ORO Y PLATA EN EL PARAGUAY
CARLOS COLOMBINO
CENTRO DE ARTES VISUALES/MUSEO DEL BARRO
El Departamento de Documentación e Investigaciones está conformado por una base de datos, u archivo de imágenes y un centro de estudios acerca del arte y la cultura del Paraguay. Esta entidad depende del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro de Asunción y cuenta con el apoyo de la Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI).
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Este libro ha sido escrito y publicado gracias a los auspicios de la Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI).
© Carlos Colombino
Hecho el Depósito que marca la Ley 94
Diseño gráfico: CELESTE PRIETO/OSVALDO SALERNO
Impreso en Imprenta Editorial Arte Nuevo
Asunción - Paraguay 1999
ÍNDICE
1- PLATA YVYGUY
2- EL OFICIO
3- ORO Y PLATA EN LAS MISIONES JESUÍTICAS
4- DE CIUDADES DE ESPAÑOLES Y PUEBLOS FRANCISCANOS
5- LAS FORMAS
COLLARES, AROS Y ANILLOS
LAS PEINETAS
EL MATE
LOS ARREOS DEL CABALLO Y EL CUCHILLO
CRONOLOGÍA
NOTAS
APÉNDICE
LAS JOYAS DEL VIEJO PARAGUAY - MILDA RIVAROLA
ACTA DE INVENTARIO ;
CRÓNICA DE UNA VALIOSA JOYA EN EL PARAGUAY DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XVIII - ROBERTO QUEVEDO
LA "OPULENTA Y GENEROSA CAAZAPÁ" Y SU RICA ORFEBRERÍA - ROBERTO QUEVEDO
LOS USOS DEL KARAI - TICIO ESCOBAR
LA ORFEBRERÍA RELIGIOSA ANTIGUA DEL PARAGUAY - AGUSTÍN BLUJAKI
1. PLATA YVYGUY
Los talleres del Paraguay produjeron durante cuatrocientos años una cantidad de objetos en plata y oro, sea en los talleres de las ciudades, como también en las misiones franciscanas y jesuíticas. En este último enclave religioso se dio uno de los desarrollos más importantes de la orfebrería en América.
Aunque casi todo haya desaparecido, quedan restos de ese naufragio en algunos museos, iglesias y colecciones particulares del país y del extranjero. Pero es en la imaginación del pueblo donde aún perdura la idea de su esplendor, porque supone a ese enorme caudal escamoteado, enterrado en alguna parte. Es el plata Yvyguy del dicho popular. La riqueza debajo de la tierra.
El tesoro de las Misiones Jesuíticas, el tesoro enterrado de los López, las joyas de la Guerra contra la Triple Alianza arrebatadas a las mujeres para ayudar al ejército paraguayo. Las devueltas por el gobierno de los E.E U.U. en 1929, joyas escondidas por las familias asuncenas ante la llegada vorácica del ejército brasileño en 1868. Todas las casas del Paraguay y algunos sitios al borde de los caminos reales fueron objeto de búsqueda de entierros. La plata, que se suponía contenida en cántaros, permanecía y sigue oculta, a la espera del buscador de quimeras.
Los saqueos también exacerbaban la imaginación; los perpetrados en las Misiones por los bandeirantes en los siglos XVII y XVIII, por las tropas de Artigas y por la mano siniestra de Rodríguez de Francia a inicios del siglo siguiente. El dictador mandó retirar toda la platería de las Misiones y la ocultó. En el siglo XIX la gente recordaba con pasión la presencia de esa riqueza que abarrotaba una de las habitaciones de la Casa de los Gobernadores en Asunción.
El Mcal. Francisco S. López - se dice - ordenó enterrar un fabuloso cargamento de oro y plata a un pelotón de soldados que, una vez ejecutada la misión, fue fusilado para mantener el secreto. Se cuenta, como en las fábulas, que el lugar está marcado por pasos desde determinados árboles.
El hombre y la mujer del Paraguay estimaban enormemente estos metales. No en balde descienden de dos pueblos que buscaron llegar a las fuentes mismas de su extracción, el Potoxi, el Mba'e Verá Guasu (gran cosa iluminada).
Esta legendaria historia comenzó en el siglo XVI, cuando Alejo García ganó las estribaciones andinas regresando con grandes cantidades de oro y plata. Lo mataron a orillas del Río Paraguay, a la altura del hoy Puerto Antequera. El botín quedó extraviado en la matanza y desapareció. También volvió con un caudal inmenso de plata Juan de Ayolas, y sufrió un destino similar al de García. Su muerte aconteció en el Alto Paraguay, en un puerto llamado de la Candelaria. Aquí también el enorme tesoro ha desaparecido entre el calor húmedo y la vegetación enredada del Chaco, en medio de la matanza perpetrada por los indios Payaguá en 1539.
Materia de sueños, de búsquedas, de discordias; pero también con esos metales son fabricados el servicio religioso, las alhajas de las iglesias, los adornos del caballo, del hombre y la mujer y la vajilla de la casa. Los jarros de plata cuidaban de la salud, porque ofrecían según la creencia popular seguridad contra cualquier enfermedad. Las bombillas que pasan de boca en boca se hicieron de plata desde la primera hora, por esa misma razón.
De plata y oro eran los vasos sagrados de la nueva religión, los altares, las patas de las mesas, la vajilla de la casa, los adornos para la cabeza, las manos y el cuello. Las coronas y las aureolas de los santos, los candelabros, los copones. Las chocolateras, las jarras y palanganas, los estribos, los cuchillos, el chifle de cuerno, los arreos.
El oro y la plata hacen de escenario a una costumbre mestiza, el mate. Es la infusión de hojas de una planta llamada Ilex Paraguayensis (Yerba mate), que se bebe en un recipiente globular, absorbiéndola por una bombilla. El mate y la bombilla de plata son una creación del área del Río de la Plata, de la región guaranítica propiamente dicha, que luego se extiende a países tan lejanos como Perú y Chile.
2. EL OFICIO
El platero u orfebre perteneció desde el inicio al grupo español que no accedió a las encomiendas: el que debía trabajar. No constituía ese estrato al que el trabajo rebaja, eran los españoles criollos o mestizos "necesarios para el mantenimiento de las casonas hispanas", según lo expresara Branislava Susnik.
Como los oficios artesanales no se consideraron socialmente en la época colonial y hasta fines del siglo XVIII, fueron muy pocos los criollos o españoles dedicados a tales ocupaciones.
"Entre los artistas de las facultades mecánicas" los documentos citan a carpinteros, alarifes, tejedores, herreros, pintores, plateros y doradores". Existían talleres de plateros en las misiones franciscanas y en las ciudades de Asunción, Curuguaty, Villarrica y Concepción.
Los plateros de los pueblos no misioneros estaban destinados a realizar labores sencillas, arreos o piezas menores. Las obras de gran porte, o muy especiales - según Adolfo Luis Ribera - se encargaban en las Misiones jesuíticas o en Buenos Aires. A fines del siglo XVIII, Fray Domingo de los Ríos de Caazapá había entregado al Rector del Colegio Jesuítico del Paraguay cinco libras y 9 onzas de oro, además de 1481 pesos de plata sellada para hacer un cáliz y un copón para la Iglesia de Caazapá, administrada por los franciscanos.
Félix de Azara cuenta que un orfebre de Buenos Aires -de nombre Marañón- confeccionó un copón de oro con piedras y diamantes evaluados en 12.000 pesos para la misma reducción.
Por su parte, Ribera sostiene que la orfebrería en las Misiones franciscanas no igualó en desarrollo a la de los jesuitas, aunque ésta valoración es discutida: Azara afirmaba que los ornamentos y alhajas de la Iglesia de Caazapá excedían en mucho a las de las iglesias jesuíticas.
La historiadora Durán, quien nos ofrece todos estos datos, cuenta que en 1795 el maestro Platero Viñales seguía haciendo piezas para Caazapá. En 1789, un inventario del Cabildo de ese pueblo había registrado espuelas de plata, los aderezos de "a caballo" utilizados por el Ayuntamiento, guarniciones de oro y plata, petrales y cabezales chapeados de plata con freno y copas.
