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THOMAS L. WHIGHAM

  EL DR. FRANCIA Y JOHANN RUDOLPH RENGGER: UN INTERCAMBIO DE CARTAS EN EL TIMES DE LONDRES - Por THOMAS L. WHIGHAM - Domingo, 14 de Noviembre de 2021


EL DR. FRANCIA Y JOHANN RUDOLPH RENGGER: UN INTERCAMBIO DE CARTAS EN EL TIMES DE LONDRES - Por THOMAS L. WHIGHAM - Domingo, 14 de Noviembre de 2021

EL DR. FRANCIA Y JOHANN RUDOLPH RENGGER: UN INTERCAMBIO DE CARTAS EN EL TIMES DE LONDRES

 

Por THOMAS L. WHIGHAM

 

Profesor emérito de la Universidad de Georgia

Al buscar hoy en mi baúl de fotocopias y notas materiales interesantes que compartir con mis lectores, encontré copias de dos cartas enviadas al Times de Londres a fines de 1830. La primera es del dictador perpetuo del Paraguay, el Dr. Francia, contra el naturalista suizo Johann Rudolph Rengger. La segunda es la respuesta, mucho más moderada, de Rengger.

Ambas son relativamente breves. Francia es bastante agresivo en sus expresiones, que, como señala el editor del Times, en Inglaterra podrían dar lugar a una acusación de calumnia. Rengger, por el contrario, parece discreto y controlado. Rengger pudo haber pensado que demostrar tranquilamente su dominio de los hechos convencería al público europeo de la exactitud de su posición, mientras que el Doctor en Teología pudo haber esperado lograrlo escribiendo de manera intemperante y airada. Bajo la premisa de que se puede aprender mucho de impresiones simples, hoy las presento a los lectores del Suplemento Cultural, a quienes es muy posible que esta «curiosidad literaria americana» les divierta tanto como les divirtió a los lectores del Times. Aunque para Francia y Rengger el asunto, al parecer, fuera menos divertido.

Rengger nació en la ciudad de Baden, en el cantón de Argovia, Suiza, en 1795. Como sus padres murieron jóvenes, se fue a vivir con su tío, el ministro del Interior de la República Helvética, quien le proporcionó educación primaria y secundaria. Luego estudió Ciencias Naturales y Medicina en la Universidad de Lausana y, tras una estadía en París, emprendió un viaje de investigación científica a Sudamérica con un colega, el doctor Marcelin Longchamps. De la provincia de Entre Ríos pasaron a Corrientes y finalmente llegaron a Asunción en julio de 1819.

Rengger había leído algunos de los estudios biológicos de Félix de Azara y estaba ansioso por continuar las investigaciones de la vida silvestre en las que el español fue pionero. Inicialmente, el gobierno paraguayo dio la bienvenida a los dos investigadores, y Rengger se propuso ir a los distritos del interior para estudiar mamíferos e insectos locales. El Dr. Francia apoyó estos esfuerzos y se alegró de ver a los suizos ejerciendo su profesión en la capital paraguaya, donde gozaron de gran reconocimiento como médicos.

Lamentablemente, la política del momento no era propicia para el trabajo de los dos investigadores. El francés Amado Bonpland ya había sido detenido por las tropas de Francia en Misiones por haber, supuestamente, espiado para el caudillo argentino Francisco Ramírez.

Rengger y Longchamps rara vez recibieron cartas de sus familiares durante su estadía en el país, y ciertamente parece probable que –como indican las dos cartas que veremos hoy– su correspondencia fuera abierta por el Dictador Supremo, cuya desconfianza de los extranjeros había crecido apreciablemente. Después de pasar un tiempo bajo virtual arresto domiciliario, recibieron permiso para salir del país y en 1825 dejaron Asunción y volvieron a Europa vía Buenos Aires, Bahía, Pernambuco y el Havre.

