frente a las pretensiones primero portuguesas y brasileñas después.

         Pero el cuarto y fundamental objetivo, viejo y recíproco anhelo, vital para el desarrollo de estas regiones, que De Pinedo fue el primero en exponerlo con pensamiento claro y preciso, no pudo concretarse, porque su ejecución ha sido obstaculizada desde entonces por factores endógenos y exógenos, que los analizaremos a lo largo de este trabajo. De Pinedo, Gobernador sabio y sagaz, clamó en el desierto. Su visión de estadista, intuitiva y profética, tampoco fue comprendida en su época.

         Gobernó la Provincia durante seis años (1772-1778). Todos reconocen en él a uno de los mejores Gobernadores que tuvo la Provincia. Aguirre, dice: "No habiéndosele notado desliz por otro camino, ni entonces por el interés, es de suponer no sacó ningún caudal" (7). Cumplió su misión con entereza, y emprendió meritorias obras. Su admirable gobierno y los obstáculos que tuvo que vencer, constituyen un ejemplo aleccionador.

         En el año 1776, el Cabildo Encomendero presentó una larga lista de quejas contra él, acusándolo de opresión, nepotismo, mala administración de rentas Reales, actividad comercial privada y muchos otros delitos. La respuesta del Rey a los detractores no se hizo esperar: premió su magnífico y honrado desempeño en el Paraguay, promoviéndolo en el año 1778 a uno de los cargos más altos y codiciados de las Indias: Presidente de la Real Audiencia de Charcas, función en la que cumplió brillante misión, hasta que murió en La Plata hoy ciudad Sucre, capital de Bolivia enlazando así con su vida, pasión y muerte, a las regiones que él, tanto deseó ver vinculadas.

 

 

         NOTAS

 

1.-     ZUBIZARRETA, Carlos: "Historia de mi ciudad". Editorial Emasa. Asunción, 1964, pág. 208.

2.-     Ibídem, pág. 208.

3.-     CHAVES, Julio César: "Fundación de la Villa Real de la Concepción". Suplemento Dominical ABC Color, 18 de febrero de 1973.

4.-     Ibídem. Ibídem.

5.-     Ibídem. Ibídem.

6.-     VELÁZQUEZ, Eladio Rafael: "El Paraguay en 1811". Asunción, 1966. Talleres de la Editora Litero Técnica. Curitiba. Brasil, pág. 24.

7.-     CHAVES, Julio César: Ob. cit.

 

 

 

 

CAPÍTULO IV

 

DE PINEDO Y LA REDENCIÓN DEL PARAGUAY

 

         "... necesita señor de redemption el Paraguay..."

 

         1. LAS DIFICULTADES QUE HABÍA QUE VENCER

 

         Por la ley 27, título III, libro IV expedida el año 1595 -dice De Pinedo- está mandado no se hagan descubrimientos desde Santa Cruz de la Sierra hacia el Brasil ni se introduzca por aquellas partes ningún género de comercio...". La ruta natural para la salida de las riquezas del Potosí era la que, pasando por Santa Cruz y Chiquitos alcanza al río Paraguay, para llegar por el Paraná hasta el Atlántico. España no valoró esta ruta y, contraviniendo leyes económicas y geopolíticas, que no pueden violarse impunemente, se aferró a su anacrónico sistema mercantil.

         Ya hemos visto, en el Capítulo  I el "viacrucis" que seguían las mercaderías que llegaban y salían de América, de acuerdo con este sistema obsoleto.

         A los perjuicios que causaba aquel increíble itinerario, había que agregar los tributos. Sobre el Paraguay, que ya no tenía salida directa al mar, pesaban numerosas tasas: el "almojarifazgo": del dos y medio por ciento sobre las importaciones; la "alcabala": cuatro por ciento sobre las ventas y contratos; el "estanco del tabaco", "la sal" y otros artículos; el "arbitrio": para mantener doscientos soldados para la defensa de Santa Fe; la "sisa" o derecho sobre los víveres, para costear las fortificaciones de Buenos Aires y Montevideo. A estos y otros impuestos había que sumar los muchos que debían pagarse en el largo tránsito hasta destino. El colono debía pagar además el tributo o impuesto de "capitación": que se abonaba por cada indio en edad de trabajar; el "diezmo": pago obligado para todos los agricultores; el "majorazgo": por cada botija de aguardiente; la "venta de los empleos públicos"; las "derramas": que eran contribuciones "voluntarias" para el Tesoro Real; las averías de la Armada, etc. (1).

         La Corona, dispuesta a mantener su sistema mercantil absolutista, había rechazado cuantas propuestas se le hicieron para que lo modificara. Es más, en principio, la ley que prohibía todo comercio entre las Provincias del Perú y el Paraguay, aparecía como salvaguardando los intereses de España, porque "mediando entre Santa Cruz de la Sierra y el Brasil más de doscientas leguas, tierras todas impenetrables, avitadas de los infieles y llenas de bosques, lagunas y ríos, se juzgaba estos accidentes por ante un nivel invencible a la comunicación y comercio con los portugueses...".

