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Juan Moreno
  INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA - Por CECILIO BÁEZ - Tapa: JUAN MORENO


INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA - Por CECILIO BÁEZ - Tapa: JUAN MORENO

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA


Por CECILIO BÁEZ

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES 1903

 

COLECCIÓN: HACIA UN PAÍS DE LECTORES 4

Director Editorial: Pablo León Burián

Asesor Editorial: Roque Vallejos

De esta edición 2002,

Editorial El Lector

Composición y Armado de página: César W. Peralta G.

Diseño e ilustración de tapa: Juan Moreno

Corrección: Néstor Ramos

Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98

Reservados todos los derechos

Impreso en el Paraguay - Printed in Paraguay

I.S.B.N.99925-60-16-9

Asunción – Paraguay

2002 (128 páginas)

 

 

CECILIO BÁEZ: EL MAYOR INTELECTUAL DEL SIGLO XX

 

ROQUE VALLEJOS (*)

 

Cecilio Báez (1862-1941) “Profeta” le llamó con potente intuición Martín de Goycoechea Menéndez (1877-1906), pues emergió del siglo XIX como la antorcha que el país precisaba para cruzar al siglo XX. De que sería el punto de referencia en el Paraguay y en el exterior lo ratifica E. Anderson Imbert con respecto a la irrupción de la modernidad al decir “hubo intelectuales sin obra literaria, pero que orientaron a sus respectivos países, como Cecilio Báez (1862-1941) introductor del positivismo” (393: 1986, T.I.). Entendió el positivismo como aquella ideología que pretende atenerse sólo a lo positivo, lo concreto, lo empírico, cuyo patrono aparece en el siglo XIX: AUGUSTO COMTE (1798-1842). Báez fue un alumno brillante del Colegio Nacional - ilustre semillero de pensadores, poetas, escritores, científicos- donde obtuvo su graduación de bachiller en ciencias y letras en 1888. A su vez, en 1893 defendió su título de doctor en ciencias jurídicas y sociales en la facultad respectiva de la Universidad Nacional de Asunción. Báez integró la primera promoción de doctores de la susodicha facultad junto a EMETERIO GONZÁLEZ (1863-1939), GASPAR VILLAMAYOR (1866-1943) quienes egresaron juntos. El Dr. Benigno Riquelme (1857-1917) rindió su examen de tesis casi dos meses después lo que hace suponer que la escribió con demora o recibió de su director de tesis instrucción para reformar algún tópico o que haya

Estado, inesperadamente enfermo. Nada le hace para negarle esta primacía tan escaso retardo en su examinación.

La tesis de Báez versó sobre: “Referente a la filosofía del Derecho” se extravió; Gaspar VILLAMAYOR: “Disertación  sobre el Derecho de Copia” (como se llamaba entonces a los “derechos intelectuales”, en verdad, ensayo premonitor y de gran actualidad; la del Dr. Benigno Riquelme – acaso la más floja- “Desarrollo del derecho de castigar y consideraciones sobre las penas en sus varias faces”, 1893)

El Dr. Báez usó el positivismo como herramienta para reordenar el pensamiento de su tiempo, para fundar instituciones y refundar las configuraciones del Estado. Relata el historiador Efraím Cardozo: “La presencia de Sarmiento (Domingo Faustino) en Asunción entre 1887 y 1888 impulsó importantes iniciativas. Se dictó la Ley de Educación Común y se creó el Consejo Superior de Educación y la Superintendencia de Instrucción Pública” (126: 1991). El ilustre sanjuanino debió estimularle en la cruzada de la educación popular y cívica. De los enciclopedistas conservó Báez la idea del progreso, empero no un progreso a cualquier costo. Por ello dejó sentado que “el principio -o valor basal- era superior a la idea”. Por esto, dice el maestro Raúl Amaral, Báez nunca renunció al imperativo categórico de la ética formal kantiana. El Dr. Justo Prieto destaca que la Constitución era inerte, carente de dinámica. Cecilio Báez “fue el exponente doctrinario del movimiento. Con su verbo apasionado y lógico a la vez, reveló que en la efervescencia había un problema de cultura, al mismo tiempo que político”, Báez se identificó con Spencer “La ley natural del perfeccionamiento indefinido iba a imponerse una vez más, gracias a esos jóvenes que querían acelerar el proceso y orientarlo tal como lo veían en los libros y las academias extranjeras” (188: 1988).

Báez estaba contra lo que podría llamarse “el pensamiento guarará”, esto es, una concepción confusa, improvisada, supersticiosa, anoética (MÁGICA) de la realidad. Odiaba la falta de ética individual que los griegos denominaron ETHOS (CON EPSILON) y que los latinos por boca de Cicerón semantizaron como (MORALIS) y también la ausencia de ética colectiva (ETHOS, con eta). HEGEL llamó a la primera MORALITAT y la segunda SITTLICHKEIT. Por eso la catedra de sociología desde la fundación, que él gestionó, y que se instituyó oficialmente por decreto del Poder Ejecutivo del 8 de marzo de 1900, se esmeró porque sus alumnos leyeran en texto, cuando menos de legítimos autores. En la introducción al libro de texto que reeditamos 99 años después con franqueza y hasta con humildad advierte que  no ha creado un “nuevo libro de sociología”, sino ha resumido distintas ramas del saber sociológico, dada la anárquica producción de obras propedéuticas -preparadoras- impotentes, ya por esquemáticas, muy especializadas, pseudototalizadoras, todas estériles dado que el horizonte de sus fines se mostraba demasiado extenso. Justo Pastor Benítez al hablar de Báez y su irrupción en la naciente sociología paraguaya ALEGA: “El Dr. Báez corresponde a la etapa positivista evolucionaria de Letelier en Chile, Enrique José Varona en Cuba y José Ingenieros en Argentina. Publicó para uso de sus alumnos, un resumen de cepa spenceriana y diversos estudios socio-jurídicos de igual contextura. Pero siempre se redujo al esquema. Fuera de la dictadura nunca enjuició fenómenos nacionales o apreció los valores sociales. Su esquicio lo llevó a veces a juicios depresivos para los valores nacionales. Pero abrió caminos, señaló rutas para el estudio sociológico” (209: 1955). En realidad, es el rencor a los mitos, lo que lo hace un preceptor severo. No duda del hombre paraguayo, mas tampoco lo cree un ejemplar sui generis de la antropología universal. Malinowski dice en “Una teoría científica de la cultura” cuyos baremos: A) el metabolismo; B) la reproducción; C) el bienestar corporal; D) LA SEGURIDAD: E) el movimiento; F) el crecimiento; y G) la salud, expresan taxativamente la “CONCOMITANCIA CULTURAL” de las sociedades humanas. Cualquier sesgo sobre o infranatural, anula la condición humana. En aquel tiempo fuera -debido a la precariedad de medios- fruslería exigirle que apoyara sus hallazgos valorativos en investigaciones de campo. Quien no lo vió a este hombre riguroso, sarcástico aunque noble y probo, lo imagina en ese medio semianiquilado, trágico y mórbido, como al coloso de Rodas. El maestro Hugo Rodríguez Alcalá quien lo conoció y se alhajó con su amistad ha dejado para la posteridad su visión postrera: “Cecilio Báez es un hombre erguido, de majestuosoa presencia, siempre vestido de negro, la camisa blanca de pechera y cuello almidonados, tanto en invierno como en verano. Con él, murió, en 1941, bajo una dictadura sin talento, el superviviente de un Paraguay que quiso regenerarse por las ideas y las instituciones, abominar de las sombras del pasado que juzgó depresivo y afirmar su voluntad de cultura hasta en los mínimos detalles del atuendo” (52:2000)