Se puede colegir entonces que para realizar las piezas de uso corriente estaban los plateros de las reducciones franciscanas y de las ciudades de españoles como Asunción o Villarrica, donde existían talleres de platería desde el origen de la conquista y colonia. En los pueblos franciscanos el oficio estaba a cargo de un "alcalde fiscal", se trasmitía de padre a hijo y sus obras redundaban en beneficio del Común. Los mejores de cada oficio eran comúnmente "sacados de sus pueblos para utilidad y provecho de comerciantes y españoles". (1)
De acuerdo al sistema de trabajo de los artesanos encomendados, se dedicaba cuatro días de la semana al servicio, quedándole dos días para conchabos libres o trabajos particulares.
El doctrinero decidía los contratos y los pedidos en forma generalmente despótica y se castigaba duramente los incumplimientos, según la gravedad del "delito". Era deber de los padres artesanos "el dedicar uno de sus hijos al oficio, arte o habilidad que ellos supieren para que de este modo se fomenten las artes y la industria que tanto importa para el adelantamiento del pueblo", según las instrucciones para el gobierno del Pueblo de Emboscada de Pedro Melo de Portugal dadas en 1783. (2)
3. ORO Y PLATA EN LAS MISIONES JESUITICAS
Siguiendo el texto de Ribera, podemos considerar la orfebrería como la más desarrollada de las artes producidas en las Misiones Jesuíticas del Paraguay, aunque sean muy escasos los registros que nos han llegado de esta obra. (3)
En 1634, algunas décadas luego de instaladas las misiones, Francisco Xarque escribe "lo que saben (los indios) es imitar y para que no yerren, es necesario de los Padres continua vigilancia...". Antonio Sepp también afirma que a los indios "... les basta ver una obra de Europa, para hacer otra semejante, imitándola con tanta perfección que no es fácil conocer cuál de las dos ha sido hecha en el Paraguay".
Aunque no se tienen noticias precisas sobre los maestros orfebres llegados al Paraguay durante la colonia, el archivo de Sarria habla de la habilidad de los padres misioneros, que eran "plateros, herreros, carpinteros, estatuarios, doradores…". En 1626 el Provincial de los jesuitas se refiere a un religioso Luis Berger, "pintor, médico, platero, músico, etc..".
Instalados los talleres en casi todos los pueblos Jesuíticos, los indios iniciaron el aprendizaje de muchos oficios y entre ellos, el de la platería. El padre Sepp menciona en el siglo XVII a un indio que además de músico era un gran orfebre, de nombre Gabriel Quirí. Hacía cálices y candelabros de muy buena factura "de tamaño considerable e ingeniosa cinceladura."
Sepp también recuerda al indio Ignacio Paica, que como buen orfebre fundía jarras de plata para vino de misa "adornándola con las más hermosas uvas, espigas de trigo y flores de toda clase que sabía grabar magistralmente". (4)
Hacia 1711 el taller de San Miguel recibió un encargo del pueblo de Santo Ángel, de realizar un copón y algunos candelabros, para lo que contaba 17 libras de plata en chafalonía. Un inventario de este mismo pueblo da cuenta de la existencia de un coponcillo con dos casquetes dorados, seis cálices con sus patenas, tres pares de vinajeras con sus platos, unos ciriales con su cruz, una lámpara, dos incensarios, navetas y cucharas, un vaso para lavatorio de los dedos, un jarro para las comuniones, unas crismeras y dos cajitas para llevar las hostias, una cruz pequeña y un hostiario con un total de 80 marcos.
También en la misión de la Candelaria funcionaba a fines del siglo XVII una platería. En el pueblo de Jesús existía otra, donde el padre Luis de la Roca envió dos ciriales y dos candelabros para ser reducidos.
El padre Bernardo Nusdorffer, visitando en 1747 el pueblo de San Juan, ordenó que se retirara el nuevo cáliz de oro de la platería porque se hizo sin su autorización, y dispuso que los plateros clausuraran el taller.
Los pueblos Jesuíticos que poseían talleres de platería fueron Santo Ángel, San Borja, Santa María La Mayor , Yapeyú, Candelaria, Santa Rosa, Santiago, Ntra. Sra. de la Fe, Los Santos Mártires, Corpus, San Ignacio Mini, Concepción, San Nicolás, Apóstoles, San Lorenzo, Trinidad, Santa Ana y San Miguel.
En San José habría existido un taller, ya que en su inventario se consignan 65 marcos de plata para realizar "un dosel del Señor", destinado a las fiestas de Corpus.
No todo había desaparecido luego de la expulsión de los jesuitas: en 1796 funcionaba un taller en el pueblo de San Francisco Javier. Dos años más tarde existía allí un platero llamado Mauro, autor de bombillas de plata. Allí también laboraba Eduardo Aracuyu, otro platero. En San Borja también los orfebres siguieron trabajando entre 1777 y 1785; y un artesano Pedro Guiray ejercía su profesión en Santo Ángel hacia 1790. Este fue quizás el maestro de Antonio Poti, guaraní de Santo Ángel que en 1787 era mencionado como muchacho platero, perteneciente al cacicazgo de Don Iboti.
El informe del gobernador de los treinta pueblos de las misiones, Don Francisco Bruno de Zabala, señalaba por esas fechas la excelencia y perfección de los plateros. Entre los pueblos que sobresalían por la exuberancia en el atesoramiento de las joyas de orfebrería estaba Santa Rosa.
"El conjunto - dice M. de Moussy- es realmente deslumbrante y cuando se reflexiona con qué elementos, en qué país y a qué distancia de Europa los Padres han ejecutado semejante maravilla, no hay lugar sino para el asombro". Debe recordarse que semejante asombro se dispensaba en 1856, delante de un templo ya devastado. Azara, quien lo vio menos saqueado, afirmó "en cuanto a las alhajas de plata y oro y ornamentos, seguramente muchas catedrales no tienen la mitad".
Ribera cita un inventario realizado durante el gobierno provincial del padre Arnau, donde se listan las siguientes piezas de oro en Santa Rosa: un cáliz con patena, dos casquillos, una caja esférica, una rosa grande en forma de relicario adornada con esmeraldas donde se exponía una reliquia de Santa Rosa de Lima.
También dos doseles de plata, de tres varas de alto, con gradas, corona adornada con un pelicano y sus polluelos, respaldar con un Fénix "todo de plata y de relieve entero".
Había un velo de plata que resguardaba al Santísimo. En las fiestas solemnes adornaban el altar mayor con siete planchas de plata maciza, labradas a buril, con relieves de la Pasión. Relieves tenían también los juegos de sacras y los atriles. A esto se agrega las chapas para el retablo, dos portapaces ricamente labrados, una puerta de sagrario, dos salvillas, una concha, dos palanganas, cuatro platos y una lámpara para la iglesia.
Huelga decir -añade Ribera- que existían otros cálices, copones, vinajeras, cruces, blandones, candeleros, acetres, custodias, vasos, hostiarios, incensarios, coronas, jarros. Relicario vestido todo de filigrana de plata.
Esta profusión hizo decir a Alcides d'Orbigny "Era tal el brillo de su templo que robado distintas veces por algunos gobernadores del Paraguay y por algunos administradores suyos, luego despojado más recientemente por el Dictador (Francia) del oro y la plata... no deja por esto de merecer un rango distinguido entre los más hermosos y ricos del país".
En Santiago el tesoro eclesiástico pesaba diez y ocho arrobas y trece libras. (5) Su pieza más importante era el trono con el testero de plata, filigrana y pedrerías para exponer la custodia "toda labrada, dorada y esmaltada". (6)
Todos los otros pueblos estaban ricamente alhajados: en Santa Ana había una lámpara y un dosel "ricamente labrado" o el juego de Sacra, lavabo y Evangelio con las figuras del pelícano y el águila.
En San Ignacio Mini cabe describir "una sacra chapeada, y en ella varias imágenes de Santos, labradas a buril y sobredoradas, con las palabras de la consagración y la tabla en forma de águila".