De vuelta en Suiza, Rengger comenzó a publicar los resultados de su investigación. Continuó su trabajo científico durante varios años en Italia, y en 1832 sucumbió a una neumonía contraída en Nápoles. A partir de sus notas dispersas (y sin corregir), su tío y su cuñado publicaron póstumamente su Viaje al Paraguay en los años 1818 a 1826, publicado en traducción española por Tiempo de Historia en Asunción en el 2010.

Antes de eso, Rengger publicó un fascinante ensayo histórico, en parte compuesto por sus reminiscencias de sus experiencias en Paraguay, que todavía se consulta habitualmente. Las secciones de este estudio aparecieron por primera vez en el periódico suabo Stuttgarter Mongenblatt (núms. 140-145) en 1827, y fueron seguidas por un libro (1).

Fue la publicación de ese libro lo que impulsó al Dr. Francia a enviar la carta al Times. El dictador paraguayo, narrando en tercera persona, convierte al médico suizo en un mentiroso que intriga contra el régimen en alianza con realistas españoles y con personajes sombríos como el llamado «Marqués de Guaraní», que operaba en Europa como «Coronel de la primera Legión de Voluntarios Paraguayos». Era probablemente un charlatán de origen francés o italiano que había elaborado una pose elegante para asegurarse suministros de varias delegaciones diplomáticas en Europa. En todo caso, no tenía ninguna conexión con Rengger.

Francia disfrutaba del poder absoluto en Paraguay y era libre de decir lo que quisiera. Pero sus poderes no dominaban la opinión pública en Europa; por lo tanto, la primera carta equivale a una afirmación de dominio, mientras que la réplica rechaza los vituperios del dictador considerándolos prueba de una obvia impotencia, nada más. Los lectores de hoy podrían preguntarse por qué Francia se tomó la molestia de enviar una carta que le hacía parecer un «personaje divertido» a los ojos de los europeos, lo último que un hombre serio podría desear. La historia un tanto fantasiosa del afán de Rengger por asegurar su matrimonio con la hija de un español local importante no encuentra pruebas en los archivos y fuentes secundarias, lo que no quiere decir que sea necesariamente falsa. Pero si un estadista paraguayo quisiera difamar a un visitante extranjero, ese es el tipo de historia que inventaría.

Pero dejemos que los lectores de hoy juzguen. Y, mientras lo hacen, deben recordar que todavía hay en mi baúl de fotocopias muchas otras cosas que querrán ver.

Carta del Doctor Francia contra Rengger

«Publicamos esta curiosa carta del Dr. Francia, el Dictador de Paraguay. Probablemente el Doctor, que se declara enemigo de los libelos, no ve que cada frase de su crítica es difamatoria. Pero en Paraguay, donde monopoliza tanto la prensa como la voz de los jesuitas, nadie tiene derecho a difamar salvo él mismo:

“El suizo John Renger [sic], de Aran [sic; probablemente, Aarau], vino con su compatriota Marcelino Longchan [sic] a presentarse en Paraguay como médico y entablar estrechas relaciones con los españoles europeos, y con el francés Saguier, espía realista que ejercía aquí de boticario y con quien se sospechaba que había formado una sociedad antes de dejar Europa, se comprometió a envenenar a los patriotas que solicitaron sus servicios. Entre otros, el tesorero Deconal, en cuanto tomó su poción, cayó en agonías mortales. El malhechor que le había administrado el veneno se retiró al instante y se negó a regresar tras repetidas invitaciones. En los dos meses que atendió en el cuartel de Pardos, despachó a más de 20 personas, y cuando fue expulsado de allí cesó la mortalidad. Por tanto, el sinvergüenza no menciona en su libro la bárbara matanza que cometió, para que no se conozca. A imitación de este ejemplo, el rico europeo ha envenenado de igual manera. Por lo tanto, también fue privado de su cargo en el hospital. Renger, enemigo acérrimo de la causa americana, sedujo a otros para que sigan esas prácticas. En esa ocasión, Gustabo Leman, quien mantuvo correspondencia con los patriotas, le dijo que debía apartarse de ellos y que podía vivir mejor entre los europeos. Además, debe haber sido un gran truhán, ya que el viejo médico Navarese, que manejaba con habilidad algunos establecimientos públicos, mencionaba que se había esforzado por robarle una recomendación ante el pueblo y el conocimiento de las plantas y hierbas medicinales que produce el país.