Se dice que preconizaba un “Darwinismo social” impiadoso. Ocurre que desperdiciaba el mediocre sentido de la igualdad que se atribuye al hombre paraguayo, al que aludió críticamente Manuel Gondra.

Queda por fin saber ¿qué fue Báez? ¿Intelectual, filosofo, científico, político, mero pedagogo, erúdito?. El filosofo Juan-Santiago Dávalos dijo que Báez era difícil de ser encasillado. Y que en ultimo caso Báez “estaría entre intelectual y político”, un “ser hibrido”.  Aclara Dávalos que entre la ciencia y la ideología hay una distancia abisal. En efecto la ciencia trata de adecuar que sus postulados se ajusten a la verdad. Por el contrario, la ideología trata, incluso con métodos impropios, que la verdad de la realidad se ciña imperiosamente a sus haremos o parámetros. Intelecto viene etimológicamente del latín: intus: dentro y legere: leer. Leerse dentro, acceder a su interioridad. El ideólogo lo hace sólo que condicionado. Georgy Valentinovich Plejanov (1857-1918) es un ejemplo. Sartne hace décadas expuso el criterio de que sólo merecen el rótulo de filósofo los creadores de doctrinas. Los que divulgan filosofías son meros ideólogos. El ideólogo es accesoriamente creativo ora por la belleza del discurso, ora por su erudicción, ora por la seducción de su mensaje. El buen orador es, esencialmente seductor, sea la doctrina o el alegato que defienda. Por ello, los sutiles griegos no permitían la elocuencia en el más severo tribunal que alcanzaron a tener: el Areópago. De que Báez fue un intelectual por antonomasia no cabe discutir. No fue filósofo ni científico ni político. Fue ideólogo. Publicó ingente cantidad de libros de contenido jurídico, pedagógico, sociológico, histórico, ético, político etc. Cuenta Rodríguez Alcalá que dejó una copiosa obra inédita. La juventud debe reivindicar a esta figura paradigmática de la cultura paraguaya rescatando su obra de pensador honrado cuya conducta -salvo alguno que otro zigzageo político- es un espejo para la juventud.

(*) Presidente de la Academia Paraguaya de la Lengua Guaraní.

 

 

PREFACIO

Nombrado por el Gobierno en 1900 para dictar la Cátedra de Sociología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, comencé a examinar las obras que tratan de ella para elegir las que más pudieran convenir a los alumnos. Me convencí luego que casi todas eran de carácter fragmentario, algunas demasiado extensas Y muy politécnicas, Y otras no contenían sino consideraciones generales acerca de la ciencia social. No podía, pues, recomendar ninguna.

La abundantísima literatura sociológica, por otra parte, impide que los alumnos puedan informarse de las teorías, hipótesis o doctrinas dominantes en el vasto campo de las ciencias sociales. Esta circunstancia me ha decidido a preparar la presente introducción, en que, en medio de las encontradas opiniones y variados sistemas de los autores, se hace el resumen de lo que hay de fundamental en la materia dando la preferencia a la doctrina positiva, por ser la que mejor satisface la aspiración del espíritu moderno a la unificación del saber y la explicación científica de las cosas cognoscibles.

Este trabajo, pues, ha sido hecho exclusivamente ad usum scholarum, constituyendo la primera parte del programa: el resto de éste se halla ordenado Ferré, cuyos conforme a la obra del profesor Giddins y a la del señor Sales y Ferré cuyos problemas descriptivos ofrecen gran ventaja para la mejor inteligencia de la Estática Social.

Por tanto, suplico al público lector no vea en esta Introducción una pretensión de mi parte de presentarme como autor de un nuevo libro de Sociología, sino un simple dictado de esta disciplina, formado con los extractos saca dos de los autores consultados y con los resúmenes de mis conferencias, para ayudar a los estudiantes a rendir el examen de rito.

Cecilio Báez

1903

 

 

INTRODUCCIÓN

AL ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA

LECCIÓN 1

 

Sociología (de societas y logos). Esta palabra inventada por Augusto Comte, ha dado nombre a una ciencia nueva, que Carey, Clement, Valrás, Gabba y Fouillée denominan Ciencia Social; Carle, Filosofía social; Roberty, Filosofía sociológica; Quetelet, Física social; Romagnosi, Filosofa civil y fisiología política, y los más Sociolo-gía.

Hay entre los autores divergencia sobre el objeto propio de esta ciencia, y consiguientemente sobre sus límites y sus relaciones con las ciencias afines.

Sin perjuicio de exponer in extenso más adelante las doctrinas de Augusto Comte y Herbert Spencer, indicaremos aquí el contenido de las obras de otros autores, que no nos es posible extractar, para que se vea la diferencia que los separa.

Los Principios de la ciencia social de Carey contienen las materias de que ordinariamente se ocupan los tratados de economía política. La Ciencia de la sociedad humana de Dimitry de Glinka se ocupa de las materias siguientes: el derecho, el derecho civil, la justicia, la autoridad, la libertad, el derecho público, etc.

La Sociología según la Etnografía, de Letorneau, es un capítulo de la Sociología, el capítulo etnográfico -dice su autor- en que propone describir las principales manifestaciones de la actividad humana, sucesivamente, entre las principales razas humanas, refiriéndolas en lo posible a fenómenos análogos observados en los animales. Así, en su tratado de Sociología él estudia la vida nutritiva de la humanidad o los alimentos, la vida sensitiva, la vida afectiva, la vida social y la vida intelectual. Finalmente, agrega que la Sociología científica debe reposar sobre datos suministrados por la historia natural, la antropología, la etnografía, la demografía, la pedagogía, la climatología, la economía política, la historia y... por todo lo que, de cerca o de lejos, pueda influir sobre la vida humana, por lo mismo que todo eso tiene importancia sociológica. La Sociología científica, hoy en pañales, debe comprender pues todas las manifestaciones infinitamente variadas de la actividad humana y todos los agentes exteriores capaces de influir sobre ella.