         En América, las medidas adoptadas por la Corona, normalmente surtían efectos contrarios a los buscados. Los habitantes del Paraguay y los del Alto Perú, se abstuvieron de avanzar en la zona vedada, más no así los portugueses que se sintieron más bien protegidos por este mandato Real.

         Los bandeirantes, continuaron sus avances: "…lo que sucede es que los portugueses del Brasil, valiéndose de la inacción de los españoles -dice De Pinedo- han penetrado al Perú por la parte septentrional de esta Provincia y estableciéndose a la vista o en el mismo Perú y que al presente tomando rumbo más meridional, rosándose con las poblaciones de esta Provincia dirigen el rumbo al poniente, encaminándose al Potosí, lo cual verifican sin otro obstáculo, ni gasto, que el diez o doze mil cruzados, que gastan en el Bujerias, con que atraer a los infieles, avitantes del intermedio de V.M. sino dispone atajar a sus progresos por el medio que juzgo más útil y proporcionado...".

         Tres importantes y principales causas -según De Pinedo- habían favorecido el avance de los portugueses:

         a) "Ser los ténninos de la jurisdicción de los Goviernos dilatado y avitados de los infieles según los dominios que corresponden a la Corona de V. M."

         b) "No tener los governadores Tropa reglada a su disposición con que oponerse a la introducción y establecimientos clandestinos de las Coronas extranjeras", y

         c) "El anhelo de las riquezas del Perú les haze oficiosos delinquentes y constantes en todo trabajo, venciendo cuantas dificultades les proponen tan penosas empresas".

         Con respecto a la primera causa, a pesar de los reiterados empeños de la Audiencia de Charcas y de los intentos del Paraguay, nunca pudo lograrse el eslabón de poblaciones que debió unir a estas regiones y, los "dilatados intermedios" siguieron ocupados por los infieles, todo lo cual fue un incentivo para el anhelo de dominio de los portugueses y el afán, casi orgánico, de conquista de los bandeirantes; sentimientos, pasiones o necesidades muy hábilmente encausados por Portugal, que tenía miras mucho más lejanas. Para los Bandeirantes y portugueses lo importante era acumular riquezas. Para el Portugal, este era un medio para alcanzar este otro fin: ampliar sus dominios.

         Con relación a la segunda causa, es evidente que el servicio militar que cumplían los habitantes de la Provincia los había empobrecido. La fundación de ciudades y el poblamiento de ellas fue una transfusión de vida, sangre, inteligencia y energía, que, fatalmente, tenía que minar la vitalidad de la Provincia. Los castigos impuestos por la corona, como sanción por la Revolución Comunera, también "sembraron de sal" el prestigio de España en sus colonias. Había ya infecundidad para mayores esfuerzos en servicio de los Reyes.

         Además, como siempre, el Paraguay se debatía entre el bandeirante que quería dominio y conquista, y el porteño que buscaba hegemonía. Buenos Aires, con psicología distinta a la de la Argentina, ya actuaba entonces como sí no fuese parte de la Corona, como algo distinto de la Provincia, y temiendo favorecer al Paraguay negaba la ayuda necesaria y varias veces reclamada, para conjurar el peligro portugués. El espíritu porteño ha desintegrado más tarde el Virreynato del Río de la Plata.

         Respecto a la tercera causa, la conquista de Potosí, como afirma De Pinedo, era un medio para conseguir la riqueza suficiente para satelizar las provincias vecinas y alcanzar el objetivo superior, aspiración de la política lusitana de hoy y de siempre: llegar hasta el Pacífico, dividiendo con una diagonal geopolítica la América del Sur.

         Para llegar al Pacífico a través del Alto Perú, era suficiente conquistar el Potosí. El Licenciado Cepeda, decía al Rey: "No hay más Perú que Potosí". Esta afirmación del Oidor de Charcas define exactamente la situación.

         Ocupado el Potosí, por los portugueses, la dominación del resto del Virreynato del Perú era sólo cuestión de tiempo. De Pinedo lo intuye, cuando dice: "...y finalmente poderosa ya con la posesión de tantos dominios y riquezas, aspirar a la usurpación de cuantas poblaciones españolas quedan en esta América Meridional".

         Pero... para conquistar el Potosí, era preciso vencer al Paraguay, y sólo la denodada defensa que oponían los hijos de esta Provincia, impidió el triunfo de los bandeirantes. Por eso, tanto Portugal como Buenos Aires -entonces y siempre- trataron de impedir el entendimiento, la vinculación del Paraguay, la Banda Oriental y el Alto Perú, porque el progreso de estas regiones, su integración económica, y la complementación armónica de su política, eran un obstáculo para sus afanes de expansión y hegemonía.

         Aún hoy, la política imperial y el sueño hegemónico de Buenos Aires -bastante disminuido por los avatares de su política interna- siguen vigentes para algunos diplomáticos, pese a los peligros que encierran para América.