El Dictador, no habiendo visto la necesidad de proceder contra este bribón conforme a la justicia, como asesino envenenador y conspirador aliado de enemigos y rebeldes, se negó a acceder a la petición que hizo al Gobierno de permanecer en Paraguay como médico y de casarse con la hija de un rico español europeo llamado Antonio Recalde, a pesar de que el pobre médico estaba locamente enamorado de ella. El médico en este libro oculta esta negativa y la consiguiente frustración de su futuro matrimonio, para que no se sospeche de su nueva maldad. Esforzarse por hacer pasar por verdades históricas un tejido de mentiras debería valerle la reputación de furioso falsario –lo único que faltaba para completar su carácter.

Tan odioso se hizo en Paraguay este ateo bárbaro, y tanto se lo miraba como un extranjero perverso, que la gente por desprecio lo llamaba John Rengo. Algunas personas que lo vieron a orillas del río cuando iba a embarcarse le gritaron: ‘Adiós, pastillero –adiós, Purga –adiós, Veneno’. Así, incapaz de efectuar su matrimonio por prohibición del Gobierno, e incapaz de permanecer en el país por el aborrecimiento y desdén de los patriotas, huyó como un perro con el rabo entre las piernas.

Esta es la persona que, ocultando su misión secreta con un falso disfraz, ha publicado un pretendido ensayo histórico cuyo objetivo parece ser arruinar la reputación del Dictador. Este despreciable libelo debería llamarse más un ensayo mentiroso que un ensayo histórico, porque no contiene ni una sola palabra de verdad sobre Paraguay o su gobierno. Si hay algún fundamento de hecho para lo que dice, la verdad está tan desfigurada y transformada, tan pervertida y mezclada con la ficción, que responde a todos los propósitos de la falsedad. Esta calumnia está dirigida contra el Dictador de tal manera que, ya sea que oculte hechos o los exagere, su carácter es igualmente la marca de su malicia y mala fe.

Inmediatamente se vio al ser publicado que el contenido de este libro se reduce a figuras distorsionadas, cuentos triviales, declaraciones infladas, adaptadas al gusto de los europeos, y que sugirieron este plan por la falta de éxito que acompañó al relato de conspiraciones y conjuras publicado por el Marqués de Guarano [sic], el representante de España contra el Dictador, porque siempre ha sido un patriota firme y decidido, provocando la revolución y manteniendo su firme apoyo. Renger, como comprometido con todo tipo de injusticias, ha aumentado el catálogo de calumnias con nuevas ficciones y falsedades, acuñadas por su fantasía, abandonándose sin vergüenza a la infamia de situar al impostor entre los europeos, para ennegrecer el carácter del Dictador, para vengarse del rechazo que encontró por parte del Gobierno.

Es tonto y hasta ridículo que este despreciable vagabundo y miserable calumniador, que presume de hablar de lo que no entiende, anticipe en su ensayo mentiroso el apoyo del mencionado Longchan [sic], que es su compatriota, y ha sido su compañero y cómplice en todas sus imposturas y artes perversas.

La maldad de estos calumniadores se ha ejercido contra los patriotas americanos de otros estados. Algunas de sus cartas han sido interceptadas y una de ellas, dirigida a la esposa de Recalde, contenía las siguientes expresiones: ‘Ahora estoy en Buenos-Ayres. La gente de este puerto tiene todos los vicios de los europeos, sin ninguna de sus virtudes. Este pueblo parece una casa en ruinas, que lleva pintadas afuera estas palabras: con la primera tormenta, todo será polvo’.

