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LOURDES TALAVERA

  ESPEJO Y MÁSCARAS y LA LÁMPARA VERDE - Cuentos de LOURDES TALAVERA


ESPEJO Y MÁSCARAS y LA LÁMPARA VERDE - Cuentos de LOURDES TALAVERA

ESPEJO Y MÁSCARAS y LA LÁMPARA VERDE

Cuentos de LOURDES TALAVERA

 

 

LOURDES TALAVERA (Asunción, 1959)

Aunque médica-pediatra de profesión, investigadora y docente universitaria, se dedica a la narrativa desde fines de los años 80. Miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), de Escritoras Paraguayas Asociadas (EPA) y del PEN Club del Paraguay, hasta la fecha lleva publicados cuatro libros de cuentos y relatos: JUNTO A LA VENTANA (2003), ZOOLÓGICO URBANO (2004), AFINIDADES FURTIVAS (2007) y SABOR A ALGARROBO (2009). Su primer cuento publicado ("LA TELARAÑA) data de 1989 y aparece en la revista LA MICRÓFONA  del Centro de Documentación y Estudios (CDE). Luego forma parte del Taller de cuentos del Centro Cultural de España "Juan de Salazar", dirigido por la escritora Renée Ferrer, y publica en forma colectiva dos relatos incluidos en Nueva Cosecha (2002), el libro del taller. Algunos de sus cuentos integran antologías publicadas dentro y fuera del país; otros han aparecido en suplementos culturales locales y uno de ellos, "La Revancha", ha recibido una Mención de Honor en cl VII concurso de cuentos breves "Jorge Ritter"-Coomecipar (2004). De más re­ciente aparición es SOMBRAS SIN SOSIEGO (2009), su primera novela.

 

ESPEJO Y MÁSCARAS

 

Los niños estaban de vacaciones en la granja de la familia, en el interior del país. Javier y Eduardo, hermanos mellizos, luego del almuer­zo pensaban escaparse para aprovechar la siesta y cazar mariposas, en el montecito que se hallaba detrás de la lomada de la iglesia.

La mamá había ordenado: ¡Todos a la cama, a dormir la siesta! Los niños terminaron de almorzar y fueron a su habitación, el ventilador apenas- disipaba el intenso calor. Apenas el silencio se apoderó de la casa, Javier y Eduardo salieron por la ventana al patio y luego ganaron la calle. El sol titilaba en los vidrios de las ventanas. Los niños llevaban en sus manos la bolsa de red para atrapar las mariposas. La meta que tenían por delante era hacer un álbum con las más variadas especies de mariposas para la clase de ciencias, al inicio de clases. Hacía mucho calor, bordearon la lomada de la iglesia y llegaron al puente que está sobre el arroyo para bañarse en sus frescas aguas o pescar. Javier buscó un árbol, se sentó en el césped y se recostó por el tronco.

Descansaré un rato, dijo a su hermano. Eduardo preparó una rústica caña de pescar con una tacuarilla y se empeñó en que picarán, algunos peces, los trozos de pan que había guardado en los bolsillos de su bermu­da. Javier, se sumergió en la modorra del lugar. De pronto, sintió que alguien palmoteaba su espalda. Se revolvió en el suelo y gruñó una frase no audible. Sintió la sensación de la presencia de otro niño.

¿Hola, qué haces aquí? Preguntó al rubio niño que lo miraba con los ojos abiertos.

¿Quieres escuchar música con mi MP4? Preguntó .Javier ¿Qué es un MP4? Replicó el niño.

¿De qué planeta vienes? Interrogó de nuevo al pequeño desconocido.

Vengo ele los montes, me alimento de la miel silvestre y llevó a los niños que no hacen la siesta a vivir en lugares lejanos.

Bueno, dime entonces: ¿dónde queda tu planeta?

 Vivo en los montes, ¡No sé como hacerte entender!

 Me llamó Javier y mi hermano Eduardo ¿Cómo te llamas?

 Jasy Jatere...

Ah, ya sé. Eres el hijo del Pombero, eso nos explicó la profesora de guaraní.

No, no soy hijo de ese personaje. Confundiste mi origen ¿Javier, acaso, no me temes?

No, porque le tengo mucho más miedo a los vampiros, Jasy Jatere.

 ¿Viste la película: 'Crepúsculo,'?

Te dije que no salgo de los montes, ¿Cómo crees que pueda ir al cine?

Es fácil, le dices a tu mamá que te lleve al shopping. Le explicó Javier.

No, vivo solo y prefiero correr por los montes, comer la rica miel y asustar a la gente.

Jasy Jatere, le contaré a mi profesora de guaraní que tienes miedo de irte al cine.

¿Estás seguro, Javier, que no me tienes miedo`?

Mira, Jasy Jatere, podemos ser amigos. Tú nos enseñas el monte y nos ayudas a encontrar las mejores mariposas para el álbum de ciencias y yo te llevaré al cine.

Dale, Javier...

Entonces, Javier siente una sacudida. Eduardo lo zarandeaba para despertarlo como sea.

Despierta, dormilón... tenemos que cazar mariposas. He pescado cuatro mandi’i para la cena. ¿Qué te pasa?