Todavía en 1784 este enorme tesoro no había desaparecido totalmente. Ese año Diego de Alvear y Ponce de León levantó el siguiente inventario de objetos de oro y plata de los treinta pueblos guaraníticos:
39 cruces parroquiales
14 cruces con peanas
41 custodias
41 copones
37 platillos
48 caja p/ viático
241 patenas
241 cálices
188 cucharas de cálices
188 incensarios
53 navetas
49 cucharas p/navetas
45 sacras
32 lavabos
30 acetres
38 llaves de sagrario
27 hisopos
79 jarras
79 hostiarios
33 vasos p/sal
37 purificadores
178 crismeras
86 arandelas
30 cajas p/hostias
15 crucifijos
56 cruces
10 escudos reales
627 blandones y candeleros
8 cajas de oro
8 patenas de oro
31 lámparas
88 campanillas
67 atriles
Menciona Rivera restos de objetos de plata en distintos pueblos "un botecito de jacarandá vestido de plata filigrana" en Santiago; "dos pebeteros con sus platos pegados, y un platillo redondo labrado, con su vasito encima pegado" en San Carlos; cuatro estribos, espuelas, dos frenos de copas, dos pretales y dos cabezadas, todos de plata, en Nuestra Señora de Fe.
En el último tercio del siglo XVIII, cuando la cesión de las siete misiones al reino lusitano, una orden del virreinato de Buenos Aires mandó retirar de las doctrinas de San Nicolás, San Luis Gonzaga, San Miguel, San Lorenzo, Santo Ángel y San Juan la ornamentación sacra de oro y plata, y remitirla a Corrientes, de donde posteriormente fueron trasladados a Buenos Aires, en 1808.
Por su parte los portugueses - según Rivera- al mando del Marqués de Alegrete arrasaron con los pueblos de Apóstoles, San José, y San Carlos "se saqueó y se trajo 50 arrobas de plata, muchos ricos ornamentos, campanas." Las piezas de plata se enviaron posteriormente a Río de Janeiro.
De acuerdo a Rivera, unos años más tarde Rodríguez de Francia ordenó realizar una acción similar a las fuerzas paraguayas, que saquearon las doctrinas de Loreto, Santa Ana; Candelaria, Corpus y San Ignacio Mini.
Como casi todas las piezas han desaparecido, tomamos algunos objetos descritos por Ribera como ejemplo de lo magnífico de la orfebrería jesuítica. Primero se refiere a una "sacra de la catedral de Buenos Aires en la que el texto del común de la misa está finamente cincelado (...) Sobre un amplio basamento, ornamentado con un medallón central circular donde figuran el niño y San Juan Bautista niño, y dos laterales elípticos con el nacimiento del Bautista y la Visitación, se levantan cuatro columnas muy curiosas.
Un único capitel corintio los une arriba. El coronamiento presenta en el medio una figura oval con un relieve del Bautista, sostenido por dos angelotes. Los bordes verticales se adornan con unos fuertes relieves con follajes y ángeles".
Otra Sacra que perteneció a la iglesia de San Ignacio de Buenos de Aires tenía en común con la anterior el tratamiento de las hojas y ambas presentan similitudes con motivos escultóricos labrados en piedra de San Ignacio Mini.
En la catedral de Paraná se podían ver tres sacras de plata repujada y cincelada. La mayor que se conserva es la cuadrangular y tiene en todo el campo la figura de un pelícano con los polluelos en los ángulos inferiores, Se supone que estas sacras eran similares a las que había en el pueblo de Santa Ana y fueron posiblemente retiradas por el Teniente-Ministro de Corrientes y remitidas a Buenos Aires en 1809.
En la Catedral de Asunción se puede ver en el altar mayor un "notable conjunto de orfebrería", descrito por Ribera como "frontal rectangular dividido en tres cuadrados. En el central dentro de un medallón se ve el cáliz con la hostia apoyado en una peana con angelitos, profusamente decorado con motivos vegetales. También las gradas se hallan decoradas con flores y ramas y los símbolos de los jesuitas y el de los franciscanos. (8) También estaban los candelabros y un par de floreros cincelados, con un medallón central con el emblema de la orden ignaciana.
4. DE CIUDADES DE ESPAÑOLES Y PUEBLOS FRANCISCANOS
Los talleres de platería se instalaron en el Paraguay desde fines del siglo XVI, en 1580 ya existían en las Misiones franciscanas. En esa época hay referencias de plateros en distintos pueblos, algunos llegados con Pedro de Mendoza y establecidos en Asunción a partir de 1541.
Cuando el factor Pedro Dorantes trajo de Acahay muestras de metales, el maestro Jaques que estaba en Asunción en 1554 las sometió a ensayos diversos. Otro platero no hispano residía en la capital en esos años: Hans Bunberke, que vino con Gaboto. Juan López ensayó las piedras del Guairá hacia 1567. En el Guairá también estuvo el toledano Francisco Pérez de Canales, que primero vivió en Asunción para trasladarse luego a Buenos Aires, donde se puso bajo las órdenes de Don Juan Ortíz de Zárate en 1593. Con éste llegaron en 1573 otros plateros: Francisco Ruiz, Francisco Carrasco y Melchor Alonso, nacidos en Gelves en 1547. Uno quedó muerto en la Isla de San Gabriel: Diego de Rivas, natural de Medina de Pomar. (9)
El convento de San Blas de Itá tenía siete talleres donde los franciscanos enseñaban a los indios diversos oficios, entre ellos el de platería. Este convento funcionó desde 1585 hasta 1820. Caazapá, doctrina franciscana, tuvo a su vez un taller de platería desde su fundación hasta 1808.
En San Juan Nepomuceno, una de las últimas fundaciones franciscanas, bendecida en 1801, registraba entre sus ornamentos diversos objetos de plata, bronce y metal amarillo y blanco, un copón de plata sin labrar, dos cálices de plata, uno dorado con patenas y cucharitas, dos pares de vinajeras con sus platillos, una cajita de plata, ocho mallas de plata. (10) También los pueblos no misioneros, los del Paraguay criollo, tenían sus talleres de platería y orfebrería. Un pueblo con cierto prestigio debía tener como mínimo ocho plateros. Los escasos trabajos conservados de estos talleres se encuentran en las casonas y sobre todo en los templos, ya que la producción estaba dedicada prioritariamente al culto. Los objetos de adornos, utensilios y arreos del caballo estaban destinados a las familias de encomenderos.
Naturalmente las guerras y la pobreza diezmaron estos objetos y puede sostenerse que, salvo Caazapá, pocos son los pueblos que aún ostentan muestras de esta labor. Las circunstancias que generaron estas mermas son diversas: ante las amenazas del bandeirante Antonio Raposo Tavares, el pueblo de Villarrica abandonó su sitio trayendo consigo sus objetos sagrados en 1632. Los ornamentos estuvieron en Curuguaty durante cuarenta años, hasta que nuevos avances depredatorios de los portugueses obligaron a llevarlos al asentamiento actual de Villarrica.
El convento de Santa Bárbara, levantado por los franciscanos en esa localidad, sufrió los desmantelamientos ordenados por el Dictador Francia y por los López, que terminaron por destruirlo. En setiembre de 1824 fueron entregados a la comandancia de Villarrica las imágenes, los ornamentos, los candelabros dorados, los vasos sagrados, etc. Convertido el convento en Parroquia de la Concepción, se siguió usando lo restante: vasos, alhajas, y ornamentos. Posteriormente la iglesia fue demolida y todos sus objetos repartidos.
La imagen de la Virgen de la Concepción, llevada en 1854 al pueblo de Yataity, fue posteriormente devuelta a Villarrica, en traslados ordenados por Don Carlos A. López. La virgen volvió con su corona de plata, siete anillos, un par de zarcillos con 70 piedras de topacio engarzados en plata, etc.