         De Pinedo, en su informe, advierte que los portugueses habían extendido sus dominios hasta las fronteras con el Perú. Pasado ese centro geográfico de la América del Sur que es el río Madera, fundaron establecimientos y además extendieron sus dominios hasta las inmediaciones de Buenos Aires. El Gobernador afirma: "Ya tienen adelantados muchos medios, dirigidos a tan alto fin, y no solo por una parte o rumbo, sino por todos los que le son posibles, que son las fronteras de sus Dominios con los de V M.".

         ¿Qué "arbitrios" podían oponerse a tan "desmesurada ambición"? ¿Podría alzarse sola ante ese avance -sin correr el riesgo de fracasar- una Provincia pobre y abandonada?

         Evidentemente, lo primero y más importante era sacar a la Provincia de su "permanente miseria". Y la forma de hacer resurgir al Paraguay era -según De Pinedo- en el orden interno: aboliendo las encomiendas, y, organizando "Tropa Reglada" y en el orden externo: permitiendo y fomentando la complementación económica con el Alto Perú.

         La forma más eficaz de hacer frente al avance portugués, o a cualquier otro peligro, era oponerle un sólido entendimiento entre estas dos regiones. Esa era una necesidad, que tarde o temprano España tendría que reconocer. Era el destino internacional -para expresarlo en términos actuales- que De Pinedo anhelaba para el Paraguay y para el Alto Perú, con miras a su seguridad y recíproca prosperidad.

 

         2. EL PENSAMIENTO DE DE PINEDO EN EL INFORME AL REY

 

         En su informe al Rey (1777) De Pinedo expresó claramente su pensamiento: "Ruego a V. M. que ordene y libre caudales, para que de esta Provincia azia Santa Cruz de la Sierra, y de aquella jurisdicción a esta, se formen poblaciones hasta unirse unas con otras y hacer comunicable esta Provincia con las del Perú" y prosigue: "las conveniencias que resultarán del enlace, unión y comunicación de esta Provincia con las del Perú, considero utilíssimo y ventajosíssimas, así a la Real Corona de V M. como á los avitantes de unas, y otras Provincias y la verificación de esta unión con el establecimiento de Tropa en esta Provincia puede hacer en mi concepto no solo que la Real Hacienda se reintegre en breve tiempo, de quanto gastare en este objeto, sino que la quede un perpetuo ingreso con que costear toda la Tropa de esta Provincia como lo demostrare á V M. en el informe que excecute en consorcio con el Oficial Real de estas Casas".

         Y enumerando "las conveniencias", dice:

         "El primer utilíssimo efecto que resultará de la unión, y comunicación de esta Provincia con las del Perú, será el afán y atajo de los progresos de los portugueses".

         "Lo segundo que esta Provincia y las del Perú unidas y comunicables se fortalecen unas con otras para resistir cualquier insulto extraordinario".

         "Lo tercero que en caso de ordenar V.M. desalojar á los Portugueses de las muchas tierras pertenecientes á su Real Corona, que tiene usurpadas por estos Payses se fazilitara esta empresa con la Tropa, que se establezca en esta Provincia y los auxilios, que puedan dar ya unidas unas y otras Provincias".

         "Lo quarto que con la unión de esta Provincia con las del Perú por la parte de Sta. Cruz de la Sierra, queda cortado el Chaco y encerrados sus infieles avitantes en un círculo cuyas extremidades atajan su extensión, y que como prisioneros de un exercito que los cerca es preciso se rindan á la fuerza, ó al disfrute de la benignidad".

         "Lo quinto, que de la unión de esta Provincia con las del Perú, haze resultar una grande utilidad á los avitantes de unas y otras Provincias, por la fazilitación del comercio, pues esta Provincia gasta varias producciones de las del Perú, y todas las del Perú de las de esta, sin embargo de conducirse unos y otros efectos por pasajes que se caminan cerca de mil leguas de unas á otras Provincias cuya fazilitación justifica también la imposición de derechos, sobre los frutos que pasaren de una á otras Provincias por el cercano camino, que se abra, pues aun quando se imponga de derechos la mitad del costo, que al presente tiene en la conducción que dan los avitantes de esta Provincia utilizados, y la Real Hacienda de V.M. con considerable ventaja"

         "Y, lo sexto, que con la comunicación con el Perú el pagamento de Tropa en plata y la continuación de la Fábrica de Tavaco torcido logrará esta Provincia el uso de la moneda, cuya falta ocaciona indecibles incomodidades á más de otras utilidades que mostrara la práctica en caso de verificarse la unión de estas Provincias que por todos títulos considero importantísima".