Estas breves notas servirán para dar una idea del carácter y depravación de este infame impostor que, saliendo de las montañas suizas, y esforzándose por darse importancia con sus viajes, ha atacado tan brutalmente al Gobierno del Paraguay. Si fuera necesario, sería fácil presentar en detalle las imposturas y falsedades de un libro lleno únicamente de locura y frivolidad absurda, producto de su imaginación; pero la mejor respuesta a tan sediciosas y malévolas calumnias es el desprecio.

FRANCIA”.

(The Times, Londres, 6 de noviembre de 1830, p. 3).»

Respuesta de Rengger al Dr. Francia

«Presentamos con agrado la siguiente carta de Monsieur Rengger en respuesta a una crítica nota del Dictador de Paraguay sobre la obra de M. Rengger, que publicamos en The Times el pasado 6 de noviembre. No hace falta añadir que publicamos la nota en cuestión, no como una exposición de datos perjudiciales para M. Rengger, sino como una curiosidad literaria americana, divertida para el público europeo. Aunque a menudo se ha acusado al arte de la medicina de ayudar o acelerar la partida de sus pacientes, como en el caso del Sr. St. John Long, no podríamos siquiera imaginar que un médico viaje desde Suiza hasta el Nuevo Mundo con el propósito deliberado de envenenar a los súbditos del Dr. Francia. Sin embargo, no lamentamos haber sido el medio de una correspondencia que evidencia tanto el poder de la prensa en ambos hemisferios como el hecho de que un déspota semibárbaro del interior de América del Sur se considera vulnerable a la opinión pública en Europa.

“The Times del 6 de noviembre contenía una nota del Dr. Francia, Dictador de Paraguay, contra mí, por mi Ensayo Histórico sobre la revolución del Paraguay y el Gobierno dictatorial del Dr. Francia, que publiqué en francés y alemán a mi regreso de América del Sur en 1827. Al leer por primera vez esta nota, que es un montón de insultos y afirmaciones falsas, no podía creer que Francia fuera su autor; pero lo tuve que creer al llegar a la cita de un pasaje, aunque alterado y mutilado, de una de mis cartas enviadas desde Buenos Aires a Paraguay en 1825, y que, según el propio Dr. Francia, así, ha reconocido, fue interceptada y abierta por él. Para ponerse en vergüenza a sí mismo de esta manera, Su Excelencia debe haberse sentido agudamente tocado por la verdad de mi relato; y, sin embargo, si hubiera leído mi obra con atención, vería que he omitido gran parte de sus acciones, de carácter atroz o ridículo, temiendo que el público me acuse de exagerar. A un hombre de honor no le corresponde justificarse frente a invectivas como las que me prodiga el doctor Francia; por lo tanto, me limito a apelar a los habitantes de Paraguay, quienes, considerando la edad y la decadencia mental de Francia, pronto podrán juzgar cuál de nosotros tiene más derecho a la confianza del público. La única venganza que me permitiré será hacer que la nota de Su Excelencia y mi respuesta aparezcan publicadas en los periódicos de Buenos Aires, donde muchas personas han sido testigos de los hechos mencionados en mi ensayo histórico.

J. R. RENGGER

Aarau, Suiza, 18 de noviembre”.

(The Times, Londres, 8 de diciembre de 1830, p. 4).»

Notas

(1) El libro, firmado por Johann Rudolf Rengger y Marcelin Longchamp, apareció en 1827 en francés (Essai historique sur la révolution du Paraguay, et le gouvernement dictatorial du Docteur Francia, París, Hector Bossange) y en alemán (Historischer Versuch über die Revolution von Paraguay und die Dictatorial-Regierung von Dr. Francia; ein Abschnitt der Reise nach Paraguay, Stuttgart/ Tübingen, J. G. Cotta), y en 1828 apareció en español (Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay y el gobierno dictatorio del Doctor Francia, trad. por J. C. Pagès, París, Imprenta de Moreau). Aunque Rengger y Longchamp figuran como coautores, se considera por lo general que la redacción estuvo a cargo solo del primero [N. de la ed.].

 

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Edición Impresa del Domingo, 14 de Noviembre de 2021

Páginas 2 y 3

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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