En 1807 se produjo un robo en la iglesia de San Francisco de Asunción, se trataba de una "Buxia con seis palomitas de plata". (11) En 1824 los vasos sagrados de plata fueron entregados, por orden del doctor Francia, a la Tesorería General. Poco antes de morir el dictador, en los fondos de las arcas del Estado figuraban alhajas de oro y plata del suprimido convento de San Francisco: "Dos custodias de plata, trece cálices con patenas y cuchara de plata, cinco copones de plata, dos incensarios con sus navetas y cucharas, todo de plata. Una cruz media vara de alto. Un Dosel de plata armado en tallas de maderas. Dos diademas de plata con alma de madera." (12)
Probablemente los tesoros de esta iglesia de San Francisco y los de la Iglesia Catedral -demolida para construir otra- fueron reunidos cuando Carlos A. López hizo refaccionar la iglesia de San Francisco, a los efectos de servir durante tres años provisoriamente de catedral mientras se terminaban las obras de la Iglesia Matriz, lo que ocurrió en 1845.
El retablo mayor del convento de San Francisco pasó a la nueva Catedral, donde pueden verse algunos símbolos de la orden seráfica en los medallones de la parte superior y en el centro. Parte de este retablo había sido ofrendado por Doña María Flores de la Bastida de Cavañas al convento de San Francisco. También se sustrajo a ese mismo convento -cuyo verdadero nombre era Ntra. Sra. de los Ángeles del Paraguay- un tabernáculo o sitial de madera, embutido en láminas labradas de plata y algunas alhajas de la Sacristía, para ser llevado a la Catedral. (13)
Existen otras fuentes probatorias de los caudales de oro y plata en el Paraguay colonial. El capitán Diego de Aguirre ofreció en 1776 "una imagen de la Virgen del Rosario que posee en el valle de Piribebuy con todas las alhajas para el templo que se levantará en Villeta, con la condición que siempre sea patrona de la misma". El Sr. Bazán de Villeta acepta la donación viendo que la imagen trae consigo ropa, joyas, dos guitarras y un arpa.
Muerto el Dr. Francia, el inventario de sus objetos personales incluye las siguientes piezas de oro y plata:
Un par de hebillas de oro de empeine, con hebillones de plata y acero y sus charreteras también de oro.
Un bastón de caña de la India con puño y anillo de oro 27 piezas de cabezadas de plata
9 cucharas de plata
un par de espuelas de plata
un mate con pie de plata con su bombilla
un cuchillo hechizo con cabo de aspa chapeado y la vaina con dos canteros de plata
1 frente pequeño de plata
1 espadín con puño cantoneras y argollitas de plata dorado a fuego
3 chicotes con casquillos de plata
1 freno con copas de plata y cabezados viejos, con 12 piezas y una cadenilla de plata, con sus correspondientes riendas y dos hebillas de plata
una silla de montar con almohadas de terciopelo carmesí, alas de tafilete colorado
2 pistoleras engarzadas en plata con 4 hebillas de plata y la cincha con hebillas de hierro(14)
Pocos años después de la muerte del Dr. Francia, el censo de 1843 ofrece datos sobre los plateros. Los oficios se clasificaban según su linaje en blancos, indios y pardos. En el distrito Catedral se registran 48 plateros paraguayos y uno extranjero, consignándose además una joyería. (15)
En tiempos de Carlos Antonio López, entre 1850 y 1855 se censaron en los distritos de Encarnación, Lambaré, Recoleta, Catedral, San Roque y Villarrica 4 maestros plateros, 161 oficiales, 182 aprendices y sin clasificar 74 personas. A lo largo de cinco años la capital tenía entre maestros, oficiales y aprendices plateros, 448 individuos. La actividad de la platería era muy relevante en esa época, tanto por el número de artesanos como por su calificación. Se trata de una época de gran auge económico.
"Entre las artes mecánicas, la orfebrería estuvo situada en primer rango en todas las épocas. Si el gusto de los diseños no es siempre impecable, la terminación no deja nada que desear. Es en la fabricación de cuchillos, espadas y objetos destinados al arreo de las cabalgaduras donde se concentra el trabajo de la plata... " (16)
Tres quinquenios luego de la devastadora guerra contra la Triple Alianza, se realizó otro censo, en 1886, que registró 250 plateros en todo el Paraguay, siendo su número en Asunción de 109. Había más de cinco plateros trabajando por ciudad en Caacupé, Itacurubí del Rosario, Itacurubí de la Cordillera, Lima, Piribebuy, San Juan Bautista de Misiones, Concepción y Villarrica. Su número era ligeramente inferior al de los maestros de escuelas. En este censo no aparece la ciudad de Luque. En Asunción había 8 comercios de platería con 21 empleados paraguayos y un argentino. (17)
La guerra incluyó su cuota de devastación de las joyas femeninas, por diversos mecanismos. Cuenta Carlos Pussineri que "Durante la Guerra Grande (1864-1870) los tres países que tenían su representación ante el nuestro, Italia, Francia y Estados Unidos, recibieron en 1868, en calidad de depósito, joyas y metal amonedado." Las joyas entregadas a EE. UU. sufrieron un largo peregrinaje, desde que el cajón que las contenía cayó en manos de la Fuerzas Aliadas.
En 1888, desde el Brasil "se envió el baúl a Mr. Bacon, encargado de negocios en Montevideo." De allí pasaron a los Estados Unidos y finalmente recién en 1926 se concretó la devolución al país de origen. El gobierno paraguayo lo recibió anunciando su propósito de crear un museo con esa importante colección, "como recuerdo de Guerra". (19)
Después de la caída del Gral. Stroessner, el autor de este recuento solicitó a Lorena Ocampos, funcionaria del Banco Central del Paraguay, la constatación de la existencia de esas joyas en la bodega de esa institución, habiéndoselas encontrado en su totalidad. El inventario debidamente fotografiado lo realizó el Sr. M. A. Pratt Mayans en mayo de 1996.
Un resumen de lo devuelto en 1926 por la embajada norteamericana proporciona una idea de la platería usada a mediados del siglo XIX en el Paraguay.
12 estribos de plata
4 espuelas de plata
1 secante de plata
1 calentador de plata
5 jarros de plata
5 candelabros de plata novecientos
3 vasijas de plata
5 mates con boquilla de plata
1 chocolatero
3 mates de plata
15 cucharas de plata
18 tenedores de plata
1 mate de porongo con boquilla de plata
1 jarro de madera con aplicación de plata
3 anillos de oro con zafiros y diamantes
8 relojes de plata y de oro
1 broche de oro
1o prendedores con crisólitas
1 par de aros y perlas de oro, materiales diversos de oro y perlas.
1 pulsera de oro
1 Pebetero de plata
8 pulseras de oro con corales y marfil
2 peinetas de carey con aplicaciones de oro
1 par de zarcillos de oro
3 Anillos "carretón" de oro c/ topacios
13 anillos de oro con brillantes, zafiros, corales, crisólitas
13 platos de plata
5 fuentes de plata novecientos
14 bombillas
3 cabos de rebenque revestido de plata
1 despabilador de plata
1 cucharón de plata
2 bandejas
13 botones de oro 18 quilates
2 dedales de oro
4 cadenas de oro
1 anillo de dos ramales de oro
7 anillos de oro (un relicario, gemelado, uno amistad) (20)
2 cadenas eslabones
13 zarcillos
4 cruces de oro, con azabache y perlitas
2 guardapelos
11 pares de zarcillos de oro Dos cruces
12 anillos de ramales de oro
1 lote de cunetas de rosario, anillos de distintos quilates, etc.
Según las leyendas populares, durante el gobierno de los López se utilizó mucha plata y oro sacados de las Misiones Jesuíticas para uso personal de Don Carlos y su hijo el Mariscal López, quienes hicieron fundir parte de esos objetos en metales preciosos para la vajilla y los candelabros de sus casas. (21)
Una parte de ese caudal, más lo arrebatado a las mujeres en la "donación voluntaria" de joyas para los gastos de la guerra, amén de los bienes propios, formarían el alucinante tesoro enterrado del Mcal. López, el nunca descubierto. Al término de la Guerra Grande, al desocuparse Asunción ante la inminente llegada de los brasileños, la población dejó "dentro de sus habitaciones cerradas no solamente el ajuar en mobiliario sino también sus alhajas; dinero que algunas consiguieron enterrar en parte o depositar en poder de los ministros i cónsules estranjeros: (...) Todos estos objetos i riquezas se perdieron i sus dueños no volvieron a recuperar absolutamente; pues la Asunción, como es sabido, fue saqueada completamente." (22)
El ministro de Italia, "Sr. Chapperon, había recibido del ministro norteamericano Mr. Washburn, cuando este diplomático se ausentó en setiembre de 1868 para los Estados Unidos, gran cantidad de valiosas alhajas que las principales familias paraguayas le confiaron en guardar". El Sr. Chapperon recibió a su vez muchos depósitos en alhajas tanto de "estranjeros i connacionales", que luego se negó a devolver. Embarcado de prisa con su cargamento en el paquete Venezia, el prefecto del puerto Benigno Ferreira intentó embargar "siete grandes i pesados baúles" cargado de estas joyas y valores, pero fracasó en el intento.