         "Son innumerables, Señor, los daños que se evitaran y las utilidades que concivo resulten á la Real Corona y Hacienda de V.M. y á los avitantes de estas Provincias de agregarse las encomiendas á la Real Corona, del Establecimiento de Tropa en esta Provincia y el de unirle á las del Perú, poniéndoles en estado, de comunicarse y girar con los respectivos frutos, que, cada cual produce, cuyo sistema propongo á V.M. después de una larga meditación, exitado del cumplimiento de mi obligación, del celo del mejor servicio de V.M. y de la natural compasión que me causa la infeliz vida que pasan los miserables Indios y todos los demás pobres avitantes de esta Provincia, esperando del piadosíssimo y clementíssimo corazón de V.M. que como Padre y Protector, de estos aflixidos vasallos, se digne aprovar, y mandar executar, lo que para su alivio, y utilidad de la Real Corona propongo por los medios que llevo expuestos ó por otros, que sean del Real agrado de Vuestra Majestad".

         He aquí, expuestas por De Pinedo, razones y verdades, claras y actuales, que merecen ser analizadas.

         De Pinedo, sostenía -como hemos visto- que la soberanía de estas tierras estaba amenazada, y sugería los medios para preservarla. Y para "preservar la soberanía", siempre ha existido un medio importante: la independencia económica!.

         La razón económica, era y es un factor de gran importancia en la historia. "El comercio es el nervio de las Repúblicas", afirmaba De Pinedo, con profunda sabiduría, y en verdad, ésta es la mejor base para llegar a otros objetivos más elevados, y es también un factor fundamental para "superar el subdesarrollo", como diríamos en términos contemporáneos.

         De Pinedo -para persuadir al Rey- insiste permanentemente en las ventajas económicas que estas medidas reportarían para la Hacienda Real, clave, al parecer definitiva, para orientar las decisiones de la Corte.

         Veremos hasta donde tenía razón De Pinedo para insistir en las "ventajas recíprocas, de un intercambio comercial, y analizaremos también la situación actual para apreciar la vigencia de este pensamiento.

 

         3. LAS VENTAJAS RECIPROCAS DE LA VINCULACIÓN DE LA  PROVINCIA DEL PARAGUAY CON LAS DEL ALTO PERÚ

 

         Entre los años 1545 y 1558 de las inagotables minas de plata del "cerro Potojsi", cinco mil bocaminas dejaron fluir el río de plata más portentoso que recuerda la Historia.

         A mediados del siglo XVII, su exportación constituía la actividad principal del reino. Earl J. Hamilton (2) con datos obtenidos en la Casa de Contratación de Sevilla, nos ofrece cifras elocuentes: entre 1503 y 1660, llegaron al puerto de San Lucas de Barrameda 16 millones de kilos de plata, cifra que en poco más de siglo y medio, excedía tres veces al total de las reservas europeas (y eso, cuando las cifras oficiales no registraban el enorme volumen que se evadía de contrabando). "Ni los tesoros persas que Alejandro Magno volcó sobre el mundo helénico -dice Eduardo Galeano- podrían compararse en magnitud con la riqueza que Potosí proporcionó a Europa" (3). Y decimos Europa, porque es sabido que este flujo gigantesco sólo formalmente quedaba registrado en Sevilla. La corona española, hipotecada y en bancarrota, cedía los cargamentos de plata -a veces por adelantado- a los banqueros alemanes, genoveses, flamencos o españoles que eran los verdaderos beneficiarios de la riqueza altoperuana.

         Carlos V en prueba de gratitud, concedió a Potosí el título de "Villa Imperial". "El nervio principal del reino" la llamó el Virrey Hurtado de Mendoza y hasta don Quijote, para expresar un máximo elogio decía: "vale un Potosí".

         El lujo, el derroche y las fastuosas fiestas de la Villa Imperial, eran comentadas en todo el orbe. La plata levantó templos y palacios de increíble riqueza, monasterios y garitos, sangre y vino corrían unidos en la nueva Sodoma americana y la ambición no conoció límites. La tragedia se cerró sobre millones de indios que trabajaban esclavizados en las minas para extraer el aureo metal. Los cadáveres de ocho millones de ellos son testimonio elocuente.

         Al inhóspito cerro, ubicado a casi cinco mil metros de altura, llovían los buscadores de riqueza que, como una avalancha, cayeron sobre la ciudad surgida como por arte de magia entre los páramos andinos. Hacia 1573 -a menos de 30 años de fundada- el censo le adjudicaba ya 120.000 habitantes. Hacia 1650 sumaban 160.000. Era una de las ciudades más grandes y ricas del mundo, con la misma población que Londres y con más habitantes que Sevilla, Madrid, Roma o París.

         Ya en 1563, los corregimientos de Charcas, Chicas y Lípez eran, en razón de sus ricas minas, los centros más densamente poblados América y Potosí se convirtió en el centro de la vida americana. A su alrededor giraba, de un modo u otro, toda la economía de la colonia.