Según Worms, la Sociología es la ciencia general de las sociedades.

Según Giddings, es el conocimiento de la conciencia de la especie, diferenciándola de la física social y de la filosofía de la historia. Saint Marc, Anzallotti, D’Aguanno, confunden la Sociología con filosofía del derecho.

Y Van der Rest, dice: “La Sociología es una ciencia indeterminada que no ofrece aún línea de demarcación con las ciencias morales y políticas, y por lo tanto, o la Sociología es un grupo o cuerpo de ciencias morales y políticas, o mirándola desde otro aspecto, no es posible descubrir la línea de separación que la diferencia de la filosofía de la historia”

Con todo, Fouillée pretende haber descubierto la verdadera con-cepción de la Sociología, o nueva ciencia social. El dice: el objeto de la Sociología, son las condiciones y las leyes de los fenómenos sociales, la estructura y las funciones del cuerpo social. Estudiados en su estabilidad los fenómenos, cuyo teatro es la Sociedad, dan lugar a la estática social; estudiados en su expansión y desenvolvimiento, dan lugar a la mecánica social (dinámica social); y como ese desenvolvimiento es análogo al de los seres vivos, toma el nombre de evolución. Concebida así la ciencia de la sociedad humana, entra en el dominio de la ciencia concreta que se llama biología, y que en sí misma no es más que una forma de la física universal. Por tanto, el método de la Sociología es ante todo experimental, inductivo, y su principio director la causalidad natural. La consecuencia en teoría es el determinismo científico, según el cual, dadas las condiciones de un hecho, el hecho por eso mismo está ya dado pero sin fatalidad alguna.

Pero a pesar de esta divergencia de conceptos, los más concuerdan en esto: que la sociedad, como un todo, es algo que se puede y debe conocer y estudiar;  que ese algo, además de una cierta naturaleza,  esencia o sustancia, de una estructura, de un modo de ser tiene una vida cuyo contenido son los hechos o fenómenos sociales, y que esa vida no se desenvuelve al azar, sino conforme a leyes. Es en este sentido que se dice que el asunto de la sociología es la sociedad bajo su aspecto de ser colectivo, natural y racional o la Anatomía, la Fisiología y la Psicología del cuerpo social, o la Psicología del pueblo, o el estudio de la evolución superior orgánica, o que es una Física social, o la ciencia de la sociedad misma, del todo colectivo, del organismo social, o la ciencia filosófica y especulativa de la sociedad humana, o finalmente, la que tiene por objeto dar una explicación unitaria y sintética de la vida social.

De donde se deduce que lo total y genérico es lo propio y peculiar de la Sociología, en lo que atañe al problema social; y lo social particular y específico corresponde a las distintas ciencias sociales.

La Sociología naturalista considera y estudia la sociedad como un organismo natural y fisiológico; como ciencia exclusivamente inductiva, da por conocido todo su asunto con los hechos observados y experimentados; compara el organismo social, y por ende aplica las leyes fisiológicas a los fenómenos sociales. (Comte, Littré, Letourneau, Roberty, Fouillée, Bagehot, Bain, Huxley, Spencer, Brentano, Vitry, Mantegazza, Lang, Lilienfeld, Schaeffle, etc.)

Circunscribe el objeto y asunto de la Sociología al conocimiento empírico de las funciones naturales que revela todo fenómeno social. Así, Roberty dice: “La Sociología tiene por fin inmediato describir la sociedad, o el fenómeno social, que es un fenómeno de asociación, de reunión espontánea, necesaria y constante de organismos vivos y especiales”. De ahí que Roberty clasifique la Sociología bajo el doble punto de vista de una generalidad decreciente (siguiendo la teoría de Comte del tránsito de lo abstracto a lo concreto) y de una complicación creciente de los fenómenos sociales, como historia natural de la sociedad o Sociología descriptiva, subdividida después en Estática social (Física del Estado) y Morfología social (Fisiología del Estado), distinción correspondiente a la de anatomía y fisiología.

Spencer considera la Sociología como ciencia concreta, y la sociedad como un organismo sujeto a la ley de la evolución (distinguida en inorgánica, orgánica y superorgánica), y como factores de la evolución el clima, la fauna, la flora y la configuración del terreno, y los caracteres físicos y morales de los individuos.

La Sociología es de un lado dirección y guía para las ciencias particulares, y de otro, resultado de los progresos en ellas alcanzados, puesto que estudiando cada una de éstas un organismo particular dentro del total organismo social, claro es que lo esencial de la naturaleza de éste y de su vida se ha de mostrar y reflejar en cada uno de aquéllos. No hay pues que negar la autonomía de ninguna de esas ciencias particulares en nombre de la Sociología, como hace Ingram en la Economía, ni pretenderlo contrario, como hacían los fisiócratas y hacen algunos economistas al convertir la Economía Política en la ciencia de la sociedad.

Así, hay ciencias que estudian el derecho, la moral, la religión, la política, la industria, en lo que tienen de esencial, es decir, la naturaleza propia de cada una de estas cosas, en relación con la naturaleza del hombre, sus elementos fundamentales y las leyes de su vida; y en correspondencia con aquellas ciencias hay otras que observan, explican y esparcen los hechos realizados por los pueblos y las razas, por la humanidad en cada una de esas esferas, y en la historia de cada una de aquellas cosas. Pero uno y otro movimiento se refieren a órdenes especiales, a organismos particulares, a esferas determinadas de la actividad, que en cuanto a fines particulares encuentran su unidad en la naturaleza humana, y en cuanto a organismos especiales, en el total organismo social. En este sentido ha podido decir Vitry: “Economistas, moralistas, jurisconsultos, psicólogos, etnólogos, políticos, todos con sus trabajos aislados, semejan pintores, carpinteros, vidrieros, preparando cada cual sus materiales. Vendrá el arquitecto y el edificio se levantará: el edificio es la Sociología.

Existe, pues, la Sociología, a despecho de aquellos autores que le niegan su carácter de ciencia y la posibilidad de serlo. Hoy es un hecho generalmente admitido, aunque no interpretado de una misma manera, el orden de los fenómenos en que se distingue la naturaleza, a saber: fenómenos mecánicos, físicos, químicos, bio-psíquicos y sociales. Estos últimos se refieren al conjunto de las relaciones existentes entre los seres que viven en sociedad y cuyo estudio pertenecen a la ciencia social.

Es, también, un principio admitido hoy día por la ciencia positiva, que todos aquellos fenómenos se refieren a una misma realidad: la materia; de la cual no son sino modificaciones diferenciadas.

