GUAPOHY
Versión: LEÓN CADOGAN
Un artículo del distinguido escritor brasileño Raimundo Moraes referente a la llora parasitaria suramericana aparecido en "La Prensa" de Buenos Aires, me recuerda la historia (leyenda, dirán algunos) de un árbol de nuestras selvas -el Guapohy, o higuera silvestre- que escuché en época y lugar lejanos: en Cahá-Yobái, a orillas del Monday y durante la revolución del 22. Me la narró el anciano cacique de los restos de una tribu cayguá, el cacique Emeterio. Dijo:
"A orillas del campichuelo que lleva el nombre de nuestra tribu, el Tayí, en los albores del tiempo sembró Tupá, según la tradición, una semilla. De ella germinó una plantita que al cabo de muchos caurajy-yeré, se convirtió en hermoso árbol y su sombra, en lugar de reunión de los jefes de la raza más poderosa de la tierra, adoptándose como símbolo de una de sus ramas más fuertes, que era nuestra tribu del Tayí. Al Tayí conducían todos los caminos de la tierra y a él se encaminaban, cuando el majestuoso árbol anunciaba la terminación de los fríos cubriéndose con un manto de hermosas llores, delegaciones de todas las tribus guaraníes para tratar en asambleas, asuntos de interés para la raza.
"Traída por el viento, depositada por una avecilla o por la mano de Añá; venida de no se sabe dónde, germinó entre las ramas del Tayí, en una rugosidad de su corteza, una semilla. Humedecida por el rocío y calentada por el Sol, creció, se convirtió en árbol y echando raíces que envolvieron al Tayí, lo estrangularon como Curiyú estruja a su víctima entre sus pliegues... Hoy, a orillas del campichuelo del Tayí, se eleva un enorme Guapohy de fofas carnes y, entre las ramas del monstruo, sólo se ven sobresalir pequeñas astillas del antaño poderoso Tayi, símbolo de mi raza y gloria de la selva...".
Los últimos rayos del sol poniente herían las facciones del anciano indio, trocándole en estatua de bronce. Emitió un suspiro apenas perceptible y prosiguió:
"Mi nación, la más fuerte de la tierra, no reconocía otro señor que Tupá; lo dominaba todo desde el agua sin fin de la que sale el sol, hasta la cordillera inaccesible tras la que se hunde de noche. Y, al parecer surgida de esa misma agua de la que surge el sol enviado por Tupá para fecundar la tierra, llega un día el Yuruá, como semilla de Guapohy, echa semilla en la tierra guaraní. Con sus tentáculos lo envuelve todo, como el Guapohy al poderoso Tayí, como el curiyú a su presa; absorbe la vida, la savia de nuestra raza como el Guapohy absorbió la savia de nuestro Tayí; y los miserables restos de mi nación desaparecen, como desaparecen las últimas astillas de nuestro Tayí entre las fofas maderas del Guapohy que lo aniquiló".
Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)
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