         Pues bien, el Alto Perú y Lima, no podían satisfacer con su producción las demandas de los superpoblados centros mineros. El ganado era escaso. En los llanos de Moxos, apenas comenzaba el poblamiento ganadero. La agricultura de los valles de Cochabamba, podían haber ofrecido aprovisionamiento más próximo, pero la "mita" -la esclavitud de las minas- había consumido literalmente a los indios, despoblando los campos. Además, los centros mineros del Alto Perú, están situados a tal altura sobre el nivel del mar, que no permiten una agricultura intensiva. Hoy, con moderna técnica y gran inversión, los resultados no son satisfactorios. El Alto Perú necesitaba, pues, importar los productos que le eran necesarios y sus proveedores naturales eran las provincias interiores del río de la Plata. Algunas regiones como Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba, Santa Fe, Salta y Jujuy, debieron su progreso al comercio, aunque deficiente, con el Alto Perú.

         Analizando la situación de la región, señalaba De Pinedo, que el Paraguay poseía magníficos campos de pastoreo, donde los vacunos y equinos se reproducían con asombrosa rapidez y fueron la base, como se sabe, de la ganadería argentina y uruguaya.

         Las tierras dedicadas a la agricultura ofrecían extraordinarias posibilidades. Ortíz de Vergara llamaba al Paraguay "el agro del mundo" y aseguraba "que todas las cosas que se siembran se producen con mucha facilidad, los ganados no se han visto en el mundo darse mejor..." (4).

         Martín de Orué, "por la misma época registraba un no menos extasiado inventario de lo que se cultivaba en la tierra paraguaya: maíz, frijoles, cebada, trigo, habas, calabazas, melones, mandulgues (sic), uvas, higos, granadas, algodón, batata, mandioca, caña de azúcar..."

         El Paraguay era una unidad autosuficiente. Sus hijos, ya no necesitaban ir en pos de la "quimera del oro y de la plata". Extendiendo su agricultura y ganadería y estableciendo comunicación directa con el mejor mercado que era el Alto Perú, el Paraguay podía asegurar su progreso, creando para sus hijos fuentes de trabajo que los arraigarían en la Patria.

         En las "Notas a las Memorias Póstumas sobre el Paraguay y Río de la Plata" de Don Félix de Azara, Don Basilio Sebastián Castellanos de Losada, nos dice: "Si las ricas minas de Potosí y la multitud de otras de las Américas llamaron la atención de los españoles por las ventajas que sacaban de ellas, no debieron haberles sido menos atendibles las producciones pecuarias y agrícolas del Paraguay y Río de la Plata, riqueza considerable que mejor administrada hubiera producido, a menos trabajo, mayores ingresos, al paso que fuera menos codiciada y hubiese hecho la felicidad del mismo país de que se sacaba y poblado vastos desiertos. Empero, teniéndose equivocadamente por riqueza más grande que toda otra producción el oro y la plata, que no es más que el símbolo que la representa convencionalmente, el procreo de ganados se miró con la mayor indiferencia por nuestros gobernantes, y la península no sacó del Paraguay gran provecho, siendo así que estaba llamado por su naturaleza, a ser ella la mina más rica del Nuevo Mundo" (6).

         Augusto Guzmán dice que el Cronista de los Anales de la Villa Imperial de Potosí, anotaba "Del Paraguay que dista muchas leguas, traen a Potosí la yerba que se cría en sus contornos, único ordinario alivio y remedio de los hombres en el Perú, y mucho más en Potosí de cuya infusión usan agua caliente" (7). El alivio y remedio para los mitayos, llegaba desde el Paraguay, recolectado por otros infelices indios, víctimas como aquellos de la expoliación!

         El Paraguay podía abastecer a Potosí con azúcar, tabaco, trigo, yerba, vino, etc. con recíprocos beneficios, mayores utilidades para el productor en el Paraguay y precios más bajos para el consumidor en el Alto Perú. Se afirma, por ejemplo, que un kilo de yerba, cuyo costo era mínimo en el Paraguay, llegando al Perú y a Potosí alcanzaban un precio cien veces superior!.

         La rica zona yerbatera de Concepción estaba a corta distancia de Santa Cruz. El recorrido directo hasta Potosí acortaba distancias, eliminando fletes elevados y los impuestos que se pagaban en el tránsito por la Argentina.

         De Pinedo no podía dejar de ver esta realidad que golpeaba los ojos y rogó al Rey que permitiera el comercio directo entre el Paraguay y el Alto Perú.

         Prohibiendo "descubrimientos y poblaciones, desde Santa Cruz de la Sierra hacia el Brasil", la Corona asestaba un golpe fatal a las economías del Paraguay y del Alto Perú.