 

La unidad de materia, base de la filosofía monista, explica la unidad del saber; así con la variedad de fenómenos explica la diversidad de ciencias.

Consiguientemente, todos los fenómenos son regidos por unas mismas leyes, las llamadas leyes de la naturaleza y la ley de causación universal.

La Sociología científica es, pues, una ciencia que concibe la sociedad en su unidad e intenta explicarla según causas y leyes cosmitas, conforme a la doctrina de la evolución universal, de la cual no es sino fase la evolución social.

La Sociología no es una ciencia nueva: ya en las obras de Platón y de Aristóteles se encuentran consideraciones de ciencia social, que deben reputarse como los comienzos de la misma, máxime cuando aquellos filósofos han tomado la sociedad en su integridad, organizada en la ciudad-Estado. Los escritores de la Edad Media y tiempos posteriores, se ocuparon igualmente en estudios sociales, pero en una forma parcial o fragmentaria, y empleando el método subjetivo o idealista.

Pero la Sociología científica es nueva por su método: a Augusto Comte se debe su aparición como ciencia positiva del mundo social, reemplazando a las viejas concepciones, mítica y metafísica, de la historia.

Muchos niegan la causalidad natural en los hechos humanos, en nombre del libre arbitrio de los metafísicos. Dos poderosos pensadores, Stuart Mill y Herbert Spencer, han refutado victoriosamente ese error del viejo subjetivismo filosófico.

“Es una idea muy común -dice Stuart Mill- que los pensamientos, los sentimientos y las acciones de los seres sensibles no pueden ser objeto de ciencia, en el mismo sentido en que lo son los fenómenos del mundo exterior. Esta afirmación contiene, a lo que parece, alguna idea confusa que es necesario esclarecer. Los hechos que se producen con-forme a leyes constantes, son por sí mismos capaces de ser el sujeto a una ciencia, aunque dichas leyes no estén descubiertas o no puedan serlo por la imperfección de nuestros recursos o medios de investigación”. Prosiguiendo sobre el mismo asunto, Stuart Mill observa que la realidad de los fenómenos sociales -realidad que nadie puede negar formalmente- hace posible la ciencia social, y que toda doctrina  constituye  ya la ciencia, aunque ésta no sea exacta.

La cuestión, pues, se reduce a descubrir las leyes de los fenómenos no sociales, lo cual no es imposible, pero sí difícil, a causa de la gran complejidad de dichos fenómenos. Según el autor citado, esas leyes deben buscarse en las generalizaciones históricas o leyes empíricas fundadas sobre las leyes de la naturaleza humana.

En resumen: es un hecho que tampoco puede negarse, que el individuo humano está condicionado por el medio físico, y que su desenvolvimiento se ha operado dentro del medio social. Luego, las leyes del fenómeno social existen, y no pueden ser diferentes de las que rigen el orden universal de las cosas, cuya máxima generalización es el principio mecánico del movimiento. En la continuidad del movimiento y en el desequilibrio, se encuentra la causa de la variedad fenomérica, produciéndose el movimiento social como integración y desintegración, como atracción y repulsión, como adaptación al medio y como transmisión por herencia.

De lo dicho se desprendeque la realidad social está constituida por el complejo de las relaciones existentes entre los seres que viven en sociedad, que implica la existencia de todas aquellas cosas producto de la sociedad, como el nido y la ciudad, como la fábrica y el ferrocarril, como el código y la familia, como el lenguaje y las personas jurídicas, como la religión y la propiedad, como todas las creaciones o instituciones humanas, en una palabra. Si la realidad social consiste en el complejo de las relaciones individuales, y no en el complejo de los individuos, lo que es muy diferente, es porque ella continúa el desenvolvimiento de la realidad biológica, como consecuencia de la doctrina de la unidad fundamental de la realidad toda entera, o sea, del asociacionismo cósmico.

El fenómeno social se produce dentro del agregado humano, que se llama sociedad. El vivir en sociedad es, no solamente una ley de nuestra naturaleza, sino también una necesidad. El hombre vive en sociedad porque siente la necesidad de entretener su vida y de perpetuar su especie. La naturaleza ha creado la oposición de los sexos, la cual se resuelve en el matrimonio, que es la primera forma de la sociedad. El círculo de la familia se ensancha, formándose las grandes agrupaciones llamadas pueblos o naciones. La agrupación de los individuos constituye la base física del fenómeno social. Las necesidades orgánicas impulsan al hombre al trabajo, de modo que la lucha por la existencia viene a ser la causa principal de todo el proceso de formación del fenómeno social. Éste comienza por la simple agrupación natural. El individuo lo primero que hace es procurarse la subsistencia. El fenómeno económico se produce. Nace el sentimiento de lo mío y de lo tuyo. Las relaciones se complican. La necesidad de satisfacer las exigencias ele la culi lleva a los unos a lu agresión contra los otros. La asociación se desenvuelve, se consolida y se define. Sucesivamente, se producen el fenomeno político, el jurídico, el religioso y todos los demás que constituyen el complejo social. Toda la evolución social es una ascensión de lo instintivo a lo consciente, de lo animal a lo humano, de lo vegetativo a lo bio-social, del simple gregarismo a la asociación cada vez más moral y perfecta. La forma en que se ha realizado este gran progreso es la lucha, la cual comienza por la brutal guerra a muerte, se continúa por la competencia en el campo de la actividad industrial y concluirá por la armonía de todos los intereses, en el supremo principio de la solidaridad universal, cual pasa en los organismo fisiológicos, en que todos los órganos y las funciones conspiran al mismo fin de entretener la vida.

Pero esta evolución no se opera independientemente de la naturaleza. El medio físico la condiciona, pues la energía social no es sino energía física transformada. Esta circunstancia no importa la negación de la conciencia selectiva en la obra del perfeccionamiento social, pues su existencia está demostrada por el hecho de la selección artificial y por muchos otros procedimientos empleados por el hombre para ayudar a la naturaleza y mejorar su obra.

 

 

LECCIÓN XVIII

LA EVOLUCIÓN DE LA FAMILIA

 

La sociedad familiar, tal como ahora existe, ¿tuvo la misma naturaleza y organización así durante los tiempos históricos como durante los tiempos anteriores a la historia?- No.

La humanidad prehistórica tenía una organización distinta de la humanidad histórica. Y si creemos que todo fue siempre igual, es porque estamos acostumbrados a considerar las instituciones primitivas con arreglo al patrón de las actuales. Es así como se cree que la familia ha existido siempre en la misma forma en que la vemos en los países civilizados. Es un error que conviene disipar.

