LA TRAMPA BIOLÓGICA Y OTRO FACTORES CULTURALES A SER TENIDOS
EN CUENTA EN EL DISEÑO DE UNA
POLÍTICA DE POBLACIÓN CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
MARÍA VICTORIA HEIKEL
Servicio de Formación y Estudios de la Mujer
BASE Investigaciones Sociales
Asunción
Marzo, 1993
Documento de Trabajo No. 49
Ponencia presentada al segundo Congreso de ONGs en el Paraguay: Mujeres en el Desarrollo, organizado por el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD)/Comité Paraguay Kansas y Mujeres por la Democracia. Asunción, 25 y 26 de marzo de 1993
CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN
2. LAS CARACTERÍSTICAS Y LOS CONDICIONANTES
3. LAS DERIVACIONES DEL MODELO PARAGUAYO
3.1 LOS EFECTOS SOCIO-ECONÓMICOS
3.2 LOS EFECTOS SOCIO-POBLACIONALES
4. CARACTERIZACIÓN DE LA PLANIFICACIÓN ACTUAL
5. LA NECESIDAD DE DEFINIR POLÍTICAS SOCIALES Y DE POBLACIÓN
5.1 LAS POLÍTICAS SOCIALES
5.2 LA POLÍTICA DE POBLACIÓN
5.3 LA IMPORTANCIA DEL ENFOQUE DE GÉNERO
6. FACTORES A CONSIDERAR PARA ELIMINAR EL SEXISMO DE LA POLÍTICA DE POBLACIÓN
6.1 CON RESPECTO A LA REPRODUCCIÓN BIOLÓGICA
6.2 CON RESPECTO A LA MORTALIDAD Y A LA ESPERANZA DE VIDA
6.3 CON RESPECTO A LA MIGRACIÓN
7. LOS ESCENARIOS A CONTRIBUIR
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
Para abordar el análisis de los factores culturales que deben ser tenidos en cuenta en el diseño de una política de población que beneficie por igual a la mujer y al hombre, hay que reconocer en primer lugar, la necesidad de contar con un modelo de desarrollo que contemple la problemática social. En segundo lugar, el conjunto de políticas y estrategias a definir deberán contemplar las características y condicionantes del proceso poblacional paraguayo.
Finalmente, la política de población, aún cuando considere prioridades y sujetos/as particulares, tendrá impacto en todos los habitantes del país (nacionales y extranjeros, mujeres y hombres y de diferentes grupos de edad). Sin el reconocimiento de estos puntos de partida, el trabajo que aquí se presenta no tendrá sentido.
Se asume también que el modelo de "desarrollo" que caracterizó al Paraguay durante la segunda mitad de este siglo contenía (contiene) dos sesgos importantes: el economicismo y el androcentrismo. El primero genera exclusión de los segmentos sociales con menos recursos y con ello acelera el crecimiento de la pobreza. El androcentrismo, por su parte, refuerza la subordinación de la mujer con respecto al hombre. Este trabajo debe entenderse como una contribución para lograr políticas y estrategias en materia de población, más equitativas entre los sexos, las edades y los diferentes segmentos sociales.
La definición de las políticas públicas es responsabilidad del Estado en su triple rol de administrador, ejecutor y legislador del desarrollo. Pero esto no implica que sea el único involucrado. Cuando se trata de política de población de hecho participan los/las sujetos/as hacia quienes se dirigen. El gobierno define el marco ideológico-político del modelo de desarrollo y la forma de adecuación de los recursos económicos, tecnológicos y humanos disponibles. Pero en su implementación también influyen, en este caso, otros contenidos de tipo culturales, éticos y religiosos.
La participación amplia de la sociedad a través de las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones sociales y también de las agencias de cooperación internacional contribuirá a la eficiencia de los planes y programas.
La perspectiva de género, así como la consideración de especificidades generacionales, es central en los temas de población. Para ello, es necesario reflexionar acerca de la manera en que la mujer fue visualizada en los diferentes modelos de desarrollo:
- Cuando se buscó el equilibrio entre crecimiento económico y demográfico, las mujeres fueron vistas como "responsables" de la reproducción.
- Cuando se pretendió dirigir las políticas públicas hacia los segmentos más pobres se vislumbró la feminización de la pobreza.
- Cuando se optó por involucrar a "la comunidad" en el proceso de desarrollo, las mujeres fueron protagonistas principales del espacio local.
- Cuando se intenta humanizar los objetivos del desarrollo se propone incentivar la participación política de las mujeres para que "ocupen puestos de decisión".