El cónsul italiano se dirigió con su rico botín a Buenos Aires, donde murió asesinado poco después. Sobre su cuerpo se encontró el manuscrito: "Así mueren los que deshonran a la Italia." Otro que deshonraría su país y su rango, según Juansilvano Godoy, fue uno de los triunviros, "un adocenado i vulgar comerciante sin noción" llamado José Díaz de Bedoya, quien se pasaba sellando cualquier papel para convertirlos en valores fiscales.
"El sello sólo dejaba para pasar a los depósitos de la plata labrada, donde personalmente fregaba los candelabros i ornamentos de iglesia amontonados: los levantaba en brazos para calcular su peso, los ordenaba, contaba y numeraba. Más adelante referiremos el destino que llevarán las trescientas i tantas arrobas de riquísima plata de mil milésimos de fino". (23)
El cronista Godoy narra cómo, estando "el gobierno mui escaso de recursos", decretó el 20 de diciembre de 1869 pedir un empréstito a Buenos Aires, y se encomendó la operación al triunviro Díaz de Bedoya. Se dispuso a la vez la venta de la "plata labrada en gran cantidad consistente en candelabros, altares, andas, palios, cruces, copones, custodias y otros ornamentos valiosos de iglesia con adornos de oro, que habían sido devueltas por los Aliados y cuyo peso total alcanzaba á trescientas arrobas de plata pura de mil milésimas de fino". (24)
Según este autor, "la iglesia paraguaya era seguramente la más suntuosa y rica de Sud América en ornamentos de crecido valor. Así se explica que á pesar de tantas defraudaciones, á la terminación de la larga y desquiciadora guerra, se hubiera podido aún reunir por toneladas, las piezas labradas de riquísima plata. En esa citada época de los López, el oro que se trabajaba en las joyerías del país era de veintidós quilates". (25)
Cuenta el historiador Gómez Freire Esteves que el 10 de mayo de 1870 el gobierno provisorio realizó la siguiente declaración "el suelo paraguayo es la patria común del hombre honrado y laborioso" y "el 11, publicación de la renuncia del triunviro José Díaz de Bedoya, en misión financiera a Buenos Aires, a su elevado puesto." (26)
El Sr. Díaz de Bedoya, luego de haber vendido en la capital porteña las tres toneladas y media de plata, nunca regresó de su misión financiera, quizás teniendo en cuenta lo declarado el 10 de Mayo por el gobierno provisorio. De este modo acabó por perderse el gran legado de la platería y orfebrería de las Misiones Jesuíticas y el de la época de los López.
5. LAS FORMAS
Las primeras piezas de platería, realizadas bajo influencia franciscana, presentan superficies lisas, un diseño sobrio y muy mesurada decoración. La función organizaba la forma escueta y simple de los vasos, los copones e incensarios religiosos.
Estos objetos de uso litúrgico pueden clasificarse por su forma en campanuliformes o globulares, las bases son circulares, el astil balaustrado con o sin decoración o molduras lisas. Existen otras formas como el cilindro facetado, los recipientes de alto cuello cerrado o abierto. Las aureolas se organizan en círculos concéntricos, con rayos y adornos florales.
Al principio las piezas de platerías en las ciudades se reducen a rudimentarios objetos y sólo pueden acceder a ello los encomenderos. Después de 1670 la influencia de la labor jesuítica es bien remarcable, y su calidad es notable, hasta el punto que llegan a sus talleres pedidos de otras provincias.
La orfebrería jesuítica presenta una ornamentación profusa, cartelas, volutas flores y hojas, siguiendo las influencias barrocas. Alternan dentro de las voluptuosas superficies escudos, cabezas de ángeles, inscripciones. Una extensa variedad de objetos pueblan el mundo religioso: candelabros, hostiarios, floreros, custodias, cruces procesionales, crucifijos, crismeras, aureolas, atriles, acetre, naveta, palmatoria, sacras, sagrario, vinajeras, etc.
La platería popular realizó objetos diversos para usos de los Santos o para el uso doméstico. Así pueden observarse pequeños nichos de plata (que recuerdan cajitas o pequeñas capillas), aureolas, bastones, marcos, cucharas, pequeños incensarios, chifles para San Roque, coronas para las vírgenes, además de mates, bocas de mates, guampas y bombillas de plata.
De los collares, aros, anillos que adornaban profusamente a las vírgenes e imágenes de santos fabricados en esos lugares, surgen todas las formas y símbolos para la joyas de uso femenino entre los españoles, criollos y mestizos del Paraguay.
COLLARES, AROS Y ANILLOS
Los collares y rosarios de filigrana se desgranan en pequeñas esferas o combinadas con coral, actuando la parte metálica como engarce. La filigrana consiste en formar piezas de oro y plata en finos filamentos aplanados. Con ellos se enrosca siguiendo un diseño que puede ser de pétalos, pepitas o rosetas planas. Con esta técnica se realizaron -y realizan hasta el día de hoy- aros (pendientes), collares, pulseras y broches, cruces y rosarios.
De acuerdo a su forma, hay collares de soplillos, amelonados, de engarce con corales (en guaraní Mbo'y), cadenas, lentejuelas, de cuentas de filigrana esférica o aplanadas (eslabones circulares triples). Todas estas formas son de origen español, pero algunas datan de 600 años antes de Cristo, y su cuna original es Grecia. Por ejemplo el collar llamado en Paraguay Mbo'y se realizaba en Grecia a base de engarces de oro, que podían ser o no de filigrana, para las cuentas de coral. Su peregrinaje va de Grecia a Etruria, de ahí a Roma y de Roma a Itálica, cerca de Sevilla. De allí, después de haber recibido la influencia árabe, se traslada a toda América.
Los aros de filigrana pueden tomar formas planas, en dos o tres colgantes y lágrimas. Zarcillo de tres pendientes se llama al arete que presenta partes unidas por pequeñas argollas. Las placas pueden ser grabadas, caladas o cinceladas. Estos aros también se realizaron en plomo, engarzando crisólitas, con formas de moños, flores y guitarras.
Otro zarcillo popular es el llamado "Patria" (27), que lleva dos partes: el sujetador en forma de "yatebú" y una plaquita colgante de forma romboidal. El aro yatebú (28) a secas no lleva este último aditamento. Las canastillas son aretes o anillos que recuerdan una especie de canasto o nido de oro, donde se colocan esferas de perlas o corales.
Los anillos de ramales, de origen árabe, son pequeños aros entrelazados entre sí mediante muescas en los bordes de cada unidad. Su armazón es adornado con motivos de hojas y flores. El anillo masculino de esta tipología lleva un rectángulo donde pueden o no grabarse las iníciales del propietario. El sistema de nido de abeja se usa en aros y anillos. Se trata de un engarce levantado de oro y plata para una piedra (topacio, rosa de Francia, etc.) incrustada en un segundo engarce más abajo y de mayor dimensión, como arrosetado.
El anillo más tradicional del Paraguay se denomina "anillo carretón". Se trata de una forma íntegramente en oro, con engarces para piedras color ámbar o en forma de cajas facetoneadas. Sobre la superficie del dedo aparece un amplio faldón que recuerda toldos de cuero de las carretas, al uso de siglos anteriores. Hay carretones calados, repujados o cincelados. Era el símbolo de madurez y poder de las matronas.