Aún en nuestros días, se notan grandes diferencias en el organismo doméstico con sólo contemplar las naciones centrales de Europa por un lado, y por otro los eslavos del mediodía. Y cuanto más nos alejamos de los países civilizados, más honda y más clara se nos presentan estas diferencias; entre los pueblos de la India, en el interior de África, entre los indígenas de América, en las islas de la Polinesia, en el continente australiano, veremos, por decirlo así, una desintegración de la familia. Allí se desconoce completamente la unión de un hombre con una mujer para toda la vida y para todos los fines de la existencia. La mujer y los hijos se consideran como el patrimonio del hombre. La misma sociedad familiar no tiene con frecuencia por jefe al padre, ni siquiera a un hombre, sino que los hijos se agrupan alrededor de la madre que los ha engendrado y sólo por el tiempo que necesitan de su auxilio. Hay también sociedades salvajes que desconocen toda idea de familia, y en donde los hijos se crían en común.

Entre los pueblos civilizados, los eslavos meridionales viven en cierta comunidad de familia. La familia romana estaba fundada sobre la agnación y sobre el poder despótico y absoluto del jefe de la misma. En Persia se encuentra la familia constituida frente al Estado, con una especie de poder absoluto en el jefe de la misma. En este absolutismo se fundaba el derecho de repudiar a las mujeres cuando se tuviera por conveniente, según el libro de Esther. En el pueblo indio, al principio de los tiempos históricos, hubo comunidad de mujeres. El matrimonio se rcalizaba por rapto o por compra. Entre los hebreos hubo al principio la poligamia; había también la institución especial del levirato. El repudio de la mujer estaba admitido siempre, pero se acostumbraba que el marido redactase en debida forma la carta de divorcio, expresándose en ella la razón del repudio. En la Grecia primitiva hubo cierta promiscuidad de mujeres; posteriormente se conocieron varias formas de matrimonio. Pero todos estos matrimonios pertenecían al sistema patriarcal (1)

¿Y qué es el sistema patriarcal?

El patriarcado es aquel tipo social que consiste en una familia cerrada, independiente, constituida por el lazo del parentesco, formado por el padre, (que es el jefe), la madre y los hijos. Es un grupo coherente, que en ciertas circunstancias se basta a sí mismo y que hace, en su propio círculo de acción, las veces de Estado. El hombre aparece primitivamente en grupos aislados bajo el poder del padre de familia. El pariente varón de más edad es señor absoluto en su casa; tiene poder de vida y muerte sobre sus hijos y su familia, lo mismo que sobre sus esclavos. Los hijos todos pertenecen al padre, y los bienes de éste se reparten por igual después de su muerte entre los descendientes en primer grado, si bien el hijo mayor recibe algunas veces algo más.(2)

Tal es la familia patriarcal primitiva, cuyo tipo subsiste, diversamente modificado.

Ahora bien: éste es el tipo familiar histórico. Resta saber si la familia prehistórica tuvo la misma organización.

Sumner Maine y todos los partidarios de la teoría patriarcal dicen que sí. Pero la antropología científica pretende demostrar que la sociedad primitiva, anterior a la historia, comenzó por el hetairismo o  la promiscuidad ele hombres y mujeres; que luego se pasó al matriarca-do, la ginecocracia, o sea, el grupo familiar gobernado por la mujer; y,  finalmente, a la familia patriarcal, que sería la última fase de la evolución social.

Esto es lo que vamos a ver.

(1)     D’Aguanno. La génesis y la evolución del derecho civil.

(2)     Sumner Maine. El antiguo derecho.

 

TEORÍAS DE BACHOFEN, MAC-LENNAN Y MORGAN

Al descubrirse en el suelo de París huesos marsupiales de un esqueleto, el gran Cuvier pudo deducir que éste pertenecía a un animal didelfo, y que animales de este género, desaparecido entonces, vivieron en otros tiempos en aquella comarca; de igual manera, los sociólogos contemporáneos, de un sistema de parentesco históricamente transmitido, pretenden inducir que existió una forma de familia correspondiente, hoy extinta. De esta suerte tratan de reconstituir la historia de la familia.

Las teorías matriarcales. El matrimonio y la familia encuentran sus antecedentes más remotos en algunas formas de unión y de coexistencia en las especies de la animalidad, donde la promiscuidad y la poligamia constituyen la regla general. En estos antecedentes, y en numerosos usos, costumbres e instituciones de los pueblos antiguos y de los salvajes, se fundan todas las teorías matriarcales, según las cuales la familia patriarcal no fue la forma de la familia primitiva, sino que ella representa por el contrario la última fase de la misma en la evolución social.

Los estudios recientes sobre las antiguas fuentes y las profundas investigaciones sobre las leyendas y sobre las costumbres de los salvajes modernos autorizan para sostener que la familia patriarcal no es el principio de la sociedad. Según tales estudios e investigaciones, parece demostrado que en los orígenes existió la horda en que se desconocía el parentesco individual, porque sus miembros no se consideraban como hijos de personas determinadas, sino como hijos de todos los padres y de todas las madres de la comunidad; después la horda se fraccionó en pequeños grupos que comenzaron a vivir vida particular. En este momento se puede advertir la génesis del matrimonio, o conjunción más o menos durable, ora de un mayor, ora de un menor número de individuos, y por consecuencia la génesis de la familia. La familia primitiva se fundaba sobre el parentesco por medio de la madre, porque el padre era entonces incierto, y tenía una genealogía femenina, a diferencia  de la familia patriarcal, que significa un progreso en cuanto supone la certidumbre del padre, presunción que los romanos expresaban diciendo: pater est is quem justae nuptiae demonstrant.

Estos estudios se deben principalmente a D'Eckenstein, Bachofen, Mac-Lennan, Morgan, Lubbock, Giraud-Teulon, Spencer, Letorneau y otros. El profesor de la universidad de Copenhague, Mr. Starke, y el de la universidad de Helsingfors, Mr. Westermarck, los han rectificado. Vamos a resumir brevemente sus principales teorías.

Se parte pues del sistema del parentesco. Los polos de la vida moral del hombre son en el mundo primitivo el instinto sexual y la procreación. En su consecuencia, la evolución social con todos sus estados parece impulsada por el lazo de la sangre. En opinión de Bachofen, se parte del hetairismo como primer hecho social universal. Asienta las siguientes proposiciones:

1ª Que los seres humanos habían vivido primitivamente en la promiscuidad, que designa de un modo impropio con el nombre de hetairismo.

2ª Que un comercio sexual de esta índole excluye toda certidumbre de paternidad; que por consiguiente la descendencia solo podía contarse en línea femenina (es decir, con arreglo al derecho materno), y que en ese caso estuvieron, en su origen, todos los pueblos de la antigüedad.

3ª Que a consecuencia de este hecho, las mujeres, como madres y únicos parientes ciertos de la generación joven, gozaban de tal aprecio y respeto, que llegaron a la preponderancia absoluta (ginecocracia).