         La Audiencia, deseaba también vincular las tierras de los Charcas con la Gobernación del Paraguay, e insistía ante la Corona en la necesidad de "someter a los Chiriguanos para trazar una ruta directa" (8). Pero para ellos las vías ideales eran la que hoy denominamos la ruta Transchaco o la del Pilcomayo, ambas en la época infranqueables. De Pinedo -como todos en el Paraguay- se inclinaba en cambio por la ruta ya afianzada por la experiencia de siglos, para llegar al Altiplano. Y creían que la vinculación debía realizarse tomando como base la ciudad de Concepción. "La Villa Real de la Concepción -dice- fundada por mí dentro de las tierras que avitan los Indios Idólatras, nombrados Mbayás solo dista el pueblo de Indios Chiquitos denominado el Corazón de Jesús de la Governación de Santa Cruz de la Sierra, ochenta leguas por el camino que acostumbran los Indios Mbayás, según sus relaciones, y la del viaje, que hizo por los mismos parajes el año mil setecientos sesenta y siete el Jesuita Joseph Sánchez Labrador, siendo cura del pueblo de Belén de la jurisdicción de este Govierno, cuyo diario tengo presente".

         Y De Pinedo, continúa diciendo: "Este proyecto de poblar el intermedio que ahí de esta Provincia á la de Santa Cruz de la Sierra, me parece podrá verificarse con el gasto de cincuenta mil pesos, en caso de que V.M. se digne mantener en esta Provincia La Tropa, que llevo propuesta, pues sin su auxilio lo reconozco impracticable".

         "La Provincia -sostuvo De Pinedo- no produce ni puede producir actualmente a la Real Hacienda de V.M. la octava parte del costo de esta Tropa, pero tampoco llega a producir la jurisdicción de Buenos Aires, cien mil pesos y gasta anualmente un millón, y a veces más en sus tropas" y pide que se considere "al Paraguay en la misma clase que

a Buenos Aires"... porque la Gran Provincia produce "frutos que no se dan en todas las demás Provincias" "hasta distancia de mil leguas" y producían a la Real Hacienda "un ingreso inumerable". Gran parte de los ingresos que "entran anualmente en las Cajas de Buenos Aires" y "los derechos que produce la jurisdicción, dimanan lo menos la tercia parte de los frutos del Paraguay".

         La fundación de Buenos Aires, por Juan de Garay, hacía posible que el río, ese "camino que anda" se convirtiera; en la salida natural de los minerales y de los "bitumenes" de la tierra. La salida más directa de esas riquezas era el río Paraguay. Y la ruta del Atlántico, al decir de los Oidores, "era la más corta y la más limpia". El aprovechamiento y transporte de esos minerales por el río, debió realizarse en beneficio del Paraguay y del Alto Perú.

         En la legendaria y olvidada Provincia del Paraguay, su riqueza estaba "congelada" en el lugar de producción, porque se le impedía el intercambio comercial directo. Con razón De Pinedo clamaba, por la apertura de ese comercio directo, base y estímulo para el desarrollo de esta Provincia!

         El esplendor de Lima se debía a las riquezas mineras del Potosí y gran parte al Callao su puerto y, en la época, el mejor del Pacífico, convertido en el "gran almacén" por el que se debían pasar tanto los productos que se exportaban a Europa como los que se importaban al Virreynato. Buenos Aires, podía emulada, como lo hizo más adelante, cuando la Corona con "la declaración del comercio libre", dio fin a la absurda clausura de Buenos Aires. Pero en el mismo año del patético memorial -por increíble fatalidad- esta disposición tuvo paradójicas consecuencias para el Paraguay. La supresión de gabelas, dispuesta por el famoso decreto del año 1788, no alcanzó a nuestro país. Una Real Orden, aclaratoria, comunicó a Buenos Aires que "el importe de sisa sobre la yerba debía subsistir sin alteración porque el Reglamento solo trata de los derechos que se han de satisfacer en el tráfico marítimo y no de los establecimientos en el interior de las Provincias, sobre las cuales no han innovado cosa alguna" (9).

         "En consecuencia, el Reglamento de Aduana, dictado por el Intendente General Manuel Ignacio Fernández, dejó intacto el anterior gravamen y superpuso sobre la yerba paraguaya, tan castigada ya, las nuevas alcabalas, de las cuales una parte debía pagarse indefectiblemente en Buenos Aires (hubiese o no venta), y el resto, en proporción a las distancias, que debía recorrer la producción paraguaya en las Provincias interiores, con aumentos del impuesto básico, en un 25% para Tucumán; 50% para La Rioja y Catamarca; 100% para Salta y Jujuy y Potosí; 150% para La Plata y 200% para La Paz y Oruro. Lo cual quiere decir que la yerba paraguaya rendía, no el decuplo de su valor, como lo calculaba De Pinedo, sino veinte veces más cuando llegaba al Alto Perú" (10).

         Estas cifras y hechos, dan aún más valor al planteamiento de De Pinedo. Su propósito de vincular el Paraguay con el Alto Perú, no tiene fuerza por los resultados obtenidos, que fueron nulos, sino por los sueños que encarna y que preexistían como una constante en la historia de estas dos naciones.