LAS PEINETAS
Washburn, el ministro americano en Paraguay durante la guerra del 70 hizo una hermosa descripción de la joyería usada por las mujeres a mediados del siglo XIX. "En las fiestas siempre se disponían dos recintos. En el primero se daba cita la parte importante de la ciudad; en el segundo "era destinado a los peinetas de oro" "(kyguá verá) (...) En esta área, eran excepcionales las danzantes femeninas que no portaran joyas valuables entre 3 a 4 onzas de oro y unos centenares de dólares, incluso cuando los pies de cada una de ellas estuvieran - como siempre lo han estado - desprovistos de calzados..." (29)
Estas peinetas distinguían a las mujeres libres y "alegres". Estaban realizadas en hueso o carey y llevaban en su parte superior una planchuela de oro. Esta engarzaba un sinnúmero de crisólitas dispuestas de acuerdo a un orden, acompañando a puntos o tachuelas de oro con formas alveoladas, circulares o estriadas.
Otras peinetas eran coronadas con una franja circular de oro generalmente de 14 o 22 quilates, trabajada en refinados diseños de hojas, racimos de uva, espigas o flores, con la técnica del repujado que recuerdan los diseños de la boca de los vasos sagrados. Son alhajas femeninas espléndidas, con evidente influencia de la orfebrería de las Misiones Jesuíticas.
Existen otras peinetas cuya caja de engarce y sencillez definían su uso: estaban destinadas a las matronas. También restan algunas de influencia española, trabajadas con oro sobre carey, de lomo curvo y formas estilizadas. Las hay pequeñas o grandes, según la edad de la usuaria. Su confección y tipología refieren a estratos sociales diferentes.
Los eslabones de rosarios y collares se confeccionan con la técnica de la cera perdida o de corales engarzados en cuencos de oro o filigranas y sujetos unos a otros con cadenas - que pueden ser de lentejuelas o simples eslabones circulares u ovoidales.
Las cuentas también pueden llevar la forma de dos conos soldados por su base mayor o dos troncos de pirámides. Todas estas variedades se usaron para los collares, tanto en oro o engarces de corales o marfil. Las cruces fueron hechas cinceladas, labradas, en filigrana y en combinación con corales, y por supuesto vaciadas en molde. Las hay de planchas simples, engarzando piedras o revistiendo metales, con diseños de flores, hojas o dibujos geométricos sobre la cruceta.
EL MATE
Otro objeto característico de la orfebrería platense y paraguaya es el Mate, tanto el usado en la casa como a caballo. Los indios guaraníes según el padre jesuita Sepp, tomaban el agua fresca del arroyo con unas hojas de yerba. Con el labio inferior adelantando y retirando el superior se sorbía el líquido. Los españoles incorporaron la infusión de la yerba, que para ello debió pasar por un proceso de secado y molido. La tomaban en una calabaza o mate (de ahí el nombre de Yerba Mate) y la bebida era absorbida por una caña "Tacuapi" que concluía en su extremo con un filtro o cesto llamado "Coco": la bombilla.
Los mates después se confeccionaron en plata y el tubo fue adornado con motivos fitomorfos. La bombilla llevaba algunas veces la boca en oro. Y el filtro usado en el Paraguay tenía una cara plana y la otra convexa denominada "paletilla".
Se pueden encontrar muchas formas de bombilla, algunas profusamente trabajadas con ornamentación geométrica, vegetal, cinceladas y labradas al uso del "Carai" (o sea del señor), o para uso de las damas y de niños.
Algunas tenían, para enfriar el líquido antes de llegar a la boquilla, pequeños bulbos o caños en forma de círculos o divididos en tres tubos, con colgantes en forma de ave o sapo, las dos puntas de abecedario zoológico. También se encuentran algunas extremadamente simples para el uso campesino y otras que llevan un asa, para colgar de los aperos del caballo.
La forma original de consumo de la yerba era beberla fría, fresca, como Tereré. Hasta hoy se lo toma en Paraguay con agua helada a la que se adiciona yerbas medicinales. Se coloca la yerba en un recipiente fabricado con guampa, cuya base y boca es de plata labrada, que lleva eventualmente una cadena para colgarla de un horcón o del apero. Además la guampa va tallada con motivos de caballería, escudos, recuerdos de lugares, iníciales del propietario. Rara vez llevan aditamentos en oro.
El mismo origen formal tiene el chifle, realizado en guampa y plata. Es un recipiente de asta liso o con ornamentación vegetal o de caballería, escudos o leyendas. El borde, la boca y el fondo está fabricado en plata con o sin diseños y para sujetarlo cuenta con una cadena de eslabones circulares, o planos con argollas. Sirve para trasportar agua en viajes o largas jornadas de trabajo fuera del hogar. De origen español, su forma - referida a otros usos- recuerda objetos celtíberos o árabes.
El recipiente del mate sufrió a través de los siglos un notable desarrollo. "Según Taullard" en el Paraguay solían fabricarse unos (mates) muy curiosos moldeados en la planta misma, mientras estaban verdes, en crecimiento, por medios de fibras de una gramilla de la selva guaranítica llamada "Yysopo" (Ysypo).
Estos mates moldeados (...) presentan una serie de bulbos o glóbulos de variado aspecto, de donde procede su denominación de mates "moldeados" o "globulares"; algunos de ellos, de largo cabo retorcido, están adornados con hilos de plata, filigrana, palomitas etc. Los más sencillos pueden llevar boquilla de mismo metal" (30)
En términos generales, los ejemplares paraguayos se han desarrollado en dos tipos: el mate atado y el mate con trípode y aro con profusión de motivos fitomorfos de ritmos libres. "Este último mate es esferoide, colocado en un platillo-corola y apoyado sobre un trípode con aro. Los motivos ornamentales son predominantemente vegetales o invaden las distintas partes constitutivas del mismo. Sin embargo, estas características resultan insuficientes para determinar su origen paraguayo porque en la Mesopotamia argentina se han encontrado ejemplares similares, por consiguiente se podría extender los limites y hablar de un tipo de mate difundido en la región de la antigua Paracuarie" (31)
Para justificar su desconocimiento de la platería paraguaya, los autores rioplatenses suelen aducir "la escasez de metal en la región", carencia extensiva, de hecho, a toda la Argentina y el Río de la Plata, región que aparte de su nombre, nada posee de ese metal precioso.
Evidentemente las formas de los mates son las mismas en toda la región platense, y todas recuerdan las formas coloniales del momento de su creación conjunta. Los mates de colecciones argentinas definidos como del "Litoral" o "Norte" con toda seguridad son de origen paraguayo. Muchos autores zanjan el problema de los orígenes ubicando en una zona "paraguaya - litoraleña" a estas obras. (32)
El mate más característico del Paraguay está fabricado con la calabaza llamada "mati" en quechua, de donde proviene su nombre. El recipiente vegetal lleva la embocadura en plata con motivos vegetales, que es ajustada por cintas de plata a la parte inferior, un astil que repite el motivo fitomorfo. Los hay absolutamente lisos, con motivos zoomorfos (palomas) o diseños geométricos. Su variedad es muy extensa. El mate adquiere, de acuerdo a su usuario, formas especiales según esté destinado a un hombre, una mujer o un niño. También varía según las circunstancias, si es para el uso doméstico o para los viajes a caballo.
Los mates con astil antropomorfo son una variedad extendida desde Paraguay hasta Buenos Aires, pasando por Entre Ríos. La inclusión de temas clásicos en los mates datan desde la época de Mme. Lynch y el Mcal. López, es decir, desde mediados del siglo XIX.
Los mates de pie de palosanto están datados en Buenos Aires entre 1789 y 1793 y hasta ahora pueden encontrarse en el Paraguay. Llevan generalmente boquillas de plata y rosetas de oro.
A su vez los mates completamente real izados en plata pueden ser repujados o burilados con sectores fundidos. Sus soportes recuerdan en ocasiones a las cabezas o miembros de animales. El recipiente globular imita a la parte de una calabaza, el astil puede ser torneado y la base es un disco plano o facetado. Las bases o partes pueden ser móviles a fin de que el receptáculo se desmontara para su uso.