4ª Que el paso a la monogamia (del derecho materno al derecho paterno), en que la mujer pertenece a un solo hombre, encerraba la transgresión de una ley religiosa, transgresión que debía expiarse o cuya tole-rancia debía rescatarse por medio del abandono temporal de la mujer.

Bachofen halla pruebas de estas proposiciones en innumerables pasajes de la literatura antigua, recogidos con suma diligencia, o sea, en las costumbres inmorales y en los mitos.

Análogo valor al que tiene para Bachofen la interpretación de los mitos, tiene para Mac-Lennan el estudio de los símbolos. El símbolo es una imagen viva del pasado del pueblo en que como tal existe, y si además en pueblos primitivos encontramos usos de valor real, que son análogos al símbolo del primero, se puede afirmar que éste debió atravesar un estado social semejante al de los mismos pueblos primitivos. De esta suerte, el rapto matrimonial simbólico recuerda una época en que era un rapto efectivo. El matrimonio por captura existe aún en ciertos pueblos salvajes, así como la costumbre del infanticidio de las hijas; ele aquí llega por sucesivos razonamientos a exponer o explicar lo que Mac-Lennan ha llamado el primero exogamia o endogamia que hacen concebir la vida primitiva bajo la forma de colectividades matrimoniales, unidas por el lazo de la sangre. Según esto, la humanidad primitiva debió vivir, no en familia, sino en grupos heterogéneos, que se distinguían por su tótem o signo -una planta o un animal- que al cabo de algún tiempo llega a considerarse como el antecesor de la comunidad toda. Cuando el hombre se casa dentro de su grupo, se llama endogamia, matrimonio dentro; si se casa fuera de él, en otro grupo aparte, exogamia, matrimonio fuera.

Para Mac-Lennan, pues la primera forma de convivencia humana está en el medio social imperfecto de la existencia de las hordas salvajes y enemigas, distinguidas cada una por su tótem, conservado en la memoria o grabado en cada uno de los individuos de la horda, entre-gados, en cuanto a las relaciones de los sexos, a un estado de promiscuidad, y siendo principalmente éste el motivo de sus discordias intestinas. Supone que por el infanticidio de las niñas se disminuyó el número de las mujeres, y se ocasionó la poliandria, la cual fue causa de enemistades y disturbios dentro de la tribu, y entonces se autorizó a buscar mujeres en otros grupos (exogamia), pero quedando regidas las relaciones familiares sobre la base del parentesco femenino y de grupo, y en condición incierta la paternidad. El tránsito de la familia matriarcal (derecho materno) a la patriarcal (derecho paterno), entiende nuestro autor que tuvo por punto de partida la práctica misma de la poliandria, como una moderación relativa a la promiscuidad de los sexos, ya que en virtud de la escasez de mujeres fue preciso que a una sola se le asignaran relaciones sexuales con cierto número de hombres, aunque sin abandonar el hogar materno; luego dejó éste, para seguir a sus maridos, germen de instituciones posteriores como el levirato indio y el hebreo. Así se disminuyó el número de los maridos y percibióse la filiación masculina, y así del matriarcado se pasó al patriarcado.

Morgan ha estudiado detenidamente los sistemas de parentesco de varias tribus americanas, y ha procurado fundar toda una teoría lid origen y evolución de la sociedad humana en la interpretación de las nomenclaturas de parientes, que en su opinión denuncian, ya el estado actual de una organización social, ya el estado anterior, por no corresponder la nomenclatura ala realidad efectiva y ser como resto de una vida modificada. Morgan considera la evolución social principalmente como una evolución de la familia, explicando por ella otras formas sociales, la gens y la tribu. Se parte, dice, de un primitivo estado de promiscuidad. En la tribu entonces reinaba el comercio de los sexos sin regla ni límite. De tal género de vida brutal y grosera se debió pasar a la familia consanguinea, en donde los grupos matrimoniales se distinguen por generaciones. El progreso o diferenciación consiste en excluir del comercio sexual mutuo a los padres y a sus hijos. De ahí se pasó a la familia punalua, que es aquella en que se excluye el comercio sexual entre hermanos, y así sucesivamente. El tercer peldaño que salva la familia es la llamada sindiásmica, que implica la modificación de las uniones por grupos, dificultadas a su vez por la exogamia, y consiste en uniones temporales.

Las nomenclaturas primitivas de parentesco sirven pues de base a Morgan para inducir la promiscuidad de los sexos en los orígenes de la familia, y la deducción de la evolución de la misma, dichas nomenclaturas, o sistemas de denominación de los parentescos usados por los salvajes, no son arbitrarias, sino sistemáticas, productos de la costumbre, y no de la reglamentación jurídica, y sirven de alguna manera a indicar los fundamentos de la organización familiar y su evolución sucesiva. La base de las nomenclaturas está en la filiación, y por consiguiente en la forma de las relaciones mantenidas por los dos sexos, y según la nomenclatura cabe inducir cuál fue la forma de dichas relaciones. Las razas arias, semíticas y urálicas usaron la nomenclatura por descripción, en la que se denominan los colaterales por aumento o combinación de los términos aplicados a la designación del parentesco de la línea recta mientras que las razas de los turanios, de los malayos y de los indios de América practican el sistema de las nomenclaturas por clasificación, designando por igual nombre a todos los individuos que corresponden a igual clase de parentesco. La nomenclatura descriptiva se aplica a la filiación natural, producto de unión monógama; en tanto que la nomenclatura por clases es contraria a tales supuestos y la filiación a que se refiere corresponde a un visible elemento de pluralidad en las relaciones sexuales.

El sistema turani revela que grupos de hermanos se casaban con grupos de hermanas, pero no con sus propias hermanas; mientras que el sistema hawayo descubre que los hermanos se casaban con sus propias hermanas. Estos sistemas pues suponen la adelfogamia, y la consecuencia de tales premisas es que ella ha sido general en las primitivas edades de las sociedades humanas. La familia no se individualizó sino cuando apareció la costumbre de robar y comprar la mujer, origen de la monogamia.

Para Giraud-Teulon la primera afirmación fundamental se refiere a la existencia de un primitivo estado de comunismo absoluto en la humanidad. Las relaciones sexuales no tienen regla definida, y la apropiación exclusiva de la mujer, bajo la forma matrimonial, no existe. Advierte que esa constitución promiscua, así como el matrimonio por grupos y toda la organización social primitiva, dan a la comunidad el carácter exclusivo de personalidad en el estado salvaje; el individuo no tiene personalidad, no existe sino en cuanto forma parte del grupo... la comunidad es quien engendra derechos y deberes. Como consecuencia de la importancia del matrimonio por grupos y de la comunidad, afirma la existencia primitiva de la tribu como una unidad, primordial, consistente en una reunión de hombres de ascendencia común, que llevan un mismo tótem, que reconocen la comunidad de la sangre entre todos los miembros, los cuales, distribuidos en grupos, que se distinguen por totems particulares y hablando un mismo lenguaje, habitan generalmente el mismo territorio. De esta tribu, por desintegración, se origina la variedad social.