         De Pinedo plantea este problema -uno de los más antiguos y más nobles desafíos americanos- con certera visión. La fuerza de este Profeta, estuvo en proclamar su verdad, cuando muy pocos llegaron a comprender sus alcances. Para decirla, De Pinedo no midió riesgos, ni calculó consecuencias y al parecer deliberadamente olvidó la angustiosa reflexión que el Oidor de Charcas, Licenciado Cepeda, hacía llegar hasta su majestad el Rey: "Ninguna cosa por acá es más aborrecida y odiosa que tratar verdad y hazer Justicia..." (11).

         La conseja dice: "Dios ciega a quienes quiere perder". El imperio Colonial en efecto estaba condenado, sentenciado, no pudo, o no quiso ver la importancia que tenía para su economía, para la defensa de la soberanía de sus Colonias, la vinculación del Paraguay con el Alto Perú y también con la Banda Oriental. No valoraron -y aún en pleno siglo XX nos negamos a mirar el problema de frente- esta vinculación, indispensable para la seguridad y el progreso de la región.

         San Agustín decía: "los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error" (12).

         Ni conquistadores ni porteños -con distinguidas y muy honrosas excepciones- llegaron a admitir la importancia clave, geográfica, política y económica, de estas Provincias. Sólo el Imperio Portugués, y su heredero el Brasil las valoraron en sus justas dimensiones, y por eso les dieron la importancia, definitoria, que tienen. Desde nuestro punto de vista -para el futuro aún lejano- pueden ser muy discutibles las ventajas obtenidas por el Brasil, en desmedro de estas Provincias; pero, tenemos que reconocer que defendieron con plena conciencia lo que entonces les era provechoso y útil, y lo hicieron con habilidad, talento y eficacia. En cambio, la inconsciencia de Buenos Aires, su política suicida y atentatoria contra el resto del Virreynato y contra la propia Argentina, no tiene explicación digna y menos aún justificativo.

         En esta época que nos toca vivir, cuyo signo parece ser el de la interrogación, nos preguntamos azorados sobre nuestro destino. Una de las respuestas la hallamos en el informe del Gobernador Fernando De Pinedo. Estamos hoy ante el reflujo de los grandes propósitos, olvidados durante largos períodos pero siempre vigentes, en los cuales nos parece entrever el hilo conductor que nos muestra el curso de ese destino.

         No proponemos con esto el ingreso, de espaldas, al futuro. El porvenir no es la proyección inevitable del pasado. Pero mucho de lo que el futuro encierra -como posibilidad, expectativa y esperanza- tiene sus raíces clavadas en el pasado. Parece sensato, por eso, escudriñar en las fuentes históricas para tratar de descifrar los signos que puedan ayudarnos a dar con la clave del porvenir, que no es herencia, sino conquista. Para la cual son importantes los datos que el pasado nos ofrece. Sin desdeñar por eso la advertencia de Guyau, cuando afirma que:

         "La historia encierra una multitud de accidentes imposibles de preveer y humanamente irracionales, que vienen a desquiciar la lógica de los sucesos" (13).

         En los capítulos siguientes intentaremos presentar algunos de "esos accidentes" que desquiciaron "la lógica de los sucesos".

 

 

         NOTAS

 

1.      VASCONSELLOS, Víctor Natalicio: "Lecciones de Historia Paraguaya"

         Edic. 1970. Librería Freitas Bastos. Río de Janeiro, 1970, pág. 103.

2.      GALEANO, Eduardo: "Las venas abiertas de América Latina". Siglo XXI,:    Argentina Editores S.A. 1975. pág. 34. Cita de Earl J. Hamilton: "American Treasure and the Price Revolution in Spain (1501-1650) ". Massachusetts, 1934.

3.-     Ibídem, pág. 35.

4.-     LEVILIER, Roberto: Archivo de Indias. Colección de publicaciones históricas de la Biblioteca del Congreso Argentino. Editado en Madrid. 1918.

5.-     Ibídem. Ibídem.

6.-     "Memorias de Don Félix de Azara". Imprenta de Sánchiz. Madrid. 1847. Pág. 179.

7.-     GUZMÁN, Augusto: "El Kolla Mitrado". 2º Edición. Librería Editorial  Juventud. La Paz. Bolivia. 1954.

8.-     MENDOZA, Jaime: "La Tragedia del Chaco". Editorial Universitaria. Sucre. 1933, pág. 19.

9.-     CARDOZO, Efraím: "El Paraguay colonial". Ediciones Nizza. 1959.

10.-   Ibídem, pág. 98.

11.-   LEVILIER, Roberto: Ob. cit.

12.-   SAN AGUSTÍN: "La Ciudad de Dios y el Tratado de la Gracia".

13.-   GUYAU, Juan María: "La irreligión del Porvenir".



CONCLUSIONES

 

Podemos colegir de nuestras investigaciones que el Informe del Gobernador Agustín Fernando de Pinedo, elevado al Rey hace doscientos años, no solamente es actual en sus conclusiones, sino que tuvo en su momento sentido premonitorio. No sólo está vigente, sino que, además, parece ser la expresión más acabada del estudio de una realidad geopolítica contemporánea.