Hay piezas del siglo XVIII de refinado labrado, o mates sencillos de elevado pie en forma de cáliz y suelen llevar las iníciales de su propietario aplicados o estampados en oro.
LOS ARREOS DEL CABALLO Y EL CUCHILLO
El cuchillo es otro objeto de uso personal bien extendido en el Río de la Plata. Su hoja es de hierro, lleva vaina de plata -o eventualmente de cuero- profusamente adornada con motivos vegetales. El facón es un cuchillo mayor de acero con dos filos, lleva el mango y la vaina recubiertos de plata.
La plata -incrustada en ocasiones en oro- fue también elemento de ornamentación de la cabalgadura. La fascinación por los arreos de plata abarcaba todas las clases sociales. Robertson narra que hasta los paraguayos más pobres destinaban parte importante de sus ingresos a este fin. Un peón mensú (yerbatero) gastaba el equivalente de 12 libras esterlinas de las 57 que ganaba durante seis meses de zafra de la yerba, en arreos de plata para su caballo. (33)
El diseño de los arreos campesinos era sencillo pero reluciente. En cambio los usados por el "Carai", terrateniente o encomendero, era muy barroco, con incrustaciones de oro en aperos, espuelas, el arreador, cabezada (parte superior de las cabeza del caballo) generalmente formada de tiros laterales, con eslabones que a veces llevan adornos con motivos fitomorfos y florales. Los más sencillos son mixtos, una combinación de tiras de cuero y elementos de plata. A veces llevan en el centro de la frentera leyendas de oro, iníciales o pequeño diseños de animales. Los lomillos son de cuero repujado decorados con elementos florales y fondo texturado. Los cabezales de plata están plenos de ornamentación fitomorfa, iníciales o monogramas en oro.
El rebenque es una fusta generalmente de cuero y plata. Sobre un eje metálico se montan aros de piel de mborevi (34), látigo de cuero, un mango con revestimiento de plata y oro con diversos motivos.
Todos estos elementos de los aperos eran muy importantes para la imagen de su dueño: los aderezos del caballo hacen al monje. Otros objetos de oro y plata adornan al propio jinete: espuelas, hebillas y anillos.
Entre los objetos de uso cotidiano se destacan los jarros de doble curvatura, forma troncocónica y asa curva, o de boca circular, superficie lisa o facetada o plena decoración fitomorfa, que son los más abundantes. El más característico es el jarro de parte inferior globular y superior troncocónica; con aditamento de flores o rosetas cinceladas y volutas vegetales y el jarro amelonado o barrilito. Cada jarro llevaba su plato correspondiente que prolonga en él los detalles del recipiente.
Muy pocos plateros locales pusieron marcas en sus obras: Viñales en la Asunción del siglo XVIII, o Arana en Caacupé en el siglo XX. El marcaje no era habitual en el Paraguay.
La sistemática destrucción de la platería de uso doméstico, del mate y del caballo continúa en el presente. Hasta hoy en los negocios que rodean al Mercado Cuatro en Asunción se compran semanalmente, pagándola por peso, cajones de piezas realizadas en ese metal. Los sábados a la tarde se procede a limpiar la plata; reducirla por fundición a lingotes y exportarla luego a Buenos Aires y a otras ciudades. Muchas muestras de este arte del Paraguay han vuelto a ser simple mineral, materia de otros sueños.
Cuentan que al Héroe de Tacuary Manuel Atanacio Cavañas no le sobrevivió ningún hijo, todos murieron al nacer o en los primeros años de su infancia. Al enterrarlos en el altar mayor de la Iglesia de Piribebuy los llevaba adornados con oro y plata. Subsiste en esa región un dicho, convertido en piropo que se echa al paso de toda mujer muy alhajada: Ojeguave Cavaña angelito gui. (35) Podría decirse otro tanto de ese tesoro desaparecido del Paraguay en los avatares de su historia.
CARLOS COLOMBINO
CRONOLOGÍA
1524-1528 - Viajes de Alejo García y Sebastián Gaboto al Río de Solís (o Río de la Plata, Paraná Guasu) en busca de las minas de oro y plata. García es muerto a su retorno, trayendo un botín de metales preciosos del Alto Perú.
1536-1540 - Viaje de Pedro de Mendoza al Río de la Plata. Matanza por los indios payaguá de Juan de Ayolas y su gente, que traían grandes cantidades de oro y plata del Alto Perú.
1540-1570 - Conquista, consolidación de la presencia española en el Paraguay. Luchas entre indígenas y españoles.
1590-1620 - Las misiones franciscanas y jesuíticas se establecen en el Paraguay e instalan los primeros talleres de platería.
1580-1640 - Unión bajo la misma corona de los dominios lusitanos y españoles. Se desatan las invasiones bandeirantes.
1616 - Separación de la provincia del Paraguay de la de Buenos Aires, ambas bajo dominio del Virreinato del Perú.
1609-1760 - Desarrollo de las Misiones jesuíticas
1767 - Expulsión de los jesuitas de todos los dominios españoles
1776 - Reformas Borbónicas. Se crea el Virreinato del Río de la Plata, del cual depende administrativamente Paraguay.
1811 - Independencia del Paraguay de Buenos Aires y España
1814-1840 - Consulado y Dictadura de Gaspar Rodríguez de Francia
1824 - Secularización de bienes de la Iglesia ordenada por el Dr. Francia. Gran parte de los objetos litúrgicos de plata y oro pasan al dominio del Estado. Se trae la platería de las Misiones a Asunción.
1842-1862 - Gobierno de Carlos A. López. Auge económico, se potencia el oficio de platería. En Asunción hay 448 plateros.
1862 - Asume la presidencia Francisco S. López. Su mujer la irlandesa Elisa Lynch, introduce usos y costumbres europeas.
1865-1870 - Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (Brasil, Argentina, Uruguay). Saqueos y desaparición de los restos de la platería jesuítica y del Siglo XIX. 1870-1900 Nuevas inmigraciones, privatización de bienes del fisco, instalación de industrias. Se inician nuevos centros de platería y orfebrería en Caacupé y Luque.
1900-1999 - Se introducen nuevas formas según los gustos de la época. Los talleres tradicionales siguen produciendo objetos y joyas de oro y plata según modelos antiguos.
NOTAS
1Durán, Margarita, Presencia Franciscana en el Paraguay, Asunción, Estudios Paraguayos-UCA, 1er. tomo, 1987, p. 136.
2 A.N.A. Secc. Histórica, Vol. 148, doc. n° 7, citado por Durán, op. cit.
3 Ribera, Adolfo Luis, Platería Sudamericana de los siglos XVII - XX, Buenos Aires Hirmer Verlag München, 1981, p. 48.
4Luego de la expulsión de los jesuitas es probable que los plateros introdujeran estos decorados en las peinetas o kygua verá, que conservan en su parte superior los mismos motivos realizados con la técnica del repujado.
5Es decir, unos doscientos kilogramos en total.
6Esta custodia se halla hoy en una colección particular del Paraguay.
7 De una carta de Chagas al Marqués de Alegrete, Santo Tomé, 1817, citada por Ribera, op, cit.
8El texto de Ribera concluye sin mencionar que este altar fue mandado traer de la antigua iglesia del convento de San Francisco a la nueva Catedral de Asunción, por Don Carlos A. López, que hizo igual cosa con los altares laterales de Yaguarón, trasladados al nuevo templo de Trinidad. Parte de la platería de este altar fue una donación realizada en el siglo XVIII por doña María Flores de la Bastida a la iglesia del convento de San Francisco de Asunción.
9Estos datos son ampliados en el artículo de Roberto Quevedo, anexo a esta publicación.
10 Inventario firmado p/Fray José Gamarra, 29 de enero de 1801, citado por Durán, op. cit, p. 194.
11A.N.A. Vol. 2899, citado por M. Durán, op. cit.
12A.N.A., Documento T. 25. F. 111. Citado por M. Durán, op. cit.
13Córdoba, La orden Franciscana en las Repúblicas del Plata, citado por M. Durán, op. cit.