¿Y cómo se verifica la evolución social a partir de la unión íntima del grupo, de su homogeneidad? Mediante un principio de orgánica descomposición en grupos análogos; la sucesión de estos grupos ha debido ser: primero la tribu, luego la fratria, luego el clan, y por fin la familia. (Adolfo Posada).

Resumen de las teorías precedentes: 1º la humanidad procede de primitivos grupos, verdaderas hordas, más o menos numerosas, en que no existe un lazo regular reflexivo, sino que imperan las pasiones sexuales sin freno; 2º de estos grupos se producen por diferenciación interior otros análogos menores (tribu, fratria, gens o clan, familia), revistiendo formas cada vez más determinadas; 3º el principio activo de esta diferenciación es la procreación, es el instinto sexual; por lo que hay una época en que, merced a la certidumbre de la madre por el hecho del parto, y a la incertidumbre del padre a causa del misterio de la ración, la mujer es el sostén del lazo social; y 4º en esos momentos no puede afirmarse la existencia de la sociedad política; la sociedad es de consanguíneos, el parentesco une a los miembros de los grupos. El Estado, según esto, se forma paulatinamente, merced a la especificación de la familia individual al imperio del padre, y como consecuencia del lazo que han de mantener aquéllos, que al fin no se reconocen como parientes y habitan, sin embargo, el mismo territorio.

Sales y Ferré basa los argumentos en favor del matriarcado en las principales costumbres e instituciones que a continuación se expresan.

Es la primera los cultos sensualistas, o sea, las religiones de la naturaleza que ofrecen predominante el principio de la fecundidad y la idea de la generación, y se inspiran en la superioridad y exaltación del elemento femenino sobre el masculino. Estos cultos consagraron la prostitución sagrada, tan contraria a la pureza de la familia patriarcal, bajo cuyo régimen aquella no existiría, y sólo pudo vivir bajo el régimen del hetairismo o de la promiscuidad.

Es también contrario al patriarcado el principio de la expiación del matrimonio, o del sacrificio de la castidad por la joven antes de contraerlo, y el jus primae noctis: instituciones ambas que sólo se conciben dentro del régimen hetaírico.

El prestigio social de las cortesanas y la condición inferior de la mujer casada, la covada o la simulación del parto por el varón, las ceremonias empleadas para la adopción, son otras tantas pruebas que atestiguan el matriarcado como vínculo familiar natural.

Pero la que le parece más decisiva es la que se deduce de la existencia de la familia materna y del matriarcado, indudables como hechos y como derivados lógicos de la razón: la maternidad es un hecho concreto que se establece por el cordón umbilical; la paternidad una simple presunción legal, una ficción jurídica, no una verdad sensible como aquélla; el parentesco paterno o agnático es una abstracción, y como la inteligencia procede de lo concreto a lo abstracto, era necesario que las primitivas colectividades sociales pasaran por el parentesco materno, que es lo concreto, y se elevaran después a la paternidad, que es lo abstracto.

Finalmente, aduce el hecho del comunismo en los pueblos antiguos y modernos, induciendo de todo ello que el hetairismo ha sido la primitiva constitución de la sociedad humana; aparte de la consideración biológica de que, siendo la sociedad humana orgánica, y estando por tanto sometida a la ley de la evolución, o sea, a la de proceder de lo uno a lo vario, de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo heterogéneo, el punto de partida de la sociedad humana ha debido ser un esta-do simple, homogéneo, uniforme, como la horda promiscua, amorfa, y sin organismo de funciones.

Ya sabemos que Sumner Maine y los de su escuela, apoyándose principalmente en la leyenda bíblica de la primera pareja, rechazan la teoría del matriarcado. La humanidad, según ellos, ha comenzado por la pareja de Adán y Eva; y la familia primitiva, la única e inmutable forma de la sociedad, ha sido la patriarcal, el grupo más o menos numeroso gobernado por un solo jefe varón.

Otros sociólogos, sin rechazar en absoluto el matriarcado -que por otra parte subsiste aún en muchos pueblos salvajes- se limitan a decir que son insuficientes los datos de la antropología, de la etnografía, de la historia y de las demás ciencias que prestan su concurso a la sociología positiva, para afirmar que la sociedad humana, allá en los comienzos de la prehistoria, comenzó por la promiscuidad.

Es muy interesante escuchar a este respecto a Mr. Tarde.

De todos estos debates sin fin -dice- relativos a los sistemas de parentesco y de matrimonio, lo que parece a mi ver resultar más claro, es que la familia primitiva ha sido en sí misma muy diferente; aquí monógama, allá polígama, en otras partes poliándrica, ya exogámica, ya endogámica, muchas veces más autoritaria, algunas veces más liberal de lo que más tarde se revela.

Pero si el punto de partida es múltiple, ¿los caminos seguidos son paralelos o convergen hacia un mismo estado final, hacia una forma de matrimonio más o menos cercana del matrimonio cristiano? No. Sólo cabe decir que la adopción de esta forma superior ha sido una causa de triunfo en la lucha de las sociedades, lo que explica su difusión progresiva. Poco faltó, sin embargo, para que la conquista árabe no llegara a cubrir y dominar la Europa, imponiéndole la poligamia.

La monogamia, por otra parte, se comprende de muy diferentes maneras. En el antiguo Egipto, por mucho que nos remontemos, el matrimonio es un contrato de sociedad entre dos iguales; en Arabia, en Persia, en la antigüedad greco-romana, entre los mongoles, en China, es un contrato de venta: la mujer se compra por el marido.  En la  Polinesia, así como entre los esquimales, es con frecuencia un contrato de préstamo o de arriendo temporal. En otras partes florece el matrimonio por servidumbre del yerno al suegro, de Jacob en casa de Laban: entre los aborígenes piel-roja, entre los indios, esta variedad está representada. En otras partes hay también el matrimonio por captura.

El matrimonio, pues, no proviene de una forma única; no tiende a ella tampoco (1)

La teoría patriarcal. El enemigo más formidable de las teorías matriarcales es Enrique Sumner Maine, a cuya autoridad científica sólo atribuyen algunos críticos el mantenimiento de la teoría patriarcal, por más que él no acepte el cumplido y decline la responsabilidad de dicha teoría, porque estima que “nadie está en situación de profesar una cuestión resuelta sobre la cuestión”.