Esta evolución es presentada en el trabajo. El próximo paso es analizar, cuestionar y sobre todo proponer cambios en los comportamientos y actitudes de hombres y mujeres, revisando cuidadosamente nuestras prácticas culturales para conocer realmente si son valores o antivalores lo que de generación en generación se ha ido transmitiendo y reforzando. El desarrollo implica el crecimiento de los seres humanos y de las seres humanas, además de la conservación del medio ambiente y el crecimiento económico.
Así, la definición de una política de población deberá considerar acciones para hombres y mujeres. De este modo los planes reproductivos deberán incluir a la maternidad y a la paternidad libres y responsables; la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo requiere de una redistribución del trabajo doméstico; la participación comunitaria no podrá lograrse, por el momento, sin las cuotas de participación y/o los espacios reservados a la mujer y, a las medidas para la eliminación de la violencia les corresponde la construcción de un hombre nuevo, más humano y menos limitado por una agresividad que no es ímpetu o iniciativa, sino fuerza bruta. El enfoque utilizado sostiene que las políticas públicas, además de sus objetivos concretos y puntuales tienen el deber de velar porque se cumpla el principio de la equidad y la igualdad de oportunidades, dos grandes desafíos para el Paraguay de los años noventa.
En este trabajo no se presentan conclusiones sino acciones a seguir en el corto plazo, tales como propiciar la vinculación entre planificadores/as y políticos/as, la coordinación intersectorial en el Estado y la participación del sector privado. No se pretende adelantar el qué hacer justamente por reconocer que el tema debe ser trabajado antes. Por el momento solo se proponen estrategias hacia el cómo hacer posible la elaboración de una política de población. Sus contenidos concretos quedan por definirse, ojalá, en un futuro inmediato.
El lenguaje utilizado en la formulación de la política de población deberá demostrar explícitamente la opción por la equidad: hombres y mujeres. Esto a su vez, respaldado por una identificación clara de los sujetos y las sujetas de la planificación respetando las diferencias de edad, de posición socio-económica y étnicas, y explicitando los impactos esperados en cada caso.
Es necesario advertir que el tema: política de población, es polémico porque nos pone frente a uno de los recursos del desarrollo que hace más evidentes sus avances y retrocesos, esto es, las y los habitantes en general y a las condiciones de vida en particular.
Cuando fracasa un modelo de desarrollo, las condiciones de vida de la población se deterioran de manera mucho más acelerada de lo que podrían caer los indicadores macro económicos (1).
El tema también es polémico porque la política de población se dirige a comportamientos humanos tales como la nupcialidad, la fecundidad, la mortalidad, las migraciones y otros hechos demográficos cuyo análisis mueve subjetividades sobre las cuales aún no se han establecido acuerdos. No es lo mismo definir acciones que se orienten al comportamiento del "mercado" por ejemplo, que definir programas con respecto a la reproducción humana. La política de población se dirige a conductas que están permanentemente buscando el equilibrio entre lo culturalmente definido y los condicionantes económicos, sociales, medioambientales y políticos de la supervivencia humana. Dicho punto de equilibrio puede variar de posición según la perspectiva con que se defina y sus intereses subyacentes. Entre estos últimos se deben señalar dos por la importancia de su impacto: los intereses religiosos y los del sistema patriarcal de relaciones sociales2.
Acerca de aquellas posturas que sustentan intereses religiosos es preciso señalar que encubren un cierto grado de determinismo fundamentalista que obliga a las personas, particularmente a las mujeres, a optar por una "naturalidad" que no siempre de adecua a los otros ámbitos de la vida.
Con respecto a las posturas patriarcales lo más importante es destacar que los beneficios y los costos del desarrollo no se distribuyen equitativamente, es decir, no están definidos los mecanismos que garanticen igualdad de oportunidades de progreso para todos y para todas, y responsabilidades compartidas en el esfuerzo. También hacia esta problemática se dirige la ponencia.
Durante su evolución, los diferentes modelos de desarrollo han ido definiendo posturas que reconocen la necesidad de lograr la participación de los sujetos de políticas en el proceso de planificación, ejecución y evaluación de los programas. Un paso más adelante se encuentra la perspectiva de género, que reivindica la participación de las mujeres en las mismas condiciones antes definidas para los sujetos de políticas y que fueron mal entendidos en la práctica como "el hombre" es decir los de sexo masculino y de edad adulta.