Estas apreciaciones colocan al Gobernador De Pinedo en la prominente posición que le reconocen los historiadores: fue, entre los últimos gobernadores españoles, el que mejor penetró la realidad paraguaya.

De los tres medios -abolición de la encomienda, creación de tropa reglada y vinculación con el Alto Perú- por los que él clamó para "redimir" al Paraguay, sólo el último, por supuesto, sigue sin cumplirse. En un período en que la política de la metrópoli fue fatal para las colonias y para España, se eleva la voz de este profeta sin seguidores.

Agustín Fernando De Pinedo buscaba la asociación de dos Provincias, la del Paraguay y la del Alto Perú, a través de Santa Cruz de la Sierra. Hasta en ese orden muestra su clarividencia. Hoy, el notable desarrollo económico de Santa Cruz, ciudad fundada por los conquistadores y los mancebos de la tierra que salieron de la Asunción, la convierten en el meridiano económico del Alto Perú; y seguramente llegará a alcanzar el desarrollo cultural y político que la transformarán en el vértice de ese "mágico" triángulo geopolítico formado por Cochabamba-Santa Cruz-Asunción. De esta manera, Santa Cruz será punto de convergencia de los países de la Cuenca del Plata.

Es indudable entonces que De Pinedo fue el más lúcido expositor de un deseo de vinculación que subyace a lo largo de toda la historia anterior a su actuación en el gobierno de la Provincia. La necesidad de esta vinculación nace de un imperativo de la geografía, cuyas leyes, así como las económicas que de ella derivan, no se pueden violar impunemente.

Así lo comprendió el Paraguay, desde el comienzo de su vida independiente; pero los factores de presión que ambos pueblos sufren desde sus orígenes han impedido su realización.

Los López figuran entre los que mejor comprendieron la realidad geográfica, histórica y económica de nuestro país y los que tuvieron una certera concepción geopolítica con relación al Uruguay y a Bolivia. Lamentablemente, a la comprensión política siguió la larga frustración que comenzó con la hecatombe del 70 en el Paraguay y se acentuó con la mutilación del litoral que sufrió Bolivia en 1879. Asimismo, debemos señalar que la guerra del Chaco -con la que culmina esa frustración- se debió a la desorientación política, la cual fue generada por intereses extraños y estimulada por la ceguera de los políticos y por la prepotencia de algunos actores militares.

El Gobernador De Pinedo buscaba poner "atajo a los avances portugueses" y luchaba contra el afán hegemónico de Buenos Aires y contra los inconvenientes del "puerto preciso". Doscientos años después, las rémoras de esas dificultades todavía se resuelven por medio de ingentes tratativas entre nuestros respectivos gobiernos, situación que acaso ha de primar hasta que cobren autoridad y respeto los tribunales de solución de controversias creados a tal propósito en la región. La navegación, las comunicaciones siguen siendo un problema tan coercitivo como en la época del Gobernador De Pinedo. Las trabas del "puerto preciso", en los tiempos actuales, han sido reemplazadas por otras dificultades tan repudiables como aquéllas.

De todos modos, la unión preconizada por De Pinedo continúa siendo, a la luz de esta tesis, una necesidad imperiosa; pero creemos que ahora es necesario darle las dimensiones geográficas y regionales que el desarrollo, la tecnología, el progreso de las comunicaciones y las nuevas concepciones políticas imponen. América asiste al nacimiento de políticas con perfiles continentales integracionistas; y nosotros, sin grave perjuicio, no podemos marginarnos de este movimiento de carácter universal.

El reencuentro con el destino lo consideramos no sólo posible -de acuerdo con los términos humildemente expuestos en este trabajo- sino también indispensable, si queremos "redimirnos" y lograr la integración latinoamericana que debe ser nuestra meta común.

El entendimiento y la asociación entre estos dos países y el Uruguay, deberían ser estimuladas por la Argentina y el Brasil, en beneficio de todos los países hermanos del Continente.

La comunidad de destino sugerida por De Pinedo, el destino inter-nacional que él tan acertadamente señalaba, resurge desde el fondo mismo de nuestra historia, fortalecida ahora por un hecho alentador: las voces anónimas de algunos paraguayos y bolivianos empeñados en crear, por medios económicos y políticos, las condiciones psicológicas previas para alcanzar esos objetivos superiores, que ayer parecían clamores en el desierto y que hoy se están convirtiendo en un coro de poderosas voces y voluntades. La conciencia de esa comunidad de destino se ha ido vigorizando. Existe una solidaridad pasiva, horizontal, que es una gran fuerza, algo así como el potencial energético de un lago tranquilo. Hace falta, empero, una dimensión vertical -en el orden tecnológico, político y económico- para que ese potencial se convierta en energía capaz de desencadenar las fuerzas y posibilidades latentes, las mismas que el Gran Burgalés intuyó hace doscientos años.




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