Mi nuevo amigo, Jasy Jatere, nos ayudará a cazar las mejores mariposas  para el trabajo de ciencias y nosotros lo llevaremos al cine. Eduardo le tocó la trente y le dijo: ¡Estás delirando, tienes fiebre!

 La búsqueda de mariposas fue suspendida y Eduardo llevó de regre­só a su hermano a la casa. La madre primero preocupada le dio una medicina para bajar la temperatura, lo bañó y metió en la cama.¡ Están castigados por escaparse durante la siesta, dos semanas sin salir, hasta regresar a Asunción!!! Dijo, la mamá.

Los niños quedaron muy tristes porque no lograron cazar las mari­posas para el álbum de ciencias de la escuela.

Regresaron a la ciudad, y unas semanas después, la empleada de la casa entregó a los niños una caja. La revisaron y encontraron una enorme variedad de mariposas. Las más hermosas que habían visto hasta ese momento Preguntaron quien la había traído y la mujer les respondió: Un niño rubio y pequeño.

 

DE: LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA 8. Página113.

Tercer Ciclo de Ense­ñanza Básica Escolar. EEB

(Asunción: Atlas Representaciones, 2010)

 

 

LA LÁMPARA VERDE

 

 

Las luciérnagas ejercen una extraña atracción sobre Andrés. Un gri­llo canta y arrulla las sombras del hombre y la niña, sobre el muro del jardín, en la noche poblada de sonidos. Las luciérnagas danzan y son como diminutos puntos que titilan en el firmamento del corredor que rodea la casa.

Andrés desde su escondrijo, se esfuerza en atraparlas con sus manos y guardarlas en un frasco vacío que él había preparado para colectarlas. Tomó la precaución de agujerear la tapa y reemplazarla por un lienzo de trama porosa para impedir la huida de los insectos y permitirles sobrevi­vir. La mamá de Andrés permanecía en cama debido a una afección que la dejó inmovilizada e incapaz de expresarse por medio de las palabras. Cada mañana el niño la saludaba con un beso cariñoso.

En las noches, ella se agitaba en el lecho, en medio de la oscuridad. Andrés intuía que su mamá tenía miedo. El doctor les explicó que la luz la irritaba mucho y por esa razón la mantenían en penumbras para que no se alterara. También, Andrés experimentaba un fino temblor cuando el sol se perdía en el horizonte; y la noche con su manto negro iba cubriendo la granja y el monte. Los viejos en la cocina dejaban pasar el tiempo, desgranando relatos sobre aparecidos y tesoros escondidos, como granos de maíz de una mazorca. Cada tanto, lanzaban algún escupitajo, a través de la puerta abierta, hacía el piso de tierra del patio.

Pedro, el papá de Andrés participaba poco de la vida familiar, por­que sus frecuentes viajes lo mantenían alejado del hogar. Prudencia, una mujer cuya edad resultaba indescifrable, era la encargada de la casa. Cuidaba de Ángela, la madre de Andrés, bajo la supervisión del médico del pueblo; vigilaba que el niño fuera diariamente a la escuela y que todo estuviera bajo control hasta la próxima llegada del patrón.

Ángela amaba el jardín, en los atardeceres de verano, al finalizar sus tareas domésticas, solía instalarse bajo una casuarina a leer un libro hasta que el cansancio la sumía en un ligero sueño. En las noches estrelladas se sentaba con el niño en el jardín y miraban juntos la danza de las luciérna­gas; ella le comentaba en esos momentos anécdotas vividas con su madre en la infancia. La había perdido siendo muy niña y, cuando la tristeza intentaba desteñir aquellos recuerdos, Ángela revolvía el baúl donde los tenía atesorados y de allí emergía el destello verde de la mirada materna.

Como la mamá de Andrés desmejoraba cada día más, Prudencia se sintió obligada a pedir al patrón que adelantara su regreso. Andrés se empeñó afanosamente en colectar el mayor número de luciérnagas. Una noche cuando, en el cuarto a oscuras, él colocó sobre un mueble, a la vista de su madre, aquella lámpara. Ella entreabrió levemente sus párpados y se sorprendió ante la improvisada fuente de luz. La mujer sonrió dulce­mente a su hijo y se durmió tranquilamente, envuelta en la tenue lumino­sidad que emanaba del frasco de vidrio lleno de luciérnagas.

Pasaron los años y Andrés aún experimenta una gozosa exaltación al mirar la danza de las luciérnagas que le remonta al infinito de sus afectos más entrañables. De repente, una vocecita lo sobresalta:

Papá, las luciérnagas traen a la abuela a pasear por el jardín.

 

DE: JUNTO A LA VENTANA (Asunción: Editorial Servilibro, 2003).

Publicado también en Lengua y Literatura Castellana 9, página 30.

Tercer Ciclo de Enseñanza Básica. EEB.

(Asunción: Atlas Representaciones, 2010)

 

 

Fuente: LITERATURA INFANTO-JUVENIL PARAGUAYA DE AYER Y HOY. TOMO II (K – Z). TERESA MÉNDEZ-FAITH, INTERCONTINENTAL EDITORA S.A. Pág. web: www.libreriaintercontinental.com.py. Asunción – Paraguay, 2011.

 

 

 

 

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