Finalmente cabe admitir que en este trabajo se han cometido transgresiones, las cuales pueden variar en su orden de prelación según la óptica con que se lea. En todo caso, priorizando las dificultades que implica innovar en estos temas, el orden que surge es el siguiente:
- Hay transgresiones en el lenguaje: las seres humanas, las sujetas de políticas y los padres responsables no son más que intentos por llamar la atención sobre una tarea por hacer, la cual es, revisar y re-definir, si fuera necesario, aquellos conceptos cuyos contenidos son claramente sexistas y que han contribuido a que las mujeres sean "las más pobres entre los pobres".
- Una segunda transgresión es cuestionar aquello que culturalmente se ha definido y transmitido como "valores" aún cuando en los comportamientos concretos existan antecedentes de conductas totalmente contrarias, asumidas por colectivos representativos tanto por su número como por sus características. Dos temas deben incluirse en este grupo: el aborto y la división social del trabajo entre los sexos.
- La tercera transgresión es dar, en el trabajo, mucho más peso a la necesidad de definir "políticas sexuales" (aunque no se las llama con este nombre todavía) que a la necesidad de "garantizar programas eficientes, accesibles y saludables de planificación familiar". Tal vez lo que induce a este atrevimiento es el haber considerado que para la salud reproductiva se han dado ya dos pasos fundamentales: el Art. 61 de la Constitución Nacional y la postura asumida por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social al definir programas concretos. Con respecto al énfasis en la planificación familiar, en este caso, se ha dado un paso al costado pero nunca hacia atrás. Otras y otros continuarán con el tema.
Por ahora se ha considerado necesario y urgente señalar que asimilar sexualidad y reproducción en las mujeres, mientras que se mantienen como dos conceptos y vivencias perfectamente separados y hasta sin vinculación alguna para los hombres, es una falta grave no solo a los derechos reproductivos de ambos sino a los derechos humanos de las mujeres. Todas las medidas que se tomen con respecto a esta demanda son importantes y entre éstas habrá que incluir, obviamente, la educación y los servicios de planificación familiar.
Se espera llamar la atención acerca de que si realmente se pretende elevar las condiciones de vida de toda la población, tarde o temprano habrá que incluir el tema. Su pertinencia al ámbito de la política de población es parte de lo que las mismas promueven, es decir, un acto de padrinazgo responsable (no se dice paternidad porque la distorsión es anterior a la ciencia de la planificación), padrinazgo entonces, del engendro defectuoso que valoriza positivamente la sexualidad en función de la reproducción para las mujeres.
En el trabajo, por una cuestión de justicia con la ciencia demográfica, se desarrolla de manera inicial todavía, un concepto nuevo: el de trampa biológica, por la cual las mujeres a partir de sus "dotes" naturales para la concresión de la reproducción han quedado al margen de los beneficios del desarrollo y subordinadas con respecto al varón que les da la oportunidad de "ser mujer".
Para promover la inclusión de la dimensión cultural en el diseño de las políticas de población se parte de considerar algunos rasgos que son característicos del proceso de poblamiento paraguayo y que lo diferencia de sus vecinos del Cono Sur. La consideración de la especificidad paraguaya es importante no por alentar posturas nacionalistas sino porque en Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y también Bolivia la discusión sobre el tema poblacional está mucho más avanzada y articulada, contándose en dichos países incluso con antecedentes en el plano legislativo que podrían hacernos caer en la tentación de copiarlos sin atender lo que tenemos de diferente.
A partir de nuestros condicionamientos propios, existen creencias que hasta hoy día están presentes en algunos análisis, y que fueron construidas en base a verdades parciales (que son las más peligrosas) y se han convertido en parte de la mitología nacional.
Nuestra capacidad de diseñar una política de población eficaz, realista y equitativa dependerá del grado de desmitificación de la realidad que se logre.
1 - El otro recurso del desarrollo que evidencia los éxitos y fracasos de los modelos, es el medio ambiente. Ambos, la población y el medio ambiente están estrechamente vinculados, pero este aspecto es dejado para algún trabajo posterior.
2 - Sobre los intereses económicos y políticos ya se ha dicho bastante, aunque debería ser revisado todo el argumento desde la perspectiva de género. Este, como otros temas, no es abordado en la ponencia que aquí se presenta, más por falta de espacio que por no reconocer su importancia. En todo caso, esta primera discusión pretende tener continuidad en estudios posteriores.
Fuente digital : http://www.baseis.org.py
Registro: Agosto 2011
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