Sumner Maine formula así dicha teoría:

“Es una teoría que ve el origen de la sociedad en familias distintas, cuyos miembros quedan unidos, bajo la autoridad y la protección del varón de más edad entre los ascendientes, entre los de más valor... El varón más prudente y más fuerte es quien gobierna: Él guarda celosamente su mujer o sus mujeres: todos aquéllos sobre quienes se ex-tiende su protección viven en un pie de igualdad. El niño de afuera, que cubre con su sombra el extranjero, que las circunstancias ponen al ser-vicio de la familia, no se distingue del niño, cuyo nacimiento ha abrigado. Pero quien se sustrae a ella (mujer, niño, esclavo) ve cesar todas sus relaciones con el grupo, y el parentesco, que significa sumisión al poder, participación en la protección se aniquila.

“Donde quiera que se encuentre la familia patriarcal, ofrece el mismo carácter y la misma composición. Este grupo comprende seres animados y seres inanimados: esposa, hijos, esclavos, tierras, bienes muebles, reunidos en conjunto por su sumisión a la autoridad despótica del mayor de los varones, pertenecientes a la de más edad de las líneas ascendentes, padre, abuelo o antecesor más lejano aún. La fuerza que mantiene la homogeneidad del grupo es el poder.

(1) Tarde. Las transformaciones del derecho.

 

“La confusión de las ideas de poder y de consanguinidad se manifiesta en la sumisión del más pequeño de los grupos, la familia, a su jefee patriarcal... La autoridad del patriarca es un elemento tan esencial de la noción del grupo de familia, como el hecho real o supuesto de que los miembros de la familia desciendan todos de él, y por esto podemos comprender que si existe alguna persona que, aunque pariente por la sangre, haya sido sustraída de hecho al poder del jefe, sea considerada al principio como pérdida para la familia”.

Sumner Maine se apoya en los testimonios de los pueblos históricos; de ellos deduce la conclusión de que son demostrativos de la existencia en tiempos ante-históricos, de un régimen social y jurídico familiar establecido sobre la base del poder paterno, y por consiguiente ele la filiación y del parentesco masculino.

Refutando las teorías matriarcales, Sumner Mame desenvuelve los siguientes argumentos: 1° niega que los usos de promiscuidad puedan ser en el hombre práctica de vida sexual que tenga su precedente en los animales, porque éstos no la observan de un modo uniforme. 2° afirma que el hetairismo hace desaparecer de la vida del hombre en los primitivos tiempos y en numerosas edades la pasión más potente, que es el celo sexual y el sentimiento del amor, individualizado por ser tal amor, y no un apetito grosero y sin trascendencia a la paternidad y a la filiación, fenómeno que no se explica tratándose de una misma especie, de un mismo ente, como es el hombre, cuyas condiciones naturales en lo fisiológico y en lo psicológico, sobre todo, deben suponerse esencialmente idénticas, aunque más o menos modificadas o perfeccionadas por el influjo de la civilización en que ha vivido; pero nunca suprimidas, como las suprime la teoría del hetairismo. 3° que es violento a la razón admitir como estado normal de las sociedades primitivas eso de promiscuidad que se le supone congénito y de práctica universal en aquellas primeras edades, y que hoy constituye una situación patológica y enferma, opuesta además y poco favorable, por lo menos, a los fines de la reproducción de la especie. 4° que tales teorías del hetairismo, promiscuidad y matriarcado, son contradictorias con la idea afirmada por multitud de testimonios históricos y la práctica social y familiar cierta del culto de los antecesores, que es símbolo de la autoridad y superioridad paterna y del parentesco masculino, y es además la manifestación religiosa universal de la humanidad entera en los primeros períodos de su civilización histórica.

Nuevas doctrinas críticas sobre la familia primitiva. El profesor Starcke intenta rectificar todas las teorías precedentes sobre el origen y constitución de la familia primitiva. Para él, es noción inicial, en la evolución social, la idea del parentesco, y punto previo a investigar, por consiguiente, su verdadero carácter y desenvolvimiento, como base del estudio de la familia propiamente tal.

La noción moderna del parentesco doble, paterno y materno, es una idea extraña y desechada en la mayor parte de los pueblos primitivos, que no conciben más que el parentesco sencillo, o el paterno, o el materno; y si conciben el doble, dan la preferencia ya al uno, ya al otro, a consecuencia del predominio del régimen jurídico del clan. Por eso Starcke concede importancia a la cuestión del significado que debe darse a las palabras familia, grupo de familias, clan y tribu como diferentes formas de la familia. Como este autor admite muchas formas de familia a la vez, algunas con el régimen del matriarcado, otras con el régimen patriarcal, resultan que no admite ni el uno ni el otro, y por lo tanto deja el problema del origen de la familia como lo tomó.

No así Westermarck, que ha impugnado vigorosamente las teorías de la promiscuidad y del matriarcado. Según él, el origen de la sociedad humana no ha de buscarse en la horda, sino en la familia. Del examen de todos los datos relativos a esta materia, infiere que en los tiempos primitivos, la familia es el núcleo de las agrupaciones humanas, y en ocasiones la única forma de sociedad.

 

 

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CECILIO BÁEZ - ÍNDICE

LECCIÓN I - Introducción a la Sociología

LECCIÓN II - De la división de la Sociología

LECCIÓN III - El problema sociológico y los problemas de la Sociología

LECCIÓN IV - Los métodos de la Sociología

LECCIÓN V - Del Método Histórico

LECCIÓN VI - Del Método Deductivo-Concreto

LECCIÓN VII - Del Método Descriptivo. Otros métodos

LECCIÓN VIII - La Sociología en sus relaciones con las otras ciencias

LECCIÓN IX - Del idealismo

De la idea en la esfera de la lógica

De la idea en la esfera de la naturaleza

Del desenvolvimiento de la idea en la esfera del espíritu

LECCIÓN X - Del positivismo y de la doctrina de la evolución

RESUMEN

LECCIÓN XI - Del organismo social

LECCIÓN XII - De la teoría orgánica del Estado

LECCIÓN XIII - La Evolución Inorgánica

Teorías cosmogónicas

Formación de las estrellas o soles

Formación de los planetas

Formación de los satélites

La generación de los mundos

La Tierra

Fases por las cuales ha pasado la corteza de la Tierra

Era moderna

LECCIÓN XIV - La vida orgánica

La flora o los vegetales

La fauna o los animales

El problema de la creación o de la generación primitiva

Antigüedad del hombre

Duración de la época cuaternaria

La Prehistoria

LECCIÓN XV - La evolución superorgánica o la evolución social

LECCIÓN XVI - Desarrollo de la moral y del derecho

LECCIÓN XVII - Nacimiento y desarrollo del lenguaje y de la escritura

LECCIÓN XVIII - La evolución de la familia

Teorías de Bachofen, Mac-Lennan y Morgan

Bibliografía esencial

 

 

 

 

 

 

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