14Inventario de los bienes dejados por Francia, 24 de octubre de 1840, firmado por Manuel A. Ortíz, Agustín Cañete, Pablo Pereira, Miguel Maldonado, Gabino Arroyo. Citado en Vasconcellos, Lecciones de Historia Paraguaya, Asunción, 1964, pp 142/143
15Kegler de Galeano, Anneliese, "Alcance Histórico demográfico del censo de 1846" en Pasado y Presente de la Realidad Social Paraguaya, Asunción, CPES, 1994.
16Dermersay, Alfred, Histoire physique, ecom, et polit. du Paraguay, París Hachette, 1860/5, pp. 156/160 del 11 Vol.
17 Paraguay, Oficina Gral. de Estadística, Anuario Estadístico de la Rca. del Paraguay, Asunción, Fischer y Quell, 1886.
18Pussineri, C., La Devolución de las joyas paraguayas; Asunción, 1980.
19Ibid, y Pratt Mayans, M.A., "Inventario", Asunción, Documento del BCP, 1996
20El anillo amistad es una arandela lisa o filigrana, de 5mm. de ancho.
21Después de la caída de Coimbra (Brasil) en 1865, tuvo lugar una gran fiesta en la Estación del Ferrocarril de Asunción. Para adornarla se habían puesto "unas antiguas arañas de plata del tiempo de los jesuitas, sacadas esa ocasión en los depósitos de la Tesorería" Memorias de Juan Crisóstomo Centurión -pág. 202 - I tomo. Ed. Guarania.
22Godoi, Juan Silvano, "1869, El Triunvirato", Manuscrito inédito, archivo Milda Rivarola. 23 Ibid.
24Unos 3.450 quilos de plata, cada arroba equivalía a 11,5 kgrs.
25Godoi, JS, op. cit.
26Freire Esteves, G., Historia Contemporánea del Paraguay, Buenos Aires, 1921, p. 12.
27 Se denomina así porque las mujeres habían ofrendado la pieza colgante (faltante) a la Patria, durante la Guerra Grande.
28Yatebu designa en guaraní al escarabajo, un coleóptero.
29Washburn, Ch., The History of Paraguay, Citado por MiIda Rivarola en Vagos, Pobres y Soldados, Asunción, CPES, 1994, p. 151.
30 Taullard, A., Platería Sudamericana, Buenos Aires, Mac Leloir Edit., 1986, p. 103. 31 WAA, El Mate de Plata, Buenos Aires, 1988, pp. 53-54
32Ibid, p. 163.
33Robertson, J.P.S.W.P. Letters on Paraguay, London, Murray Co, 1838 pp. 148/50.
34Mboreví es el tapir, un mamífero sudamericano.
35Literalmente, "más adornado que un angelito de Cabañas". Se llama angelito a los niños fallecidos antes de cumplir los doce años.
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ACTA DE INVENTARIO
"A los veinte y un día del mes de mayo de 1870, en el puerto de la ciudad de Asunción, capital de la República del Paraguay, á bordo del vapor "Princesa" navío gefe, la comision compuesta del gefe de división Victorino José Barbosa da Lomba, comandante de la escuadra brasilera y del coronel Rufino Enéas Gustavo Calváo, gefe de la comisión de ingenieros, mayor Federico Augusto de Fontoura Lima, gefe interino de la repartición fiscal del ejército allí reunido en virtud de la orden de S. A. Real el señor conde de Eu, mariscal de ejército y comandante en gefe de todas las fuerzas brasileras en el Paraguay, tomó inventario en presencia de Elisa A. Lynch, aprisionadas al ser derrotadas en Cerro-Corá las últimas fuerzas del ex - dictador López, de todos los objetos y valores en especie ú otras así como de todos los papeles que se hallaban en poder de la misma aprisionada y obtuvo el resultado que abajo se demuestra, á saber:
4 aderezos, siendo:
1 oro de macizo.
1 con amatista.
1 de oro y filigrana.
1 de id. con esmeraldas.
40 anillos, siendo:
16 de oro con crisólitas.
24 de id. de diversos gustos.
2 álbums, siendo:
1 de tapas de oro con cajas de plata y relieves de oro.
1 de madre perlas, ofrecido al mariscal López por el pueblo de Buenos Aires.
2 mariposas, siendo:
1 de crisólitas.
1 de piedras entre-finas.
23 botones, siendo:
12 de coral.
15 de oro para chaleco.
6 de id. para puños.
5 bombillas siendo:
3 de plata con virolas de oro.
2 de oro
6 barras de oro pequeñas.
20 cadenas y cordones, siendo:
15 de oro.
1 de id. con medalla.
1 de id. con cruz.
6 mates, siendo.
3 de plata con bombilla.
3 guarnecidas de oro.
1 crucifijo de oro con tres brillantes.
1 cigarrera de oro.
2 cajas de rapé, ambas de oro.
1 condecoración de la orden de Cristo con pendiente de la misma orden.
3 peines de cabeza siendo:
3 con guarniciones de oro.
1 con diamantes.
19 pares de pendientes, siendo:
6 de crisólitas.
12 de oro de diversos gustos.
1 de mosáico.
16 pulseras siendo.
1 de mosáico.
10 de oro.
1 de marfil.
1 con cruz y piedras de brillantes.
1 con piedras falsas.
2 de cabello.
11 relojes de oro, siendo:
10 de diversos tamaños y gustos, inclusive dos de señora.
1 de oro con cadena.
6 relicarios de diversos tamaños.
2 rosarios de oro y corales.
8 marcadores de ropa, siendo:
6 de oro.
2 de plata.
1 tubo conteniendo rosarios y cordones de oro.
1 lapicera de oro labrada.
1 collar de corales.
1 chicote con las iníciales F. S. L. grabadas de brillantes.
1 diadema de oro.
1 espada con vaina de oro y puño también de oro, grabada con brillantes ofrecida al mariscal López por el pueblo paraguayo.
1 estuche con útiles de plata y otro para uso de mesa y toilette.
10 prendedores, siendo: 2 de marfil.
1 de oro con brillantes.
4 de id. con diferentes gustos.
1 de amatista.
2 de oro con topacio.
1 porta-fósforos de oro.
1 caja perteneciente á Rosita Carreras, hija del mariscal López, conteniendo lo siguiente:
12 prendedores con piedras falsas para vestido.
8 pulseras de oro.
2 prendedores de id. 5 cordones de id.
3 prendedores con crisólitas.
3 mariposas.
1 par botones con crisólitas.
4 id. de id.
3 hebillas de piedras entre finas.
4 collares con topacio, crisólitas y corales.
3 pares brincos con piedras crisólitas.
1 cruz pequeña con perlas.
4 pares brincos de oro con topacios.
3 pares rosetas de oro.
1 rosario de oro.
1 clavillo de oro con topacios.
VALORES DE ESPECIES
391 onzas de oro.
27 medias onzas.
15 monedas de 20,000 reis de cuño brasilero.
12 id. De 10,000 reis de id.
24 id. de 4 patacones.
31 id. de 2 patacones.
19 libras esterlinas.
50 monedas de 20 francos.
2 id. de 17,000 reis 14,600 pesos papel de la República del Paraguay.
Además de este dinero.
138 onzas de oro que fueron presentadas en el acto de este inventario por el señor coronel Enéas Gustavo Galvao mandadas entregar por S. A. R, al mismo señor coronel, por el comandante de las fuerzas al Sur de Manduvirá por pertenecer ese dinero á Elisa A. Lynch que antes lo había dado á trueque de un álbum de su propiedad encontrado por ella entre nuestras fuerzas.
En la cronología del libro "Exposición y Protestas" de Elisa A. Lynch se lee que el 21 de mayo de 1870 a bordo del "Princesa" jefes brasileros mandan hacer un inventario de sus pertenencias. (pág. XII. Fund. Cult. Republicana 1987, Asunción, Paraguay.
"este inventario fue hecho por una respetable comisión de oficiales brasileros a bordo del buque donde se encuentra la dicha prisionera, y ordenada por S.A.R. el conde d' EU".
Firmado por José María de Silva Paranhos. (Exposición y Protestas - Elisa A. Lynch - Pág. 11 - ídem.)
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